Hallan evidencias de trashumancia ovina hace 7.500 años en la cueva de Els Trocs (Huesca)

Detalle del proceso de excavación de la cueva con alta concentración de restos humanos, animales y cerámica.

La prestigiosa revista Plos One ha publicado una importante investigación del equipo de arqueólogos e investigadores que trabajan en la cueva de Els Trocs, situada a más de 1500 m de altitud, en la localidad de San Feliu de Veri/Bisaurri (Huesca), y dirigidos por Manuel Rojo Guerra (izquierda), catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid y José Ignacio Royo Guillén (derecha), técnico arqueólogo del Gobierno de Argón.

Aunque el fenómeno de la trashumancia es un fenómeno económico y social propio de la Edad Media, se puede decir que la esencia del mismo, que es ese movimiento altitudinal de los rebaños desde el valle o las tierras bajas del Ebro en este caso, a los pastos de verano de las zonas montañosas, fue practicado, hace ya 7.500 años, por los primeros pastores que se adentraron con sus animales domésticos en el Pirineo Axial en la Alta Ribagorza oscense.

Los resultados son contundentes ya que, a través del estudio de las pautas de sacrificio de los restos de ovinos acumulados en la cueva, a lo largo de los más de 2.000 años que estuvo ocupada de manera recurrente e intermitente (ocupaciones estacionales de finales de primavera y verano), se detecta una progresiva disminución de las muertes perinatales, un retraso en la edad de sacrificio de esta cabaña y, por tanto, la práctica de una gestión ganadera avanzada en la que el control creciente sobre la época de cría y la explotación de los pastos en altitud resultarían factores clave para aumentar el tamaño y la capacidad productiva de los rebaños.

Localización de la cueva de Els Trocs a los pies del Pirineo. / DICYT

Los datos isotópicos registrados en la bioapatita del esmalte dentario revelan no solo que las ovejas recuperadas en la Cueva de Els Trocs vivieron a lo largo del año en ambientes ecológicos diferentes, pasando en el valle otoño e invierno y en la montaña primavera y verano, sino que también evidencian, por primera vez, la desestacionalidad del ciclo natural reproductor de esta especie.

Por su parte, los análisis de los paleoparásitos indican que la cantidad de parásitos por muestra de sedimento recogida a lo largo de la secuencia, aumenta en cantidad y variedad de helmintos conforme avanzamos en el tiempo, lo que ha permitido corroborar el aumento de la actividad ganadera en el entorno de la cueva desde el Neolítico antiguo hasta el Neolítico medio/final y la relación de la movilidad de los rebaños con la expansión del proceso de neolitización y antropización de las zonas de alta montaña del Pirineo Axial.

Laboratorio de arquebiología del Instituto de Historia del CSIC, donde se analizaron las muestras de ovino del presente estudio.

Estamos, por tanto, ante la primera constatación científica de este tipo de explotación pecuaria en toda Europa en un momento muy temprano que el carbono 14 nos ha cifrado en unos 7.300 años aproximadamente.

Nos encontramos en lo que conocemos como los primeros momentos de la introducción de la economía de rendimientos diferidos (agricultura y ganadería) en la península ibérica. El hecho de que se haya confirmado este tipo de práctica pastoril tan específica y especializada en una fecha tan temprana (escasos 300 años desde la constancia más antigua de domesticación ganadera en la Península), permite aventurar que el Neolítico o los grupos neolíticos que aquí llegan, tras un largo periplo que comenzó en torno a 9.000 años en el Próximo Oriente, lo hacen con un gran desarrollo tecnológico y un bagaje cultural y humano de varios milenios y todo un continente recorrido.

Por ello, la práctica de los movimientos estacionales y en altitud descubiertos en Trocs, formaría parte de ese acervo cultural inmaterial conocido en época histórica como trashumancia, que el tiempo va arrinconando inexorablemente y cuyo futuro en nuestro país es hoy más que incierto.

