Un estudio sobre la diversidad genética revela nuestra compleja historia evolutiva

Huellas de manos hechas por humanos antiguos en América del Sur. Crédito de la imagen: Matt Midgley.

El análisis de diversidad genética humana más completo hasta la fecha descubre gran cantidad de variaciones aún no descritas y proporciona nuevas claves sobre la complejidad del proceso por el que nuestros antepasados se diversificaron y mezclaron en todo el mundo.

Un equipo internacional de expertos ha secuenciado 929 genomas humanos, lo que constituye la representación más detallada, hasta la fecha, de la diversidad genética de las poblaciones del planeta.
El estudio, que publica este jueves Science, descubre gran cantidad de variaciones genéticas no descritas y proporciona nuevos conocimientos sobre nuestro pasado evolutivo, destacando la complejidad del proceso a través del cual nuestros antepasados se diversificaron, migraron y se mezclaron en todo el mundo.

Esta es la primera vez que se aplica la última tecnología de secuenciación de alta calidad a un conjunto tan grande y diverso de seres humanos: 929 genomas de 54 poblaciones geográfica, lingüística y culturalmente diversas de todo el mundo, según un comunicado del Institute Wellcome Trust Sanger (Reino Unido).

Uno de los autores del estudio Anders Bergström, del Instituto Francis Crick, explicó que "el detalle logrado nos permite mirar más profundamente en la historia humana, particularmente dentro de África, donde actualmente se sabe menos sobre la escala de tiempo de la evolución humana”.

La opinión consensuada de la historia dice que los antepasados de los humanos actuales se diferenciaron de los antepasados de los extintos grupos de neandertales y denisovanos hace entre 500.000 y 700.000 años, antes de la aparición de los humanos "modernos" en África.
Fue, entonces, cuando algunos humanos se expandieron fuera de África y poco después se mezclaron con grupos arcaicos euroasiáticos. Después, las poblaciones crecieron rápidamente, con extensas migraciones y mezclas, ya que muchos grupos pasaron de cazadores-recolectores a productores de alimentos.

El equipo descubrió que "los antepasados de las poblaciones actuales se diversificaron a través de un proceso gradual y complejo, principalmente durante los últimos 250.000 años, con grandes cantidades de flujo genético entre estos primeros linajes”. Pero además, vieron evidencias de que “pequeñas partes de los ancestros humanos se remontan a grupos que se diversificaron mucho", señaló Bergström.

Ilustración esquemática de las cantidades aproximadas de cuatro clases diferentes de variación genética encontradas en diferentes regiones geográficas. Los orígenes de las poblaciones incluidas en el estudio están indicados por puntos.

La investigación también proporciona evidencias de que la ascendencia neandertal de los humanos modernos puede explicarse por un solo "evento de mezcla" importante.
Este muy probablemente involucró a varios individuos neandertales que entraron en contacto con los humanos modernos poco después de que estos últimos se hubieran expandido fuera de África, agrega la nota.

En cambio, en personas de Oceanía y Asia oriental se identificaron varios conjuntos diferentes de segmentos de ADN heredados de los denisovanos, lo que sugiere al menos dos acontecimientos de mezcla distintos.

"Aunque este recurso es solo el comienzo de muchas vías de investigación, ya podemos vislumbrar varias perspectivas tentadoras de la historia humana”, considera Chris Tyler-Smith (izquierda), recientemente jubilado del Instituto Wellcome Trust Sanger.

Y opina que “será especialmente importante para comprender mejor la evolución humana en África, así como para facilitar la investigación médica para toda la diversidad de los ancestros humanos". El equipo encontró además millones de variaciones de ADN hasta ahora desconocidas que son exclusivas de una región geográfica continental o principal.
Aunque la mayoría de ellas eran raras, incluían variaciones comunes en ciertas poblaciones africanas y oceánicas que no habían sido identificadas por estudios anteriores, las cuales pueden influir en la susceptibilidad de las diferentes poblaciones a las enfermedades.

Hasta ahora, los estudios de genética médica se han realizado predominantemente en poblaciones de ascendencia europea, lo que significa que se desconocen las consecuencias médicas que estas variantes podrían tener, indica la nota. EFE.

