Descubren magnífico tesoro de 3.000 objetos en túmulo funerario de Kazajistán

Unas 3.000 muestras de joyería de la Antigüedad han sido halladas durante unas excavaciones científicas en el valle de Yeleke Sazi. El tesoro, escondido en las montañas del este de Kazajistán, pone de manifiesto el alto nivel de artesanía a la que llegó la civilización nómada entre los siglos VIII y VII a.C.



El valle de Yeleke Sazi servía como necrópolis para los antiguos gobernantes de las praderas de Asia Central. Varias figuras de la nobleza local —tanto hombres como mujeres— eran enterradas bajo montículos junto a sus más valiosas pertenencias. La mayoría de los objetos de valor encontrados son, de hecho, piezas de joyería como aretes de oro, collares y pulseras con incrustaciones de piedras preciosas. Los arqueólogos han encontrado, además, monedas, vajillas y hasta ornamentos de oro para los caballos.


Los tesoros han sido recuperados en el marco del proyecto arqueológico 'Tesoros antiguos', que tiene como misión descubrir al mundo las riquezas que durante siglos habían permanecido escondidas bajo tierra. Los trabajos en el valle de Yeleke Sazi se vienen realizando desde 2016 y para el día de hoy ya son más de 3.000 los objetos de valor encontrado.


El arqueólogo y doctor en Historia Zeinola Samashev, que está al frente de las excavaciones, compartió que las joyas encontradas datan de los siglos VIII y VII a.C., cuando las praderas centroasiáticas estaban dominadas por los sacas.


"En el proceso de excavación encontramos una gran cantidad de artículos de oro y ropa de mujer y de hombre colocados como ofrendas. Puede que sean dos personas de linaje real, y si no son reyes, entonces estas son personas que pertenecen a la élite de la sociedad saka", explica Samashev.



La mayoría de los objetos encontrados están perfectamente conservados y tienen un valor histórico mayor que su peso en oro. Según el científico, estos demuestran el alto nivel de desarrollo artesanal que tenían estas tribus en unos momentos en los que la Antigua Grecia aún no había llegado a su apogeo y Roma era una simple aldea con construcciones de madera recién fundada.



Los sakos eran una tribu nómada de origen escita que controlaban las estepas del extremo oriental de Asia Central, justo donde se cruzan las fronteras actuales de China, Kazajistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Los siglos VIII y VII a.C. fueron un período de grandes cambios para las civilizaciones de todo el mundo. Justo en esa época el Imperio asirio alcanzaba su esplendor en Oriente Medio; Grecia intensificaba la colonización del Mediterráneo y acogía las primeras Olimpiadas; Homero escribía sus textos épicos 'La Ilíada' y 'La Odisea'; en la península itálica se fundaba Roma; en América los olmecas levantaban la pirámide más antigua de Mesoamérica y en China se registraba el primer eclipse solar del que se tiene constancia.


Fuentes: Sputnik | Mirror, | Daily Mail, 7 de agosto de 2018

Hallan un molar de leche de un niño neandertal de hace unos 100.000 años en la Sima de las Palomas (Murcia)

Molar perteneciente a un niño neandertal localizado en la Sima. / MUPANTQUA

Las excavaciones que se llevan a cabo en la Sima de las Palomas (Murcia) continúan arrojando nuevos datos sobre el hombre neandertal. En la campaña de excavación coordinada por la Asociación Murciana para el Estudio de la Paleoantropología y el Cuaternario (Mupantquat) de este año se ha descubierto la presencia de un diente deciduo (molar de leche) infantil de un neandertal con una antigüedad de hace aproximadamente 100.000 años. Con estos hallazgos se elevan a 15 los homínidos hallados en el yacimiento.


La consejera de Turismo y Cultura, Miriam Guardiola, ha asistido junto al alcalde de Torre Pacheco, Antonio León, y al director de las excavaciones de la 'Sima de las Palomas del Cabezo Gordo', el doctor Michael J. Walker, a la presentación de los nuevos hallazgos.

La titular de Cultura ha destacado "la importancia de la protección y puesta en valor de nuestros yacimientos paleontológicos, una parte fundamental de nuestro patrimonio cultural"; y ha recordado que "se han puesto en marcha ayudas de un millón de euros para apoyar las intervenciones en yacimientos arqueológicos y paleontológicos de la Región".

Unas ayudas de las que pueden beneficiarse tanto los ayuntamientos que sean titulares de yacimientos, como los equipos de investigación que trabajen en ellos, y que tienen como objetivo fomentar la consolidación, restauración y puesta en valor de los diferentes yacimientos arqueológicos y paleontológicos, así como incrementar las actuaciones realizadas con fines de investigación sobre el patrimonio arqueológico y paleontológico de la Región.

