La evidencia genética humana más antigua, realizada sobre 'Homo antecessor', aclara la disputa sobre nuestros antepasados

Restos de esqueleto de 'Homo antecessor' (Prof. José María Bermúdez de Castro)

Hace más de 25 años, los investigadores del yacimiento de Gran Dolina en la Sierra de Atapuerca (Burgos) dieron con unos fósiles que presentaban una combinación de características únicas hasta la fecha. Acababan de descubrir una nueva especie de homínido que cambiaría las teorías sobre la evolución humana: el Homo antecessor.

Foto: Gran Dolina preserva un registro a largo plazo de poblaciones de homínidos del Pleistoceno (Prof. José María Bermúdez de Castro).

Un cuarto de siglo después, los restos de esta especie reescriben su historia. Una novedosa técnica basada en el análisis de proteínas del esmalte ha logrado recuperar el material genético más antiguo hasta la fecha en una especie humana, datado de hace unos 800.000 años, lo que ha permitido determinar de forma muy precisa la posición del Homo antecessor en el árbol genealógico humano.
Los resultados obtenidos, publicados en Nature, llevan a situar a este homínido en un linaje hermano cercano al Homo sapiens, a los neandertales y a los denisovanos, pero ni perteneció al mismo grupo de sus parientes ni fue su antecesor, sino que se separó de ellos muchos años atrás.

Desde su descubrimiento, los paleoantropólogos habían tratado de situar a este grupo, que habitó Europa hace 900.000 años, en la línea evolutiva humana. Precisamente la antigüedad de los restos de Homo antecessor limitaba su estudio al condicionar la obtención de datos a la forma y el tamaño de los fósiles.

“Cuando solo tienes medidas físicas de cráneos es muy difícil llegar a conclusiones solidas. Las herramientas moleculares nos permiten hacer un viaje al pasado. Y eso muchas veces es suficiente para desencajar las piezas del puzle”, afirma el coautor del estudio Tomás Marqués Bonet (izquierda), investigador ICREA y director del Instituto de Biología Evolutiva (IBE: UPF-CSIC).

De los más de 170 restos fósiles humanos recuperados hasta la fecha del nivel TD6 de Gran Dolina, los investigadores del reciente estudio, liderados por la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y con la participación de instituciones españolas como el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) o el propio IBE, analizaron un molar de un individuo macho que vivió hace entre 772.000 y 949.000 años.

La técnica empleada para ello, denominada paleoproteómica, permite reconstruir proteínas muy antiguas a partir de cadenas de aminoácidos presentes en el esmalte de los dientes para poder compararlas con secuencias ya conocidas de estas macromoléculas. El fin último supone establecer su relación genética.

Reconstrucción digital del especímen ATD6-69 de la colección de Homo antecessor. / Laura Martín-Francés.

La paleoproteómica supera al análisis de ADN antiguo, el cual ha revolucionado la investigación y la comprensión de la historia humana en los últimos tiempos, pero ha mostrado un límite temporal máximo de 400.000 años en el análisis de muestras de restos de humanos.

“Mucho de lo que sabemos hasta ahora se basa en los resultados del análisis de ADN antiguo o en observaciones de la forma y la estructura física de los fósiles. Debido a la degradación química del ADN a lo largo del tiempo, el material genético humano más antiguo recuperado hasta la fecha apenas supera los 400.000 años”, explica Enrico Cappellini (izquierda), profesor asociado del Globe Institute y responsable principal del grupo de investigación. “Ahora, el análisis de proteínas antiguas con espectrometría de masas, un enfoque comúnmente conocido como paleoproteómica, nos permite superar estos límites", añade.
Los autores del estudio compararon los conjuntos de datos de proteínas extraídos de la pieza dental de Homo antecessor, con datos de neandertales, denisovanos y Homo sapiens, así como con proteínas extraídas de un premolar humano actual.

"La relación genética hallada indica que este homínido no forma parte del mismo grupo que los otros tres, sino que es más antiguo y se separó antes del ancestro común que mantuvieron estas especies entre sí", explica Marqués Bonet.

