Nuevo reto de Atapuerca: Localizar "Homo sapiens" de hace más de 40.000 años

Excavaciones en el yacimiento de la Sima del Elefante. SANTI OTERO / EFE

Localizar restos de Homo sapiens de hace más de 40.000 años en la sierra burgalesa de Atapuerca es el nuevo reto que se marca el equipo de investigadores de este yacimiento, aunque uno de los codirectores, Eudald Carbonell, estima que podría ocurrir en un horizonte de entre 5 y 10 años.
Considera que sería clave para confirmar el carácter único de Atapuerca, porque se concentraría en un mismo complejo toda la evolución material, climática, geológica y humana, hasta llegar prácticamente a nuestros días.

En el caso de que se localizaran Homo sapiens de esa antigüedad, Atapuerca se convertiría en un yacimiento único en Eurasia, porque "sería un caso tan extraño de permanencia en un mismo asentamiento en el tiempo que se podría considerar difícilmente repetible", ha reflexionado Carbonell.

En declaraciones a los periodistas a la entrada de los yacimientos, Carbonell ha explicado que hoy han comenzado a trabajar en los yacimientos 80 personas, aunque los trabajos se intensificarán en julio, cuando el equipo estará formado por 280 científicos.
Una de las novedades es que ha quedado aparcado el proyecto de excavar en extensión en el nuevo yacimiento de la Cueva Fantasma, donde en la pasada campaña se localizó un fragmento de cráneo que, a falta de algunos estudios, parece corresponder a un neandertal, especie de la que había bastantes indicios en Atapuerca aunque todavía no habían aparecido restos.

Las máquinas han comenzado a retirar escombros de Cueva Fantasma. GIT

Otro de los codirectores, José María Bermúdez de Castro, ha explicado que este año se realizarán trabajos de prospección a unos 40 metros de la cata que realizaron el año pasado, pero sobre todo se preparará el yacimiento para que puedan entrar máquinas para instalar una cubierta que proteja la zona, que se ha comprometido a colocar la Junta de Castilla y León.

Para Carbonell, se trata de parte de una "renovación científica" de los trabajos en Atapuerca, porque forma parte de una estrategia de trabajo en la zona alta del karst donde están los yacimientos, situada entre 10 y 20 metros por encima del suelo de la parte más emblemática: la trinchera del ferrocarril.
De esta manera se completará en los próximos años el estudio de la evolución desde hace 1,5 millones de años de la Sima del Elefante hasta los yacimientos romanos de Cueva Mayor.
Precisamente en la Sima del Elefante, se acometerán este año trabajos de excavación en una zona de aproximadamente 1,5 millones de antigüedad después de la excavación en la pasada campaña en una antigüedad de un millón de años.

"No apareció demasiada información, pero eso permite deducir que hace 400.000 años los homínidos utilizaban con frecuencia las cuevas pero hace un millón de años vivían prácticamente al aire libre", ha explicado Bermúdez de Castro.

Tanto Bermúdez de Castro como Carbonell han considerado que la especie neandertal estuvo en Atapuerca y se encontrarán muchos más restos, porque en un yacimiento al aire libre, Fuente Mudarra, se han delimitado grandes zonas de campamentos de estos homínidos, alguna de ellas de varias hectáreas. EFE

Fuente: elperiodico.com | 20 de junio de 2017

Atapuerca 2017

Acaba de comenzar un nuevo período de campo en los yacimientos de la sierra de Atapuerca. La pregunta tradicional de los medios de comunicación se repite incansable: ¿qué esperáis encontrar en esta campaña? Puestos a ello prefiero otra pregunta: ¿qué deseáis encontrar? Esta última cuestión encierra una cierta dosis de romanticismo, y se contesta desde el corazón.