La consejera de Turismo y Cultura, Miriam Guardiola, junto al alcalde de Torre Pacheco, Antonio León, y al director de las excavaciones de la 'Sima de las Palomas', Michael J. Walker / Europa Press

Asimismo, Guardiola ha recordado que se ha iniciado la declaración como Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Paleontológica de la Sima de las Palomas en Cabezo Gordo. La declaración destaca el interés paisajístico, paleontológico y cultural de esta zona que posee gran importancia para el estudio de la evolución humana.

"Esta declaración ayuda a proteger y conservar la riqueza patrimonial, tanto arqueológica como histórica y cultural, de la Región, contribuyendo también a su puesta en valor para que sea más conocido y disfrutado", ha explicado la consejera.
El yacimiento de la Sima de las Palomas ha ofrecido a lo largo de más de 25 años de excavaciones gran cantidad de restos fósiles de homínidos pertenecientes a Homo sapiens neanderthalensis y Homo heidelbergensis/steinheimensis.

Se trabaja en él desde comienzos de los años 90, en un principio bajo la dirección de los doctores Walker, de la Universidad de Murcia, y José Gibert, del Instituto Paleontológico de Sabadell y fallecido en 2007.

En los últimos años, codirigen la investigación el profesor Walker, catedrático emérito honorífico en el Departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Murcia y presidente de Mupantquat, junto a los arqueólogos Mariano López y María Haber.

Las diferentes campañas han sacado a la luz la presencia de unos once o doce individuos del Hombre de Neandertal representados por centenares de huesos y dientes. Tres esqueletos, pertenecientes a dos adultos y un joven, con una antigüedad de 50.000 años, fueron hallados casi completos y en conexión anatómica, un hecho excepcional en el panorama mundial. Uno de los adultos, llamado 'Paloma' (izquierda), está considerado el esqueleto neandertal más completo de todo el litoral mediterráneo europeo y posee la pelvis femenina neandertal más completa del mundo.

Fuente: cadenaser.com | 7 de agosto de 2018

Más cerca del fuego de origen neandertal

Las excavaciones en el yacimiento paleontológico de la Sima de las Palomas, en el Cabezo Gordo de Torre Pacheco, llevan sucediéndose de manera sistemática desde 1992, solo un año después de que, de forma casual, se localizaran en la zona los maxilares y la mandíbula de un hombre neandertal. En este tiempo, y tras 27 campañas de trabajo, los expertos se han topado con numerosos restos, tanto animales como de homínidos, que han convertido este enclave en una importante fuente de datos para el estudio de los neandertales; pero también, en ese avance en las tareas de investigación, arqueólogos y paleontólogos han encontrado indicios de la presencia de un hogar en el interior la cavidad.
Hasta ahora «las señales de fuego no habían sido muchas», confirmó ayer el profesor y el director de las excavaciones en esta zona, Michael Walker, durante la presentación de los resultados de la última campaña de búsqueda y extracción de fragmentos, que arrancó el pasado 20 de julio y culminará este viernes; no obstante, a lo largo de los recientes trabajos, precisó Walker, la localización de huesos calcinados ha hecho pensar a los expertos que se está cerca del nivel del que proceden estos restos, en el que, posiblemente, aunque todavía no se ha localizado, se pueda hallar un antiguo hogar.

Esta es la hipótesis abierta por los investigadores tras la última campaña y en la que seguirán trabajando: «Ojalá el próximo año nos podamos tropezar con huesos humanos calcinados», añadió Walker. A esta capa podrían pertenecer, precisó también el profesor, numerosos fragmentos encontrados hace años en niveles superiores en los que se advirtieron signos de combustión a altas temperaturas, cuya ubicación original pudo verse alterada por la actividad minera registrada en la zona.

Los últimos hallazgos han sido realizados en estratos que se encuentran por debajo de los esqueletos articulados, excavados a partir de 2005. Foto: Mariano López Martínez.

Al margen de esta nueva hipótesis, que además confirmaría que el enclave fue utilizado por el Hombre de Neandertal desde un tiempo más antiguo, ya que se sitúa en una capa más profunda -el nivel excavado estos días se corresponde con sedimentos depositados durante el último periodo interglaciar, con una antigüedad de entre 100.000 y 130.000 años-, las labores desarrolladas en el yacimiento han sacado a la luz nuevas piezas, una de ellas de gran relevancia, como es un diente deciduo (un molar de leche) perteneciente a niño neandertal.

Esta pieza, señaló ayer Walker durante su intervención en las instalaciones de la Concejalía de Turismo de Torre Pacheco, donde tuvo lugar la presentación, ha permitido elevar a 15 el número de individuos que, por el momento, se conoce que ocuparon la Sima, uno más de los documentados hasta ahora. Durante las campañas de 2016 y 2017 se localizaron otros dos dientes de neandertal, en este caso pertenecientes a un homínido adulto, y un fragmento de mandíbula, pero todos ellos aparecieron en un nivel superior.

