Abren al público en Roma, tras su restauración parcial, la misteriosa basílica subterránea de Porta Maggiore

Una nueva fase de la restauración de la misteriosa basílica pagana subterránea de Porta Maggiore, cuya entrada está en Piazzale Labicano, en Roma, de mediados del siglo I, y descubierta en 1917 bajo la línea del ferrocarril, fue presentada al público el pasado martes.

Dicha basílica, un monumento único en el mundo según los arqueólogos, parece una capilla enterrada bajo tierra a unos diez metros de profundidad. Cuando fue construida, se encontraba en medio de los imponentes acueductos construidos durante el Imperio Romano.

Olvidada durante casi 2000 años hasta su descubrimiento, cuando el terreno cedió debido a la construcción del viaducto del ferrocarril, ofrece una magnífica bóveda, bien conservada.

Bajo nueve metros se pueden admirar los elegantes estucos blancos -limpiados con técnica láser- decorados con personajes femeninos, mesas con ofrendas, animales, niños jugando y escenas mitológicas. Los expertos consideran que una de esas figuras es la representación de la poetisa griega Safo.

"El suicidio de Safo, que es la decoración principal, no tiene nada de trágico", explicó la directora del monumento, Anna De Santis (izquierda). "Parece más un pasaje a otra vida que un final. Es por eso que esta basílica estaba vinculada a los cultos neopitagóricos, que en ese momento habían sido prohibidos".
La "basílica neopitagórica", con sus escenas mitológicas, signos zodiacales y genios alados, y su atmósfera mágica, era para algunos un lugar destinado a cultos mistéricos.


Construida como una basílica, tiene tres naves y un pequeño vestíbulo con una abertura en el techo, siendo la misma la única fuente de luz. Su función, de todos modos, sigue estando en discusión.
"Probablemente fue un lugar de cultos esotéricos", asegura Bertrand du Vignaud, de la fundación suiza Evergète, la cual financió parte de la restauración y que concluirá el próximo año. "Hay todos los misterios en esta basílica, es un lugar lleno de misterios, pero no elegí financiar la restauración por los misterios, sino que decidí hacerlo porque los estucos son de muy alta calidad, y es además el primer edificio con planta basilical en Roma y en el mundo romano", añadió.


Para Giovanna Banadini (izquierda), directora de la restauración, "hay varias hipótesis, sobre la función de esta basílica, por lo que los expertos no han llegado a un acuerdo".

Podría ser un lugar de culto inspirado en la corriente filosófica de Pitágoras, o un lugar donde las familias veneraban urnas funerarias.
Un historiador atribuyó la propiedad del lugar a Tito Statilio Tauro (IV), quien se suicidó en el año 53 después de haber sido acusado de prácticas mágicas por Agripina la Menor, la madre del emperador Nerón. Una hipótesis que rechazan otros estudiosos.


Un siglo después de su descubrimiento, el lugar será accesible al público una vez por semana y en grupo de doce personas, durante veinte minutos, pues se trata de un lugar frágil que debe mantenerse a una temperatura de entre 15 y 17 grados, explica Banadini. "Ni demasiado seco ni demasiado húmedo", recalca.

Después de la visita concedida a la prensa, los microorganismos vinculados al vapor humano proliferarán, reconoce la experta que ha trabajado durante 15 años en ese enigmático lugar.


Esta última restauración ha restituido toda la pared norte de la nave izquierda del edificio con su refinada decoración y la blancura de un estuco mezclado con nácar. El siguiente paso, explica la arqueóloga Anna de Santis, es recrear la luz natural y el color azul que se encontraba en el ábside, mientras que en la Sala Didáctica, en planta baja, la realidad aumentada permitirá a los visitantes observar de cerca las decoraciones.

Fuentes: infobae.com | wantedinrome.com | askanews.it | agcult.it | 10 de diciembre de 2019

Ver vídeo en este enlace.

Las pinturas más antiguas de la Historia, halladas en varias cuevas de Indonesia: 43.900 años

Dibujada sobre las paredes de una remota cueva en Indonesia, oculta en medio de bosques tropicales, una serie de pinturas rupestres está permitiendo a los científicos redefinir la prehistoria del arte. El último hallazgo es un conjunto de escenas que representan imágenes de una cacería con figuras humanas y animales, pintadas hace al menos 43.900 años en una gruta de la isla de Célebes. El descubrimiento se describe en un artículo publicado este miércoles en Nature y significa la primera representación de una escena de caza que se conoce, así como el ejemplo de arte figurativo y la pintura más antiguos creados por el Homo sapiens.

En una de las salas de la cueva Leang Bulu' Sipong los arqueólogos de la universidad australiana de Griffith han localizado una elaborada escena con al menos ocho pequeñas figuras con forma humana, equipadas con lanzas o cuerdas, que aparecen junto a dos jabalíes y cuatro búfalos. Todas fueron pintadas al mismo tiempo, en el mismo estilo artístico, con la misma técnica y el mismo pigmento ocre. De acuerdo con los investigadores, la yuxtaposición de animales y figuras humanas recreados demuestra una intención narrativa compleja por parte de su autor.

