El falso mito de la pacífica civilización maya: también usaron tácticas de guerra total

Foto: Guerreros mayas en pleno combate. Reconstrucción de la sala de la guerra del templo de los Murales en el yacimiento de Bonampak. National Geographic. DAGLI ORTI / DEA / ALBUM

Una antigua inscripción maya econtrada en un yacimiento de la actual ciudad de Naranjo (Guatemala) reza: en «el 21 de mayo del 697 –3 Ben, 16 Kasew, en el calendario maya–, Bahlam Jol –la actual Witzná– "ardió" por segunda vez».

Tal como un grupo de arqueólogos y geólogos acaba de concluir, en un artículo publicado en Nature Human Behaviour, este mensaje, junto al hallazgo de antiguas cenizas, demuestran que los mayas no fueron una civilización tan pacífica como se solía considerar hasta ahora. Según lo que se ha averiguado, arrasaron y quemaron ciudades, y parece ser que lo hicieron desde mucho antes de lo pensado. Es decir, al igual que hicieron romanos o cartagineses, los mayas recurrieron a estrategias de guerra total.

«Por primera vez tenemos una imagen del impacto que tuvo un ataque maya durante el periodo clásico», ha explicado a ABC David Whal (izquierda), investigador en la Universidad de California, en Berkeley (EEUU), y primer autor del estudio. «Podemos ver cómo las tácticas usadas tuvieron unas consecuencias negativas para la población que cambiaron para siempre la trayectoria de un asentamiento».

El castigo de la reina

En concreto, una serie de evidencias arqueológicas, junto a datos estratigráficos, entre los que hay cenizas fosilizadas, muestran que en el año 697 los mayas incendiaron la ciudad de Bahlam Jol, la actual Witzná. Desde entonces, esta quedó habitada por un número mucho más bajo de personas. Todo apunta a que la reina de la actual Naranjo, madre del rey niño Kahk Tilew, emprendió una campaña de castigo para restablecer su poder entre otras ciudades-estado.


Esto cambia por completo el paradigma según el cual los mayas no adoptaron este tipo de guerra hasta el periodo Clásico Terminal, en el que experimentaron su caída, en torno al siglo X, y que, de hecho, la guerra tuvo un papel destacado en su colapso. «La presencia de esta guerra tan destructiva, y de modo tan temprano, socava la asunción de que estuvo limitada al Clásico Terminal. Por eso, ponemos en entredicho una de las teorías más importantes sobre el colapso de la civilización maya», ha explicado Wahl.

Foto: Modelos tridimensionales de dos estelas mayas de un sitio ubicado en lo que ahora es Guatemala. Una de las estelas contiene escritura con referencia a la "segunda quema" de Bahlam Jol. Crédito: A. Tokovinine.

La civilización maya, nacida en torno al año 2.000 antes de Cristo alrededor de la península de Yucatán, alcanzó su máximo esplendor entre los siglos III y VIII. Fue en ese momento cuando esta sociedad construyó muchas de sus florecientes ciudades-estado, dirigidas por dinastías, y de sus impresionantes monumentos. Su apogeo intelectual y artístico llevó a importantes avances en el campo de las matemáticas, la astronomía y la arquitectura.

Sin embargo, en un periodo de tiempo no muy prolongado, alrededor del siglo IX, las principales dinastías desaparecieron y las ciudades más importantes fueron abandonadas a su suerte. Aunque los mayas sobrevivieron, su poder económico y político fue desde entonces una triste sombra del pasado.

El investigador David Wahl, de pie, recogiendo muestras de sedimentos en el Lago Ek'Naab, al noreste de Guatemala - Francisco Estrada-Belli, Tulane.

¿Qué causó la caída de la civilización maya?

¿Por qué ocurrió esto? Una de las explicaciones más aceptadas es que una larga y extrema sequía pudo estar detrás del ocaso de los mayas. En medio de una situación de escasez de recursos comenzó un periodo de inestabilidad social, económica y política. En teoría, esto llevó a un cambio en la forma de hacer la guerra: se pasó de una guerra ritual, en la que no se arrasaban las ciudades y solo se sacrificaba a enemigos cautivos, a una estrategia más indiscriminada, en la que sí se arrasaban campos y ciudades.

El estudio publicado ahora sugiere que no hubo tal cambio. «Lo revolucionario de esto es que vemos esta forma de hacer la guerra desde mucho antes», ha dicho en un comunicado Francisco Estrada-Belli, investigador en la Universidad de Tulane y coautor del estudio.
«No fue una guerra en la que la nobleza se retase, tomando y sacrificando cautivos para aumentar la popularidad de los captores. Por primera vez, vemos que esta guerra tuvo un impacto general en la población».

En este estudio, los científicos investigaron tanto las pistas dejadas por los sedimentos como por los restos arqueológicos. Extrajeron testigos de sedimentos de siete metros de largo del lago Ek´Naab, situado en la llanura donde se encontraba la antigua Witzná, suficientes para reconstruir 1.700 años de actividad humana. En dichos sedimentos buscaron indicios de perturbaciones y examinaron los granos de polen de gramíneas a fin de estudiar la actividad agrícola pasada y, finalmente, varias capas de cenizas.

El trágico destino de la ciudad de Witzná

Una de las capas de cenizas, acumuladas entre el año 690 y el 700, coincide con el ecuador del Periodo Clásico maya y con la inscripción según la cual la ciudad de Witzná fue arrasada en el año 697. Además, los sedimentos muestran cómo después de ese momento la ciudad quedó casi despoblada.

