Hallan restos de herramientas y animales del período epimagdaleniense en la Cova la Foia, (Vilafranca, Castellón)

Foto: Imagen de las puntas de flecha facilitada por el Ayuntamiento de Vilafranca

Un proyecto dirigido por el investigador Dídac Román (izquierda), de la Universidad Jaime I de Castellón, y por la profesora Inés Domingo (derecha),de la Universidad de Barcelona, ha permitido descubrir y recuperar miles de restos arqueológicos, principalmente industria lítica y fauna, durante la que ha sido la quinta campaña de excavación en la cueva conocida como “Cova de la Foia de Vilafranca”. Hasta la fecha es el yacimiento más antiguo en las comarcas del norte de Castellón, en el Levante ibérico.

Estos hallazgos, que pertenecen a un periodo situado al final del paleolítico que se conoce como epimagdaleniense, permiten constatar que la Cova de la Foia estuvo ocupada hace unos 14.000 años.

Las investigaciones realizadas en esta cueva se enmarcan en varios proyectos de investigación que pretenden estudiar las ocupaciones humanas y las manifestaciones artísticas de los humanos desde el paleolítico hasta los inicios del neolítico en las comarcas de Castellón.

Excavación en la Cova la Foia de Vilafranca

El meticuloso trabajo realizado ha permitido que, a lo largo de las dos semanas de trabajo de campo, el personal investigador y el grupo de estudiantes y recién graduados en Arqueología de distintos puntos de España, hayan podido excavar dos capas de 5 cm en las que han encontrado principalmente herramientas de piedra (puntas de flechas, cuchillos…) y restos de animales.

La presencia de un elevado número de estos elementos hace pensar al equipo de investigación que este yacimiento debía de ser un lugar de hábitat principal para los grupos nómadas en el que «pasaron largas temporadas».

Miembros del equipo de la excavación trabajando en el yacimiento de la Cova de la Foia. (Foto: Universitat Jaume I)

Los resultados de este hallazgo permitirán realizar una comparación con otros estudios de la zona para comprender la evolución y las características culturales y económicas de los grupos humanos que habitaron este territorio al final del paleolítico, así como conocer cómo se desarrolló este periodo en la provincia de Castellón.

Fuente: noticiasdelaciencia.com| 29 de julio de 2019

Hallan cráneos de bebés supuestamente sacrificados en rituales en el Puig de Vinaròs (Castellón)

La concejala de Cultura, Anna Fibla, y Arturo Oliver, arqueólogo de la diputacion de Castellón, en la presentación de los resultados de los trabajos de excavación en el Puig de Vinarós. EUROPA PRESS

La última campaña de excavaciones realizada durante este julio en el yacimiento del Puig de la Misericordia, situado en el cerro de la ermita de los patronos de Vinarós (Castellón), ha dado como resultado valiosos hallazgos como restos de cráneos de bebés supuestamente sacrificados formando parte de un ritual.

Se trata de fragmentos de cráneos de niños de muy corta edad -recién nacidos o de tan solo varios meses de vida- procedentes de los recién descubiertos tres enterramientos rituales, según ha apuntado este lunes el arqueólogo director de los trabajos, Arturo Oliver, jefe del servicio provincial de Arqueología de la Diputación de Castellón.

La campaña también ha permitido sacar a la luz dos collares de bronce prácticamente íntegros que ahora están en tratamiento para que no se deshagan, broches, restos de cerámica y de animales, entre otros objetos.

Foto: Los objetos y restos óseos hallados en la excavación

Destaca también el hallazgo de conchas utilizadas en la arquitectura: «La concha es un símbolo de la fecundidad por su parecido con los genitales femeninos, ya hallamos pechinas en los muros del II a.C. y ahora, bajo un agujero donde se ponía la columna para sustentar los techos, hemos encontrado una pechina situada allí como un ritual».