Las dos piezas dentarias de un individuo neandertal halladas durante la campaña de excavaciones en la Sima de las Palomas en 2016, en la Región de Murcia. Foto: Mariano López Martínez.

Las tareas actuales se han desarrollado a seis metros de la visera rocosa en la que se iniciaron los trabajos a principios de los noventa y a dos de la capa en la que hace algo más de diez años se localizaron los esqueletos de dos adultos y un joven del periodo neandertal, con una antigüedad en torno a los 50.000 años, y que, por ahora, son las piezas más importantes halladas en el yacimiento. Walker recordó que uno de estos esqueletos, el correspondiente a una mujer y bautizado como 'Paloma', en referencia al nombre de la sima, es «el esqueleto neandertal más completo de todo el litoral mediterráneo europeo», además de poseer «la pelvis femenina neandertal más completa del mundo». Fue encontrado en conexión anatómica, como los otros dos esqueletos, junto a sus cráneos y mandíbulas.

Fragmento de una mandíbula de un niño neandertal hallada en la Sima de las Palomas.

Restos animales

La profundidad a la que se ha excavado ahora ha revelado una «capa extraordinariamente rica en restos animales». Se han localizado vestigios de tortuga, conejo, caballo, ciervo, uro y rinoceronte, así como de hiena, lobo y cabra hispánica, lo que lleva a los expertos a barajar la posibilidad de que las capas inferiores se correspondan con el vertedero de un campamento neandertal. También en esta campaña se han localizado numerosos útiles de sílex, mármol y cuarzo, como puntas y raederas musterienses. En total, se han documentado más de 300 elementos.
Los trabajos en la Sima de las Palomas, a la espera de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), están impulsados por la Asociación Murciana para el Estudio de la Paleoantropología y del Cuaternario (Mupantquat), y cuentan con la dirección, además de Walker, de los arqueólogos Mariano López y María Haber.

Fuente: laverdad.es | 8 de agosto de 2018

Barcelona redescubre su acueducto romano

Los cuatro arcos del acueducto, antes de la intervención.

Barcelona es fruto de la fundación ex novo de la colonia romana Iulia Augusta Paterna Faventia Barcino promovida el año 14 a.C. por el emperador Augusto en el marco de la reforma administrativa y viaria del sector noroeste de Hispania, provincia del nuevo imperio que no paraba de extenderse por el Mediterráneo. Lo primero que hicieron Augusto y sus romanos fue construir las principales calles (el cardo y decumanus que se cruzaba en la plaza de Sant Jaume) de esta ciudad de apenas diez hectáreas de extensión. Pero antes de rodearla de murallas levantaron un acueducto que abastecía de agua desde una fuente cercana al río Besós a los nuevos habitantes. Por eso, el acueducto de Barcelona es la primera obra pública de Barcelona, un edificio que se ha ido perdiendo con el tiempo; derribado por el avance y transformación de la ciudad o enmascarado bajo edificios más modernos.

Es lo que ha pasado con cuatro arcos que han permanecido en la pared medianera de un edificio del siglo XVIII de la plaza Vuit de Març, en el barrio gótico de Barcelona, que después de salir a la luz en 1988 ahora se someterán a una labor de rehabilitación y visualización para ponerlos en valor y dejen de pasar desapercibidos. Los trabajos, enmarcados dentro del Plan Barcino, que trabaja para rehabilitar los restos romanos de la ciudad, tienen un coste de 345.000 obtenidos a partir de las lonas publicitarias que cubren muchos de los edificios de la ciudad y que aporta el Institut Municipal del Paisatge Urbà.

Fachada del edificio que conserva las arcadas del acueducto romano de Barcelona. MASSIMILIANO MINOCRI

“Es una pieza clave de nuestra historia. Es el primer edificio público que se construyó con piedra de Montjuïc y estuvo en funcionamiento hasta el siglo IX o X. El ciclo y reciclaje del agua parece que lo hemos inventado ahora, pero no es verdad. En el mundo de la Roma antigua tenía mucha importancia. Lo primero que buscaban era un caudal de agua potable para captarlo. Aquí se encontró en la zona de Montcada y, después de recorrer 13 kilómetros, entraba en la ciudad por la Plaça Nova, frente a la catedral, desde donde se distribuía por las industrias, termas, fuentes y casas particulares de los más potentados”, explica Carme Miró (izquierda), responsable del Plan Barcino y especialista en este tema, tal y como avalan sus múltiples trabajos publicados sobre la captación, conducción y redistribución del agua en el imperio romano.

