Hallan en Sudáfrica un notable cráneo de 'Paranthropus robustus' que muestra cambios evolutivos debido a la variación del clima

Cráneo de Paranthropus robustus hallado en las cuevas de Drimolen, Sudáfrica. Crédito: Jesse Martin y David Strait.

Se pensaba que los machos de la especie humana extinta Paranthropus robustus eran sustancialmente más grandes que las hembras, al igual que se observa diferencias de tamaño en los primates de hoy en día, como gorilas, orangutanes y babuinos. Pero un nuevo descubrimiento de fósiles en Sudáfrica sugiere que el P. robustus evolucionó rápidamente durante un período turbulento de cambio climático local hace aproximadamente 2 millones de años, lo que dio como resultado cambios en su anatomía y que anteriormente se atribuían al dimorfismo sexual.

Un equipo internacional de investigación que incluye a antropólogos de la Universidad de Washington, en St. Louis, informó sobre su descubrimiento en el sistema de cuevas Drimolen, rico en fósiles, al noroeste de Johannesburgo, en la revista Nature Ecology & Evolution el pasado 9 de noviembre.

"Este es el tipo de fenómeno que puede ser difícil de documentar en el registro fósil, especialmente respecto a la evolución humana temprana", dijo David Strait (izquierda), profesor de antropología biológica en Artes y Ciencias de la Universidad de Washington.

El fósil, notablemente bien conservado, que se describe en el documento fue descubierto por una estudiante, Samantha Good (derecha, con parte del cráneo de Paranthropus robustus que desenterró en junio de 2018), que participó en la Escuela de Campo de la Cueva Drimolen, codirigida por Strait.

Los investigadores ya sabían que la aparición del P. robustus en Sudáfrica coincide aproximadamente con la desaparición del Australopithecus, un humano temprano algo más primitivo, y la aparición en la región de los primeros representantes del género Homo, al que pertenecen los humanos actuales. Esta transición tuvo lugar muy rápidamente, quizás en unas pocas decenas de miles de años.

Los yacimientos arqueológicos de Drimolen y Swartkrans cercanos, en Sudáfrica. (Mapa cortesía de Andy Herries).

"La hipótesis de trabajo al principio ha sido que el cambio climático creó un estrés entre las poblaciones de Australopithecus que eventualmente condujeron a su desaparición, pero que las condiciones ambientales fueron más favorables para los individuos de los géneros Homo y Paranthropus, quienes pudieron haberse dispersado en la región desde otros lugares", dice Strait. "Pero ahora vemos que las condiciones ambientales probablemente fueron también estresantes para el 'Paranthropus' y que necesitaron adaptarse para sobrevivir".

El nuevo espécimen descubierto en Drimolen, identificado como DNH 155, es claramente un macho, pero difiere en aspectos importantes de otros P. robustus previamente descubiertos en el cercano yacimiento de Swartkrans, al noroeste de Johannesburgo, donde se han encontrado la mayoría de los fósiles de esta especie.

El cráneo DNH 155 de Paranthropus robustus fotografiado en vistas frontal (a), lateral izquierdo (b), superior (c) y oblicuo (d). Barra de escala - 10 mm. Crédito de la imagen: Martin et al.

La evolución dentro de una especie puede ser difícil de ver en el registro fósil, dado que los cambios pueden ser sutiles y el propio registro fósil es notoriamente incompleto.

Por lo general, el registro fósil revela patrones a mayor escala, como cuando especies o grupos de especies aparecen o se extinguen. Así que este descubrimiento de Drimolen proporciona una ventana rara vez vista sobre la evolución humana temprana.

El nuevo Paranthropus hallado es más grande que un miembro bien estudiado de la especie descubierto previamente en Drimolen —un individuo conocido como DNH 7 (derecha), y que se presume es una hembra—, pero es considerablemente más pequeño que los supuestos machos hallados en Swartkrans.

"Ahora se diría que la diferencia entre los dos sitios ya no se puede explicar simplemente como diferencias entre machos y hembras, sino más bien como diferencias a nivel de población entre ambos sitios", dice Jesse Martin (izquierda), estudiante de doctorado en la Universidad La Trobe, Victoria, Australia, y coprimer autor del estudio. "Nuestro reciente trabajo ha demostrado que Drimolen es anterior a Swartkrans en unos 200.000 años, por lo que creemos que el 'P. robustus' evolucionó con el tiempo, con Drimolen representando una población temprana y Swartkrans representando una población anatómicamente derivada posterior".

"Se puede utilizar el registro fósil para ayudar a reconstruir las relaciones evolutivas entre especies, y ese patrón puede proporcionar todo tipo de conocimientos sobre los procesos que dieron forma a la evolución de grupos particulares", dice Martin. "Ahora bien, en el caso del 'P. robustus' podemos ver muestras discretas de la especie extraídas en la misma región geográfica, pero en momentos ligeramente diferentes, que exhiben sutiles diferencias anatómicas, y eso es consistente con los cambios dentro de una especie".

"Es muy importante poder documentar el cambio evolutivo dentro de un linaje", afirma Angeline Leece (izquierda), de la Universidad La Trobe, la otra primera autora del estudio. "Ello nos permite hacer preguntas muy específicas sobre los procesos evolutivos. Por ejemplo, ahora sabemos que el tamaño de los dientes cambia con el tiempo en la especie, lo que plantea la pregunta de por qué sucede. Hay razones para creer que los cambios ambientales colocaron a estas poblaciones bajo un estrés dietético, y eso apunta a futuras investigaciones que nos permitirán probar esta posibilidad".