Las figuras humanas son particularmente llamativas, con formas simplificadas y altamente estilizadas y, en algunos casos, características animales como hocicos. Los arqueólogos sugieren que se trata de personajes teriántropos (con la capacidad de cambiar de forma humana a animal), lo que indica que el arte creado por los primeros pobladores de la isla demuestra una concepción y una representación complejos sobre la conexión entre ser humano y naturaleza.

"La utilización de seres teriántropos sugiere un pensamiento religioso de algún tipo", afirma Maxime Aubert (izquierda), profesor de la universidad australiana y uno de los autores principales del artículo de Nature, "pero la intención exacta que tenían los artistas que crearon estas imágenes, qué es exactamente lo que intentaban retratar, creo que nunca podremos saberlo".

En cualquier caso, los investigadores recalcan que esa representación figurativa de los cazadores es la prueba más antigua de la habilidad para imaginar la existencia de seres sobrenaturales, piedra angular de la concepción espiritual y religiosa. "Lo más fascinante en esta investigación es que el arte rupestre más antiguo de la humanidad ya tiene todos los componentes clave relacionados con la cognición moderna: arte figurativo, narración de historias, pensamiento religioso, etc", dice Aubert. "Así que debe tener un origen mucho más antiguo, posiblemente en África o poco después de que dejáramos África".


Un detalle de la escena de caza de hace 40.000 años. Adam Brumm

EL ORIGEN DEL ARTE

Aubert y su equipo descubrieron en 2014 la silueta de una mano creada hace más 40.000 años mediante la técnica de estarcido, pintada sobre la piedra caliza de una gruta en la misma isla (derecha).

El año pasado desvelaron el dibujo de un vaca salvaje del mismo periodo en la vecina isla de Borneo, dos hallazgos que han situado al archipiélago indonesio como uno de los puntos clave para entender los inicios del Arte y el pensamiento humano moderno. "Hay por lo menos 242 sitios de arte rupestre conocidos en un área de 450 km2 en Célebes y, probablemente, cientos más esperando a ser descubiertos sólo en esta región", señala el investigador, "el resto nunca ha sido explorada, así que quién sabe qué más hay ahí fuera".

Se cree que los primeros Homo sapiens llegaron a la isla como parte de una gran migración que partió desde el este de África hace unos 60.000-70.000 años, probablemente a través del Mar Rojo y la península arábiga hacia la India. En aquel tiempo Borneo aún formaba parte del continente, aunque para llegar a Célebes -que siempre ha sido una isla- habrían necesitado barcos o balsas para cruzar casi 100 km de mar. Pese a que todavía no se han encontrado restos humanos de este período en el archipiélago, se cree que los primeros colonos están estrechamente relacionados con los primeros habitantes en llegar a Australia, hace 50.000 años. Las investigaciones sugieren que esos pioneros probablemente tendrían un aspecto similar al de los aborígenes y papúes de hoy en día.

La figura de un teriántropo - Ratno Sardi

PENSAMIENTO COMPLEJO

Algunos científicos creen que el rasgo que ha distinguido a los sapiens del resto de especies es nuestra capacidad para pensar y planificar para el futuro y para recordar y aprender del pasado. Algunos expertos se refieren a esta característica única como "conciencia de orden superior" y supuso una enorme ventaja evolutiva que permitió a nuestros antecesores cooperar, sobrevivir en entornos hostiles y colonizar nuevas tierras. Y también abrió la puerta a reinos imaginarios, mundos espirituales y una gran variedad de conexiones intelectuales y emocionales.

Un teriántropo pintado en la cueva de Sulawesi - R.S.

Durante mucho tiempo se consideró que esa evolución tuvo su origen en Europa, donde se habían hallado la mayoría de ejemplos artísticos de este periodo: las pinturas de la cueva de Chauvet, en Francia (entre 35.300 y 38.800 años), las figuras de marfil halladas en cuevas de la región alemana de Suabia o algunas de las representaciones en el techo de los polícromos de Altamira, entre otros. "Pero lo cierto es que todos los componentes principales de una cultura artística altamente avanzada estaban también presentes en Célebes hace 44.000 años, incluyendo arte figurativo, escenas y teriántropos", apunta Aubert.

Fuentes: elmundo.es | larazon.es | 11 de diciembre de 2019

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Una escena de caza pintada hace 43.900 años en Indonesia puede ser la primera narración conocida

Una imagen de la pintura rupestre descubierta en Indonesia, la más antigua obra figurativa conocida. RATNO SARDI


En diciembre de 2017, un hombre llamado Pak Hamrullah descubrió la entrada a una cueva desconocida en un acantilado de la isla de Célebes (Sulawesi, en lengua vernácula), en Indonesia. Trepó por una higuera hasta alcanzarla y al llegar al fondo apareció ante sus ojos una escena de caza pintada en un lienzo de roca de más de cuatro metros de largo. Tras dos años de estudios, el equipo de arqueólogos que acompañaba ese día a Hamrullah asegura que esta es la obra de arte figurativo más antigua del mundo.

