El Museo Arqueológico Regional presenta 'La maqbara de Mayrit. La muerte en el Madrid islámico'

En esta exposición abierta en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, se presenta una pieza excepcional: un epígrafe funerario árabe de principios del siglo X localizado en el centro histórico de la capital; pieza que fue adquirida el año 2012 por el museo, ha sido restaurada y se incluye dentro de la serie ‘El Presente de la Arqueología Madrileña’, presentaciones de pequeño formato que exponen novedades arqueológicas singulares sobre el pasado de la región.

Se ofrece, además, información sobre el mundo funerario de las comunidades andalusíes en la ciudad de Madrid, cuya memoria, perdida con el paso de los siglos, va siendo actualizada a partir de constantes investigaciones. Ello ha permitido recuperar la localización del que fuera uno de los antiguos cementerios islámicos, ubicado al sur del espacio conocido hoy como Puerta de Moros.

La exposición se documenta con la publicación ‘La maqbara de Mayrit: la muerte en el Madrid islámico’ en la que se contextualiza la importancia del hallazgo desde el punto de vista histórico y arqueológico.

El cementerio musulmán de Madrid, la maqbara olvidada

Nada señala su ubicación y poca gente conoce el secreto, pero bajo la plaza de la Cebada, extendiéndose hacia el sur, estuvo el cementerio más antiguo que se ha documentado en Madrid: la maqbara islámica, que acogió el descanso eterno de los musulmanes madrileños desde el siglo IX hasta principios del XVI.

Quinientos años después de la desaparición y urbanización de aquella maqbara, bajo las casas que hay entre las calles de Toledo y del Humilladero todavía existen muchas tumbas cuyos moradores esperan, mirando hacia La Meca, la llegada del yaum al-qiyama: el día de la resurrección.

Plano del Madrid Medieval. Abajo a la derecha, el cementerio musulmán. (Foto: Centro de Estudios del Madrid Islámico)

El 21 de febrero de 1502, los musulmanes de Madrid pactaron con el Concejo las condiciones de su conversión a la fe católica, en aplicación de la pragmática real que había sido emitida el día 14 del mismo mes. La comunidad mudéjar de Madrid era la última pervivencia de la madinat Mayrit, la «pequeña y próspera ciudad» de la frontera norte de al-Ándalus a la que se había referido, entre otros, el famoso geógrafo ceutí al-Idrisi en su Libro de los caminos y reinos.

Era una comunidad pequeña, que a pesar de su escaso número gozaba de buena consideración y de cierta importancia en la Villa debido a su peso en sectores clave como los de las obras públicas, herrería o carpintería. Por esta razón, los mudéjares madrileños habían ido sorteando en mayor o menor medida las disposiciones que desde el siglo XIII ordenaban su apartamiento, es decir, su segregación de la sociedad cristiana a través de la obligación de vivir en barrio separado y de llevar señales distintivas o la prohibición de ejercer determinados oficios, entre otras. La tolerancia, sin embargo, no duraría para siempre.

Los Reyes Católicos estaban decididos a liquidar la diversidad religiosa en sus reinos y, así, a la conquista del Reino de Granada en enero de 1492, que se había hecho bajo el compromiso de respetar la fe y costumbres de los musulmanes granadinos –las famosas Capitulaciones, que enseguida fueron dejadas sin efecto–, siguió el decreto de expulsión de los judíos en marzo del mismo año, y poco después se ordenó la conversión forzosa de los «moros», primero los del Reino de Granada (1501), después los de Castilla (1502) y finalmente los de la Corona de Aragón (1525).

Ante la imposibilidad de evitar la conversión, la aljama, esto es, la institución que representaba formalmente a la comunidad mudéjar, pactó con el Concejo las condiciones para abrazar colectivamente la religión obligatoria. Además de quedar exentos del pago de impuestos y de la acción de la Inquisición durante diez años, los mudéjares solicitaron y obtuvieron del Concejo, según refleja el Libro de acuerdos, el mantenimiento del «osario que tienen con sus piedras», es decir, del cementerio (maqbara) de su comunidad, que era el lugar que –por lo que sabemos ahora– había acogido el descanso eterno de los musulmanes madrileños desde el siglo IX hasta ese momento a principios del siglo XVI, lo que lo convertía posiblemente en el cementerio más antiguo de Madrid.

La ubicación de la la maqbara de Mayrit, en las inmediaciones de la plaza de la Cebada, es bien conocida documentalmente debido a que Beatriz Galindo, apodada la Latina, empezó a presionar ya en octubre de 1502 para que los terrenos del osario fueran cedidos al hospital que llevaba su nombre, y que, dicho sea de paso, había sido construido pocos años atrás bajo la dirección de un alarife o maestro de obras mudéjar: el maestre Haçan.

No sabemos por qué razón los pactos entre el Concejo y la aljama parecen haber quedado sin efecto, al menos en lo tocante al mantenimiento de la maqbara de Mayrit, y la laguna existente en los Libros de acuerdos entre 1504 y 1512 impide saber a qué vicisitudes tuvieron que enfrentarse los musulmanes conversos de Madrid en sus primeros años. El caso es que el osario desapareció, tragado por el crecimiento urbano, y «sus piedras», es decir, sus lápidas, fueron reutilizadas en construcciones diversas.

