Confirmada la presencia de neandertales hace 45.000 años en Segovia

Las últimas investigaciones realizadas en el yacimiento del Abrigo del Molino (Segovia), que se excava desde el año 2013, han puesto de manifiesto la existencia de ocupaciones neandertales en fechas situadas entre 41.000 y 45.000 años de antigüedad.
 
Se trata del yacimiento con los restos más modernos de un asentamiento neandertal en el centro de la Península Ibérica y una de las evidencias "más importantes" que constatan el proceso de desaparición de norte a sur de los grupos neandertales en Europa, según ha indicado el director de las excavaciones en el Abrigo del Molino (Segovia), David Álvarez Alonso (izquierda), a través de un comunicado remitido a Europa Press.
Según sus investigaciones, el Abrigo del Molino habría sido ocupado por neandertales, cuando esta especie ya se había retirado del norte peninsular, empezando así su proceso de desaparición en el sur de Europa.
Por otra parte, la importancia del Abrigo del Molino también radica en que sus dataciones sitúan la presencia de neandertales en el interior peninsular, cuando los primeros Homo sapiens habían empezado a asentarse en la zona norte, según se desprende de algunos datos existentes en yacimientos como la cueva de El Castillo (Puente Viesgo, Cantabria).

Congreso europeo

Al hilo de estos estudios, Álvarez ha señalado que esta semana tendrá lugar el congreso European Geosciences Union General Assembly, en Viena (Austria), el más importante de esta disciplina en Europa.
En la rueda de prensa previa al congreso, que se celebrará en Viena el próximo miércoles, 3 de mayo, se presentará a la opinión pública internacional una selección de los mejores trabajos llevados a cabo en Europa sobre Ciencias de la Tierra en sentido amplio, destacando el estudio presentado por el equipo multidisciplinar germano-español sobre las dataciones precisas del yacimiento arqueológico musteriense del Abrigo del Molino, situado a las afueras de Segovia capital.
El estudio sobre el yacimiento segoviano galardonado lleva por título 'Dating the last Neanderthals in Central Iberia - New evidence from Abrigo del Molino, Segovia, Spain'; y ha sido realizado por un equipo multidisciplinar --arqueólogos, geógrafos y geólogos-- españoles y alemanes.
El Abrigo del Molino se está situando no sólo como uno de los yacimientos peninsulares "más importantes" para explicar el proceso de desaparición de los neandertales, sino también, a nivel europeo representa uno de los enclaves que "más interés" ha despertado en los últimos años, como así lo refleja su presencia destacada en el EGU General Assembly.
Estas investigaciones sirven, ha agregado Álvarez, para "profundizar en el debate sobre la posible coexistencia en la Península Ibérica de Nendertales y Sapiens, así como también representa uno de los enclaves más destacados en la actualidad para analizar el proceso de desaparición de los neandertales".
Fuente: lainformacion.com | 24 de abril de 2017

El ADN permite confirmar hipótesis arqueológicas

Cada vez más los hechos están demostrando que la ciencia es una sola. Por ejemplo: en 2003 se descifró el genoma humano, y de golpe todas las disciplinas científicas se han visto revolucionadas. De hecho, las consideradas “blandas”, como la arqueología y la antropología, empiezan a construir certezas gracias a estudios de ADN: diferentes pruebas genéticas han ido confirmando la hipótesis de que el hombre americano... era asiático.

Y recientes investigaciones de un grupo liderado por el arqueólogo tucumano Jorge Martínez apuntalan esa teoría. Martínez es investigador del ISES Conicet y profesor de la carrera de Arqueología de la UNT, y el yacimiento en el que se hizo el hallazgo está en Antofagasta de la Sierra, en la puna catamarqueña.

Empezar por el principio
Los “experimentos” de la naturaleza demoran miles de años y, a diferencia de lo que pasa en laboratorios, las variables son muchísimas y están fuera del control humano; es más: en la mayoría de los casos los humanos somos una variable. Eso parece haber ocurrido con la última glaciación. Hace unos 20.000 años se congelaron los mares, por lo que se comprimieron y bajó su nivel; en consecuencia, apareció tierra que estaba sumergida, formando un puente entre Asia y Alaska. Por allí, grupos de cazadores-recolectores dejaron lo que es ahora Siberia y se establecieron en esas tierras, que ofrecían condiciones más amigables: había vegetación, que les brindaba leña, y mamíferos para cazar y alimentarse, informa Scott Elias, de la Royal Holloway University, de Londres en una nota que publica BBC Mundo.

