Estelas con inscripciones y otros fascinantes hallazgos de la antigua Nubia

Mesa de ofrendas de Malitabelito. Foto: Sedeinga Archaeological Mission

Piezas de arenisca decoradas, como estelas, dinteles y otros elementos, que rodeaban las puertas, han sido descubiertas en la necrópolis de Sedeinga, en el norte de Sudán, "proporcionando magníficos ejemplos de arte funerario meroítico", según reveló el lunes el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia, que dirige las excavaciones en el sitio arqueológico de Sedeinga junto con la Sorbonne Université.

Los espléndidos hallazgos realizados recientemente arrojan luz sobre la fascinante civilización meroítica, que nació del intercambio cultural entre Egipto y el África negra, y que sigue caracterizando a Sudán.

Los objetos funerarios hallados representan la colección más grande de textos meroíticos, el lenguaje más antiguo del África negra, escrito con unos caracteres que adoptaron del Antiguo Egipto. La necrópolis de Sedeinga abarca más de 25 hectáreas e incluye al menos 80 pirámides de ladrillos y más de 100 tumbas que datan de los reinos de Napata y Meroe, del siglo VII a.C. al siglo IV d.C.


Fotografía aérea de las excavaciones arqueológicas en diciembre de 2017. Foto: Vincent Francigny / Sedeinga Archaeological Mission.

Los pigmentos originales, principalmente el azul, se han conservado en una estela que estaba tumbada cuando fue hallada. Otro hallazgo excepcional: el dintel de una capilla en el que aparece representada Maat, la diosa egipcia del orden, la igualdad y la paz. Se trata de la primera representación existente de esta diosa con sus características africanas.

La capilla funeraria, representando a la diosa Maat. También data del siglo II d.C.

Durante la campaña de excavaciones de finales de 2017, los investigadores descubrieron, además, una estela con el nombre de la Dama Maliwarase, que describe su parentesco con los notables de Nubia, al norte del reino de Meroe; era la hermana de dos grandes sacerdotes de Amón y uno de sus hijos ejercía de gobernador de Faras, una importante ciudad de la Baja Nubia.

Dintel de una capilla funeraria. Las cuatro líneas de texto describen a su propietaria, la Dama Adatalabe. Foto: Vincent Francigny / Sedeinga Archaeological Mission


Excavación de una estela con el nombre de la Dama Maliwarase. Foto: Sedeinga Archaeological Mission.

Los arqueólogos también han excavado un dintel con cuatro líneas de texto inscritas que describe a la propietaria del sepulcro, otra gran dama, llamada Adatalabe.

Fuente: National Geographic 1 7 de marzo de 2018

El ‘feminista’ imperio meroítico

En Sudán, a unos 100 kilómetros de la tercera catarata del Nilo, en la orilla oeste del río, se alza la ciudad de Sedeinga. Construida cerca del oasis de Selima, una de las etapas del Darb el Arbain, la larga ruta de caravanas que se extendía de norte a sur entre el Imperio Egipto y Nubia, esta localidad ganó importancia como espacio de intercambio entre la cultura egipcia y la del África negra.

Alberga, por ejemplo, los restos del templo egipcio de la reina Tiy, esposa principal de Amenhotep III, y también una gran necrópolis que reúne las tumbas de los reyes de Napata y Meroe, imperios que pervivieron entre los siglos VII a.C. y IV d.C. para gobernar la Nubia independizada de los faraones. Ambas civilizaciones mezclaban tradiciones locales con influencias egipcias, como atestiguan las tumbas, lápidas y dinteles que acaba de ser descubiertos por los arqueólogos de la Universidad de la Sorbona y el Centre national de la recherche scientifique (CNRS).


La estela de Ataqeloula, del siglo II d.C., conmemora a una mujer de la alta sociedad de Sedeinga y a los prestigiosos miembros de su familia (Vincent Francigny / CNRS).

