«Viaje al interior de las momias» del Museo Arqueológico Nacional

Presentación del libro «Viaje al interior de las momias». / EP

El Museo Arqueológico Nacional (MAN) y el Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid han presentado esta tarde (ayer) el libro «Viaje al interior de las momias», un volumen que condensa una investigación pionera llevada a cabo con TAC y que Regis Francisco López llevó al documental «La momia dorada».

La investigación y ese documental se completa ahora con «Viaje al interior de las momias. Autopsia virtual a momias milenarias», un libro editado por Amat sobre la investigación conjunta del Servicio de Diagnóstico por la Imagen del Hospital Universitario Quirónsalud y el MAN.

«La presentación de este libro supone la culminación de una aventura, de una investigación que empezamos hace dos años para estudiar las momias que tiene este Museo, el MAN, a través de una tecnología muy nueva, muy moderna, a través de un TAC de última generación», ha explicado el jefe del servicio del Hospital, Vicente Martínez de la Vega.

Gracias a un convenio entre el Hospital y el MAN «se pudo trasladar a las momias y estudiarlas»: «Inicialmente lo que queríamos era conocer más detalles sobre las momias sin desvendarlas, es decir, conocer el tipo de momificación que tenían. Había momias egipcias y una guanche», añade Martínez de la Vega.
El proceso ha permitido, por primera vez en la historia, y gracias a la realización de una tomografía computarizada, someter a cuatro momias de este museo nacional a una técnica pionera.
«Sabemos que la momificación es completamente diferente, y queríamos conocer algunos detalles sobre datos antropométricos, su sexo, su edad aproximada, si podíamos descubrir alguna causa de muerte en alguna de las momias... En fin, conocer ese tipo de detalles», subraya el doctor.

Una investigación con sorpresas

Asegura que hubo «muchas sorpresas» durante la investigación. «La más importante es que una de las momias, sabíamos que era muy especial, tenía unos cartonajes y estaba momificada con mucho cuidado. Descubrimos, ya lo indicaban los cartonajes, que era probablemente un médico importante, del faraón», resalta.

«Durante la investigación -continúa- descubrimos que entre los vendajes existían amuletos, adornos, que fueron interpretados gracias al trabajo del equipo investigador y la resolución de este escáner. Todos esos detalles de interpretación concluyeron que efectivamente se trataba de un médico muy importante«.

En total, se descubrieron 25 piezas ocultas bajo las vendas de una de las momias que se identificó como Nespamedu, médico del faraón. Los ornamentos son 9 adornos (diadema, collar, brazaletes, pulseras, y sandalias) y 16 amuletos, que representan entre otros a los hijos de Horus y al dios Thot.
Además, el estudio de la momia canaria, una de las mejor conservadas de la cultura guanche, demostró que mantiene todos sus órganos y fue sometida a un cuidadoso proceso de momificación.
Martínez de la Vega relata que fue la radióloga Silvia Badillo quien propuso esta investigación con el MAN y que «hubo mucho interés mutuo en realizar este estudio».

«Apareció también Story Producciones que nos propuso filmar todo el proceso de investigación y se hizo el famoso documental 'La momia dorada', un documental espectacular», recuerda el doctor.

«Hacer algo en formato expositivo en 3D»

El director del Museo, Andrés Carretero, ha elogiado estos «años de trabajo», que se remontan a 2016, y «sus grandes resultados», y ha asegurado en la presentación del libro que esperan poder continuar la senda de la investigación y «hacer algo en formato expositivo en 3D».
Los resultados, tal y como señala el libro, han permitido conocer algunos de los secretos milenarios que se escondían bajo las vendas y constatar que cada momificación tenía sus peculiaridades, a la vez que se ha obtenido informaciones precisas e individuales sobre sus estatus sociales, los alimentos que ingerían o las enfermedades que padecieron.

Han acompañado a Martínez de la Vega y Carreteros en la presentación, por parte del Hospital, la doctora Badillo y Javier Carrascoso Arranz, y, por parte del MAN, Teresa Gómez Espinosa y Esther Pons Mellado.

Fuente: burgosconecta.es | 1 de febrero de 2019

Arqueólogos de la Universidad de Haifa (Israel) descubren un misterioso “Código Triangular” de hace 6.500 años

Fragmentos de vasijas de basalto del periodo Calcolítico decorados con triángulos.

