Investigadores españoles arrojan luz sobre la resistencia de los rapa nui tras la deforestación de la Isla de Pascua

Un conjunto de los enigmáticos moáis de la Isla de Pascua. © Andreas Mieth, Uni Kiel

Tras la pista de la legendaria Terra Australis, el marino holandés Jacob Roggeveen arribaba el 5 de abril de 1722 a una pequeña isla en mitad del Pacífico. Los exploradores europeos la bautizaron como Isla de Pascua (Rapa Nui) en honor al día de esta llegada, la Pascua de Resurrección.

Al bajar a tierra, encontraron las colosales y enigmáticas esculturas, los moáis, y también a un pequeño número de indígenas. Por aquel entonces, la isla se había quedado sin árboles, por lo que la civilización de los rapa nui se fue encaminando hacia su práctica desaparición.

Cuándo y cómo sucedió su colapso supone el otro gran misterio que ha acaparado el esfuerzo de los investigadores a lo largo de la historia. La teoría más extendida es que se produjo en torno al siglo XVII, tras una catástrofe ecológica, cultural y demográfica. Pero la cronología de estos sucesos se ha mantenido envuelta en ambigüedades hasta nuestros días.

Ahora, un nuevo estudio, liderado por el Museo Moesgard de Dinamarca y en el que ha participado la Universidad Pompeu Fabra, la Autónoma de Barcelona, la de Goethe de Fráncfort del Meno y la de Kiel, en Alemania, arroja luz sobre la continuidad cultural de los rapa nui tras el comienzo de la deforestación a través de una minuciosa investigación de pigmentos rojos usados por la civilización durante siglos.

«Aún no se ha determinado para qué se utilizaron. Sin embargo, está claro que el color rojo se consideraba sagrado en la Isla de Pascua. Representaba poder espiritual, fuerza física y fertilidad», asevera Marco Madella (izquierda), especialista en arqueología medioambiental de la Universidad Pompeu Fabra que ha participado en la investigación. Pese a que la presencia de este pigmento estaba bien documentada por los científicos, su origen y posible proceso de producción no estaban claros.

Hierbas secas como combustible

Los equipos del Museo Moesgard y la Universidad de Kiel ya habían documentado la existencia de cientos de pozos que contenían restos de estos pigmentos en varios puntos de la isla. Se dataron entre los siglos XIII y XV, después del inicio de la deforestación de la isla y antes de la primera llegada de los europeos, y se documentó que su fin era su elaboración y se sugería que hubo una producción de pigmentos a gran escala en la isla.

Ahora, el nuevo trabajo arqueológico ha hallado más pozos en puntos diferentes de Rapa Nui, por lo que «su presencia era mucho más común en la isla», señala Madella. En este estudio, cuyas conclusiones se han publicado en la revista científica The Holocene, el material analizado fecha las construcciones en el período entre el siglo XV y el XVII. De este modo, la producción y almacenamiento de pigmentos continuó en un volumen considerable después de la deforestación, por lo que las conclusiones apoyan la continuidad cultural en Rapa Nui en lugar del colapso.

El ecologista de la Universidad de Kiel, Andreas Mieth, documenta algunos de los pozos de pigmento expuestos en una terraza fluvial en la Isla de Pascua. © Hans-Rudolf Bork, Uni Kiel.

A pesar de que se desconoce con exactitud su fin, «es posible que se hubieran utilizado para pintar el cuerpo, porque su fina consistencia hace que sean fáciles de aplicar sobre la piel. Otro uso podría haber sido la decoración de imágenes de piedra o para pintar parte de los moai», aventura el científico, que señala que esto apoyaría el hecho de que lo necesitaran elaborar en abundancia.

Esta investigación ha podido identificar además por primera vez cómo se producían los pigmentos en las construcciones halladas. El equipo de Madella ha analizado los fitolitos, unas partículas microscópicas de sílices opalina (igual que el vidrio) que se forman en las células vegetales. Su estudio ha mostrado que el pigmento rojo se basa en el óxido de hierro hematita, que los rapa nui produjeron en estas construcciones calentando la roca, que después era triturada.

Imagen de una laminas de micromorfología del sedimento de Poike (Isla de Pascua) donde se puede apreciar la cantidad de fitolitos de gramineas (rectángulo blanco). FOTO. Universidad de Kiel.

«La evidencia del uso del fuego para procesar las piedras proviene de material vegetal carbonizado, que se encuentra en capas de color oscuro en todo el pigmento rojizo que rellena los pozos», apunta este especialista. Los habitantes de la Isla de Pascua ya habían talado gran parte de sus bosques, por lo que la madera apenas estaba presente como combustible. En su lugar, los rapa nui utilizaban grandes cantidades de hierbas secas.