Los arcos estaban ocultos hasta que se derribó uno de los edificios dentro de un plan de esponjamiento para crear una plaza. “Uno de los vecinos del barrio, Alfred Lloré, detectó 'algo extraño' y avisó al museo de Historia de la Ciutat, que paró el siguiente derribo y posibilitó conservar las arcadas. En la parte superior de la fachada, tras abrirse unas ventanas se rebozará con un estucado, mientras que en la inferior se marcarán los ojos de los arcos para reforzar su profundidad, e incluso se abrirá parcialmente el último para ver su anchura”, prosigue Miró que asegura que habrá que tener en cuenta que siguen teniendo una función estructural dentro del edificio.
“Cuando hablamos de acueducto pensamos en el de Segovia o el Ferreres, de Tarragona, pero en realidad es solo el lugar por donde pasa el agua, lo otro son los arcos que lo aguantan. De hecho, la mayoría de acueductos romanos son subterráneos ya que eso garantizaba la calidad del agua, algo que era muy importante para los romanos”, subraya Miró.

La conducción de agua desdoblada a su entrada a la ciudad de Barcino.

“Siempre se ha dicho que en Barcelona el papel de los andalusíes, los musulmanes españoles, era menor, pero la arqueología nos dice que su presencia fue de unos cien años, un periodo que permite hacer muchas cosas y dejar una impronta grande. Una de ellas fue el del cambio en la gestión del agua que se produce en el siglo IX o X con la creación del Rec Comtal; momento en el que el agua pasa de ser un bien público, un derecho para todos, a ser en la época medieval un bien de consumo que genera riqueza. Algo que no ha cambiado hasta ahora”, explica la arqueóloga.
Los trabajos permitirán marcar el nivel del specus, el canal por donde discurría el agua camino de la ciudad que por dentro está rebozado con mortero de cal, el opus signinum romano. Cuando terminen los trabajos en la medianera se excavará en el subsuelo hasta localizar los cimientos de los arcos y así poder ver el alzado completo de los mismos, que llegarán más o menos a los 11 metros de altura.

Estos cuatro arcos son la zona más visible de este edificio. Pero se han conservado restos en otros lugares, como explica Miró. “En el edificio contiguo de Ca la Dona se conserva una arcada y uno de los pilares; también la entrada del acueducto a la ciudad se puede ver en la Casa de la Ardiaca, mientras que la estructura que se ve junto a la catedral es una reconstrucción de los años sesenta realizada por el arquitecto Josep Florensa a partir de localizar otro de los pilares. Recientemente en la construcción de un hotel en la calle Magdalenes se encontró otro de los pilares y se conserva un tramo subterráneo en la zona de Sant Andreu. Pero donde mejor se ve el acueducto es aquí”, sentencia Miró, que presentó la intervención (que terminarán en el primer semestre de 2019) en compañía de la concejala del distrito Gala Pin.

¿UNO O DOS ACUEDUCTOS?

Tradicionalmente se ha defendido la existencia de dos acueductos en Barcino: el de Collserola y el de Montcada, pero Miró y otros investigadores, como Héctor A. Orengo, hablan, últimamente, de uno solo: “Siempre se hablaba de uno, pero al hacer las obras de la Ardiaca y encontrar dos construcciones paralelas dentro de la torre de la muralla, empezó a hablarse de dos diferentes. Pero igual que no hay duda de la existencia del de Montcada, no existe evidencia arqueológica ni escrita del de Collserola”, explica Miró.

Orengo diseñó un algoritmo para calcular la ruta óptima de cualquier acueducto, porque el agua tiene que tener una pendiente constante y en descenso. Con él se comprobó que Collserola no funciona, porque la pendiente no es la correcta. “Además, el agua de Collserola tiene mucho carbonato, tal y como explica en 1650 Francesc Socies en su libro, en el que cuenta que eso obligaba a limpiar los conductos de las fuentes públicas y ninguno de los dos specus presenta concreciones calcáreas y por lo tanto no transportaba agua desde allí".

La media de volumen de agua proporcionada por la mina de Montcada oscilaría en unos 12.000 metros cúbicos diarios, mientras que desde Collserola rondaría los 300. Para ellos si existe una captación de agua desde Collserola sería posterior, de alrededor del siglo XIV.

Fuente: elpais.com | 7 de agosto de 2018

El Reino perdido de Mustang

Mustang (Nepal Annapurpa) © Jeanne Menj

Escrito por: Lorena Pérez

Al norte del macizo del Annapurna, en la frontera entre Nepal y Tíbet, encontramos el Reino perdido de Mustang, una región que según palabras del propio Dalai Lama es uno de los únicos lugares del mundo en los que, gracias a su situación de aislamiento, se puede encontrar aún la auténtica cultura tibetana.