«Parece que quemaron toda la ciudad e incluso todos los alrededores», ha dicho Wahl. «Después, vemos una caída en la actividad humana, lo que sugiere que al menos hubo un importante impacto en la población. No podemos saber si todo el mundo fue asesinado, si se movieron o si sencillamente emigraron, pero sí que la actividad humana cayó muy drásticamente justo después de ese evento».


Foto: Los mayas concedían gran valor a capturar con vida a sus enemigos. Ataviados con sus mejores galas y con sus estandartes de guerra, llevaban a los cautivos al sacrificio, como se ve en esta representación de un vaso maya en el Museo Kimbell de Fort Worth. ART RESOURCE / SCALA.

Esto no demuestra que los mayas recurrieran a la guerra total durante los 650 años que duró su Período Clásico, según Estrada-Belli. Sin embargo, estos indicios encajan con las cada vez más numerosas evidencias que muestran que su comportamiento era belicoso, como la presencia de fosas comunes, ciudades fortificadas y la posesión de grandes ejércitos.

Además, los investigadores han encontrado otras referencias de la quema de ciudades como Komkom (la actual Buenavista del Cayo), K´an Witznal (hoy Ucanal) y K´inchil (cuya ubicación es desconocida), lo que sugiere que estas también fueron arrasadas.

Un fragmento quemado de una estela de piedra, la mitad inferior de la estela 4 de Witzna, que data del Período Clásico tardío, comprendido entre 650 y 750 d.C. (Foto cortesía de Francisco Estrada-Belli, Tulane).

¿Fueron rituales las guerras mayas?

A la vista de todo esto: «Necesitamos replantearnos el paradigma de que la guerra maya antigua estaba centrada en capturar cautivos y conseguir tributos», ha dicho en un comunicado Alexandre Tokovinine (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Alabama y coautor de este trabajo.
David Whal ha añadido que el conocimiento que se tiene sobre la guerra ritual maya se basa en las pocas evidencias que quedan, sobre todo centradas en monumentos de roca y cerámica y que, además, reflejan mejor a la élite de la sociedad. También ha recordado que el clima tropical acelera la degradación de materia orgánica, con lo que destruye la mayoría de las pistas: «Creo que la ausencia de cualquier evidencia real sobre cómo era la guerra durante el Periodo Clásico ha llevado a nuestra narrativa de que la guerra era limitada y ritualizada».

A continuación, estos científicos seguirán trabajando como detectives de eventos traumáticos ocurridos en las ciudades-estado mayas. Ya han encontrado otras cinco evidencias que concuerdan con momentos de alta actividad militar, pero carecen de registros escritos con los que relacionarlos. Mientras buscan alternativas también trabajan en reconstruir el clima de la región para saber qué papel pudo tener la sequía en el ocaso de los mayas.

Fuentes: abc.es |news.berkeley.edu | 8 de agosto de 2019

La primera forma de escritura, un código visual secreto, pudo haberse desarrollado en Israel hace unos 6.000 años

Foto: Réplica de un cetro de bronce del tesoro de Nahal Mishmar exhibido en el Museo Hecht, Haifa, Israel.

Un conjunto de artefactos de cobre fabricados hace unos 6.300 años puede contener un código secreto utilizado por los antiguos trabajadores metalúrgicos levantinos, lo que supondría que fuera una de las primeras formas de escritura primitiva del mundo. Esa es la nueva y controvertida teoría de un investigador israelí que cree haber descifrado el significado de los espléndidos artefactos de cobre -pero aún enigmáticos- que se descubrieron hace décadas en una remota cueva del desierto de Judea.
En 1961 se encontraron más de 400 objetos de cobre envueltos en una estera hecha jirones en una caverna en las laderas casi inaccesibles de Nahal Mishmar, una corriente fluvial estacional que desemboca en el Mar Muerto.

El llamado tesoro Nahal Mishmar fue uno de los mayores hallazgos prehistóricos realizado en Israel y en el mundo. El mismo reveló una sofisticación -previamente insospechada- y un conocimiento avanzado de la metalurgia entre las gentes que habitaron el Levante durante la Edad del Calcolítico o del Cobre.

Artefactos encontrados en Nahal Mishmar, realizados hace más de 6.000 años Clara Amit, IAA

El tesoro pertenecía a una cultura que los arqueólogos han denominado Ghassulian, no porque se tuviera alguna idea de cómo se llamaban estas personas, sino porque se identificó por primera vez en un lugar de Jordania llamado Teleilat Ghassul.

La datación mediante carbono 14 de la estera que contenía los artefactos demostró que el tesoro se remonta a alrededor de 4300 a.C., y muchos de los objetos, en forma de cuencos, mazas, coronas y cetros, muestran un nivel de artesanía que se creía impensable para ese periodo.
La mayoría de los artefactos se produjeron utilizando la técnica de cera perdida, un proceso complejo que requiere habilidad y mucho tiempo. Aún más sorprendente, los análisis han demostrado que estaban hechos de aleaciones, en aquel entonces únicas, de cobre con arsénico, antimonio y otros metales, los cuales habrían tenido que obtenerse en Anatolia o en el Cáucaso.

Foto del descubrimiento del tesoro de Nahal Mishmar en 1961.