Los pozos donde se elaboraba también funcionaban como almacenaje y algunos de ellos tenían una especie de tapón para proteger el contenido. «Es posible que la producción de pigmentos se concentrara en determinados momentos del año (por ejemplo, cuando las hierbas utilizadas como combustible eran más frecuentes y estaban más secas) y después lo producido se conservaba en el mismo lugar», puntualiza Madella.

Uno de los hoyos se llenó de pigmento rojo. Las bandas oscuras en el relleno del pozo provienen de la hierba carbonizada. © Andreas Mieth, Uni Kiel.

También siguieron construyendo moáis

Esta investigación sigue la misma línea que un estudio que se publicaba en el Journal of Archaeological Science en febrero del pasado año. En esta ocasión, los investigadores de la Universidad de Binghamton y de la Universidad Estatal de Nueva York se centraron en los ahu, las plataformas ceremoniales sobre las que después se erigían los enigmáticos moái.

De acuerdo con sus conclusiones, las piezas aparecieron antes de su colonización, entre principios del siglo XIV y la mitad del XV, se incrementaron rápidamente, y que, en contra de lo que se creía, tuvieron un ritmo constante de construcción que continuó más allá del contacto europeo en 1722, mucho más tiempo después de lo que se pensaba anteriormente.

Por tanto, el estudio tampoco encontraba evidencias de un colapso anterior a esa colonización en la Isla de Pascua. Antes, al contrario, coge fuerza el hecho de que se una a las filas de las comunidades resilientes que continuaron con sus tradiciones ancestrales a pesar del impacto de la llegada de los europeos.

Fuentes: abc.es | upf.edu | uni-kiel.de | 14 de enero de 2021

El famoso egiptólogo Zahi Hawass halla en Saqqara cientos de ataúdes y otros vestigios del Imperio Nuevo

El egiptólogo Zahi Hawass posa durante el anuncio oficial de los descubrimientos realizados por una misión arqueológica que dirige en la necrópolis egipcia de Saqqara, al sur de El Cairo (Khaled DESOUKI / AFP).

Es, tras 5.000 años de su primer esplendor, y con perdón de los estudios del gran Jean-Philippe Lauer, el gran momento de Saqqara. Los descubrimientos que se están haciendo últimamente en el inmenso yacimiento que fue la necrópolis principal de Menfis, obligan a revisar lo que se sabía de este conjunto monumental a 30 kilómetros al sur de El Cairo. Con Saqqara, Patrimonio de la Humanidad, está sucediendo lo que ocurrió con la necrópolis de Giza en los pasados años noventa: una explosión de hallazgos e investigaciones que cambian nuestra concepción del sitio y de la historia de Egipto.

El sitio de excavación donde el arqueólogo egipcio Zahi Hawass y su equipo han desenterrado un tesoro de antiguos sarcófagos, artefactos y cráneos en una vasta necrópolis al sur de El Cairo, en Saqqara, Foto: AP / Nariman El-Mofty)

Ahora, tras los extraordinarios descubrimientos de un recinto de momificación conectado con tumbas que señala un tratamiento casi industrial de la muerte y un conjunto de ataúdes y sarcófagos realmente asombroso por su cantidad y calidad, el famoso arqueólogo Zahi Hawass, que no podía perderse la fiesta egiptológica, ha anunciado su propia batería de hallazgos. Hawass, el insumergible exresponsable de las antigüedades faraónicas de su país y que fuera todopoderoso gestor de la arqueología en tiempos de Hosni Mubarak, ha dejado de momento sus excavaciones en el Valle de los Reyes y sus aledaños para trabajar en Saqqara, el lugar donde se concentran hoy en día los focos del interés mundial. Saqqara (del árabe sakhr, piedra), esconde aún una de las tumbas más buscadas de Egipto, la de Imhotep, arquitecto y visir del faraón Zoser faraón de la tercera dinastía del Imperio Antiguo.

Sarcófagos encontrados en la necrópolis de Saqqara. También se ha descubierto una lujosa capilla que alcanza una profundidad de 24 metros bajo el nivel del suelo. Aunque aún no se ha localizado la cámara sepulcral con la que estaría conectada. HANAA HABIB. REUTERS.

Un sarcófago descubierto en la necrópolis de Saqqara (El Cairo). Los descubrimientos que se están haciendo últimamente en el inmenso yacimiento, que fue la necrópolis principal de Menfis, obligan a revisar lo que se sabía de este conjunto monumental a 30 kilómetros al sur de El Cairo. KHALED DESOUKI. AFP.

Un sarcófago de madera adornado en la necrópolis de Saqqara, en Egipto. Se trata del templo funerario de la reina Nearit, esposa del rey Teti, primer rey de la Sexta Dinastía del Reino Antiguo (2686-2181 a. C.), según el jefe de la misión y arqueólogo egipcio Zahi Hawass. También se encontraron los planos de la distribución del templo.