La composición incluye dos jabalíes y cuatro búfalos enanos en torno a los cuales pueden verse hasta ocho figuras mucho más pequeñas que parecen humanas. Algunos de ellos parecen acechar a sus presas con lanzas o cuerdas. La datación de los depósitos minerales acumulados sobre tres de las figuras de animales indica que se pintaron hace al menos 43.900 años. A juzgar por el color y su grado de desgaste los científicos piensan que todas las figuras se hicieron a la vez y por lo tanto componen la narración de una historia, la primera de la que hay constancia. El único autor posible de esta sorprendente obra es el Homo sapiens, nuestra propia especie, que llegó a estas islas del sudeste asiático hace entre 40.000 y 50.000 años.

“Este es el arte figurativo más antiguo que existe y pensamos que además es el ejemplo más antiguo de obra narrativa y tal vez de espiritualidad”, explica el arqueólogo Adam Brumm (izquierda), de la Universidad Griffith (Australia) y coautor del hallazgo. Hace un año su equipo ya encontró en la isla de Borneo una imagen de un animal ensartado realizada hace 40.000 años, una antigüedad que hizo palidecer la de las obras cumbre del arte rupestre europeo situadas en España y Francia.

Hasta ahora la escena pictórica más antigua de la que había constancia era la del hombre pájaro, pintada en la cueva de Lascaux, Francia, dice el estudio del equipo de Brumm, publicado hoy en Nature. Una escena es también un cuento y este lo protagonizaba una persona con cabeza de ave y pene erecto que se enfrenta a un bisonte destripado. Signifique lo que signifique, esta pintura se hizo más de 20.000 años después que la de Célebes.
“No queremos reemplazar un centro de origen por otro en el sudeste asiático”, dice Brumm, “pero es muy interesante encontrar arte rupestre mucho más antiguo que el europeo”. “Esto nos obliga a preguntarnos si los humanos modernos desarrollaron la capacidad artística cuando salieron de África [hace unos 70.000 años]”, añade. Hasta el momento se han hallado en la isla indonesia más de 200 cuevas y abrigos con pinturas rupestres. Según Brumm, cada año su equipo encuentra “decenas de nuevas pinturas rupestres con imágenes de todo tipo”.

Una persona observa la pintura rupestre conocida como el hombre pájaro en la cueva de Lascaux (Francia). LASCAUX


El hallazgo se suma a otros muy recientes que pueden leerse como ensayos previos y que cambian para siempre los libros de texto. El primero es un trazo en zig-zag grabado en una concha hace 400.000 años, el primer dibujo de la humanidad. Se atribuye al Homo erectus, un posible ancestro de los humanos actuales que fue el primero en salir de África. Su dibujo se halló en la isla de Java, también en Indonesia. El año pasado se presentó la pintura rupestre más antigua de Europa, una especie de escalera pintada en la cueva de La Pasiega (Cantabria), obra de los neandertales hace unos 65.000 años. Y también en 2018 se presentó el primer dibujo de los Homo sapiens, unas esquemáticas rayas hechas en Suráfrica hace 73.000 años.

Algunas de las figuras humanas de la cueva parecen tener hocico o pico. El equipo de Brumm argumenta que se trata de los teriántropos —una figura de ficción que mezcla rasgos animales y humanos, como los posteriores dioses egipcios— más antiguos que se conocen. No solo son decenas de miles de años más viejos que el hombre pájaro, sino también unos miles de años más antiguos que el hombre león, la preciosa estatuilla de 30 centímetros hallada en Alemania y datada en unos 40.000 años (derecha). “La capacidad de inventar historias de ficción pudo ser la etapa clave en la aparición del lenguaje y pensamiento humanos”, escriben los autores en su estudio. Añaden que la creación de seres imaginarios, y con ellos “la primera muestra de pensamiento religioso”, no sucedió por primera vez en Europa, sino en la isla de Célebes.

“Pintar algo que no existe, especialmente en el contexto de una escena que podríamos considerar rutinaria o pragmática, como es una escena de caza, es muy significativo”, opina María Martinón-Torres (izquierda), directora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (Cenieh). “No podemos saber qué pretendían con esos dibujos, pero me parece más que razonable pensar que para ese grupo existía un mundo que no se restringía a lo natural, sino que también tenía algo de religioso, mágico o supersticioso, y sobre todo si se entrelaza con lo que podría considerarse la vida normal. Por otra parte me parece conmovedor encontrar las raíces profundas de algo que es tan genuinamente humano como la capacidad de contar historias. Incluso si lo que pretendían únicamente con esas figuras era rememorar una hazaña pasada, ensalzar la valentía o la bravura de algunos cazadores atribuyéndoles capacidades sobrehumanas, es maravilloso pensar que quizá estemos admirando la primera metáfora de la prehistoria”, añade la paleoantropóloga.