Aunque la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que los objetos tenían algún tipo de propósito ritualista, el tesoro ha permanecido como un misterio para los arqueólogos, quienes tienen dificultades para explicar cuál fue el uso exacto de los artefactos, o qué significado puede atribuirse a los motivos que los decoran.
Parte del enigma proviene del hecho de que el pueblo de la cultura Ghassulian vivió en un tiempo en el que no existía la escritura, y, por tanto no dejaron información sobre ellos mismos.

¿O lo hicieron?

Las representaciones de animales con cuernos, pájaros, narices humanas, y otros motivos que se encuentran en los artefactos no son solo decoraciones aleatorias o imágenes simbólicas, afirma Nissim Amzallag (izquierda), investigador del Departamento de Estudios Bíblicos y Arqueología del Antiguo Oriente Próximo en la Universidad Ben Gurion.

Amzallag, que ha centrado su interés en los orígenes culturales de la metalurgia antigua, mantiene la opinión de que estas representaciones forman un código tridimensional rudimentario en el que cada imagen simboliza una palabra o frase y comunica un cierto concepto.
En otros términos, el tesoro de Nahal Mishmar debería verse como un precursor de los primeros sistemas de escritura que surgirían siglos más tarde en Egipto y Mesopotamia, dice Amzallag.

El investigador ha publicado recientemente un estudio al respecto en la revista Antiguo Oriente, una publicación revisada por pares del Centro de Estudios de Historia Antigua del Próximo Oriente en la Pontificia Universidad Católica de Argentina.
Un artefacto redondo, perteneciente al tesoro Nahal Mishmar, denominado 'corona' y decorado con dos cabezas de un animal con cuernos. Clara Amit, IAA

No es tan fácil como A-B-C

En su trabajo, Amzallag analiza varias piezas clave del tesoro y especula sobre la posible semántica de su iconografía. Muchas de las representaciones pueden interpretarse como logogramas, es decir, símbolos gráficos que representan una palabra o una frase en particular. Los logogramas formaron la base de los primeros sistemas de escritura, como los jeroglíficos egipcios y la escritura cuneiforme sumeria. En su forma más simple, los logogramas podían significar una palabra al parecerse al objeto físico que debían representar, como un buey o un tallo de trigo.

Pero cuando tenían que transmitir conceptos más abstractos, los antiguos sistemas de escritura recurrían a lo que los lingüistas llaman el "principio pro rebus", esto es, el uso de un carácter o fonograma cuya palabra correspondiente suena muy similar a la idea compleja que el escritor está tratando de comunicar.

Este artificio todavía se emplea comúnmente en acertijos creados con lenguajes modernos. Por ejemplo, en inglés, el pronombre "I" también se puede escribir dibujando la imagen de un ojo (eye).
La misma lógica funciona en el código de Nahal Mishmar, dice Amzallag. Por ejemplo, uno de los motivos decorativos más recurrentes en los artefactos es la representación de un animal con dos o cuatro cabezas con cuernos, posiblemente un íbice (derecha).

Si bien no existe una conexión particular entre los íbices y la metalurgia, la palabra semítica occidental utilizada para los animales ungulados suena muy similar a los términos ingleses "dust" (polvo, tierra) y "ore" (mineral) (en hebreo "ofer" es un ciervo joven y "afar" es "dust", polvo, tierra). Por lo tanto, es posible que los íbices fueran un fonograma destinado a nombrar el mineral que formaba estos artefactos, y los cuerpos fusionados de los animales representaban la necesidad de representar la mezcla de dos o más minerales para crear las aleaciones utilizadas en el tesoro de Nahal Mishmar, según sugiere Amzallag.

Para dar otro ejemplo, la representación frecuente de una nariz humana ("nose", en inglés), "anp" en los primeros lenguajes semíticos, podría estar relacionada con su uso como una raíz verbal para expresar el incremento de un fuego al soplarle aire, una acción que era clave en el proceso de fundición, dice el investigador en su artículo. Además, Amzallag ve un vínculo semántico entre las representaciones de las aves que anidan y la artesanía del metal trabajado en sí mismo, dado que el término para anidar en los primeros lenguajes semíticos es similar a "qayin", una designación arcaica de la metalurgia.

No todos los símbolos que el profesor Amzallag afirma haber descifrado siguen el "principio pro rebus", y algunos son representaciones más mundanas de fenómenos físicos. Así, por ejemplo, postula que casi cada vez que se hace o se crea individualmente un globo esférico de metal como parte de un objeto, está destinado a representar el sol.

Globos de cobre que Amzallag cree que representarían el sol. Imagen vía Wikimedia.

El tesoro de Nahal Mishmar incluye 432 objetos ornamentados de cobre, bronce, marfil y piedra: 240 cabezas de mazas, unos 100 cetros, 5 coronas, cuernos utilizados como recipientes, herramientas y armas. Algunos de los objetos aparecen en esta fotografía. (Hanay/Wikimedia Commons)

Si aún no lo han adivinado, los 16 significantes que Amzallag dice haber descifrado tienen un significado relacionado con la fundición de cobre y el trabajo con metales. En última instancia, en su artículo de investigación se aventura a "traducir" la iconografía de varios de los artefactos, en lo que resulta ser algo parecido a una serie de recetas simples sobre cómo hacer los objetos que componen el tesoro de Nahal Mishmar: tomar una cierta cantidad de minerales diferentes, aplastarlos, colocarlos en un fuego muy caliente y moldear con herramientas el metal fundido.
Pero, ¿por qué los súper hábiles trabajadores metalúrgicos de la cultura Ghassulian necesitaban, ¡ejem!, "escribir" instrucciones tan básicas?