El egiptólogo, que dirige una misión egipcia en cooperación con el Ministerio de Antigüedades y por medio de la Biblioteca Alejandrina, señala como lo más interesante de sus hallazgos los que han realizado en el templo funerario de la reina Nearit, la mujer del faraón Teti (primero de la sexta dinastía del Imperio Antiguo), una estructura parcialmente descubierta hace años); el descubrimiento de numerosos pozos funerarios, sarcófagos (se habla de cientos) y momias que datan, y esto es importante, del Imperio Nuevo (hace 3.000 años); el de un papiro de cuatro metros de longitud por un metro de ancho con el texto del capítulo 17 del Libro de los Muertos y el de numerosas estatuas, estelas, juguetes, maquetas de barcos funerarios y máscaras de momia, también del Imperio Nuevo, una época de la que Saqqara, espectacularmente rica en vestigios del Imperio Antiguo y luego de época tardía, presenta muchos enigmas.

Uno de los sarcófagos hallado y restos de un papiro de cuatro metros de largo sobre el 'Libro de los Muertos'. Fotos: Ministry of Tourism and Antiquities.

El arqueólogo egipcio Zahi Hawass, en la necrópolis de Saqqara. Hawass ha dejado de momento sus excavaciones en el Valle de los Reyes y sus aledaños para trabajar en Saqqara, el lugar donde se concentran hoy en día los focos del interés mundial. KHALED DESOUKI. AFP.

Según Hawass, “estos descubrimientos reescribirán la historia de la región, especialmente durante las dinastías XVIII y XIX del Imperio Nuevo, durante las cuales el faraón Teti fue adorado y numerosos personajes enterrados alrededor de su pirámide”. En cuanto al templo funerario de Nearit, se ha descubierto su diseño, y tres almacenes de adobe construidos para albergar las provisiones del templo, ofrendas y herramientas empleadas en la tumba de la reina.

Una arqueóloga cepilla cráneos antiguos desenterrado en la necrópolis de Saqqara. Foto AP / Nariman El-Mofty.

Uno de los sarcófagos encontrados en la necrópolis de Saqqara. Los hallazgos confirman la existencia en la necrópolis de numerosos talleres para producir ataúdes y otros bienes funerarios, así como para realizar las tareas de momificación.

Entre lo más importante también, la excavación de 52 pozos funerarios de hasta 12 metros de profundidad y en su interior cientos de sarcófagos de madera del Imperio Nuevo. La misión recalca que es la primera vez que se hallan sarcófagos de hace tres mil años en la zona de Saqqara. Los mismos son antropomorfos y decorados con escenas de divinidades y textos funerarios. Se ha descubierto también una lujosa capilla, igualmente del Imperio Nuevo, que alcanza una profundidad de 24 metros bajo el nivel del suelo; aún no se ha localizado la cámara sepulcral con la que estaría conectada. Hawass confía en encontrar estructuras no saqueadas por los ladrones de tumbas.

Una de las piezas encontradas en la necrópolis de Saqqara. Los nuevos descubrimientos incluyen 52 pozos de enterramiento, de entre 10 y 12 metros de profundidad. Además, había más de 50 ataúdes de madera que datan del Reino Nuevo (1520-1075 a.C.) descubiertos dentro de estos pozos. NARIMAN EL-MOFTY. AFP.

Un visitante toma fotografías junto a un sarcófago de madera desenterrado en la necrópolis de Saqqara. Los ataúdes encontrados son antropomorfos y decorados con escenas de divinidades y textos funerarios. KHALED DESOUKI. AFP.

Los hallazgos confirman la existencia en la necrópolis de numerosos talleres para producir saercófagos y otros bienes funerarios, así como para realizar las tareas de momificación. Entre los objetos hallados en los pozos, destacan estatuas de deidades como Osiris y Ptah-Soker-Osiris.

Conjuto de 'ushebtis' y otros objetos hallados en la excavación. Foto: Ministry of Tourism and Antiquities

En cuanto al excepcional papiro, consta su propietario: Pw-Kha-Ef. El mismo nombre ha sido hallado en cuatro ushebtis, esto es, estatuillas funerarias, y en un ataúd de madera antropomorfo. La misión ha descubierto también numerosas máscaras funerarias de madera y una capilla dedicada a Anubis, así como estatuas del mismo dios guardián de las necrópolis, y una serie de juegos de Senet (similar a nuestro ajedrez) para entretener a los difuntos en la otra vida. Un hallazgo destacado es una magnífica hacha de bronce que indica que su propietario era un líder del ejército en el Imperio Nuevo.

Hacha de bronce hallada por la misión de Hawass en Saqqara.

