Inmigrantes de ojos azules transformaron el antiguo Israel hace 6.500 años

Estos osarios (contenedores para restos humanos) del Período Calcolítico fueron excavados en la cueva Peqi'in, en el norte de Israel. Crédito: Mariana Salzberger / Cortesía de la Autoridad de Antigüedades de Israel.

Colonos de piel clara y ojos azules habitaron el Levante hace unos 6.500 años, según un equipo internacional interdisciplinario de científicos. Un artículo publicado en la revista Nature Communications resuelve el misterio de cómo la cultura calcolítica llegó a Galilea: a través de la migración de la población.

Cuando analizaron los genomas de los huesos de 22 de los 600 esqueletos individuales descubiertos en una gran necrópolis cerca de Peki’in, en el norte del país, los científicos encontraron una mezcla genética bastante diferente a la de los colonos anteriores y sucesivos de la región.
Los hallazgos abordan argumentos de hace décadas sobre los orígenes de esta cultura distintiva del Calcolítico Tardío, "cuyos artefactos tienen pocos vínculos estilísticos con las culturas materiales anteriores o posteriores de la región", escriben los autores.

Cueva de Peki'in (Dra. Hila May)

"Las reliquias altamente artísticas han llevado a un extenso debate sobre los orígenes de las gentes que hicieron esta cultura material". ¿Ocurrió cuando las poblaciones locales adoptaron e implementaron prácticas encontradas en las culturas existentes en el norte o a través de la migración?
En el artículo, titulado "ADN antiguo procedente del Calcolítico en Israel revela el papel de la mezcla poblacional en la transformación cultural", los científicos concluyeron que la comunidad homogénea encontrada en la cueva de Peki'in podría ser la fuente de un ~ 57 % de la ascendencia de grupos relacionados con el Neolítico del Levante local, un ~ 26 % de grupos relacionados con las gentes del Neolítico de Anatolia, y un ~ 17 % de grupos relacionados con el Calcolítico de Irán.

El estudio fue dirigido por los investigadores de la Universidad de Tel Aviv, la Dra. Hila May y el profesor Israel Hershkovitz (izquierda), del Departamento de Anatomía y Antropología del Centro Dan David para la Evolución Humana e Investigación Biohistórica; la Dra. Dina Shalem, del Instituto de Arqueología de Galilea en el Kinneret College y miembro de la Autoridad de Antigüedades de Israel, la cual fue uno de los arqueólogos que excavaron originalmente la cueva en 1995; la estudiante graduada Éadaoin Harney y el profesor David Reich, ambos de la Universidad de Harvard.
"El análisis genético proporcionó una respuesta a la pregunta central que nos propusimos abordar", dijo David Reich (derecha).

“Se demostró que la gente de Peki’in tenía una ascendencia sustancial procedente del norte, similar a los que viven en Irán y Turquía, y que no estaba presente en los agricultores levantinos anteriores”, aduce.
La arqueóloga Dina Shalem dijo que la cueva natural de estalactitas, de 17 metros de largo y 5-8 metros de ancho, es única tanto por el número de individuos enterrados como por los “motivos excepcionales” -diseños geométricos y antropomórficos- representados en los restos de los osarios y jarrones que constienen restos esqueléticos.

"Algunos de los hallazgos en la cueva son típicos de la región, pero otros sugieren un intercambio cultural con regiones remotas. El estudio resuelve un largo debate sobre el origen de la cultura del pueblo calcolítico", dijo Shalem (izquierda). "¿El cambio cultural en la región fue consecuencia de las olas de migración; a la infiltración de ideas debido a las relaciones comerciales y / o al intercambio cultural; o a una invención local? Ahora sabemos que la respuesta es la migración".
Éadoin Harney, quien dirigió el análisis estadístico del estudio, añade: "También encontramos que la población de Peqi’in experimentó un cambio demográfico abrupto hace 6.000 años".