Fuentes: lavanguardia.com | express.co.uk| 19 de marzo de 2020

Los arqueólogos tienen problemas para diferenciar cacas humanas y de perros, pero lo están solucionando

Coprolitos del sitio de Xiaosungang, en la provincia de Anhui (China) (Max Planck Institute)

Cuando uno piensa en arqueología, lo primero que le viene a la cabeza son huesos, herramientas, piedras, armas, construcciones (más o menos duraderas)… Pero hay un objeto con el que normalmente no contamos y con el que los investigadores se encuentran muy a menudo durante las excavaciones: las heces.

El registro arqueológico está plagado de cacas (paleofeces). Y eso no es un problema para los especialistas, sino todo lo contrario. Los restos fecales son una potencial “mina de oro” para obtener información sobre las enfermedades y la dieta antiguas o la evolución de los parásitos y la relación entre los individuos y el medio ambiente. Pero claro, como todo en la vida, tiene sus contras.

El principal hándicap durante el trabajo de campo es saber discriminar qué heces hay que estudiar. Y no se crean que eso es tarea fácil. Especialmente porque sufren distorsiones físicas que dificultan identificar a qué especie pertenecen. Hay, además, una complicación añadida, ya que los excrementos humanos y caninos son particularmente difíciles de distinguir en estos contextos.
La solución a eso parece que la han encontrado un grupo de investigadores liderados por Maxime Borry (izquierda), del Instituto Max Planck, que acaban de diseñar un “método confiable” para evitar equivocarse a la hora de realizar los análisis, según explican en un estudio publicado en la revista Biochemistry, Biophysics and Molecular Biology .

Desde su domesticación hace más de 12.000 años, los perros a menudo han vivido en estrecha asociación con los humanos y no es raro que sus heces se encuentren en los mismos sitios arqueológicos. Ambos animales también acostumbran a consumir dietas similares y el tamaño y forma de sus excrementos son parecidos. “Más allá de ser mascotas y animales de trabajo, los canes también estaban en el menú de muchas sociedades antiguas, lo que hace que las pruebas genéticas simples sean problemáticas porque dichos análisis pueden mostrar el ADN de las dos especies”, escriben los autores del artículo.

El nuevo método, al que han llamado CoproID, combina el análisis genético del huésped antiguo con un software que distingue las distintas colonias de microbios que viven dentro de los humanos y los perros. “La composición de este microbioma intestinal difiere entre las especies de mamíferos y podría usarse para confirmar y autenticar la asignación del huésped”, señalan.

Coprolito del Neolítico encontrado en Xiaosungang (a) y restos de hace unos 1.300 años hallados en México (b y c) (Biochemistry, Biophysics and Molecular Biology).

Las paleofeces, ya sea en un estado orgánico o parcialmente mineralizado (coprolito), se encuentran en una amplia variedad de contextos en todo el mundo y generalmente están asociadas con procesos localizados de desecación, congelación o mineralización. Los restos fecales antiguos, que van de los que aparecen enteros e intactos hasta los de tamaño milimétrico mezclado con los sedimentos, permiten estudiar cambios en la estructura y función del microbioma intestinal a través del tiempo.
”Un hallazgo inesperado es la constatación de que el registro arqueológico está lleno de excrementos de canes”, asumen los especialistas. Si los investigadores son capaces ahora de identificar con precisión la fuente de las heces, esto los permitirá obtener información sobre las distintas intolerancias alimentarias y otros problemas vinculados a la salud humana.

Imagen de microscopía electrónica de barrido (SEM) de un grano de polen de calabaza en un coprolito hallado en el sitio arqueológico Cueva de los Muertos Chiquitos, Valle del Río Zape, Durango, México. Crédito: Karl Reinhard.

Los especialistas seleccionaron un total de 20 muestras arqueológicas, procedentes de 10 sitios distintos y que abarcan un período desde hace 9.000 años hasta la era medieval. Los restos analizados más antiguos proceden de Eslovaquia (siglo VII a.C.) y también se incluyen dos muestras de España, una del Cingle del Mas Nou (Castellón) y otra de El Collado (Valencia). La mayoría, sin embargo, se recogieron en la Cueva de los Muertos Chiquitos (México) y en Xiaosungang (China). También hay evidencias obtenidas en yacimientos de Irlanda, Reino Unido, Alemania y Portugal.

