El ‘ecocidio’ que NO cometieron los habitantes de Rapa Nui en la Isla de Pascua

Ubicada a 3.700 kilómetros de Chile, la Isla de Pascua esconde los secretos de la cultura Rapa Nui (iStockphoto)

Colapso fue la culminación de la teoría. El libro del biólogo Jared Diamond, aparecido en 2005, confirmaba las hipótesis predominantes sobre Rapa Nui. Durante décadas se creyó que los habitantes de la Isla de Pascua había entrado en un círculo vicioso, en una carrera sin fin que les llevó hasta la destrucción de su propia civilización. ¿El motivo? construir el moái más grande y ostentoso.
Los investigadores pensaban que la competencia desenfrenada provocó la desforestación (los árboles se cortaban para transportar las grandes estatuas), el agotamiento del suelo y la progresiva escasez de recursos en la isla. Sin madera tampoco se podían construir canoas para salir a pescar.
De ahí, apuntaba Diamond en su obra, se inició una cruenta guerra entre los distintos clanes que tuvo tintes apocalípticos. Las incesantes luchas tribales para conseguir las escasas materias primeras les habrían llevado incluso al canibalismo, según algunas tesis.

Algunas otras tesis aisladas han desacreditado en los últimos años esta teoría. Los arqueólogos Terry Hunt y Carl Lipo consideraron que fue la rata polinesia (Rattus exulans) la que provocó la deforestación. Christopher Stevenson, de la Virginia Commonwealth University, afirmó en 2015 que, lejos de comportarse como unos depredadores insaciables, los nativos de Rapa Nui lo que hicieron fue aprovechar de forma inteligente los escasos recursos naturales con los que contaban.

Rano Kau, EL cráter más grande de la Isla de Pascua (Mivueltalmundo.com)

El pasado 30 de junio, el American Journal of Physical Anthropology publicó un estudio realizado por científicos de la Universidad de Bristol que ha determinado la capacidad de adaptación ambiental y resiliencia (capacidad de adaptación) de la población prehistórica de la Isla de Pascua.

El equipo dirigido por Catrine Jarman (izquierda) ha estudiado los restos humanos, de fauna y botánicos, de los sitios arqueológicos Anakena y Ahu Tepeu, que se empezaron a utilizar alrededor del 1400 después de Cristo. Analizaron los isótopos de carbono y nitrógeno y los aminoácidos del colágeno de los huesos para evaluar el uso de recursos marinos frente al uso de materias primas terrestres.

Sus resultados demuestran que alrededor de la mitad de la proteína en las dietas de los seres humanos estudiados procedían del marisco. Además, los hallazgos sugieren que la población prehistórica se adaptó y exhibió una conciencia ambiental astuta en un ambiente áspero con suelos pobres en nutrientes.

La mayoría de las muestras de huesos humanos (fragmentos de costillas o falanges) y de animales (ratas, aves, peces y mamíferos marinos) utilizadas en el estudio provienen las excavaciones arqueológicas que se hicieron entre 1986 y 1988 en Anakena en una colaboración entre el Museo Kon Tiki de Oslo y el Museo de Hanga Roa (Rapa Nui). También se han analizado muestras procedentes de las excavaciones dirigidas por la expedición de Thor Heyerdahl en 1956.

La Isla de Pascua, el lugar habitado más remoto de la Tierra, se empezó a poblar alrededor del 400 d.C. y no fue hasta el año 1200 cuando habrían llegado las tribus procedentes de la Polinesia. La época de mayor esplendor de la antigua civilización de Rapa Nui fue durante los siglos XIII y XV. A partir del siglo XVI empezó la época de crisis. Los primeros europeos en llegar a este enclave fueron unos holandeses capitaneados por Jacob Roggebeen, el día de Pascua del año 1722.

Los moáis de la Isla de Pascua (Mivueltalmundo.com)

“Los estudios demuestran que los humanos comían frutos del mar y, en cambio, es poco probable que las ratas hayan constituido una fuente significativa de proteína”, dicen los investigadores de la Universidad de Bristol. De ahí deducen que las tribus de la isla "tenían una estrategia de subsistencia más equilibrada” y entienden que "es poco probable que hayan puesto una tensión innecesaria sobre los recursos naturales terrestres”.