El periodo Calcolítico, también denominado Edad del Cobre, viene después del Neolítico y precede a la Edad del Bronce. Existen ya varios análisis de ADN para asentamientos de la Edad de Bronce en el Levante, incluida una publicación del verano pasado que muestra que el 93 % de los ancestros de los modernos libaneses proviene de los canaanitas. Ahora, el nuevo análisis del genoma procedente de la cueva de Peki’in llena un vacío de 3.000 años de análisis de ADN.

En 1961, un grupo de arqueólogos buscaba pergaminos del Mar Muerto. En su lugar, encontraron este sorprendente íbice doble y el resto del tesoro ahora conocido como la "Cueva del Tesoro". (Cortesía del Museo de Israel).

La investigación del ADN da una respuesta a las preguntas formuladas por los arqueólogos que han desenterrado restos de cobre y otras tecnologías metalúrgicas que no eran locales en Israel, sino más bien procedentes de Turquía. Descubierta en 1961, la Cueva del Tesoro, cerca de Ein Gedi, albergaba un tesoro de 429 objetos ocultos hace 6.500 años, algunos de los cuales fueron creados a partir del cobre el cual se cree que fue importado del este de Turquía o del Cáucaso. Del mismo modo, la cueva Ashalim del Neguev, encontrada en 2012, contenía un objeto principal creado por una tecnología foránea proveniente de Anatolia.

Objeto de plomo (procedente del área de Turquía) colocado encima de un eje de madera hallaldo en una cueva al sur de Beersheba. Una navaja al lado de la escena proporciona la escala. (Boaz Langford y Micka Ullman).

Con la conclusión del nuevo estudio de que aproximadamente la mitad del genoma del pueblo calcolítico indígena se deriva de las antiguas Turquía e Irán, parece que estos artefactos pueden haber llegado durante una migración y no fueron meramente productos secundarios de una ruta comercial como se sugería anteriormente.
UN HALLAZGO CASUAL DE GRAN IMPORTANCIA
La cueva de Peki’in, el sitio funerario más grande jamás identificado desde el período Calcolítico Tardío en el Levante, fue descubierta por casualidad en 1995 durante unas obras viales. Luego, un tractor causó el colapso de una parte del techo de la cueva, dejando al descubierto cientos de osarios y un sistema pavimentado de varias capas de plataformas funerarias.

Foto: Osario en cueva Peki'in / Crédito de la foto: Mariana Salzberger, cortesía de la Autoridad de Antigüedades de Israel.

En el artículo de Archaeology Odyssey publicado en 1998 sobre la excavación, los arqueólogos originales hipotetizaron que la cueva era un lugar de entierro importante y prestigioso, llamándolo "el centro de una rueda, con sus rayos irradiando en todas las direcciones".
Los arqueólogos vieron indicios de que los cuerpos fueron llevados a la cueva desde todas las direcciones para su depósito, desde el Valle del Jordán, los desiertos de Judea y Neguev, y la costa del Líbano. "Claramente, se hicieron grandes esfuerzos para transportar los restos óseos de los muertos a este reverenciado lugar", escriben.

"Sus objetos de culto y objetos funerarios exhiben estilos artísticos de diversas subculturas levantinas", que, según los arqueólogos, sugieren que la cueva sirvió como "un centro mortuorio regional, donde personas de toda la antigua Palestina convergieron para enterrar a sus muertos". Según el nuevo estudio, la datación por radiocarbono encuentra que la cueva estuvo en uso durante todo el Calcolítico Tardío (4.500-3.900 a.C.).

Lamentablemente, aunque la cueva en sí fue sellada durante unos 6.000 años, poco después de su cierre inicial los ladrones de tumbas entraron y causaron una destrucción masiva. Se supone que tomaron la mayoría de los objetos de metal que habrían sido enterrados con los muertos, ya que hay un número desproporcionadamente bajo en relación con otros sitios de la misma época.

Foto: Cálices del período Calcolítico excavados en la cueva Peki'in (Mariana Salzberger, cortesía de la Autoridad de Antigüedades de Israel).