Los descubrimientos son muy numerosos. Entre ellos, también, la estela de un difunto y su esposa identificados como Kha-Ptah y Mwt-em-wia. En los grabados en relieve aparecen junto a seis hijos e hijas, una de las cuales lleva el nombre de Nefertari, que es el mismo de la famosa esposa real principal del faraón Ramsés II, mientras que uno de los varones luce el de Kha-em-waset, el del célebre hijo de Ramsés II considerado el primer egiptólogo por su interés en restaurar los antiguos monumentos del país. Es una prueba de que ambos nombres debían ser populares.

Una momia descubierta en la necrópolis de Saqqara. También se han desenterrado estatuas, estelas, juguetes, botes de madera y máscaras funerarias que datan del Reino Nuevo. KHALED DESOUKI. AFP.

En cuanto a los hallazgos antropológicos, se ha podido determinar en la momia de una mujer que la difunta padecía una enfermedad crónica febril, típica de estar en contacto directo con animales y que le produjo un absceso en el hígado.

Fuentes: elpais.com | elpais.com (fotos) | timesof israel.com | eluniversal.com.mx| 17 de enero de 2021

La primera cultura humana desarrollada en África duró 20.000 años más de lo que se pensaba

Artefacto recientemente encontrado en Laminia, Senegal. Foto: Eleanor Scerri

El Homo sapiens surgió en África hace unos 300.000 años, donde se encuentran sus fósiles con las primeras expresiones culturales y tecnológicas de nuestra especie. Este repertorio, comúnmente conocido como la "Edad de Piedra Media", se mantuvo ampliamente en uso en gran parte de África hasta hace unos 60.000-30.000 años. Una nueva investigación en Senegal muestra que esta 'primera cultura humana' persistió hasta hace unos 11.000 años, 20.000 años más de lo que se pensaba.

El trabajo de campo dirigido por la Dra. Eleanor Scerri (izquierda), jefa del Grupo Panafricano de Investigación de la Evolución en el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania, y la Dra. Khady Niang (derecha), de la Universidad de Cheikh Anta Diop, en Senegal, ha documentado los restos líticos más recientes de la Edad de Piedra Media.

Este repertorio de métodos de tallado de piedras, y sus herramientas resultantes, incluye formas distintivas de producir lascas afiladas mediante la preparación cuidadosa de nódulos de piedra, algunos de los cuales a veces fueron moldeados en formas de herramientas conocidas como 'raspadores' y 'puntas'. Los hallazgos de la Edad de Piedra Media ocurren con mayor frecuencia en el registro africano entre hace unos 300.000 y 30.000 años, después de lo cual desaparecen en gran medida.

Durante mucho tiempo se pensó que estos tipos de herramientas fueron reemplazados después de hace 30.000 años por un conjunto de herramientas miniaturizadas, radicalmente diferentes, más adecuadas para estrategias de subsistencia diversificada y patrones de movilidad en África. En un artículo publicado en Scientific Reports esta semana, Scerri y sus colegas muestran que grupos de cazadores-recolectores, en lo que hoy es Senegal, continuaron usando tecnologías de la Edad de Piedra Media asociadas con la prehistoria más temprana de nuestra especie hasta hace unos 11.000 años. Esto contrasta con la visión, largamente mantenida, de que las principales fases culturales prehistóricas de la humanidad ocurrieron en una secuencia ordenada y universal.

Herramientas líticas halladas en Laminia, Senegal (A – D), y en Saxomununya, Senegal (E – H). (A) Lascas sin retocar; (B) Lasca retocada bifacialmente; (C) Núcleo Levallois que evidencia una fractura escalonada; (D) Lasca / raspador con retoque lateral; (E, F) Núcleos Levallois; (G) Punta bifacial; (H) Lasca bifacial. Jacopo Cerasoni. Figura con licencia CC-BY-4.0

¿El 'Último Edén'?

“África occidental es una verdadera frontera para los estudios de la evolución humana; no sabemos casi nada sobre lo que sucedió aquí en la prehistoria profunda. Casi todo lo que sabemos sobre los orígenes humanos se extrapola de descubrimientos en pequeñas partes del este y sur de África", dice la Dra. Eleanor Scerri, autora principal del estudio.

Para corregir esta brecha en los datos, Scerri y Niang elaboraron un programa de investigación para explorar diferentes regiones de Senegal. El programa abarca desde los bordes del desierto de Senegal hasta sus bosques, y a lo largo de diferentes tramos de sus principales sistemas fluviales: Senegal y Gambia, donde encontraron múltiples sitios de la Edad de Piedra Media, todos con dataciones sorprendentemente más recientes.

"Estos descubrimientos demuestran la importancia que tiene investigar todo el continente africano si queremos realmente tener una idea del profundo pasado humano". dice la Dra. Khady Niang. "Antes de nuestro trabajo, la historia del resto de África sugería que mucho antes de hace 11.000 años, los últimos vestigios de la Edad de Piedra Media, y las formas de vida que la misma refleja, ya se habían ido".