En realidad, la pregunta más académica sería: ¿qué respuestas queréis encontrar durante los próximos 40 días de trabajo en la Sierra? En efecto, las excavaciones representan algo así como el experimento que se lleva a cabo en un laboratorio a la espera de encontrar la solución a nuestras preguntas. Los hallazgos que eventualmente se puedan producir permitirán, bien rechazar alguna hipótesis y plantear propuestas alternativas, bien mantener las hipótesis vigentes. Así es como funciona la Ciencia.

Resulta imposible olvidar las emociones vividas durante mi primera campaña de excavación en Atapuerca, allá por el año 1983. Tampoco puedo olvidar las ideas que conformaban el paradigma sobre la evolución humana en Europa en ese tiempo. No cabe duda de que los descubrimientos en los yacimientos de Atapuerca han contribuido a cambiar el paradigma, pero también se han producido acontecimientos muy importantes en otros lugares. Y, pese a lo que pueda parecer, 35 años más tarde de aquel verano de 1983, la preguntas se han multiplicado de manera exponencial. Es una buena señal. Se ha trabajado mucho desde entonces y de un modelo sencillo para entender la evolución humana hemos pasado a otro de una enorme complejidad. La experiencia me dice que por cada pregunta respondida surgirán como mínimo otras dos cuestiones ¿Es que acaso es el cuento de nunca acabar? Pues ciertamente, así parece. Y no se trata de una peculiaridad de la evolución humana. Sucede lo mismo en todos los ámbitos científicos.

Nunca me canso de repetir que las excavaciones en la sierra de Atapuerca forman parte de un programa de investigación que, a su vez, forma parte de un programa universal sobre el estudio de nuestros orígenes. La sierra de Atapuerca y alrededores están repletos de yacimientos de épocas distintas, que cubren el último millón y medio de años. El proyecto trata de abordar cada una de esas épocas, mediante la excavación en una docena de yacimientos. Las respuestas que potencialmente puede ofrecer cada lugar pueden llegar después de muchos años de trabajo.

Pondré un ejemplo. Desde hace tiempo se conoce la existencia de un posible yacimiento, que en la década de 1980 alguien bautizó como Cueva Fantasma. Hace un par de años se decidió investigar en este lugar, tras realizar una primera prospección mediante pruebas geofísicas y un sondeo mecánico. Puesto que los resultados fueron positivos, en 2016 se acometieron las labores de limpieza de lo que fue una antigua cantera. En ese proceso se encontraron algunas herramientas, fósiles de diferentes especies de mamíferos y un parietal humano bastante completo. Ante lo prometedor de esos resultados, este año terminarán las labores de limpieza, que finalmente habrán movido cientos de toneladas de rocas. Desde el punto de vista científico se realizará una inspección preliminar de la estratigrafía de lo ya está a la vista, se tomarán muestras para diversos métodos de datación y se llevarán a cabo nuevas prospecciones geofísicas. En 2018 la Junta de Castilla y León protegerá el yacimiento con una cubierta similar a las que ya cubren otros lugares de interés, y si las obras terminan a tiempo, ese mismo año se podrán iniciar las labores de excavación. De no ser así, tendremos que esperar a 2019. Siendo optimistas, el yacimiento de Cueva Fantasma responderá preguntas durante la tercera década de este siglo. Tendremos paciencia.

Desde 1983 se ha multiplicado exponencialmente la precisión en la obtención y procesado de los datos. Los métodos de datación han progresado de manera espectacular. Las técnicas para trabajar en el laboratorio no dejan de asombrarnos y la profesionalidad de los expertos es ahora mucho mayor. Pero los tiempos de excavación son los que son. Es más, cada vez se progresa más despacio en el trabajo de campo, a medida que sabemos la cantidad de información que se puede perder por las prisas en llegar a determinado nivel.