El codirector del proyecto arqueológico en Drimolen, el geo-arqueólogo Andy Herries (derecha), igualmente de la Universidad de La Trobe, declara: "Como todas las demás criaturas de la tierra, nuestros antepasados ​​se adaptaron y evolucionaron de acuerdo con el paisaje y el entorno que los rodeaba. Por primera vez en Sudáfrica, tenemos la datación y la evidencia morfológica que nos permite ver tales cambios en un antiguo linaje de homínidos a través de una breve ventana de tiempo".

Las evidencias de un cambio climático rápido, pero significativo, durante este período en Sudáfrica proviene de una variedad de fuentes. Críticamente, los fósiles indican que ciertos mamíferos asociados con ambientes de bosques o matorrales se extinguieron o se volvieron menos frecuentes, mientras que otras especies asociadas con ambientes más secos y abiertos aparecieron localmente por primera vez.

"El 'P. robustus' es notable porque posee una serie de características en su cráneo, mandíbulas y dientes que indican que se adaptó a una dieta que consistió en alimentos muy duros o muy correoseos", dice Strait. "Creemos que estas adaptaciones le permitieron sobrevivir con alimentos que eran mecánicamente difíciles de comer, a medida que el ambiente cambiaba para ser más frío y seco, lo que provocó cambios en la vegetación local".

"Pero los especímenes de Drimolen exhiben características esqueléticas que sugieren que sus músculos masticadores estaban posicionados de tal manera que los hacían menos capaces de morder y masticar con tanta fuerza como la población posterior de 'P. robustus' de Swartkrans", agrega Strait. "En el transcurso de 200.000 años, un clima seco probablemente llevó a la selección natural a favorecer la evolución de un aparato de masticación más eficiente y poderoso en la especie".

La cantera principal de Drimolen se halla a 6 km de Sterkfontein, otro yacimiento arqueológico relavante. Imagen: Universidad La Trobe.

La profesora Leece dijo que era notable que el P. robustus apareciera aproximadamente al mismo tiempo que nuestro antepasado directo, el Homo erectus, tal como lo documenta un cráneo de H. erectus infantil que el equipo descubrió en el mismo yacimiento de Drimolen en 2015.

"Estas dos especies enormemente diferentes, el 'H. erectus' con sus cerebros relativamente grandes y dientes pequeños, y el 'P. robustus' con sus dientes relativamente grandes y cerebros pequeños, representan experimentos evolutivos divergentes", dice Leece. "Si bien fuimos el linaje que ganó al final, el registro fósil sugiere que el 'P. robustus' era mucho más común que el 'H. erectus' en el paisaje hace dos millones de años".

En términos más generales, los investigadores creen que este descubrimiento sirve como advertencia para reconocer especies en el registro fósil. Téngase en cuenta que se ha descubierto una gran cantidad de especies humanas fósiles durante el último cuarto de siglo, y muchas de estas nuevas designaciones de especies se basan en una pequeña cantidad de fósiles en solo uno o unos pocos sitios en áreas geográficas pequeñas y rangos de tiempo estrechos.

Recreación de un artista de 'Paranthropus robustus' utilizando herramientas de pedernal. Imagen: Gallo Images / The Science Photo Library.

"Creemos que la paleoantropología debe ser un poco más crítica sobre la interpretación de la variación de la anatomía como evidencia de la presencia de múltiples especies", precisa Strait. "Dependiendo de la antigüedad de las muestras fósiles, las diferencias en la anatomía ósea podrían representar cambios dentro de los linajes en lugar de evidencia de múltiples especies".

La codirectora del proyecto, Stephanie Baker (izquierda), de la Universidad de Johannesburgo, concluye: "Drimolen se está convirtiendo rápidamente en un punto de acceso importante para el descubrimiento de los primeros homínidos, y es también un testimonio de la dedicación del equipo actual a la excavación holística y el análisis de campo posterior. El cráneo DNH 155 es uno de los especímenes de 'P. robustus' mejor conservados que conoce la ciencia. Este es un ejemplo de lo que una investigación cuidadosa y a gran escala puede decirnos sobre nuestros ancestros lejanos".

Fuentes: phys.org | Universidad La Trobe | sci-news.com | timeslive.co.za | 9 de noviembre de 2020

El cráneo de dos millones de años perteneciente a la especie Paranthropus robustus.

En el Día del Padre, en junio de 2018, la estudiante de antropología Samantha Good estaba trabajando en una excavación en el conjunto de cuevas de Drimolen, en la llamada 'Cuna de la Humanidad', en Sudáfrica. Acababa de descubrir lo que parecía ser un diente canino que sobresalía del sedimento marrón suelto. Good siguió investigando hasta que encontró dos dientes más y un paladar parcial, y a continuación alertó a sus instructores.

“Creo que dije 'algo interesante está sucediendo'”, recuerda Good, estudiante de pregrado en antropología en la Universidad de Vancouver Island, en Columbia Británica, y que participa en una escuela de campo en el yacimiento de Drimolen. "Y, de hecho, fue algo muy interesante".

Angeline Leece, paleoantropóloga de la Universidad La Trobe, en Melbourne, Australia, vino a ver qué había encontrado la estudiante Good. "Creo que mi respiración se detuvo por un segundo", comenta la Dra. Leece. “Miré a Good y no dije nada. Pero ella vio mi cara y dijo: 'Sí, eso es lo que pensé'”.