Ahora bien, no es sencillo explicar por qué esta región de África occidental fue el hogar de una persistencia tan tardía de la cultura de la Edad de Piedra Media.

Ubicaciones de los enclaves arqueológicos y detalles cronológicos. Los mapas ilustran la ubicación de Laminia y Saxomununya en relación con la topografía y los principales sistemas fluviales de Senegal, su posición dentro de África y con respecto a otras dataciones claves de África Occidental. Los enclaves arqueológicos de la Edad de Piedra Media (MSA) se relacionan con las sabanas de Sudán y los primeros enclaves de la Edad de Piedra Tardía (LSA) con ecologías de bosques tropicales.

"Al norte, la región se encuentra con el desierto del Sahara", explica el Dr. Jimbob Blinkhorn (izquierda), uno de los autores del artículo. "Al este, están las selvas tropicales de África central, que a menudo fueron aisladas de las selvas tropicales de África occidental durante períodos de sequía y fragmentación. Incluso los sistemas fluviales de África occidental forman un grupo autónomo y aislado".

"También es posible que esta región de África se haya visto menos afectada por los extremos de los ciclos repetidos derivados del cambio climático", añade Scerri. "Si este fuera el caso, el aislamiento relativo y la estabilidad del hábitat simplemente podrían haber dado como resultado una escasa necesidad de cambios radicales en la subsistencia, tal como lo refleja el uso exitoso de los conjuntos de herramientas tradicionales".

"De lo único que podemos estar seguros es que esta persistencia en el utillaje no es fruto simplemente de una falta de capacidad para desarrollar nuevas tecnologías. Estas personas eran inteligentes, sabían seleccionar las buenas piedras para la fabricación de sus herramientas y explotar el paisaje en el que vivían", dice Niang.

Caminata en equipo a lo largo del río Gambia, Senegal. Foto: Eleanor Scerri

Un mosaico ecológico, biológico y cultural

Los resultados concuerdan con una visión más amplia y emergente de que, durante la mayor parte de la prehistoria profunda de la humanidad, las poblaciones estuvieron relativamente aisladas unas de otras, viviendo en grupos subdivididos en diferentes regiones.

Acompañando a este sorprendente hallazgo está el hecho de que, en África Occidental, el principal cambio cultural hacia conjuntos de herramientas más miniaturizadas también ocurrió extremadamente tarde en comparación con el resto del continente. Durante un tiempo relativamente corto, las poblaciones que usaban herramientas de la Edad de Piedra Media vivieron junto a otras que ya usaban kits de herramientas miniaturizadas, y que son conocidas como pertenecientes a la 'Edad de Piedra Posterior'.

"Esto coincide con los estudios genéticos que sugieren que los africanos que vivieron en los últimos diez mil años vivieron en poblaciones muy subdivididas", dice la Dra. Niang. "No estamos seguros del porqué, pero, aparte de la distancia física, puede darse el caso de que también existieran algunos límites culturales. Quizás las poblaciones que utilizaban estas diferentes culturas materiales también vivían en nichos ecológicos ligeramente distintos".

Hace unos 15.000 años hubo un aumento importante de la humedad y del crecimiento de los bosques en África central y occidental, lo que quizás unió diferentes áreas y proporcionó corredores para la dispersión. Esto pudo haber marcado el final definitivo del primer y más antiguo repertorio cultural de la humanidad e inició un nuevo período de mezcla genética y cultural.

"Semejantes hallazgos no se ajustan a un modelo unilineal simple de cambio cultural hacia la 'modernidad'", explica Scerri. "Grupos de cazadores-recolectores arraigados en tradiciones tecnológicas radicalmente diferentes ocuparon regiones vecinas de África durante miles de años y, en ocasiones, compartieron las mismas regiones. Por otra parte, las regiones aisladas durante mucho tiempo pueden haber sido importantes reservorios de diversidad cultural y genética", agrega. "Tales circuntancias pueden haber sido un factor determinante del éxito de nuestra especie".

Fuente: Instituto Max Planck | 11 de enero de 2020

La permanente fascinación de las excavaciones en la antigua ciudad de Tenea (Grecia)

Ortofotografía del sitio arqueológico de Tenea en 2017. Ministry of Culture and Sports, Greece.

La amplia vecindad de Tenea, en el sur de Corinto (Grecia), siempre ha sido de interés para los arqueólogos, pero también para los contrabandistas de antigüedades. El Kuros de Tenea, por ejemplo, es una obra maestra de la escultura griega que se encuentra en la Gliptoteca de Munich desde 1854 después de haber sido sacada ilegalmente cuando se estableció la República Helénica. Otros artefactos hallados en este enclave también se pueden encontrar en Berlín y en colecciones privadas alemanas, e incluso en Boston, Estados Unidos.