En la campaña 2019 se ha trabajado en los restos del VI a.C. y también una pequeña estancia en los niveles del VII a.C. «No podíamos continuar bajando por un problema de estabilidad de los muros, pero esto nos ha permitido centrarnos más en la superficie y poner al descubierto más ámbitos del edificio y observar perfectamente su distribución y su funcionamiento», ha subrayado Oliver. Además, se ha localizado la puerta de acceso «lo que permite saber mejor la manera en que se circulaba por el interior del poblado y las dependencias del VI».


Yacimiento del Puig de la Misericordia (o de Vinarós). / Diputación de Castellón

Tanto el arqueólogo como la concejala de Cultura, Anna Fibla, han destacado que resulta prioritario trazar un plan de conservación y consolidación de los muros, algunos de hasta tres metros de altura, además de continuar con las excavaciones hasta acabar todo lo datado en el VI a.C. Es necesario tomar medidas para sustentar los muros y evitar desmoronamientos, como los del pasado otoño a causa de las fuertes lluvias, han dicho.

Los trabajos de excavación de esta campaña, finalizada el pasado 20 de julio, también han ido a cargo de la Diputación de Castellón con la colaboración del Ayuntamiento de Vinarós, como en los anteriores veranos, bajo la dirección de Arturo Oliver y con la ayuda de estudiantes universitarios. Pueden ser necesarias cuatro campañas más anuales para dejar el poblado totalmente excavado, ante lo que el arqueólogo ha apostado por que se fomente su aprovechamiento social, turístico y didáctico ante lo fácil de su acceso, «por lo que es una lástima que no se aproveche más».


Foto: Una vista de las excavaciones en el yacimiento Puig de la Misericordia

Este poblado es singular porque se remonta al VII a.C y fue ampliado en el V a.C. por tratarse de un conjunto residencial donde vivía la élite social de aquella época. Al sufrir en el VII a.C. un incendio que lo destruyó por completo, sus pobladores lo abandonaron todo allí, lo que ha permitido numerosos hallazgos. «Encontramos cerámica, materiales de bronce, restos animales y vegetales, que permite estudiar también la arquitectura y el entorno y la ecología del momento, qué tipo de agricultura tenían y la economía que tenían».

Este poblado es uno de los importantes de toda la cultura ibérica con más de 2.700 años de antigüedad, no solamente por su singularidad, sino también porque abarca todas las fases ibéricas. Los restos hallados este verano han sido depositados en el Museo de Bellas Artes de Castellón, donde también permanecen los anteriores hallazgos.

Foto: El arqueólogo Arturo Oliver (en primer término) dirigiendo las excavaciones

Las primeras excavaciones en El Puig de Vinarós comenzaron en el año 1980 pero después estuvieron paradas hasta 2013, cuando se reiniciaron, y desde entonces se hacen campañas cada verano.

Fuente:levante-emv.com | 29 de julio de 2019

Los arqueólogos de Pompeya, acusados de «vandalismo» por los vulcanólogos

Fresco del mito griego de Leda y el cisne encontrado bajo la lava de Pompeya - ABC

Las excavaciones de Pompeya siguen maravillando al mundo porque cada día hay nuevos descubrimientos. Pero lo que nadie podía imaginarse es que en ese escenario en el que trabajan arqueólogos, geólogos, físicos, químicos, vulcanólogos, biólogos, arquitectos y técnicos dotados con todo tipo de tecnología, se desatara una batalla entre vulcanólogos y arqueólogos. Estos últimos son acusados de «vandalismo» porque «están destruyendo la historia de las erupciones del Vesubio».

En una carta publicada en la prestigiosa revista Nature, Roberto Scandone (izquierda), profesor de Vulcanología en la Universidad de Roma, y sus colegas hacen un furibundo ataque: «Excavando en Pompeya, los arqueólogos están destruyendo los depósitos geológicos, lo que significa que cualquier información sobre la erupción almacenada en el interior de ese terreno, acaba perdiéndose».
Scandone y sus colegas afirman que «es alarmante que los depósitos volcánicos sean prácticamente sacrificados durante las excavaciones arqueológicas. Hemos sugerido que en las excavaciones se podrían dejar intactas algunas secciones representativas de los depósitos de las erupciones, pero esto ha sido ignorado».