Durante años, la relación exacta entre Homo antecessor y otros grupos humanos, como sapiens y neandertales, se ha discutido intensamente entre los expertos. “Los investigadores de Atapuerca abrieron un debate científico enorme sobre el papel de Homo antecessor y ahora lo hemos cerrado desde donde no se podía soñar en aquella época, desde la paleoproteómica. Esperamos que la misma técnica cierre muchos más debates en el futuro”, añade Carles Lalueza-Fox (derecha), investigador principal del Instituto de Biología Evolutiva (IBE-UPF) y coautor del artículo.

Este cambio de posición en el árbol genealógico humano implica también dar otra explicación a la evolución de la cara hacia los rasgos del humano moderno, los cuales ya presentaba el Homo antecessor. Si esta especie no formaba parte del mismo grupo que el Homo sapiens y había vivido antes, se puede asumir que el ancestro común de ambos ya tenía rasgos similares a los de los humanos modernos.

“Me alegro de que el estudio de proteínas proporcione evidencia sobre la posible relación entre 'Homo antecessor', el ancestro común de los neandertales, los humanos modernos y los denisovanos. Las características compartidas por la especie de TD6 con estos homínidos aparecieron claramente mucho antes de lo que se pensaba. Por lo tanto, podría ser una especie basal de la humanidad emergente que dio lugar a neandertales, denisovanos y humanos modernos”, declara José María Bermúdez de Castro (izquierda), del CENIEH y coautor del trabajo.

El estudio de la evolución humana por paleoproteómica continuará en los próximos años a través del proyecto iniciado recientemente Palaeoproteomics to Unleash Studies on Human History (PUSHH), financiado por la Unión Europea y al que pertenecen muchos de los coautores del artículo. "Realmente espero ver lo que la paleoproteómica revelará en el futuro”, señala Cappellini.
En este sentido María Martinón-Torres, directora del CENIEH y coautora de la investigación concluye: “Es emocionante ser pioneros en la aplicación de un campo tan innovador como el de la paleoproteómica al registro fósil humano. Los próximos años estarán llenos de sorpresas científicas”.

Fuentes: lavanguardia.com | agenciasinc.es | 1 de abril de 2020


Descubren en Irak una área de culto y sacrificios, de hace 5.000 años, dedicada al dios guerrero Ningirsu

Vista aérea de la ciudad sagrada de Girsu. Tello-Girsu Project, Iraq Scheme, The British Museum.

Un equipo de arqueólogos ha descubierto recientemente en el enclave de Girsu (también conocido como Tello), en Irak, un área de culto de 5.000 años de antigüedad en el que se celebraban excitantes fiestas, sacrificios de animales y procesiones rituales dedicadas a Ningirsu, un dios guerrero mesopotámico.

En un área de Girsu, conocida como Uruku (un nombre que significa "la ciudad sagrada"), los arqueólogos excavaron más de 300 tazas, cuencos, jarras y otros recipientes rotos, junto con una gran cantidad de huesos de animales. Sebastien Rey (izquierda), director del Proyecto Tello / Antigua Girsu, del Museo Británico, y Tina Greenfield (derecha), zooarqueóloga de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), dijeron que los mismos estaban dentro o cerca de una favissa (un pozo ritual) que tenía una profundidad de 2,5 metros. Greenfield presentó los hallazgos del equipo en la reunión anual de la American Schools of Oriental Research celebrada en San Diego en noviembre de 2019.

La plaza sagrada, vista aquí, estaba en el corazón de Girsu. Recientemente se descubrió un área de culto que tenía más de 300 objetos ceremoniales rotos cerca de su entrada. Imagen: © S. Rey / Tello / Proyecto Girsu.

Uno de los objetos más llamativos que encontraron los arqueólogos fue una figura de bronce con forma de pato, y cuyos ojos estaban hechos de conchas. El objeto pudo haber sido dedicado a Nanshe, una diosa asociada con el agua, los pantanos y las aves acuáticas, dijeron Rey y Greenfield a Live Science en un correo electrónico. Los investigadores también descubrieron un fragmento de un jarrón que tiene una inscripción dedicada a Ningirsu.