Sin embargo, el lugar donde se dice que Edipo creció y Agamenón instaló prisioneros de Troya para proteger el camino de Micenas a Argos ha estado proporcionando nuevos tesoros durante los últimos siete años gracias al Ministerio de Cultura que ha llevado a cabo excavaciones en esta antigua ciudad bajo la supervisión de la Dra. Elena Korka (izquierda), la cual ha confirmando el poder y el estatus de la misma.

Restos pictóricos de la antigua Tenea. Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

Korka recuerda el descubrimiento en 1984, cuando era una joven arqueóloga en el Eforato de Argólida y Corinto, que hizo rodar la pelota en los tiempos modernos. Era un sarcófago arcaico con una pintura en el interior, "el único ejemplo de pintura monumental que tenemos en Grecia de los años arcaicos clásicos". Su descubrimiento también fue una pista de la existencia de Tenea, una ciudad que había sido mencionada por Estrabón y Pausanias, y que muy posteriormente fue fruto de las búsquedas emocionadas de los viajeros de los siglos XVIII y XIX y más tarde del Servicio Arqueológico de Grecia.

“Había solicitado una excavación, pero la puesta en marcha fue tan abrumadora que no fue posible. Eventualmente, comencé en 2013, tan pronto como pude encontrar los recursos y el equipo necesario para realizar un estudio sistemático”, dice Korka.

Rico ajuar funerario de la Tumba 2. Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

La excavación comenzó en el área donde se descubrió el sarcófago arcaico y arrojó la existencia de un cementerio con tumbas griegas posteriores. “Todas las evidencias, las ofrendas funerarias y los restos óseos, apuntaban a que pertenecían a la nobleza”, precisa Korka.

"Las ofrendas tendían a ser escasas en la época arcaica", explica, "por lo que el descubrimiento de botellas de bronce y otros objetos valiosos indicó la presencia de una riqueza distinta y significativa". Una tumba, perteneciente a un niño, contenía 55 recipientes, algo que Korka describe como "inaudito en ese momento". Las formas de las vasijas también eran distintivas y no se podían encontrar en ninguna parte de la bibliografía al respecto.

Anillo, monedas y otros restos arqueológicos... Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

Tres lucernas romanas. Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

“Es un gran desafío de investigación, dado que es una antigua ciudad que está saliendo a la luz con muchos elementos nuevos y objetos únicos. Todas las tumbas fueron ricamente dotadas; incluso una del periodo helenístico es muy notable. Los dos esqueletos enterrados en ella pertenecen a individuos jóvenes (soldados o mercenarios), cuyo óbolo para Caronte consistió en monedas ptolemaicas, nunca antes vistas en un enterramiento y muy raros en el noreste del Peloponeso”, dice Korka.

Recipientes de cerámica con decoraciones. Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

El área fue siempre rica en hallazgos y su lugar en la mitología ha cautivado la imaginación de arqueólogos profesionales y aficionados por igual. De hecho, cuando Grecia estableció un Servicio de Arqueológía por primera vez, tras su independencia, Tenea se convirtió en uno de sus primeros proyectos gracias a la riquezas artísticas de las reliquias allí encontradas.

Vasijas de cerámica y fragmentos de estatuillas. Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

"Muchos hallazgos de Tenea se encuentran hoy en los museos alemanes y sabemos por las excavaciones de Ross que hubo saqueos", recuerda Korka, refiriéndose al primer director del Servicio de Arqueología, Ludwing Ross. En este sentido, llama la atención sobre el caso del kuros que fue saqueado en 1854 (derecha) por un diplomático austriaco que también era un conocido ladrón de antigüedades. “Al enterarse de la escultura, la adquirió y logró sacarla de contrabando, pero no pudo deshacerse de ella en el mercado negro, como había planeado, por lo que la vendió a la Gliptoteca de Múnich”, dice Korka, enfatizando que este no fue el único caso, ni de lejos.

La búsqueda de la parte principal de la ciudad llevó a los arqueólogos a localizar otra zona del cementerio y sacar a la luz un mausoleo romano.

“Había sido saqueada, pero debajo y alrededor se encontraron una gran cantidad de tumbas romanas, todas ellas ricamente dotadas con vasijas, joyas y objetos de vidrio y bronce”, dice la arqueóloga. "Las ofrendas funerarias halladas por sí solas eran suficientes para llenar un museo".

Espejo de bronce, cerámicas, hueso... Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

Lucerna romana decorada con dos gladiadores. Foto: Ministry of Culture and Sports, Greece.

Un enterramiento helenístico incluía una corona bañada en oro, así como anillos, vasijas ornamentadas, objetos de hueso pintados, gran cantidad de cosméticos, lámparas decoradas con gladiadores y máscaras, lo que indica la existencia de un teatro. También encontraron un odeón y un estadio. “Estas tumbas helenísticas también se utilizaron durante la época romana”, explica Korka.