El siguiente objetivo de los investigadores es seguir ampliando la base de datos de “los metagenomas intestinales de los perros rurales no occidentalizados” para mejorar la clasificación de heces antiguas que actualmente se clasifican como “inciertas”.


Imagen de microscopía electrónica de barrido (SEM) de un grano de polen de amaranto en un coprolito hallado en la Cueva de los Muertos. Sitio arqueológico de Chiquitos, Valle del Río Zape, Durango, México Crédito: Karl Reinhard.

Fuentes: lavanguardia.com | phys.org | 23 de abril de 2020

Descubren en el Valle del Côa, Portuga,l el mayor grabado rupestre ibérico, diseñado con un boceto

Perfilado en blanco de la silueta de un uro grabado en una roca del Valle del Côa, Portugal. EFE.

El mayor grabado del Paleolítico superior de la península ibérica acaba de ser descubierto en la estación rupestre Vale do Côa (Portugal) y Siega Verde (España) y, según las conclusiones de los arqueólogos, fue realizado con un boceto previo.

Se trata del grabado de un uro de 3,5 metros y 23.000 años de antigüedad hallado por los especialistas que trabajan en el Vale do Côa sobre un panel de pizarra de más de seis metros.
Las dimensiones de la obra, explicó hoy a EFE Thierry Aubry (izquierda), director arqueológico del Vale do Côa, confirman que "los que grababan sobre la piedra tenían que hacer antes un boceto".
"Se presupone que cuando estaban dibujando sobre la roca la parte de la cabeza del uro no podían ver resto del cuerpo, por lo que tenían que tener un esbozo para continuar ya que el artista no tenía visibilidad de todo", agregó.

Según Aubry, se trata de un uro comparable, por sus dimensiones, con los descubiertos en la zona paleolítica francesa de las cuevas de Lascaux.
La piedra donde se grabó el animal estaba enterrada cerca de la desembocadura del río Côa, en el término municipal portugués de Fariseu (norte), en una zona fronteriza con el Parque Natural Arribes del Duero español.

La importancia del hallazgo, matizó Aubry, no radica tanto en su dimensión sino en la forma cómo ha sido localizado: de la piedra cubierta sobresalía un metro del suelo con el dibujo de la grupa del uro.
"Al estar enterrada, podemos comprobar los estratos y los vestigios de la época, lo que nos dará información sobre lo que hacían los hombres del paleolítico", aseguró.
Los arqueólogos investigan si los grabados encontrados en el yacimiento, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998, fueron realizados por hombres o mujeres, pero han llegado a la conclusión de que no vivían en las orillas de los ríos Côa y Águeda, donde se han encontrado los restos.

Panorámica de una zona del valle del Coa-Siega Verde.

COMPOSICIONES ARTÍSTICAS

El uro gigante no está solo. En su interior, y bajo la técnica del "piqueteado", aparecen una cierva, una cabra y un ternero de uro.

Además, en la parte derecha del panel fueron dibujados otros uros -animal que se extinguió en el siglo XVII-, ciervos y caballos de dimensiones más reducidas. Los expertos creen que la figura mayor fue realizada primero y después las más pequeñas.

No es una composición única. En las 1.500 rocas salpicadas en los 7 kilómetros del Vale do Côa y en los 91 paneles rocosos de la zona española de Siega Verde se han localizado grabados individuales y diseños con varias figuras animales.

Por lo general, los hombres del paleolítico pintaban los animales herbívoros que cazaban, aunque también se han encontrado grabados de cánidos y en la zona del Côa una figura humana conocida como "Hombre de Pisco".

Imagen del entorno del yacimiento de Siega Verde

PALEOARTE, UN PROYECTO HISPANOLUSO

Este descubrimiento da un impulso a los expertos que trabajan en el Côa y en Siega Verde, que prevén ejecutar hasta 2021 una serie de actividades para poner en valor sendas estaciones rupestres fronterizas, financiadas con 1,4 millones de euros a través del Programa Operativo de Cooperación Territorial entre España y Portugal (POCTEP) de la UE.

Uno de los mayores desafíos será aumentar la investigación arqueológica, sobre todo en Siega Verde. El proyecto prevé el desarrollo de investigaciones subacuáticas ya que se cree que podría haber paneles grabados bajo el agua debido a que en el Paleolítico Superior el río Águeda discurría en un nivel bastante más bajo.