La estudiante Good eventualmente se enteraría que había desenterrado un cráneo de dos millones de años de antigüedad que pertenecía a un Paranthropus robustus, nuestro primo humano ancestral de dientes grandes y cerebro pequeño. Es el espécimen más antiguo y mejor conservado que se ha encontrado hasta ahora de esta especie, la cual vivió junto con nuestro antepasado el Homo erectus y ambos pudieron haber competido por los recursos. El cráneo hallado proporciona la mejor evidencia de un antepasado de la humanidad que evolucionó para adaptarse a un clima cambiante, y que un equipo de investigadores ha detallado en la revista Nature Ecology & Evolution.

Foto: El cráneo reconstruido de DNH 155. (Jesse Martin y David Strait)

Hace unos dos millones de años se cree que esta zona de Sudáfrica experimentó un cambio climático caótico. El entorno regional se transformó desde condiciones húmedas y exuberantes a condiciones más secas y áridas. Para que una especie como el P. robustus pudiera sobrevivir en ese terreno probablemente habría necesitado masticar plantas duras. Pero el espécimen encontrado en la cueva de Drimolen no parecía encajar con lo que algunos científicos habían declarado anteriormente acerca de este pariente humano.

Etiquetaron el cráneo como DNH 155 y determinaron que pertenecía a un macho. Si bien se habían encontrado otros cráneos en Drimolen, estos pertenecían principalmente a hembras, y además este macho era más pequeño que los machos de P. robustus hallados en una cueva cercana, en Swartkrans, y que es 200.000 años más reciente que el yacimiento de Drimolen.

Las excavaciones se realizan en la cantera principal de Drimolen, a 40 km al noroeste de Johannesburgo. Imagen: Universidad La Trobe.

Algunos científicos sugirieron que, dado que habían encontrado en su mayoría machos grandes en Swartkrans y en su mayoría hembras pequeñas en Drimolen, tales diferencias de tamaño podrían atribuirse al dimorfismo sexual o las diferencias físicas entre machos y hembras que se ven en distintas especies, como los leones con melenas. El argumento era que, más o menos, solo los machos vivían en Swartkrans y solo las hembras en Drimolen.

"Ahora, esa interpretación no me parece correcta", dice la Dra. Leece. "Lo que me parece, en cambio, es que tenemos machos y hembras en Drimolen, y machos y hembras en Swartkrans, pero los de Drimolen eran en general más pequeños".

Ese día en la cueva ella deslizó su dedo debajo de la tierra y sintió la gran cresta sagital de la parte superior del cráneo del P. robustus. Sin embargo, había tantos huesos dispersos del mimso que los excavadores tuvieron que utilizar un pegamento especial de conservación para porder adherir los mismos, junto con el sedimento adherido, para asegurarse de que no se perdiese nada.

Excavación del fósil DNH 155 en el campamento de campo después de ser retirado del sitio en un bloque.Crédito...Andy Herries, Arqueología de La Trobe.

La Dra. Leece y Andy Herries, un geoarqueólogo también en Universidad de La Trobe, sacaron el espécimen del suelo en un gran bloque de tierra y huesos y se lo entregaron a Jesse Martin, un estudiante de doctorado en la misma universidad, para que lo reconstruyera minuciosamente.

Después de unas semanas de pegar los huesos y aspirar con una pajita la tierra adherida, Martin pudo enseñar el cráneo manchado que estaba atrapado en el sedimento. DNH 155 estaba tan bien conservado que uno de los miembros de su equipo, David Strait, un paleoantropólogo de la Universidad de Washington, en St. Louis, comentó que tenía los conductos nasolagrimales intactos. Le dijo a Martin: "Este Paranthropus podría haber llorado".

Estudiantes de la escuela de campo de Drimolen tamizando sedimentos en busca de fósiles de pequeños mamíferos. (Foto: David Strait)

Además de ser más pequeño que los machos de P. robustus que vivían en Swartkrans, el cráneo DNH 155 indicaba que sus músculos masticadores no eran tan fuertes como los de aquellos. Martin dijo que las diferencias sugieren que DNH 155 y los otros P. robustus encontrados en Drimolen eran más pequeños, no porque fueran todas hembras, sino porque eran formas anteriores de la especie, es decir, pertenecientes a una población que aún no había sido sometida a las presiones ambientales que favorecían tamaños más grandes y músculos de mandíbulas más fuertes.

"Básicamente, no eran todavía esa enorme máquina de masticar y triturar en la que se convertirán más tarde", precisa Martin.

El cambio anatómico habría sido el resultado de una microevolución, un cambio evolutivo producido dentro de la especie. Tal cambio morfológico, dijeron los científicos, probablemente fue el resultado de la adaptación del P. robustus a un clima cambiante. Los miembros de la especie que pudieron cambiar, como consecuencia de lo anterior, a un suministro alternativo de alimentos sobrevivieron y transmitieron sus rasgos a su descendencia.

Amélie Beaudet (izquierda), paleoantropóloga de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, y que no participó en el estudio, dijo que las conclusiones de este estudio alentarán a los científicos a reconsiderar algunas hipótesis previas sobre cómo y por qué los especímenes de P. robustus que pertenecen a la misma especie pueden verse de modo tan diferente.