A pesar de este vandalismo desenfrenado, la plétora de restos humanos preservados todavía podría utilizarse para llevar a cabo pruebas genéticas. Según el artículo, publicado en Nature Communications, en una instalación limpia de la Facultad de Medicina de Harvard, los científicos "obtuvieron polvo de huesos de 48 restos esqueléticos, de los cuales 37 eran huesos pétreos, conocidos por su excelente preservación del ADN".

Los datos extraídos de los restos esqueléticos de 22 individuos, "son de una calidad excepcional, dada la preservación típicamente deficiente del ADN en el cálido Cercano Oriente", escribieron los científicos.

Según Israel Hershkovitz, "El ADN humano se conservó en los huesos de las personas enterradas en la cueva de Pekí’in probablemente debido a las frías condiciones dentro de la cueva y a la corteza de piedra caliza que cubría los huesos".


Foto: Frasco de entierro decorado del período Calcolítico excavado en la cueva Peki'in (Mariana Salzberger, cortesía de la Autoridad de Antigüedades de Israel).

Como resultado, los investigadores pudieron hacer un análisis completo del genoma de 22 de los esqueletos. "Este estudio de 22 individuos es uno de los mayores estudios de ADN antiguos realizados desde un único sitio arqueológico, y es, con mucho, el más grande realizado en el Cercano Oriente", dijo el investigador de la Universidad de Tel Aviv.
Los científicos descubrieron, además, algunos rasgos genéticos recesivos que generalmente no se esperan en restos humanos del Levante. “Ciertas características, como las mutaciones genéticas que contribuyen al color azul de los ojos, no se vieron en los resultados de las pruebas de ADN de restos humanos levantinos anteriores", dijo Hila May (derecha).
La comunidad de ojos claros y piel clara no continuó, pero al menos ahora los investigadores tienen una idea de por qué. “Estos hallazgos sugieren que el desarrollo y caída de la cultura calcolítica probablemente se deba a los cambios demográficos ocurridos en la región", afirma May.

Fuentes: enlacejudio.com | livescience.com | 20 de agosto de 2018

Los primeros granjeros también tuvieron que adaptarse al cambio climático hace 8.000 años

Cerámica encontrada en el asentamiento de Çatalhöyük (Turquía). ÇATALHÖYÜK RESEARCH PROJECT

Si algo caracteriza al hombre es su capacidad de adaptación, desde los primeros pasos evolutivos hacia el humano moderno -como el bipedismo que comenzó hace unos cuatro millones de años- hasta los avances creados con nuestras propias manos, de las herramientas de hueso a los smartphones. Sin embargo, la gran revolución que transformó por completo la forma de vivir de los Homo sapiens fue la agricultura, que apareció tras el aumento de la temperatura global durante el Holoceno o período posglacial.

Fue entonces cuando una precoz agricultura surgió en la ciudad neolítica y calcolítica de Çatalhöyük (que existió entre los años 7.500 y 5.700 a.C.), situada al sur de Anatolia (Turquía). Gracias a un canal del río Çaramba, que fluía antiguamente entre los dos montículos de arcilla que forman el yacimiento, la tierra sobre la que se establecía la ciudad era fértil para el cultivo.

El yacimiento de Çatalhöyük en Turquía. FIRDES SAYILAN / SHUTTERSTOCK.COM

Durante esta época templada de bonanza ocurrió un evento que pilló desprevenidos a estos primeros granjeros. Hace aproximadamente 8.200 años, un enorme glaciar situado al norte de Canadá se fusionó con el mar, vertiendo una enorme cantidad de agua dulce y fría al Atlántico Norte. Este evento desencadenó un cambio en la dinámica de las corrientes oceánicas, cuyo resultado fue un descenso generalizado de las temperaturas que duró alrededor de 160 años.