Desde su fundación en 1380 el Reino de Mustang ha permanecido encerrado en sí mismo, lo que ha permitido que se conserve intacto su estilo de vida tradicional. No fue hasta 1964 cuando el primer occidental obtuvo el permiso especial del gobierno de Nepal para poder visitar y documentar este reino. Hoy en día acceder a esta región sigue siendo todo un privilegio al que pocos extranjeros tienen acceso, y sólo unas mil personas al año consiguen los permisos necesarios para poder disfrutar del Reino de Mustang.

Aunque toda su población es de origen tibetano y durante mucho tiempo fue un territorio independiente y soberano, actualmente el Reino de Mustang pertenece a Nepal. La anómala situación en la que se ha encontrado siempre este territorio hizo que,  aun siendo su monarquía tibetana, sus monarcas siempre fueron vasallos del Tíbet y de Nepal al mismo tiempo. Y es que ninguno de estos dos países querían desprenderse de un lugar tan importante como Mustang, pues gracias a su estratégica situación de paso entre montañas fue durante siglos una de las zonas más importantes de la “Ruta de la Sal” y paso obligado para todas las caravanas cargadas de sal y carne que se dirigían a la India y Nepal. No fue hasta el año 2008 cuando el gobierno de Nepal abolió la monarquía en el Reino de Mustang y se produjo la adhesión a su territorio.

© Jeanne Menj

La ubicación entre altísimas montañas ha propiciado que Mustang disfrute de un microclima en el que prácticamente nunca llueve, por ello todo el reino se ha convertido en un inmenso desierto a más de 4.000 metros de altitud. En este árido terreno merece la pena visitar la ciudad amurallada de Lo Manthang, antigua capital del reino, que actualmente cuenta con apenas 200 casas de blancas fachadas y unos mil habitantes. En ella se puede visitar numerosos monasterios del siglo XVI construidos en piedra roja, pasear por sus estrechas callejuelas y contemplar infinidad de tesoros centenarios como pinturas, tankas, pagodas y gigantescas estatuas de deidades entre las que no puede faltar una de las representaciones más grandes de Buda de todo Nepal, con sus más de 15 metros de altura.

© Jeanne Menj

Desde esta ciudad parten muchos de los trekking más interesantes de la zona que llevan a conocer algunas de las 30 villas menores que, junto a la capital, componen el Reino de Mustang. Entre todas ellas destacan como las más curiosas y pintorescas las aldeas de Tukuche, centro de la ruta Trans-himalaya con varios coloridos templos budistas, y Marpha, con un interesante sistema de drenaje medieval construido bajo sus calles. También resulta imprescindible visitar otras interesantes localidades como la ciudad de Jomsom, capital administrativa y turística del reino donde se encuentra el aeropuerto y se puede disfrutar de tiendas y restaurantes. Y por supuesto la aldea de Muktinath, que gracias a su multitud de templos es considerada el centro espiritual de todo el reino.

Fuente: La Sociedad Geográfica de las Indias

Ciudad Perdida, un tesoro arqueológico oculto en la selva colombiana

Ruinas de Ciudad Perdida, construida por los indios tayronas en la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia. / ICANH

Ciudad Perdida es un tesoro arqueológico que la selva tropical colombiana ha guardado durante cuatro siglos. El asentamiento precolombino se encuentra en lo profundo de la Sierra Nevada de Santa Marta, en la costa caribeña del norte del país. Arriba de las montañas costeras más altas del mundo, reserva de la biosfera por la UNESCO, se distribuyen más de doscientas terrazas circulares que fueron los cimientos de la civilización indígena de los tayronas.

“El sitio nos da una vista privilegiada hacia el pasado que nos permite entender cómo funcionó una sociedad indígena precolonial”, dice a Sinc Santiago Giraldo (izquierda), arqueólogo colombiano que trabaja en la zona hace más de 18 años y que actualmente dirige el departamento Latinoamericano del Global Heritage Fund, así como la Fundación-Pro Sierra Nevada de Santa Marta.

Teyuna, el nombre original de este centro político, económico y social, desapareció en el siglo XVI por motivos que se desconocen. La influencia de los colonos españoles en la costa norte era tenue. A pesar de que no llegasen a 1.200 metros de altitud, se sospecha que sí lo consiguieron los patógenos que trajeron consigo del Viejo Mundo.

“Es un mal común en todas las Américas”, comenta Giraldo sobre las altas tasas de mortalidad de pueblos indígenas por enfermedades infecciosas. Este año, un grupo internacional de científicos confirmó otro capítulo en la historia: la salmonella hizo estragos con los aztecas a mitad del siglo XVI, tal y como demuestran los datos de ADN antiguo publicados en Nature Ecology & Evolution.