"También es importante el hecho de que los autores del estudio no anunciaron que el hallazgo realizado pertenecía a una nueva especie de homínido fósil", afirma Marcia Ponce de León, paleoantropóloga de la Universidad de Zurich, en Suiza. "Lo que hicieron, en su lugar, fue plantearse la interesante pregunta de cómo una especie conocida cambió durante su evolución".

Debido a que la estudiante Good fue la que halló el cráneo DNH 155, se le otorgaron derechos de dedicatoria. Y, como quiera que el mismo era el "Fósil del Día del Padre", se lo dedicó a su padre, Ian.

Fuente: nytimes.com | miragenews.com | 9 de noviembre de 2020

Los niños neandertales crecieron y fueron destetados de manera similar a los humanos modernos

Reconstrucción 3D de los tres dientes de leche de Neandertal analizados. Crédito: Federico Lugli

Los neandertales se comportaron de igual manera que los humanos modernos al criar a sus hijos, cuyo ritmo de crecimiento era similar al del Homo sapiens.

Gracias a la combinación de análisis geoquímicos e histológicos de tres dientes de leche pertenecientes a tres niños neandertales diferentes que vivieron hace entre 70.000 y 45.000 años en una pequeña zona del noreste de Italia, los investigadores pudieron determinar su ritmo de crecimiento y el tiempo de inicio del destete.

Los dientes crecen y registran información en forma de líneas de crecimiento -similares a los anillos de los árboles- que se pueden leer mediante técnicas histológicas. Al combinar dicha información con datos químicos obtenidos con un espectrómetro de masas láser, en particular concentraciones de estroncio, los científicos pudieron demostrar que los neandertales introdujeron alimentos sólidos en la dieta de sus hijos alrededor de los 5-6 meses de edad.

No cultural, sino fisiológico

Alessia Nava (izquierda), de la Universidad de Kent, Reino Unido y coautora del trabajo de investigación, dijo: "El comienzo del destete se relaciona con la fisiología más que con factores culturales. En los humanos modernos, de hecho, la primera introducción de alimentos sólidos ocurre aproximadamente a los 6 meses de edad, cuando el niño necesita un suministro de alimentos con más energía, y es compartido por culturas y sociedades muy diferentes. Ahora sabemos que también los neandertales comenzaron a destetar a sus hijos cuando los humanos modernos lo hacen".

Es de suponer que un niño neandertal perdió este diente hace 40.000 a 70.000 años cuando le salieron los dientes permanentes Crédito: ERC project SUCCESS, Universidad de Bolonia, Italia.

"En particular, en comparación con otros primates es muy concebible que la alta demanda de energía del cerebro humano en crecimiento provoque la introducción temprana de alimentos sólidos en la dieta infantil", dice Federico Lugli (derecha), de la Universidad de Bolonia e igualmente coautor del trabajo de investigación.

Los neandertales son nuestros primos más cercanos dentro del árbol evolutivo humano. Sin embargo, su ritmo de crecimiento y las limitaciones metabólicas en la vida temprana todavía son objeto de un gran debate en la literatura científica.

Stefano Benazzi, de la Universidad de Bolonia y también coautor del estudio, añade: "Los resultados de este trabajo implican demandas de energía similares durante la primera infancia y un ritmo de crecimiento parecido entre el 'Homo sapiens' y los neandertales. En conjunto, estos factores posiblemente sugieran que los recién nacidos neandertales eran de peso similar a los recién nacidos de los humanos modernos, lo que apunta a una historia gestacional y a una ontogenia temprana similares, además de un intervalo entre nacimientos potencialmente más corto".

Los tres dientes de leche analizados en este estudio se encontraron en una zona del noreste de Italia, entre las actuales provincias de Vicenza y Verona: en la cueva Broion, en la cueva Fumane y en la cueva De Nadale. Además de su dieta y crecimiento tempranos, los científicos también recopilaron datos sobre la movilidad regional de estos neandertales utilizando análisis de isótopos de estroncio adquiridos a lo largo del tiempo.

Cueva de Nadale, Italia.

"Eran menos móviles que lo sugerido anteriormente por otros académicos", declara Wolfgang Müller (derecha), de la Universidad Goethe de Frankfurt y uno de los investigadores del estudio. "La firma de los isótopos de estroncio registrada en sus dientes indica, de hecho, que pasaban la mayor parte del tiempo cerca de su casa: esto refleja una planteamiento mental muy moderno y un probable uso reflexivo de los recursos locales".

"A pesar del enfriamiento general durante el período considerado, el noreste de Italia casi siempre ha sido un lugar rico en alimentos, variabilidad ecológica y cuevas, lo que, en última instancia, explica la supervivencia de los neandertales en esta región hasta hace unos 45.000 años", dice Marco Peresani (izquierda), de la Universidad de Ferrara e investigador del estudio, asi como responsable de los hallazgos en las excavaciones arqueológicas en las cuevas de De Nadale y Fumane.

Investigadores de la Universidad Goethe cortaron rodajas finas como el papel en un diente de leche de un neandertal. Posteriormente, las mismas se vuelven a unir y reconstruir. Crédito: Luca Bondioli y Alessia Nava, Roma, Italia.

Esta investigación agrega una nueva pieza a las confusas imágenes que se han dado sobre el neandertal, una especie humana tan cercana a nosotros pero aún muy enigmática. Específicamente, los investigadores excluyen que el pequeño tamaño de la población neandertal, derivado de análisis genéticos anteriores, fuera impulsado por diferencias en la edad de destete y que son otros factores bioculturales los que los llevaron a su desaparición.