De este acontecimiento hay vestigios en los anillos de crecimiento de los árboles y en algunos depósitos minerales, pero se desconocía cómo afectó a los primeros agricultores y ganaderos, hasta ahora. En un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), un equipo de diez arqueólogos y arquezoólogos de la Universidad de Bristol, Reino Unido, han centrado sus investigaciones en la ciudad de Çatalhöyük. Los pobladores de este asentamiento tuvieron que cambiar su dieta para adaptarse a este cambio climático repentino.

No sólo descendieron las temperaturas en el momento en el que estos primeros granjeros estaban dispersándose desde Anatolia hacia Europa, Egipto y Oriente Medio. Los investigadores hallaron pruebas de un descenso extremo de las precipitaciones, gracias al análisis de la grasa de los animales que formaban parte de la dieta de los pobladores de la ciudad, presente en las cazuelas de cerámica. "Los pastores de la ciudad cambiaron el ganado vacuno por ovejas y cabras, animales más resistentes a la sequía", explica Mélanie Roffet-Salque (izquierda), directora del estudio.

Grasa conservada en cerámica

Los investigadores analizaron el ratio de isótopos de hidrógeno atrapados en las moléculas de grasa extraídas de la cerámica. La proporción entre el deuterio y el hidrógeno muestra un cambio repentino en el nivel de precipitaciones en la ciudad Çatalhöyük durante el período analizado. Normalmente, los cambios en los patrones de precipitaciones se obtienen de sedimentos en lagos y océanos, siendo "esta es la primera vez que se extrae de recipientes para cocinar", explica Roffet-Salque.
"Los granjeros tuvieron que adaptarse a temperaturas más frías y veranos más secos que tuvieron un impacto en la agricultura", explican los investigadores. Estos no sólo cambiaron su alimentación, también transformaron sus hogares, pasando de viviendas comunales a casas familiares. En total, los 13.000 restos de cerámica encontrados, junto a varias herramientas y huesos, convierten a este asentamiento en un tesoro del Neolítico y de la Edad del Cobre. Y justo, en los huesos hallados, aún se aprecian las marcas realizadas por los pobladores de la ciudad, ayudando a reconstruir la increíble capacidad de adaptación del ser humano desde la prehistoria.

Fuentes: elmundo.es | sciencemag.org | 20 de agosto de 2018

Descubren una antigua calzada romana en el castro de Antrialgo (Piloña, Asturias)

Adrián Piñán trabaja en la calzada ante la mirada de Juan Ramón Muñiz y José Antonio Longo. / E. C.

Las primeras excavaciones en el entorno del castro de Antrialgo, en el concejo de Piloña, Asturias, han dejado a los investigadores «sorprendidos e ilusionados» por los tesoros arqueológicos que se podrían descubrir en los próximos días y en futuras campañas. Si en los últimos años existía la esperanza de que este rincón de la parroquia de Villamayor se desvelase como una zona de relevancia arqueológica, han bastado unos pocos días para confirmar estas sospechas. Sospechas que algunos investigadores, y el mismo colectivo etnográfico Belenos, habían recogido en sus publicaciones.
El responsable del equipo de investigación, Juan Ramón Muñiz, ha constatado la presencia de una calzada romana que rodea el emplazamiento castreño. Ayer precisamente se afanaban en limpiar y sacar a la luz esta antiquísima vía de comunicación oculta por la maleza y la tierra. La calzada rodeaba el asentamiento y conducía a la entrada del mismo. Precisamente en esta zona es donde ayer se trabajaba con más dedicación.

Con la aparición de este tramo de calzada parece confirmarse que el asentamiento se remontaría, al menos, a la época de la ocupación romana y, con probabilidad, su uso se prolongaría hasta la Edad Media. La datación y cronología del yacimiento resulta fundamental para los investigadores. Como ocurre con estas antiguas poblaciones, la zona estaba rodeada por muros de contención y se cree que pudo existir una gran empalizada de madera sobre ellos.

Foto: Enclave donde se sitúa el castro de Antrialgo, en el concejo de Piloña. / E. C.