Misteriosas marcas triangulares en cientos de recipientes de basalto de 6.500 años de antigüedad conforman un fascinante 'Código Da Vinci' de la Edad de Piedra. Hace un par de años, mientras se encontraba sobre su microscopio en la Universidad de Haifa, la estudiante graduada Rikva Chasan comenzó a notar en los bordes interiores de innumerables cuencos de piedra una gran cantidad de triángulos pequeños no documentados previamente y metódicamente incisos.
Chasan está trabajando como parte de un proyecto interdisciplinario internacional plurianual llevado a cabo por el laboratorio de la Universidad de Haifa para investigar las herramientas de piedra molida, y en el que se quiere rastrear la procedencia de recipientes de basalto en el antiguo Levante, a fin de mostrar los cambios socioeconómicos observados en el período Calcolítico alrededor de 4.500 AEC – 3.900 AEC.

Según el profesor Danny Rosenberg, jefe del laboratorio de investigación de herramientas de piedra en el Instituto Zinman de Arqueología de la Universidad de Haifa, la exploración sobre la procedencia de los recipientes de basalto permitirá al equipo internacional reconstruir antiguas rutas comerciales en el antiguo Levante y encontrar canteras y centros de producción.
Pero al analizar el “Código del Triángulo”, tal como la oficina de prensa de la Universidad lo llama, parece que los investigadores han descubierto algo más existencial.
Ejemplo del "código triangular" unificado calcolítico. (Equipo de excavación de la Universidad de Haifa)

“Las vasijas de basalto son como una lente, un punto de vista con2 el que podemos entender una imagen más amplia del período Calcolítico, dice Chasan a The Times of Israel. Es una época de transición, entre la tecnología puramente de piedra y la metalurgia de cobre temprana, y los recipientes que se estudian han sido hallados en las excavaciones que la Autoridad de Antigüedades de Israel ha llevado a cabo en una franja relativamente amplia, desde el Negev hasta el Golán.
Chasan postula que las decoraciones, claramente coordinadas, representan el inicio de una especialización artesana que atravesó zonas regionales. Es una muestra de una cooperación cultural de amplio alcance durante lo que se considera sería una pequeña sociedad a nivel de jefatura, y en la que las personas eran principalmente agricultores y pastores primitivos.

“Las vasijas de basalto vinculan… y unían a las diferentes comunidades”, dice Chasan. Las decoraciones, consistentemente similares, proporcionan evidencia de “un valor compartido entre comunidades, las cuales habrían estado muy aisladas unas de otras".

Chasan, quien creció en Nueva Jersey y se mudó a Israel hace 3,5 años para estudiar en una escuela de posgrado, estudió las vasijas de piedra de basalto de hace 6.500 años para su tesis de doctorado. Al comparar ejemplos de diferentes yacimientos, se dio cuenta de que, independientemente de dónde se encontraran en el Israel prehistórico, los tazones decorados uniformemente se grababan con pequeños triángulos que apuntan hacia abajo.


A partir de la década de 1930, los investigadores anteriores habían observado decoraciones en recipientes de basalto encontrados en cientos de yacimientos del antiguo Levante: Israel, Jordania, Líbano y Siria. Pero no la forma de los mismos.

Rivka Chasan, estudiante de doctorado de la Universidad de Haifa, realizando excavaciones en Tel Tsaf en 2017.

Según Rosenberg, los triángulos apuntan a una “estructura simbólica altamente social” que, siguiendo los lineamientos de la ley judía, establecía conductas de la gente de tiempos calcolíticos.
“Al igual que en el judaísmo, tenían reglas y convenciones que debían seguir en términos simbólicos”, dice. Obviamente, los artesanos podrían haber representado otros símbolos y formas, pero no lo hicieron. “Todos son del mismo tamaño, mirando hacia abajo, casi siempre en el interior. Había reglas, y no eran solo reglas estéticas. Para qué servían, todavía no lo sabemos”.

Lo que sabemos

Hay varios puntos de vista que se pueden sacar de estos recipientes uniformemente decorados: a través del análisis de residuos se ve que hubo un uso claro de los mismos y que no fueron solo usados para su exhibición, comenta Chasan.

A diferencia de las vasijas de sílex, las vasijas de basalto no se fabricaban en granjas-taller, sino en lugares centrales de fabricación. Los recipientes eran luego transportados a distintos asentamientos, dada la escasez de restos de producción hallados en las excavaciones de las viviendas, dice Rosemberg.

En Israel, la piedra de color negro se encuentra principalmente en el valle de Jezreel, en el Golán y en Galilea. Dada la evidencia observada en docenas de excavaciones, los recipientes eran transportados hasta cientos de kilómetros, a pesar de que las vasijas pesadas ​​de varios kilos habrían sido transportados por humanos a pie.
Según Rosenberg, los animales aún no habían entrado en escena para realizar el transporte. En un lugar de Beer Sheba se desenterraron 10 vasijas de basalto intactas, que es el depósito más grande de la zona, afirma Chasan. Ella sugiere que tal vez parte del transporte se realizaba a través de vías fluviales, pero afirmó que todavía no hay evidencias de ello.