Fuentes: interempresas.net | eldiadevalladolid.com | agenciaseinc.es| 8 de enero de 2021

Descubren en la garganta de Olduvai (Tanzania) que los primeros homínidos sabían adaptarse a los cambios medioambientales

Trabajadores y arqueólogos en el yacimiento Ewass Oldupa de la garganta de Olduvai - Michael Patraglia

La garganta de Olduvai, en Tanzania, conocida como la Cuna de la Humanidad, no deja de deparar sorpresas. Un nuevo estudio interdisciplinar llevado a cabo en el sitio arqueológico más antiguo de la zona, ha revelado que los primeros humanos fueron capaces de sobrevivir en una amplia diversidad de hábitats en medio de drásticos cambios ambientales y a lo largo de por lo menos 200.000 años. El descubrimiento se acaba de publicar en Nature Communications.

En pleno corazón del este de África, el valle del Rift es una región privilegiada para investigar el origen humano. Allí abundan extraordinarios yacimientos de especies humanas extintas, así como registros ambientales que abarcan varios millones de años. Durante más de un siglo, arqueólogos y paleontólogos han explorado la región y desenterrando fósiles de homininos que ayudan a escribir la historia de nuestra propia especie.

Excavación en los depósitos superiores en Ewass Oldupa que datan de hace ~ 1.8 millones de años Michael Petraglia.

Sin embargo, la comprensión de los contextos ambientales en los que vivieron nuestros lejanos antepasados ha sido difícil de lograr, debido a la escasez de estudios ecológicos asociados directamente a los restos culturales.

En este nuevo estudio, un equipo de investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, junto a científicos de las universidades de Calgary, en Canadá, y la de Dar es Salam, en Tanzania, han trabajado para «rellenar» ese hueco.

Selección de herramientas de piedra olduvayense halladas en el yacimiento de Ewass Oldupa.

Las herramientas más antiguas

Durante su trabajo, los investigadores sacaron a la luz herramientas de piedra de hace dos millones de años, las más antiguas nunca encontradas (denominada cultura Olduvayense), junto a restos que atestiguan la presencia de homíninos en la zona en un periodo que va desde hace 2 millones de años hasta hace 1,8 millones de años.

Por otra parte, los fósiles de varios tipos de mamíferos (ganado y cerdos salvajes, hipopótamos, panteras, leones, hienas, primates...), reptiles y aves, revelaron que durante esos 200.000 años se produjeron drásticos cambios en los sistemas fluviales y lacustres, incluídos los prados de helechos, bosques, palmerales y hábitats de estepas secas. Las evidencia descubierta muestra sin lugar a dudas un uso de la tierra periódico, pero recurrente, en un buen número de esos ambientes, con intervalos de periodos de ausencia de cualquier actividad humana.

«La ocupación de estos entornos tan variados e inestables, incluso después de producirse actividad volcánica, es uno de los primeros ejemplos de adaptación humana a importantes transformaciones ecológicas», señala Pastory Bushozi (izquierda), coautor de la investigación.

Comportamiento complejo

Foto: Excavación en Ewass Oldupa descubriendo fósiles y herramientas de piedra Olduvayense. Michael Petraglia

Esa temprana capacidad de adaptarse a entornos tan cambiantes y a menudo perturbados demuestra un comportamiento inesperadamente complejo por parte de los primeros grupos humanos. Frente a los hábitats en plena transformación, nuestros lejanos antepasados no alteraron sustancialmente sus conjuntos de herramientas, sino que su tecnología se mantuvo estable a lo largo del tiempo. Como prueba de su versatilidad, las típicas herramientas de piedra de la zona, que consisten en núcleos de guijarros, escamas de bordes afilados y adoquines poliédricos, continuaron utilizándose incluso cuando los hábitats cambiaron.

Todo lo anterior implica que hace dos millones de años, los primeros humanos tenían la capacidad y los recursos para explotar de forma continua y constante una multitud de hábitats, utilizando conjuntos de herramientas de piedra fiables y que les permitían, en ambientes muy diversos, procesar plantas y matar animales.

Aunque aún no se han encontrado fósiles de homínidos en este yacimiento, a solo 350 metros de distancia se han recuperado fósiles de Homo habilis en depósitos de 1,82 millones de años de antigüedad. Si bien es difícil saber si esa es la especie que construyó las herramientas, asegura Julio Mercader (izquierda), otro de los autores del estudio, «estos primeros humanos seguramente se extendían ampliamente a lo largo del paisaje y a lo largo de las orillas del antiguo lago».