Si me preguntan por mis deseos para este año no dudaría en responder que me gustaría encontrar un cráneo lo más completo posible de la especie Homo antecessor. Y no solo es un deseo caprichoso, sino la posibilidad de responder a muchas preguntas sobre esta especie. La realidad del trabajo de campo tiene menos glamour de lo que se puede describir en un medio de comunicación. Los grandes hallazgos solo son la punta del iceberg de un trabajo profesional, silencioso y muchas veces agotador. Pero también son la culminación de nuestros deseos legítimos, que nos estimulan a seguir adelante.


Labores de recogida en el yacimiento de la Gran Dolina en 2016. La nueva campaña empieza donde lo dejamos. Fotografía del autor.

En un plano estrictamente profesional, tenemos cientos de preguntas encima de la mesa. Listarlas sería tedioso y aburrido. Así que lo más sencillo y mediático para responder a la pregunta de todos los años es que esperamos encontrar un buen puñado de buenos restos arqueológicos y fósiles, a ser posible de alguna de las especies humanas que ya se conocen en Atapuerca. Como cada año, haré un seguimiento de la campaña de excavación en el blog.
Fuente: quo.es | 20 de junio de 2017

Descubren la pata de un trono de una posible Dama en La Alcudia (Alicante)

Este hallazgo refuerza la tesis de que la zona donde se encontró el famoso busto ibérico era funeraria y podrían aparecer más restos si siguen excavando.

Los arqueólogos no son buscadores de tesoros sino profesionales encargados de reconstruir la historia a partir de lo que van desentrañando de la tierra. Es la idea que más se repitió ayer durante el balance que se hizo en el yacimiento ilicitano de La Alcudia (Alicante) de las tres excavaciones que, desde principios de año, han realizado tres equipos de profesionales de la Universidad de Alicante (UA) en colaboración con otras instituciones académicas y privadas de otros puntos de España y Europa.

El proyecto «Damas y héroes», que dirige el catedrático en Historia Antigua de la UA, José Uroz, y que trata de contextualizar una de las esculturas más reconocidas que han a parecido en los terrenos de la antigua Ilici, la Dama de Elche, ha encontrado una de esas piezas del rompecabezas que le faltan a los historiadores. En concreto, ha hallado la pata del trono de una dama muy similar a la de una escultura que se encuentra en el Museo de La Alcudia. Una pieza que, al ojo de alguien ajeno a la arqueología puede parecer insignificante, pero que, según los profesionales, tiene una gran importancia para darle más fuerza a la teoría de que la zona donde se encontró la famosa Dama de Elche -que es donde ha aparecido- era una necrópolis.

El director de la Fundación Alcudia y miembro de este equipo de arqueólogos, Alejandro Ramos (izquierda), explica que «la Dama entronizada que mantenemos en nuestro centro de exposiciones, que encontró mi abuelo en un área cercana en 1949, tiene unas patas muy similares a ésta que hemos descubierto. Aunque podría cuadrar perfectamente con ésta, no disponemos de un corte limpio que lo verifique. No obstante, esto nos lleva a pensar que o pertenecía a dicha escultura o a otra similar. Sea la opción que sea, es un hallazgo que da más peso a la hipótesis de que se trata de un sector dedicado a los ritos funerarios».

Un dato que les anima a seguir con la excavación con la que comenzaron el pasado mes de abril. «Esta pieza la hemos encontrado en uno de los estratos más superficiales. Ahora mismo nos encontramos excavando a un nivel de profundidad conectado con fases ibéricas. Por lo tanto, podríamos estar cerca del momento histórico al que posiblemente pertenecería la Dama de Elche y otras esculturas funerarias parecidas», indica Ramos, a la vez que detalla que un cementerio ibérico se podría identificar, con relativa facilidad, por la singularidad de su arquitectura. «Suelen estar configurados de pilares y estructuras cuadradas donde se depositaban las urnas o las esculturas. Por lo tanto, no sería extraño que pudieran aparecer otras damas o fragmentos de las mismas», matiza.