Tales circunstancias se investigarán más a fondo en el marco del proyecto ERC SUCCESS (La migración más temprana de Homo sapiens en el sur de Europa: comprensión de los procesos bioculturales que definen nuestra singularidad), dirigido por Stefano Benazzi, de la Universidad de Bolonia.

Fuente: phys.org | 2 de noviembre de 2020

El hallazgo de una joven con sus armas en los Andes cuestiona la teoría del hombre cazador

Representación de un artista de una cazadora hace 9000 años en el altiplano andino del Perú. MATTHEW VERDOLIVO / UC DAVIS IET ACADEMIC TECHNOLOGY SERVICES

La Asociación Americana para la Ciencia Avanzada (AAAS por sus siglas en inglés) publica el hallazgo de unos huesos que pueden cambiar la percepción que se tiene del papel de la mujer en la preistoria andina.

De acuerdo con la publicación, cuando los arqueólogos descubrieron los huesos de un ser humano de hace 9.000 años, en un pozo de entierro en lo alto de los Andes, quedaron impresionados por el juego de herramientas de 20 puntas de proyectiles de piedra y hojas apiladas ordenadamente al lado del cadáver. Todas las señales apuntaban al descubrimiento de un cazador de alto estatus. “Todo el mundo hablaba de cómo este era un gran jefe, un gran hombre”, dice el arqueólogo Randy Haas (izquierda), de la Universidad de California (UC) en Davis.

Luego, el bioarqueólogo Jim Watson, de la Universidad de Arizona, notó que los huesos eran delgados y livianos. "Creo que su cazador podría ser una mujer", le dijo a Haas.

Ahora, los investigadores informan que el entierro fue, de hecho, el de una mujer de unos 17 a 19 años, desafiando la antigua hipótesis del "hombre cazador". Su existencia los llevó a reexaminar los informes de otras tumbas antiguas en las Américas, y encontraron 10 mujeres adicionales enterradas con puntas de proyectil que también pueden haber sido cazadoras. “El mensaje del nuevo hallazgo es que las mujeres siempre han podido cazar y de hecho han cazado”, dice la arqueóloga Bonnie Pitblado (derecha), de la Universidad de Oklahoma, Norman, que no formó parte del estudio.

WMP6, una mujer de 17 a 19 años con un juego de herramientas de caza in situ que data de hace 9.000 años. (A) Fotografía ortorrectificada y georreferenciada. (B) Mapa de vectores que muestra las posiciones de los materiales esqueléticos y bienes funerarios asociados. (C) Artefactos in situ del piso del pozo de entierro, incluidas puntas de proyectil (1 a 7), lascas no modificadas (8 a 10), lascas retocadas (11 a 13), una posible cuchilla trasera (14), raspadores (15 y 16), raspadores / picadores (17 a 19), piedras bruñidoras (17, 20 y 21) y nódulos de ocre rojo (22 a 24). Crédito de la foto: Randall Haas, Universidad de California, Davis.

Haas y su equipo, incluidos los colegas aymaras locales, no tenían la intención de estudiar a las cazadoras. Descubrieron los restos fosilizados de seis individuos en fosas de entierro en el enclave arqueológico de Wilamaya Patjxa a 3925 metros de altitud en el altiplano azotado por el viento del sur de Perú. Dos personas fueron enterradas con herramientas de piedra. Una persona, probablemente de 17 a 19 años, estaba acompañada por cuatro puntas de proyectil que se habrían adherido a lanzas cortas para cazar, varias cuchillas de corte, un posible cuchillo y herramientas raspadoras que probablemente se usarían para procesar pieles y carne de animales. Las 20 herramientas de piedra y el ocre, que se pueden usar para curtir pieles, estaban cuidadosamente apilados junto a la parte superior del fémur de un individuo, como si los hubieran guardado en una bolsa de cuero que se hubiera desintegrado. Otra persona, que probablemente tenía entre 25 y 35 años al morir, fue enterrada con dos puntas de proyectil. Los pozos también contenían fragmentos de huesos de ciervos andinos y camélidos, como vicuña o guanaco.

WMP1, un hombre de 25 a 30 años con puntas de proyectil asociadas in situ. (A) Mapa con fotografía ortorrectificada. (B) Mapa vectorial que muestra las posiciones de materiales y artefactos esqueléticos. (C) Puntas de proyectil in situ que incluyen una punta ígnea negra y una punta blanca de sílex. Crédito de la foto: Randall Haas, Universidad de California, Davis.

La muestra fue suficiente para “garantizar la conclusión de que la participación femenina en la caza mayor no fue trivial”, asegura Haas. El análisis sirvió, además, para confirmar que la tumba de esta joven de Wilamaya Patjxa era el entierro de cazadores más antiguo registrado en América.

Los investigadores determinaron el sexo de los huesos utilizando un nuevo método forense desarrollado por el coautor Glendon Parker (izquierda), de UC Davis. La técnica analiza si el esmalte dental de un individuo contiene una versión masculina o femenina de una proteína llamada amelogenina. La persona con la impresionante caja de herramientas era una mujer; la otra persona con herramientas de caza era un hombre. Los estudios de isótopos de carbono y nitrógeno en los dientes de la mujer mostraron que consumía la dieta típica de un cazador a base de carne y plantas animales.

Otros encuentran convincente la evidencia de una cazadora. "Es una prueba irrefutable", dice la arqueóloga Meg Conkey (derecha), de UC Berkeley, que no formó parte del estudio. "Pero los escépticos podrían decir que es algo único".