“Estos objetos funerarios representan una de las colecciones más grandes de inscripciones meroíticas, el idioma más antiguo del África negra conocido hasta la fecha, escrito con caracteres tomados del antiguo egipcio”, afirman los investigadores en un comunicado. Representan la hibridación cultural de esta zona de frontera, una característica que aún hoy pervive en Sudán.
La necrópolis de Sedeinga -ciudad que en egipcio antiguo se llamaba Hut Tidj (Hut Tiy), “La residencia de la Reina”- abarca más de 25 hectáreas y contiene los restos de al menos ochenta pirámides de ladrillo y más de un centenar de tumbas. Los hallazgos realizados desde que se inició el programa de excavaciones en 2009 han permitido afinar la cronología de la ciudad, un reto difícil “porque hay muy poca información histórica de esta civilización”.


De lo poco que se sabe es que, durante el Tercer periodo intermedio de Egipto (1085 -750 a.C.), Nubia recuperó su independencia tras dos milenios de dominio egipcio y se constituyó en parte del reino kushita. En el siglo VIII a.C., los nubios Shabako, Taharqo y Pianjy condujeron sus carros de guerra hasta Kemet para conseguir la Corona Doble del Alto y Bajo Egipto, fundando la dinastía XXV, conocida como la época de los Faraones Negros.

Estela con el nombre de la Dama Maliwarase. Foto: Claude Rilly / Sedeinga Archaeological Mission.

Permanecieron en el trono 67 años, hasta que fueron invitados a regresar a Nubia. De nuevo en casa, su líder Alara unificó todo Nubia Superior, desde Meroe hasta la tercera catarata del Nilo. En Napata formó un reino propio, síntesis de las influencias nubias y egipcias, que adoptó muchas prácticas egipcias, como su religión y las pirámides.

Siglos después, hacia el 270 a.C., el rey Ergamenes destruyó Napata y se trasladó a Meroe, situada en la ribera de una amplia curva del Nilo, entre las montañas etíopes, y que pasó a ser la capital. La cultura se africanizó y a partir del 150 a.C. se empezó a utilizar una lengua y escritura propias. La ciudad fue destruida en el 350 d.C. durante un conflicto con el reino de Axxum (en la actual Etiopía).
Los investigadores del CNRS han demostrado que la mayoría de las pirámides y las tumbas encontradas en Sedeinga son una remodelación hecha por los meroitas de estructuras que datan de la época del reino de Napata. También se han encontrado elementos decorados de arenisca (estelas, dinteles y postes de puerta), ejemplos de arte funerario meroítico.

Los arqueólogos sacan a la luz restos de pirámides hechas con ladrillos. Foto: Sedeinga Archaeological Mission.

“Cinco siglos después del primer edificio (napatiense), los habitantes de Meroe complementaron las edificaciones con nuevas capillas de ladrillo y bloques de piedra arenisca en el flanco oriental de las pirámides y que estaban dedicadas al culto de los difuntos”, explican los arqueólogos. “Esta práctica es una peculiaridad de esas culturas nubias que, a diferencia de sus vecinos egipcios, tenían una verdadera veneración por los monumentos del pasado”, añaden.

Pirámide con una cúpula interna. Foto: Sedeinga Archaeological Mission.

Mención especial requiere una estela que ha conservado todos sus pigmentos originales, especialmente el azul. “Es toda una rareza en este tipo de objetos, generalmente sujetos a los caprichos del tiempo”, apuntan los expertos.
A finales de 2017, los investigadores descubrieron una estela con el nombre de Dama Maliwarase, que era la hermana de dos grandes sacerdotes de Amón. Uno de sus hijos, además, sirvió como gobernador de Faras, una gran ciudad que bordea la segunda catarata del Nilo. Los arqueólogos también han descubierto un dintel en el que se habla de otra alta dama, Adatalae.


La antropóloga Agathe Chen junto a diferentes restos óseos de la necrópolis de Sedeinga. Foto: Sedeinga Archaeological Mission.

Esta noble formaba parte de una línea ilustre que incluye un príncipe real, miembro de la familia reinante de Meroe. Esta y la otra estela dedica a mujeres de alto rango no son elementos del todo excepcionales en Sedeinga. “En la sociedad meroítica, fueron las mujeres las que encarnaron el prestigio de la familia y transmitieron su legado”, concluyen los arqueólogos.