Ramos deja claro que lo normal es que este tipo de esculturas se encuentren a pedazos, ya que, como ocurre en el caso de esta pata, «son elementos que durante otra época se reutilizaban para llevar a cabo una nueva construcción. Por ejemplo, este pie de trono se usaría en una edificación romana, teniendo en cuenta el estrato en el que ha aparecido. Pero, quién sabe, quizá tenemos suerte y damos con una cámara que guarde una dama en un estado tan perfecto como la que luce en el Museo Nacional», insiste.

Pasteles con motivos animales

El equipo «Damas y héroes» también ha desenterrado otras piezas curiosas como unos moldes de pasteleros con formas de conejo o langosta con los que, al parecer, los romanos producían alimentos para rituales que todavía no entienden con claridad. Así, también ha aparecido un pequeño proyectil de honda que, por la inscripción que lleva tallada, se podría vincular a una de las guerras civiles entre romanos que acontecieron en el territorio de Ilici por el control de la antigua Cartagonova.

Fuente: diarioinformación.com | 20 de junio de 2017

¿Cuál es la mejor técnica para estudiar las marcas de corte en los huesos?

La investigadora Ruth Blasco trabajando con el microscopio confocal láser. / CENIEH

Ruth Blasco, investigadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha participado en un artículo publicado en la revista Journal of Microscopy en el que se comparan por primera vez tres técnicas de análisis para estudiar las marcas de corte en huesos: microscopia confocal láser, microscopía digital 3D y microfotogrametría.

Los autores concluyen que, en general, los tres métodos son igualmente idóneos para producir secciones y modelos 3D de alta resolución, lo que facilitará los análisis futuros de las alteraciones tafonómicas (parte de la paleontología que estudia los procesos de fosilización) de los huesos en los yacimientos prehistóricos.

El estudio de las marcas de corte en los huesos es de vital importancia para la interpretación de los procesos de carnicería en los yacimientos prehistóricos. Sin embargo, no siempre es sencillo diferenciar las marcas de corte de otras generadas por otros fenómenos o agentes. Existe una extensa bibliografía en la que se establecen numerosos criterios para su descripción y clasificación, así como la aplicación de técnicas de análisis microscópicos y 3D.

A través del análisis de 26 muestras experimentales, este trabajo, liderado por Maté-González, de la Escuela Politécnica de Ávila y la Universidad de Salamanca, ha demostrado que las técnicas utilizadas producen resultados estadísticamente similares y podrían ser igualmente válidas para el estudio de las modificaciones de las superficies óseas.

“A pesar de que es posible apreciar pequeñas diferencias, los resultados generales apuntan a que estos métodos a priori no relacionados pueden producir resultados estadísticamente indistinguibles”, afirma Ruth Blasco, especialista en tafonomía, quien ha utilizado el microscopio confocal láser de un laboratorio de microscopía y microtomografía computarizada para analizar las muestras.

Microscopía y microfotogrametría

Aparte de este microscopio, el estudio compara otros equipos y técnicas, como el miscroscopio digital 3D del Institut català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) de Tarragona, y la microfotogrametría desarrollada en la Escuela Politécnica de Ávila. Esta última es de especial relevancia, ya que demuestra también tener una alta resolución similar a la microscopía pero a un bajo coste. Al igual que los otros equipos, esta técnica permite recoger aspectos como la morfología, la profundidad, el ancho y la estimación del ángulo para finalmente realizar secciones de marcas de corte.

“La compatibilidad de los tres métodos y la posibilidad de producir modelos 3D de alta resolución utilizando cualquiera de las técnicas facilitará sin duda los análisis futuros de las alteraciones tafonómicas de los huesos en los yacimientos prehistóricos”, concluye Ruth Blasco

Fuente: SINC | 16 de junio de 2017

Un experto mundial en arte prehistórico califica de «excepcionales» las pinturas de la Cova del Comte de Pedreguer

Sauvet, en primer término, junto a los integrantes del equipo de investigación de la Cova del Comte a la entrada de la cavidad.