El equipo de la doctora Catrine Jarman dice que los datos estudiados sugieren que "los cultivos agrícolas, documentados arqueológicamente, requerían un esfuerzo considerable” porque era necesario transportar piedras para su construcción. “La quema del bosque nativo habría aumentado temporalmente la fertilidad del suelo en Rapa Nui, pero con el tiempo se habría perdido de nuevo esa fertilidad”, añaden.

Foto: Un jardín con cubierta de rocas en Rapa Nui con cultivo de taro (Colocasia esculenta)El taro ha sido durante mucho tiempo un alimento básico de los nativos de las islas polinesias. Crédito: Terry Hunt.

"Hemos descubierto que los cultivos agrícolas consumidos deben haber sido plantados en suelos que fueron manipulados deliberadamente para proporcionar mejores rendimientos. Trabajos previos han demostrado que las plantas de Rapa Nui se cultivaron en jardines de roca y recintos de plantación conocidos como 'manavai', que fueron cuidadosamente construidos y deliberadamente supervisados, y nuestro estudio muestra que los isleños pudieorn haber añadido fertilizantes".

Por eso concluyen que los esfuerzos para manipular los suelos agrícolas demuestran que "la población prehistórica de la isla tenía un amplio conocimiento de cómo superar la pobre fertilidad del suelo, mejorar las condiciones ambientales y crear un suministro sostenible de alimentos. Estas actividades demuestran una considerable adaptación y resiliencia a los desafíos ambientales, un hallazgo que es inconsistente con la teoría del ’ecocidio’”.

Fuentes: lavanguardia.com | bristol.ac.uk | 17 de julio de 2017

La empresa burgalesa CRECE realiza el mantenimiento del sendero botánico como aportación a la Fundación Atapuerca

Foto: Eudald Carbonell, codirector de los yacimientos de la sierra de Atapuerca y Pedro Renuncio, gerente de Crece. / Susana Santamaría / Fundación Atapuerca.

Yacimientos de la sierra de Atapuerca, 17 de julio de 2017. El sendero botánico que recorre el borde de la Trinchera del Ferrocarril de los yacimientos de la sierra de Atapuerca se ha completado recientemente con una pasarela y una senda paralela a la pista de servicio de vehículos militares. En esta última fase la Fundación Atapuerca ha firmado un convenio con la empresa Crece, Conservación del Patrimonio Natural, por la que Crece pone asume como aportación a la Fundación Atapuerca el mantenimiento de dicho sendero. La empresa burgalesa realizará labores de desbroce y limpieza de senderos, acceso y parking; limpieza de basuras; reparaciones y conservación de las señales indicativas e interpretativas; y cualesquiera otros trabajos de mantenimiento y de ayuda requeridos por el personal de la Fundación.

Crece es una empresa con más de 20 años de experiencia en el sector forestal, medioambiental y de conservación del patrimonio natural, que desarrolla su actividad en Castilla y León y comunidades limítrofes, dando servicio tanto al sector público como al sector privado.

La realización del sendero botánico se ha llevado a cabo gracias a los convenios firmados en 2016 y 2017 por la Fundación Atapuerca con la Fundación Caja de Burgos y la Obra Social “la Caixa”. En la última fase, que se presentó el pasado 7 de julio, se ha abierto una pasarela entre ambos lados de la Trinchera y una senda de 600 metros paralela a la pista de servicio de vehículos militares y del personal del yacimiento. Asimismo, aprovechando la espectacular vista que se tiene del valle de Valhondo desde algunos puntos del sendero, se ha instalado una gran mesa interpretativa, integrada en el vallado de madera, para recrear el paleoambiente de las fuentes del río Pico y la laguna que existió allí, con la fauna y la flora asociadas. El punto de partida de los senderos será la cantera situada en la parte izquierda de la Trinchera del Ferrocarril cerca del yacimiento de Gran Dolina.

Los investigadores creen que el tesoro de Riotinto es "solo la punta del iceberg"

Las autoridades posan junto a la urna que contiene el tesoro numismático hallado.