Otro aspecto que el equipo de investigación destacaba ayer es la «gran extensión» que tiene este asentamiento, ocupando una gran parte de esta zona elevada que se sitúa entre Antrialgo y La Goleta. Su longitud posiblemente alcance cientos de metros, algo muy poco usual entre los castros estudiados en otras zonas de Asturias.

Uno de los miembros del equipo, el historiador José Antonio Longo Marina, destacó la ubicación del castro, «también muy habitual, buscando terrenos elevados, pero en este caso vemos que la situación es realmente privilegiada, con un amplio campo de visión sobre toda la zona del valle del Piloña». El muro de contención prácticamente cuelga sobre una pared natural con una gran caída sobre el río Piloña, lo que constituye «una auténtica defensa natural para un emplazamiento como éste», agregó.

Con estos primeros datos que los investigadores documentan, Juan Ramón Muñiz considera que no hay muchas dudas de que el castro «debe ser incluido en la carta arqueológica e inventariado». El arqueólogo ya ha comunicado la importancia del castro a la Consejería de Cultura y se espera que la próxima semana los técnicos autonómicos también visiten el yacimiento.

En busca de una cabaña

En los próximos días los trabajos se encaminarán a tratar de localizar restos de alguna construcción. En este caso, apuntan, «sería realmente extraordinario localizar indicios de una antigua cabaña». El hallazgo de restos de vajillas también ofrecería datos muy valiosos para conocer la forma de vida de sus ocupantes.

La investigación castreña se encontraba poco desarrollada en el Oriente de Asturias. Sin embargo, estos primeros estudios en Antrialgo apuntan a que merece la pena apostar por la recuperación de este patrimonio cultural en la zona. Longo Marina se mostraba muy satisfecho de que un yacimiento como éste incremente aún más el bagaje arqueológico del concejo.

Está previsto que la campaña se alargue hasta el próximo jueves. En estos días se apurará todo lo posible por tratar de obtener el mayor número de datos posible, aunque el equipo considera que harán falta nuevos estudios y futuras campañas. Ahora bien, el objetivo principal de este primer estudio de delimitación, documentación e inclusión en la carta arqueológica, parece más que encaminado.

Fuente: elcomercio.es | 23 de agosto de 2018

Avanza la restauración del elefante de la necrópolis de Carmona (Sevilla), sobre el que hay "sospechas de su originalidad"

El director del Conjunto Arqueológico de Carmona, José Ildefonso Ruiz, ha transmitido al delegado de que la escultura muestra una evidente disgregación de los morteros usados para adherir las patas delanteras y completar las traseras, cuya sustitución se realizará en esta intervención, "y de cuya originalidad hay sospechas fundadas", según ha informado en un comunicado la Delegación de Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla.

Dichas sospechas provienen de que la escultura carecía de las extremidades en el momento de su descubrimiento, lo que por otra parte, recalca el director, ha demostrado el informe de la excavación firmado por Manuel Fernández López en 1905, donde se advierte de la localización de la escultura en el pozo de la tumba, pero nada refiere a que se encontraran fragmentos de las mismas.
Además, sobre el criterio que han adoptado los técnicos del Conjunto Arqueológico de Carmona en esta restauración, el delegado de Cultura ha coincidido en que consiste en intervenir lo menos posible en la escultura, y mantener los fragmentos actualmente usados como patas porque forman parte de la imagen historiográfica de la pieza, de manera que la intervención se centrará exclusivamente en resanar los morteros que han perdido la capacidad de adherencia y sustituirlos por otros con igual proporción de cal y arena.


Una vez que hayan concluido los trabajos de restauración, la escultura del elefante volverá al mismo emplazamiento de la sala de exposiciones del conjunto arqueológico. La escultura fue hallada por los arqueólogos Juan Fernández López y Jorge Bonsor en las excavaciones que llevaban a cabo en 1886, durante la exploración del pozo de uno de los monumentos funerarios más relevantes de la Necrópolis romana de Carmona, y del que posteriormente recibió su nombre.