Ese momento o proceso de calentar rocas y extraer el metal de las mismas era visto como una actividad mágica, casi divina, explica Amzallag, y aquellos que participaban en este proceso se habrían sentido cerca de estar descubriendo los secretos del universo.

"El sol, por ejemplo, se parece mucho a una esfera de metal fundido, por lo que habrían sentido que entendían lo que es el sol, y, en consecuencia, podían hacer un pequeño sol", dice Amzallag a Haaretz. "Pensaron que entendían de qué estaba hecho el universo y se habrían sentido como dioses".

El conocimiento de este oficio divino se habría mantenido dentro de un estrecho círculo de personas, es decir, se habría compartido con solo unos pocos individuos, señala.
"Era una ocupación misteriosa cuyos secretos no se aprendían fácilmente: requería una iniciación y varios ritos de paso, y disponer de un código visual constituía parte de ello", dice Amzallag. "No pretendían crear la escritura, pretendían comprender y representar lo que estaban haciendo".


Dos íbices sobre una pieza globular. Clara Amit, IAA

Tal vez es solo una cabra

Amzallag no es exactamente un investigador convencional y es conocido por sus teorías poco ortodoxas. Tal como se informó en Haaretz el año pasado, levantó cierto revuelo al publicar un estudio en el que afirmaba que el término YHWH, el Dios de los israelitas en la Biblia, se originó como una deidad en el panteón cananeo adorado inicialmente por trabajadores del metal de finales de la Edad del Bronce y principios de la Edad del Hierro.

Su nuevo estudio sobre el tesoro de Nahal Mishmar es "altamente especulativo" y se basa en suposiciones que son difíciles de probar o refutar, dice Dina Shalem (izquierda), arqueóloga del Kinneret College y miembro de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
El primer problema, que el propio Amzallag reconoce en su documento de investigación, es que el análisis solo funciona si estamos de acuerdo en que las gentes de la cultura Ghassulian hablaban un idioma semítico, y que nosotros podemos descifrar el supuesto simbolismo de la iconografía calcolítica usando palabras similares a las que aparecen cientos o miles de años después en textos semíticos de las Edad del Bronce y del Hierro.

"No sabemos lo suficiente como para decir qué idioma hablaban", dice Shalem, quien ha excavado e múltiples yacimientos calcolíticos en Israel. "Arqueológicamente hablando, los principales cambios culturales ocurrieron en el Levante durante la transición entre la Edad del Cobre y la Edad del Bronce", señala. "Las costumbres funerarias, así como la arquitectura, son completamente diferentes, y aunque algunas cosas muestran cierta continuidad, es difícil saber si esto se aplica al lenguaje".
Al profundizar en el estudio, Shalem argumenta que podría haber otras interpretaciones igualmente válidas de la iconografía de la cultura Ghassulian. Por ejemplo, las figuras que Amzallag ve como representaciones de ibis jóvenes podrían ser cabras. Y la frecuente duplicación o cuadruplicación de los cuerpos puede no estar conectada a las aleaciones y la fundición, ya que es un motivo figurativo que aparece también en contextos no vinculados a la metalurgia, tal como en los osarios.

"En períodos anteriores encontramos figuras antropomórficas de dos cabezas", dice ella. "Duplicar algo puede ser simplemente una forma de enfatizar su importancia".

Sin embargo, otros colegas están más inclinados a darle al estudio el beneficio de la duda. Si bien no están de acuerdo con algunas interpretaciones específicas, la teoría en su conjunto es sólida, dice Daniel Sivan (derecha), profesor emérito de lenguas semíticas en la Universidad Ben-Gurion.

"Anzallag hace algunas afirmaciones muy audaces y controvertidas, pero hay algo interesante en esta teoría de que los orígenes de la escritura están relacionados con la metalurgia", dice Sivan a Haaretz. "Es un concepto nuevo y curioso que merece ser publicado".

¿La primera protoescritura?

Pero suponiendo que existiera un código visual secreto, ¿es correcto identificarlo como la forma más temprana de protoescritura, tal como sugiere Amzallag en su artículo? ¿Y está conectado a los sistemas de escritura que se desarrollaron más tarde en el Próximo Oriente?
Hay varios hallazgos muy controvertidos que son aún más antiguos que el tesoro de Nahal Mishmar y que llevan símbolos que algunos expertos han afirmado que podrían ser los primeros ejemplos conocidos de escritura. Entre estos se incluyen la tablilla Dispilio (izquierda), una tablilla de madera grabada que se encontró en un lago de Grecia y que data de alrededor de 5200 a. C., así como las tablillas de Tartaria (derecha), artefactos grabados encontrados en una aldea neolítica en Rumanía.
Pero la interpretación y datación de estos y otros hallazgos es muy discutida. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que los primeros intentos de escritura se desarrollaron en Mesopotamia y Egipto en los albores de la Edad del Bronce, alrededor de 3.200 a.C., más de un milenio después de que el tesoro de Nahal Mishmar fuera escondido por razones desconocidas.
No hay similitudes obvias entre los ideogramas bidimensionales de las tablillas cuneiformes o de los jeroglíficos y el supuesto código visual tridimensional de Nahal Mishamar. Esto es cierto tanto en su forma como en su función. Si bien el código desarrollado por los trabajadores metalúrgicos del Levante habría sido un equivalente elaborado de un apretón de manos secreto, los primeros sistemas de escritura comprobados de la antigüedad probablemente se crearon por razones financieras derivadas de necesidad de registrar cantidades de bienes y transacciones comerciales.