El rito funerario andalusí

De acuerdo con el ritual canónico, que se impuso paulatinamente, el entierro debía producirse tan pronto como fuera posible, generalmente dentro de las 24 horas posteriores a la muerte. El cadáver era cuidadosamente lavado, perfumado y amortajado con un número impar de telas limpias. Después, se le trasladaba al cementerio sobre unas angarillas o unas tablas y una vez allí los asistentes, en hileras ante el cuerpo del difunto, pronunciaban la oración fúnebre. El difunto era inhumado sin ataúd, con el rostro o con el cuerpo entero girado hacia La Meca. Idealmente, el cuerpo se protegía con tablones o lajas de piedra para que la tierra no cayera directamente sobre el mismo.

La estela funeraria de Darir ibn Ibrahim

La única estela funeraria que se conoce en Madrid –y que representa uno de los dos únicos ejemplos de epigrafía árabe madrileña existentes; el otro es un alfiz de yeso– fue redescubierta y estudiada recientemente. Desconocemos las circunstancias de su hallazgo, que al parecer se produjo hace dos décadas en el derribo de un edificio del centro de Madrid, y por qué razón fue a parar a manos de un particular, que ha terminado adquiriendo el Museo Arqueológico Regional.

Se trata de una lápida rectangular de piedra caliza, de aproximadamente 41 × 26 cm, bastante deteriorada, con una inscripción en relieve en caracteres árabes de estilo cúfico arcaico, típico de la epigrafía emiral, y restos de pigmento rojo que debió de resaltar la inscripción. El estudio y traducción de la misma ha sido realizado por la arabista María Antonia Martínez Núñez, especialista en epigrafía andalusí:

En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Este es el sepulcro de Darir ibn Ibrahim. Murió, Dios tenga misericordia de él, el diurno del sábado, a veinte días pasados de ramadán, que fue del año ocho y trescientos [20 de ramadán del 308/2 de febrero del 921], y refresque (Dios) su tumba. La vida está en la paz de Dios.

Nada se sabe de este personaje, cuyo nombre, Darir, es bastante inusual, y su filiación «hijo de [ibn] Ibrahim» no permite deducir ningún origen familiar o étnico concreto. Tampoco se indica la edad de su muerte. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que se trató de alguien de cierta relevancia, no solo por la existencia de la estela funeraria en sí, sino también por el hecho de que esta presente en su parte trasera una irregularidad que hace pensar que estuvo originalmente embutida en la pared de una construcción funeraria más grande.

Por otra parte, de acuerdo con la profesora Martínez Núñez, los rasgos de la estela son los típicos de un epitafio urbano, ya que las estelas halladas en áreas rurales suelen tener otras características textuales. Todo ello invita a pensar que Madrid, a finales del emirato, había alcanzado ya cierto grado de desarrollo urbano, lo que resulta totalmente coherente con la denominación de civitas que le da el obispo Sampiro al narrar la incursión de Ramiro II en el año 936, y la análoga de madina que utiliza Ibn Hayyán en relación con el nombramiento de un gobernador en el 940.

FUENTE: REVISTA MADRID HISTÓRICO

Fuentes: infoenpunto.com | losviajerosdeltiempo.com | 12 de enero de 2021

Reconstruyen los rostros del denominado 'Tutankamón siberiano' y su 'Reina', hallados en un 'kurgán' escita de hace 2.600 años

La tumba-kurgán catalogada como Arzhan-2, en la República de Tuvá (Rusia), en la que descansaban un rey y una reina escitas pertenecientes a la cultura Aldy-Bel (siglos VII al III a. C.), y que fue excavada en 1997 y estudiada entre 2001-2003 por una expedición ruso-alemana, fue en su día uno de los descubrimientos más extraordinarios jamás realizados por una expedición de arqueólogos.

Y ahora, por primera vez, las características faciales de la poderosa pareja enterrada con sus impresionates vestimentas con incrustaciones de oro se pueden ver en unas esculturas realistas gracias al trabajo del Instituto de Etnología y Antropología Miklukho-Maklai de Moscú y al Instituto de Arqueología y Etnografía de Novosibirsk.

Dos equipos de antropólogos han pasado meses elaborando meticulosamente modelos en 3D de los cráneos, mediante la utilización de un escáner-láser y fotogrametría, para poder recrear los rostros de estas dos personas que gobernaron vastos dominios de las estepas y montañas euroasiáticas.

“El trabajo de restauración más largo se ha realizado con el cráneo del hombre, dado que solo se conservó la mitad del mismo y ello complicó la tarea. No obstante, la otra mitad permitió reflejar la parte destruida”, escriben los antropólogos con sede en Moscú, Elizaveta Veselovskaya (izquierda) y Ravil Galeev, en un artículo publicado en la revista rusa de Arqueología, Antropología y Etnografía. “Al mismo tiempo grandes dificultades estuvieron asociadas con la restauración de la sección facial, pues, desafortunadamente, también se conservó menos de la mitad del rostro.

"En definitiva, la restauración del cráneo llevó mucho tiempo, dado que cada elemento ausente se tuvo que restaurar en función de las estructuras circundantes existentes. La mandíbula inferior conservada fue de gran importancia, pues gracias a ella se pudo restaurar la zona destruida de la mandíbula superior. La restauración se realizó con arcilla escultórica dura y espuma de poliuretano dura".

Tesoros impresionantes fueron encontrados dentro del entierro del túmulo-kurgán de Arzhan-2 en Tuva. Fotos: Vera Salnitskaya / The Siberian Times, Konstantin Chugunov.

Antes de la reconstrucción en Moscú, los antropólogos, dirigidos por la jefa de la sección de Antropología del Instituto de Arqueología y Etnografía de Novosibirsk, Tatiana Chikisheva (derecha), llevaron a cabo un estudio detallado de los materiales encontrados dentro del túmulo funerario Arzhan-2, así como un análisis craneométrico (medición y estudio del cráneo) y odontológico/osteológico (estudio de las mandíbulas, dientes y huesos).