“Pero los motivos que impulsan a un grupo humano a explorar nuevos territorios no sólo se relacionan con la búsqueda de recursos animales para cazar; también tiene que ver con sus creencias y su mundo simbólico. El hambre de búsqueda siempre movió a los humanos; búsquedas terrenales (literalmente) y también sobrenaturales. Ya se delimitaban, hace tantas decenas de miles de años, espacios sagrados y espacios prohibidos, cuestiones de creencias... Sólo por hambre nadie abandona un lugar seguro y se lanza a la aventura”, reflexiona Martínez.


¿El mismo tronco?
Los humanos llegaron al estrecho y por “un tiempo” no tuvieron más remedio que quedarse: el camino hacia América del Norte estaba cerrado por el hielo. Elias y sus colegas calculan que la zona estuvo poblada durante unos 10.000 años. ¿Qué pasó en ese lapso?

Aquí empiezan a resultar claves los estudios de ADN: una investigación a cargo de Ramus Nielsen, de la Universidad de California, confirmó que cerca del 80% de los nativos americanos actuales descienden de aborígenes que vivieron en América del Norte hace unos 13.000 años y reafirmó una hipótesis que ya tenía ocho años: debido al aislamiento, terminaron diferenciándose genéticamente de sus ancestros siberianos.

“El proceso de Beringia hizo que esos humanos se diferenciaran de los asiáticos y se convirtieran en nativos americanos”, dice Connie Mulligan, de la Universidad de Florida, EEUU, que participó de aquel análisis inicial. Pero no es todo: cuando se estudió la variación genética se descubrió ese patrón excepcional en todos los nativos americanos modernos analizados, y, en cambio, muy rara vez en los asiáticos.

“Con ese patrón original ocurrió algo muy interesante: se mantuvo en los esquimales, que se quedaron en la zona cercana al polo. En cambio, en el resto de este inmenso continente sin Homo sapiens se subdividió en cuatro grandes grupos; y el estudio de ADN permite rastrear las ascendencias, nuestra herencia genética", explica Martínez.
En Antofagasta de la Sierra encontramos restos humanos de unos 8.400 años de antigüedad; pudo establecerse una conexión paleogenética con grupos pertenecientes a dos sitios arqueológicos de alrededor de 10.000 años de antigüedad de la costa nor-pacífica de América: uno en Alaska y otro en Montana (EEUU).

Otra investigación puede dar pistas de qué ocurrió con el 20% “diferente”: estableció que grupos de la región amazónica tienen un “misterioso” flujo genético ártico. “Esto parece indicar que no hubo una población fundadora homogénea. (…) Tal vez hubo varios pulsos migratorios”, propone Pontus Skoglund, de la Universidad Harvard en Boston, EEUU. Dicho de otro modo: hacia y desde Beringia los diferentes grupos humanos ni entraron ni salieron juntos. Y su ADN también se fue modificando por separado.

Una cosa es segura: llegar a América fue, decididamente, un viaje de ida.

Fuente: lagaceta.com. ar | 25 de abril de 2017

En Europa ya conocíamos la rueda hace 5.200 años

Foto: Un eje de la conocida como rueda de Ljubljansko barje que tiene un radio de 72 centímetros y 5 de espesor y fue elaborada en madera de fresno. Foto: EFE/Matevz Paternoster.

El hallazgo confirma la posibilidad de que la rueda no surgiera en Mesopotamia, según se creía antes, sino que fue inventada simultáneamente también en Europa. La rueda, un invento sin el que no se concibe la civilización, surgió posiblemente en Europa al mismo tiempo que en Mesopotamia, según confirma un ejemplar de hace 5.200 años localizado en Eslovenia y expuesto ahora en el museo de Vrhnika, cerca de Liubliana. “La datación la sitúa como la rueda de madera más antigua conocida en el mundo”, explica a Efe Irena Sinkovec, conservadora de los Museos y Galerías de la Ciudad de Liubliana.