Jabalí verrugoso de Célebes (Sus celebensis)

“Lo más sorprendente de este hallazgo es su antigüedad, pues hasta ahora apenas se conocían escenas narrativas en el arte paleolítico y la que sí se conocía, el hombre pájaro, tiene una interpretación muy discutida de si es o no una escena”, opina Juan Luis Arsuaga (izquierda), codirector de las excavaciones de Atapuerca. “En este caso es más claro que se trata de una escena. Lo que nos dice este hallazgo es que probablemente los humanos que salieron de África ya tenían este kit de pensamiento mágico que les hace únicos como especie y que forma parte de su naturaleza”, resalta el paleoantropólogo.

¿Por qué se pintaban humanos tan pequeños, tan esquemáticos, sin rostro? Es imposible saberlo, aunque es una práctica común en las pinturas prehistóricas. En Altamira o en Chauvet (Francia) hay bisontes y felinos dibujados con un detalle y maestría asombrosos. En cambio, la figura humana apenas se representaba y, cuando se hacía, era muy esquemática, incluso en arte rupestre muy posterior, como las pinturas de caza con arco que florecieron en el levante español hace unos 12.000 años, explica Arsuaga. “En Europa se ha pensado que había un tabú o creencia de que no se debía dibujar a personas y un ejemplo son las venus paleolíticas, en las que se puede apreciar bien el peinado, pero que no tienen cara”, explica Arsuaga.

“La sensación que deja este estudio es la de un cambio de paradigma”, resalta el prehistoriador de la Universidad Complutense Marcos García Diez (izquierda), codescubridor de las pinturas neandertales cántabras. “Hasta hace muy poco pensábamos que la explosión del arte sucedió en Europa con la llegada del 'Homo sapiens', pero este descubrimiento nos obliga a borrar esa idea, la expresión artística se da probablemente en todo el mundo a la vez y por eso lo vamos encontrando cada vez en más lugares”, resalta.

El hallazgo no está exento de polémica. Los investigadores han usado un método muy fiable para datar las pinturas que se basa en la descomposición progresiva de los átomos de uranio presentes en las calcificaciones de la cueva. El problema es que estas calcificaciones solo parecen haberse formado sobre las figuras de animales, y no sobre las humanas. Los trazos de unas y otras no se sobreponen, por lo que no se puede saber a ciencia cierta si fueron hechas al mismo tiempo o en una etapa posterior.

“Ante estos datos, lo más probable es que, como dicen los descubridores, todas las pinturas se hiciesen al mismo tiempo y por lo tanto compongan una escena, pero es imposible descartar que sea al contrario y estemos ante dos pinturas hechas en diferentes épocas”, explica Joseba Rios (derecha), investigador del Cenieh.

Fuente: elpaís.com | 11 de diciembre de 2019

Hallan en Etiopía los restos de una ciudad perdida del antiguo Imperio Aksum

Los arqueólogos que excavaron la antigua ciudad aksumita de Beta Samati en el norte de Etiopía han desenterrado también los restos de una iglesia cristiana del siglo IV. (Ioana Dumitru / Antiquity).

El Imperio de Aksum fue una de las civilizaciones antiguas más influyentes del mundo, pero sigue siendo una de las menos conocidas. Este reino del noreste de África se expandió, entre los siglos I y VII después de Cristo, desde los montes de la actual región de Tigray hasta dominar gran parte del norte de Etiopía, ciertas regiones fronterizas de Sudán, la mayor parte de Eritrea y parte de la costa occidental de la península arábiga.
Los arqueólogos llevan años trabajando en la zona y aún siguen realizando descubrimientos de gran valor. El último no ha sido un simple objeto o una casa aislada. Lo que han encontrado ha sido toda una ciudad, llamada Beta Samati, según revela el estudio publicado en el número de diciembre de la revista Antiquity.


Beta Samati fue ocupada por primera vez por los preaksumitas alrededor del año 750 a.C. Su evolución, sin embargo, lo convirtió en un poderoso centro regional durante casi mil años, abarcando el surgimiento del Reino de Aksum y su conversión al cristianismo, antes de ser abandonada alrededor del año 650 d.C.

Las excavaciones han sacado a la luz un complejo de edificios comerciales y casas particulares, además de una de las primeras basílicas aksumitas -lugares clave del culto cristiano en la antigua Etiopía-, según revela Michael Harrower (izquierda), profesor de la Universidad Johns Hopkins y autor principal del artículo.
También se han encontrado varios artefactos dentro y alrededor de este particular edificio, lo que sugiere que la basílica también pudo tener funciones administrativas o comerciales, además de religiosas. Algunos de estos objetos tienen claras influencias romanas y paganas que ilustran la diversidad cultural de esta enigmática civilización.
Las primeras señales de la existencia de Beta Samati (que significa “casa de audiencia” en el idioma local Tigrinya) aparecieron en 2009, tras una investigación que contó con la ayuda de personas de la región de Yeha. Según estos residentes locales, era capital estudiar la colina de Beta Samati. Lo que los investigadores descubrieron allí fue un montículo artificial de 25 metros de altura formado por escombros acumulados durante generaciones de ocupación.