El profesor Danny Rosenberg, de la Universidad de Haifa, sosteniendo un recipiente de arcilla de 7.200 años de antigüedad hallado en Tel Tsaf, en el valle del Jordán. (Universidad de Haifa).

Las vasijas de basalto eran un artículo caro: su proceso de fabricación requería mucha mano de obra, y, aparte de tener que obtener el material, luego había que moldearlo cuidadosamente con herramientas de piedra, proceso durante el cual podía romperse fácilmente, informa Rosenberg.
“No todas las herramientas de pedernal puede producirlos… Un golpe equivocado y se acabó”, advierte Rosenberg. "Los artesanos que crearon los recipientes invertían tiempo y esfuerzo. Y eso antes de añadir los triángulos decorativos”.

Los pequeños triángulos se tallaban de modo constante a una profundidad de aproximadamente un milímetro y luego se suavizaban.

“Normalmente, tienes un buen triángulo calcolítico en forma de V, y dentro de él hay escotillas que generalmente forman un ángulo desde la parte superior derecha a la inferior izquierda. El número de escotillas en el interior es variable, con un promedio de diez”, dice Chasan.
Chasan intentó replicar el proceso de hacer una forma triangular similar en una piedra de basalto pre-alisada y descubrió que su realización tomaba aproximadamente unos seis minutos. “No es el triángulo más hermoso que se haya visto nunca”, se rie, “Pero si consideras a los artesanos más habilidosos, realizar las decoraciones triangulares les habría llevado unas cuantas horas de trabajo. Para el recipiente en sí, sería un trabajo de varios días”, lo que podría involucrar a varias personas.
Ejemplos del “Código triangular” unificado calcolítico. (Equipo de excavación de la Universidad de Haifa).

Para Chasan, un área de exploración es la razón por la cual estos pueblos prehistóricos fabricarían vasijas de piedra tan laboriosas, cuando también se usaba cerámica durante este tiempo y es mucho menos difícil trabajar. “Es un proceso mucho más rápido, tenemos arcilla en casi todas partes, y se puede simplificar: una persona puede, en teoría, hacer el recipiente de principio a fin”, comenta.
Debido a que los recipientes de piedra continuaron produciéndose, incluso después de que otros tipos de tecnología podían haberlos dejado obsoletos, “tiene que haber un elemento de tradición”, dice. “Incluso cuando no los necesitaban, continúan haciéndolos, tal vez porque los antepasados ​​de alguien los hacían”, postuló.

Al otro lado del antiguo Levante se descubrieron estos cuencos, a menudo junto con otros materiales preciosos como el marfil de hipopótamos o elefantes (que en este momento no eran nativos en la región) y artefactos de cobre.

¿Qué significan los triángulos?

El significado simbólico de los triángulos se ha teorizado en muchas culturas, dice Chasan. “Cuando la gente ve triángulos, son muy rápidos en ver en ello la fertilidad”, se rie, pues la vagina a menudo está representada por esta forma.

Otras sugerencias incluyen que sería un símbolo del grupo, un sello o una marca del fabricante. Pero en cada cultura, dijo, la forma tiene su propio significado y no hay una teoría que pueda promoverse en particular.

La estudiante de doctorado de la Universidad de Haifa, Rivka Chasan, frente a un microscopio en el laboratorio el 30 de enero de 2019.


“Cuando comencé a trabajar como doctoranda, me interesaba observar la estandarización y la variación regional a fin de analizar la diferencia de identidad de los grupos sociales. Pero no hay tanta variación en los triángulos cuando miramos todo el espectro. La gente de Tel Aviv y el área de Beer Sheba tienen vasijas que hablan exactamente el mismo idioma”, afirma. “Estaban usando decoraciones totalmente iguales”.

Para Chasan, la mera existencia de los triángulos tiene un significado al lado de su importancia simbólica.

“El hecho de que las personas estuvieran haciendo el esfuerzo de hacer esta decoración cuando la misma no es utilitaria, funcional, habla del hecho de que la decoración en sí cumplía alguna función para ellos”, añade.

Foto: Vista al microscopio de los grabados realizados en las vosijas.

En una época prehistórica, en la que no había escritura, tal vez las escotillas diagonales dentro de los triángulos, cuyo número variaba de pieza en pieza, tenían algún tipo de significado o estaban destinadas a registrar eventos específicos, aduce
“Para mí, los triángulos tienen que haber representado algo. No es como ahora, en que la gente pierde el tiempo en nada. No había 'Facebook', no estaban frente a un ordenador todo el día. Eran personas ocupadas en la agricultura. Por tanto, tenían que decirles algo los mismos”, dijo.