Corona con repreentación de buitres perteneciente al tesoro Nahal Mishmar.

Aún así, dado que las aleaciones únicas de los artefactos de Nahal Mishar muestran que ya en el Calcolítico había una red comercial que permitía la transferencia de bienes y conocimiento a grandes distancias, es posible que ideas como las derivadas del "principio pro rebus" fueran desarrolladas por primera vez por los trabajadores metalúrgicos ghassulianos y luego adoptadas por otras civilizaciones de la región, especula Amzallag.

"La eventualidad de una relación entre el código visual desarrollado primero entre gentes de la cultura Ghassulian, y posteriormente en Egipto y en Mesopotamia, no debería descartarse", concluye Anzallag en su artículo.

Pero, si bien no debe descartarse, también hay poca evidencia que respalde tal afirmación, ya que es escasamente probable que los trabajadores del metal, los supuestos poseedores de este código secreto, viajaran tan lejos para difundirlo, contrarresta la profesora Shalem.

"Cuando se observa el comercio y la importación de materias primas, como los metales procedentes de Turquía, las cosas se mueven de mano en mano, de un comerciante a otro", dice ella. "No fue una sola persona la que viajó a Anatolia para adquirir los productos, y ciertamente no fueron los propios trabajadores del metal quienes hicieron el viaje".

Fuentes: haaretz.com |ancient-code.com | 6 de agosto de 2019

Una exposición que no hay que dejar pasar: Irán y su glorioso pasado en el MARQ

Una de las salas del Museo Arqueológico de Alicante en las que se expone 'Irán, cuna de civilizaciones' E.M.

El Museo Arqueológico de Alicante, MARQ, situado muy cerca del centro de esta ciudad mediterránea, es uno de los mejores museos de Europa. El reconocimiento de este estatus se produjo en 2004, cuando, tras su renovación y apertura en su actual sede en el antiguo Hospital Provincial, alcanzó el Premio Europeo al Mejor Museo del Año.

Esta reputación se ha consolidado, más si cabe, con la notable exposición que el MARQ ha organizado este año: Irán, cuna de civilizaciones. Esta exposición, que llegó a Alicante en marzo de 2019, tras su visita al Drents Museo de Assen, en el norte de Holanda, se exhibirá hasta el próximo 1 de septiembre. La Exposición cuenta la historia de Irán, o Persia como se le llama a menudo, desde sus orígenes en tiempos prehistóricos hasta el final de la dinastía Safaví a principios del siglo XVIII. Cada una de las tres salas dedicadas a la muestra representa un período diferente en la rica historia de Irán.
En las tabletas contables como las de Tappeh Yahya (9,2 - 7,7 cm), fechada entre el 3100 y el 2900 a.C., los números de las mercancías comercializadas se indicaban junto a los símbolos de los diversos productos. La escritura cuneiforme se desarrolló a partir de este sistema.

Al entrar en la primera sala, el visitante se siente atraído inmediatamente por el ambiente, que es a la vez elegante e íntimo. Las salas están bañadas por un cálido resplandor de luz amarilla dorada y azul. Algunas de las paredes de esta primera estancia, están adornadas con imágenes de rosas secas (una flor fragante especial de Kashan con la que se hace, desde antiguo en Irán, el agua de rosas). Otras están decoradas con versos de la poesía persa. La música clásica iraní flota en el aire, transportando al visitante a los períodos más fascinantes de la historia de Irán.

Foto: "Ritón con forma de cebú", cerámica, Edad del Hierro, ca. 1150-850 a.C., Marlik, Gilan. Una de las piezas destacadas de la exposición.

La atmósfera, el diseño, los recursos didácticos y de accesibilidad, la arquitectura y la decoración no hacen más que realzar el fondo de la muestra. A la entrada, los visitantes están invitados a ver un documental sobre la historia iraní. A continuación, una serie de mapas artísticamente elaborados, sofisticadas líneas de tiempo y textos explicativos narran la larga historia del pasado imperial de Irán, desde los tiempos del Paleolítico hasta el siglo XVIII, cuando la última dinastía independiente de Irán, la de los safavíes, se derrumbó. Por último, el doctor José Cutillas Ferrer, profesor de historia iraní y lengua persa de la Universidad de Alicante y uno de los principales consultores de la exposición, explica la relación entre España e Irán en el momento álgido de sus contactos, en la época de safaví, en los siglos XVI y XVII.

La pieza Ritón de Oro, uno de los principales reclamos. EL MUNDO

PIEZAS

Una serie de notables objetos forman la verdadera esencia de la exposición. Todos ellos han sido prestados por el Museo Nacional de Irán en Teherán. Estos incluyen algunas de las primeras cerámicas conocidas, que datan de hace 7.000 años, dagas del segundo milenio a.C., joyas y vasos de entre 850 y 550 a.C., pilares y bustos, relieves de Persépolis, la capital de Irán durante el periodo aqueménida.

Foto: En los relieves de Persépolis se figuran representantes de los 23 pueblos de todos los rincones del inmenso imperio del rey Darío, que acuden con regalos a adorar al rey en el gran salón de audiencias. La sala tenía columnas de 20 m. de altura.