El tesoro descubierto a comienzo de julio en el yacimiento de Corta Lago, propiedad de Atalaya Mining, puede visitarse ya en la sala romana del museo minero de Riotinto. El medio centenar de monedas de plata y oro que podrían datarse de finales del siglo I d.C. y de principios del II d.C. se muestran en una urna de cristal sobre tapete rojo, custodiadas por las esculturas romanas de Claudio y Livia.

La presentación en sociedad del hallazgo arqueológico no pudo tener ayer mejor escenario. Bajo el acrónimo SPQR, Senatus Populusque Romanus (Senado y Pueblo Romano), la delegada territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Carmen Solana, y el presidente de Honor de la Fundación Atalaya Riotinto, Ramón César Buschek, se esmeraban en dar todo tipo de explicaciones ante la atenta mirada del personal del museo y la curiosidad de los visitantes.

César presentó el hallazgo como un hito en la arqueología de esta zona minera y auguró nuevos descubrimientos. "Sentimos una gran satisfacción al poder presentar en sociedad este descubrimiento arqueológico y pensamos que no será el último. Si ahora mismo no estuviéramos explotando las minas de Riotinto esto no hubiera sido posible. Tesoros como este se quedarían dormidos para siempre y con la actividad minera tenemos la posibilidad de que afloren hasta nuestra época", dijo.

Por su parte, Solana destacó la disposición de la empresa a colaborar con la Administración andaluza en la consecución de este tipo de descubrimientos y la preocupación mostrada en todo momento por la conservación del patrimonio, la investigación y su puesta en valor. "Han consolidado y restaurado otros muchos elementos desde que esta zona fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC), de entre los que podemos destacar los trabajos realizados en la necrópolis romana de La Dehesa. Ahora, este descubrimiento abre un campo a la investigación muy interesante y nuevas posibilidades por descubrir", destacó.


El director de la intervención arqueológica que dio por casualidad con el hallazgo, Luis Iglesias, maneja la hipótesis de que el tesoro perteneciera a algún ciudadano adinerado que lo escondiera para protegerlo ante la inestabilidad política y social que el Imperio Romano vivía en la etapa del emperador Lucio Aurelio Cómodo Antonino. "Normalmente por aquella época se operaba con monedas de bronce pero estas son de plata y oro, concretamente denarios de plata de Vespasiano y áureos de Trajano, de ahí que pudieran pertenecer a alguna persona relativamente rica. Su valor metálico y científico son incalculables", aclaró.

Para Iglesias, que ha contado en la intervención arqueológica con la colaboración científica del profesor de la Universidad de Huelva, Aurelio Pérez, estamos ante la punta de un iceberg a punto de salir a flote. "Se trata de un proyecto amplio y muy ambicioso que evidencia la sensibilidad que tiene la empresa minera para con el patrimonio de la zona y que, sin duda, dará nuevos resultados", auguró.

El museo minero de Riotinto podrá exponer de forma temporal este descubrimiento de incalculable valor hasta que Cultura tome una decisión en firme sobre su destino final. Por el momento, goza ya de un lugar privilegiado en la sala romana dedicada al primer gran período de explotación de las minas de Riotinto, entre multitud de objetos de la cultura material generada durante este período, desde la cerámica común hasta los distintos tipos de enterramiento, pasando por el vidrio, la joyería, las herramientas mineras, vestigios religiosos, etc.

Fuente: huelvainformacion.es | 14 de julio de 2017

El lobo, el trono de Heredia y las piezas de oro: una historia de equilibrismo en México

Mapa aéreo del Templo Mayor. Los números señalan las 16 ofrendas con oro encontradas en 39 años de excavaciones. El 39 y el 34 están justo donde se erigía la capilla al dios sol. A su derecha, la capilla de Tláloc. La 174 está debajo, a unos metros de las escaleras. MICHELLE DE ANDA CORTESÍA PTM

Lo bueno del subsuelo es que hay más tierra que tuberías. Aunque sea el subsuelo del centro de la Ciudad de México, una urbe construida sobre el lecho de un lago, una ciudad horadada para llevar la luz, el agua y el metro a todas partes. Hay tanta tierra bajo la gran capital que los arqueólogos siguen encontrando tesoros. Y algunos resultan sorprendentes, primero por lo que contienen y luego porque nadie los haya encontrado antes que ellos.