Un secreto desvelado por los saqueadores de tumbas

A partir de ahí, la vegetación salvaje se encargó del resto. También contribuyó a hacer desaparecer la zona la complicidad de otras tribus indígenas que pueblan las laderas, hasta que a principios de la década de 1970 los saqueadores de tumbas llegaron a la cima y rompieron el pacto de silencio. Durante meses, Florentino Sepúlveda y sus dos hijos Julio César y Jacobo vaciaron las entrañas de Ciudad Perdida, según relatan las crónicas del momento y confirma Giraldo.

Los guaqueros, como allí los llaman, bajaron cargados a la ciudad de Santa Marta, donde vendieron las piezas a coleccionistas. La familia quiso mantener las coordenadas de aquella mina en secreto, pero la gente bebe, y después habla, más de la cuenta. Otros saqueadores llegaron con ganas de hurgar y empezaron los enfrentamientos entre pandillas por el control de la zona. En una de esas peleas, murió Julio César y fue enterrado en aquel infierno verde, sobrenombre que le pusieron al lugar.

El patrón de los guaqueros Jaime Barón acabó con las trifulcas: anunció la ubicación de Ciudad Perdida a los responsables del Museo del Oro de Bogotá y propuso saquear la zona a medias. La dirección no se doblegó ante las tentaciones del guaquero mayor y dio aviso a los arqueólogos del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Al final, dos de sus hombres, el Negro Rodríguez y Frankie Rey, acompañaron a pie a una expedición de arqueólogos al yacimiento, que bautizaron con el nombre de Buritaca 200, en referencia al río que recorre la ladera donde se encuentra Ciudad Perdida y al número de asentamientos.

Escalera de piedra que lleva a Ciudad Perdida. / ICANH

“Fueron jornadas muy largas”, recuerda a SINC de aquellos días Fernando Montejo, coordinador del grupo de patrimonio del ICANH, que no subió en aquel momento. Más tarde, en junio de 1976 empezaron los trabajos de excavación, conservación y restauración del yacimiento, que todavía siguen a día de hoy bajo la supervisión del ICANH.

En estos años se ha recuperado cerámica ceremonial y cotidiana de los tayronas como vasijas y copas; materiales líticos hechos de roca para la preparación de alimentos y otras tareas domésticas; restos orgánicos de carbón vegetal y algunas piezas de orfebrería que pueden verse en el Museo del Oro de Bogotá.

La zona es inabarcable. Se estima que solo se ha explorado un 10% de Ciudad Perdida, pero es que alrededor del yacimiento se han encontrado otros centenares más de asentamientos similares en un área de 3.000 km2, al costado norte y occidental de Sierra Nevada.

“Son como los principados italianos, que tenían un sustrato cultural común, pero eran independientes entre ellos”, describe Giraldo. El acceso a la zona era –y sigue siendo– tan remoto que al inicio los arqueólogos se desplazaban a la zona en helicóptero, un medio de transporte reservado ahora al ejército por razones de conservación del lugar.

Subida hacia el yacimiento. / Mireia Gallardo.

El turista no se salva y también le toca caminar. Los primeros viajeros aparecieron en 1984, acompañados por Frankie Rey, que se convirtió al sector servicios. Uno de sus discípulos orgullosos fue Isidro, cuyos gemelos delatan la dureza del camino. Hace 30 años que sube y baja a Ciudad Perdida, primero como cocinero y porteador de alimentos, en una época en que no había mulas.
Isidro es un hombre sin un gramo de grasa, de pómulos huesudos y con unos bigotes que le rebasan la comisura. Tiene pocas arrugas y solo sus orejas grandes dan una pista de la edad que tiene.

Sentirse como Indiana Jones

Ahora Ciudad Perdida se ha convertido en una de las mejores excursiones de varios días por Colombia, promete la guía de viajes Lonely Planet sobre una experiencia en la que uno se siente como Indiana Jones.

Tal y como comprobó esta redactora, el asentamiento, construido entre los siglos XI y XIV, solo es accesible a pie en una ruta de unos 44 kilómetros, que debe hacerse obligatoriamente con guía en un mínimo de cuatro días. Los que prefieran tomárselo con más calma también pueden alargar la excursión hasta seis jornadas. En la versión corta, los más intrépidos suben en un par de días, al tercero visitan el yacimiento a primera hora y el resto del tiempo lo invierten en la vuelta al pueblo base.

Al día no se caminan más de 10 kilómetros, pero se madruga mucho para completar las etapas. El camino es húmedo y caluroso y está lleno de incontables senderos empinados que suben y bajan por las montañas de Sierra Nevada. En la estación húmeda, el barro alcanza las rodillas y la lluvia inunda el camino por la tarde. Algunos de los muchos ríos que aparecen durante el recorrido no tienen puente y deben cruzarse con el agua hasta la cintura, en una lucha contra corriente.