Los científicos siberianos establecieron que las personas enterradas en el túmulo de Arzhan-2 eran, independientemente de su estatus social, de un grupo bastante homogéneo en términos antropológicos, que combinaba características de las razas caucásica y mongoloide.

Aspecto de la cámara funeraria con los restos de los dos cuerpos y ajuar funerario.

Sobre el 'Rey', denominado en su momento como el 'Tutankamón siberiano', los antropólogos de Moscú dijeron: "Frente a nosotros tenemos a un guerrero escita curtido en la batalla, que tenía en su fisonomía una combinación única de rasgos caucasoides y mongoloides".

El 'Rey' y la 'Reina', descritos con esta condición regia por los científicos debido a su entierro asombrosamente rico y ostentoso, fueron encontrados en el centro de una cámara de madera hábilmente escondida de los ladrones bajo un montículo de 80 metros de largo.

Otra teoría sugiere que la mujer podría haber sido la concubina favorita del 'Rey', la cual fue sacrificada para acompañarlo en la otra vida junto con 33 personas más, incluidos cinco niños.

Ropas que portaban la regia pareja de Arzhan-2. Los mismos fueron reconstruidos por el Museo Hermitage.

También se encontraron dentro del entierro catorce caballos con vestimentas de oro, bronce y hierro, y todos extraídos de diferentes manadas.

Cubierta con dos capas de troncos de alerce, la cámara funeraria real se construyó como un fortín y se encontraba dentro de una segunda cámara funeraria exterior. Las paredes interiores de la tumba estaban cubiertas con alfombras de fieltro.

Sobre un piso de madera tabicado cuidadosamente, y probablemente suavizado con fieltro, estaban los cuerpos de este posible soberano y su compañera. Los cráneos se habían desprendido de los cuerpos porque probablemente los habían colocado sobre una especie de almohada, ahora ya deteriorada. El antiguo gobernante fue enterrado con un fuerte torque de oro puro con tallas de animales, un collar que simbolizaba un poder supremo.

Sus vestimenta exterior estaba adornada con miles de pequeñas figuras de panteras doradas, cada una de 2 a 3 centímetros de largo, unidas en filas verticales y formando motivos como alas en su espalda.

Las decoraciones de la 'Reina' también eran llamativas, aunque más modestas. Portaba cuentas de color turquesa, insignias y alfileres dorados, un caldero dorado en miniatura, una pulsera dorada y una bolsa con cosméticos. En su cinturón llevaba una daga de hierro decorada con oro.

En total, se encontraron unas 9.300 piezas de oro decorativas, sin incluir las incontables cuentas de oro. Dicho de otra manera, había más de 20 kilogramos de oro, incluidos aretes, colgantes y abalorios, adornando los cuerpos de la pareja real, todos hechos en lo que se conoce como estilo artístico escita.

El hallazgo fue descrito por el Dr. Mikhail Piotrovsky, director del Museo del Hermitage, como "una enciclopedia de arte animal escita, dado que figuran todos los animales que vagaban por la región, como panteras, leones, camellos, ciervos ... Todo ello incluye un gran conjunto de grandes obras de arte: figuras de animales, collares, alfileres tallados en una superficie dorada, etc.".

"Este es el estilo escita original, de la región de Altai, el cual finalmente llegó a la región del Mar Negro y posteriormente entró en contacto con la antigua Grecia. Y casi se parece al estilo Art Nouveau”, agrega.

Fuentes: siberiantimes.com | dailymail.co.uk | 8 de enero de 2021

La pintura de un jabalí de hace 45.500 años es la obra de arte figurativo más antigua del mundo

Pintura rupestre de un jabalí verrugoso de Sulawesi de hace al menos 45.500 años en Leang Tedongnge. / Maxime Aubert.

La cueva de Leang Tedongnge, ubicada en la isla indonesia de Célebes, alberga la obra de arte más antigua del mundo conocida hasta ahora: un jabalí verrugoso de 136 centímetros de largo por 54 de alto pintado hace más de 45.500 años, según revela un artículo publicado este miércoles en la revista Science.

El lugar donde ha sido hallada esta pintura rupestre, descubierta por el arqueólogo Adam Brumm (izquierda) y un equipo de científicos de la Universidad Griffith (Australia), forma parte de un valle cárstico de piedra claiza que había permanecido inexplorado hasta 2017, pese a que se encuentra muy cerca de Makassar, la ciudad más grande y poblada de la región. Brumm y su grupo fueron los primeros occidentales en visitar la zona: “Los lugareños dicen que antes de nosotros nadie distinto a ellos había entrado a estas cuevas”, cuenta Brumm.

El jabalí verrugoso, pintado con pigmentos minerales de color rojo, remplazó como la obra de arte más antigua a una escena de caza de hace 43.900 años, también descubierta por Brumm y su equipo en 2019 en una cueva vecina de la misma isla. El artículo revela que, cerca del animal, hay dibujados otros dos cerdos menos completos que parecen enfrentarse.

“Estos nuevos descubrimientos añaden peso a la opinión de que las primeras tradiciones modernas del arte rupestre probablemente no surgieron en la Europa de la Edad de Hielo, como se creyó durante mucho tiempo, sino en algún momento anterior fuera de esta zona, tal vez en algún lugar de Asia o África, donde nuestra especie evolucionó”, dice Brumm.