El último caso es el de la ofrenda 174 del Templo Mayor de Tenochtitlán, la vieja capital azteca. Pese a su nombre, la 174 ha resultado extraordinaria. Se trata de una bóveda de piedra, apenas mayor que una mesita de noche, excavada a los pies del viejo templo. Los arqueólogos dieron con ella hace unas semanas. Alejandra Aguirre y Antonio Marín, del Proyecto Templo Mayor, que el próximo año cumple cuatro décadas, encontraron varios trozos de coral rojo en la bóveda. Y debajo, sorpresa, 22 piezas de oro, todas únicas, finas láminas de oro labrado. Pegado a la pared, descubrieron el esqueleto de un lobo que al morir tenía ocho meses. También rescataron varios cuchillos de pedernal, conchas, caracoles y la mandíbula de un pez sierra.

Aguirre, que ha participado en el estudio de otras tantas ofrendas en el Templo Mayor, dice que quien fuera que colocara allí al lobo, lo puso mirando al oeste, cara a la puesta de sol. Marín, que el día que abrieron la ofrenda traía una playera del cenizo Cruz Azul, cosa que divierte mucho a sus compañeros, llama la atención sobre una de las piezas de oro, un chimali, el escudo de guerra de los aztecas.


Los arqueólogos calculan que los sacerdotes mexicas enterraron la ofrenda a finales del siglo XV o principios del XVI, bajo el reinado de Ahuítzotl, predecesor de Moctezuma, el emperador que trataría años más tarde con Hernán Cortés. Eso significa que nadie vio el oro en más de 500 años. Que pasó una guerra con los españoles y sus aliados, una colonia, otra guerra -de independencia-, la mano férrea de Porfirio Díaz, la revolución y casi un siglo de priismo, sin que nadie la encontrara.

Y no fue por falta de ocasiones. En 1900, el arquitecto Guillermo de Heredia y su esposa se instalaron en la casa que había justo encima, sobre la calle Guatemala. Por aquel entonces, la capital instaló un colector de aguas negras sobre el Templo Mayor. Nadie sabía que el centro ceremonial de los aztecas estaba allí. Muchos aún pensaban que yacía bajo la catedral metropolitana. El caso es que Heredia y su esposa bajaron una tubería de su escusado al colector. La tubería atravesó justo la ofrenda 174. Aguirre opina que los obreros no se dieron cuenta de lo que había allí, quizá por el coral, porque tapaba el resto de la ofrenda. "Heredia luego se haría famoso porque construyó el Hemiciclo a Juárez, el que hay en La Alameda", dice Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor. El arqueólogo se refiere al famoso monumento que mandó construir Porfirio Díaz, en homenaje al presidente Benito Juárez, por el centenario de la independencia. "Pero eso fue después en 1900, el trono del señor Heredia desaguaba aquí", añade.

El subsuelo mexicano es rico en tierra, incluso en plata, pero pobre en oro. En el Templo Mayor, el centro ceremonial más importante de la civilización prehispánica preponderante en Mesoamérica, apenas han encontrado 600 gramos del preciado metal. En 205 ofrendas descubiertas junto al Templo Mayor en 39 años, solo 600 gramos. Una fruslería. "En número de piezas la ofrenda 174 ocupa el cuarto lugar de las 16 ofrendas que contenían objetos de oro. Pero el primerísimo lugar en cuanto a tamaño, diversidad y refinamiento técnico y estético de las piezas", dice López Luján.

Equilibrio a las tinieblas

Los arqueólogos piensan que algunas de las joyas vistieron al lobo, caso del chimali, quizá las manitas de oro, el disco sobre el pecho. No parece que haya demasiadas dudas sobre su simbolismo. El lobo y las joyas, su orientación hacia la puesta de sol, constituyen un homenaje al gran dios azteca, el dios Sol, Huitzilopochtli.