Fuente: lavanguardia.com | 7 de marzo de 2018

Susanne Hakenbeck: "Los isótopos prueban que hunos y romanos formaron estrategias"

Susanne Hakenbeck explica un punto de su charla de ayer, enmarcada en el ciclo de foros de "In Tempore Sueborum".

Susanne Hakenbeck, arqueóloga e investigadora de la Universidad de Cambridge, desveló en el Foro La Región celebrado ayer en el marco de "In Tempore Sueboum" las claves del estudio de isótopos que realizó en los restos funerarios de poblaciones instaladas en las fronteras del Danubio tras la caída del Imperio Romano. Jorge López Quiroga, comisario de la exposición, la presentó como una de las "referentes" en este ámbito de investigación.

"La incursión de los hunos es una historia de violencia y conflicto. Los autores romanos los definían como el pueblo rudo e indomable, pero esto es, muchas veces, producto de los mitos. Los tópicos de destrucción de loos hunos, arrasando e incendiando ciudades, no se pueden vincular siempre a la presión de los hunos", apuntó la arqueóloga, que mostró los cambios en diferentes ciudades a través de un mapa.

Su última investigación, que sugiere las "identidades entrelazadas" de las poblaciones que convivieron en la cuenca del Danubio, revela que, precisamente, las relaciones fueron de "cooperación" en muchas ocasiones. "Los artefactos nomádicos de la estepa y la modificación craneana rara vez ocurren juntos en los conjuntos arqueológicos", manifestó en relación a los hallazgos de tumbas romanas y de hunos.

Eres lo que comes

Para explicar su estudio científico a través de isótopos, Hakenbeck expresó el principio en el que se basan estas investigaciones: "Eres lo que comes o lo que bebes". De esta forma, hunos y romanos "mezclaron" sus costumbres, entre ellas, la dieta, que fueron intercambiando a lo largo de su vida.
"¿Es posible distinguir entre las dietas agrarias y las pastoriles?", se preguntó la ponente. "Para eso realicé el análisis con isótopos, son importantes porque dan información fundamental sobre qué comían las personas enterradas en estas necrópolis, y por tanto, nos permite conocer de donde procedían".En este sentido, halló cambios en la dieta de unos individuos y otros: "En los nómadas se encontró mayor consumo de carne, en los romanos más variedad, pero el mijo es un alimento común a las dos poblaciones", aseguró la ponente.

De los tres enterramientos que observó para su análisis Hakenbeck, subrayó en la conferencia el interés de uno de ellos: el individuo número 11 de Mözt, enterrado aisladamente y con una distribución diferente de la tumba. En este punto, López Quiroga señaló que un caso similar puede verse en la exposición sobre el mundo suevo.

Los altos niveles de variabilidad intrapoblación e individual sugieren que las poblaciones hicieron uso de una gama de estrategias de subsistencia, con muchos individuos que exhiben cambios significativos a lo largo de sus vidas. En lugar de ser caracterizada solo por la violencia, la afluencia históricamente documentada de poblaciones nómadas parece haber conducido a cambios generalizados en las estrategias de subsistencia de las poblaciones en la cuenca de los Cárpatos.
"Las prácticas de hunos y romanos son mixtas, formaron estrategias para adaptarse. La frontera no separa, hay que retomar las investigaciones de ADN o medicina para alejarse de una visión artificial", concluyó la arqueóloga.

Fuente:laregión.es | 6 de marzo de 2017

Hallan otra representación femenina labrada en hueso en La Alcudia (Elche, Alicante)

Con el inicio de la segunda fase del Proyecto Domus-La Alcudia "Vivir en Ilici", La Alcudia nos vuelve a hablar en femenino. El estudio de los materiales exhumados en la excavación arqueológica del sector 4F, situado entre dos grandes viviendas aristocráticas romanas, ha permitido identificar una nueva representación femenina labrada en hueso.

Los detalles de su anatomía y vestimenta se realizaron mediante incisiones con objeto punzante y el acabado final es un pulido que todavía se aprecia. Se trata de una figura de cinco centímetros y medio de altura, que representa a una mujer con un tocado sobre el pelo y un vestido ajustado, cuyos pliegues se marcan sobre las piernas mediante trazos incisos paralelos y oblicuos. Los brazos están cruzados sobre el pecho, el derecho sobre el izquierdo y, a juzgar por los pequeños apéndices alargados existentes en el extremo de los brazos, parece portar sendos objetos en las manos, según informan en una nota de prensa desde la Universidad de Alicante.