Un elemento particularmente bello y quizás el punto culminante de esta espectacular muestra, convertido en acertada imagen publicitaria de la misma, es un exquisito ritón persa, un recipiente ceremonial para beber que consiste en un vaso unido a un grifo alado. Realizado en oro puro y con un peso de casi dos kilos. Esta elegante obra maestra del siglo VI al IV a.C., referente del arte persa, además engalana el cartel de la exposición, la portada del catálogo y la publicidad del evento para el público recorriendo toda la ciudad en sus autobuses, vallas, etc.

Toda esta riqueza y la importancia del legado de tanta civilización queda plasmada en el espectacular catálogo creado para la ocasión. Fiesta para la vista, destaca por la calidad de sus ilustraciones y el alto nivel de los ensayos científicos que sobre diversos aspectos de la cultura iraní han sido escritos por versados especialistas.

Según los datos publicados por el MARQ, más de sesenta mil visitantes han pasado por la exposición desde su inauguración el pasado 14 de marzo. El 13 de junio se celebró una jornada de conferencias en el museo como parte de las numerosas actividades programadas con motivo de la exposición.
César Augusto Asencio, entonces vicepresidente del MARQ y de la Diputación de Alicante, ofreció las palabras de bienvenida y abrió el seminario, que abordó en las sesiones de mañana las relaciones entre España e Irán desde el siglo XVII hasta la Primera Guerra Mundial. A continuación, varios académicos presentaron ponencias y entablaron un debate. Que continuó en las sesiones de tarde con Kamyar Abdi, Karam Mirzaei y Yousef Hassanzadeh quiénes formaron la delegación iraní, desplazada a Alicante expresamente. España estuvo representada por los profesores José Cutillas y Enrique García; y el especialista en historia safaví de reconocido prestigio internacional, el profesor Rudi Matthee de Estados Unidos.

Foto: «Plato de porcelana china con decoración en azul y blanco», cerámica, siglo XVII, Shaiekh Safi aldin Ardabili, Ardabil. Una de las piezas destacadas de la exposición.

Destaca en la organización del evento, el director gerente del MARQ, Josep Albert Cortés, que ha contribuido decisivamente junto al equipo técnico del museo alicantino, a traer esta exposición a España y que, en el momento de escribir estas líneas, se encuentra con el director de exposiciones, Jorge Soler Díaz, de viaje en Irán, con el fin de dar continuidad a este extraordinario proyecto de cooperación cultural internacional, con una exposición del MARQ en Teherán, en el Museo Nacional de Irán, que se prevé inaugurar el próximo septiembre.

En palabras de Cortés: «Lo más especial está siendo la experiencia personal de conocer a grandes personas, como el profesor Cutillas y descubrir de su mano un país desconocido para nosotros. Otra ha sido nuestra interacción con los colegas del Museo Nacional de Irán, grandes profesionales, algunos de ellos formados en universidades europeas. También hay que destacar todo el trabajo realizado por las secciones culturales de las respectivas embajadas, pero especialmente los esfuerzos del embajador de España en Irán, Eduardo López Busquets. Y finalmente, ha sido maravilloso conocer la tierra de los iraníes, su historia, su cultura, el legado de sus imperios, y sus contribuciones a la civilización».

Los profesores Cutillas y Soler explican además cómo se produjo este extraordinario acontecimiento: «El proyecto nació hace dos años durante los debates en la Plataforma Europea de Museos, la Red Europea de Exposiciones (EEE), de la que el MARQ es miembro. Gracias a la colaboración con el Drents Museo de Assen, el MARQ pudo compartir los gastos de la curaduría, los artículos del catálogo, transporte, etc., sobre la base del intercambio cultural internacional entre museos. La colaboración con Irán también fue, particularmente, vital. Todas las piezas expuestas pertenecen al Patrimonio Nacional Iraní depositado y custodiado en el Museo Nacional de Irán, en Teherán, que depende del ICTHO (el organismo gubernamental que integra los Museos Nacionales de Irán). La novedad de la exposición en el MARQ, además del diseño y la distribución cronológica de las salas, reside en la parte que abarca las relaciones hispano-iraníes de los siglos XVI y XVII».

Las piezas originales serán devueltas a Irán al final de esta magnífica exposición que continuará en Alicante hasta el 1 de septiembre de 2019.Hay que destacar la señal luminosa sobre el evento Irán en el Plaza Mar 2 en Alicante: no se pierdan la oportunidad de visitar esta única e increíble muestra del mejor arte de Irán antes de que salga de España. Quizás, en estos tiempos de gran incertidumbre política, los dos países, Irán y España puedan unirse, gracias al MARQ y al NMI, en la búsqueda del arte, la educación y el placer.

Fuente: elmundo.es | 6 de agosto de 2019

Identifican herramientas del Aziliense en la Cova Gran de Santa Linya (Lérida)

Las excavaciones realizadas en la Cova Gran de Santa Linya (Les Avellanes i Santa Linya, La Noguera, Lérida) durante la campaña de este año se han centrado en dos áreas arqueológicas con ocupaciones muy diferenciadas. Por un lado, se han continuado excavando varias ocupaciones atribuidas al final del Paleolítico Medio -entre 45.000 y 50.000 años aproximadamente- confirmando que el Homo neanderthalensis frecuentó intensamente este paraje.

Por otro, adyacente a esta zona, se ha excavado un nuevo sector con varios niveles, con un registro material que identifica el periodo cultural llamado Aziliense, desconocido hasta ahora en la Cova Gran y que pone de manifiesto la presencia del Homo sapiens hace 15.000 años.