Dado que las formas estandarizadas se encontraron desde el Negev hacia el norte, está claro, dice Rosenberg, que los asentamientos querían “ser parte de un mundo simbólico general… parte del mismo grupo global”.

Sin embargo,Rosenberg lo dice sin rodeos: “No tenemos ni idea de por qué eligieron producir triángulos y líneas diagonales. No hay ninguna pista clara”.

La investigación de la Universidad de Haifa de los triángulos se publicará en una próxima edición de la revista académica The Bulletin of the American Schools of Oriental Research.

Fuente: israelnoticias.com | 1 de febrero de 2019

Finalmente se ha podido datar al 'Mongolanthropus', el humano moderno más antiguo encontrado en Mongolia

Calota craneal del homínido denominado 'Mongolanthropus'. © Instituto de Historia y Arqueología y Academia de Ciencias (Mongolia)


Un antiguo cráneo humano encontrado en Mongolia, y que ha sido objeto de controversia durante años, ha sido por fin datado y analizado genéticamente: sus resultados demuestran que es el humano moderno más antiguo encontrado en la región, según una nueva investigación de la Universidad de Oxford (Reino Unido).

El estudio, publicado en Nature Communications, utilizó la datación por radiocarbono y el análisis de ADN y reveló que el único fósil de hominina del Pleistoceno descubierto en Mongolia, inicialmente llamado Mongolanthropus, es en realidad un humano moderno que vivió aproximadamente entre 34.000 y 35.000 años atrás. El cráneo, que se encontró en el valle de Salkhit, en el noreste de Mongolia, es hasta la fecha el único fósil de un homínido del Pleistoceno encontrado en el país.
La calota craneal está casi completa e incluye las crestas de las cejas y los huesos nasales. La presencia de características arcaicas o antiguas ha llevado en el pasado a que el espécimen se vinculara con especies homininas arcaicas no caracterizadas, como el Homo erectus y los Neandertales. Investigaciones anteriores ssugerían dataciones para el espécimen que van desde el Pleistoceno medio temprano hasta el Pleistoceno tardío terminal.

Sin embargo, el equipo de Oxford volvió a colocar la muestra entre hace 34.950 y 33.900 años, unos 8.000 años más antiguo que las dataciones iniciales realizadas mediante radiocarbono en el mismo espécimen.
Vista del lugar donde se halló la calota craneal, en el Valle de Salkhit, en Mongolia © Instituto de Historial Histórico y Arqueología y Academia de Ciencias (Mongolia).

Datación por aminoácido

Para hacer este descubrimiento, el equipo de Oxford utilizó una nueva técnica optimizada para la datación mediante radiocarbono de huesos muy contaminados. Este método se basa en la extracción de uno solo de los aminoácidos del colágeno presente en el hueso. El aminoácido hidroxiprolina (HYP), que representa el 13% del carbono en el colágeno de los mamíferos, fue el objetivo de los investigadores. La datación de este aminoácido permite una mejora drástica en la eliminación de elementos contaminantes modernos en las muestras.

La nueva y fiable datación obtenida mediante radiocarbono de este espécimen muestra que la misma se remonta al mismo período que la industria de herramientas de piedra del Paleolítico Superior Temprano en Mongolia, la cual generalmente se asocia con los humanos modernos. Dicha datación es más tardía que la evidencia más temprana para humanos anatómicamente modernos en la gran Eurasia, que podría ser superior a 100.000 años en China, según algunos investigadores.

"La investigación que hemos realizado muestra nuevamente los grandes beneficios del desarrollo de métodos químicos mejorados para la datación de material prehistórico contaminado, ya sea en el sitio después del entierro, o en el museo o laboratorio con fines de conservación". dijo el Dr. Thibaut Devièse (izquierda), primer autor del nuevo artículo y director del desarrollo de métodos en análisis de compuestos específicos de la Universidad de Oxford. "El robusto tratamiento previo de la muestra es crucial para construir cronologías fiables en arqueología".

El equipo del profesor Svante Pääbo, en el Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania, también realizó análisis de ADN de la calota craneal del espécimen. Diyendo Massiliani y sus colegas reconstruyeron el genoma mitocondrial completo de la muestra, el cual se encuentra dentro de un grupo de humanos modernos (haplogrupo N) que está muy extendido en Eurasia hoy en día, lo que confirma la opinión de algunos investigadores de que la calota craneal corresponde, de hecho, a un ser humano moderno. En la actualidad, se están realizando trabajos adicionales a fin de obtener ADN nuclear que arroje más luz sobre la genética del espécimen.