Por su tamaño y por la perforación de su parte superior, parece claro que es un colgante, con toda seguridad un amuleto. Sus rasgos egiptizantes son característicos de los amuletos de tipo púnico, donde se considera un gesto característico relacionado con el mundo de ultratumba. Estos amuletos femeninos, de los que conocemos otro similar procedente de la necrópolis púnica ibicenca de Puig d´es Molins, tienen un marcado carácter apotropaico y protector, simbolizando la importancia del imaginario femenino en la antigüedad. Así pues, aunque la pieza se halla todavía en proceso de estudio, se trabaja sobre la hipótesis de que represente una figura femenina protectora ante las enfermedades y la muerte.


Este es uno de los poderes de la todopoderosa diosa-madre mediterránea, la que rige los ciclos anuales de la naturaleza, la curótrofa (protectora de los jóvenes) que amamanta y es dadora de vida, pero que también tiene la llave del inframundo, sea Deméter, Juno, Tánit o esa gran diosa ibera cuyo nombre es desconocido.

"De nuevo, los hallazgos arqueológicos nos sirven para visibilizar lo femenino y para reivindicar el papel de la mujer tanto en la historia como en el trabajo de investigación. Por eso, en una semana tan comprometida como esta, hemos preparado un cartel conmemorativo que servirá de llamada de atención, porque La Alcudia se escribe también en femenino", ha explicado Sonia Gutiérrez (izquierda), directora del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la UA y coordinadora del proyecto Domus.



Domus-La Alcudia se inició en 2017, en el marco del Programa Propio para el Fomento de la I+D+i del Vicerrectorado de Investigación y Transferencia del Conocimiento de la UA, y sus resultados preliminares pueden ya consultarse en RUA. La segunda fase, iniciada a fines de febrero, cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Elche y la colaboración de numerosos estudiantes de los grados de Historia, Humanidades y del Master de Arqueología Profesional y Gestión Integral del Patrimonio. Los trabajos de excavación tienen una duración prevista de un mes, que se continuará con los estudios de laboratorio de materiales y muestras bioarqueológicas, y se inscriben en el Plan Director del yacimiento, según siempre la misma nota.


Al equipo de investigación universitario, conformado por una quincena investigadores e investigadoras del INAPH y de otros centros como la UMU, la UCLM o del CSIC, se incorpora la investigadora ilicitana Trinidad Tortosa, del Instituto de Arqueología de Mérida, como reconocida especialista en iconografía y grupos pictóricos de la cerámica ibérica figurada del estilo Elche I.

Fuente: diariodeinformcion.com| 6 de marzo de 2018

El temporal destapa en Cádiz restos del acueducto romano

Moisés Camacho y Antonio de la Cruz, de Adip, junto a uno de los restos del acueducto en Cortadura. Innumerables piezas como esta (denominadas ostioneras) se ensamblaban de tal forma que el agua corría por el conducto interior. / ASOCIACIÓN DE DIFUSIÓN E INVESTIGACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE LA PROVINCIA DE CÁDIZ


Restos del acueducto de Gades, la impresionante obra civil que transportaba el agua a la ciudad desde los manantiales del Tempul, han salido a la luz en Cortadura tras el temporal Emma. No sólo destrozos ha causado la temible borrasca que ha sacudido la costa gaditana. Así, en la extensa playa gaditana se podían ver durante el domingo algunos vestigios del quinto acueducto más grande de todo el Imperio Romano, además de secciones nunca antes vistas de la calzada utilizada entre los siglos XVI y XVIII que se tragó el maremoto de 1755 y que seguía el trazado de la antigua calzada romana.

