Armas excepcionales, dioses extraños y joyas de oro: los increíbles tesoros rumanos llegan a Madrid

Una sensacional muestra en el Museo Arqueológico Nacional, con más de 800 piezas de 40 museos rumanos, presenta un milenio de historia de un territorio que fue provincia romana, pero mucho más.

Un tal Alejandro, natural de Abonutico, una localidad situada en la actual costa turca que desemboca en el Mar Negro, fue un falso profeta del siglo II d.C., que, en un momento de incertidumbre, decidió inventar una nueva divinidad oracular y salutífera, protectora de enfermedades y que ayudaba a las mujeres a ser más fértiles y engendrar más varones. La llamó Glykon. Dijo que había nacido del huevo de una oca y la representó con una forma extrañísima: con cuerpo de serpiente, cola de león, cabeza de perro y pelo y orejas humanas. En la ciudad rumna de Constanza, en el Museo de Historia, se conserva la única escultura de esta singular deidad del panteón romano (abajo).

Es una obra tallada en un único bloque de mármol de una belleza impresionante, que hipnotiza con solo mirarla. Y ahora se expone en Madrid, en el Museo Arqueológico Nacional, en el marco de una exposición temporal que es una auténtica maravilla: Tesoros arqueológicos de Rumanía. Las raíces dacias y romanashasta el 27 de febrero—. Para Ernest Oberländer-Târnoveanu, comisario de la muestra junto al director del MAN, Andrés Carretero Pérez, la de Glykon, que abandona su refugio por primera vez, "es la pieza más fascinante" de las 800 que proponen un detallado y sugerente recorrido por más de un milenio de hostoria, desde el siglo VIII a.C. al VII d.C., de un país cuya riqueza cultural abruma más allá de la leyenda de Drácula.

El montaje expositivo se centra en la época que dacia fue provincia romana, desde el triunfo bélico del emperador Trajano en el año 106 d.C. contra el monarca local Decébalo, representado en su célebre columna de Roma, hasta 271, cuando la presión de los pueblos de la otra orilla del Danubio durante el reinado de Aureliano se hizo insostenible para las legiones. Fueron algo menos de dos siglos de romanización que dejaron una influencia abrumadora en la región, desde el idioma hasta la administración territorial y las creencias religiosas.

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Los hallazgos arqueológicos de este periodo son muy reveladores: un documento escrito sobre la creación del municipio de Troesmis, una tablilla de madera encerada en la que se recoge un contrato de trabajo de un minero del oro, con su salario detallado y los castigos que sufriría de incumplirlo; monedas propagandísticas que no solo reflejaban la divinidad del princeps, sino también las temibles armas dacias que quebraron muchos huesos romanos y pasaron a formar parte de sus ejércitos; una estatuilla de ámbar de Eros, el dios del amor, que monta un carruaje tirado por un pájaro; o una lápida funeraria de un gladiador que murió en la arena luchando contra un bisonte.

Umbo de escudo de hierro, una pieza maestra del siglo I a.C. dacio y de gran dificultad de ejecución. Óscar Cañas. Europa Press.

Pero quizás lo mejor de esta exposición, que reúne piezas de cuarenta museos rumanos, es decir, lo más selecto de su patrimonio histórico, son las salas dedicadas al periodo prerromano, a la refinada y avanzada sociedad geto-dacia. "Eran pueblos de agricultores y ganadores, muy móviles, y su evolución guerrera la determinó el contacto con los nómadas de las estepas orientales, los escitas, en los siglos VII-VI a.C.", explica Ernest Oberländer.

Y además, protagonizaron un importante avance bélico: los arqueólogos han situado en la zona de los montes Cárpatos y la cuenca del Bajo Danubio, a finales de la Primera Edad del Hierro, la aparición de un nuevo estilo de lucha a caballo usando arco y flechas y una espada de origen persa, la akinakes. "En ese momento se transformó el uso de los équidos como símbolo de estatus social", subraya el comisario. La élite ornamentó sus monturas con ricas piezas de oro y plata, como revela el conjunto de accesorios de arnés del llamado tesoro de Stâncesti.

Entre el siglo V a.C. y el cambio de era la sociedad geto-dacia alcanzó su clímax. Los ajuares de las tumbas principescas evidencian que fueron excepcionales artesanos del hierro —se muestra un caldero modelado de una forma única en Europa— y grandes cultivadores de las joyas áureas, como el espectacular casco de Cotofenesti, decorado con unos ojos mágicos que protegían de los maleficios y asustaban al enemigo y con escenas de un sacrificio de cordero y animales fantásticos —grifos y esfinges—, que probablemente lució un niño o una mujer por sus reducidas dimensiones.