Ningirsu, también conocido como Ninurta, el antiguo dios mesopotámico de la guerra.

Rey y Greenfield adujeron que las tazas y copas encontradas probablemente se habían usado en una fiesta religiosa antes de ser desechadas en el pozo ritual o favissa, mientras que los huesos, que eran de ovejas, vacas, ciervos, gacelas, peces, cabras, cerdos y pájaros, eran probablemente los restos de animales que fueron consumidos o sacrificados en los rituales llevados a cabo.

Restos de los objetos cerámicos y huesos de animales depositados en el pozo ritual o 'favissa' se pueden ver en esta imagen. El área de culto se remonta a casi 5.000 años. Crédito de la imagen: Proyecto S. Rey / Tello / Girsu.


El área tiene una gruesa capa de cenizas, la cual probablemente es producto de los grandes fuegos rituales que se establecían. El equipo también encontró ocho estructuras ovales llenas de cenizas que probablemente eran restos de linternas o lámparas de fuego.
Los arqueólogos creen que el área de culto estuvo en uso durante el período llamado "dinástico temprano", que duró entre 2950-2350 a. C.


Foto: El templo del dios sumerio Ningirsu en Girsu/Tello. Tello-Girsu Project, Iraq Scheme, The British Museum.

Fiestas y procesiones

"La gran cantidad de cerámica ceremonial, así como los suelos quemados y el pozo/'favissa', conectan fuertemente el área de culto con el lugar donde, según los textos cuneiformes, tenían lugar festivales religiosos, y donde la población de Girsu se reunía para festejar y honrar a sus dioses", dijeron Rey y Greenfield en el correo electrónico aludido.
Las tablillas cuneiformes encontradas en Girsu a fines del siglo XIX y principios del siglo XX describen los festejos religiosos y las procesiones para las que se usaba dicha área de culto. Las tablillas describen que las fiestas religiosas en honor a Ningirsu se llevaban a término dos veces al año y duraban tres o cuatro días, sostienen Rey y Greenfield.

Uno de los tres conos votivos devueltos a Irak. Cono votivo inscrito con escritura cuneiforme originario de Girsu /Tello. Tello-Girsu Project, Iraq Scheme, The British Museum.

Durante el festival, una procesión religiosa comenzaba en el centro de Girsu y cruzaba el territorio de la ciudad antes de llegar a "Gu'edena", una zona que pudo haber estado ubicada a las afueras de Girsu, y luego se volvía y terminaba la procesión en el centro de Girsu.

El trabajo arqueológico sigue en curso en Girsu, y los investigadores continuarán publicando nuevos hallazgos en el futuro. El Proyecto Tello / Antigua Girsu también tiene como objetivo preservar el sitio arqueológico.

Foto: Equipo de arqueólogos y colaboradores en Tello-Girsu, Otoño 2017. Tello-Girsu Project, Iraq Scheme, The British Museum.

Fuentes: livescience.com | blog.britishmuseum.org | 30 de marzo de 2020

Descubren que el Neolítico se desarrolló en Nueva Guinea independientemente del resto del mundo

Campamento base en Waim, donde el equipo se quedó durante la excavación. Judith Field.

Es bien sabido que la agricultura se desarrolló de forma independiente en Nueva Guinea hace 7.000 años, pero las evidencias de su influencia en la forma de vida de las personas han eludido a los científicos, hasta ahora.

Una excavación arqueológica realizada en Papúa Nueva Guinea ha descubierto por primera vez pruebas contundentes de que un período Neolítico, cuyo proceso agrícola provoca importantes cambios culturales, existió en la isla hace unos 5.000 años.