De acuerdo a la cosmovisión mexica, al principio todo fue oscuridad, una gran noche. Un día Coatlicue, diosa de la vida y la muerte, quedó embarazada por acción y gracia de una bola de plumas. El gran dios Sol empezó a crecer en su panza, aguardando el momento de traer la luz al mundo. Enteradas, las hijas de Coatlicue -la Luna y las estrellas- corrieron celosas a impedir su nacimiento. Pero Coatlicue dio a luz y Huitzilopochtli llegó al mundo ya crecido. El dios Sol mató a la Luna y desterró a las estrellas, dando equilibrio a las tinieblas y creando así el día.
El equilibrio entre la noche y el día resulta fácil de explicar comparado al de la vida y la muerte. Baste decir que el inframundo mexica es un laberinto tremendo, compartimentado por tipo de muerte y muerto. En el caso de los guerreros, los aztecas pensaban que, al morir, acompañaban al dios Sol camino a su casa, un verdadero honor. Y allí quedaban, en un paraíso solar que compartían con las mujeres que perecían al dar a luz.

Huitzilopochtli fue el primer guerrero azteca, vencedor en su batalla contra la oscuridad. De los 18 meses que componían el calendario mexica, el decimoquinto se lo dedicaban a él, coincidiendo con el solsticio de invierno. López Luján piensa que la ofrenda del lobo encaja justo ahí. Fue probablemente, dice, un rito en conmemoración del dios del Sol. Por eso el lobo apareció mirando al oeste, al ocaso, un recordatorio de su victoria frente a la Luna y las estrellas.
Igual que los católicos recuerdan a Cristo comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre, los sacerdotes mexicas, explica el arqueólogo, recordaban así a Huitzilopochtli, con un lobo ataviado de guerrero, junto a otras joyas típicas de sus hermanas vencidas -una nariguera y unas orejeras de oro-, un lobo mirando a occidente.

Fuente: elpais.com| 14 de julio de 2017

Excavan una villa en Itálica con una construcción única en la península

Este agosto se cumplirán diecinueve siglos del fallecimiento de Trajano y la llegada al poder de Adriano, los dos emperadores béticos que tuvo el imperio romano. Las administraciones públicas no han aprovechado la fecha para dar un salto cualitativo con objeto de fomentar el conocimiento de los emperadores, mediante alguna actividad, como por ejemplo, una exposición, ni para avanzar en el estudio de sus figuras, organizando, por ejemplo, algún simposio internacional. El único lo organizó Civisur, que promueve la candidatura a Patrimonio de la Humanidad de Itálica.

El Seminario de Arqueología de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) sí ha aprovechado la efeméride y ha puesto en marcha su primer proyecto de excavaciones en el conjunto arqueológico de Itálica, que persigue, en una de sus dos intervenciones, la huella del emperador Adriano en la ciudad bética.

Se trata de la excavación que están realizando durante todo el mes de julio en la Casa de la Cañada Honda, en cuyo patio hay una construcción prácticamente única en España, pues solo se conserva otra similar en la península ibérica en la Villa del Ruedo de Almedinilla (Córdoba).
Esta construcción es un lecho de banquetes denominado «stibadium», diferente del habitual «triclinium», por cuanto aquel distribuye los divanes que lo forman de forma radial respecto a una fuente, mientras este los sitúa en forma de «U», explica el director de la excavación y profesor de Arquelogía de la UPO Rafael Hidalgo.


Lo que hace único a este «stibadium», explica Hidalgo, «es que es muy difícil de ver antes del Bajo Imperio (siglos III y IV d. C.). Los únicos que había en época de Adriano (siglos I y II d. C.) son los que se conservan en la Villa Adriana, en Tívoli, uno en el Canopo y otro en el Palazzo, que excavamos hace un año».

Lo que trata de probar este equipo con este proyecto es si el «stibadium» de Itálica es de la época del emperador. «Creemos que la casa de Itálica, situada en el barrio Adrianeo, una zona de casas nobles, pertenecía a un rico patricio con casa en Roma y que pudo, tras estar en la villa de Adriano, construirse un “stibadium” similar».

Para poder probar esta teoría, se están tomando muestras de los morteros romanos para analizar la composición química de las argamasas y a partir de ahí comprobar si son de la misma época las de Itálica y Villa Adriana, explica la estudiante de doctorado, Rocío Durán, mientras trabaja en la Casa de la Cañada Honda, sobre la que, además, prepara su tesis. La comparativa la podrán hacer cuando concluyan las excavaciones que el Seminario de Arquelogía realizará en la Villa Adriana en agosto y septiembre.