Las monedas recuperadas en el lugar también han superado todas las expectativas, llegando a alrededor de 300 al año.

I) Tesoro de 29 monedas de oro de Marciano, Justino I y Justiniano; II) Tesoro de diez monedas de bronce del siglo IV d.C. III) Tesoro de 72 monedas de finales del siglo V y principios del VI d.C.
Crédito: Ministerio de Cultura griego, Proyecto Tenea 2020.

En 2018, el equipo de Korka descubrió una carretera de dos carriles que se utilizó desde finales del período micénico hasta finales del período romano, lujosas casas helenísticas y una amplia evidencia de actividad romana, como suelos de arcilla y mármol, pequeñas columnas, tuberías de drenaje y objetos cotidianos que apuntaban a una comunidad próspera y activa. Ese mismo año, el History Channel clasificó a Tenea entre las 15 excavaciones más importantes del mundo. La BBC ha visitado el sitio dos veces este año, mientras que TV5 de Francia hizo un documental sobre su relación con Troya.

Restos de elemento arquitectónico. Crédito: Ministerio de Cultura griego, Proyecto Tenea 2020.

Los baños de la ciudad, el primer edificio público que salió a la luz, fueron descubiertos el año pasado y hasta ahora se han excavado más de 800 metros cuadrados. “En una de las habitaciones encontramos tiras de vidrio que creemos se usaron para atraer la luz del sol y generar calor, como un solárium”, dice la arqueóloga.

Korka también está entusiasmada con el centro del mercado, los talleres y especialmente las tiendas que se descubrieron a principios de este año. Su excavación ha proporcinado 30 sellos de oro, tesoros de monedas, objetos de vidrio, vasijas de barro, joyas y balanzas, todo aparentemente abandonado in situ durante un ataque o un desastre natural, pero que apuntan a una sociedad igualmente próspera y activa en años posteriores.

Inscripción en una base de piedra de una estatua de bronce con el nombre Peisandridas, siglo IV a.C. Crédito: Ministerio de Cultura griego, Proyecto Tenea 2020

Dos inscripciones son especialmente emocionantes. Una fue descubierta en la base de piedra de una estatua de bronce del siglo IV a. C., la cual lleva el nombre de Peisandridas. Se cree que fue dedicada a la ciudad por un descendiente de los Peisandridas, una poderosa familia mencionada por Píndaro, y que otorga la primera pista sólida de una conexión entre Tenea y Tenedos. La otra parece ser parte de una inscripción pública del siglo V a. C. con una cornisa pintada. Se encontró junto con un óbolo de plata de Argos de la misma época.

Parte de una inscripción pública, siglo V a. C. Crédito: Ministerio de Cultura griego, Proyecto Tenea 2020

“Todo lo que surge de esta excavación apunta a que la ciudad estuvo en uso continuo desde el siglo VI a. C. hasta el siglo VI d. C. Tenea fue una ciudad multicultural, estratégicamente ubicada, vibrante y bien comunicada en todas sus fases. Fue dinámica y, si bien siguió a Corinto en muchas de sus políticas, en particular en cuestiones relativas a la guerra, siempre se esforzó por ser independiente, especialmente durante la época romana”, concluye Korka.

Necrópolis de la antigua Tenea. Crédito: Museo Arqueológico de la antigua Corinto.

Fuentes: ekathimerini.com | culture.gov.gr | nationalgeographic.es | 30 de dicembre de 2020

El análisis mediante un videoscopio del esqueleto neandertal 'Hombre de Altamura', revela información detallada sobre sus piezas dentales

Solo el cráneo y parte de un hombro son visibles en el Hombre de Altamura. El resto del cuerpo está cubierto por concreciones de calcita sobre la que se han formado coraloides. Crédito: Museo Archeologico di Altamura: Soprintendenza Archeologia della Puglia.

La investigación científica vuelve a poner el foco en el Hombre de Altamura, el esqueleto neandertal más completo jamás descubierto y uno de los más antiguos, que data de hace unos 150.000 años.

Encontrado en 1993 en Apulia, sur de Italia, en las profundidades de la cueva kárstica de Lamalunga, en Alta Murgia, aún se encuentra preso a varios metros de profundidad en la roca, cubierto de incrustaciones calcáreas que dificultan su observación.

El hallazgo excepcional, testimonio de un hombre prehistórico que cayó a un pozo natural donde murió de hambre, es de fundamental importancia para los investigadores. Ha sido objeto de un proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Universidad e Investigación (MUR) y autorizado por la Superintendencia de Arqueología, lo que ha permitido una serie de investigaciones científicas realizadas en los últimos años (2017-2020), cuyos resultados se publican ahora en la revista internacional PLOS ONE.

Detalle del paladar con los dientes superiores visibles. Crédito: Soprintendenza ABAP
per la Città metropolitana di Bari.