Lo cual, según el investigador, no excluye la posibilidad de que otras especies de homininos, como los australopitecos, también estuvieran usando y fabricando herramientas de piedra allí, ya que sabemos que el género Paranthropus estaba presente en la garganta de Olduvai en ese momento.

Estos hallazgos, además, indican que estos primeros humanos ya tenían la capacidad de expandirse, moverse fuera de África y ocupar nuevos ecosistemas. Para Michael Patraglia (derecha), del Instituto Max Planck, «esta flexibilidad de comportamiento surgió en los albores de la evolución de nuestro propio género, Homo, y sentó las bases para la eventual propagación global e invasiva de 'Homo sapiens'».

Fuentes: abc.es | shh.mpg.de | 7 de enero de 2021

Después de su restauración, Egipto reabre la tumba de Ramsés I en Luxor a los visitantes

El ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto, Khaled el-Anany, asistió el sábado a la reapertura de la tumba del rey Ramsés I en el Valle de los Reyes en la ribera occidental de Luxor, después de que la tumba fuera restaurada.

La reapertura se produjo durante una visita de Anany a la zona acompañada por el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mostafa Waziri.

En un comunicado del ministerio, Waziri dijo que se restauraron los pisos de la tumba y que los daños causados ​​por pájaros y murciélagos fueron limpiados de las paredes. Añadió que también se restauraron y limpiaron las inscripciones.

La tumba fue descubierta en 1817 por Giovanni Belzoni. Tiene 29 metros de largo y consta de un corto corredor que termina con una cámara funeraria de piedra que contiene un sarcófago de granito.

La inscripción más importante de la tumba se encuentra en la pared izquierda de la cámara funeraria. Aquí se encuentra el Libro de las Puertas y una escena que representa al rey arrodillado ante los espíritus de Nekhen, Bi y Hierakonpolis. La momia del rey se exhibe en el Museo de Luxor en el Salón de la Gloria de Tebas.

Ramsés I fue un general o del ejército egipcio en la era de Horemheb, fundador de XVIII dinastía, que comprende los años 1550 y 1295 a. C., y que posteriormente fundó la dinastía XIX, que comprende el período 1295-1186 a. C.

Las autoridades egipcias esperan que sus enclaves arqueológicos de enorme valor histórico revitlicen el turismo. Este sector esencial para la economía del país había vuelto a florecer, alcanzando el récord de 13,6 millones de visitantes en 2019, antes de que la pandemia de coronavirus alejara a los viajeros. Desde hace varios años, los funcionarios egipcios se encargan de anunciar de manera regular los descubrimientos arqueológicos como un argumento para hacer frente a la competencia de otros destinos turísticos.

Presentación de los sarcófagos hallados en la necrópolis de Saqqara el pasado año.

A mediados de noviembre del año pasado, Egipto presentó más de un centenar de sarcófagos de más de 2000 años de antigüedad que se conservaban en perfecto estado y que fueron descubiertos en la necrópolis de Saqqara al sur de El Cairo, en lo que se consideró el "mayor tesoro" descubierto en el país en 2020.

Fuentes: egyptindependent.com | lanacion.com.ar | 3 de enero de 2020

Una investigadora polaca arroja luz sobre el sistema de medición inca en Machu Picchu

Vista de sur a norte de Machu Picchu. A la izquierda, el sector Hanan de la ciudad (con la estructura piramidal de la colina del Intihuatana), y a la derecha el sector oriental, separadas por la plaza principal. Al fondo el Cerro Huayna Picchu. La imagen está tomada desde lo alto del sector agrícola, al sur del complejo.

Durante la planificación de las edificaciones en el famoso enclave de Machu Picchu, en Perú, los incas utilizaron dos tipos de medidas. Uno de ellos se basó en un módulo de 42 cm, el otro en uno de 54 cm. Si bien los científicos esperaban encontrar el primer módulo, el segundo fue una sorpresa.

Estos hallazgos provienen de la tesis doctoral de la Dra. Anna Kubicka, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Wrocław, por la que recientemente ha recibido un premio del Primer Ministro.