Desde el Ayuntamiento de Cádiz y desde la Asociación para la Difusión e Investigación del Patrimonio Cultural de la provincia de Cádiz (Adip) confirmaron la noticia que celebramos desde el pasado domingo gracias a algunos ciudadanos comprometidos con el patrimonio de la ciudad que no dudaron en dar la alerta a Moisés Camacho y a Antonio de la Cruz, de Adip, tanto de la aparición del hallazgo como de la actitud imprudente de algunos curiosos que se pusieron a escarbar en la arena alrededor de los restos, haciendo inevitable el paralelismo con el popular tanguillo de los Duros Antiguos. Y, sí, también estaba la playa igual que una feria...

De esta forma, tanto Camacho como De la Cruz se personaron rápidamente en la playa de Cortadura e informaron a los ciudadanos de la inconveniencia de trastear entre los vestigios. "En cuanto llegamos avisamos a la Policía y al Ayuntamiento y nos quedamos allí vigilando hasta que vinieron tanto los efectivos, como el teniente de alcalde Martín Vila y el arqueólogo municipal", explica Camacho, presidente de Adip, que valora este hallazgo ya que "aunque sabíamos que el trazado del acueducto pasaba por ahí, nunca lo habíamos visto y han aparecido como 5 o 6 restos pero se presume que hay más".

El agua potable corría antiguamente por el conducto interior de este bloque de piedra.

"También, desde el sábado estamos viendo nuevos tramos de la calzada que se llevó el maremoto y que este temporal ha sacado a la luz y esperamos que se valore y se proteja", desea Camacho que recuerda que esta calzada se utilizaba entre los siglos XVI-XVII y que estaba construida reutilizando material romano, de la antigua calzada romana. "Lo que se conserva son los muros laterales. El muro más cercano al mar está totalmente derribado como consecuencia del maremoto del 1 de noviembre de 1755 quedando en pie parte del muro más lejano al mar en algunos lugares", añade.
Foto: La calzada de Época Moderna que el temporal "Emma" ha dejado visible en Cádiz. Foto: Silvia Manito Velázquez‎.

Por su parte, fuentes municipales confirman que "tanto el edil Martín Vila como el arqueólogo municipal han estado en la zona en la que han aparecido los restos de acueducto y dieron aviso a la Policía Local para que vigilara el área".

Al mismo tiempo, desde el Consistorio "se ha contactado con la Junta de Andalucía y la Guardia Civil para que estén al tanto de los hallazgos y realicen sus labores de seguridad y vigilancia" y en estos días se va a pedir a Costas que, dentro de los arreglos que tienen que efectuar por el temporal, "realicen las labores oportunas de conservación del acueducto y la vía romana". Asimismo, estas mismas fuentes municipales aseguran que "durante este tiempo el Ayuntamiento va a aprovechar para estudiar el yacimiento y catalogarlo".

Hay que recordar que en el pasado mes de septiembre, Paco Carrillo, un ciudadano aficionado al patrimonio, alertaba de la aparición de un pequeño resto del acueducto en la zona de El Chato. El miembro del grupo de Patrimonio de la Isla avisó a la Policía Local que le indicó que desenterrara la pieza, le hiciera una fotografía, la volviera a enterrar y enviara su ubicación.

Tramo del acueducto, con bloques de piedra ostionera machi-hembrados reconstruido en la Plaza Asdrúbal, en Cádiz.

Otros restos del acueducto de más de 80 kilómetros, la obra más ambiciosa que los romanos legaron a la provincia de Cádiz, procedentes de su recorrido por la playa de Cortadura se pueden contemplar en la plaza Asdrúbal desde su traslado en los años 80.

Fuente: granadahoy.com | 6 de marzo de 2018

Descubren un posible enterramiento de la Edad de Bronce en la Cueva del Copillo de Noja (Cantabria)

Mandíbula humana de la Cueva del Copillo. / ALERTA

La Cueva del Copillo de Noja pudo haber sido un lugar de enterramiento en la Edad del Bronce, según plantea un estudio financiado por el Ayuntamiento y realizado por Ana María Cueto con el visto bueno de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte.

Si esto se confirma, se trataría del primer yacimiento arqueológico de cronología prehistórica que se localiza en el Monte Mijedo, ha informado en un comunicado el Ayuntamiento.
Los resultados de un estudio confirman la existencia de una estratigrafía arqueológica que demuestra la ocupación humana en el pasado en la cueva del Copillo 1, una cavidad de pequeñas dimensiones descubierta por un grupo de aficionados que se encuentra en la ladera Sur del Alto del Copillo, en el extremo occidental del monte Mijedo.