(A) Calco digital del panel de arte rupestre. (B) Cerdo 1. (C) Detalle del área de la cabeza del cerdo 1 [mejorado mediante un programa programa informático 'Decorrelation Stretch (DStretch)'. HC es la cresta de la cabeza; FW, verrugas faciales preorbitarias. El cerdo 1 muestra una característica morfológica no identificada, un par de protuberancias en forma de pezón en la zona inferior del cuello; estos están resaltados por flechas blancas en (C). Créditos de las fotos: AA Oktaviana, ARKENAS / Griffith University.

Según los investigadores, esta pintura rupestre también proporciona la evidencia más temprana de humanos anatómicamente modernos en la isla de Célebes. “El hallazgo respalda la hipótesis de que las primeras poblaciones de 'Homo sapiens' en asentarse en esta zona de Indonesia crearon representaciones artísticas de animales y escenas narrativas como parte de su cultura”, se lee en el artículo.

Para determinar la antigüedad de los dibujos, los científicos utilizaron una técnica llamada series de uranio que consiste en no datar la pintura en sí misma, sino los procesos geológicos asociados a la actividad artística. Marcos García-Diez (izquierda), profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid y codescubridor de las pinturas neandertales cántabras explica que, por la circulación del agua, en esas cuevas se forman películas muy finas de calcita sobre las paredes de la roca: “Son esas láminas, que están por encima de la pintura, las que se datan. Por lo tanto, si se sabe cuantos años tiene esa calcita, se puede saber que la pintura estaba allí antes. En este caso, hace más de 45.500 años″.

García-Diez coincide con Brumm y su equipo en que estos hallazgos están cambiando el paradigma del arte rupestre. “Todo el mundo pensaba que las primeras obras de arte estaban en Europa, pero el descubrimiento de este jabalí confirma que las pinturas figurativas más antiguas y documentadas están al otro lado del mundo, en esas islas de Indonesia”.

García explica que las pinturas de signos, puntos y líneas que hay en Europa, de hace aproximadamente 60.000 años, no son consideradas arte figurativo y no fueron realizadas por Homo sapiens, sino por una especie anterior. “A diferencia de las de nuestro continente, todo indica que las pinturas descubiertas en Célebes pertenecen a las primeras poblaciones de humanos modernos que probablemente cruzaron esta isla para llegar a Australia hace 65.000 años”, afirma García.

Izquierda: Leang Tedongnge, explicó el profesor Brumm, se encuentra en un valle que está encerrado por escarpados acantilados de piedra caliza y solo se puede acceder a él por un estrecho pasaje de cueva en la estación seca, ya que el suelo del valle está completamente inundado por la humedad. De hecho, dijo el equipo, la comunidad aislada de Bugis que vive en el valle escondido afirma que nunca antes había sido visitada por occidentales. Derecha: Los científicos descubrieron la obra de arte en la pared trasera de la cueva, colocada a gran altura del suelo.

Otro aspecto distintivo de estas pinturas es que en ellas no solo está dibujado el contorno como en la mayoría de figuras antiguas, sino que tienen líneas interiores. “No son pinturas de dos dimensiones; están coloreadas, tienen relleno”, dice García. Y continúa: “Con eso, los humanos de la época querían transmitir la idea de que el animal que estaban dibujando tenía masa, volumen, que no era una representación plana”.

Para el investigador español, la única controversia del hallazgo, que a su juicio no tiene duda en cuanto al método, la calidad de las muestras y el análisis químico, es que los autores del artículo insisten en que el jabalí es parte de una escena narrativa. “El artículo sugiere que, junto a este animal, hay otros dos cerdos menos completos que parecen enfrentarse. A mí esto no me parece que esté tan claro. Es un matiz, una cuestión de interpretación, de cómo leemos las figuras. Creo que es difícil intentar justificar una escena cuando el estado de conservación de las pinturas de los otros jabalíes no es buena. Creo que en vez de una escena, es una fotografía de la realidad, una representación fija”.

Fuentes: elpais.com | dailymail.co.uk | 13 de enero de 2021

Esta pintura de cerdo de 45.500 años es el arte animal más antiguo del mundo

Pintura del cerdo hallada en Leang Tedongnge. Crédito: AA Oktaviana

Hace unos 45.500 años, en la isla indonesia de Sulawesi, los humanos antiguos se aventuraron en una cueva y dibujaron la forma redondeada de un cerdo nativo, con una espalda erizada y verrugas en la cara. Los arqueólogos creen que este cerdo corpulento marca el dibujo más antiguo de una criatura descubierto hasta ahora en cualquier parte del mundo.

En un estudio publicado en Science Advances, una imagen del dibujo muestra al animal aparentemente mirando a otros dos cerdos en medio de una pelea. Los contornos de dos manos humanas están colocados cerca de la grupa del cerdo, y un parche erizado en el centro de la mezcla podría insinuar una cuarta criatura.

La pintura, realizada con trazos de ocre rojo en las paredes interiores de la cueva, fue descubierta en diciembre de 2017 por el arqueólogo local Basran Burhan (izquierda), actualmente estudiante de doctorado de la Universidad Griffith de Australia. Él ha liderado un pequeño equipo para buscar en las cuevas del sur de Sulawesi rastros antiguos de actividad humana cuando descubrió la figura pictórica del cerdo recién descubierto en un sitio conocido como Leang Tedongnge.

Según Adam Brumm (derecha), primer autor del nuevo estudio y arqueólogo de la Universidad Griffith de Australia, la antigua pintura porcina puede representar los mejores trofeos de caza.