Los investigadores del Centro de Estudios del Patrimonio Arqueológico (CEPARQ-UAB) destacan el interés de esta nueva fase de trabajos que han iniciado. El Aziliense, a pesar de ser bastante desconocido dentro de la historia de la presencia humana del sur de los Pirineos, se corresponde con un periodo de mejora climática a escala global, la ocilación Bolling/Allerod, que pone fin a la Edad de Hielo. Este fenómeno, asociado con importantes mutaciones en los ecosistemas terrestres, afecta a la composición de plantas y de animales. “La recomposición ambiental supone también un reto para la forma de vida de los cazadores-recolectores que habitaron los valles exteriores, y también interiores, de la vertiente sur de los Pirineos. De hecho, en el yacimiento de Balma Guilanyà, en el Prepirineo de Solsona, recientemente hemos secuenciado el genoma de un individuo más reciente, pero en la misma línea cultural que los ocupantes de Cova Gran”, explican los investigadores.

Punta aziliense

El periodo cultural aziliense, definido a finales del siglo XIX en el importante yacimiento de Mas de Azil en la Ariège (Francia), se caracteriza por una serie de artefactos, como raspadores microlíticos y micropuntas, que configuran enseres compuestos. La característica esencial de los enseres azilienses es la reducción de la medida, haciéndolas más ligeras y facilitando su transporte en largas distancias para abatir animales, como ciervos y cabras de montaña.

A pesar de ser un periodo cultural importante, al nordeste de la Península Ibérica no es muy común. “Su presencia en Cova Gran de Santa Linya permite analizar los posibles contactos a partir de similitudes entre artefactos o técnicas de trabajo, sin descartar la posible circulación de personas por el amplio paisaje cultural configurado por esta tradición cultural”, señala Rafael Mora (izquierda), miembro del CEPARQ-UAB y profesor del Departamento de Prehistoria.

“Las herramientas procedentes de este nuevo sector de Cova Gran permiten interrogarnos sobre posibles contactos entre los cazadores-recolectores que habitaron por el Cantábrico, la vertiente norte pirenaica, las cordilleras del Prepirineu de Huesca y el valle del Ebro y escasamente representados, hasta el momento, en los Prepirineos orientales”, concluye.

En el marco de prácticas académicas, en esta excavación han participado más de una treintena de estudiantes del grado de Arqueología de la UAB, así como del resto del Estado Español, Canadá y Estados Unidos.

Fuente: noticiasdelaciencia.com | 2 de agosto de 2019

El yacimiento burgalés de Prado Vargas aportará datos sobre los últimos neandertales en la meseta

Marta Navazo, directora del equipo de investigación del yacimiento de Prado Vargas. / UBU

El yacimiento de Prado Vargas, en el complejo kárstico de Ojo Guareña, permitirá conocer más detalles de la organización social de los últimos neandertales que poblaron la meseta, ha informado a Efe una de las directoras del equipo investigador, Marta Navazo.

Aunque todavía se están haciendo estudios para precisar más la datación de los restos de la cueva burgalesa, todo apunta a que los sedimentos más recientes son de hace entre 45.000 y 50.000 años, aunque también hay restos más antiguos.

Los investigadores confían en encontrar restos entre los nueve metros de sedimentos acumulados en la cueva, con una antigüedad que aún no se puede precisar, y que supondrán décadas de trabajo.

Excavación en la cueva de Prado Vargas. Foto cedida por el CENIEH

Tras dos años preparando el yacimiento, desde el 1 de agosto hay un equipo de diez personas, todos ellos estudiantes del Grado de Historia y Patrimonio de la Universidad de Burgos o doctorandos, trabajando en el interior de la cueva, cuya boca se ha abierto y en la que trabajan sobre una superficie de unos cien metros cuadrados.

El proyecto de investigación, que depende de la Universidad de Burgos y cuenta con apoyo económico y logístico de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de la Merindad de Sotoscueva, está dirigido por Navazo, vinculada a la propia Universidad de Burgos; Alfonso Benito, del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana; y Rodrigo Alonso, del Museo de la Evolución Humana.

Navazo cree que el yacimiento es muy rico porque, aunque no han aparecido restos de homínidos, ya han extraído gran cantidad de fósiles de fauna y herramientas líticas en muy buen estado de conservación.

Una parte del equipo investigador está elaborando tres tesis doctorales sobre el yacimiento de Prado Vargas, al tiempo que se prepara un artículo sobre el yacimiento que será publicado en diciembre en una revista científica internacional.

Fuente: burgosconecta.es | 5 de agosto de 2019


Hallan en Kazajistán los esqueletos de los «Romeo y Julieta» de la Edad del Bronce

Universidad Estatal E. Buketov / East2east News

Una expedición arqueológica de la Universidad Estatal Buketov de Karaganda ha descubierto en Kazajistán los esqueletos de una joven pareja noble de entre 16 y 17 años de hace 4.000 años.
El enterramiento se ha encontrado en un antiguo complejo funerario denominado Kyzyltau, en la mencionada región de Karaganda. El equipo de arqueólogos, dirigidos por Igor Kukushkin, comenzó hace un año el estudio de los cinco montículos de los que consta el cementerio.


Ahora, de acuerdo con Tengrinews, han encontrado estos esqueletos enterrados el uno frente al otro, y que presumiblemente estaban unidos en matrimonio: «El hombre está acostado sobre su lado izquierdo y la mujer yace a su derecha», ha explicado Kukushkin.