Ketty Ratero (izquierda), coordinadora de las actividades de Siega Verde, explicó a EFE que el grueso de las investigaciones se centra en los descubrimientos del Côa portugués, ya que en la parte española no han desarrollado trabajos arqueológicos en los últimos años.

Con este proyecto, que ejecutarán la Fundación lusa Côa Parque y la Junta de Castilla y León (España), pretenden, además, investigar el paraje en el que se asentaban los hombres del Paleolítico y que, presumiblemente, sería la ribera de Aguiar, un acuífero que discurre paralelo a los ríos Águeda y Côa.

"Falta conocimiento de este enclave", apuntó Thierry Aubry, que consideró fundamental la investigación porque sería el punto de conexión entre los yacimientos rupestres del Côa y Siega Verde. EFE

Fuente: eldiario.es | 29 de abril de 2020

Una grabación a vista de dron enseña calles y casas de Pompeya nunca vista hasta ahora

La ciudad italiana de Pompeya fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio en el año 79. Una ola de calor piroclástico -corrientes ultrarrápidas de gas caliente y materia volcánica que brotan de algunas erupciones- así como la avalancha de cenizas, rocas y gases venenosos fueron los causantes de que no hubiera supervivientes. Los fragmentos de rocas y barro del volcán también borraron del mapa a las ciudades de Oplontis, Stabiae y Herculano.

Tras la erupción, gruesas capas de ceniza cubrieron las ciudades, situadas en la base de la montaña y lentamente fueron olvidadas hasta que, de manera fortuita, Herculano fue redescubierta en 1738 y Pompeya, el centro industrial de la región, diez años después.

Desde entonces arqueólogos, arquitectos, ingenieros, historiadores y expertos en diferentes materias trabajan por sacar a la luz mosaicos, pinturas o cerámicas que quedaron enterradas en palacios, casas, termas o templos además de estudiar los cuerpos fosilizados que relatan la forma en que murió la población.


Pompeya y la costera Herculano son, sin duda, dos de los yacimientos arqueológicos más visitados del mundo. Patrimonio Unesco desde 1997 son un lugar fascinante para todo aquel que quiera conocer la vida cotidiana de la Antigüedad. Ahora, con sus puertas cerradas por la pandemia del Covid-19, el Parque Arqueológico ha publicado increíbles imágenes de drones que sobrevuelan algunas de las nuevas excavaciones que no se veían desde que el Vesubio entró en erupción.

El vídeo subido a Youtube y narrado por el Director del Parque Arqueológico de Pompeya, Massimo Osanna, recorre la nueva excavación en la parte norte de la ciudad de Pompeya donde se han descubierto nuevos tesoro de valor extraordinario.

La Casa Jardín de Pompeya

El dron desciende a lo que se ha denominado la Casa del Jardín, donde se han encontrado los restos de once víctimas de la erupción, en su mayoría mujeres y niños. Aquí se han encontrado espléndidos frescos de Venus y Adonis y un pórtico pintado.

Massimo Osanna, explica en el vídeo, que llamaron así a esta casa porque la primera habitación de grandes dimensiones que salió a la luz resultó ser un jardín, en el que pudimos excavar todos los límites del macizo de flores , y hacer moldes de las raíces de las plantas que habían sido plantadas allí». «Nuestros paleobotánicos han reunido toda la evidencia para estudiar el jardín y comprender lo que se había plantado en él, así como cómo se dispuso y, por lo tanto, será posible restaurarlo de una manera correcta».

Casa de Orión

La grabación del dron nos traslada a la Casa de Orión, que toma su nombre de los mosaicos encontrados aquí. Uno de los hallazgos mejor conservados es un mosaico, que muestra una figura mitad hombre, mitad escorpión con alas de mariposa (derecha).

Osanna asegura que aunque esta casa, que no tiene espacios particularmente grandes, si ha producido verdaderas obras maestras, como este mosaico de Orión que da nombre a la casa.