(A) Sitios mencionados en el texto y la extensión media del mar interior de Sepik-Ramu durante el Holoceno. 1, Waim; 2, Wanelek; 3, Kuk; 4, Manton; 5, Nombe; 6, Kiowa; 7, Kafiavana; 8, Aibura; 9, NFB, NFX; 10, NGH; 11, Yuku; 12, Manim; 13, Kamapuk; 14, Vilakuav; 15, Joes Garden; 16, fuente de obsidiana Kutau. (B) Perfil de elevación [noreste (NE) –suroeste (SW)] de los valles Simbai-Jimi que muestran la ubicación de Waim. Recuadro: posición global de Nueva Guinea. La línea en negrita es el Ecuador. Crédito de la figura: Ben Shaw, Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW).

Los arqueólogos creen que el conjunto de artefactos que han desenterrado, entre los que se incluyen hachas de piedra, morteros, tallas figurativas antropomorfas y otras herramientas, son las pruebas que faltaban y que eran necesarias para justificar dicho período Neolítico en la prehistoria de la isla de Nueva Guinea.

En un artículo publicado en la prestigiosa revista Science Advances, un equipo multi-institucional de arqueólogos y científicos documenta los objetos recuperados en el emplazamiento arqueológico de Waim (pronunciado 'Wy-im'), un área ubicada en las tierras altas del norte de la moderna Papúa Nueva Guinea.

Pueblo de Waim visto desde el aire, en las escarpadas tierras altas del norte de Papua Nueva Guinea. Imagen: UNSW / Ben Shaw

Los artefactos que faltaban

El autor principal, el Dr. Ben Shaw (izquierda), de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), en Australia, dice que hasta ahora había pocas evidencias para demostrar que Nueva Guinea había disfrutado de su propia etapa neolítica como otros centros agrícolas del mundo, a pesar de haber pruebas bien documentadas de actividad agrícola en la isla en los últimos milenios.

"Ya conocíamos los cultivos de humedales como el taro, el ñame, la caña de azúcar y las bananas de hace unos 7.000 años en Nueva Guinea", dice el Dr. Shaw.

"Pero debido a que la arqueología en esta parte del mundo no es tan conocida como en otros lugares de China y Oriente Próximo, realmente no sabíamos cómo el desarrollo de la agricultura cambió los comportamientos humanos en el paisaje de Nueva Guinea".
El tipo de cambios al que alude el Dr. Shaw ocurrió cuando los humanos cambiaron lentamente de un modo de existencia de cazadores-recolectores a uno que conllevaba plantar y cosechar cultivos cada vez más.

“En los periodos neolíticos se ve a las personas en proceso de transición hacia áreas de vida más pequeñas en forma de aldeas, donde permanecen durante al menos una parte del año. Y, debido a que se quedaban en un lugar cada vez más tiempo, la gente comenzó a cambiar su tecnología para cuidar los cultivos. También vemos más mano de obra calificada y especializada en la construcción de edificios y en la fabricación de objetos materiales que comercializaban, dado que la sociedad tenía ya un tipo de existencia más estable".


Algunos de los artefactos de piedra, incluidas las herramientas y figuras artísticas, que se desenterraron en el sitio de excavación de Waim. Imagen: UNSW / Ben Shaw.

Tesoro

En Waim, el equipo quedó asombrado por el gran volumen y variedad de las herramientas que aparecieron en un solo lugar. Encontraron morteros muy finamente tallados utilizados para moler alimentos, hachas de piedra y azuelas, así como figuras talladas. Una de ellas, un gran fragmento de piedra tallada, de hace unos 5.000 años, representa las cejas de un rostro antropomorfo y es por ahora la evidencia tallada más temprana de una expresión corporal en Oceanía.
Waim probablemente formaba parte de una extensa red regional, dado que en el sitio se encontró obsidiana procedente de un yacimiento ubicado a unos 800 kilómetros y en otra isla. Asimismo, la similitud entre las piedras talladas como imágenes antropomorfas, y varios objetos no datados que fueron encontrados previamente a decenas de kilómetros de Waim, indica una cierta unidad cultural del área.

Después de examinar las mazas o majas encontradas bajo el microscopio, la coautora, Dra. Judith Field (izquierda), identificó microfósiles, o evidencia de residuos de plantas, frutas y tubérculos, en las mismas, demostrando que habían sido utilizadas para procesar algunos de los cultivos de humedales nativos de Nueva Guinea.