Las primeras excavaciones de Pompeya se iniciaron en 1748 bajo el reinado de Carlos III de Borbón. Desde entonces, la antigua ciudad romana, sepultada bajo cenizas y lapilli, se ha reconstruido con detalles inimaginables, proporcionando una visión extremadamente real sobre la vida de las personas que vivían allí cuando se produjo la erupción del volcán, en el 79 d. C.

Erupción del Vesubio en 1944

Denuncia contra el método de las excavaciones

La denuncia no se limita a la carta publicada en Nature. Un grupo de 70 vulcanólogos italianos y extranjeros se han unido también a la firme protesta del presidente del Instituto nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV), profesor Carlo Doglioni (derecha) contra el método de excavaciones de Pompeya.

Doglioni escribió recientemente al ministro de Bienes Culturales, Alberto Bonisoli, lamentando los daños que se están haciendo a la vulcanología: «La comunidad científica vulcanológica italiana y extranjera, con rarísimas y esporádicas excepciones, no tiene manera de ver los productos de la erupción en el aérea de las excavaciones y de estudiar el diferente impacto que estos han tenido sobre los edificios y en los diversos puntos de la ciudad».
No es solo un tema científico, advierte el profesor Doglioni: «Los calcos (la recuperación de personas, animales y vegetales mediante yeso, cemento y agua) de Pompeya se han retirado de su posición original haciendo imposible reconstruir dónde y cuándo intentaron escapar los habitantes. El estudio de esta erupción no tiene solo un aspecto teórico, sino que contiene un inmenso patrimonio de información para la vulcanología a nivel mundial; puede ser una lección de protección civil, sobre cómo salvarse, de qué se debe hacer o no hacer en caso de erupción».
Concluye el presidente del INGV pidiendo que «cualquier fragmento de productos volcánicos sea conservado en su posición original y que sea permitido el acceso de los vulcanólogos, para profundizar en el estudio de las erupciones con los nuevos conocimientos en la materia: no hay un lugar en el mundo donde sea tan evidente la violencia tras el imprevisto despertar de un volcán adormecido. Puede ser un progreso para la ciencia, para la previsión de la actividad del Vesubio».

Panorámica de Pompeya (Italia) con el Vesubio al fondo - ABC.

Investigar la futura actividad del Vesubio

A propósito de una futura actividad del Vesubio, Christopher Kilburn, vulcanólogo de la United Kingdom’s University College de Londres, coautor de la carta a Nature, precisa que no hay preocupación porque se vaya a producir una erupción en tiempo breve, pero las autoridades deberían estar preparadas. «Esto significa que tenemos necesidad de contar con todas las informaciones posibles de los depósitos de la erupción del 79 d.C.». Más de tres millones de personas viven en el área del Vesubio, de ellas 600.000 en la que está considerada como «zona roja».

Ante las duras acusaciones lanzadas por los vulcanólogos, el director general del Parque Arqueólogico, el profesor Massimo Osanna (izquierda), prestigioso arqueólogo, ha salido al paso destacando que ha sido «larga y provechosa la colaboración» entre arqueólogos y vulcanólogos. «Todas las actividades de excavación han sido supervisadas por vulcanólogos de la Universidad de Nápoles Federico II, que han registrado la estratigrafía, tomado muestras y construido la cartografía», afirma el professor Osanna.

Profesor Luzón: fundamental la investigación multidisciplinar

Confirma también la opinión de Osanna el profesor Jose María Luzón (derecha), exdirector del Museo Arqueológico Nacional y Museo del Prado, con una amplia trayectoria de investigación sobre las excavaciones de Pompeya. Lo encontramos en Roma y al preguntarle si forma parte de los «vándalos», según acusación de los vulcanólogos, se ríe abiertamente: «Yo he trabajado con vulcanólogos. Las erupciones del Vesubio están muy estudiadas. Y se pueden hacer no solo en Pompeya, sino en varios kilómetros cuadrados en el área vesubiana».