Haas anticipó esa preocupación: en una búsqueda de informes de entierros en otros 107 sitios en las Américas de más de 8000 años, encontró a otras 10 mujeres y 16 hombres también enterrados con herramientas de caza. "Este meta-análisis sugiere que la caza mayor temprana era probablemente neutral en cuanto al género", informan él y sus colegas en Science Advances.

Robert Kelly (izquierda), de la Universidad de Wyoming, aplaude el descubrimiento de la cazadora, pero muchos de los otros casos potenciales no le convencen. "Tener herramientas en la misma tumba que una persona no siempre significa que las haya usado en la vida. Dos entierros fueron niñas pequeñas encontradas con implementos de caza, por ejemplo. Las herramientas enterradas también podrían haber sido ofrendas de cazadores masculinos para expresar su dolor", dice.

Pitblado dice que, incluso, si no todos esos restos femeninos pertenecían a cazadores, el meta-análisis sugiere que las mujeres han sido capaces de cazar durante mucho tiempo y proporciona pistas sobre dónde buscar más de cerca las pruebas.

Vicuñas en la Cordillera de los Andes. Crédito: Randall Haas.

La ecóloga humana Eugenia Gayo (derecha), de la Universidad de Chile, está de acuerdo. "Dicha investigación podría ayudar a responder preguntas como ¿cuáles fueron el tipo de entornos en los que todos se involucraron en la caza?", dice.

No debería sorprender que las mujeres pudieran cazar, agrega Pitblado. “Estas mujeres vivían en lo alto de los Andes, a casi 4.000 metros, a tiempo completo”, dice. "Si puedes hacer eso, seguramente podrás derribar un ciervo".

El artículo va incluso más allá y los expertos de la Universidad de California se atreven a obtener una apreciación estadística que muestra que entre el 30 y el 50 por ciento de los cazadores en estas poblaciones eran mujeres. “Este nivel de participación contrasta fuertemente con los grupos de cazadores-recolectores recientes, e incluso con las sociedades agrícolas y capitalistas, donde la caza es una actividad decididamente masculina con bajos niveles de participación femenina”, concluye Haas.

Fuentes: diariolibre.com | lavanguardia.com | nytimes.com | sciencemag.org | 5 de noviembre de 2020

Descubren en Alemania a la "Dama de Bietikow", de más de 5.000 años

La "Dama de Bietikow", como la han nombrado, fue encontrada en el noreste de Alemania y murió hace más de 5.000 años.

Investigadores alemanes están reconstruyendo la vida de una mujer prehistórica que murió hace más de 5.000 años, durante el período Neolítico, después de que su esqueleto fuera encontrado durante trabajos de excavación para instalar turbinas eólicas.

La "Dama de Bietikow", tal como ha sido nombrada, fue descubierta cerca de una aldea del mismo nombre en la región de Uckermark, en el noreste de Alemania.

El esqueleto había sido depositado en un asentamiento en posición de cuclillas, una de las formas de enterramiento más antiguas conocidas, según los medios locales.

Las investigaciones llevadas a cabo han demostrado que tenía entre 30 y 45 años y murió hace más de 5.000 años. Eso significa que vivió durante el mismo período que Ötzi, el 'Hombre de hielo', esto es, el cadáver asombrosamente bien conservado que unos turistas encontraron en la zona alpina fronteriza entre Austria e Italia en 1991.

"Se pueden comparar a Ötzi y a la Dama de Bietikow en términos de antigüedad", dijo Philipp Roskoschinski, uno de los dos arqueólogos que hicieron el descubrimiento en el estado de Brandeburgo, que rodea Berlín.

El arqueólogo Philipp Roskoschinski (izq.) y la antropóloga Bettina Jungklaus observan los restos óseos de la llamada "Dama de Bietikow" Foto: AFP / John MACDOUGALL.

"El descubrimiento de Ötzi fue mucho más espectacular debido a sus excelentes condiciones de conservación, con órganos, piel y otras partes orgánicas aún intactas; los investigadores incluso pudieron saber lo que había comido horas antes de morir", dijo Roskoschinski.

En cambio, todo lo que queda de la "Dama de Bietikow" son huesos y algunos fragmentos de ropa, pero los investigadores han logrado reconstruir algunos detalles sobre su vida.

"Fue durante el período Neolítico cuando los seres humanos introdujeron por primera vez los cereales en su dieta, ya que podían almacenarse más fácilmente que la carne y también podían utilizarse como medio de pago", según la antropóloga Bettina Jungklaus.

"Sin embargo, esto condujo a un deterioro de la salud general de las personas. Tal circunstancia se puede comprobar por el estado de los dientes de la 'Dama de Bietikow', los cuales están severamente desgastados y faltan por completo en algunos lugares", añade Jungklaus.

"Normalmente hay esmalte en la superficie de los dientes, pero aquí está muy deteriorado, masticado", dijo.

"Esto nos permite sacar conclusiones sobre su dieta, la cual probablemente era muy rica en fibra, muy dura. Hay ciertos granos que hacen que los dientes se desgasten fácilmente".

No obstante, aún no está claro si el estado de los dientes de la "Dama de Bietikow" nos indica una enfermedad o incluso la causa de su muerte.

Los investigadores, mediante el análisis de sus restos óseos, esperan saber más sobre su vida, si vino de la región de Uckermark o si había inmigrado allí desde otro lugar.