“Son cerditos muy, muy pequeños, pero estos artistas antiguos los retrataron con una gordura resplandeciente, que imagino que tiene algo que ver con su interés en matar los cerdos más grandes y gordos que pudieran encontrar, que proporcionaran la mayor cantidad de carne y proteínas”, dice.

Si bien la pintura recién descubierta es el arte más antiguo del mundo que representa una figura, no es necesariamente el arte más antiguo. "Depende de la definición de 'arte' que se utilice", dice el coautor del estudio Maxime Aubert (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Griffith. En 2018 se han identificado algunos destellos de creatividad sorprendentemente antiguos, incluido un garabato similar a un hashtag de hace 73.000 años de Sudáfrica que algunos creen que es el dibujo más antiguo conocido.

Pero las pinturas recién descubiertas se suman a una tradición cada vez más rica de arte rupestre descubierto en toda Indonesia. Solo en Sulawesi, los científicos han identificado imágenes en unas 300 cuevas durante los últimos 70 años. Esto incluye las siguientes pinturas rupestres figurativas más antiguas: una viñeta de al menos 44.000 años de antigüedad que retrata la emoción de una caza antigua en la que humanoides de unos 60 a 120 centímetros de alto persiguen cerdos y parientes diminutos de búfalos de agua.

La serie de descubrimientos en Indonesia ha comenzado a cambiar el pensamiento de los científicos sobre cuándo, dónde y cómo volaron las primeras chispas de la creatividad humana, dice Aubert, alejándose de la "visión eurocéntrica del mundo" de que la pintura sofisticada comenzó solo cuando llegaron los humanos a Europa.

(A) Los enclaves de arte rupestre en estudio están todos situados en áreas kársticas de piedra caliza en la península suroeste de la isla. (B) Ubicaciones de las cuevas o refugios de piedra caliza mencionadas en el estudio: 1, Leang Tedongnge; 2, Leang Timpuseng; 3, Leang Barugayya 2; 4, Leang Bulu 'Sipong 4; 5, Gua Uhallie; 6, Leang Balangajia 1; 7, Leang Bulu Bettue; y 8, Leang Burung 2.

Primeros destellos de arte

Para determinar cuándo se creó la gran pintura del cerdo, un equipo internacional de investigadores se basó en el uranio radiactivo, que se forma naturalmente en la piedra caliza. A medida que el agua se filtra a través de la cueva, disuelve trozos de piedra caliza y su uranio, depositándolos en láminas delgadas a lo largo de las paredes de la cueva. Dado que el uranio se desintegra en torio a un ritmo conocido, los científicos pueden estimar una edad mínima analizando las cantidades relativas de estos dos elementos.

Los investigadores utilizaron un pequeño cincel para eliminar un grupo nudoso de minerales depositados en la pata trasera de la figura de cerdo más completa para la datación de uranio-torio, y los resultados indicaron que la pintura tenía al menos 45.500 años. También es posible que las pinturas sean aún más antiguas, ya que este método solo fecha los depósitos minerales en la parte superior del arte y no la pintura en sí.

Sin una datación adicional de los otros elementos de la escena, los autores aún no pueden confirmar si todo el mural se creó de una vez. Uno de los cerdos parciales está hecho de dos pigmentos de colores diferentes, que los autores señalan que pueden reflejar múltiples períodos de pintura.

El coautor del estudio, Adhi Agus Oktaviana (derecha), investigador en Pusat Penelitian Arkeologi Nasional, en Yakarta, Indonesia, dice que ha ganado un nuevo respeto por los artistas antiguos al trazar digitalmente fotografías de las figuras para el estudio.

“Creo que es increíble. Estimo que sabían exactamente cómo usar herramientas para dibujar, cómo administrar la composición de los paneles”, dice Oktaviana, quien también es estudiante de doctorado en la Universidad de Griffith.

Estos primeros destellos de arte reflejan un cambio vital en la forma en que nuestros antepasados ​​se relacionaron con su entorno y el paisaje circundante, dice April Nowell (izquierda), arqueóloga del Paleolítico en la Universidad de Victoria, en Columbia Británica, y que no formó parte del equipo de estudio. "Estaban imbuyendo su lugar de significado, tal vez con una dimensión simbólica", dice.

El nuevo estudio de Science Advances también documenta la edad de otra pintura de un cerdo en una cueva cercana, Leang Balangajia 1, descubierta por el equipo en una expedición de 2018 y datada al menos con 32.000 años de antigüedad. La actividad humana en la isla de Sulawesi fue confirmada previamente por la presencia de herramientas utilizadas para el procesamiento de ocre en el sitio cercano Leang Bulu Bettue, enterrado en capas de sedimentos que datan de al menos 40.000 años.

"Es posible que estuvieran usando ese pigmento para crear arte rupestre, pero no hemos podido establecer la conexión directa entre las herramientas y el arte rupestre en sí", dice Brumm. Aún con todo, con la cantidad de hallazgos de arte rupestre de antigüedad similar en la región, Brumm cree que la conexión es probable.

