Altamira reabre la exposición sobre la forma de reproducir el arte rupestre

El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira reabre este martes, día 21, la exposición 'El arte de reproducir el arte. Pared, pigmento, pixel', sobre las diferentes técnicas y resultados de reproducir el arte rupestre, así como su evolución desde los primeros dibujos del siglo XIX hasta los actuales modelos 3D.

Organizada por el Ministerio de Cultura, en colaboración con el Pôle International de la Préhistoire (Les Eyzies de Tayac-Sirueil, Dordoña), la muestra propone hasta el 13 de octubre una inmersión en el universo de los facsímiles -físicos o virtuales- de las cuevas con arte rupestre y de tres de sus principales ejemplos: la Neocueva de Altamira, en Cantabria; y el Lascaux Centre International de l'Art parietal y la Caverne du Pont d'Arc, en Francia.


La exposición materializa así un largo trabajo de cooperación entre el Museo de Altamira y algunas de las más importantes instituciones de gestión del patrimonio de la Dordoña francesa, que permite subrayar el enorme valor de estas réplicas en el desarrollo cultural, científico y turístico y, en definitiva, en la puesta en valor de los territorios donde se ubican, ha informado el Museo Altamira en nota de prensa.

Los facsímiles de estas joyas del arte parietal paleolítico son fruto de una reflexión científica y multidisciplinar a partir de los originales, que cuenta con la participación de geólogos, arqueólogos, topógrafos, dibujantes o fresadores.


En el caso de la cueva de Altamira, esta labor permitió recuperar la caverna tal y como la conocieron los artistas paleolíticos, recreando para ello las pinturas sobre el soporte con las mismas materias primas utilizadas en la Prehistoria: óxidos de hierro para el rojo Altamira, carbón vegetal para el negro y el agua como aglutinante, así como las técnicas de la época: aerógrafos o trazos con los dedos.

Instrumentos, fotografías y audiovisuales para conocer las cuevas La exposición se apoya en una variada y completa colección de fotografías y audiovisuales procedentes del propio Museo de Altamira y de las cuevas francesas.


Se exhiben también diversos instrumentos tecnológicos utilizados en su construcción, como los cedidos por el Instituto Geográfico Nacional de Cantabria, organismo encargado de realizar los trabajos topográficos y fotogramétricos para la realización de la Neocueva, y que permitieron emprender una obra de proporciones ingentes para la época.

La fotogrametría llegó a definir de forma exhaustiva la topografía del techo de la Sala de Polícromos, midiéndose 40.000 puntos por metro cuadrado, hasta un total de 5.800.000 puntos.


ORTOIMAGEN DEL TECHO DE POLÍCROMOS

Una de las piezas más destacadas de la muestra, procedente del Museo de San Isidro de Madrid, es la ortoimagen del Techo de Polícromos de Altamira, por ser la primera representación de arte rupestre bajo este técnica y que fue utilizada para la construcción en el Deutsche Museum del primer fascímil de las famosas pinturas de Altamira y posteriormente el de la réplica de la cueva del Museo Arqueológico Nacional, en Madrid.

El visitante puede contemplar también paneles y maquetas sobre los diferentes yacimientos, las cámaras fotográficas de uno de los pintores de la Neocueva, Pedro Saura, y otras piezas cedidas por diferentes museos, como el Diadumeno Farnesio, reproducción de la copia romana de Policleto, vaciado en yeso perteneciente a la colección del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.


La muestra reúne, además, uno de los fragmentos de la réplica de la cueva de Lascaux, procedente del Atelier des Fascimiles de Périgord.

El recorrido se cierra con un audiovisual que sumerge virtualmente al espectador en la cueva de Altamira para compartir la vida de las mujeres y hombres paleolíticos en su interior.
La exposición ha sido comisariada, por parte española, por Carmen de las Heras y por Pilar Fatás, subdirectora y directora del Museo de Altamira respectivamente; y, por la parte gala, por Gilles Muhlach-Chen, Noël Coye, conservador del Patrimonio, jefe del Proyecto de Mediación Científica y Desarrollo Internacional del Pôle international de la Préhistoire y por Catherine Roudet, coordinadora de proyectos, del Pôle international de la Préhistoire.