Los arqueólogos excavaron tanto la cima de la colina (área A) como la base (área B) (Michael Harrower / Antiquity)

Las excavaciones han confirmado que la ciudad data del período de la civilización aksumita, que gobernó región entre el 80 a.C. y el 825 d.C. y fue un punto de encuentro entre el subcontinente indio y el Imperio Romano. ”El Imperio de Aksum fue una de las civilizaciones antiguas más influyentes del mundo, pero sigue siendo una de las menos conocidas”, apunta Harrower. “Los trabajos en Beta Samati ayudan a llenar lagunas importantes en nuestra comprensión de las antiguas civilizaciones preaksumitas y aksumitas”, añade.

La arqueóloga Cinzia Perlingieri clasificando restos de cerámica en Beta Samati. Ioana Dumitru / Antiquity

Hasta ahora, los arqueólogos pensaban que el área de Yeha había sido abandonada casi totalmente por las clases dominantes cuando Aksum se convirtió en la capital del nuevo Reino. Los resultados de este estudio, sin embargo, desafían esta creencia, revelando que la región de Yeha siguió siendo importante y que Beta Samati era un centro clave de comercio y comercio.
“La ciudad es un antiguo asentamiento muy densamente poblado con estructuras residenciales y religiosas”, indica la doctora Ioana A. Dumitru (derecha), también de la Universidad Johns Hopkins. “Un importante centro administrativo ubicado en la ruta comercial que conectaba la capital de Aksum con el Mar Rojo y más allá”, agrega Harrower.

Y no solo eso. A lo largo de su historia, Beta Samati capturó momentos claves de los cambios ocurridos en Etiopía en un momento en el que produjo una conversión oficial desde el politeísmo al cristianismo y, además, comenzaba a surgir el Islam en Arabia.

Los investigadores excavaron dos áreas del montículo. La primera estaba en la cima de esta colina artificial, donde encontraron un complejo de edificios de piedra rectangulares. Estos parecen haber sido utilizados tanto para actividades domésticas como comerciales, presentando evidencia de producción de vidrio y metal, así como signos de procesamiento y consumo de alimentos.

Durante las excavaciones se han descubierto varios edificios comerciales y residenciales (Ioana Dumitru / Antiquity)

También se trabajó en la base, donde los arqueólogos encontraron los restos de una basílica que data del siglo IV d.C. Los primeros edificios de este tipo en Etiopía fueron lugares clave de culto cristiano, y el sitio en Beta Samati parece ser uno de los primeros construidos en el reino de Aksum, ya que se alzó poco después de que el rey Ezana convirtiera el imperio al cristianismo a mediados del siglo IV d.C.

Un colgante de piedra con una cruz a la izquierda, y a la derecha el término "venerable" en la antigua escritura Ge'ez de Etiopíaque sigue siendo el idioma litúrgico de la Iglesia ortodoxa etíope. (Ioana Dumitru).

Por ahora aún se sabe poco de cómo se usaron las basílicas de Aksum. Curiosamente, los investigadores encontraron artefactos religiosos y seculares dentro y alrededor del edificio que van desde figurillas de animales hasta cruces, sellos y los llamados tokens, que probablemente eran utilizados en el comercio y la administración.

Un anillo de oro y cornalina, hallado en la basílica, que muestra influencias romanas. (Iona Dumitru)

“Beta Samati no solo arroja luz sobre la civilización aksumita, sino que también tiene implicaciones para nuestra comprensión del cambio político y religioso entre las civilizaciones antiguas de manera más amplia”, afirma Harrower. ”Además de cambiar nuestra comprensión del Imperio de Aksum, el sitio también revela detalles importantes sobre la vida cotidiana en la antigua Etiopía“, dice Dumitru.

Fuentes: lavanguardia.com | dailymail.co.uk | 10 de diciembre de 2019

Descubren un carro con esqueletos de dos caballos de la Edad del Hierro junto con un espectacular escudo en Inglaterra

Dentro de una tumba de 2.200 años de antigüedad, un equipo de arqueólogos ha descubierto un impresionante escudo de la Edad del Hierro junto con un carro y dos esqueletos de caballos dispuestos en posición de saltar, y consideran que constituye uno de los descubrimientos más importantes del Reino Unido en los últimos tiempos.
El equipo de arqueólogos, dirigido por Paula Ware, de MAP Archaeological Practice Ltd., descubrió la tumba cerca de Pocklington, Inglaterra. El escudo, que mide aproximadamente 75 centímetros de ancho, "se halló en julio de 2018, pero su verdadera espectacularidad se reveló recientemente, una vez que se completó su limpieza y conservación", dijo Ware. La minuciosa restauración constató que el escudo está decorado con una serie relieves lineales en espiral, típico del arte celta, y una especie de esfera que sobresale en su centro. Junto a esta decoración, el descubrimiento de un agujero provocado por la punción de una espada y la evidencia de trabajos de reparación en el pasado desafía la idea de que tales escudos fueran puramente ceremoniales o decorativos. Una pieza similar, el llamado escudo Wandsworth (derecha), fue recuperada del río Támesis en 1849 y actualmente se expone en las colecciones del Museo Británico.

Arqueólogos desenterrando el escudo celta junto con los restos del hombre.