"Esta enigmática calota craneal ha desconcertado a los investigadores durante algún tiempo", dijo el profesor Tom Higham, quien dirige el grupo de investigación PalaeoChron de la Universidad de Oxford. "Una combinación de ciencia de vanguardia, incluida la datación por radiocarbono y la genética, ha demostrado que esta calota sigue siendo de un humano moderno, y, además, los resultados encajan perfectamente en el registro arqueológico de Mongolia, que vincula a los humanos modernos con la industria del Paleolítico Superior Temprano en esta parte del mundo".

Fuente: eurekaalert.org | 30 de enero de 2019

Descubren yacimientos arqueológicos rituales de bimbapes en El Hierro

El investigador en Arqueología, Etnografía, y Museografía, Sixto Sánchez Perera (izquierda), celebra el reciente hallazgo de un nuevo yacimiento localizado por un vecino en el Valle de El Golfo situado en El Hierro, que “potencia a nivel arqueológico la evidencia de la participación de los aborígenes de esta isla en ceremonias rituales que podrían estar asociadas a bendecir los espacios habitacionales”.

El hallazgo refrenda los descubrimientos realizados por el Equipo de Arqueocanaria con el que Sánchez trabajó en 2010, cuando encontraron por primera vez para la prehistoria de El Hierro, en una excavación en las Laderas de Afotasa, sitas en el municipio de Valverde, una prueba material consistente en “un agujero asociado a unos canalillos labrados en una roca, así como otras acanaladuras –de mayor tamaño- en rocas desprendidas de la cornisa de un gran solapón, presumiblemente, en relación con los hallazgos citados, que verificarían las costumbres rituales de los bimbapes o aborígenes herreños que aparecen en fuentes escritas antiguas”, según explica a OKDIARIO.



Sixto Sánchez señala la importancia de estos hallazgos realizados con Arqueocanaria en El Hierro, “descubrimientos que se vieron interrumpidos cuando acabaron las partidas presupuestarias y la crisis económica sacudió al Archipiélago canario”, pero subraya que “es necesario una investigación más pormenorizada, una planimetría más exhaustiva, sin decartar más canalillos de carácter ritual similares en tierras herreñas”.

Este investigador recuerda la Inspección Insular de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de El Hierro, al recibir la notificación en 2018 del vecino Alfonso Quintero apuntandoa un posible “almogaren”, vestigio que carece de vocablo herreño específico para designarlo, al ser propio de Gran Canaria en relación a templos o lugares ceremoniales aborígenes. Este último hallazgo casual de Quintero de restos arqueológicos de origen bimbape reabre el interés por la investigación.

“Este descubrimiento pone en evidencia que los 'bimbapes', término reivindicado para nombrar a los aborígenes herreños para diferenciarlos de los “bimbaches” vinculados a los aborígenes de Tenerife, denominados 'guanches', podrían realizar ofrendas o ceremonias para bendecir las viviendas como un rito fundacional de asentamiento utilizando estos orificios, cazoletas, o canales por los que vertían leche de cabra, e incluso se situaban en lugares con una especial visibilidad paisajística o en sitios más ocultos según los hallazgos encontrados”, matiza Sánchez e indica que “agradece a Quintero esta nueva prueba arqueológica, que da luz a las investigaciones que realizamos en 2010, pues podría llevar a encontrar o situar algún almogaren, tal como ha sucedido en Gran Canaria”.

Un vecino y el hallazgo aborigen

En marzo de 2018, Alfonso Quintero León da parte de un vestigio arqueológico en La Frontera que podría relacionarse con un almogaren y se persona en el lugar una Inspección Insular de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de El Hierro a solicitud de este vecino herreño. Sixto Sánchez asegura que está en contacto con el consejero insular de Cultura, Pedro García Zamora, por la importancia de estos descubrimientos, y "solicita todo el apoyo a las instituciones para proseguir con las excavaciones”.

Quintero hacía alusión a la palabra almogarenera utilizada por los aborígenes de la antigua Tamoran -Gran Canaria- para referirse a un recinto, lugar de reunión o santuario donde se realizaban rituales de rogativa en los que intervenía el vertido de líquidos como la leche. Posteriormente, el arqueológo Sánchez se desplazó al lugar donde se encontraba el primero de los hallazgos, todos ellos localizados en las medianías del Valle de El Golfo en La Frontera.

En esta inspección se encontraron con una composición del terreno que presentaba un afloramiento de toba volcánica de color rojizo y de proporciones considerables, ubicado en un lugar provisto de una amplia visibilidad del entorno. “En su superficie se distinguían una serie de orificios y canales que parecen coincidir con las características que definen el término genérico utilizado para determinar lo que se consideraba un almogaren, es decir, un lugar con presencia de hoyos de diferentes tamaños excavados en el suelo, que pueden o no comunicarse entre sí por medio de acanaladuras realizadas para tal fin, y cuya funcionalidad está relacionada con la celebración de rituales”, analiza Sánchez basándose en que a este tipo de evidencias arqueológicas, en la actualidad, se les denomina cazoletas, canales y canalillos.