Fuente: lne.es | 20 de mayo de 2019

Estudios genéticos arrojan luz sobre la estructura social de los habitantes de Çatalhöyük

Excavaciones en el yacimiento de Çatalhöyük.

La estructura social de los habitantes de una de las ciudades más antiguas del mundo, Çatalhöyük, en Turquía, era más compleja de lo que los científicos suponían. El parentesco podría tener un papel secundario en él, según determinaron los científicos sobre la base de las pruebas de ADN de los restos óseos encontrados.

Çatalhöyük, un enclave arqueológico en el centro de Turquía, fue habitado durante casi 1200 años, entre 7.100 y 5.950 a.C. Se estima que en el período de mayor prosperidad, el asentamiento, densamente construido, con un área de varias docenas de hectáreas, tenía aproximadamente 6.000 residentes. Un hecho interesante es que los muertos eran enterrados bajo los pisos de las casas.

Un equipo internacional de genetistas (que incluye a investigadores de Ankara y Estocolmo) coordinado por Maciej Chylenski (izquierda), del Laboratorio de ADN de fósiles de la Universidad Adam Mickiewicz, en Poznan, decidió estudiar el ADN de algunos de los restos humanos descubiertos en el asentamiento prehistórico.

Los investigadores se centraron en los restos de casi 40 personas que se hallaban debajo de los pisos de 4 casas habitadas hace aproximadamente 8.500 años. En una entrevista con el medio de comunicación PAP, Chylenski enfatizó que el material genético estaba mal conservado, por lo que su examen no ha resultado una tarea fácil.

"Por ahora, sabemos que los individuos enterrados bajo la misma casa no estaban emparentados en línea materna. Por ejemplo, en el caso de los niños, las mujeres que yacían a su lado no eran sus madres. No sabemos si estaban relacionados de alguna otra manera", dice Chylenski.
En este sentido, añadió que es necesario llevar a cabo un análisis de los datos de los genomas nucleares para descartar por completo el parentesco, si bien, como se ha dicho, el ADN no está muy bien conservado. No obstante, el genetista hará nuevos intentos para obtener genomas nucleares en un futuro próximo.

La plataforma noroeste del Edificio 3 muestra múltiples enterramientos debajo de sus pisos. Crédito: Proyecto Catalhöyük.

“Con todo, se puede decir que los genomas mitocondriales, en combinación con los resultados obtenidos por los aarqueólogos que trabajan en el yacimiento, sugieren que la estructura social de Çatalhöyük era más compleja de lo que cabía esperar y el parentesco biológico podría tener un papel secundario", dice el científico.

De este modo, como resultado del análisis del genoma mitocondrial, numerosas especulaciones arqueológicas anteriores han sido refutadas: los habitantes de una casa probablemente no pertenecían a una misma familia.

Los investigadores también encontraron que, en términos genéticos, los habitantes de esta ciudad prehistórica estaban relacionados con los pueblos del Mar de Mármara. Esta área desempeñó un papel importante en la propagación de la agricultura y la cría de animales en Europa, la llamada Revolución Neolítica.

"El momento del inicio del Neolítico en ambas regiones, y las similitudes en la cultura material, pueden indicar que las poblaciones de Anatolia Central, o grupos estrechamente relacionados con ellas, participaron en la Revolución Neolítica en la región del Mar de Mármara", afirma Chylenski.

A) La ubicación de Catalhoyuk y otros sitios con genomas mitocondriales completos utilizados como referencia para el estudio. B) Esquema del montículo Catalhoyuk Este con áreas de excavación visibles. C) Primer plano del área de excavación y los edificios seleccionados para el estudio con las ubicaciones y los haplogrupos mitocondriales obtenidos de los individuos reseñados en el documento de investigación. Crédito: Chylenski et al. 2019.