"Fue muy emocionante para nosotros encontrar estos microfósiles en las mazas", dice la Dra. Field. "Probablemente es uno de los vínculos más directos que puede señalar la influencia de la agricultura en el comportamiento humano en aquellos tiempos".

"Las innovaciones sociales identificadas en las tierras altas de Nueva Guinea muestran claros paralelos con los procesos neolíticos observados en otras partes del mundo, con adaptaciones conductuales a la gama única de entornos biogeográficos existentes", aducen los investigadores.
La excavación también fue interesante por lo que las reliquias nos dicen acerca de la antigüedad de algunas de las tecnologías que todavía se usan hoy en día en Nueva Guinea. El Dr. Shaw indica que se encontró una piedra volcánica estriada con ocre, lo que sugiere que hace 5.000 años los humanos ya lo usaban para pintar, teñir y decorar.

“El ocre es muy importante, pues a menudo se asocia con el desarrollo del pensamiento abstracto, las formas del arte simbólico y el comportamiento ritual, tal como los entierros. Cuando miramos las ranuras de esta piedra bajo el microscopio, parecía que estaban formadas por fibras orgánicas que las atravesaban. El ocre en la piedra habría manchado estas fibras de un color rojo, que incluso hoy en día es como a veces tiñen las fibras en la producción de bolsas de hilo tejidas, o 'bilums'. Esto nunca se había encontrado en ningún sitio".


Bloque pétreo desconcertante que resultó ser una especie de plantilla de piedra con un borde biselado que la gente solía romper para obtener hachas individuales. Imagen: UNSW / Ben Shaw.

Misterio tallado en piedra

Otra sorpresa fue el descubrimiento de un gran bloque de piedra que había sido cortado y pulido, y que, según el Dr. Shaw, fue colocado contra una ladera y posteriormente enterrado después de que el pueblo de Waim fuera abandonado hace unos 4.000 años. Él dice que, con aproximadamente medio metro de largo y 30 centímetros de ancho, era una pieza muy inusual, y que tuvo al equipo perplejo sobre cuál sería su propósito.
"Tenía la forma de un paralelogramo gigante con bordes muy afilados, y había sido bellamente pulido", comenta el Dr. Shaw.

“Cuando salió a la luz, estábamos tratando de pensar para qué podría haberse usado. Tal vez era una piedra para moler plantas o algo de esa naturaleza, pero tiene una forma extraña como para ser una piedra de moler. Mientras estábamos sentados allí rascándonos la cabeza, uno de los ancianos de la aldea se acercó y nos dijo que así es como solían hacer las hachas las personas mayores: tomaban un gran bloque de piedra, le daban forma, y luego simplemente cortaban los tamaños individuales de las hachas que querían".

Más tarde, el equipo verificó que este método había sido ya documentado en tiempos más recientes. Pero el tipo de hacha que estaba asociado con este modelo de piedra se piensa que había sido utilizado por individuos que habían migrado a esta área más de 2.000 años después, lo cual, según el Dr. Shaw "realmente nos impresionó y dejó sorprendidos".

El Dr. Ben Shaw y algunos lugareños de Nueva Guinea examinan algunos de los artefactos desenterrados en el sitio de excavación de Waim, en las tierras altas del norte. Imagen: UNSW / Ben Shaw.

Al otro lado del estrecho de Torres

Sobre la cuestión de si la sociedad humana en Australia experimentó transformaciones similares, el Dr. Shaw comenta que los arqueólogos ya han demostrado que hubo cambios importantes en la tecnología en toda Australia hace unos 5.000 años.

"Ahora bien, aún se debate por qué ocurrió esto", dice. “Nueva Guinea se encuentra completamente dentro de los trópicos, mientras que Australia abarca latitudes tropicales y templadas, por lo que sus habitantes se habrían adaptado a ambientes muy diferentes con distintos tipos de plantas y animales. La tecnología, así como el comportamiento y las estrategias de producción de alimentos, también habrían diferido, y ahora es un gran desafío ver cómo todo esto se une".