La cavidad se abre a unos 70 metros de altitud y en la actualidad su acceso es dificultoso debido a la vegetación cerrada que existe en la ladera del monte.

Según el estudio, lo que hoy está cubierto de eucaliptos fue en época prehistórica un encinar cantábrico compuesto por la encina y acompañado de otras especies más minoritarias como el laurel, el labiérnago o el brusco.

Los trabajos que recoge el documento firmado por Cueto Rapado tuvieron lugar entre agosto y noviembre de 2017, cuando se procedió a lavar el sedimento que se excavó en el trabajo de campo realizado en julio del mismo año.

El lavado con agua ha permitido reconocer y recuperar restos arqueológicos, como huesos, instrumentos líticos y de hueso, conchas de moluscos marinos, objetos de adorno.
Así, durante la excavación se extrajeron un total de 86 cubos y entre los materiales extraídos en esta cavidad se encuentra una mandíbula humana y una punta de bronce con pedúnculo y aletas que se adscribe a la Edad de Bronce y procedente del material entregado por los descubridores del yacimiento.

Punta de bronce encontrada en la Cueva del Copillo.

Tras el análisis antropológico se ha constatado que, al menos durante uno de los momentos de ocupación de la cueva, ésta se utilizó como lugar de enterramiento, un uso sepulcral de este tipo de cavidades durante la Edad de Bronce que está "ampliamente documentado en el Cantábrico", según se señala en el informe.

El estudio desprende que tanto humanos como animales contribuyeron a la formación y modificación del paquete sedimentario del Copillo y que, aunque la excavación no ha llegado hasta el fondo de la cavidad, y a falta de dataciones concluyentes, algunos resultados apuntan a una ocupación humana prolongada en el tiempo, según ha informado el Ayuntamiento.

A la espera de las dataciones de C14, se parte de la hipótesis de que existe un primer nivel mesolítico (nivel 4) muy rico en conchas e industria lítica. Esta ocupación estaría restringida a la zona de la entrada y posiblemente se extendería al exterior de la cueva, que aún está sin excavar.
Por su parte, en el nivel 3 han aparecido restos humanos, así como moluscos marinos, aunque en número mucho más reducido.

Entrada a la cueva.

En la parte más cercana a la boca, los ocupantes que llegaron tras la formación del nivel 3, llevaron a cabo la excavación de una fosa que cortaba completamente el nivel, llegando hasta el nivel 4.
Tanto la fosa como el nivel 3 estarían rellenos/cubiertos por el nivel 2, en el que aparecen un elevado número de restos humanos, según ha informado en un comunicado el Consistorio.
De esta manera, y según la hipótesis del equipo de trabajo, el nivel mencionado podría ser un enterramiento, posiblemente de la Edad del Bronce. Esta teoría vendría apoyada por la punta de bronce entregada por los descubridores.

Por su parte, el estudio antropológico de los restos humanos, a cargo del Doctor Edgard Camarós, confirma que se ha hallado un incisivo, un premolar y un molar, y que la morfología de la mandíbula y el estudio biométrico permiten saber que pertenecía a un individuo masculino con una edad comprendida entre los 45 y 55 años.

El estudio de los demás restos recuperados será fundamental permitirá saber más acerca de las prácticas funerarias de estos grupos humanos. Actualmente, se están realizando labores de limpieza y catalogación del material procedente del sedimento de la cueva con el fin de obtener un inventario. Además, el análisis del metal ya está en curso.
Esta actuación arqueológica que ha contado con la financiación del Ayuntamiento de Noja se ha realizado bajo la dirección de María Ana Cueto y ha contado con la participación de Edgard Camarós, Miriam Cubas, Jesús Tapia, Inés López, Esteban Álvarez, Pau Sureda, Marián Cueto y Sara Núñez.