Catalhoyuk es uno de los enclaves arqueológicos más famosos del mundo. Se hizo muy conocido debido a sus característicos edificios, los cuales consistían en casas construidas con ladrillos de adobe, y las paredes de las mismas estaban adheridas directamente a otras casas, mientras que las entradas se situaban en el nivel del techo. Los interiores de algunas de ellas estaban ricamente decorados con pinturas y objetos ornamentales, entre otras cosas. En 2012, el yacimiento fue inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Reconstrucción de una zona de Ҫatalhöyük. Ilustración de John Swogger.

Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Genes.

Fuente: scienceinpoland.pap | 15 de mayo de 2019

Descubren un extenso conjunto megalítico con dólmenes y un menhir en Belalcázar (Córdoba)

Imagen del yacimiento. ASOCIACIÓN CULTURAL TURDULIA

La asociación cultural Turdulia de Belalcázar (Córdoba) ha difundido desde su página de Facebook un importante hallazgo arqueológico logrado por sus miembros.

Según informa la propia organización, se trata de un "extenso e importante conjunto megalítico compuesto por al menos 10 dómenes, 2 chrómlechs, 2 túmulos y 1 menhir y gran cantidad de restos de mampostería cuya posible datación puede situarse entre el Neolítico y el Calcolítico, datados entre los años 3.500 y 2200 antes de Cristo".

Según señala Turdulia, "con la presente publicación, pretendemos poner en conocimiento de la comunidad científica y del público en general el descubrimiento realizado, del que no existía referencia bibliográfica alguna hasta la fecha. Consideramos que se trata de un hallazgo de especial interés arqueológico por la gran extensión de terreno que ocupa y por el importante número de estructuras megalíticas de origen prehistórico que reúne, algunas de ellas en excelente estado de conservación".

Imagen de los restos hallados. - ASOCIACIÓN CULTURAL TURDULIA

Respecto a la ubicación y las características del yacimiento, explica Turdulia que "se encuentra localizado a lo largo y ancho de un pequeño monte, en cuyo cénit se yergue majestuoso e imponente un menhir de más de dos metros que descansa junto a lo que parece otro similar en posición supina. De ellos salen a izquierda y derecha diferentes ortostatos de menor tamaño dispuestos en dos líneas paralelas que parecen responder a un esquema circular, y que conforman un gran chrómlech. Esta formación, sin duda, preside y domina el recinto, en lo que parece ser su lugar más solemne. A continuación, unos metros más allá, pero manteniéndonos aún en la parte más elevada de la loma, encontramos en línea recta dos grandes dólmenes formados por ortostatos graníticos de diferentes tamaños, pero en cuya cabecera se encuentra uno de mucho mayor tamaño que destaca sobre los demás y que, a modo de menhir, delimita la cabecera de la cámara".
Un poco más alejados se pueden ver también varios dólmenes y una "especie de necrópolis jerarquizada" y varios conjuntos más con otro gran chrómlech de unos 23 metros de diámetro y 75 de circunferencia y una piedra de moler.

Imagen del yacimiento. ASOCIACIÓN CULTURAL TURDULIA

Insiste la asociación descubridora en que "se trata de una zona arqueológica aún sin catalogar y totalmente inexplorada, que ofrece un campo de trabajo extenso y bien conservado. Si lo hallado en superficie –y contemplable a simple vista– ya resulta de gran valor, aquello que se oculte bajo el sustrato puede atesorar un valor arqueológico incalculable. Por ello, desde nuestra asociación, alentamos a las diferentes administraciones e investigadores a actuar y obtener los permisos necesarios para realizar las prospecciones y estudios que consideren pertinentes en la zona, y que permitan descubrir el auténtico alcance del conjunto y lo sitúen entre los más relevantes de la provincia, como así entendemos que debe ser considerado".

Desde la Asociación Cultural de Historia y Arqueología Turdulia Belalcazarensis señalan que "seguiremos trabajando por conseguirlo y por poner en valor el gran patrimonio histórico y artístico de que disponemos" en Belalcázar.