Fueron estos dos arqueólogos quienes la colocaron en el podio existente en el nicho o 'loculus' que flanquea el pasillo de acceso a la cámara principal de la tumba, que contiene una estancia con 'triclinio' o lecho en el que recostarse para el desarrollo de banquetes funerarios. Allí estuvo ubicada la escultura hasta el año 2003, fecha de la que data la última intervención de mantenimiento y su traslado al Museo del Conjunto Arqueológico de Carmona, para formar parte de su colección. Para ello fue necesario desmembrar las patas del 'proboscídeo' para su traslado y recolocación mediante un nuevo mortero de cal y arena sobre una montura que la beneficia de una mayor estabilidad y le facilita una mejor exhibición al público.

Transcurridos quince años, resultaba necesario emprender nuevos trabajos de conservación, por lo que a requerimiento de la dirección del Conjunto Arqueológico de Carmona, la Comisión Provincial de Patrimonio aprobó la restauración de la escultura del elefante el pasado 4 de julio, y ahora el delegado territorial de Cultura, Turismo y Deporte, José Manuel Girela, ha realizado una visita al conjunto monumental para interesarse por el estado actual de los trabajos de restauración.

Fuente: 20minutos.es | 21 de agosto de 2018

El Abric Romaní se adentra en la reconstrucción de la vida de los neandertales de hace 60.000 años

Arqueólogos y estudiantes trabajando en el Abric Romaní (Mar Martí / ACN)

Una cuarentena de estudiantes e investigadores de diferentes universidades de todo el mundo están trabajando intensamente en la 36.ª campaña de excavaciones en el Abric Romaní de Capellades (Anoia, Barcelona) con el objetivo de averiguar cómo vivían las comunidades de neandertales hace 60.000 años.

Los investigadores esperan encontrar restos de animales –sobre todo de ciervo y caballo-, hogares y herramientas de piedra y de madera. En los 109 años de historia de excavaciones en el Abric Romaní no se han encontrado nunca restos de neandertales y Carbonell ve muy difícil que eso pase, ya que el yacimiento de Capellades se usaba por la vida doméstica y no como lugar de entierro.
El Abric Romaní es una gruta que se abre dentro del riscal del Capelló, en Capellades, a la comarca de la Anoia (Barcelona). Se trata de un yacimiento arqueológico del paleolítico que se encuentra en proceso de excavación en varias campañas dirigidas por el arqueólogo y exdirector del Instituto Català de Paleoecologia Humana y Evolución Social (IPHES), Eudald Carbonell.

El arqueólogo Eudald Carbonell junto a otro investigador perforando el nivel R (Mar Martí / ACN)

En la campaña de verano de este 2018, que finaliza el 31 de agosto, los arqueólogos han empezado un nuevo nivel de excavación, el R, de hace unos 60.000 años de antigüedad. El objetivo de los investigadores es seguir profundizando en el conocimiento de los asentamientos neandertales y de cómo eran sus modelos de conducta.

De hecho, en una entrevista a la agencia ACN, Eudald Carbonell ha relatado que “Los niveles de hace 60.000 años son muy interesantes, ya que permiten conocer como en ningún otro lugar del mundo como vivían los neandertales”. “Hemos encontrado muchos hogares, herramientas y restos de animales, de manera que nos permite describir cómo vivían los clanes de neandertales en esta zona hace entre 40.000 y 70.000 años”, ha detallado Carbonell.

Excavaciones en el Abric Romaní de Capellades (Mar Martí / ACN)

El codirector de las excavaciones ha explicado que desde hace unos años en Capellades se encuentra información “repetida” a los diferentes niveles, pero eso hace que “A nivel mundial los datos que recogemos sean muy potentes porque aquello que no podemos contrastar un año lo podemos hacer el año siguiente”. “El Abric Romaní permite documentar con exactitud cómo eran los grupos que ocupaban estos espacios -normalmente de entre 6 y 12 personas-, donde dormían, cuáles eran sus hábitos, como hacían el fuego, entre otros”, ha especificado Carbonell.