Fuente: diariolerta.com | 4 de marzo de 2018

Campamentos romanos en el País Vasco y Navarra

Karakate. Campamento descubierto por Martínez en 2016

Cuando los romanos aparecieron por las tierras de las actuales Euskadi y Navarra, en el primer siglo antes de Cristo, los habitantes de estas zonas vivían en los poblados de la llamada Edad de Hierro. La pregunta que se hacen los historiadores y arqueólogos es: ¿hubo conflicto, guerra y conquista? El arqueólogo vizcaíno Antxoka Martínez Velasco (izquierda), especializado en esa época, cree que sí, y que prueba de ello son los vestigios de campamentos militares romanos que han aparecido en las últimas décadas. En algunos casos, esos emplazamientos habían sido confundidos con restos de poblados de la Edad de Hierro.

Hace unos días Antxoka Martínez ofreció una conferencia sobre el tema, que sirvió para dar comienzo a la edición número 16 de la Jornadas de Arqueología de Aranzadi. Sobre todo se refirió a campamentos romanos situados en Álava y Navarra, y remató la charla con el caso del monte Karakate, en cuya cima localizó en 2016 un campamento de pequeñas dimensiones, con solamente una línea de defensa. Los trabajos se llevaron a cabo mediante la ayuda de los ayuntamientos de Soraluze y Elgoibar. Martínez dirige las excavaciones del poblado de Munoaundi, entre Azkoitia y Azpeitia, de la Edad de Hierro.

«En los poblados de la Edad de Hierro de Gipuzkoa no se han encontrado signos de batalla, de destrucción. Pero eso no significa que no hubiera ataques por parte de las tropas romanas. Yo creo que sí hubo conquista, y los campamentos que hemos hallado son prueba de ello. Pero todavía nos faltan datos. Lo más lógico es que los indígenas se resistieran ante aquellas gentes que venían a cambiarles sus modos de vida», manifestó Martínez.

Los restos hallados en Karakate, en una cima que domina el valle del Deba, fueron encontrados por Martínez en unos trabajos del año 2016. Se trataría de un campamento básico de las tropas romanas, con una línea de defensa consistente en un talud de tierra y su foso. «Si hubiera sido una construcción de la Edad de Hierro, tendría estructura de piedra. En cambio, los romanos, al edificar sus campamentos, construían defensas de tierra».

El campamento de Karakate está en cuesta y la línea de defensa tiene una entrada, como es habitual en el ejército romano. A estas tropas les bastaba una defensa básica. «No necesitaban muros, lo más importante para ellos era tener al enemigo a la vista, para así utilizar enseguida su artillería y sus hondas con proyectiles de plomo», comentó el arqueólogo.

El arqueólogo cree que este campamento es de los llamados 'castra aestiva'. «Principalmente, los ejércitos romanos batallaban en verano, de ahí el nombre de ese tipo de campamentos. Eran estructuras que podían valer para pasar un noche o un mes. Los topógrafos iban en plan avanzadilla y escogían un lugar adecuado. Luego, al llegar las tropas, cada miembro del ejército ya sabía cual era su cometido a la hora de crear el campamento».

Illunzar, en Bizkaia

Otro campamento romano es el de Illunzar, en el municipio de Nabarniz, a media distancia entre Gernika y Lekeitio. Corresponde al tipo 'castra aestiva in monte' y no se ha podido establecer su cronología exacta.

«Estaba identificado desde hace mucho, desde comienzos del siglo XIX. Se pensaba que era un poblado de la Edad de Hierro, y así estaba catalogado en la Carta Arqueológica de Bizkaia, pero claramente es un campamento romano. Debería responder a la presencia, justo en frente, y a menos de un kilómetro en línea recta, del poblado de Marueleza o Arrola. Las fuentes históricas no se ponen de acuerdo sobre si en ese poblado de vivían carietes o várdulos», comentó el arqueólogo.
Antxoka Martínez presentó su teoría sobre ese recinto fortificado de Illunzar en el año 2006, en el transcurso del II Congreso de Arqueología Militar Romana en Hispania.

Ni en Karakate ni en Illunzar han aparecido vestigios que permitan datarlos con precisión. Martínez baraja la teoría de que ambos campamentos son de las primeras décadas antes de nuestra era. Estarían entre los años 49 y 44 a.C. -cuando se desarrollaron las guerras Bellum Civile y la época de las Guerras Cántabras -entre los años 29 y 19-. «Estos territorios no han sido la Cantabria histórica, y por eso no hubo batallas correspondientes a ese conflicto», precisó.