Imagen del yacimiento. ASOCIACIÓN CULTURAL TURDULIA

Fuentes: diariocordoba.com | cordopolis.es | 17 de mayo de 2019

Hallan en la cueva Foradada de Calafell (Tarragona) herramientas chatelperronienses que cambian el mapa de las culturas neandertales en la península ibérica

Cuchillas retocadas halladas en la Cueva Foradada. ayb) muestran retoque discontinuo a lo largo del borde. c), un borde totalmente retocado. d), modificación medio-distal de una cuchilla (Foto: PLOSONE)

Antes de que los neandertales desaparecieran, hace unos 30.000 años, desarrollaron la llamada cultura chatelperroniense, caracterizada por la fabricación de cuchillos y puntas de lanza distintivos. El chatelperroniense supuso la transición del Paleolítico medio hacia el superior, y coincidió con el momento en que los neandertales entraban en contacto con los Homo sapiens, que se estaban expandiendo por Europa desde Oriente Medio.

En la península ibérica, hasta ahora solo se habían encontrado restos de chatelperroniense en los Pirineos y la costa cantábrica. De hecho, se considera que el territorio peninsular permaneció como un refugio para los neandertales, que vivieron en ella unos miles de años más sin contacto con el Homo sapiens conservando las tradiciones materiales propias del Paleolítico medio. Ahora, sin embargo, expertos del Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la UB (Catalunya, España) han descubierto en la cueva Foradada (Calafell) restos de entre 40.000 y 41.000 años de antigüedad que son las muestras de cultura chatelperroniense encontradas más al sur de Europa hasta el momento.


Vista de las diferentes partes de la Cova Foradada: a) Vista general de la entrada inferior de la cueva y la terraza exterior antes de su excavación en 2014; b) el interior de la cueva desde la entrada inferior durante la excavación de la Capa I en 2006; c) Vista de la entrada superior de la cueva.

En un artículo publicado en la revista PLOS ONE, los investigadores explican la relevancia del hallazgo y cómo «la cueva Foradada se convierte así en una importante referencia geográfica y cronológica para entender la desaparición de los neandertales y la expansión de los humanos modernos».

«El hallazgo implica una expansión hacia el sur muy significativa del chatelperroniense en Europa, más allá del área que tradicionalmente habían establecido los investigadores», explica el primer autor del artículo y director de la excavación, Juan Ignacio Morales (izquierda), investigador del programa Juan de la Cierva adscrito al SERP.

El artículo de PLOS ONE señala que la cueva Foradada está situada cerca de la depresión del Ebro, que varios investigadores han calificado de barrera a los flujos de población y culturales durante la primera expansión del Homo sapiens por la Península. También se explica que no se han encontrado restos de las culturas de transición como el chatelperroniense más al sur del Ebro. En definitiva, Morales concluye que «Con el descubrimiento se amplía hasta la depresión del Ebro el territorio en que se produjo el cambio del Paleolítico medio al superior hace 40.000 años y posiblemente la interacción entre las dos especies de humanos, los neandertales y los Homo sapiens». Como señala Morales, «La cueva Foradada fue probablemente uno de los últimos emplazamientos donde tuvo lugar el contacto directo, o al menos la influencia mutua, entre los neandertales y los Homo sapiens».

Los restos de la cueva Foradada incluyen ocho láminas de sílex características del chatelperroniense, que técnicamente se conocen como puntas de Châtelperron, y que pueden usarse como puntas -seguramente de lanza- pero también como cuchillos para cortar. En el yacimiento se han encontrado herramientas de piedra y de cuerno pertenecientes al Homo sapiens de hace unos 38.000 años, correspondientes al Auriñaciense inicial, y de hace 31.000 años, del periodo Gravetiense.

Herramientas líticas recuperadas en la cueva: a), cuchilla no retocada con rectificación de la cresta distal. b) y c), fragmento distal y conjunto de puntas gravetienses con respaldo abrupto en un borde y retoque invasivo directo en el borde opuesto. d), cuchilla de doble respaldo fragmentado. e), pequeña punta gravetiense con retoque de respaldo bipolar y retoque directo que da forma a la parte proximal del borde derecho. f), perforador inversamente retocado. g), fragmento proximal de una cuchilla con retoque plano inverso en el borde sin respaldo.