Precisa el profesor Luzón que es muy larga la historia de las erupciones del Vesubio, cuya actividad habría comenzado hace más de 400.000 años. Noticias más seguras se comienzan a tener sobre una erupción de hace unos 39.000 años, con unas dimensiones colosales, que sepultó a gran parte de la región de Campania. «Debajo de Pompeya hay otra Pompeya de la Edad del Bronce y vete a saber si hay cosas del Paleolítico», precisa el profesor Luzón, quien considera fundamental la investigación multidisciplinar en las excavaciones: «Yo estuve trabajando en una casa de Pompeya y tuve al lado un geólogo de Turín; he tenido en el equipo químicos, paleontólogos… Es interesante también contar con un vulcanólogo, porque a veces ven cosas que tú no ves».

Seguramente hoy, con las nuevas tecnologías, la arqueología es más multidisciplinar que nunca: «Con los métodos actuales se puede ver lo que no pudieron hacer nuestros antepasados. Por ejemplo, nuestros abuelos excavaban una sepultura de la Edad del Bronce y sacaban huesos, un trozo de metal, unas cosas de piedra, etc. Pero hoy, en una excavación similar, hecha con tecnología de última generación se han sacado hasta los tejidos», resalta el profesor Luzón.

Fuentes: abc.es | smithsonianmag.com | 29 de julio de 2019

Pueblos iberomauritanos fueron los primeros consumidores de caracoles

Arqueólogos marroquíes descubren dos ánforas empleadas para envasar aceite y pescado cerca de Tánger, Marruecos. Foto: EFE

Los pueblos iberomauritanos fueron los primeros consumidores de caracoles que comenzaron a consumir caracoles en su dieta, según demuestran restos arqueológicos que sitúan esta costumbre tan lejos como 16.000 años atrás.

La información fue revelada el pasado viernes durante la "jornada de puertas abiertas" que organiza el Instituto Nacional de Ciencias de Arqueología y de Patrimonio (Insap, por sus siglas en francés), situado en la capital Rabat.

El arqueólogo de la Prehistoria y profesor en el instituto, Youssef Bokbot, explicó que los hallazgos fósiles encontrados demostraron que los pueblos iberomauritanos fueron los primeros consumidores de caracoles o ghulala, palabra de etimología bereber con la que se conoce a este animal en Marruecos.

Imagen de la cueva de Ifri N'Aamar en su entorno.

Bokbot apoyó su tesis en un corte estratigráfico traído de la cueva de Ifri Namar, cerca de la región norteña de Nador, en el que se veían restos de conchas de caracoles, al mismo tiempo que daba detalles sobre la forma de establecer la datación de estos fósiles.

El corte estratigráfico formaba parte de varios "mobiliarios" arqueológicos procedentes de distintas prospecciones y de diferentes épocas ordenados en los almacenes del Insap, que abrió este viernes 26 de julio por primera vez sus puertas a los medios de comunicación.

Los profesionales de este instituto - creado en 1985 y dirigido ahora por el profesor Jamal Bennacer conocido por supervisar el equipo que encontró el más antiguo Homo sapiens de Jebel Irhoud- destacaron la importancia del instituto para entender el comportamiento de la humanidad, al mismo tiempo que se quejaron de la falta de medios para realizar sus investigaciones en condiciones óptimas.


En Marruecos, existen dos laboratorios de análisis de restos arqueológicos a los que recurre el instituto, uno de ellos de la Gendarmería Real y el otro en el Centro de Estudios Nucleares de la Maamora, aunque la mayoría de las muestras se mandan a laboratorios especializados en Estados Unidos o en Europa.