«Excepcionales». Eso es lo que opina de las pinturas y grabados de la Cova del Comte de Pedreguer George Sauvet, un experto de rango universal en arte prehistórico, perteneciente al Centre de Recherche et d’Etudes pour l’Art Préhistorique (CREAP) y que la semana pasada visitó la cavidad interesado por los descubrimientos que ha realizado en la misma desde hace ya tiempo un equipo de investigación impulsado por la Fundació Cirne de Xàbia.

Sauvet confirmó que los signos en espiral e ideomorfos de la cueva son paelolíticos, «lo que nos reafirma en que nuestras investigaciones van por el camino correcto», subrayó Josep Casabó, uno de los arqueólogos del equipo de la Cova del Comte. Casabó agregó que «nos interesaban mucho las impresiones de Sauvet ya que es una autoridad mundial en esta materia».
En este sentido, el experto francés subrayó el gran valor de las representaciones de la gruta, tanto las de animales (existen gravados de caballos y ciervos) como las de carácter más simbólico. Además, para Sauvet la cronología no ofrece debate: las representaciones en espiral están bajo de las de los animales –datadas hace más de 20.000 años– lo que quiere decir que las primeras son todavía más antiguas.

Así, el arte parietal de la Cova del Comte «triplica en antigüedad el arte macroesquemático levantino». La cueva de Pedreguer pertenece de esta forma al universo temporal paleolítico de la Cova dels Maravelles y el Parpalló, en Gandia, o a la Cova Fosca de la Vall d’Ebo.

Sauvet y Casabó, durante la inspección.

Sauvet había coincidido con el equipo de investigación de la Cova del Comte en congresos internacionales, donde les expresó su deseo de conocer de primera mano estas representaciones y pinturas del yacimiento de la Marina Alta. El citado equipo desarrollado por Cirne está integrado por los arqueólogos Josep A. Casabó Bernad, Joan de Déu Boronat Soler, Joaquim Bolufer Marqués, Marco Aurelio Esquembre Bevia y Pasqual Costa Cholbi.
El Ayuntamiento de Pedreguer también se ha implicado de forma imprescindible en las excavaciones, la protección del yacimiento y la difusión de sus impresionantes hallazgos.

Fuente: lamarinaplaza.com | 15 de junio de 20170

El arma secreta con la que el Faraón Tutmosis III humilló a su enemigo en la primera batalla de la Historia

«¡Sed firmes! ¡Estad atentos!». Las palabras que dirigió el faraón Tutmosis III a sus hombres antes de la batalla de Megido (siglo XV a. C., la primera de la que se tiene constancia en la Historia) fueron tan premonitorias que se ganaron un hueco en las inscripciones de Karnak. Una jornada después comenzó la contienda, y fue de las más reseñables de la época.

Se cuenta que en ella la imagen del egipcio subido en su carro de guerra de electrum (una aleación elaborada principalmente a base de oro y plata) fue tan impactante que hizo que sus enemigos se retiraran. Quizá fuera por ello, pero lo más probable es que los adversarios se sintiesen compungidos al observar que, junto a él, formaban los prodigios tecnológicos del Imperio Nuevo: decenas de carros ideados no tanto para cargar contra las formaciones de infantería, sino para acribillar a los combatientes desde la lejanía.

A pesar de que no fueron los egipcios los que introdujeron el carro de guerra en batalla (ese privilegio corresponde a las ciudades sumerias del sur de Mesopotamia, según desvela el autor Robin Cross en su obra «50 cosas que hay que saber sobre la guerra»), sí lograron hacer de él un arma definitiva. Y no solo eso, sino que los usaron contra los mismos pueblos que los habían creado. «Los egipcios de la XVIII Dinastía volvieron aquel éxito tecnológico contra sus propios inventores utilizando las unidades de carros para doblegar una provincia tras otra en todo Oriente Próximo», explica el egiptólogo Toby Wilkinson (izquierda) en su obra «Auge y caída del Antiguo Egipto».