La Dra. Kubicka dijo que hasta ahora la investigación sobre el sistema de medición inca se basaba principalmente en las crónicas de los siglos XVI y XVII escritas por los españoles colonizadores, y en sus diccionarios del idioma quechua utilizado por los incas. Estas fuentes contienen información sobre medidas antropométricas (medidas basadas en partes del cuerpo humano), pero se desconocen los valores que se les asignaron.

La Dra. Anna Kubicka junto al profesor Jacek Kościuk en Machu Picchu

“Los científicos han sugerido que la altura promedio de los incas era de aproximadamente 1,6 metros, por lo tanto, su codo podría ser de 40 a 45 cm", dice la Dra. Kubicka. "Sin embargo, hasta el momento no se ha realizado ninguna investigación que analice el tamaño de los edificios y sus elementos. Dichos cálculos permitirían encontrar el módulo básico".

La Dra. Kubicka llevó a cabo análisis metrológicos de mediciones realizadas entre 2010 y 2017 durante una investigación de campo en Machu Picchu. Estas mediciones fueron registradas por empleados del Parque Arqueológico Nacional de Machu Picchu junto con el equipo del Laboratorio de Escaneo Láser y Modelado 3D dirigido por el profesor Jacek Kościuk de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Wrocław. Anna Kubicka, estudiante de doctorado en ese momento, se unió a su equipo. El equipo de Kościuk comenzó a trabajar allí en cooperación con el profesor Mariusz Ziółkowski, del Centro de Estudios Precolombinos de la Universidad de Varsovia.

La Dra. Kubicka determinó que los incas usaban dos módulos (o cuantos) para medir sus edificios. El módulo básico tenía 42 cm de largo y correspondía a la longitud del codo. El segundo, de 54 cm, es una medida desconocida hasta ahora y no resulta directamente de la longitud de ninguna parte del cuerpo humano. La Dra. Kubicka lo llamó 'codo real', porque tal unidad se usó para medir estructuras de un rango superior y ese nombre también se utilizaba en el sistema de medidas de otras culturas antiguas. El 'codo real' se utilizó para proyectar complejos de edificios representativos y residenciales de la élite inca, mientras que el otro, el módulo básico de 42 cm, con complejos de edificios agrícolas, talleres y casas para los yanaconas (los sirvientes de la élite inca).

La Dra. Anna Kubicka realizando mediciones con un escáner 3D.

Cuando se le preguntó si su hallazgo ha aportado algo nuevo al conocimiento de Machu Picchu, la Dra. Kubicka dijo que el complejo fue construido en algún un momento de la primera mitad del siglo XV. Por tanto, los datos metrológicos que ha obtenido no son necesarios para determinar, por ejemplo, su antigüedad.

Y añade: “Por otro lado, la pregunta a observar era si existían diferencias modulares debido a las diferentes tradiciones constructivas de las personas que vinieron como mano de obra de diferentes regiones del Imperio Inca. En Machu Picchu tenemos diferentes estilos de mampostería, los cuales se emplearon según la función del edificio o complejo de edificios”.

Estilo de mampostería utilizado en la plaza principal.

Pero resultó que, a pesar de las diferencias en el método de construcción, solo se utilizaron estos dos sistemas de medición. La Dra. Kubicka cree que ello es evidencia de que la medición del plano de la ciudad de Machu Picchu fue supervisada por especialistas imperiales incas que utilizaron su propio sistema de medidas definidas por la administración del gobernante inca Pachacútec (del quechua Pacha Kutiq Inka Yupanki).

Investigaciones posteriores determinarán si el sistema de medición identificado también se utilizó en otros lugares del Perú inca, ya que hasta ahora nadie lo ha investigado.

La Dra. Kubicka contemplando el enclave de Machu Picchu.

Sin embargo, según la Dra. Kubicka, no se puede descartar que las unidades de medida cambiaran con el tiempo antes de la llegada de los incas. Quizás, junto con las tecnologías de procesamiento de piedra tomadas de la cultura Tiahuanaco, se adoptó un sistema común de medidas.

Para sus análisis, la Dra. Kubicka utilizó el método del cuantograma de coseno desarrollado por el investigador británico David George Kendall en 1974 para analizar medidas de longitud en estructuras megalíticas. En pocas palabras, consiste en buscar una unidad de medida indivisible (cuántica) en una serie de datos de medición, cuyo múltiplo es la longitud de los elementos individuales de la arquitectura.