"Entre las misiones de este instituto está responder a la pregunta de la identidad en Marruecos, cuán antiguos somos, así como los grupos humanos que pasaron por aquí y sus modos de vida", dijo el profesor y arqueólogo Abdeljalil Bouzouggar.

Fuente: elcomercio.com | 26 de julio de 2019

El gran edificio de los íberos en Garcinarro (Cuenca)

Los arqueólogos han hallado huellas de, al menos, cuatro culturas en un risco de un pueblo conquense que incluyen la mayor edificación íbera conocida, un poblado de la Edad del Hierro y ermitas del periodo visigodo. Foto: Víctor Sainz.

En plena Edad del Bronce (entre el 2100 y el 1500 antes de nuestra era), unos pobladores se asentaron en un otero escarpado a las afueras del actual municipio de Garcinarro (Cuenca). Unos 400 años antes de Cristo fueron sustituidos por una población íbera que, a su vez, fue sojuzgada por los romanos. Pero como nada es inmutable, a estos los remplazaron los visigodos. Y cada una de las culturas que llegaron al montículo no destruyeron lo que las anteriores habían levantado, sino que lo taparon.

Así, lo que hoy es el yacimiento arqueológico de La Cava, de casi ocho hectáreas, se convirtió, como dicen los expertos, “en una serie de cápsulas del tiempo”. Cuando las han abierto, los arqueólogos han desenterrado el más espectacular edificio íbero que se conoce: una edificación completa de tres estancias y de más de tres metros de altura. “Hasta donde sabemos, y seguimos investigando, no conocemos nada igual. Pensemos que habitualmente lo que solemos descubrir en este tipo de yacimientos son restos de muros realizados con piedras o adobes, que en raras ocasiones superan el metro de altura”, explica el director de las excavaciones, Miguel Ángel Valero, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Castilla-La Mancha. Mar Juzgado, arqueóloga del equipo de Valero, añade: “Desconocemos lo que vamos encontrar en esta campaña, porque no hay nada igual con qué compararlo”.


El profesor Miguel Ángel Valero junto a la hornacina hallada al fondo de una de las tres estancias del edificio íbero. En vídeo: los restos del edificio ibero. Foto: Víctor Sainz.


La arqueóloga Mar Jurado supervisa una hornacinas que rodean el interior de una de las tres estancias del "edificio singular". Foto: Víctor Sainz.

A principios de esta década, el entonces alcalde de Garcinarro, Antonio Fernández Odene, insistía una y otra vez ante las Administraciones en que a las afueras de su pueblo “había algo”. Nunca obtuvo una respuesta hasta que Valero se fijó en aquel extraño punto que aparecía en la carta arqueológica (documento secreto donde se señalan los posibles yacimientos de una zona) y le prestó atención. Comenzaron las excavaciones en 2014 y la sorpresa fue mayúscula: un batiburrillo de culturas que habían ocupado un cerro estratégico de las comunicaciones norte-sur del centro peninsular, sobre un cortado de más de 60 metros de altura.

El complejo incluye, además del “edificio singular” de unos 70 metros cuadrados, los restos de un poblado de la Edad del Bronce, una muralla de esta etapa cuya altura aún se desconoce y que está en proceso de excavación, un área de cazoletas (cientos de pequeños agujeros sobre una superficie rocosa) que pueden tener una finalidad de culto o artística, pero sin descartar otras, un cañón de 70 metros de longitud y unos siete de profundidad excavado en la roca por los pueblos prerromanos, así como decenas de grutas donde los eremitas habitaron en época visigoda. Los arqueólogos ignoran la función del “edificio singular”.


Centenares de cazoletas cubren un área pétrea del yacimiento de La Cava. Fueron horadadas con fines mágicos o decorativos. Foto: Víctor Sainz.