Fuente: abc.es | 27 de abril de 2020

El consumo de leche en Europa hace 7.000 años era muy desigual entre las primeras poblaciones campesinas

Cerámica procedente del yacimiento arqueológico de Verson (Francia) (Fotografía de Annabelle Cocollos, Consejo Departamental de Calvados, publicada en Germain-Vallée et al. 2015)

Los resultados de una nueva investigación revelan que el consumo de los lácteos en Europa era muy desigual entre las primeras poblaciones campesinas. Un equipo de investigación internacional, liderado por la investigadora Miriam Cubas (Universidad de York-Universidad de Oviedo), ha conseguido recuperar residuos de las actividades culinarias en las vasijas usadas por las sociedades prehistóricas de hace 7.500-5.500 años. Los resultados han sido publicados en la revista Nature Communications y entre los firmantes figura Xosé-Pedro Rodríguez, investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) y de la Universitat Rovira i Virgili (URV) (España).

El análisis químico de los restos de grasas de animales, cera de las plantas, aceites de pescado y resinas preservados en las cerámicas prehistóricas ha permitido al equipo de la Dra. Cubas explorar los distintos usos de estos recipientes por parte de las comunidades neolíticas, y particularmente su relación con las actividades agrícolas y ganaderas.

Los resultados reflejan una gran variación en el uso de las cerámicas entre estas comunidades. Entre los recursos identificados, destacan los productos lácteos cuya presencia se incrementan a lo largo de un gradiente latitudinal hacia la zona norte de Europa, la región atlántica francesa y las Islas Británicas. Este hallazgo implica que las primeras comunidades agrícolas necesitaron tiempo para adaptar sus prácticas económicas antes de expandirse a zonas más al norte.

Los autores concluyen que estas diferencias pueden estar relacionadas con las diferentes actividades ganaderas, con una mayor presencia del ganado vacuno en el norte y una ganadería centrada en las ovejas y las cabras en el sur de Europa. En la Península Ibérica, estas prácticas culinarias reflejan más una importancia de los recursos cárnicos procedentes de los animales domésticos (oveja y cabra) que se introducen en esos momentos.

Los productores prehistóricos que colonizaron áreas del norte con climas más severos pueden haber tenido una mayor necesidad de los beneficios nutricionales de la leche, incluida la vitamina D y las grasas, sugieren los autores del estudio.

Mapa de Europa atlántica que muestra las dataciones estimadas para la dispersión neolítica y las composiciones de isótopos de carbono de ácidos grasos en la cerámica neolítica temprana.
a) Se muestra la llegada más temprana estimada del Neolítico temprano y la ubicación de los sitios arqueológicos incluidos en el estudio. b) Error estándar del promedio de dataciones de llegada del Neolítico que se muestran en a). c) Se muestran estimaciones espaciales de valores de Δ 13C de ácidos grasos basados ​​en el análisis de 647 restos cerámicos individuales. Las estimaciones se limitan a las áreas donde el error estándar promedio es <0.30 ‰. Los valores más negativos respecto a Δ 13C (es decir, ≤3,3 ‰) se asocian con las grasas lácteas; aquellas situadas entre −3,3 y −1,0 ‰ son típicas de las grasas de rumiantes y los valores ≥ −1 ‰ son típicas de las grasas no rumiantes. Se muestran las desviaciones promedio y estándar de los valores de Δ 13C por región. d) Error estándar del promedio de los valores estimados de Δ 13C que se muestran en c).

Se trata de una de las comparaciones regionales más amplias que se han publicado hasta el momento sobre el uso de la cerámica durante la Prehistoria. Uno de los hallazgos más sorprendentes es la ausencia de alimentos marinos en las cerámicas documentadas, incluso, en yacimientos arqueológicos situados en zonas de costa, donde estos recursos alimenticios están claramente disponibles. Una excepción es la zona del Báltico donde tanto los recursos lácteos como los alimentos de procedencia marina fueron preparados en la cerámica.

“Nuestro estudio ofrece una amplia comparación regional sobre el uso de la cerámica durante la Prehistoria. Estos resultados contribuyen a obtener más información sobre cómo vivieron los grupos humanos durante este proceso de cambio tan trascendental que supuso la introducción de la ganadería y la agricultura”, afirmó Miriam Cubas (izquierda), autora principal del artículo.

Respecto a la ausencia de alimentos marinos, agrega: "Este sorprendente descubrimiento podría significar que muchos agricultores prehistóricos los rechazaron en favor de los lácteos, pero tal vez el pescado y los mariscos simplemente se procesaron de otras maneras".