La edad de esta pieza ha sido determinada mediante los más modernos métodos científicos de un instituto especializado de Viena, que usó mediciones de los estratos en el terreno y de los anillos de los árboles en la zona donde fue hallada, así como la datación por radiocarbono, explicó. Según Sinkovec, esta rueda, descubierta en 2002 en una zona pantanosa cerca de la capital eslovena, es al menos un siglo anterior a las halladas en Suiza y Alemania, consideras hasta entonces las más antiguas.


Las representaciones gráficas más antiguas de la rueda provienen de estandartes en la ciudad de Ur, en Mesopotamia, pero no se conserva ningún resto físico de las ruedas propiamente dichas, recordó Sinkovec. Anton Veluscek, jefe del equipo de arqueólogos responsable del hallazgo, considera que la importancia de esta pieza radica en que “además de su antigüedad excepcional, esta rueda y el eje son increíblemente avanzados tecnológicamente”.



El arqueólogo considera que la rueda probablemente formó parte de un carro de eje simple y esta tecnología muestra que ya existía una larga tradición y experiencia en la elaboración de ruedas y ejes. El hallazgo confirma la posibilidad de que la rueda no surgiera en Mesopotamia, según se creía antes, sino que fue inventada simultáneamente también en Europa o incluso en Europa primero, opina Veluscek. La conocida como rueda de Ljubljansko barje, por el pantano donde se localizó, tiene un radio de 72 centímetros y 5 de espesor y fue elaborada en madera de fresno. Viene acompañada de un eje cuadrado de roble, de 124 centímetros de longitud, cuya forma y enganche a la rueda, mediante cuñas, significa que rueda y eje rotaban conjuntamente.

Foto: La rueda, un invento sin el que no se concibe la civilización, surgió posiblemente en Europa. Foto: EFE/Matevz Paternoster.

La madera esta chamuscada, probablemente para proteger el material de la acción de parásitos. Tras su hallazgo, fue sometida durante diez años a un arduo proceso de restauración en el Instituto de Investigación Arqueológica de Maguncia (Alemania). En el pantano de Ljubljansko barje han sido hallados muchos objetos de una civilización prehistórica que habitó allí hasta hace unos 6.500 años. Ese pueblo vivía en palafitos, recintos sustentados en pilares sobre el pantano.


El lago que ocupaba el área donde están los palafitos ya no existe, lo que permitió hallar la rueda y muchos otros objetos de gran interés arqueológico, aún más antiguos, entre los que se cuentan una canoa y un molde para fabricar hachas de bronce. Las construcciones de los Palafitos Alpinos de Eslovenia fueron declaradas en 2011 Patrimonio Cultural Universal de la Unesco, junto a otros situados en Alemania, Austria, Francia o Italia. La rueda se puede ver en el Centro cultural de Vrhnika, a 20 kilómetros de Liubliana, hasta el 17 de junio próximo, cuando será devuelta a su hogar en el Museo de Liubliana para “descansar”, antes de volver a ser expuesta en 2018.

Fuente: Vesna Bernardic | EFE, Zagreb, Sin embargo.mx, 23 de abril de 2017

María Martinón confía en que el talento guiará el relevo en el equipo Atapuerca

María Martinón lo tiene claro. El equipo de investigación de Atapuerca cuenta con una “cantera impresionante”, en la que destaca la capacidad de científicas, que se han convertido en líderes en sus respectivas disciplinas, y este talento deberá tenerse en cuenta a la hora de plantear el relevo de José María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell al frente del proyecto de investigación de los yacimientos burgaleses. Y la científica espera y confía en que así será, puesto que las mujeres “ya están tomando el relevo”.

La gallega ha ofrecido esta mañana la sexta charla del programa Stem Talent Girl, destinado a alumnas de 3º y 4 º de la ESO, a las que se inspira para que no descarten convertirse en líderes de ciencia y tecnología. Como miembro del equipo de investigación de Atapuerca, aunque sea también profesora e investigadora de la University College London, María Martinón ha asegurado que Atapuerca es un buen ejemplo de la capacidad y el talento de las mujeres científicas, un reconocimiento por el que en España ha tocado “luchar un poco”.

El equipo de investigación es un ejemplo “impresionante” de mujeres capaces, que lideran sus campos y disciplinas profesionales, dentro de una cantera “tremenda”, ha asegurado. De ahí que, con su habitual optimismo, Martinón confíe en que esa realidad se tenga en cuenta a la hora de plantear el futuro del proyecto burgalés. “Hay talento”, ha insistido, “y las mujeres ya están tomando el relevo”, pero sí que es cierto que Atapuerca debería aspirar a una valoración del talento en igualdad de oportunidades cuando llegue el momento de relevar a los codirectores.