Algunos niños curiosos del pueblo de Waim observando las excavaciones. Imagen: UNSW / Ben Shaw.

Dado que el grupo ha demostrado, pues, el eslabón perdido entre el desarrollo de la agricultura y los cambios culturales asociados con ella en Nueva Guinea, el siguiente paso es analizar más de cerca los tesoros recién descubiertos.
“Llevaremos a cabo mucha más investigación sobre los artefactos hallados para contextualizar su uso en la sociedad de Nueva Guinea en ese periodo temporal. Por tanto, ya que hemos podido definir los contornos del rompecabezas agrícola en Nueva Guinea, es hora de completarlo”.

Fuentes: Universidad de Nueva Gales del Sur | actualidad.rt.com | popular-archaeology.com | 26 de marzo de 2020

Un estudio plantea la complejidad del asentamiento de 'Homo sapiens' en Asia

Foto: José María Bermúdez de Castro y María Martinón-Torres posan junto con paleontólogos de China.

El CENIEH participa en un estudio internacional que se acaba de publicar en la revista Quaternary International, que sugiere que en la China del Pleistoceno Superior se produjeron, al menos, dos procesos de asentamiento de humanos modernos que no se solaparon.

Hasta ahora, la mayoría de los estudios se habían centrado en determinar en qué momento llegó el primer humano moderno a China, pero apenas se había investigado cuál fue la dinámica de este asentamiento. Un artículo conjunto de instituciones de China, España y Reino Unido, plantea que, dada su amplitud y diversidad biogeográfica, el gigante asiático habría recibido migraciones de Homo sapiens desde el norte y desde el sur, entre las que apenas habría habido solapamiento.


Mapa de sitios y rutas migratorias que se han asociado con humanos modernos que se dispersaron por Asia durante el Pleistoceno tardío. © Bae et al. 2017. Sobre el origen de los humanos modernos: perspectivas asiáticas. Ciencia. Imagen de: Katerina Douka y Michelle O'Reilly

Los investigadores proponen que la llegada de los humanos modernos a Asia continental responde, al menos, a dos procesos diferentes:

El primero sucedió hace como mínimo unos 80.000 años y comprendería la llegada a través de Arabia de las primeras poblaciones de Homo sapiens al continente asiático, pasando por India, el sudeste de Asia y, finalmente, Australia.
En el segundo proceso, hace en torno a 45.000 años, las poblaciones sapiens habría llegado por el norte, a través de Asia central, Siberia y Mongolia, y son las que acabarán conquistando América de Norte y Japón.

“A este escenario complejo se suma la diversidad de poblaciones humanas que ya habitaban Asia antes de que llegáramos nosotros”, señala la paleoantropóloga María Martinón-Torres (izquierda), directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), que, junto a José María Bermúdez de Castro, coordinador del Programa de Paleobiología, e investigadores de la Universidad de Exeter y el Institute of Vertebrate Paleontology and Palaeoanthropology (IVPP) de Pekín, ha llevado a cabo este estudio.

En 2015, el CENIEH lideraba junto con el IVPP la publicación en Nature del humano moderno más antiguo de China (entre 80.000 y 120.000 años), en el yacimiento de Fuyan al sur del país, abriendo así el marco temporal en el que los sapiens podría haber interaccionado con otros grupos humanos, como los denisovanos, los neandertales o incluso supervivientes tardíos de la especie Homo erectus.

Un país, dos reinos

Como explica María Martinón Torres, pensamos en China como un territorio único cuando en realidad, biogeográficamente su territorio cae en dos reinos diferentes. El llamado Reino Paleoártico, términos acuñado por el famoso biogeógrafo Alfred Wallace, cubre territorios como Mongolia Interior y China al norte de las montañas Qingling, y se caracteriza por temperaturas muy extremas que habrían dificultado el asentamiento permanente de los humanos y, probablemente, es responsable de la llegada más tardía de Homo sapiens al norte de China.
En cambio, el llamado Reino Oriental, que comprendería el sur de China y el sudeste asiático, registraba condiciones climáticas menos severas, permitiendo que esta zona constituyese el principal refugio de Asia y que en aquel entonces, como ahora, fuera la región asiática con más población humana.
“Las narrativas lineales se quedan cortas. Al hablar de Homo sapiens en la China del Pleistoceno Superior estamos hablando al menos de dos poblaciones y dos historias diferentes”, recalca José Mª Bermúdez de Castro (izquierda).
La frontera entre ambos reinos habría fluctuado, pero estas dos poblaciones humanas habrían permanecido relativamente aisladas durante el último ciclo glacial.