La investigación en Machu Picchu fue financiada con una beca del Centro Nacional de Ciencias de Polonia.

Fuentes: scienceinpoland.pap.pl | pwr.edu.pl | earth-chronicles.com | 31 de octubre de 2020

Los grabados rupestres paleolíticos, grandes desconocidos de la prehistoria en el Campo de Gibraltar

Representaciones en la Cueva del Moro.

Como bien es sabido, el arte prehistórico o rupestre no solo se compone de grafías pintadas en las paredes de las cuevas con diferentes pigmentos, sino que también lo forman las manifestaciones, artísticas o no, realizadas mediante técnicas sustractivas, como el trazo inciso, relieves, bajo relieves, piqueteado, etc.

Nos centramos en definir la técnica utilizada en los grabados de la comarca gibraltareña, concretamente en la realizada mediante trazo inciso, en sus diferentes variaciones. En una de ellas, según el número de pasadas, se conseguía una menor o mayor profundidad en el trazo del surco y en este es posible averiguar la forma de la parte del útil con la que se acometía la roca, pudiendo ser en punta o redondeada. Se determina así el perfil del trazo inciso, que puede ser en “V” o en “U”.

La comarca del Campo de Gibraltar, además de contar con manifestaciones rupestres pintadas de diferentes cronologías, cuenta con varios enclaves donde nuestros antepasados reflejaron sus pensamientos mediante la técnica del grabado inciso. Estos dos enclaves se sitúan uno en el término municipal de Tarifa, la conocida como cueva del Vencejo Moro, y otro no menos importante en el término municipal de San Roque, la cueva de la Horadada, siendo estas dos estaciones rupestres las únicas que se han preservado hasta la actualidad. No obstante, en otros enclaves se han registrado restos de grabados sin identificar, pequeños trazos informes, lo que nos manifiesta que la técnica del grabado fue muy utilizada en los abrigos y covachas de la comarca.

Cueva del Vencejo Moro

Considerada como la capilla Sixtina de nuestro arte prehistórico comarcal, y la más meridional de las cuevas europeas con este tipo de arte, la cavidad o abrigo denominada del Vencejo Moro, también conocida como Cueva del Moro, fue descubierta en 1995 por el espeleólogo alemán Lothar Bergmann, defensor y divulgador del arte del extremo sur de la península ibérica. Está ubicada en la falda de la Sierra de la Plata, con vistas a la ensenada de Bolonia en Tarifa, y cuenta en sus paredes con representativos grabados realizados por el hombre prehistórico. Las representaciones que en esta cavidad aún se conservan son grabados con una cronología solutrense ibérica, que oscilaría entre los 22.500 y 16.500 años B.P. (antes del presente).

Temática

La temática principal que se representa en los grabados es la de los équidos, distribuidos en dos paneles. El panel principal o A, alberga 6 figuras de équidos, donde el artista grabó cuello y cabeza en tres de ellos (protomos), donde solo se conservan o aprecian las cabezas, cuello, parte del cuerpo y extremidades delanteras, y por último la gran figura de la yegua preñada, destacando del resto por su silueta completa y gran tamaño de casi un metro. Este grabado guarda mucha similitud con otras representaciones realizadas en toda la península ibérica, como Pileta (Benaoján, Málaga), Parpalló (Gandía, Valencia), Ambrosio (Vélez-Blanco, Almería), etc.), tanto por tamaño como por algunos de los rasgos tan exactos, la cabeza denominada de tipo “pico de pato”, y el gran tamaño del vientre, que marca el posible estado del animal.

El panel B está compuesto por otro prótomo de équido (cabeza y cuello), además de un prótomo de cérvido (ciervo), donde el autor del grabado al igual que en el resto tuvo gran cuidado en marcar los detalles de las partes a destacar, en este caso la cornamenta del animal. Además de estos grabados, la cavidad cuenta con agrupaciones abstractas de puntos, realizadas en tono rojizo, muy presentes en la mayoría de los enclaves donde se representó arte Paleolítico, con lo cual es de suponer la posible relación de estos puntos realizados mediante digitaciones con las grafías paleolíticas.