Illunzar se encuentra en una cima de 727 metros. El recinto fortificado se ajusta a la cumbre, a modo de corona, con un perímetro que bruscamente se vuelve muy pendiente. «La defensa se articula mediante terraplenes ('aggeri'), sobre los que posiblemente de levantaría una empalizada ('vallum') con anchura suficiente para poder disponer de un paso de ronda ('verma'). Es curioso cómo el diseño obvia una arista natural que facilitaría la defensa, pero que a su vez estrangularía el recinto hacia el sur dándole una planta triangular», dejó escrito Martínez en un artículo.
En ese recinto hay terraplenes de tierra, como es habitual, pero no así foso, debido a que en esa cumbre enseguida aflora la roca madre. Las puertas de acceso eran cuatro, y una de ellas del tipo 'clavicula'. Los ingenieros romanos eran extremadamente hábiles, tal como los describe el arqueólogo vizcaíno: «La 'clavicula' es un diseño de puerta a modo de cuarto de circulo, que obliga al atacante a girar a la izquierda cuando entra en el campamento, dejando al descubierto y desprotegido su flanco derecho, al llevarse el escudo en la mano izquierda».

Andagoste, en Álava

Otro yacimiento arqueológico relacionado con la actividad bélica de los romanos es el de Andagoste, en la comarca alavesa de Kuartango. Fue localizado a finales de los 90, a raíz de las obras realizadas para la traída de aguas al municipio. Se encontraron varios proyectiles de plomo para hondas en el terreno, y entonces José Antonio Ocharan decidió pasar por la zona un detector de metales y se topó con una gran cantidad de balas de plomo y tachuelas de calzado.

En este caso nos encontramos ante una fortificación a medio hacer y los signos de una gran batalla. Se ha pensado que se produjo un enfrentamiento entre los indígenas de la zona y las legiones romanas, en la década de los años 40 del primer siglo antes de Cristo, pero Antxoka Martínez tiene otra opinión: «Vista la distribución de las balas de plomo y los clavos de las sandalias, lo que allí se produjo fue una batalla entre dos facciones romanas».

Andagoste constituye uno de los vestigios más antiguos de la presencia romana en el País Vasco. Hasta la fecha se había encontrado una única bala de plomo -de las usadas con las hondas-, la que localizó José Miguel de Barandiarán; en Andagoste se encontraron 114. Tampoco se había hallado ningún clavo de caliga de tipo antiguo -anterior al 22 a. C.-, y en ese lugar de Álava se hallaron más de 600.​
Son más abundantes en Navarra
Los vestigios de campamentos romanos más espectaculares se encuentran posiblemente en Palencia, en lugares como el monte Bernorio (municipio Villarés de Valdibia) y La Loma (Santibáñez de la Peña). Ambos sitios son testigos de cuando, en el siglo I antes de Cristo, el emperador romano César Augusto comenzó su asalto definitivo a los territorios dominados por cántabros y astures.
Las llamadas Guerras Cántabras se produjeron entre los años 29 y 19 a.C. Los vestigios hallados en tierras de la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra son en su mayor parte algo más antiguos, pero también del siglo I a.C.

En Navarra han aparecido más campamentos que en la Comunidad Vasca. Dos de ellos, muy cerca de Pamplona: el de Gazolaz (municipio de Zizur) y el de Zarbeta (valle de Aranguren). Ambos se detectaron mediante fotografías aéreas, en el primer caso gracias a una fotografía de Ruiz de Alda, realizada en 1927. Luego se hizo allí una plantación pinos y se destruyeron los terraplenes de las tropas romanas, pero el yacimiento ofreció una interesante colección de clavos de sandalias.
El campamento de Allide, en Ibiricu, resulta posterior a los demás, del siglo I d.C., y cuidaba un camino. Los Cascajos (Sangüesa), tenía un emplazamiento fácil de defender. Y el campamento de Fitero-Cintruénigo estaría relacionado con las guerras sertorianas, de hacia el 80 a.C.

Fuente: diariovasco.com | 5 de marzo de 2018