Fuente: cenieh.es| 27 de marzo de 2020

Los gladiadores vuelven a 'Virtus Iulia' (Torrreparedones, Baena, Córdoba)

Vista general del foro del yacimiento arqueológico de Torreparedones. FOTO: MUSEO HISTÓRICO DE BAENA (CÓRDOBA).

Se llamaba, probablemente, Virtus Iulia y fue fundada entre los años 30 y 27 a. C. sobre el asentamiento fortificado turdetano de Ituci. De momento, y ya van más de tres décadas de trabajo, se sabe que contaba con monumentales puertas de acceso, mercado, termas y foro, adornado este último con impresionantes esculturas -entre otras de Augusto, de Calígula, con la cara sustituida por la del emperador Claudio cuando este le sucedió, y de Livia- dignas de la misma Roma y que se exponen en el Museo Histórico y Arqueológico de Baena (Córdoba). Y desde este verano, tras las excavaciones realizadas por los expertos de las Universidades de Córdoba y Granada en el yacimiento de Torreparedones (entre Baena y Castro del Río), también se conoce que esta ciudad disponía de anfiteatro, la edificación que acogía los juegos y los espectáculos que organizaba el imperio: de gladiadores a lucha de fieras. Su eje principal medía unos 70 metros.

El estudio Use of Remote Sensing, Geophysical Techniques and Archaeological Excavations to Define the Roman Amphitheartre of Torreparedones, firmado por el arqueólogo Antonio Monterroso-Checa y otros seis expertos, señala que la última excavación –se abrieron seis trincheras para delimitar la extensión del edificio- “ha validado los resultados obtenidos hace dos años mediante el llamado sistema Lidar [teledetección con láser]”. Este mostraba la existencia de una gran estructura de sillares a unos 10 metros de profundidad en el yacimiento cordobés.
El informe indica, igualmente, que “el anfiteatro estaba fuera de las murallas de la ciudad”. Virtus Iulia, de unas 11 hectáreas y de las que solo se ha excavado el 10%, “estaba distribuida en terrazas siguiendo la topografía del terreno”, un altozano de 580 metros. Estaba cruzada por una red de calles; y el anfiteatro, de hecho, estaba conectado a la mayor de sus vías para que los espectadores pudiesen llegar con facilidad a los juegos y disfrutar de sus gladiadores favoritos (se ha encontrado un trozo de casco de uno de estos luchadores durante las excavaciones). Las dimensiones del edificio son semejantes a las de los anfiteatros de Contributa Iulia [Medina de las Torres, Badajoz] o Segóbriga [Saelices, Cuenca], ciudades con proporciones parecidas a las de Virtus Iulia.

De izquierda a derecha, estatuas sedentes de Claudio, Augusto y Livia, en el Museo Histórico de Baena.

El área de investigación comenzó a ser excavada en 1987, aunque los trabajos se pararon en 1999 y no se retomaron hasta 2006. El parque arqueológico de Torreparedones, dirigido por José Antonio Morena, abarca tres periodos históricos: el ibérico (que incluye una muralla del siglo VI a. C. y un santuario donde se hallaron cientos de exvotos y que estaba dedicado a la diosa Dea Caelestis), el romano (la ciudad de Virtus Iulia) y un castillo.
El yacimiento romano, explica Carlos Márquez, catedrático de Arqueología de la Universidad de Córdoba y director del grupo de investigación de Torreparedones, incluye tres conjuntos termales, el foro -con curia, basílica, templo y pórticos-, un mercado rodeado por 13 tiendas y el citado anfiteatro extramuros. Todo el conjunto es BIC desde 2007.