Cueva de la Horadada

La otra estación rupestre, menos conocida, es la Cueva de la Horadada, en San Roque. Esta cavidad de grandes dimensiones está formada por dos oquedades, donde en la actualidad solo en una de ellas se conservan manifestaciones rupestres pintadas, del estilo esquemático y con una cronología de la Edad del Bronce final, además de dos figuras, una de ellas la cabeza de un posible íbice naturalista, formada por micro puntos de 2 a 3 milímetros, y no llegando a medir más de siete centímetros. La otra un simple trazo oblicuo formado también por micropuntos. Estas grafías se podrían situar cronológicamente en el Neolítico final.

Y destacando en la covacha los grabados, aunque su interpretación es complicada, podemos encontrar cinco paneles claramente definidos: como figuras completas se identifica un grabado de un posible cérvido, al cual solo se le representó por el cuello largo y posible cornamenta; esta figura no mide más de 20 centímetros (P1). En otro de los grabados se puede observar un cuadrúpedo con la parte superior del cuerpo, el cuello largo y parte de la cabeza, siendo imposible distinguir qué animal se quiso representar (P2). Otra de las figuras grabadas en la que solo se observa la línea cérvico dorsal con varios trazos rectos y curvos, que en algunos puntos de la figura se cruzan; este grabado es de mayor tamaño, aproximadamente unos 80 centímetros (P3). Además de varios trazos incisos repartidos por la pared principal de la cueva, en esta cavidad se puede ver claramente los diferentes tipos de incisión en el surco del grabado, en “U” o en “V” (Figura 3).

Tal como se ha podido observar en los grabados realizados en estas dos cuevas, podemos estar ante unas de las manifestaciones rupestres más antiguas junto con las manos aerografiadas en negativo, que podemos encontrar en la zona. Si comparamos estos grabados con algunos ya datados en diferentes puntos de la península ibérica, podemos estar hablando de que estos motivos corresponden al periodo prehistórico del Paleolítico Superior medio, y de una cronología Solutrense.

Las similitudes más comunes de los grabados representados en la cueva del Vencejo Moro, con el resto de grabados solutrenses son: las cabezas de équidos en forma de pico de pato y vientres abultados, como la gran yegua preñada, así como la curvatura de la línea cérvico dorsal. Al igual que las representadas en las cuevas de Doña Trinidad de Ardales (Málaga), Nerja (Málaga), Parpalló (Valencia), Gargas (Pirineos), Cosquer (Francia), etc. En la cueva de la Horadada, además de las características ya mencionadas, en alguna de las figuras se aplicó el concepto de “cierva trilineal”, semejantes a las representadas en la región Cantábrica, en las cuevas de Chufín (Cantabria), Hornos de la Peña (Cantabria), Santo Adriano (Asturias), y la Lluera I (Asturias).

Estas manifestaciones grabadas nos reflejan cuán rica era la comarca, y podemos imaginar manadas de caballos salvajes pastando por la ensenada de Bolonia, dejándose ver por los diversos clanes que convivían en la zona en los diferentes periodos climáticos. Hemos de ubicar esos grupos de cazadores-recolectores y pescadores, recorriendo las zonas limítrofes de la costa, en busca del sustento diario y teniendo esos encuentros con las manadas de caballos. Grababan en sus mentes esa mezcla de imágenes que se implantaban en lo más profundo de sus recuerdos, y que después ellos rescataban y sintetizaban, representándolas en paredes de abrigos y covachas cerca de sus asentamientos. Con esas representaciones, posiblemente, reforzaban los rituales previos a la caza y pedían a los espíritus de sus ancestros fuerza y suerte para propiciar una buena cacería.

Concluyendo sobre el tema, solo nos queda comentar la importancia que tienen todas estas manifestaciones rupestres grabadas. Su fragilidad y sus problemas de conservación hacen peligrar su permanencia para un tiempo futuro. Debemos concienciarnos del gran patrimonio que nuestros ancestros nos dejaron y empezar a educar a las generaciones venideras en la importancia que tiene conocer nuestro pasado. Sabiendo que todas estas representaciones son las primeras manifestaciones artísticas que el hombre elaboro en su mente, no podemos permitir que desaparezcan por la falta de difusión y el desconocimiento general que suelen tener todas las cosas del pasado.