(A y B) Cueva Leang Balangajia 1. La cueva está ubicada en la red kárstica superior de una colina de piedra caliza (A); la entrada de la cueva (oculta por una densa vegetación) se muestra en el panorama fotosticado en (B). (C) Plano y sección de Leang Balangajia 1 (la estrella roja muestra la ubicación de la figura del cerdo datada). (D y E) Obra de arte datada: una gran pintura de contorno rojo de un cerdo. (D) Fotografía mejorada mediante un programa informático. (E) Trazado (el sombreado gris indica áreas exfoliadas del panel). La figura del cerdo mide 187 cm de largo y 110 cm de alto. FW, verrugas faciales preorbitarias, una característica diagnósticada en S. celebensis; HC, cresta de la cabeza. Se superponen cuatro plantillas de manos (de color más oscuro) sobre el cerdo. La figura del cerdo muestra una característica morfológica no identificada, un par de protuberancias peludas en forma de pezones en el área inferior del cuello (resaltadas por flechas en D y C). Créditos de las fotos: AA Oktaviana, ARKENAS / Griffith University.

Cambio de conversaciones

Hasta hace poco, gran parte de la conversación académica sobre sofisticadas pinturas rupestres se ha centrado en Europa. Las casas de fieras que atraviesan las paredes de la cueva Chauvet-Pont-d'Arc en el sur de Francia datan de aproximadamente 36.000 años. Las manadas de bisontes que bailan en el techo de Altamira, en el norte de España, son de la misma época. Y la multitud de manos extendidas y discos rojos de la cueva del Castillo, también en España, data de hace más de 40.800 años.

Pero en 2014, un equipo que incluía a Aubert y Brumm cambió el guión cuando anunciaron el descubrimiento de pinturas rupestres en Sulawesi que tenían al menos 39.900 años.

Investigadores españoles arrojan luz sobre la resistencia de los rapa nui tras la deforestación de la Isla de Pascua

Un conjunto de los enigmáticos moáis de la Isla de Pascua. © Andreas Mieth, Uni Kiel

Tras la pista de la legendaria Terra Australis, el marino holandés Jacob Roggeveen arribaba el 5 de abril de 1722 a una pequeña isla en mitad del Pacífico. Los exploradores europeos la bautizaron como Isla de Pascua (Rapa Nui) en honor al día de esta llegada, la Pascua de Resurrección.

Al bajar a tierra, encontraron las colosales y enigmáticas esculturas, los moáis, y también a un pequeño número de indígenas. Por aquel entonces, la isla se había quedado sin árboles, por lo que la civilización de los rapa nui se fue encaminando hacia su práctica desaparición.

Cuándo y cómo sucedió su colapso supone el otro gran misterio que ha acaparado el esfuerzo de los investigadores a lo largo de la historia. La teoría más extendida es que se produjo en torno al siglo XVII, tras una catástrofe ecológica, cultural y demográfica. Pero la cronología de estos sucesos se ha mantenido envuelta en ambigüedades hasta nuestros días.

Ahora, un nuevo estudio, liderado por el Museo Moesgard de Dinamarca y en el que ha participado la Universidad Pompeu Fabra, la Autónoma de Barcelona, la de Goethe de Fráncfort del Meno y la de Kiel, en Alemania, arroja luz sobre la continuidad cultural de los rapa nui tras el comienzo de la deforestación a través de una minuciosa investigación de pigmentos rojos usados por la civilización durante siglos.

«Aún no se ha determinado para qué se utilizaron. Sin embargo, está claro que el color rojo se consideraba sagrado en la Isla de Pascua. Representaba poder espiritual, fuerza física y fertilidad», asevera Marco Madella (izquierda), especialista en arqueología medioambiental de la Universidad Pompeu Fabra que ha participado en la investigación. Pese a que la presencia de este pigmento estaba bien documentada por los científicos, su origen y posible proceso de producción no estaban claros.

Hierbas secas como combustible

Los equipos del Museo Moesgard y la Universidad de Kiel ya habían documentado la existencia de cientos de pozos que contenían restos de estos pigmentos en varios puntos de la isla. Se dataron entre los siglos XIII y XV, después del inicio de la deforestación de la isla y antes de la primera llegada de los europeos, y se documentó que su fin era su elaboración y se sugería que hubo una producción de pigmentos a gran escala en la isla.

Ahora, el nuevo trabajo arqueológico ha hallado más pozos en puntos diferentes de Rapa Nui, por lo que «su presencia era mucho más común en la isla», señala Madella. En este estudio, cuyas conclusiones se han publicado en la revista científica The Holocene, el material analizado fecha las construcciones en el período entre el siglo XV y el XVII. De este modo, la producción y almacenamiento de pigmentos continuó en un volumen considerable después de la deforestación, por lo que las conclusiones apoyan la continuidad cultural en Rapa Nui en lugar del colapso.

El ecologista de la Universidad de Kiel, Andreas Mieth, documenta algunos de los pozos de pigmento expuestos en una terraza fluvial en la Isla de Pascua. © Hans-Rudolf Bork, Uni Kiel.

A pesar de que se desconoce con exactitud su fin, «es posible que se hubieran utilizado para pintar el cuerpo, porque su fina consistencia hace que sean fáciles de aplicar sobre la piel. Otro uso podría haber sido la decoración de imágenes de piedra o para pintar parte de los moai», aventura el científico, que señala que esto apoyaría el hecho de que lo necesitaran elaborar en abundancia.

Esta investigación ha podido identificar además por primera vez cómo se producían los pigmentos en las construcciones halladas. El equipo de Madella ha analizado los fitolitos, unas partículas microscópicas de sílices opalina (igual que el vidrio) que se forman en las células vegetales. Su estudio ha mostrado que el pigmento rojo se basa en el óxido de hierro hematita, que los rapa nui produjeron en estas construcciones calentando la roca, que después era triturada.

Imagen de una laminas de micromorfología del sedimento de Poike (Isla de Pascua) donde se puede apreciar la cantidad de fitolitos de gramineas (rectángulo blanco). FOTO. Universidad de Kiel.