“Las diferencias respecto a la frecuencia de aparición de los productos lácteos podrían ser importantes para la comprensión de la evolución de la tolerancia a la lactosa en los adultos en Europa. Hoy en día, las mutaciones genéticas que permiten a los adultos digerir la lactosa presente en la leche tienen una mayor presencia en la zona noroeste de Europa que en las regiones del sur”, sostiene el profesor Oliver Craig (derecha), del Departamento de Arqueología de la Universidad de York.

El equipo de investigadores procedentes de la Universidad de York, la Universidad de Oviedo, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la Universidad Autónoma de Barcelona, el Instituto Max Planck, la Universidad de Cantabria, INRAP, el Servicio Regional de Arqueología de Normandía, el Servicio de Arqueología del Departamento de Calvados, la Universidad de Lisboa, UNIARQ, la Universidad de Santiago de Compostela (USC), la Universidad de Rennes, el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, la Universitat Rovira i Virgili, el Museu Arqueológico de São Miguel de Odrinhas y la Universidad de Barcelona ha analizado los residuos orgánicos conservados en las cerámicas del Neolítico antiguo procedentes de 24 yacimientos arqueológicos situados entre Portugal y el Báltico. Esta investigación permite expandir nuestro conocimiento sobre las prácticas culinarias de estas primeras sociedades agrícolas, el papel que desempeñaron los distintos alimentos y su impacto en la dieta de las primeras comunidades campesinas.

Fragmento cerámico hallado en Cova Eirós. Foto: GEPN-AAT (Universidade de Santiago de Compostela)

La colaboración con investigadores de la USC (GEPN-AAT), del IPHES y de la URV ha permitido incluir entre los recipientes analizados la cerámica cardial descubierta en Cova Eirós (Triacastela, Lugo, Galicia). El análisis de los lípidos ahí contenidos muestra que fue utilizada para el procesado de vegetales y carnes de rumiante. Este dato permite acercarnos a las costumbres alimentarias de las primeras sociedades agricultoras y ganaderas de la costa atlántica.

Fuentes: iphesnoticias.blogspot.com | eurekaalert.org | 27 de abril de 2020

Los Millares (Almería) fue la primera ‘ciudad’ de la península ibérica

Ilustración del poblado de Los Millares, la primera ciudad de la península ibérica (Autor: Iñaki Dieguez Uribeondo).


Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado que la primera ciudad (gran asentamiento de población) de la Prehistoria de la península ibérica se estableció hace más de 5.000 años junto a los monumentos funerarios de Los Millares, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Europa Occidental, ubicado en Santa Fe de Modújar (Almería), a escasos kilómetros de la costa mediterránea.

Esta urbe contaría con una población que se estima en unas mil personas, lo que supone un "gran concentración" poblacional en aquel momento en la Península, según indica el investigador Gonzalo Aranda Jiménez, autor principal del estudio.

Su trabajo, que publica esta semana la revista Archaeological and Anthropological Sciences, ha revelado que la necrópolis de Los Millares estuvo en uso durante casi un milenio, y que en torno a ella se estableció un poblado que alcanzó unas dimensiones, concentración poblacional y monumentalidad desconocidas hasta el momento en la península ibérica: la primera ciudad de la misma, indica la UGR en una nota.

"El hecho de ser una población notable y su carácter permanente hace que el asentamiento sea un sitio de importancia significativa en este arco del Mediterráneo, y excepcional en la península ibérica", señala el profesor Gonzalo Aranda (izquierda).

Como explica el investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, la cronología es un aspecto clave en el estudio de las sociedades del pasado. “De cómo ordenemos temporalmente los eventos y acontecimientos depende nuestra capacidad de análisis y compresión de las dinámicas sociales y culturales. En arqueología disponemos de un procedimiento conocido como ‘datación por Carbono 14’, que permite calcular la fecha de muerte de cualquier organismo vivo en los últimos cincuenta mil años”.

En el año 2012, un grupo de investigadores de la Universidad de Granada inició un programa de dataciones con el objetivo de estudiar la cronología de las construcciones megalíticas de sur peninsular. Este objetivo les condujo al estudio de Los Millares, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Europa Occidental. El yacimiento de Los Millares puede considerarse como un yacimiento arqueológico único debido a cuatro características principales: 1º su gran tamaño (con aproximadamente diecinueve hectáreas de extensión, de las cuales seis pertenecen al asentamiento y trece a la necrópolis); 2º la riqueza de los ajuares funerarios (que incluyen objetos realizados en materias primas exóticas como el ámbar, la cáscara de huevo de avestruz y el marfil); 3º la complejidad estructural del asentamiento (delimitado por cuatro recintos concéntricos interpretados como murallas y fortificaciones); 4º la presencia en el entorno del poblado de hasta trece pequeños asentamientos, también denominados “fortines”.