La aventura alcanza su punto álgido con la ascensión de las 1.260 escaleras irregulares, que ponen a prueba el esfuerzo final antes de que amanezca. Una vez arriba, el madrugón y el sol abrasador le hace creer a uno que ya es mediodía. No son ni las ocho de la mañana. Delante se extienden estructuras de piedra en forma de terrazas que son los restos de una de las ciudades precolombinas más importantes descubiertas en América.

El yacimiento ocupa unas 60 hectáreas, donde se cree que vivieron entre unas 2.000 y 4.000 personas en casas circulares de madera. Las terrazas más grandes se encuentran en la parte central, reservadas para los rituales y las personas más importantes de la comunidad.

El guía Isidro. / Núria Jar

"Ciudad Perdida es uno de los muy pocos referentes de arquitectura circular que hay en el mundo”, subraya Giraldo. En este asentamiento no había puertas ni cualquier otro obstáculo que dificultara el flujo de personas. “No hay áreas de exclusión, es una arquitectura de red donde lo importante es generar más conexiones”, continúa.

La persona más importante de la comunidad se situaba en el centro, en un punto que lo conectaba con todos los demás: “Esto es lo que la hace tan interesante y fascinante”, añade Giraldo.
La vegetación ahora es exuberante, pero antes había áreas abiertas dedicadas al cultivo, explica Montejo, en un terreno con condiciones complicadas como la inclinación y la fertilidad del suelo. “Estas comunidades tenían conocimiento específico para cultivo maíz”, explica sobre una de las especies de mayor relevancia en el norte de Sudamérica.

Ahora, en la cima de Ciudad Perdida hay soldados del batallón de alta montaña del ejército del país, que, armados y enfundados en uniforme de camuflaje, vigilan este patrimonio cultural de la región que sufrió la amenaza del saqueo y la actividad paramilitar.

Actualmente, la región es segura. Hay cinco agencias locales, con sede en Santa Marta y la vecina Taganga, donde los excursionistas pasan la noche anterior al inicio de su aventura, que tiene un coste de unos 200 euros. Desde allí, un todoterreno transporta al grupo hasta El Mamey (o Machete), al final de la carretera de Santa Marta, donde empieza el recorrido.

Uno no puede hacerlo por su cuenta, es obligatorio contratar los servicios de una agencia local que acompaña al viajero todo el camino y lo provee de comida y cama –o hamaca– con mosquitera, en poblados indígenas, que reciben 30.000 (unos 9 euros) por turista, en medio de la selva.

A los indígenas lo que es de los indígenas

La Global Heritage Fund habla de un “aumento meteórico” del turismo que, en solo una década, ha pasado de 2.000 personas en 2007 a 23.400 el año pasado. “No estamos preocupados por el turismo”, aclara Giraldo, y añade que la capacidad de carga está en 44.000 personas.

Esta organización sin ánimo de lucro llegó a Ciudad Perdida en 2009 para trabajar conjuntamente con el ICANH, el Ministerio de Cultura colombiano y la Organización Gonawindúa Tayrona (OGT), en representación del gobierno indígena de las comunidades Kogui, Wiwa y Arhuaca que habitan en la Sierra de Santa Marta.

Mujer y niña de la tribu Kogui en una de las terrazas de Ciudad Perdida. / Dwayne Reilander / Wikipedia

Los siglos no han pasado por estas tribus. Los Kogui son los que preservan la cultura más antigua y han dado la espalda a comodidades como la electricidad. Cuando uno se los cruza por el camino no intercambian ni una palabra. Es más, se esconden.

Para los indígenas las montañas son sagradas. El guía Isidro cuenta, sin perder el aliento mientras camina a buen ritmo, que una vez al año cierran la ruta para ceremonias de limpieza del yacimiento y otras tradiciones. Antes lo hacían en septiembre, pero la presión turística desplazó los rituales al mes de diciembre, que es cuando no puede hacerse la excursión.

Sin embargo, los indígenas no sucumben a otras presiones como desviar la ruta por otros senderos menos arduos o vender sus tierras a compañías extranjeras. “Ellos caminan cómodos en sus botas de agua y su traje blanco, sin una sola mancha mientras que los turistas que van de barro hasta arriba”, comenta divertido el guía Isidro.

Los arqueólogos solo descansan 15 días al año. “A medida que tenemos preguntas excavamos, no se trata de abrir todo”, comenta Montejo. En consonancia, Giraldo subraya: “Hemos intentado diseñar proyectos de investigación que sean lo más sensibles y sensatosposible con respecto a las creencias y percepciones que tienen la comunidad indígena acerca del sitio arqueológico”. Esta es la razón por la cual las tumbas no se pueden excavar. En relación al resto, Giraldo admite que “puede que en algunos casos la comunidad indígena se moleste”.