Barajan diversas teorías, como que se trate de un templo o una zona de almacenaje y transformación de productos, pero no descartan ninguna otra. El edificio estaba dividido en tres estancias (una de ellas, además, subdividida en dos habitaciones). A la central se accedía a través de una puerta pétrea con dintel y su muro sur estaba presidido por una gran hornacina de más de un metro de altura. El dintel posiblemente estaba agujereado en su centro, y a través de esta hendidura los rayos inundaban la sala e incidían sobre la hornacina, donde los íberos pudieron colocar alguna divinidad.


El director de la excavaciones, Miguel Ángel Valero, en el interior de una de las ermitas visigodas que rodean el yacimiento de La Cava. Foto: Víctor Sainz.

Lo curioso es que el sol solo tocaría al dios perpendicularmente a finales del mes de agosto, una fecha lejana de los solsticios de verano e invierno, algo que no ocurre en el resto de relojes solares del mundo. “Es un misterio, porque el final de agosto no coincide con ninguna etapa agrícola. ¿Para qué querrían marcar esa fecha?”, se pregunta Valero.

Posiblemente, un movimiento sísmico provocó la caída del dintel, que cayó por el enorme cortado que bordea el río de la Vega y que protege el edificio por el norte. Los arqueólogos creen que lo encontrarán. El interior de las salas está rodeado de hornacinas y piletas y en los suelos se distinguen varios hogares y hasta las huellas de una mesa. En los niveles estratigráficos de las diversas culturas que pasaron por La Cava se ha hallado cerámicas, fíbulas y herramientas (martillos y picos) ibéricos; fragmentos de terra sigilata (vajilla romana) y escoria metálica de época visigoda.


La arqueóloga Mar Juzgado señalando la denominada habitación C del edificio tenía un muro divisorio sobre el que se anclaba la cubierta de la construcción. Foto: Víctor Sainz.

El conjunto se ha conservado hasta nuestros días porque los pastores lo reutilizaron. Convirtieron los edificios íberos en corrales. El misterioso cañón de 70 metros, retechado y cerrado con un portalón, resultaba un lugar adecuado para guardar decenas de animales. Estos, con sus deposiciones, iban, a la vez, sellando los restos que íberos, romanos y visigodos habían dejado sobre el terreno durante más de 25 siglos. Hasta que llegaron los arqueólogos y se hicieron preguntas.

Valero se acerca al final del cañón de 70 metros de longitud que los íberos excavaron en la roca del montículo. Víctor Sainz. Foto: Víctor Sainz.

VIKINGOS, ALTARES DE SACRIFICIOS, MÚSICA CELTA Y EL DIOS THOR

Garcinarro es un pueblo de 121 habitantes de la Alcarria. El anterior alcalde, Antonio Fernández, intentó de todas las maneras posibles reactivar el turismo rural. No dudó en organizar visitas al yacimiento, aunque le echó mucha imaginación. Los visitantes eran recibidos por vikingos, celtas, caballeros, música medieval y todo aquello que pueda provocar una sonrisa en el público. “Ya le he dicho que todo eso no tiene nada que ver y que no vamos a participar”, explica Valero, “pero él hace lo que puede por la economía del pueblo. Le entiendo”. Un programa televisivo de misterios ha asegurado, incluso, que una roca, que asemeja una serpiente, es el dios Thor, y hasta una pequeña cantera fue convertida “en altar de sacrificios”. Le vierten tinta roja para aparentar sangre. “No hacen daño a nadie, incluso cuidan el yacimiento, pero de ahí a que sea verdad lo que dicen...”, concluye el profesor universitario mientras se encoge de hombros.