«La evidencia del uso del fuego para procesar las piedras proviene de material vegetal carbonizado, que se encuentra en capas de color oscuro en todo el pigmento rojizo que rellena los pozos», apunta este especialista. Los habitantes de la Isla de Pascua ya habían talado gran parte de sus bosques, por lo que la madera apenas estaba presente como combustible. En su lugar, los rapa nui utilizaban grandes cantidades de hierbas secas.

Los pozos donde se elaboraba también funcionaban como almacenaje y algunos de ellos tenían una especie de tapón para proteger el contenido. «Es posible que la producción de pigmentos se concentrara en determinados momentos del año (por ejemplo, cuando las hierbas utilizadas como combustible eran más frecuentes y estaban más secas) y después lo producido se conservaba en el mismo lugar», puntualiza Madella.

Uno de los hoyos se llenó de pigmento rojo. Las bandas oscuras en el relleno del pozo provienen de la hierba carbonizada. © Andreas Mieth, Uni Kiel.

También siguieron construyendo moáis

Esta investigación sigue la misma línea que un estudio que se publicaba en el Journal of Archaeological Science en febrero del pasado año. En esta ocasión, los investigadores de la Universidad de Binghamton y de la Universidad Estatal de Nueva York se centraron en los ahu, las plataformas ceremoniales sobre las que después se erigían los enigmáticos moái.

De acuerdo con sus conclusiones, las piezas aparecieron antes de su colonización, entre principios del siglo XIV y la mitad del XV, se incrementaron rápidamente, y que, en contra de lo que se creía, tuvieron un ritmo constante de construcción que continuó más allá del contacto europeo en 1722, mucho más tiempo después de lo que se pensaba anteriormente.

Por tanto, el estudio tampoco encontraba evidencias de un colapso anterior a esa colonización en la Isla de Pascua. Antes, al contrario, coge fuerza el hecho de que se una a las filas de las comunidades resilientes que continuaron con sus tradiciones ancestrales a pesar del impacto de la llegada de los europeos.

Fuentes: abc.es | upf.edu | uni-kiel.de | 14 de enero de 2021

El famoso egiptólogo Zahi Hawass halla en Saqqara cientos de ataúdes y otros vestigios del Imperio Nuevo

El egiptólogo Zahi Hawass posa durante el anuncio oficial de los descubrimientos realizados por una misión arqueológica que dirige en la necrópolis egipcia de Saqqara, al sur de El Cairo (Khaled DESOUKI / AFP).

Es, tras 5.000 años de su primer esplendor, y con perdón de los estudios del gran Jean-Philippe Lauer, el gran momento de Saqqara. Los descubrimientos que se están haciendo últimamente en el inmenso yacimiento que fue la necrópolis principal de Menfis, obligan a revisar lo que se sabía de este conjunto monumental a 30 kilómetros al sur de El Cairo. Con Saqqara, Patrimonio de la Humanidad, está sucediendo lo que ocurrió con la necrópolis de Giza en los pasados años noventa: una explosión de hallazgos e investigaciones que cambian nuestra concepción del sitio y de la historia de Egipto.

El sitio de excavación donde el arqueólogo egipcio Zahi Hawass y su equipo han desenterrado un tesoro de antiguos sarcófagos, artefactos y cráneos en una vasta necrópolis al sur de El Cairo, en Saqqara, Foto: AP / Nariman El-Mofty)

Ahora, tras los extraordinarios descubrimientos de un recinto de momificación conectado con tumbas que señala un tratamiento casi industrial de la muerte y un conjunto de ataúdes y sarcófagos realmente asombroso por su cantidad y calidad, el famoso arqueólogo Zahi Hawass, que no podía perderse la fiesta egiptológica, ha anunciado su propia batería de hallazgos. Hawass, el insumergible exresponsable de las antigüedades faraónicas de su país y que fuera todopoderoso gestor de la arqueología en tiempos de Hosni Mubarak, ha dejado de momento sus excavaciones en el Valle de los Reyes y sus aledaños para trabajar en Saqqara, el lugar donde se concentran hoy en día los focos del interés mundial. Saqqara (del árabe sakhr, piedra), esconde aún una de las tumbas más buscadas de Egipto, la de Imhotep, arquitecto y visir del faraón Zoser faraón de la tercera dinastía del Imperio Antiguo.

Sarcófagos encontrados en la necrópolis de Saqqara. También se ha descubierto una lujosa capilla que alcanza una profundidad de 24 metros bajo el nivel del suelo. Aunque aún no se ha localizado la cámara sepulcral con la que estaría conectada. HANAA HABIB. REUTERS.

Un sarcófago descubierto en la necrópolis de Saqqara (El Cairo). Los descubrimientos que se están haciendo últimamente en el inmenso yacimiento, que fue la necrópolis principal de Menfis, obligan a revisar lo que se sabía de este conjunto monumental a 30 kilómetros al sur de El Cairo. KHALED DESOUKI. AFP.

Un sarcófago de madera adornado en la necrópolis de Saqqara, en Egipto. Se trata del templo funerario de la reina Nearit, esposa del rey Teti, primer rey de la Sexta Dinastía del Reino Antiguo (2686-2181 a. C.), según el jefe de la misión y arqueólogo egipcio Zahi Hawass. También se encontraron los planos de la distribución del templo.