La Ciudad Perdida ha dejado de ser perdida, pero todavía es algo desconocida para la mayoría de viajeros y amantes de las aventuras. Si uno viaja a Colombia y se deja caer por el norte del país, sabe que tiene una excursión de cuatro días que no olvidará. Seguramente, esta experiencia se convierta en uno de los momentos más apasionantes del viaje. Uno empieza el recorrido con ganas de llegar al yacimiento, pero a la vuelta se da cuenta que, en este caso, y por cursi que suene: lo importante es el camino.

Fuente: agenciasinc.es | 4 de agosto de 2018

Un nuevo estudio establece una posible relación entre el aumento de sequías y el asesinato de emperadores romanos

El emperador Claudio se oculta de los pretorianos tras la muerte de Calígula, en una pintura de sir Lawrence Alma Tadema.

Durante los últimos dos meses, el mundo ha estado sofocado por temperaturas excepcionales. Los incendios forestales mortales han arrasado partes de los Estados Unidos y Grecia; Japón ha declarado que su ola de calor es un desastre natural; la sequía en Gran Bretaña ha llevado a la prohibición de usar mangueras y ha causado que los granjeros sacrifiquen su ganado por falta de materia prima. A medida que el planeta se calienta, las olas de calor globales y las sequías asociadas serán cada vez más comunes. La historia ofrece numerosos relatos de advertencia sobre los efectos que estas conmociones relacionadas con el clima pueden tener en la sociedad y la política.

Una de esas lecciones es cómo una fuerte sequía afectó a la estabilidad del imperio romano hace 1.500 años. En un nuevo artículo publicado en Economics Letters, Cornelius Christian (izquierda), de la Universidad de Brock (Canadá), identifica una fuerte asociación entre los patrones de lluvia y la duración en el poder de los emperadores romanos. Los académicos plantean la hipótesis de que una menor precipitación redujo el rendimiento de los cultivos, lo que provocó la escasez de alimentos y, finalmente, el hambre de los soldados estacionados en las fronteras del imperio. Como resultado, las tropas tenían más probabilidades de organizar motines y asesinar a su emperador.

En el artículo se combinan datos sobre asesinatos -unos 25 emperadores fueron asesinados, aproximadamente una quinta parte del total- con datos de precipitaciones recolectados en anillos de robles sensibles a la lluvia a través de la frontera romana en Francia y el este de Alemania. Los expertos encontraron que una disminución de la precipitación anual (una reducción del 20% de promedio) estaba asociada con un aumento del 0,11% de probabilidades de que un emperador fuera asesinado al año siguiente. Ser un líder romano era un trabajo muy peligroso, en general. El Imperio Romano, desde el 27 a.C., hasta el 476 d.C., tuvo un total de 82 emperadores, el 20 por ciento de los cuales fueron asesinados en un ataque de motivación política. La dinastía Gordiana, desde el 235 d.C., hasta el 285 d.C. fue particularmente tumultuosa: en el transcurso de 50 años, 14 de los 26 emperadores que gobernaron fueron asesinados durante ese período. Por supuesto, las tropas hambrientas no fueron la única causa de la desaparición de los emperadores. Este período también estuvo marcado por la peste, las invasiones y la depresión económica.


"Nuestra cadena de causalidad es la siguiente. Cuando hay menos lluvia, hay rendimientos de cosecha más bajos. Esto, a su vez, hace que las tropas de la frontera romana se mueran de hambre, lo que aumenta los riesgos de motines. Tal descontento de tropas puede, a su vez, conducir a asesinatos", dijo el autor del estudio Cornelius Christian, de la Universidad de Brock, a IFLScience. "Encontramos evidencia consistente con esto".

Puede resultar fácil descartar las lecciones de hace 1.500 años. La antigua Roma tenía poca capacidad para almacenar granos durante largos períodos o regar cultivos. Sin embargo, incluso hoy en día, los dictadores dependen de un ejército obediente para retener el poder. Y de manera más amplia, se ha establecido desde hace mucho tiempo que un clima adverso puede causar choques económicos que conducen a disturbios e incluso a una guerra civil. Por ejemplo, las sequías son ampliamente citadas como causa de la guerra civil en Sudán y del ascenso de Boko Haram en Nigeria. En 1.500 años, poco ha cambiado: los fenómenos meteorológicos extremos, causados ​​por el cambio climático o no, tienden a aumentar la inestabilidad política.

Fuentes: economist.com | iflscience.com | 1 de agosto de 2018