Un segundo hallazgo también coincide con la presencia de una gran roca en la que predomina el material de toba rojiza que alterna con el basalto de color grisáceo, donde solo pudieron apreciar que “sobre la zona de la toba destacaba una acanaladura que serpentea en dirección descendente, alternando en su recorrido con el escalonamiento natural que proporcionan los salientes de roca basáltica, hasta finalizar en una pequeña oquedad excavada en la toba”.



Finalmente, a relativa distancia de esta evidencia se localizó un tercer vestigio, consistente en una roca de basalto que se encuentra aislada al borde del letime o terminación de un terreno que linda con un precipicio, desde el que se obtiene una amplia panorámica del Valle de El Golfo. Sixto Sánchez recalca en su estudio que “la cara superior de esta roca presenta dos orificios: una concavidad de forma de tendencia oval y otra rectangular, que parece conectar con la anterior a través de una pequeña acanaladura”.



Habría que destacar el hecho de su proximidad a un camino tradicional de acceso al Valle y de que en la toponimia el lugar figura bajo la denominación de “Piedra el Rey”.

La presencia de rocas singulares, denominadas “Piedras Santas”, es una realidad que en El Hierro ha perdurado hasta nuestros días. Son piedras que, por lo general, se localizan asociadas a caminos desempeñando una función de referencia simbólica, como es el caso de la “Piedra del Regidor”, “Piedra de Binto” o las “Dos Hermanas”, que jalonan parte del Camino de La Virgen en su recorrido desde La Dehesa a Valverde.

Excavaciones de Arqueocanaria

Durante la excavación arqueológica del yacimiento habitacional de las Laderas de Afotasa en la localidad de Valverde realizada por el equipo de Arqueocanaria con la participación de Sixto Sánchez en 2010 se localizaron tres agujeros; el primero relacionado a unos canalillos labrados en una roca y otras acanaladuras en rocas desprendidas de la cornisa, y los otros dos agujeros realizados en el sustrato original del terreno, sepultados bajo la acumulación de sedimentos arqueológicos resultantes de la ocupación humana del lugar.

“Estos tres agujeros, situados en contextos diferentes dentro del mismo yacimiento, y a una relativa distancia entre sí, presentaban unas características similares en cuanto a forma y dimensiones: los tres son cilíndricos, con diámetro de apertura de entre 10 y 15 centímetros y profundidad de 20-25 centímetros; datos con una cierta coincidencia que nos situaría ante un posible origen común en relación con el momento de la ocupación del territorio y su destino como lugar de asentamiento habitacional bimbape”, relata el arqueólogo.

La localización de estos tres agujeros se asocia, el primero de ellos, a un lugar de tránsito o vereda que discurre por la zona alta del yacimiento, en la cima de la ladera, desde donde se tiene una amplia visión del territorio circundante. El segundo, se relaciona con un espacio dedicado al vertido de desechos de alimentos, objetos manufacturados como restos de industria lítica, fragmentos cerámicos… Objetos todos ellos que mostraban cierta selección y disposición en lo que sería el primer depósito de vertidos en relación directa con el nivel donde se localiza el agujero referido. El último de estos agujeros, unido a un pequeño canalillo, está asociado a un recinto acondicionado para la práctica de fuegos domésticos de transformación y consumo de alimentos.

Sánchez relaciona estos indicios de posibles rituales y ofrendas con lo que se ha venido a interpretar como actos de fundación que legitiman la funcionalidad de un espacio, que ya fueron detectados en varios yacimientos sepulcrales de la isla, como es el caso de la Necrópolis de Montaña La Lajura (1998) y Letime de la Playa del Pozo (1999), ambos en el municipio de El Pinar. También sostiene que “este tipo de prácticas también se vienen documentando en espacios domésticos como podría ser el del yacimiento de reciente descubrimiento por Quintero”.

“En el caso de que nuestras suposiciones sobre el carácter ritual de estos agujeros fuesen ciertas, estaríamos ante lo que en otros contextos arqueológicos insulares se conoce como cazoletas, canales y canalillos; evidencias que se interpretan como yacimientos de carácter cultual, que supondría encontrarnos ante una práctica cultural desconocida hasta el momento para la prehistoria de El Hierro”, avanza el investigador que seguía la pista de otras evidencias de similares características en la isla a través de referencias orales que “citaban la presencia de posibles restos en un entorno no muy alejado del yacimiento de Afotasa, sin conocer su localización exacta, hasta que llegaron estos nuevos datos”.