El autor es tajante en su libro, y se atreve a afirmar que «sin el carro, resulta dudoso que Egipto hubiera logrado siquiera forjar un imperio».

Livianos como una pluma

La mayoría de autores coinciden en datar la aparición del carro de guerra entre los años 2600 y 2000 a. C. Así lo afirman el ya mencionado Robin Cross, el arqueólogo Fernando Quesada Sanz (derecha) en su dossier «Carros en el antiguo Mediterráneo: de los orígenes a Roma», y el autor José Miguel Bandeira en «El arma imperial egipcia». Quesada es uno de los que más se explaya en la explicación al afirmar que «las ciudades estado sumerias construyeron diferentes tipos de carros, de dos a cuatro ruedas, tirados por hemiones». Estos primitivos «tanques» de la antigüedad contaban con ruedas de madera macizas y ejes fijos.
En palabras del experto, la iconografía nos muestra que se empezaron a utilizar en la lid «tirados por asnos» y con una tripulación de dos hombres armados con jabalinas y hachas. Con todo, Cross hace hincapié en que, a día de hoy, se desconoce cuál era la verdadera función de estos artilugios en el frente. «Lo más probable es que proporcionaran un servicio de transporte hacia el campo de batalla», señala. Otras teorías determinan que es probable que también hicieran las veces de puesto de mando para los oficiales.

Independientemente de su objetivo primario, con el paso de las décadas aquellos ingenios fueron evolucionando en unos transportes mucho más móviles. Gracias al efectivo método de ensayo y error (además del continuo intercambio de conocimientos favorecido por el torrente de invasiones acaecidas en Oriente Próximo), entre los años 1900 a. C. y 1750 a. C. se apostó por la fabricación de un carro diferente. Un vehículo más liviano con capacidad para maniobrar frente a las tropas enemigas y desde el que diezmar al contrario disparando un alud de flechas desde la lejanía. Así nació el carro ligero.
Carro de Yuya, un alto comandante enterrado junto a un carro ligero

«Era, en esencia, un vehículo tirado por dos caballos unidos a un timón central, dotado de una plataforma cerrada al frente y lados y abierta por detrás, con espacio para dos o tres pasajeros en pie», añade Quesada. La tripulación habitual, a partir de entonces, fue siempre de un auriga, un combatiente y un portador de escudo.

A día de hoy este vehículo carece de un padre oficial. Se desconoce cuál fue la civilización que inventó como tal el concepto del carro ligero. Su creación se la disputan desde algunas regiones del Norte del Cáucaso, hasta pueblos ubicados en Anatolia Oriental. Bandeira ofrece, en este sentido, su particular teoría: «El carro con dos ruedas, ágil y veloz tirado por dos caballos, aparece por vez primera en el territorio entre Rusia y Kazajiastán». Con todo, la falta de un origen específico no impidió que su uso se terminara generalizando entre la nobleza, que los empezó a considerar un elemento de ostentación ideal. A partir de ese punto solo era cuestión de tiempo que estos ingenios rodasen sobre los campos de batalla. Aunque es probable que, anteriormente, fuesen utilizados también por la élite de la sociedad en la caza.

El carro egipcio

El carro que llegó hasta Egipto, allá por el año 1600 a. C., fue el modelo cananeo. Este contaba ya con una estructura bastante aligerada y unas ruedas con cuatro radios sostenidas sobre un eje ubicado en el centro de la caja. De él tiraban, tal y como explica Bandeira, dos caballos. Y por entonces los tripulantes se habían reducido hasta dos. Ya era letal, pero, ávidos de crear el arma perfecta, los ingenieros de los faraones lo perfeccionaron en las décadas siguientes hasta crear un vehículo sumamente rápido y maniobrable. Así lo afirma el arqueólogo Sergi Vich Sáez en su dossier «El carro de guerra en la Edad del Bronce»: «El carro egipcio era de construcción liviana, con una base de madera, reforzada en algunas partes con cuero y metal». Por si todo esto fuese poco, también retrasaron el eje hasta la parte trasera de la caja y añadieron -con el paso de los años- dos radios más a las ruedas (hasta un total de 6).