“Hay un movimiento imparable, en el que la gente que vale va a encontrar su sitio”, ha afirmado la científica. De ahí que también confíe en que, “sin hacer favores a nadie”, se valore el talento de cada profesional a la hora de decidir quién sustituye a José María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell. De momento, Atapuerca ya es un ejemplo de integración de la mujer en la ciencia, en un país en el que falta tradición científica, justo lo contrario de Reino Unido, donde se encuentra ahora trabajado Martinón.

Libertad de elección

En su experiencia personal, la científica afirma que en Reino Unido se reconoce el talento venga de donde venga Y las nuevas generaciones tienen que ser conscientes de que pueden escoger qué quieren ser. “Es importante saber que tienen la opción de ser lo que quieran ser”, ha asegurado en su charla, porque “tienen la libertad, las capacidades y el talento”. De ahí que considere el proyecto de Stem Talent Girl muy inspirador, un proyecto de oportunidades, que abre la mente a las jóvenes promesas de la ciencia y la tecnología.
La científica ha animado a las alumnas a que no tengan miedo a tomar decisiones, insistiendo que lo mejor de la vida es la posibilidad de elegir, dejando un lado el miedo a equivocarse. No existe una decisión única y definitiva. “No hay un solo camino sin retorno”, sino muchos desvíos, y la vida se debe plantear como un proyecto científico. En ciencia, se parte de hipótesis que hay que falsear o validar. Y falsear una hipótesis no es un fracaso científico, sino un acierto, ya que se posiciona un paso por delante de donde estabas antes.

La vida es exactamente igual. Se toman decisiones, se exploran caminos y, si no ofrecen lo que se busca, se plantean alternativas. Nunca una decisión supondrá una pérdida de tiempo, será un paso más en el aprendizaje personal. Y así entiende también Martinón su estancia en Reino Unido, donde lleva año y medio, después de dejar el CENIEH. La científica está de “misión”, impulsando un proyecto para conseguir que Atapuerca tenga una difusión internacional desde la perspectiva educativa, y no solo científico.

Y lo está consiguiendo. Ahora, la prestigiosa University College London cuenta con un grado de Antropología y se ha creado una asignatura sobre Atapuerca, de tal modo que los futuros científicos ya saben que para estudiar la evolución humana tienen que venir a Burgos. La ciencia es internacional, ha asegurado Martinón, aunque se pueda hacer desde España o desde el extranjero. Lo que es “inevitable” es que requiere de lazos internacionales para ser “puntera”, de ahí que los científicos deban salir y ver mundo, pero trabajando para evitar una fuga de talento.

Equivocación desinformada

El brexit, “un desatino, un desacierto”
Por otra parte, María Martinón espera que el brexit no vaya a afectar de manera directa a los científicos. Reconoce que la ciencia “está más protegida” que otros sectores, ya que se escoge a la gente por su talento, su aportación personal. Sin embargo, la situación política en Reino Unido podría animar a algunos científicos a buscar oportunidades fuera del país. A su juicio, la salida de la Unión Europea es “un desacierto, un desatino, una equivocación desinformada”, y muy triste, porque ha sacado a la luz “el egoísmo social” .

Fuente: burgosconecta.es| 23 de abril de 2017

El fascinate mundo del ADN que desvela sobre quiénes fueron los primeros habitantes de América

Muchos nativos americanos descienden de los Clovis.

Hace miles de años, no había ni un sólo ser humano viviendo en el continente americano. Pero eso cambió en la última Edad de Hielo. Hubo un tiempo en que la mayor parte de América del Norte estaba cubierta con una gruesa capa de hielo que hacía que la región fuera difícil de habitar. Pero, en un momento dado, algunos humanos aventureros emprendieron un viaje hacia un nuevo mundo.
Probablemente, llegaron a pie desde Siberia a través del estrecho de Beringia, un puente de tierra que se extendía desde Alaska hasta Eurasia y que existió desde finales de la última glaciación hasta hace unos 10.000 años. Ahora esa zona está sumergida bajo el agua.