Los restos del yacimiento indican que tanto los últimos neandertales como los primeros Homo sapiens usaban la cueva Foradada para actividades relacionadas con la caza. En ella se realizaban estancias muy cortas y se reparaban herramientas, al tiempo que se dejaban las que ya eran inservibles.

Las excavaciones en la cueva Foradada comenzaron en 1997. Actualmente, la dirección de la excavación está a cargo de Juan Ignacio Morales y de Artur Cebrià. El estudio arqueológico de este yacimiento está incluido tanto en el proyecto del SERP financiado por el Departamento de Cultura de la Generalitat como en el subvencionado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, encabezados ambos por el catedrático de la UB y director del SERP Josep M.ª Fullola. (Fuente: U. Barcelona)

Herramientas de asta. a-d) fragmentos de puntas basadas ​​en una división; a y c) fotografías de las herramientas; byd) vistas sin texturas extraídas de los modelos en 3D donde las superficies de fractura se pueden observar mucho más claramente. e), fragmento distal de un punzón óseo. f), asta en blanco.

Fuentes: noticiasdelaciencia.com |abc.es | 17 de mayo de 2019

Hallan evidencias en Sudáfrica de que los humanos cocinaban almidones hace ya 120.000 años

Las cuevas del río Klasies, en el Cabo de Buena Esperanza de Sudáfrica, donde se hallaron las pruebas del consumo de almidón hace 120.000 años. Crédito: Universidad de Wits.

Nuevos descubrimientos realizados en las cuevas del río Klasies, en el Cabo de Buena Esperanza de Sudáfrica, donde se han encontrado restos de alimentos carbonizados en hogares (fuegos), han proporcionado las primeras evidencias arqueológicas de que los humanos anatómicamente modernos asaban y ingerían almidones de plantas, tal como tubérculos y rizomas, hace unos 120.000 años.
La nueva investigación realizada por un equipo internacional de arqueólogos, y publicada en Journal of Human Evolution, proporciona la prueba arqueológica que anteriormente faltaba para respaldar la hipótesis de que la duplicación de los genes para la digestión del almidón fue una respuesta adaptativa derivada de un aumento en la dieta del mismo.

"Esto es muy interesante. Las pruebas genéticas y biológicas sugerían que los humanos primitivos habrían estado comiendo almidones, pero tal investigación no se había hecho antes", dice la autora principal Cynthia Larbey (izquierda), del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge. El trabajo es parte de una investigación sistémica multidisciplinaria sobre el papel que las plantas y el fuego desempeñaron en las vidas de las comunidades de la Edad de Piedra Media.

El equipo interdisciplinario buscó y analizó hogares (fuegos) no perturbados en el sitio arqueológico del río Klasies.

"Nuestros resultados mostraron que estos pequeños hogares cenicientos se usaban para cocinar alimentos, y las raíces y tubérculos con almidón fueron claramente parte de su dieta desde hace alrededor de 120,000 años hasta 65.000 años atrás", afirma Larbey. "A pesar de los cambios en las estrategias de caza y en las tecnologías de herramientas líticas, todavía cocinaban raíces y tubérculos".

La profesora Sarah Wurz, de la Escuela de Geografía, Arqueología y Estudios Ambientales, de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, Sudáfrica, y arqueóloga principal del enclave del río Klasies, dice que la investigación muestra que "Los seres humanos primitivos seguían una dieta equilibrada y eran unos genios ecológicos capaces de explotar sus entornos de manera inteligente para obtener los alimentos adecuados y quizás medicamentos".

Al combinar raíces y tubérculos cocidos, como un alimento básico, junto con proteínas y grasas de crustáceos, peces, fauna pequeña y grande, estas comunidades pudieron adaptarse óptimamente a su entorno, lo que indica una gran inteligencia ecológica hace 120.000 años.

"La dieta con base en el almidón no es algo que haya sucedido cuando comenzamos a cultivar, sino que es tan antigua como los humanos", dice Larbey. La agricultura en África solo comenzó en los últimos 10.000 años de existencia humana.

Cynthia Larbey señala un área donde se encontró tejido vegetal conteniendo gránulos de almidon en hogares de hace 65.000 años en una cueva del río Klasies. Crédito: Universidad de Wits.