Termas de la ciudad de 'Virtus Iulia', en el yacimiento de Torreparedones. MUSEO HISTÓRICO DE BAENA.

En Torreparedones el estado de conservación de algunas de las edificaciones es excepcional, como los baños públicos situados junto a la puerta oriental (terma), excavados y estudiados por Ángel Ventura. Ocupan unos 500 metros cuadrados y poseen muros que alcanzan los tres metros de altura, prácticamente hasta la cubierta. Son de planta rectangular y conservan los vestuarios (apodyterium), la sala fría (frigidarium), la templada (tepidarium) y la caliente (caldarium), así como letrinas, vestíbulo y zona de servicios y hornos para calentar el subsuelo del edificio. “Tan importante como el conjunto en sí es el material de todo tipo que se ha localizado, vinculado a la diosas Salus, y que incluye desde una inscripción dedicada a ella a una jarrita de bronce con la imagen de la divinidad”, señala Márquez.

Si el coronavirus, de momento, no permite visitar el yacimiento, sí existe una aplicación para móviles y tablets, Ciclo Escultórico de Torreparedones, que anima a recorrer sus principales edificaciones. Se puede ver desde la inscripción que recuerda que un tal Marcus Iunius Marcellus pagó la pavimentación del foro hasta admirar en 3D las enormes estatuas de los emperadores encontradas en él.

Mapa geomagnético en el que se aprecia el perfil de los restos de un posible anfiteatro.
Lo que no se puede ver aún es el anfiteatro recién descubierto ni un supuesto teatro que las imágenes láser parecen haber detectado también en el subsuelo. El informe de Antonio Monterroso-Checa afirma que este último edificio se situaba, a diferencia del anfiteatro, dentro de las murallas. Márquez no lo niega, pero se muestra más cauteloso. “Habrá que emprender nuevas excavaciones para confirmarlo. Pero casi que sí”, bromea el catedrático.

Fuente: elpais.com | 26 de marzo de 2020

ESCÁNDALO: Descubren que toda la colección de los Manuscritos del mar Muerto del Museo de la Biblia (EE.UU) es falsa

Imagen ilustrativa. Baz Ratner / Reuters

Un grupo de investigadores ha descubierto que ninguno de los Manuscritos del mar Muerto que se exhibían en el Museo de la Biblia, ubicado en Washington (EE.UU), son verdaderos. Los resultados fueron revelados este sábado por la empresa Art Fraud Insights, dedicada a prevenir fraudes artísticos.

La directora de la compañía, Colette Loll (izquierda), señaló que "los especialistas llevaron a cabo una revisión exhaustiva de todos los resultados de las imágenes, e hicieron el respectivo análisis científico, demostrando que los 16 fragmentos de texto son falsos".
"Cada uno muestra características que sugieren que son falsificaciones deliberadas, creadas en el siglo XX, con la intención de imitar fragmentos auténticos", señaló Loll.

Los Manuscritos del mar Muerto, también conocidos como Rollos de Qumrán, son una serie de textos religiosos del siglo III a. C. que contienen los fundamentos del Antiguo Testamento. La mayoría de estos fragmentos se exhiben en Jerusalén, pero muchos otros se encuentran en manos privadas.

Visitantes observan una exposición sobre los rollos del Mar Muerto en el Museo de la Biblia en Washington, DC.Saul Loeb / AFP


Las sospechas sobre el fraude de los textos surgieron en 2018, cuando el museo estadounidense confirmó que al menos cinco manuscritos eran falsos y se inició el análisis de los otros ejemplares.
Por su parte, el jefe de curaduría del museo, Jeffrey Kloha (derecha), explicó que "los métodos sofisticados y costosos empleados para descubrir la verdad sobre nuestra colección podrían usarse para arrojar luz sobre otros fragmentos sospechosos y tal vez incluso podrían ser eficaces para descubrir quién es responsable de estas falsificaciones".

Fuente: actualidad.rt.com | 17 de marzo de 2020