Se sigue debatiendo cuándo llegaron esos primeros americanos y de donde venían. Pero estamos cada vez más cerca de averiguar lo que pasó y de saber quiénes eran realmente.

El último máximo glacial

Durante la última Edad de Hielo, hace unos 20.000 años, una travesía desde Asia hasta América no habría sido algo particularmente agradable. Pero, paradójicamente, la presencia de hielo y glaciares en América del Norte hizo que la travesía fuera, en parte, más fácil de lo que habría sido hoy día.

Durante la Última Edad de Hielo se formó un puente en el Estrecho de Bering. Derechos de autor de la imagen: ALAMY

La abundancia de hielo significaba que los niveles del mar eran mucho más bajos. Por eso emergió un tramo de tierra entre Siberia y Alaska (Beringia) por el que los humanos y animales pudieron caminar.

En algún momento durante ese tiempo, conocido como el Último Máximo Glacial, grupos de cazadores-recolectores se trasladaron desde lo que es ahora Siberia y establecieron allí su campamento.

"Los primeros que llegaron a la zona eran, probablemente, grupos pequeños y ambulantes que, probablemente, dependían de la disponibilidad de recursos estacionales", dice Laurianne Bourgeon, de la Universidad de Montreal, en Canadá.

Atascados en Beringia

Muchos de esos pueblos hicieron bien en buscar refugio allí. La zona central de Beringia tenía un entorno mucho más agradable que las tierras heladas que dejaron atrás. El clima era más húmedo y la vegetación, en forma de arbustos leñosos, les dio acceso a madera para obtener calor.

El ADN está dejando al descubierto secretos muy antiguos. Derechos de autor de la imagen: ALAMY

Además, era el entorno ideal para grandes mamíferos a los que podían cazar y cuyos huesos podían quemar, dice Scott Elias, de la Royal Holloway University, en Londres, Reino Unido.

Cuando los humanos llegaron al estrecho, no tuvieron más remedio que establecerse allí. Las vastas capas de hielo les cortaron el camino hasta América del Norte. Ahora se sabe que hicieron de Beringia su hogar y que permanecieron allí durante varios miles de años.
Según esa hipótesis, eso ayudó a que aquellos grupos aislados fueran genéticamente distintos a los que habían dejado atrás, de acuerdo con un estudio de 2007. Y eso significa que los primeros que llegaron a Norteamérica —cuando el hielo se deshizo y permitió su entrada— eran genéticamente distintos a quienes habían vivido en Siberia miles de años antes.

"Es posible que una de las partes más importantes de ese proceso fuera lo que ocurrió en Beringia, cuando se diferenciaron de los asiáticos y se convirtieron en nativos americanos", dice Connie Mulligan, de la Universidad de Florida en Gainesville, EE.UU., quien participó en ese análisis inicial.

Otros estudios apoyan esa teoría. Por ejemplo, Elias y sus colegas argumentan que esos seres humanos se quedaron en Beringia unos 10.000 años.

En movimiento

Cuando, finalmente, el hielo comenzó a retirarse, esos grupos viajaron a diferentes partes del continente. Ha habido un largo debate sobre si aquellos primeros colonos migraron desde diferentes áreas o sólo desde una.
Hace más de 20 años, Mulligan sugirió que sólo hubo una migración desde Beringia hacia el "Nuevo Mundo".
Hay evidencia de presencia de humanos en Oregón hace 14.500 años. Derechos de autor de la imagen: SCIENCE PHOTO LIBRARY

Llegó a esa conclusión tras analizar la variación genética en el ADN de nativos americanos de hoy en día y compararla con la de asiáticos. Ese mismo patrón excepcional apareció en todos los nativos americanos que analizó, pero muy rara vez en los asiáticos modernos. Y eso significa que los nativos americanos surgieron de una única población que vivió en Beringia, aislada, durante muchos años. En 2015, un estudio que usó técnicas más avanzadas llegó a una conclusión parecida.

"No hubo movimientos o cambios en ese grupo de población tal y como algunos sugirieron anteriormente", explica Rasmus Nielsen, de la Universidad de California, en Berkeley, EE.UU., a cargo de ese análisis.
De hecho, cerca del 80% de los nativos americanos de hoy en día son descendientes directos de los Clovis, quienes vivieron en América del Norte hace unos 13.000 años. Pero sabemos que tal vez hubo migraciones graduales desde Beringia. Y eso es porque hay pequeños grupos en la región amazónica de Sudamérica —como los indígenas Suruí y los Karitiana— que tienen un misterioso "flujo genético ártico" que no está relacionado con los Clovis.