Estas características permitieron al vehículo adquirir una velocidad de hasta 40 kilómetros por hora (hasta ese momento la media se hallaba en poco más de 20 km/h) y hacer unos «giros muy cerrados sin perder la estabilidad». Wilkinson es partidario también de que los egipcios crearon así una perfecta plataforma de disparo capaz de atacar al contrario, y retirarse antes de recibir daños. «La ligereza del carro y la posición retrasada de las ruedas le proporcionaban la máxima velocidad y maniobrabilidad».


El faraón, sobre su carro de guerra (dibujo de Ippolito Rosellini)

No obstante y tan real como que poseía una movilidad crucial, el carro egipcio adolecía de una falta total de blindaje. Además, su escaso peso (apenas 50 kilogramos sin caballos) y su estructura hacían que no pudiese transitar por terrenos rocosos. Aunque habitualmente no le hacía falta, pues las batallas se libraban en la arena del desierto. Por descontado, su escasa resistencia le impedía cargar frontalmente contra la infantería enemiga o entablar combate contra los carros contrarios. Pero su objetivo jamás fue ese, sino debilitar al enemigo desde la lejanía antes del ataque de la infantería aliada, o acosar la retaguardia de los contrarios cuando estos se retirasen.

Un complemento perfecto

El carro de guerra egipcio no habría sido tan letal sino hubiese llegado de la mano de un arma más que revolucionaria para la época: el arco compuesto. Un objeto que -en combinación con el vehículo- otorgó a faraones como Tutmosis III una ventaja definitiva en el campo de batalla por su potencia. Amnon Ben-Tor (izquierda) arqueólogo especializado, define así este ingenio en su obra «La arqueología del antiguo Israel»: «Estaba hecho con varios tipos de madera y ligamentos y tenía un alcance efectivo de hasta 400 metros, el mayor alcance de ninguna arma antigua».
Era, en definitiva, «más fuerte y más eficaz que el arco simple» y «supuso un notable cambio en el equipamiento militar que sucedió al comienzo del Imperio Nuevo». Al menos, así lo explica Philip de Souza en su libro «La guerra en el mundo antiguo».

A nivel técnico, el arco compuesto se fabricaba utilizando como base un «núcleo» de madera. Este era reforzado en su parte frontal con una capa de cuerno y se cubría, posteriormente, con una funda protectora elaborada a base de ceniza o corteza de abedul. Todo ello daba como resultado un arma potente a pesar de su (relativamente) reducido tamaño.

Tripulación

Durante el Imperio Nuevo, la tripulación de los carros de guerra egipcios solía estar formada por dos hombres. A ellos se sumaba, según algunos teóricos, un combatiente más que acompañaba al vehículo a pie.

1 - Auriga o conductor. Su objetivo era, como es lógico, dirigir el carro. Sin embargo, también tenía otras tareas tales como portar la única defensa del vehículo contra los proyectiles enemigos: un escudo. Además, cargaba con un pequeño cuchillo para cortar las riendas si estas se entrelazaban.

2 - Guerrero. Esta figura es más que controvertida entre los expertos. Todos coinciden en que su objetivo principal era disparar su arco contra los enemigos del faraón. Sin embargo, cada fuente le atribuye un tipo de arma secundaria. Así pues, podía portar también desde una lanza larga, hasta varias jabalinas.