Casco principesco Cotofenesti, un yelmo tracio del siglo V y una de las piezas más valiosas de la muestra. / R. C.

"Las fuentes griegas mencionan la existencia de amazonas en esta zona", desvela el director del Museo Nacional de Historia de Rumanía sobre la población femenina. "Pero no tenemos información concreta de que fuesen guerreras. Las aristócratas seguramente desempeñaron algún tipo de papel militar, más allá del religioso, por algunos descubrimientos realizados".

Los geto-dacios fueron un pueblo que trazó importantes contactos comerciales, culturales y políticos con el mundo grecorromano, los celtas o los tracios. Esos vínculos que empezaron en la prehistoria y se extendieron hasta la época tardoantigua, con la aparición de los "bárbaros", es uno de los ejes conductores de una muestra que precisamente celebra el 140 aniversario de las relaciones diplomáticas entre Rumanía y España. Ello explica la cantidad de guiños que las piezas seleccionadas y el discurso expositivo hacen a Hispania o la península ibérica a partir de la conquista romana, como una lápida funeraria de un soldado de la Cohors II Hispanorum hallada en la zona de las Puertas de Hierro del Danubio.

Otro casco dacio excepcional de la época prerromana. Óscar Cañas. Europa Press.

No menos interesante resulta la última parte de la muestra, dedicada a la irrupción de los pueblos bárbaros en Dacia, como godos, vándalos y alanos, que en cruzaron Europa llegando hasta la península ibérica, y que refuerza esa conexión entre ambos países. Un periodo (siglos III-VIII d.C.) que presenciaron un terremoto religioso y social, pero que, a tenor de las piezas que se exhiben, también cosechó riquísimas piezas, como las que conforman el tesoro de Pietroasele, formado por unas espectaculares fíbulas de oro en forma de águilas y un vaso ritual del mismo material con la diosa madre tierra en el centro y otras divinidades germánicas a su alrededor.

Tesoro de Pietroasele. Antigüedad Tardía. Siglo V d.C.

Piezas que conforman el tesoro de Pietroasele, descubierto en el distrito de Buzau. Las ilustraciones de la muestra, como la de la imagen, son obra del artista rumano Radu Oltean, autor de 'Dacia. La conquista romana' (Desperta-Ferro). Óscar Cañas. Europa Press.

Tesoros arqueológicos de Rumanía es una exposición sensacional no solo por el nivel cuantitativo de las piezas reunidas, muchas de las cuales salen por primera vez de su país. El recorrido está perfectamente engranado y dibuja de forma cronológica, con amplia información y temáticas —belicosidad, mundo espiritual, vida cotidiana, división social—, una historia lejana pero con muchas similitudes a la nuestra. Va a ser, sin duda, uno los mejores planes culturales para realizar en los próximos meses.

Fuentes: elespanol.com | madridiario.es | 29 de septiembre de 2021

Descubren en Indonesia una mandíbula humana de hace 25.000 años que podría dar pistas sobre cómo nuestros antepasados migraron de Asia a Australia

Detalles de la mandíbula de 'Homo sapiens' hallada en la isla de Sulawesi/Célebes (Indonesia).

Un equipo internacional de paleontólogos ha descubierto una mandíbula humana en una cueva en el suroeste de Sulawesi/Célebes, una de las principales islas de Indonesia. Los restos son el primer indicio de presencia humana en la isla durante la época del Pleistoceno, un período de gran cambio climático y rápida dispersión humana.

La mandíbula, completa con dientes, data de hace entre 25.000 y 16.000 años, aunque el equipo no pudo determinar el sexo o la edad del individuo. Sus resultados se publicaron en PLoS One.

“Este individuo en particular probablemente desciende de una población de humanos modernos que llegaron a Sulawesi en embarcaciones hace decenas de miles de años”, dijo a Gizmodo el autor principal, Adam Brumm (izquierda), arqueólogo del Centro Australiano de Investigación para la Evolución Humana de la Universidad Griffith en Brisbane, en un correo electrónico.

El sudeste asiático cuenta con un notable archivo de restos de homínidos escondidos en sus cuevas de piedra caliza. En los últimos años, las islas de Filipinas e Indonesia han albergado los descubrimientos de Homo floresiensis y Homo luzonensis, parientes humanos extintos que llevan el nombre de las islas en las que fueron descubiertos. En el pasado antiguo, los homínidos (nuestra propia especie y otras) se abrieron paso a través de las cadenas de islas, estableciendo tiendas en las cuevas de la región y pintando en sus paredes. Algunos en las Filipinas pueden haber cenado roedores gigantes que habitan en los árboles.