Ubicación de las muestras micromorfológicas de las cenizas halladas en los hogares de la cueva 1A del río Klasies. Crédito: Cynthia Larbey

Los seres humanos que habitaban en Sudáfrica hace 120.000 años vivían y se organizaban en pequeñas bandas.

"Las evidencias del río Klasies, donde se hallaron varios fragmentos de cráneos humanos y dos fragmentos maxilares que datan de hace 120.000 años, muestran que los humanos que vivieron en ese período se parecían a los humanos modernos de hoy en día. Sin embargo, eran algo más robustos", dice Wurz.

Micro-fotografía en la que se observan gránulos de almidón dentro del tejido vegetal. Crédito: Cynthia Larbey

El río Klasies es un sitio de ocupación humana muy famoso en la costa del Cabo de Buena Esperanza de Sudáfrica excavado por Wurz, quien, junto con Susan Mentzer, del Instituto Senckenberg y la Universidad Eberhard Karls, en Tübingen, investigaron los pequeños hogares (de aproximadamente 30 cm de diámetro).

La investigación tendente a buscar los materiales de las plantas en los hogares fue inspirada por el profesor Hilary Deacon (ya fallecido), quien transmitió la localización del enclave arqueológico del río Klasies a Wurz. Deacon había realizado un trabajo innovador en dicho enclave, y en la década de 1990 señaló que había material vegetal en y alrededor de restos de hogares. Sin embargo, en aquellos años los métodos de análisis micro no estaban disponibles para probar la hipótesis del consumo de almidón en el periodo de la Edad de Pieda Media.

Fuente: Universidad de Witwatersrand | 17 de mayo de 2019

Hallan en Hualongdong (China) un cráneo humano del Pleistoceno medio que revela variación y continuidad en los primeros humanos asiáticos

El cráneo humano del Pleistoceno medio hallado en Hualongdong. Crédito: WU Xiujie y Erik Trinkaus

Un equipo de científicos liderado por los investigadores Liu Wu y Wu Xiujie, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de los Vertebrados (IVPP) de la Academia de Ciencias de China, ha informado sobre el primer cráneo humano del Pleistoceno medio hallado en el sureste de China, el cual revela la variación y la continuidad en los primeros humanos asiáticos. El resultado de sus investigciones han sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Las excavaciones en los depósitos de cuevas del Pleistoceno Medio en el sureste de China proporcionaron un cráneo, en gran parte completo, que muestra similitudes morfológicas con otros restos humanos arcaicos del Pleistoceno Medio y Tardío de Asia Oriental, pero también presagia las formas humanas más modernas.

La evidencia fósil de la evolución humana en el este de Asia durante el Pleistoceno es a menudo fragmentaria y dispersa, lo que complica la evaluación del patrón de evolución humana arcaica y la emergencia humana moderna en la región.

Wu Xiujie y sus colegas informaron sobre el descubrimiento reciente de la mayor parte de este cráneo, y restos asociados, hallados en la cueva de Hualong (Hualongdong), cuya datación es de hace aproximadamente 300.000 años. Las características de los fósiles de Hualongdong complementan las de otros restos del este de Asia al indicar una continuidad de las formas craneales durante el Pleistoceno medio y hasta el Pleistoceno tardío.

Reconstrucción virtual del cráneo humano de Hualongdong 6, con partes en espejo en gris, además de dos de las pocas herramientas de piedra halladas en la cueva. Crédito: WU Xiujie.

En particular, el cráneo presenta una base baja y ancha con una frente saliente, pero una cara media menos prominente, así como una barbilla incipiente. Los dientes son de forma simple, en contraste con otros fósiles arcaicos del este de Asia, y su tercer molar es de tamaño reducido o está ausente.

Según los autores, los restos no solo se suman a la variación esperada de estos humanos del Pleistoceno Medio, sino que combinan características presentes en otros individuos del mismo período de tiempo, y también anticipan los desarrollos craneales que tendrán lugar en los humanos modernos, lo que proporciona evidencias de una continuidad regional.

Fuente: phys.org| 1 de mayo de 2019