Estudios similares desde 1947

Un ejemplo de roca con características similares y asociada a la prehistoria de El Hierro lo encontramos denominado por el jefe de estudios arqueológicos, J. Álvarez Delgado, en 1947, Betilo antropomorfo del Alto de Malpaso. Se trata de una piedra que representa, de manera muy tosca, el aspecto de una cara humana. Una piedra que por su forma, tamaño y calidad se interpreta como seleccionada y llevada al lugar a propósito con una finalidad religiosa o cultual, aunque “lamentablemente este vestigio parece haber desaparecido”, apunta Sánchez, que destaca otra similitud en la Estela de la Laguna Grande de Garajonay, en La Gomera. “Este elemento consiste en un bloque de basalto que presenta múltiples orificios en varias de sus caras, que plantean dudas sobre su manera de ejecución y cronología, poniendo en entredicho su filiación aborigen”.



“Con posterioridad, nuestro informante, Alfonso Quintero, comunicó a la Inspección de Patrimonio Histórico otro hallazgo casual de un nuevo yacimiento localizado también en el Valle de El Golfo, que presenta las mismas características de los anteriores vestigios, un afloramiento rocoso se distingue la presencia de al menos una decena de orificios excavados y comunicados entre sí por medio de acanaladuras”, recuerda el investigador que afirma “nos encontramos ante un nuevo vestigio que enriquece el repertorio de yacimientos de carácter cultual, desconocido hasta ahora en El Hierro y que probablemente, seguirán apareciendo en el futuro, para lo que seguiré contando con mis colaboradores José Espinel y Cirilo Leal”.

Fuente: okdiario.com | 31 de enero de 2019

Logran determinar el sexo de restos humanos incinerados hace siglos

Fragmentos de hueso cremados de la necrópolis de Narde di Frattesina, en Italia. Los huesos de la izquierda probablemente pertenecen a un varón, mientras que los huesos de la derecha son probablemente de una mujer. Crédito: Claudio Cavazzuti, 2018.

Un grupo de científicos en una universidad del Reino Unido logró determinar el sexo de restos humanos incinerados en Italia entre los siglos XII y VI antes de Cristo, a través de un examen de los rasgos de sus fragmentos óseos.

El estudio, publicado hoy en la revista especializada PLoS One, supone un avance porque, hasta ahora, había sido difícil para los arqueólogos utilizar el método de la medición del esqueleto para identificar el género de los restos que habían sido incinerados, dada la consiguiente degradación del hueso.
El equipo de investigadores, liderado por Claudio Cavazzuti (izquierda), de la universidad británica de Durham, concluyó que, pese a estar deformados, los restos retienen rasgos físicos que ayudan al diagnóstico del sexo.

Los arqueólogos midieron un conjunto de 24 rasgos óseos de 124 cuerpos incinerados durante las Edades del Bronce y de Hierro y preservados en seis necrópolis italianas.
Los restos analizados estaban acompañados en todos los casos por bienes o materiales que daban pistas sobre el sexo de los individuos, como armas en el caso de los hombres y ruecas en el de las mujeres.

Ilustración esquemática de 11 mediciones utilizadas en el estudio.

Asumiendo que el sexo de los cuerpos incinerados era probablemente el que podía deducirse de los bienes encontrados en sus tumbas, el equipo trató de confirmar independientemente ese dato mediante la medición de los fragmentos óseos incinerados. Las mediciones más tenidas en cuenta son de el radio, la rótula, la mandíbula, el astrágalo, el fémur, el primer metatarsiano, el hueso lunado y el húmero.

De los veinticuatro rasgos óseos examinados por cada cuerpo, ocho predecían el sexo con una precisión del 80 % o más, un resultado similar al que suele obtenerse al tratar de determinar el género de los restos humanos de la misma época que no han sido incinerados.

"Este es un nuevo método para apoyar la determinación de género en el caso de restos humanos incinerados en la antigüedad. Fácil, replicable y confiable", dijo Cavazzuti en la presentación del estudio.

Aunque los autores del estudio dudan de que el método pueda usarse en el caso de restos incinerados más recientemente, el hallazgo puede ser de ayuda para facilitar un trabajo, el de la identificación de sexos, que es crucial para quienes investigan tendencias demográficas y culturales en civilizaciones antiguas. EFE

Fuente:lavanguardia.com | 31 de enero de 2019

Australopithecus prometheus: el regreso

Parte del pie de Little Foot (Stw 573) en el yacimiento de Sterkfontein (Sudáfrica). Fotografía de Patrick Landmann/Science Photo Library.