La tumba también contenía los restos de un hombre de unos 45 años cuando murió, aproximadamente entre 320 a. C. y 174 a. C.. Además del carro y los esqueletos de los dos caballos "saltando", la cavidad de la tumba estaba repleta con restos de unos seis cerdos sacrificados y un lujoso tenedor unido a una costilla de este animal. También se halló un broche de bronce decorado con vidrio rojo y otros preciosos artefactos.

Paula Ware sostiene el premio 'Proyecto de Rescate del año 2018', por la excavación del carro de la Edad del Hierro en Pocklington, con el presentador Julian Richards. Crédito: Current Archaeology

"La elaborada naturaleza del entierro indica que el hombre fallecido debió haber sido un miembro importante de su sociedad", dijo Ware. "No sabemos cómo murió. Aunque los restos óseos presentan algunos traumas provocados por objetos contundentes, los mismos no lo habrían matado", añadió.
Por otra parte, Ware señaló que la escenografía del entierro es indicativa de una creencia en una vida futura. "Los caballos fueron colocados con sus pezuñas en el suelo y sus patas traseras como si fueran a saltar fuera de la tumba. Para mí, sin duda, indica que se moverían hacia un más allá. El difunto tenía comida, armas y un medio de transporte".


Esqueletos de los caballos encontrados en la tumba de Pocklington para parecer como si estuvieran saltando fuera de la tumba.

Ware está de acuerdo con lo que otros medios de comunicación han sugerido sobre el significado del hallazgo: es uno de los descubrimientos antiguos más importantes jamás realizados en el Reino Unido. "La magnitud y la preservación del entierro del carro de Pocklington no tienen paralelo británico, proporcionando una mejor visión de la época de la Edad del Hierro, y además ha sido excavado en condiciones arqueológicas modernas", manifestó.

Los carros antiguos no son del todo infrecuentes hallarlos en tumbas. Un carro tracio, de 2.000 años de antigüedad, fue descubierto en 2008 junto con las osamentas de dos caballos y un perro en lo que ahora es Bulgaria (derecha).

La práctica de enterrar a los nobles junto con sus carros fue especialmente popular en el actual territorio de Bulgaria durante la época del Imperio Romano. Además, hace unos 2.500 años, un príncipe celta, en lo que hoy es Francia, fue enterrado en una lujosa tumba con una hermosa cerámica, un recipiente para beber con punta de oro y ... un carro. Así mismo, en 2014, un equipo de arqueólogos anunció que había descubierto una cámara funeraria de 4.000 años de antigüedad que contenía dos carros de cuatro ruedas junto con varios tesoros en el país de Georgia, en el sur del Cáucaso.

La nueva tumba con el carro y el escudo fueron localizados cuando el equipo arqueológico estaba excavando un área donde se pretende edificar un complejo de casas. Los investigadores planean enviar un artículo que describa los hallazgos a una publicación científica.

Fuentes: livescience.com | dailymail.co.uk | thesun.co.uk | 9 de diciembre de 2019

"Estamos conociendo mejor el contexto ecológico en el que vivían los neandertales de la cueva de los Casares" (Guadalajara)

Labores de excavación arqueológica en los niveles paleolíticos de la cueva de Los Casares FOTO: Luis de Luque Ripoll

La cueva de Los Casares ha sido considerada uno de los yacimientos arqueológicos más relevantes para el conocimiento del Paleolítico del interior peninsular durante el siglo XX. Tras un largo período de inactividad investigadora, desde comienzos de la presente década los grabados y pinturas paleolíticas que albergan sus paredes, así como el yacimiento neandertal que se esconde en su interior, han vuelto a ser estudiados mediante novedosos métodos en arte rupestre y arqueología del Paleolítico.

El equipo de investigación de la Universidad de Alcalá (UAH) que ha llevado a cabo la campaña de excavaciones que se han realizado en esta cueva, ubicada en Riba de Saelices (Guadalajara) ha recogido muestras en este paraje para estudiar una ocupación neandertal y quizá también de humanos modernos en esta gruta. Hablamos con Manuel Alcaraz Castaño (izquierda), personal investigador de la Universidad de Alcalá y codirector de la excavación.

¿Cuándo comenzó la excavación y con qué fin?

La cueva de los Casares se conoce desde hace mucho tiempo, desde finales del siglo XIX, y su yacimiento arqueológico se conoce desde los años 30. Los primeros trabajos se centraron en el arte rupestre, es decir en las pinturas y grabados que tiene la cueva y en los años 60 hubo una excavación por parte de un equipo de la Universidad de Zaragoza que puso al descubierto un yacimiento neandertal.