Fuentes: elpais.com | Fotos: Víctor Sainz | 28 de julio de 2019

‘Rosemarkie man’, el jefe picto que murió brutalmente asesinado hace 1.400 años

Este jefe picto murió brutalmente asesinado hace 1.400 años (Rosemarkie Caves Project)

El Rosemarkie man se hizo famoso en 2017. Fue entonces cuando los investigadores del Centro de Anatomía e Identificación Humana de la Universidad de Dundee reconstruyeron la cara de este miembro del pueblo picto que había sido brutalmente asesinado hace 1.400 años. Pero los estudios continuaron y ahora los expertos señalan que este hombre era un jefe o un miembro de la realeza.
Los análisis realizados recientemente dentro del Project Rosemarkie Caves sugieren que este individuo era un miembro prominente de la comunidad, con una dieta rica en proteínas de la que los arqueólogos apenas han encontrado otros ejemplos de ese período. Además, a pesar de tener una muerte brutal, fue enterrado con mucho cuidado en la cueva de la Black Isle (Escocia) donde fue hallado.

“Era un tipo grande y fuerte, con una constitución similar a la de un jugador de rugby. Por encima de la cintura tenía una complexión muy fuerte”, ha señalado Simon Gunn (izquierda), fundador del proyecto. El hombre estaba sepultado en un hueco de la cueva situada en el condado de Ross-shire, en plenas Highlands escocesas.

En 2016, los investigadores se sorprendieron al encontrar los restos en muy buen estado de un cuerpo que había sido colocado en una posición inusual: con las piernas cruzadas y con piedras grandes que sujetaban sus piernas y brazos. El alto nivel de conservación permitió ver en detalle las horribles lesiones que sufrió.
Los especialistas identificaron al menos cinco impactos que habían provocado fracturas en la cara y el cráneo, lo que les permitió recopilar una descripción detallada de cómo murió el hombre. Su vida fue corta y acabó de forma brutal. El primer golpe -con un elemento circular- le rompió los dientes del lado derecho. El segundo -quizás con el mismo objeto, usado como un palo de combate- le destrozó la parte izquierda de la mandíbula.

Foto retocada con la roca encontrada entre la piernas del esqueleto.

El tercer impacto le causó una fractura en la parte posterior de la cabeza. El hombre probablemente se cayó al suelo tras el golpe en la mandíbula y chocó con un objeto duro, quizás piedra. El cuarto estaba destinado a acabar con su vida, ya que probablemente la misma arma fue conducida a través del cráneo, de una lado hacia otro, mientras el Rosemarkie man yacía en el suelo.

La quinta herida no estaba en consonancia con las lesiones causadas con los otros cuatro golpes. En este caso, presentaba un agujero, más grande que el causado por el arma redonda, en la parte superior del cráneo. Una muestra de hueso datada por radiocarbono indicaba que el hombre murió en algún momento entre el 430 y 630, una época conocida como el período picto en Escocia.


Reconstrucción del 'Rosemarkie man' sin pelo y con él.

Una serie de pequeñas excavaciones en pozos de prueba proporcionó muestras de que las cuevas fueron ocupadas, o al menos utilizadas de alguna manera, desde hace 1.500-2.000 años. Además, también aparecieron objetos que dejaron los ocupantes (fijos o temporales) que residieron en este sitio hace 200 o 300 años y que fabricaron o repararon zapatos de cuero, posiblemente para distribuirlos en las comunidades locales de la Black Isle.

El espacio en la que apareció el esqueleto mostró también evidencias de que el lugar había sido utilizado para la forja de hierro durante el período picto. Los extensos restos de metal llevaron a los arqueólogos a suponer que la cueva se seleccionó específicamente para este uso, aunque encontrar el cuerpo le dio a esta cueva un significado completamente diferente.

Foto: Pieza de revestimiento de un horno vitrificado y el sitio de la cavidad del horno.

Este noble o jefe había sido brutalmente asesinado, pero fue enterrado con cierta consideración. Lo habían colocado de espaldas, dentro de un oscuro nicho y cargado con piedras de playa. ”La colocación de sus restos nos da una idea de la cultura de quienes lo enterraron. Quizás su asesinato fue el resultado de un conflicto interpersonal; ¿O hubo un elemento de sacrificio relacionado con su muerte?”, indicaban los investigadores hace dos años.

Fuentes: lavanguardia.com | nosasblog.wordpress.com | 24 de julio de 2019