Vínculos remotos

Otro estudio de 2015 reveló que, por lo tanto, hubo "más de una población que fundó las Américas", y que las poblaciones indígenas del continente americano tienen vínculos genéticos remotos con Australia, Papua Nueva Guinea y las islas Andamán.

Cortaduras hechas por la mano humana fueron halladas en esta mandíbula de caballo de 24.000 años de antigüedad.Derechos de autor de la imagen: LAURIEANE BURGEON

"No hubo una población fundadora homogénea. (…) Tal vez hubo varios pulsos migratorios", dice Pontus Skoglund, de la Universidad Harvard en Boston, Massachusetts, EE.UU.
En otras palabras, los habitantes de Beringia no llegaron o se fueron todos al mismo tiempo. Esto hace muy probable que hubiera diferentes grupos que nunca se conocieron.

La cuestión de la fecha

Para comprobar quiénes fueron realmente los primeros americanos, tenemos que tener en cuenta cuándo llegaron. Es difícil saber en qué momento exacto sucedió.
El equipo de Nielsen concluyó que los ancestros de los primeros americanos llegaron a Beringia entre hace 23.000 y 13.000 años. Ahora tenemos evidencias arqueológicas que sugieren que la gente que salió de Siberia —y después de Beringia— lo hizo incluso antes.

Restos animales fueron descubiertos en el sitio arqueológico de las cuevas Bluefish en el territorio del Yukón. Derechos de autor de la imagen: LAURIANE BOURGEON/MUSEO CANADIENSE DE HISTORIA

En enero de 2017, Laurianne Bourgeon y su equipo encontró pruebas que demuestran que hubo seres humanos que vivieron al norte del territorio del Yunkón, al oeste de Canadá, en una zona llamada Cuevas de Bluefish hace 24.000 años.

"Llegaron a Beringia hace 24.000 años y permanecieron genética y geográficamente aislados hasta hace unos 16.000 o 15.000 años, antes de dispersarse las capas de hielo que cubrían la mayoría de Norteamérica durante ese periodo. Las cuevas sólo se usaron en breves ocasiones para actividades de caza" dice Bourgeon.

Pero su análisis no revela las fechas exactas en que esa gente se aventuró por primera vez hacia el sur. Para saberlo hay que observar las pruebas arqueológicas.

Cuestionamientos

Se sigue debatiendo cuándo llegaron los primeros americanos y de donde venían. Derechos de autor de la imagen: GETTY IMAGES

Durante décadas, se han encontrado herramientas de piedra que dejaron los Clovis por todo América del Norte. Algunas son tan sólo de hace 13.000 años, lo cual sugiere que tardaron mucho en ir hacia el sur. Pero en los últimos años ha surgido evidencia que cuestiona esa idea.

Por ejemplo, en un asentamiento en el sur de Chile llamado Monte Verde hay evidencia de ocupación humana de hace 18.500 y 14.500 años. Sabemos que hacían hogueras, comían marisco y usaban herramientas de piedra, pero como no dejaron restos humanos, mucho sobre ellos sigue siendo un misterio.

El viaje al otro extremo

Y hay otro dilema. El hielo todavía cubría Norteamérica hace 18.500 años, complicando la travesía hacia el sur. ¿Cómo llegó la gente al sur de Chile tan temprano?

Una teoría dice que se abrió una ruta sin hielo que permitió el desplazamiento de esos humanos, aunque los hallazgos más recientes apuntan a que eso ocurrió apenas hace unos 12.600 años. Elias también destaca lo difícil que tuvo que haber sido aquel viaje.

El mar de Bering es hoy en día territorio de mamíferos marinos. Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES

"Incluso si se abrió una brecha entre aquellas enormes capas de hielo, ese entorno tuvo que haber sido horrible, con barro, hielo, agua derretida y lodo. No debió haber sido un lugar habitable para personas o animales", señala el científico.

Pero hay una alternativa. Esa gente pudo haber viajado por barco, tomando una ruta siguiendo la costa del Pacífico. No hay pruebas arqueológicas que apoyen esa idea, pero los barcos de madera rara vez se conservan.