La mandíbula se encontró en Leang Bulu Bettue, una cueva en la región suroeste de Maros, en Sulawesi. El equipo sabía por un trabajo anterior que la capa de tierra de la que salió el hueso tenía entre 25.000 y 16.000 años, según varios métodos de datación: análisis de isótopos de estalagmitas expuestas durante esas excavaciones, datación por radiocarbono de conchas encontradas en la misma capa, ablación con láser, datación de un diente de cerdo encontrado allí, y datación óptica de la roca de feldespato en la capa. La cáscara con fecha de radiocarbono se usó anteriormente para el máximo de la capa, hace unos 22.300 años, pero, debido a cierta incertidumbre sobre la forma en que el agua puede deformar los resultados, en este trabajo los investigadores se remitieron a la datación isotópica de las estalagmitas, que tienen un rango más amplio de 24.800 a 16.000 años.

El mes pasado, un equipo diferente que incluía a Brumm anunció la recuperación de material genético de un esqueleto de 7.000 años en Sulawesi; los restos pertenecían a una mujer que tenía 18 años cuando murió durante el Holoceno. La mandíbula recientemente hallada es anterior a esos restos; hubo más tiempo entre este antiguo individuo y la mujer del Holoceno que entre la mujer del Holoceno y nosotros.

Trinchera excavada en Leang Bulu Bettue; una descripción general de la trinchera en el área de refugio de rocas vista de sur a norte (2017). Crédito: Brumm et al., 2021, PLOS ONE

Estalagmita datada usando análisis de serie U en Leang Bulu Bettue.

El nuevo hallazgo hace retroceder miles de años la existencia del Homo sapiens en Sulawesi/Célebes.

“Desafortunadamente, el espécimen es tan incompleto y fragmentario que realmente no puede decirnos mucho sobre la persona de la que proviene, aparte del hecho de que esta persona tenía muy mala dentadura”, dijo Brumm. Saben que la persona era adulta, debido a la erupción de un tercer molar, pero no pueden profundizar mucho más allá.

El estudio de la mandíbula mostró que la persona, cuyo género aún se desconoce, padecía una serie de enfermedades bucales. Los molares estaban muy gastados, lo que sugiere que la persona los había usado como herramienta para algún propósito. También hay evidencia de pérdida de dientes, enfermedad de las encías y caries. Esto sugiere que la dieta de la persona era rica en carbohidratos. Además, probablemente tenía dientes pequeños, lo que sugiere que, al igual que otras especies humanas primitivas de la isla, los que vivían en Sulawesi posiblemente eran de estatura pequeña en comparación con los seres humanos que vivían en Europa.

Detalle del fuerte desgaste de los molares de la mandíbula.

“Nos gustaría encontrar más restos del individuo del que proviene este pequeño fragmento”, agregó Brumm. “Deben estar enterrados en algún lugar del sitio, y si seguimos cavando, tal vez tengamos la suerte de encontrarlos algún día, o bien los restos de otros humanos primitivos enterrados en la cueva”.

Se desconoce si nuestra especie coexistió o chocó con otros homínidos en Sulawesi, pero es “ciertamente posible” que los diferentes grupos interactuaran entre sí, dijo Brumm. Habitaron la misma isla al mismo tiempo, después de todo. Quizás los hallazgos futuros cuenten más sobre esa historia.

Fuentes: es.gizmodo.com | phys.org | 30 de septiembre de 2021

Huellas fósiles prueban que los humanos poblaron las Américas miles de años antes de lo que se pensaba

Foto: Huellas humanas fosilizadas en el Parque Nacional White Sands, Nuevo México, con una antigüedad entre 23.000 y 21.000 años.

Nuestra especie comenzó a migrar fuera de África hace unos 100.000 años. Aparte de la Antártida, las Américas fueron los últimos continentes a los que llegaron los humanos, y los primeros pioneros que cruzaron el puente terrestre de Bering, ahora sumergido, que una vez unió el este de Siberia con América del Norte.

En ocasiones, durante la Edad de hielo del Pleistoceno, que terminó hace 10.000 años, inmensas capas de hielo cubrieron gran parte de Europa y América del Norte. El agua encerrada en estas capas de hielo bajó el nivel del mar, lo que permitió a la gente caminar por el puente de Bering desde Asia, a través del Ártico, hasta Alaska. Pero durante el pico del último ciclo glacial, su camino hacia el sur, hacia las Américas, fue bloqueado por una capa de hielo continental.

Hasta ahora, los científicos creían que los humanos solo viajaron hacia el sur de las Américas cuando esta barrera de hielo comenzó a derretirse, como muy pronto hace 16.500 años. Sin embargo, junto con otros colegas, hemos descubierto un conjunto de huellas fósiles que sugieren que los humanos pisaron el continente por primera vez miles de años antes.