La mandíbula de un ciervo encontrada en el Abric Romaní (Mar Martí / ACN)

Aunque la campaña de excavaciones de este año se inició a principios de agosto, hasta ahora las tareas que han hecho los arqueólogos se han centrado a limpiar todos los sedimentos del nivel R, que, según Carbonell, son estériles. De hecho, la excavación del nivel R se podría alargar durante dos o tres años. Carbonell, sin embargo, ha dicho que en este nuevo nivel esperan encontrar restos de animales -sobre todo ciervos y caballos-, así como también hogares y herramientas de piedra y de madera. Carbonell ha explicado que el Abric Romaní es especialmente prolífico en las herramientas de madera, que por las características del yacimiento se conservan en muy buenas condiciones.

Sin restos de neandertales

A pesar de la larga historia en la excavación del Abric, hasta ahora los investigadores no han encontrado nunca restos de neandertal. Uno de los argumentos que explica este hecho es que en los campamentos de estas características los neandertales no enterraban a sus muertos. Aunque lo ve “muy poco probable”, Carbonell no descarta que en un posterior nivel de excavación los neandertales “abandonen la ocupación doméstica y hagan algún tipo de entierro”.
Ahora mismo las excavaciones en el Abric Romaní se encuentran a los 12 metros de profundidad y, según varios sondeos que se han hecho, todavía hay 40 metros más para excavar. Eso hace, según Carbonell, que los expertos todavía puedan trabajar en este yacimiento “un centenar de años más si hay interés”.


Uno de los investigadores limpia restos de animales localizados en el Abric Romaní de Capellades (Mar Martí / ACN)

El Museo del Neandertal, el gran reto pendiente

Uno de los grandes retos pendientes del equipo de investigadores que dirige Eudald Carbonell es hacer realidad el Museo del Neandertal. De hecho, hace más de siete años que se empezaron a dar los primeros pasos para construir el Museo del Neandertal en Capellades, pero la crisis económica frenó el proyecto y lo dejó en un cajón. Con el tiempo, el proyecto del museo se ha ido reformulando y la idea de que actualmente tiene Eudald Carbonell en la cabeza es la de dedicarlo a la alimentación neandertal. A pesar de tener definido el proyecto, Carbonell ha lamentado que no se haya hecho todavía realidad. De hecho, a estas alturas el proyecto no tiene fecha ni presupuesto asignado.

Fuente: lavanguardia.com | 22 de agosto de 2018

Descubren una inscripción funeraria en bronce única en Hispania en Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz)

Foto: El consejero de Cultura, con personal del conjunto arqueológico de Baelo Claudia, junto a los últimos hallazgos.


Junia Rufina fue una mujer muy poderosa. No necesitó ser madre o mujer de ningún romano. Fue por méritos propios. Su espectacular tumba en el yacimiento de Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz) solo habla de ella. En honor a esta noble romana se levantó un excepcional mausoleo con inscripciones de bronce y los mejores mármoles. Debió impactar al que lo viese en pie, allá por el II siglo de nuestra era, y 1.800 años después vuelve a sobrecoger. Si Junia quiso dejar clara su importancia, lo consiguió con creces. Su sepulcro se ha convertido ahora en uno de los hallazgos más sobresalientes de la Hispania romana por ser la única tumba dedicada a una mujer por sí misma y por conservar la inscripciones original en bronce con la que fue concebida.

El singular descubrimiento se produjo el pasado 4 de junio, en el transcurso de unas excavaciones en la necrópolis de Baelo Claudia (ciudad romana desde el siglo II a.C.), y ha sido presentado la mañana de este viernes. “Es espectacular, un hallazgo excepcional”, reconoce Fernando Prados (izquierda), director del proyecto investigador y profesor de Arqueología de la Universidad de Alicante. “Es una prueba del poder femenino en la época”, tal y como ha resumido el consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Miguel Ángel Vázquez, en la presentación. El propio estado de conservación de la inscripción de bronce la convierte en un hallazgo romano inédito en España.