Trabajos todo el mes de julio

Durán forma parte del equipo que excava en Itálica durante todo julio bajo la dirección de Hidalgo, en jornadas de siete y media de la mañana a las dos de la tarde. En total, están sobre el terreno cuatro arqueólogos, un topógrafo y una treintena de alumnos —de distintos grados de Humanidades y de doctorado d e la UPO—, que trabajan en turnos diarios de quince estudiantes. «Excavar en estos meses es muy duro, pero es la mejor época para hacerlo, ya que la lluvia es tu peor enemigo».

Los trabajos en Itálica los retomará la UPO el próximo octubre, fecha en la que excavarán por primera vez en la muralla tardoantigua de la ciudad, en un tramo situado en las proximidades del «Traianeum». «No se ha excavado nunca, solo se conoce su ubicación gracias las prospecciones geofísicas. Esta excavación puede aportarnos datos para conocer la evolución histórica de Itálica más allá del imperio romano», señala.

Con estas palabras, este arqueólogo hace referencia al hecho de que Itálica continuó siendo habitada en época visigoda. «La muralla o es del siglo IV o,más probablemente, del siglo VI, construida durante el conflicto entre Leovigildo y Hermenegildo», que enfrentó a padre e hijo por haberse convertido este último al catolicismo.

Esta segunda fase contará con la colaboración de un equipo de arqueólogos de la universidad alemana de Marburg, dirigidos por el profesor Max Teichner, que se encargarán de realizar las prospecciones geofísicas previas a la excavación de la muralla y colaborarán también en los trabajos.

Jornadas de puertas abiertas

Estas excavaciones se desarrollarán, como mínimo, durante el próximo curso, aunque «con toda probabilidad se extenderán un año más. En ese tiempo, la investigación se complementará con el desarrollo de la actividad docente en la UPO, pues todas las prácticas del Seminario de Arqueología se trasladarán a allí. Creo que estaremos dos años y que tendremos una monografía con resultados medio año después».

Esa unión de la investigación al proyecto docente es un aspecto que valoran los alumnos de Humanidades que participan en la excavación, como Laura Cantos. «La arqueología es algo que veía como muy lejano, como algo que se veía en la tele. Pero cuando vi el anuncio en la facultad me apunté y me cogieron. Es un trabajo pesado, pero cuando encuentras, por ejemplo, una «lucernita» (pequeña lámpara romana) y estucos, eso es un mundo».

Algo de la emoción que supone desenterrar piezas que hablan del pasado romano e imperial de la actual Santipoce pueden sentirlo los visitantes que quieran acercase a la excavación, pues el equipo organiza todos los viernes jornadas de puertas abiertas a las diez de la mañana y con explicaciones en cuatro idiomas: español, francés, inglés e italiano. Una oportunidad de buscar la huella de Adriano el año del XIX aniversario.

Fuente: ABC.es | 16 de julio de 2017

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Más de la mitad de la superficie de Itálica está por excavar


Las excavaciones arqueológicas en Itálica están ahora en un momento excepcional, con tres proyectos en marcha, uno de la UPO y otros dos de la Universidad de Sevilla. «Es algo excepcional, porque desde los años ochenta se habían reducido mucho en Itálica. Ahora hay una buena coyuntura, por cuanto el actual director del conjunto arqueológico, Antonio Pérez Paz, está propiciando que se desarrollen proyectos como estos», explica el profesor de la UPO Rafael Hidalgo.

La necesidad de excavar en la ciudad romana es vital, por cuanto puede aportar datos que amplíen los actuales conocimientos que se tienen sobre ella. De hecho, más del 50% de su superficie está aún por desenterrar. «En Itálica hay muchísimo por hacer, a pesar de que se ha trabajado e investigado mucho. Hoy la única forma de progresar en el conocimiento de la ciudad es hacer excavaciones, porque lo que conocemos ya está muy estudiado. Necesitamos nuevos datos que nos planteen nuevas preguntas y problemas por resolver».