Fuentes: phys.org | elobservador.com.uy | 6 de noviembre de 2020

Descubren en la isla de Alor (Indonesia) un misterioso entierro infantil de hace 8.000 años

A la izquierda, esquema de los huesos encontrados en el enterramiento (en gris) donde se puede ver que faltan los más largos de las extremidades; a la derecha, huesos del cráneo en los que se observan zonas más oscuras sobre las que se aplicó algún tipo de pigmento ocre. Crédito: Dr. Sofia Samper Carro, ANU

Arqueólogos de la Universidad Nacional de Australia (ANU) han descubierto en la isla de Alor (Indonesia) los restos de un extraño entierro infantil que ocurrió hace 8.000 años, a principios del Holoceno medio. Se trata de un infante de entre cuatro y ocho años a quien se le practicó algún tipo de ceremonia, pues se ha encontrado pigmento ocre en las mejillas y la frente, además de un adoquín del mismo color debajo de la cabeza, a modo de almohada, que se colocó en el momento del enterramiento.

«Los entierros de niños son muy raros y este en concreto, tan completo, es el único de su periodo descubierto hasta la fecha», explica Sofia Samper Carro (izquierda), antropóloga de la ANU de origen español y autora del estudio que acaba de publicarse en la revista Quaternary International. «Desde hace 3.000 años hasta los tiempos modernos existen más entierros de niños, por lo que están muy bien estudiados. Pero no hay nada del período del Holoceno temprano, por lo que no sabemos cómo la gente de esta era trataba a sus hijos cuando morían. Este hallazgo cambiará eso», continúa.

Además del ritual externo, al cuerpo le faltaban los huesos de los brazos y las piernas -aunque sí que se preservaron algunos de las muñecas, tobillos y pies-, que fueron deliberadamente extraídos antes del entierro y desechados en otro lugar. «La falta de huesos largos es una práctica que se ha documentado en varios otros entierros de un período similar en Java, Borneo y Flores, pero esta es la primera vez que lo vemos en el caso de un niño», explica Samper. «No sabemos por qué se practicó la extracción de huesos largos, pero es probable que sea algún aspecto del sistema de creencias de las personas que vivían en ese momento».

El sitio de enterramiento se encuentra dentro de la cueva de Makpan en la isla indonesia de Alor. (Shimona Kealy / Universidad Nacional de Australia).

Los arqueólogos no saben si el indante era niño o niña, pero un análisis de sus dientes y esqueleto sugiere que probablemente murió entre las edades de 4 y 8. Sin embargo, el análisis dental sugiere que era un poco mayor (6 a 8 años), mientras que el esqueleto es tan pequeño que parece que pertenecía a un infante de 4 a 5 años, lo que indica que su crecimiento puedo haber sido atrofiado por factores genéticos o ambientales.

"Queremos hacer más investigaciones paleo-sanitarias para averiguar si este esqueleto más pequeño está relacionado con la dieta o el medio ambiente o posiblemente con estar genéticamente aislado en una isla", dijo Samper Carro, refiriéndose a la idea de que algunas especies se encogen cuando viven en una isla aislada, como los elefantes enanos extintos que solían vivir en la isla de Flores.

Mandíbula y bóveda craneal fragmentadas. La articulación temporal-mandibular aparece articulada. Crédito: Sra. Tahlia Stewart, ANU

No es la primera vez que Samper trabaja con restos humanos antiguos. Esqueletos coetáneos hallados en la misma isla demostraron que los cráneos de los adultos también eran inusualmente pequeños.

«Estos cazadores-recolectores tenían una dieta principalmente marina y hay pruebas que sugieren que la saturación de proteínas de una sola fuente de alimento puede causar síntomas de desnutrición, lo que afecta el crecimiento».

Detalle del canto rodado situado debajo de la bóveda craneal fragmentada. Tres costillas fragmentadas y la clavícula derecha al oeste del eje. Crédito: Sra. Tahlia Stewart, ANU.

Sin embargo, según apunta la antropóloga, su dieta se podría haber enriquecido gracias a otros recursos terrestres, como el consumo de tubérculos. «Al comparar otros entierros de adultos del mismo período de tiempo con este entierro de niños, en el futuro esperamos construir una cronología y una visión general de las prácticas de entierro en esta región de entre hace 12.000 a 7.000 años que en este momento todavía es escasa», concluye Samper.

Fuentes: abc.es | phys.org | 7 de noviembre de 2020

Obtienen ADNmit denisovano en sedimentos de la cueva kárstica de Baishiya, en la meseta tibetana

La cueva kárstica de Baishiya (Tibet) donde se ha obtenido ADNmit denisovano. Crédito: Han Yuanyuan.

Un año después de la publicación de la investigación sobre la mandíbula de Xiahe, el primer fósil denisovano encontrado fuera de la cueva Denísova, el mismo equipo de investigación ha informado ahora del hallazgo de ADNmit denisovano en sedimentos de la cueva kárstica de Baishiya, en la meseta tibetana, donde se encontró la mandíbula de Xiahe. El estudio al respecto ha sido publicado en Science.

El equipo de investigación fue dirigido por el profesor Chen Fahu, del Instituto de Investigación de la Meseta Tibetana (ITP) de la Academia China de Ciencias (CAS), la profesora Zhang Dongju, de la Universidad de Lanzhou, la profesor Fu Qiaomei, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados (IVPP) de CAS, el profesor Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y el profesor Li Bo, de la Universidad de Wollongong.