El estudio se ha ocupado de los dientes de este neandertal de Altamura y de todo su "aparato masticatorio" (maxilar superior y mandíbula) mediante una colaboración entre la Universidad de Florencia, la Universidad Sapienza de Roma y la Universidad de Pisa. Jacopo Moggi Cecchi, antropólogo de la Universidad de Florencia, Damiano Marchi, de la Universidad de Pisa, y el coordinador de todo el proyecto MUR, Giorgio Manzi, del Departamento de Biología Ambiental de Sapienza, estuvieron a cargo de las unidades operativas las cuales tuvieron que trabajar en condiciones muy difíciles, dado que las observaciones y estudios llevados a cabo se realizaron en situ, descendiendo a la cueva.

“Gracias a la ayuda de sondas videoscópicas de alta resolución (que se lo debemos a la colaboración de Olympus Europa) pudimos observar las características de los dientes y del maxilar superior y la mandíbula, lo que nos proporcionó nueva información sobre la edad y salud y confirmando la presencia de caracteres típicos de los neandertales", dice Jacopo Moggi Cecchi (izquierda).

"La presencia del tercer molar (la muela del juicio) y el grado de desgaste masticatorio indican que era un individuo adulto, algo avanzado en años, pero no anciano. El hombre debió haber tenido algunos problemas de salud, con pérdida de dos dientes antes de su muerte. En efecto, se observó que uno ellos lo perdió primero y el otro varios años después. Es una de las raras ocasiones en que se puede observar estas circunstancias en un neandertal ya que en la prehistoria antigua la incidencia de problemas dentales era muy baja", agrega Giorgio Manzi (derecha).

"También hemos realizado una radiografía de los dientes frontales, utilizando por primera vez un dispositivo de rayos X portátil (KaVo NOMAD Pro 2 portable X). De esta forma, hemos identificado una lesión en el hueso, en la base de un incisivo, que podría deberse a un estrés no atribuible a la nutrición. En definitiva, todo apunta a que el estilo de vida de este hombre del Paleolítico medio ya era muy complejo", explica Damiano Marchi (izquierda).

Se pueden obtener nuevos datos sobre este extraordinario hallazgo con la publicación de otras investigaciones en curso. Por otro lado, se espera lograr mucho más con el estudio en profundidad del esqueleto en el laboratorio, cuando se superen las difíciles e inusuales condiciones en las que ahora deben operar los investigadores dentro de la cueva, es decir, cuando sea posible extraer los huesos de este formidable hallazgo de las profundidades del sistema kárstico.

Fuente: Universidad de Roma "Sapienza" | 3 de diciembre de 2020

Compartir la carne sobrante pudo haber contribuido a la domesticación temprana del perro

Credit: Pixabay/CC0 Public Domain.

Los seres humanos que alimentaron a los lobos con carne magra sobrante durante los duros inviernos pueden haber tenido un papel en la domesticación temprana de los perros, hacia el final de la última Edad de Hielo (hace 14.000 a 29.000 años), según un estudio publicado en Scientific Reports.

Maria Lahtinen (izquierda) y sus colegas utilizaron cálculos de simples contenidos energéticos para estimar cuánta energía habrían dejado los humanos derivada de la carne de especies animales que pudieron haber cazado hace entre 29.000 y 14.000 años, y que también eran típicas presas del lobo, como caballos, alces y ciervos.

Los autores plantearon la hipótesis de que si los lobos y los humanos hubieran cazado a los mismos animales durante los duros inviernos, los humanos habrían matado a los lobos para reducir la competencia en lugar de domesticarlos. Con la excepción de los mustélidos, como las comadrejas, los autores encontraron que todas las especies de presas habrían suministrado más proteínas de las que los humanos podrían haber consumido, lo que dio como resultado un exceso de carne magra que pudo haber servido para alimentar a los lobos, reduciendo así la competencia de los mismos por las presas.

Aunque los seres humanos pueden haber dependido de una dieta basada en carne animal durante los inviernos, esto es, cuando los alimentos de origen vegetal eran limitados, probablemente no estaban adaptados a una dieta totalmente basada en proteínas y habrían preferido también el consumo de carne rica en grasas sobre la carne magra y rica en proteínas.

Mapa de las zonas de vegetación durante el Último Máximo Glacial y enclaves donde se han hallado restos de perros paleolíticos.

Como los lobos pueden sobrevivir con una dieta basada exclusivamente en proteínas durante meses, los humanos pueden haberlos alimentado con el exceso de carne magra, lo que permitió su compañía doméstica durante los duros meses de invierno.

El exceso de carne magra, pues, pudo haber facilitado la convivencia con lobos capturados y el uso de los mismos como mascotas y como ayudantes de caza y guardianes, facilitando aún más el proceso de domesticación, y, eventualmente, su evolución en perros.

Fuente: phys.org | 7 de enero de 2020