Fuente: europasur.es | 31 de diciembre de 2020

Localizan el emplazamiento del olvidado e importante santuario de Apolo en Chipre

El santuario de Apolo en Fragkissa había sido excavado en 1885 el arqueólogo alemán Max Ohnefalsch-Richter antes de que se olvidara su ubicación. En la foto se muestran algunos de los hallazgo realizados en el mismo. © Departamento de Antigüedades de Chipre

El Departamento de Antigüedades del Ministerio de Transporte, Comunicaciones y Obras Públicas de Chipre ha anunciado la finalización de un estudio arqueológico y geofísico en la zona de Pera Oreinis en octubre de 2020 bajo la dirección del Dr. Matthias Recke (izquierda, de la Universidad de Frankfurt) y el director de campo Dr. Philipp Kobusch (derecha, de la Universidad de Kiel). El objetivo del trabajo de campo era localizar el santuario de Apolo en Fragkissa.

El santuario de Apolo en Fragkissa, en las proximidades de la antigua ciudad de Tamasos, puede considerarse uno de los santuarios más importantes descubiertos en Chipre hasta la fecha, debido a la riqueza de las esculturas halladas en el mismo.

Fue excavado en 1885 por el arqueólogo alemán Max Ohnefalsch-Richter, pero su ubicación exacta fue posteriormente olvidada y ha sido buscado durante décadas por varios arqueólogos.

Fotografía con hallazgos de las excavaciones realizadas por Max Ohnefalsch-Richter en Idalion (Chipre); de los archivos de Salomon Reinach en Saint-Germain-en-Laye (Musée d´Archéologie National).

Recientemente, los investigadores lograron restringir la ubicación del santuario a un valle al sur de Pera Oreinis, en el centro de la isla de Chipre y en el distrito de Nicosia. A través de un estudio intensivo de este valle ha sido posible localizar el lugar exacto de la ubicación del santuario. El estudio reveló una alta concentración de restos, fragmentos de esculturas antiguas y figurillas de terracota.

Un análisis preliminar de los hallazgos mostró que el área había sido ocupada desde la Edad de Hierro y fue utilizada a lo largo de los períodos Arcaico, Clásico y Helenístico. Los hallazgos numéricamente más pequeños de épocas romana y bizantina están considerablemente más erosionados y probablemente proceden de un asentamiento de este período situado más abajo y ya conocido.

Sin embargo, los hallazgos de períodos anteriores, que pueden atribuirse al santuario de Apolo, están relativamente bien conservados. Probablemente proceden de los escombros de las excavaciones de 1885 y se pasaron por alto en ese momento. En particular, los numerosos fragmentos de figuras de piedra caliza y estatuas de terracota de gran tamaño demuestran que se trata de los restos de un antiguo santuario.

De hecho, los tipos de hallazgos figurativos corresponden exactamente al material excavado en 1885 que se encuentra actualmente en museos de Canadá, Gran Bretaña, Irlanda y posiblemente incluso Rusia. Sólo una pequeña parte de los hallazgos de 1885 han permanecido en Chipre y se encuentran ahora en el Museo de Nicosia, incluido el famoso Coloso de Tamassos (derecha).

Los hallazgos característicos son pequeños carros, jinetes y figuras de guerreros en terracota y grandes estatuas huecas hasta de tamaño real que representan a los donantes. Además de estas figuras humanas, se han encontrado muchos fragmentos, especialmente de caballos (o jinetes de caballos). Esto se muestra aquí con un fragmento de un zapato en tamaño original en comparación con un hallazgo de la excavación anterior de 1885 en el Museo de Chipre (abajo).

La confirmación de que el sitio del santuario de Apolo ha sido identificado en esta zona también fue proporcionada por la presencia de una trinchera de casi 15 metros de largo que se remonta a las actividades de 1885 y que asimismo se menciona en los antiguos informes de excavación. La zanja tenía el propósito de explorar el área adyacente para determinar la extensión exacta del santuario. De hecho, aún se pueden ver aquí restos de la antigua mampostería de doble capa, que deben haber formado parte de la arquitectura del santuario. Una investigación detallada del área y una nueva excavación arqueológica están planeadas para la primavera de 2021.

Fuente: pio.go.cy | 23 de diciembre de 2020