Esta pretensión choca, sin embargo, con la escasa disponibilidad presupuestaria que tienen las administraciones públicas para desarrollar trabajos arqueológicos. De hecho, la financiación de la excavación que realiza la UPO sale de los fondos de un proyecto de investigación de la propia universidad.

«En total, el coste de la excavación es de unos 3.000 euros, aparte de los gastos de personal. No conseguimos financiación para las excavaciones ni de las administraciones ni de las empresas privadas», se lamenta Rafael Hidalgo mirando, desde la Casa de la Cañada Honda, la llanura que se extiende hasta Santiponce, bajo la que se encuentra el barrio adrianeo, donde tenía sus casas la más alta aristocracia bética y que está en su mayor parte aún por desenterrar.

Fuente: ABC.es| 16 de julio de 2017

Santiago Jiménez, Embajador de la Fundación Atapuerca

Yacimientos de la sierra de Atapuerca, 16 de julio de 2017. Santiago Jiménez, director del Museo de Arnedo en La Rioja y gran valedor de Atapuerca desde hace más de 30 años, ha sido nombrado “Embajador de la Fundación Atapuerca” en los yacimientos de la sierra de Atapuerca.

Esta mañana Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, vicepresidentes de la Fundación y codirectores de las excavaciones de Atapuerca, le han hecho entrega de un diploma acreditativo de su nombramiento, de una tarjeta de acreditación y de una insignia, frente al yacimiento de la Galería en los yacimientos de la sierra de Atapuerca, en plena campaña de excavación. Además, le han agradecido en nombre de la Fundación y del Equipo de Investigación de Atapuerca su compromiso, con el que respalda el Proyecto Atapuerca.

La Fundación Atapuerca creó la figura de “Embajador de la Fundación Atapuerca" para reconocer y fomentar la implicación personal en el apoyo al Proyecto Atapuerca, y en darle mayor visibilidad pública. La Fundación considera esencial para la continuidad de este proyecto científico de prestigio mundial implicar en su divulgación a personas que por distintas razones puedan contribuir a que el Proyecto Atapuerca consolide el amplio respaldo social de que goza. Cada año la Fundación nombrará un máximo de 4 Embajadores.

En 2017 la Fundación Atapuerca ha nombrado Embajadora a Olvido Gara, Alaska, (que excavó en Atapuerca hace años) y Embajadores a Juan Antonio Corbalán (cardiólogo y novelista, relevante jugador de baloncesto de los 70 y los 80, y colaborador del Periódico de Atapuerca), a Santiago Jiménez (director del Museo de Arnedo en La Rioja y eficaz valedor de Atapuerca desde hace más de 30 años) y a Alberto Velasco (de Mahou San Miguel, cuya implicación desde hace décadas en Atapuerca es especialmente destacada).

Santiago Jiménez García (Préjano, 1942). Con tan solo 14 años se traslada a Vizcaya para estudiar y trabajar de aprendiz y comienza la preparación de Facultativo de Minas. En 1975 crea en la central Térmica de Santurce, la Sección de Mineralogía y Paleontología de Iberduero (hoy Iberdrola). A petición del Consejo General Vasco crea el “Museo itinerante” que durante 25 años ha recorrido todas las comunidades. Esta colección donada por Iberdrola y por Santiago Jiménez al Ayuntamiento de Arnedo, constituye desde mayo del año 2000 el Museo de Ciencias Naturales de Arnedo. En 1970 descubre las huellas de dinosaurio de Valdeté. A partir de entonces investiga en yacimientos paleoicnológicos riojanos con el equipo de paleontólogos de las Universidades de Madrid y Salamanca.


En 1978 organizó la 1ª Exposición Internacional de Minerales y Fósiles de Bilbao que hoy día sigue celebrándose. Ha contribuido para que las huellas de La Rioja se conozcan y valoren. Le han publicado centenar de trabajos de investigación y es autor y coautor de varias obras. Además es Consejero de la Federación Europea de Sociedades Mineralógicas y Paleontológicas; Director del Museo de Ciencias Naturales de Arnedo; miembro fundador de una decena de sociedades y asociaciones relacionadas con las Ciencias de la Tierra y fue alcalde en su pueblo natal durante 8 años.