A pesar de su importancia, ha permanecido prácticamente sin investigación hasta que llegamos nosotros, en 2014, que reanudamos las investigaciones. Quisimos hacerlo porque entendíamos que quedaba mucho por hacer allí, se conocía el arte pero no hay un estudio (estamos en ello) del mismo. Para ello, no solo empezamos trabajando desde la Universidad de Alcalá, sino también trabajamos dentro de varios proyectos interdisciplinares e internacionales. Javier Alcolea y yo que somos los directores de las investigaciones, contamos con otros investigadores, geólogos, físicos, biólogos o paleontólogos, y no solo españoles, sino que trabajamos con investigadores alemanes o ingleses.
Estamos conociendo mucho mejor la circunstancia o el contexto ecológico en el que vivían los neandertales de la cueva de los Casares. Desde los años 60 se sabía que había neandertales, porque se encontraron herramientas de piedra que son típicas del Paleolítico medio, incluso se encontró un metacarpiano, un hueso del pie neandertal, entonces no había duda, pero no se conocía la edad exacta, porque cuando hablamos de neandertales debemos situarlos entre 300.000 y 40.000 años antes del presente, lo que es un lapso de tiempo muy amplio.

Lo que no se tienen son dataciones, lo que llamamos dataciones cronométricas, y no se puede situar de forma más precisa esa ocupación. No se tenían esas dataciones, y tampoco se tenían datos paleoecológicos, es decir, datos que nos informaran sobre el contexto ecológico en el que vivían esos neandertales. Eso es muy importante en las sociedades del Paleolítico, dado que evidentemente eran cazadores recolectores y el medio al que se enfrentaban es muy relevante a la hora de entender lo que llamamos las adaptaciones culturales, es decir, cómo esta gente se enfrentaba al medio en el que vivían y tenían una serie de comportamientos que estaban condicionados por el medio ambiente.

FOTO: Luis de Luque Ripoll

¿Qué muestras se recogen en este tipo de excavaciones?

Son básicamente cuatro para conocer el contexto ecológico: en primer lugar hemos analizado los restos de polen que se conservan en el yacimiento. Es algo que suele extrañar, pero se conserva directamente en el sedimento, en la tierra donde vamos excavando. Los árboles o arbustos que hubiera en esa época soltaron el polen y esporas, y con eso hoy en día -tras analizarlo- somos capaces de reconstruir el paisaje vegetal en el que vivieron estos neandertales.

Es muy importante analizar también lo que llamamos la microfauna, es decir, los animales pequeños. Aparecen mucho en los yacimientos paleolíticos porque se conservan muy bien. Estos animales son muy sensibles a los cambios ambientales. En ese sentido, dependiendo de las especies que encontremos podemos deducir que estamos ante un paisaje más abierto o un paisaje más boscoso. Por ejemplo en Los Casares tenemos restos de ardilla y puercoespín en el nivel correspondiente a la ocupación de neandertales, dos especies muy típicas de paisajes boscosos.

Las otras muestras que cogemos son los carbones, que no son más que maderas que se ha quemado en el yacimiento, y con eso vemos el tipo de árbol. Y otro análisis que llamamos de fitolitos, que son restos vegetales fosilizados que se ven también en el sedimento, y que también nos ayudan a recomponer el paisaje vegetal.

FOTO: Luis de Luque Ripoll

¿Cuáles son las principales novedades que han conseguido en esta última excavación?

Hemos encontrado más grabados y más pinturas de las que se conocían, pero es normal porque no había un estudio exhaustivo de las paredes. La cueva se conoce relativamente bien, pero hasta que no vas allí con los medios adecuados no documentas todo lo que hay. Seguramente podamos multiplicar los motivos grabados y pintados en Los Casares por cuatro o por cinco.

La mayoría de lo nuevo que estamos encontrado son cosas que no se ven muy bien. No son grandes grabados de caballos, porque ya se habrían visto, pero, por ejemplo, hemos encontrado un grabado de un reno y es relevante dado que es un ejemplo de lo que llamamos fauna fría, la cual solo vive en contextos de climas rigurosos. La relevancia de esta representación reside en que hasta la fecha no se han encontrado restos paleontológicos de reno al sur de la cordillera cantábrica correspondientes al Pleistoceno superior. Y, sin embargo, tenemos ya unos cuantos ejemplos de renos grabados en varias cuevas de la Meseta; no solo en Casares, sino también en la vecina cueva de La Hoz, y también en la Cueva del Reno (Valdesotos).

Esto abre un debate interesante, centrado en conocer si actualmente no tenemos registros paleontológicos de reno simplemente porque aún no se han encontrado, o, si por el contrario, estos grupos humanos representaron renos por motivos culturales, y no necesariamente porque convivieran con ellos.

En lo que más nos hemos centrado en la última campaña de excavación es en lo que llamamos la contextualización arqueológica de los grabados y pinturas, es decir, se conocen los grabados y pinturas rupestres de la cueva de los Casares desde los años 30, pero lo que no se conoce hasta ahora son los niveles arqueológicos que se corresponden con esos grabados, es decir, los restos materiales de las personas que pintaron y grabaron. En ese sentido, uno de nuestros objetivos ha sido tratar de encontrar restos materiales, excavando cerca o incluso debajo de los paneles decorados para ver si encontrábamos restos que nos indiquen que no solo hubo gente pintando y grabando, sino que también estaban viviendo físicamente allí, o al menos dejaron restos de sus actividades puntuales.