Batalla de Qadesh- ABC

En todo caso, y como afirma el egiptólogo Javier Martínez Babón en el dossier «Breve síntesis sobre el armamento en Egipto durante las dinastías ..., todas estas posibilidades eran plausibles. Y es que, el armamento básico que se cargaba en un carro era variado e incluía arcos, 80 flechas, venablos, lanzas, espadas y cotas.
3-Corredor. Este combatiente es mencionado en algunas inscripciones de difícil comprensión, según determina Juan Pablo-Vita (CSIC) en su obra «El ejército de Ugarit». Su trabajo en batalla consistía en seguir a pie al carro de guerra para defenderlo de los ataques enemigos. A su vez, se encargaba de rematar a los enemigos que caían a su paso. La velocidad de estos vehículos provocaba, no obstante, que acabase totalmente agotado.

Estructura

En Egipto, la guerra era una forma de vida y, atendiendo a la época, también de las altas esferas. Eso es precisamente lo que sucedía en el caso de las tripulaciones de estos vehículos. Como señala Wilkinson, «los carros eran prerrogativa de la clase de oficiales». Así pues, para que un combatiente tuviera el honor de subirse a uno de estos vehículos primero debía pasar por los escalones más bajos del ejército y, poco a poco, ir ascendiendo dentro del mundo militar. «No cabe duda de que el ejército ofrecía un pasaporte hacia el prestigio y el poder para los hombres decididos y ambiciosos», añade el experto.

A nivel práctico, las fuerzas armadas egipcias se dividían en dos grandes armas: la infantería y los carros de guerra. Las unidades básicas del ejército eran las compañías. Cada una de ellas estaba formada por 250 soldados a pie.

Unas 20 compañías (5.000 hombres) formaban una brigada. Finalmente, si a este gran número de combatiente se unía un escuadrón de 50 carros de guerra, se creaba una división. Por su parte, cada grupo de 50 carros se estructuraba en 5 unidades de 10 vehículos. «A partir del gobierno de Ramsés II hay constancia de la existencia de cuatro divisiones en activo que portaban los nombres de las divinidades principales de las ciudades que las albergaban: Amun de Tebas, Ptah de Menfis, Re de Heliópolis y Sutej de PiRamsés», determina el autor.

La construcción de los carros de guerra egipcios fue variando a lo largo de los años. Con todo, a día de hoy es posible saber cómo fueron ensamblados en algunas épocas concretas gracias a los restos arqueológicos. Uno de los períodos más documentados en este sentido es el que abarca desde el año 1336 a. C., hasta el 1327 a. C. (en los que vivió el faraón Tutankamón). Todo se debe a que, cuando Howard Carter descubrió su tumba en 1922 en Luxor, halló en ella seis de estos vehículos. Desde entonces, han sido estudiados pormenorizadamente y han ofrecido una retahíla de datos vitales para los expertos.

Carro de guerra de Tutankamón- ABC

De Souza, usando como base estas investigaciones, afirma que la mayoría de piezas se fabricaban en madera y eran unidas mediante piel, cuero sin curtir y cola. Uno de los componentes en los que más esmero ponían los ingenieros era en las ruedas del vehículo. «Se añadían tiras de cuero para ayudar a mantenerlas unidas y protegerlas, y el cuero crudo se usaba para reforzar las juntas, los cubos de las ruedas, y como soporte del eje», añade el experto en su obra. A su vez, se impermeabilizaban con recubrimientos elaborados a base de abedul para evitar que la humedad las dañase. Algo curioso en un clima como el egipcio.

Su cuidado era también habitual. Ejemplo de ello es que, para evitar que las ruedas se achataran por culpa del peso, solían retirarse cuando el vehículo estaba parado durante un largo período de tiempo. También era normal que se cambiasen cuando habían recorrido unas distancias muy largas. Así lo confirmó en 2010 la agencia Efe en una entrevista a los responsables de la exposición National Geographic de Nueva York (la cual exhibió durante varios meses el carro de Tutankamón): «Una de las ruedas de su carro fue reemplazada, lo que sugiere que el uso frecuente por parte del rey hizo necesaria su reparación».



Fuente: ABC.es | 19 de junio de 2017