La tumba de Junia Rufina se encontraba en el punto más cercano a la puerta de la ciudad, un lugar reservado para el enterramiento de las personas más destacadas. Allí mismo apareció hace dos décadas una importante escultura femenina togada desconocida que no conservaba la cabeza y que hoy se expone en el museo del Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia (derecha), tal y como reconoce Iván García, arqueólogo del espacio. Los investigadores -integrados también por las universidades de Granada, Murcia y Madrid- albergaban esperanzas de encontrar algo destacado, pero el hallazgo ha superado sus expectativas.

Ahora han podido poner nombre a esa escultura aparecida hace 20 años. “Ha sido una sorpresa. La tumba más cercana a la puerta, la más grande e importante y de una mujer”, añade Prados. No es la primera vez que en España aparece un enterramiento romano dedicado a al sexo femenino, pero en esta ocasión ha sido distinto. “Normalmente, hacen referencia a que era mujer o madre de alguien, en este caso no. Era una mujer importante por sí misma”, detalla el profesor de Arqueología. García añade: “Es el primer monumento en Hispania cuya promotora es una mujer y con este tamaño”.
“Para los dioses Manes de Junia Rufina, hija de Marco”, reza en la lápida, encontrada con letras de bronce engastadas y siguiendo la pauta habitual de las inscripciones funerarias romanas. Y precisamente la conservación de estos caracteres es otra de las causas de la excepcionalidad del hallazgo. El uso del metal para la realización de las inscripciones era común en tiempos romanos.

Sin embargo, no es nada usual que esta técnica llegue intacta hasta nuestros días. “No hay ninguna pieza en la que tengamos un epígrafe con letras de bronce completo. La gente los solía expoliar. Normalmente se conserva solo la huella, pero en este caso no, está completo. Entre letra y letra se conservan hasta las interpunciones (caracteres a modo de puntos que se insertaban entre algunas letras)”, explica Prados en referencia a un hallazgo único en la antigua Hispania hasta ahora.


El motivo de este extraordinario estado de conservación radica en un hecho catastrófico que destruyó la ciudad de Baelo Claudia en torno al siglo IV de nuestra era. “Un terremoto dejó todo sepultado, como una pequeña Pompeya, y se quedó así hasta hoy. Es una suerte, la gente solía expoliar en tiempos de necesidad”, reconoce el director de la investigación. El temblor hizo que la losa con la inscripción cayese bocabajo sobre el pavimento de la necrópolis. Los arqueólogos han localizado incluso monedas del 340 d.C. que, al caer, quedaron atrapadas entre el suelo y la inscripción.
En las excavaciones han aparecido más piezas que muestran la grandiosidad del monumento funerario. Además de la inscripción en bronce y la escultura ya localizada anteriormente, los arqueólogos han localizado piezas de mármol de importadas. “Se trata de un conjunto de gran monumentalidad, donde han aparecido columnas y capiteles corintios y otros elementos decorativos de un sepulcro que refleja el esplendor y la brillantez artística de esta ciudad hispanorromana”, explica el consejero.

Vista de las ruinas del templo romano Baelo Claudia, a orillas del Estrecho de Gibraltar (Wikimedia / Dominik Ulmer)


El valor del hallazgo, que incluye restos óseos, radica también en las posibles vías de investigación que se abren para resolver la incógnita de quién fue Julia Rufina y por qué llegó a ser tan importante. De momento, los arqueólogos tienen una hipótesis, a partir del nombre de la mujer. “Junia hace referencia a una importante diosa romana. De hecho, la escultura es un cuerpo en serie de esta diosa”, explica Prados. El apellido da más pistas, como abunda el arqueólogo: “Sabemos que es hija de un tal Marco y que Rufina es uno de los apellidos clásicos que las familias nobles de Cádiz usaron después de la conquista romana”. A partir de ahí, poco más se sabe de esta enigmática mujer.

Fuente: elpais.com | 24 de agosto de 2018