Mediante la utilización de tecnología paleogenética de vanguardia, los investigadores extrajeron con éxito ADNmt denisovano de muestras de sedimentos del Pleistoceno tardío recolectadas durante la excavación en la cueva de Baishiya. Sus resultados muestran que este grupo humano estaba estrechamente relacionado con los últimos denisovanos de la cueva de Denisova, lo que indica que esta especie humana ocupó la meseta tibetana durante bastante tiempo y probablemente se habían adaptado a su entorno de gran altitud.

Foto: Mandíbula Xiahe hallada en la meseta tibetana

Los denisovanos fueron descubiertos e identificados por primera vez en 2010 por un equipo de investigación dirigido por el profesor Svante Pääbo. Casi una década después, se encontró la mandíbula Xiahe en la meseta tibetana. Al ser el primer fósil denisovano encontrado fuera de la cueva Denisova, confirmó que los denisovanos habían ocupado el techo del mundo a finales del Pleistoceno medio y estaban muy extendidos. Aunque la mandíbula de Xiahe arrojó nueva luz sobre los estudios de esta especie humana, sin ADN y sin un contexto estratigráfico y arqueológico seguro, la información que reveló sobre los denisovanos todavía está considerablemente restringida.

En 2010, un equipo de investigación de la Universidad de Lanzhou, dirigido por el profesor Chen Fahu, actual director de ITP, comenzó a trabajar en la cueva de Baishiya y en la cuenca de Ganjia, donde se encuentra. Desde entonces, se han encontrado miles de artefactos de piedra y huesos de animales. El análisis posterior indicó que los artefactos de piedra se produjeron principalmente utilizando tecnología simple de obtención de lascas de un núcleo. Entre las especies animales representadas, las gacelas y los zorros dominaban en las capas superiores, pero el rinoceronte, el buey salvaje y la hiena dominaban en las capas inferiores. Algunos de los huesos se habían quemado o tenían cortes, lo que indica que los humanos ocuparon la cueva durante bastante tiempo.

Artefactos de piedra afilados intencionalmente (se muestran ambos lados de cada herramienta) encontrados en la cueva de Baishiya pueden haber sido hechos por los denisovanos, parientes evolutivos del Homo sapiens. Crédito Han Yuanyuan, D. Zhang, Universidad de Lanzhou.

Para determinar cuándo la la cueva fue ocupaba, los investigadores utilizaron la datación por radiocarbono de los fragmentos óseos recuperados en las capas superiores y la datación por luminiscencia óptica de los sedimentos recolectados en todas las capas del perfil excavado. Dataron 14 fragmentos de huesos y aproximadamente 30.000 granos individuales de feldespato y minerales de cuarzo de 12 muestras de sedimentos para construir un marco cronológico robusto del lugar. Los resultados de la datación sugieren que los depósitos excavados más profundos contienen artefactos de piedra enterrados hace ~ 190.000 años, y se acumularon con el tiempo hasta hace al menos ~ 45.000 años o incluso más tarde.

Para determinar quién ocupaba la cueva, los investigadores utilizaron tecnología de ADN sedimentario en el análisis de 35 muestras recolectadas de modo especial durante la excavación. De este modo, capturaron 242 muestras de ADNmt de mamíferos y humanos, enriqueciendo así el registro genético relacionado con estos homínidos antiguos. Concretamente, detectaron fragmentos de humanos antiguos que coincidían con el ADNmt asociado con los denisovanos en cuatro capas de sedimentos diferentes depositadas hace ~ 100.000 y ~ 60.000 años.

Recolección de muestras de ADN de sedimentos (Yao Juanting y Chen Xiaoshan. Crédito: Han Yuanyuan.

Más interesante aún: encontraron que el ADNmt de un homínido de hace 60.000 años comparte una relación genética cercana con los denisovanos 3 y 4, es decir, con las muestras fósiles obtenidas en la cueva de Denísova, en Altai, Rusia. Por el contrario, el ADNmt que data de hace ~ 100.000 años muestra una separación del linaje que conduce a los denisovanos 3 y 4.

A través del ADN sedimentario de la cueva de Baishiya, los investigadores han obtenido la primera evidencia genética de que los denisovanos vivieron más allá de la cueva de Denisova. Este nuevo estudio apoya la idea de que los denisovanos tenían una amplia distribución geográfica, la cual no se limitaba a Siberia, y es posible que se hubieran adaptado a la vida en grandes altitudes y, en consecuencia, contribuido a que los humanos modernos se hayan adaptado a la altura de la meseta tibetana.

Preparación de muestras de sedimentos en sala limpia del IVPP (Fu Qiaomei. Crédito: Wang Xiao.

Sin embargo, todavía quedan muchas preguntas por realizar. Por ejemplo, ¿en qué momento dejaron los denisovanos de ocupar la cueva de Baishiya? Debido a la naturaleza refundida de las tres capas superiores, es difícil asociar directamente el ADNmit con la antigüedad de los depósitos, la cual es tan tardía como 30.000-20.000 años atrás. Por lo tanto, no está claro si estos últimos denisovanos se habrían encontrado con humanos modernos o no.

Además, basándonos solo en el ADNmt, todavía no conocemos la relación exacta entre estos denisovanos, los de la cueva de Denisova, en Siberia, y los tibetanos modernos. La obtención en un futuro de ADN nuclear en este enclave podrá proporcionar una herramienta eficiente para explorar más a fondo las respuestas a estas preguntas.

Fuentes: eurekalert.com | sciencenews.org | 30 de octubre de 2020