El especialista también ha indicado que la tumba era rica, por lo que se piensa que pertenecían a la clase noble de entonces. Ella llevaba dos brazaletes en cada brazo, varios colgantes y unos anillos con la forma de pendientes.


También se han econtrado varios objetos de oro y bronce. Todos ellos pertenecen supuestamente al primer tercio de la Edad de Bronce, 2.000 años antes de Cristo.


Los especialistas han encontrado otro enterramiento singular justo al lado de esta pareja que ha permanecido casi intacto. Se trata de la tumba de una mujer que desempeñaba alguna función religiosa de la cultura Alakul. «Fue enterrada con siete ollas, cenizas y una calavera», ha apuntado Kukushkin en el Daily Mail.

El hecho de que no haya sido saqueada, mientras que las de su alrededor sí, lleva a este especialista a pensar que cuando estaban cometiendo el asalto «quizá algo los asustara, porque siete ollas es un número muy inusual, al igual que la calavera que la acompañaba, lo más probable es que se tratara de una sacerdotisa».


Además, los arqueólogos desenterraron el entierro de un niño. Al igual que el entierro de la sacerdotisa, está casi intacto.

Fuentes: abc.es | dailymail.co.uk | 31 de julio de 2019

Una expedición, a bordo de una embarcación de cañas, quiere demostrar que los antiguos egipcios podían viajar hasta el Mar Negro

Dominique Goerlitz frente al barco de papiro de 14 metros de largo en la ciudad de Beloslav, Bulgaria.

¿Pudieron los egipcios cruzar el Mediterráneo en barcos de papiro hasta el mar Negro hace más de 4.000 años? Para comprobarlo, un equipo de expertos quieren emprender esta odisea en una nave similar, construida en Bulgaria.

El Arbora IV, una embarcación con forma de drakkar (barco vikingo), ensamblada por un equipo internacional en Beloslav, cerca de Varna, en la costa búlgara, ha sido botado e iniciará su travesía a mediados de agosto.

Según el experto alemán Dominique Goerlitz, quien ideó el proyecto, los egipcios atravesaron el Mediterráneo hasta el Mar Negro para conseguir el metal necesario y así construir sus monumentales pirámides.

Momento en que la embarcación es botada.

La hipótesis dista mucho de crear consenso entre los científicos, pero está, de acuerdo con Goerlitz, acreditada por unos escritos del historiador Heródoto. Así, “Con el Arbora IV queremos probar que ese tipo de comercio era posible desde finales del Neolítico”, dice Goerlitz. Para ello, necesitaban una embarcación. Construirla no supuso un gran problema para este investigador alemán que ha liderado antes tres proyectos similares, incluyendo un intento de cruzar el Atlántico en 2007. El Arbora III zarpó de Nueva York y casi alcanzó las Azores, pero zozobró en una tormenta tras 56 días en el mar.

Como en ese proyecto anterior, el especialista recurrió a la pericia de los aimaras del lago Titicaca, en los Andes bolivianos: Fermín Limachi y su hijo, Yuri, cuya comunidad ha cultivado hasta nuestros días el arte de crear embarcaciones de caña, e incluso islas artificiales.


Características

El resultado es bastante impresionante: con 14 metros de eslora, el Arbora IV parece una embarcación bastante robusta y relativamente cómoda, con dos grandes cabinas. Dotada de un mástil de madera, cuenta con dos velas de lino de 62 y 40 m2.

Se necesitaron dos kilómetros de cuerda para formar haces con las 12 toneladas de caña utilizadas, precisó Fermín Limachi, cuyo padre, José, participó en 1970 en la aventura del Ra II del noruego Thor Heyderahl, uno de los primeros intentos de arqueología experimental marítima.


Los papiros utilizados por los antiguos egipcios ya no crecen en cantidad suficiente, por lo que el Arbora IV fue construido con cañas totora importadas del lago Titicaca.

La tripulación, compuesta por voluntarios de ocho países, contará con medios de comunicación por radio y satélite, importantes para evitar cualquier choque con otras embarcaciones. “Sería totalmente arrogante prescindir de ello”, consideró Goerlitz, para quien “un carguero es más peligroso que una tormenta en pleno mar”.



Minicámaras de aire

Ahora, queda por ver si el barco logrará esquivar todos los peligros que depara el mar durante las cerca de 700 millas náuticas (1.300 km) hasta Creta, meta de la travesía. “La cuestión principal es saber si este barco de ‘papiro’ es capaz de resistir el viento que sopla en las Cícladas y en el mar Egeo”, admitió Dominique Goerlitz.

Llegar a las islas Cícladas y luego a Creta será crucial para probar su hipótesis inicial, agregó, ya que durante mucho tiempo se demostró que la civilización minoica, que floreció allí desde el 2.700 hasta el 1.200 antes de Cristo, había comerciado con Egipto.


Durante sus primeros días en el agua, las cañas que conforman la embarcación absorberán más de 5 toneladas de agua, lo que asegurará su lastre y su futura estabilidad en el mar, destacó el investigador. Según él, aunque la tecnología pueda parecer rudimentaria, el barco presenta una flotabilidad incomparable, pues las cañas le aportan “miles de millones de cámaras de aire y no puede romperse ni naufragar de golpe”.

Fuentes: lahora.com.ec | dailymail.co.uk | emirates247.com | phys.org | 2 de agosto de 2019