En 1948, Raymond Dart propuso de manera informal la especie Australopithecus prometheus para incluir varios restos de homininos encontrados en los yacimientos de Makapansgat y Sterkfontein, en Sudáfrica. El nombre no tuvo mucho eco en la comunidad científica y Dart nunca definió de manera formal esta especie. Cuando esto sucede, los nombres de las especies suelen quedar en el olvido como meras anécdotas de la historia de la ciencia.

Pero en ocasiones, estos nombres vuelven a ser utilizados por científicos de manera formal. Fue el caso de la especie Homo heildebergensis, sobre la que he escrito varias veces en este mismo blog. Ahora es el turno de Australopithecus prometheus, que quiere volver a la escena de la mano del paleoantropólogo Ronald Clarke, de la Universidad de Witwatersrand de Johannesburgo (Sudáfrica). En 1994, este investigador estuvo revolviendo entre huesos fosilizados medio olvidados en algún viejo armario de su Departamento. Clarke descubrió varios restos de pie que le parecieron de algún miembro de nuestra genealogía. Este hallazgo no resulta extraño en una Universidad que conserva los restos de docenas de excavaciones realizadas durante años en yacimientos localizados a 50 kilómetros de la ciudad, en la región denominada “la Cuna de la Humanidad” y catalogada por la UNESCO como patrimonio de la humanidad desde 1999. En la actualidad, la mayoría de las excavaciones cuentan con especialistas a los que no se les escapa nada. Pero en la década de 1930-1960 se hacía lo que se podía con pocos recursos y personal poco especializado.

Clarke catalogó los restos como Stw 573, puesto que habían sido hallados en el yacimiento de la cueva de Sterkfontein. Por su pequeño tamaño, fueron cariñosamente apodados como “Little foot” (en contraposición a la vieja leyenda de Big Foot). Así quedó la cosa, hasta que en 1997 Clarke encontró en los cajones un fragmento de tibia humano, que podía encajar con los fósiles de Stw 573. Con este nuevo hallazgo de laboratorio, Clarke decidió enviar a dos de sus colaboradores para investigar en la cueva. El resultado no pudo ser más impresionante, porque poco a poco se fue encontrando el que podría ser el esqueleto más completo de un ejemplar de Australopithecus.

El Profesor Ronald Clarke obteniendo el cráneo de Little Foot en el yacimiento de la cueva de Sterktontein.

Clarke y sus técnicos localizaron los restos del cráneo y del resto de esqueleto (ver post de 28 de abril de 2015 en este mismo blog). La extracción de los fósiles ha sido muy complicada, porque los mismos están cubiertos por una capa de carbonato cristalizado, formado por la disolución de la roca caliza de la cueva. Los expertos han realizado un trabajo delicado para extraer el esqueleto, que requiere mucha habilidad y una paciencia extrema. Aunque la datación de los yacimientos en cueva siempre es compleja, se pudo averiguar que el fósil de Little Foot tiene unos 3,67 millones de años de antigüedad. Esta cifra es mayor que la estimada para Australopithecus africanus y coincide con la de los Australopithecus más antiguos del este de África (Australopithecus afarensis). Para ser precisos, la antigüedad de Little Foot es casi medio millón de años anterior a la de Lucy.
Ronald Clarke ha decidido enviar sus primeras impresiones a la revista BioRxiv, que está accesible on-line para cualquier persona interesada. Promete trabajos detallados de todas las partes anatómicas de Little Foot, que se publicarán en un número monográfico de una revista especializada. Esperaremos con interés esos estudios detallados.

Little Foot pudo pertenecer a una hembra, de acuerdo con sus descubridores, que medía unos 130 centímetros de estatura. Por supuesto, caminaba perfectamente erguida, porque su pelvis era como la nuestra. Además, sus piernas eran más largas que sus brazos; es decir, las proporciones corporales eran muy similares a las de Homo sapiens y no como las de otros Australopithecus, de piernas cortas y brazos largos. ¿Es posible que Little Foot vuelva a poner de moda el estudio de los Australopithecus? Estoy convencido de que así será, porque su estudio abrirá muchos interrogantes y cuestionará varias hipótesis. Es más, el nombre elegido por Ronald Clarke para Little Foot, Australopithecus prometheus, ya ha despertado recelos entre sus colegas. ¿Por qué resucitar viejos fantasmas del pasado? ¿Por qué no buscar un nombre nuevo, como sugiere el paleoantropólogo Lee Berger? Ronald Clarke tendrá sus razones. Por el momento, daremos la bienvenida a un nuevo miembro de la familia humana, que se cubría de polvo olvidado en los cajones de una universidad de Sudáfrica.

Fuente: quo.es | 31 de enero de 2019