Puerta de Los Millares. / R. G.

A partir de la fecha de muerte de los individuos depositados en el interior de las sepulturas, los científicos de la UGR han conseguido por primera vez una serie de dataciones absolutas que permiten situar cronológicamente la construcción, uso, reutilización y abandono de la necrópolis de Los Millares. Así, los primeros enterramientos se realizaron entre el 3220−3125 a. C., aproximadamente hace unos 5.200 años, y los últimos entre el 2390−2295 a. C., hace unos 4.300 años.

“Por tanto, podemos afirmar que la necrópolis de Los Millares estuvo en uso durante casi un milenio. Además, las diferentes tumbas datadas muestra que no todas fueron construidas a la vez y que, además, fueron utilizadas con diferentes intensidades”, señala Margarita Sánchez Romero (izquierda), otra de las autoras del trabajo. Este aspecto es de enorme relevancia, dado que permite separar cronológicamente eventos rituales y funerarios que hasta este momento eran considerados como contemporáneos.

Un lugar simbólico y sagrado

Los Millares fue en inicialmente un lugar sagrado formado por una necrópolis de sepulturas megalíticas. Las primeras evidencias de asentamiento se produjeron con dos siglos de diferencia respecto a la construcción de las primeras sepulturas. La anterioridad en el uso ritual y funerario de Los Millares sugiere que la localización del asentamiento podría haber estado determinada por el significado simbólico y sagrado del sitio.

El poblado de Los Millares, su extensión y complejidad constructiva podrían explicarse como resultado de un proceso de concentración de diferentes grupos sociales atraídos por el carácter sagrado y por la especial significación del sitio. La fundación del poblado de los Millares junto a la necrópolis se realizó en un corto intervalo temporal, de forma que hace unos 5.000 años, el poblado alcanzó unas dimensiones, concentración poblacional y monumentalidad desconocidas hasta el momento en la península ibérica. Además, se desarrollaron innovaciones de enorme transcendencia cultural como la aparición los primeros objetos realizados en metal como punzones, puñales, escoplos, sierras o puntas de flecha en metal.

Entrada a un tholos funerario en Los Millares


Será a mediados del tercer milenio a. C., hace unos 4.500 años, cuando nuevos cambios transformaron el sitio de los Millares. Según las dataciones radiocarbónicas, la mayor parte de poblado fue abandonado en estos momentos, y solo el recinto interior también denominado como ciudadela permaneció ocupado. Es en estos momentos cuando los pequeños asentamientos o “fortines” fueron construidos y habitados. El abandono tanto de la necrópolis, de la ciudadela como de los “fortines” se produciría hace unos 4100 años, coincidiendo con los cambios culturales que dieron origen al desarrollo de la Cultura de El Argar, señalan los autores.

Reproducción de algunas de las viviendas encontradas en Los Millares.

Un cambio trascendental

Según explica Aranda, la transformación fue evidente en cuestiones como el lugar elegido para los asentamientos. "Se abandonan los poblados en llano y se va a lugares en alto, las casas dejan de ser cabañas y las estructuras en las que se reside apenas dejan sitio para callejas o espacios de tránsito. Los rituales funerarios también cambian. De enterramientos colectivos se pasa a inhumaciones individuales en el interior de las casas. También coincide con un proceso de aridificación del entorno y la intensificación de prácticas agrícolas, sobre todo con el cultivo de cereales".

Marfil africano y asiático

En Los Millares se han encontrado restos de ambar, huevo de avestruz y marfil. Gonzalo Aranda destaca que estos elementos son exóticos. Procedían de otros lugares, lo que da indicios de intercambios entre distintas poblaciones. En concreto, se da por cierto que el marfil procedía de África y Asia. Sin embargo, se desconoce por ahora qué se intercambiaba por esos elementos que han aparecido en Almería.

Fuente: granadahoy.com | 29 de abril de 2020