FOTO: José Javier Alcolea González

Este año hemos hallado un nivel arqueológico que no se conocía hasta entonces, por encima de los niveles de neandertales, y que muy probablemente se pueda corresponder con el Paleolítico superior, y, por tanto, con las personas que hicieron estos grabados. Es importante para poder conseguir dataciones de este nivel, ya que nos pueden dar una fecha que indirectamente nos ayude a datar los grabados. Los resultado de esas dataciones que fueron enviadas a un laboratorio en Oxford al poco de acabar la campaña de excavación, estarán disponibles a finales de diciembre.

¿La última fase de la excavación está terminada?

Hemos terminado la campaña de este año. El año que viene seguiremos excavando. Las excavaciones del Paleolítico se empiezan a hacer en tamaños muy reducidos. Nosotros para hacer esta excavación, que intenta encontrar un nivel arqueológico relacionado con las pinturas, hemos excavado dos metros cuadrados y vamos muy despacio porque hay que ir con mucho cuidado.

El próximo año continuaremos ampliando la excavación, pues queda parte de ese nivel que no ha sido excavado. Y, sobre todo, si las dataciones que hemos enviado nos confirman lo que creemos, merecerá la pena ampliar los dos metros cuadrados para seguir recopilando información sobre ese Paleolítico superior que es tan desconocido en Los Casares y que solo se sabe de él a través de los grabados.

Fuente: eldiario.es | 6 de diciembre de 2019

El arte de los agrimensores romanos emerge de pavimentos recién descubiertos en Pompeya

Lápida del topógrafo Popidius Nicostratus en la que se representa una groma (izquierda). Del Antiquarium de Boscoreale.

Las excelentes habilidades técnicas de los agrimensores romanos, los técnicos a cargo de las centuriaciones (división de las tierras) y otras iniciativas topográficas, como la planificación de ciudades y acueductos, son legendarias. Por ejemplo, los proyectos de centuriaciones extremadamente precisas son todavía visibles hoy en Italia y en otros países mediterráneos. Su trabajo también tenía conexiones religiosas y simbólicas relacionadas con la fundación de pueblos y la tradición etrusca.

Estos técnicos se llamaron gromáticos debido a su principal instrumento de trabajo denominado groma. Se basaba en una cruz hecha de cuatro brazos perpendiculares, cada uno con cuerdas colgando con pesos idénticos que actuaban como plomadas. El topógrafo podía alinear con extrema precisión dos líneas de plomada opuestas y muy delgadas con postes de referencia sostenidos a varias distancias por asistentes o fijados en el terreno, de la misma manera que se usan postes rojos y blancos en la topografía moderna al emplearse instrumentos de medición llamados teodolitos.


Hasta ahora, el único ejemplo conocido de una groma provenía de las excavaciones de Pompeya, mientras que imágenes que ilustrasen el trabajo de los gromáticos fueron transmitidas a través de códices medievales, los cuales datan muchos siglos después de que el arte de los agrimensores romanos ya no se practicara.

Sin embargo, ahora parece que es de nuevo en Pompeya donde puede surgir nueva información sobre estos antiguos arquitectos-topógrafos. Como parte del 'Proyecto Gran Pompeya', inaugurado en 2014 y cofinanciado por la Comunidad Europea, nuevas investigaciones arqueológicas han desenterrado una casa con una antigua y solemne fachada. En el interior, se han encontrado pisos casi intactos que contienen dos hermosos mosaicos que probablemente representan a Orión y una serie de imágenes enigmáticas.

Plano de la casa de Orión, en el que se muestra la disposición de las imágenes recién descubiertas (1,2) y de los mosaicos (3).

Recientemente, Massimo Osanna, director del parque arqueológico de Pompeya, junto con Luisa Ferro y Giulio Magli, de la Escuela de Arquitectura del Politécnico de Milán, han presentado una interpretación de las imágenes y de los mosaicos en un trabajo de investigación.


Entre las imágenes hay, por ejemplo, un cuadrado inscrito en un círculo. El círculo está cortado por dos líneas perpendiculares, una de las cuales coincide con el eje longitudinal del atrio de la casa, al tiempo que está representado como una especie de rosa de los vientos que identifica una división regular del círculo en ocho sectores espaciados de forma semejante. La imagen es sorprendentemente similar a la utilizada en los códices medievales para ilustrar la forma en que los gromáticos dividían el espacio.

Una imagen de un códice de la Edad Media en la que se muestra el trabajo de los Gromáticos y, en particular, una cruz circular casi idéntica a la que se acaba de descubrir.

Otra imagen compleja muestra un círculo con una cruz ortogonal inscrita en él, el cual está conectado a cinco puntos dispuestos en una especie de círculo pequeño a una línea recta con una base. Todo el conjunto aparece como la representación de una groma.


¿Se usaba esta casa para reuniones y/o el propietario pertenecía al gremio de los gromáticos? No lo sabemos con certeza. En cualquier caso, y una vez más, Pompeya se revela como una fuente imprescindible para comprender aspectos clave de la vida y la civilización romana.

Fuentes: eurekalert.org | dailymail.co.uk | 3 de diciembre de 2019