Todavía quedan muchas preguntas sin responder, pero Mulligan dice que estudiar cómo y cuándo se dispersaron los humanos a través del continente americano nos ayuda a comprender los procesos de migración, es decir, cómo cambian las poblaciones y qué rasgos genéticos persisten.
En muchos sentidos, América ofrece a los científicos una oportunidad de oro para estudiar esos procesos. Ha habido muchas migraciones en el mundo, pero quienes emigraron a América emprendieron un camino sin retorno.

"Sabemos que los habitantes originales vinieron desde Asia hasta el Nuevo Mundo y que no había otra gente allí ni grandes migraciones de retorno", dice Mulligan.

El hecho de que fuera un viaje de ida, unido al creciente interés en estudiar la genética de esa gente, significa que pronto podremos saber más sobre quiénes fueron realmente esos primeros americanos y sobre cuándo llegaron exactamente.

Vía: BBC

Por fin sabemos los orígenes de los 'Hobbits' de Indonesia

Reconstrucción artística de un Homo floresiensis. Crédito: Katrina Kenny, SA Museum.

Desde el descubrimiento del Homo floresiensis, conocido como el Hobbit de Indonesia por su baja estatura, la polémica sobre sus orígenes centró a los expertos en torno a un debate a dos partes.

Algunos se inclinaban por un antepasado Homo erectus, mientras otros señalaban al Homo habilis.
Ahora un equipo de científicos, liderado por la Dra. Debbie Argue, de la Universidad Nacional Australiana, ha realizado un estudio más completo de los huesos del Homo floresiensis, descubierto en la isla indonesia de Flores en 2003, y sus resultados muestran que muy probablemente evolucionó de un antepasado en África y no del Homo erectus.

La Dra. Debbie Argue sostiene un cráneo reconstruido de un Homo Floresiensis. Foto por Stuart Hay.

El estudio, publicado en Journal of Human Evolution, señala que dicho antepasado se trataría de una especie hermana del Homo habilis, una de las especies humanas más tempranas que pobló África hace 1,75 millones de años.

Los datos del estudio, centrados en el análisis de 133 puntos de los huesos del cráneo, mandíbulas, dientes, brazos, piernas y hombros, concluyeron que no había evidencias de la teoría popular de que el Homo floresiensis evolucionó a partir del Homo erectus, el único homínido que vivió en la región.

Foto: Característica primitivas de Homo floresiensis.

“Los análisis muestran que en el árbol de la familia, 'Homo floresiensis' era probablemente una especie hermana de 'Homo habilis', lo que significa que ambos compartieron un antepasado común. Es posible que el 'Homo floresiensis' evolucionara en África y emigrara, o que un antepasado común se trasladó desde África y luego se convirtió en 'Homo floresiensis' en alguna momento. Podemos estar 99% seguros de que no está relacionado con 'Homo erectus', y hay casi un 100% de probabilidades de que no sea un 'Homo sapiens' malformado”, explica Argue en un comunicado.

Los estudios anteriores de este homínido, que vivió en la isla de Flores hasta hace tan solo 54.000 años, se habían centrado principalmente en el cráneo y la mandíbula inferior.

Cueva de Liang Bua, en la isla de Flores, Indonesia, donde los arqueólogos descubrieron los restos del Homo floresiensis. Fotografía: Sean Smith. The Guardian

“Pudimos observar que no hay evidencias sólidas que permitan afirmar que el 'Homo floresiensis' podría descender del 'Homo erectus'. Todas las pruebas dicen que no encaja, no es una teoría viable”, afirma Argue. Una de estas evidencias sería la estructura de la mandíbula: la del Homo floresiensis es más primitiva que la del Homo erectus.

"Lógicamente, sería difícil entender cómo podrías tener esa regresión. ¿Por qué la mandíbula del 'Homo erectus' habría de evolucionar de nuevo a la condición primitiva que vemos en 'Homo floresiensis'? Otro aspecto interesante es que este homínido se habría separado de su rama evolutiva hace más de 1,75 millones de años. Si este fuera el caso, 'Homo floresiensis' habría evolucionado antes que el primer 'Homo habilis', lo que lo haría muy antiguo”, concluye Argue.

Fuente: quo.es | 21 de abril de 2017