El egiptólogo, que dirige una misión egipcia en cooperación con el Ministerio de Antigüedades y por medio de la Biblioteca Alejandrina, señala como lo más interesante de sus hallazgos los que han realizado en el templo funerario de la reina Nearit, la mujer del faraón Teti (primero de la sexta dinastía del Imperio Antiguo), una estructura parcialmente descubierta hace años); el descubrimiento de numerosos pozos funerarios, sarcófagos (se habla de cientos) y momias que datan, y esto es importante, del Imperio Nuevo (hace 3.000 años); el de un papiro de cuatro metros de longitud por un metro de ancho con el texto del capítulo 17 del Libro de los Muertos y el de numerosas estatuas, estelas, juguetes, maquetas de barcos funerarios y máscaras de momia, también del Imperio Nuevo, una época de la que Saqqara, espectacularmente rica en vestigios del Imperio Antiguo y luego de época tardía, presenta muchos enigmas.

Uno de los sarcófagos hallado y restos de un papiro de cuatro metros de largo sobre el 'Libro de los Muertos'. Fotos: Ministry of Tourism and Antiquities.

El arqueólogo egipcio Zahi Hawass, en la necrópolis de Saqqara. Hawass ha dejado de momento sus excavaciones en el Valle de los Reyes y sus aledaños para trabajar en Saqqara, el lugar donde se concentran hoy en día los focos del interés mundial. KHALED DESOUKI. AFP.

Según Hawass, “estos descubrimientos reescribirán la historia de la región, especialmente durante las dinastías XVIII y XIX del Imperio Nuevo, durante las cuales el faraón Teti fue adorado y numerosos personajes enterrados alrededor de su pirámide”. En cuanto al templo funerario de Nearit, se ha descubierto su diseño, y tres almacenes de adobe construidos para albergar las provisiones del templo, ofrendas y herramientas empleadas en la tumba de la reina.

Una arqueóloga cepilla cráneos antiguos desenterrado en la necrópolis de Saqqara. Foto AP / Nariman El-Mofty.

Uno de los sarcófagos encontrados en la necrópolis de Saqqara. Los hallazgos confirman la existencia en la necrópolis de numerosos talleres para producir ataúdes y otros bienes funerarios, así como para realizar las tareas de momificación.

Entre lo más importante también, la excavación de 52 pozos funerarios de hasta 12 metros de profundidad y en su interior cientos de sarcófagos de madera del Imperio Nuevo. La misión recalca que es la primera vez que se hallan sarcófagos de hace tres mil años en la zona de Saqqara. Los mismos son antropomorfos y decorados con escenas de divinidades y textos funerarios. Se ha descubierto también una lujosa capilla, igualmente del Imperio Nuevo, que alcanza una profundidad de 24 metros bajo el nivel del suelo; aún no se ha localizado la cámara sepulcral con la que estaría conectada. Hawass confía en encontrar estructuras no saqueadas por los ladrones de tumbas.

Una de las piezas encontradas en la necrópolis de Saqqara. Los nuevos descubrimientos incluyen 52 pozos de enterramiento, de entre 10 y 12 metros de profundidad. Además, había más de 50 ataúdes de madera que datan del Reino Nuevo (1520-1075 a.C.) descubiertos dentro de estos pozos. NARIMAN EL-MOFTY. AFP.

Un visitante toma fotografías junto a un sarcófago de madera desenterrado en la necrópolis de Saqqara. Los ataúdes encontrados son antropomorfos y decorados con escenas de divinidades y textos funerarios. KHALED DESOUKI. AFP.

Los hallazgos confirman la existencia en la necrópolis de numerosos talleres para producir saercófagos y otros bienes funerarios, así como para realizar las tareas de momificación. Entre los objetos hallados en los pozos, destacan estatuas de deidades como Osiris y Ptah-Soker-Osiris.

Conjuto de 'ushebtis' y otros objetos hallados en la excavación. Foto: Ministry of Tourism and Antiquities

En cuanto al excepcional papiro, consta su propietario: Pw-Kha-Ef. El mismo nombre ha sido hallado en cuatro ushebtis, esto es, estatuillas funerarias, y en un ataúd de madera antropomorfo. La misión ha descubierto también numerosas máscaras funerarias de madera y una capilla dedicada a Anubis, así como estatuas del mismo dios guardián de las necrópolis, y una serie de juegos de Senet (similar a nuestro ajedrez) para entretener a los difuntos en la otra vida. Un hallazgo destacado es una magnífica hacha de bronce que indica que su propietario era un líder del ejército en el Imperio Nuevo.

Hacha de bronce hallada por la misión de Hawass en Saqqara.

Los descubrimientos son muy numerosos. Entre ellos, también, la estela de un difunto y su esposa identificados como Kha-Ptah y Mwt-em-wia. En los grabados en relieve aparecen junto a seis hijos e hijas, una de las cuales lleva el nombre de Nefertari, que es el mismo de la famosa esposa real principal del faraón Ramsés II, mientras que uno de los varones luce el de Kha-em-waset, el del célebre hijo de Ramsés II considerado el primer egiptólogo por su interés en restaurar los antiguos monumentos del país. Es una prueba de que ambos nombres debían ser populares.

Una momia descubierta en la necrópolis de Saqqara. También se han desenterrado estatuas, estelas, juguetes, botes de madera y máscaras funerarias que datan del Reino Nuevo. KHALED DESOUKI. AFP.

En cuanto a los hallazgos antropológicos, se ha podido determinar en la momia de una mujer que la difunta padecía una enfermedad crónica febril, típica de estar en contacto directo con animales y que le produjo un absceso en el hígado.

Fuentes: elpais.com | elpais.com (fotos) | timesof israel.com | eluniversal.com.mx| 17 de enero de 2021