El arqueólogo Thomas Urban realiza un estudio con magnetómetro de huellas de mamut en el Parque Nacional de White Sands. Crédito: David Bustos / Universidad de Cornell.

Estas huellas, desenterradas en el Parque Nacional de White Sands, en Nuevo México, fueron hechas por un grupo de adolescentes, niños y un adulto ocasional, y se han datado a la altura del Último Máximo Glacial, hace unos 23.000 años. Eso las convierte en, potencialmente, la evidencia más antigua de nuestra especie en las Américas.

Nuestros hallazgos apoyan la idea de que los humanos estaban presentes en la parte sur de América del Norte antes del último pico glacial, una teoría que hasta ahora se ha basado en pruebas controvertidas y poco confiables.

A la izquierda, huellas de zapatos modernas; a la derecha, huellas milenarias. Crédito: Matthew Robert Bennett.

Cambio de paso

Hay literalmente decenas de miles de huellas fósiles en White Sands. Juntas, cuentan historias de cómo los humanos prehistóricos interactuaron con la megafauna extinta de la Edad de Hielo, tales como los mamuts colombinos y los perezosos terrestres gigantes.

Las huellas se depositaron alrededor de los márgenes de un gran humedal, tal vez un lago después de la temporada de lluvias, pero en otras ocasiones más como un mosaico de cuerpos de agua. Hasta ahora, el problema había sido la datación de estas huellas. Sabíamos que fueron impresas antes de que la megafauna se extinguiera, pero no exactamente cuándo.

Esto cambió en septiembre de 2019 cuando el equipo encontró pistas con sedimentos intactos por encima y por debajo de las huellas. Dentro de ese sedimento había capas que contenían cientos de semillas del pasto común Ruppia cirrhosa. Estas semillas, cuando se fechan por radiocarbono, pueden revelar la antigüedad de las mismas. El análisis puso de manifiesto que las semillas eran de hace entre 23.000 y 21.000 años, lo que sugiere que los humanos hicieron visitas repetidas al lugar durante al menos dos milenios.

Algunas de las semillas extraidas en los sedimentos de las huellas. Crédito: Matthew Robert Bennet.

Las huellas de White Sands proporcionan una evidencia inequívoca de que los seres humanos estaban en las Américas en el apogeo del Último Máximo Glacial, en lugar de algún tiempo después, como se pensaba previamente. Esto es muy importante para nuestra comprensión del poblamiento de las Américas y la composición genética de los indígenas americanos.

Mediante el análisi del ADN de indígenas americanos modernos, los científicos han descubierto que sus antepasados ​​llegaron de Asia en varias oleadas, algunas de las cuales quedaron aisladas genéticamente. La causa de este aislamiento no está clara. Ahora, nuestra nuevo hallazgo de huellas proporciona una explicación, lo que sugiere que los primeros americanos estuvieron aislados al sur de la capa de hielo de América del Norte, solo para unirse después a otros cuando esa capa se derritió.

Nuestro descubrimiento también puede reabrir las especulaciones sobre otros sitios arqueológicos en las Américas. Uno de ellos es la Cueva de Chiquihuite en México (derecha). Los arqueólogos que han trabajado en la misma afirmaron recientemente que las evidencias que proporciona esta cueva sugieren que los humanos pudieron ocupar las Américas hace unos 30.000 años, 7.000 años antes de que seres humanos dejaran sus huellas en White Sands.

Sin embargo, algunos cuestionan los hallazgos de la cueva de Chiquihuite, ya que las herramientas de piedra pueden ser difíciles de interpretar y las piedras similares a herramientas se pueden formar a través de procesos naturales al moverse entre capas de sedimentos y rocas. Pero las huellas fósiles no pueden hacerlo. Están fijadas en la tierra, y, por lo tanto, brindan una evidencia más fiable de exactamente cuándo los humanos las dejaron impresas.

Patadas adolescentes

Tendemos a imaginarnos a nuestros antepasados ​​involucrados en luchas de vida o muerte, obligados a enfrentarse contra los elementos simplemente para sobrevivir. Sin embargo, las evidencias de White Sands sugieren un entorno lúdico y relativamente relajado, con adolescentes y niños pasando el tiempo juntos en grupo.

Quizás esto no sea tan sorprendente. Los niños y adolescentes son más enérgicos y juguetones que los adultos y, por tanto, dejan más huellas, al contrario que los adultos, que tienden a ser más económicos en sus movimientos.

Cómo podría haber sido White Sands hace 23.000 años. Crédito: Davide Bonadonna

Pero otra interpretación de esta nuevas huellas es que los adolescentes podían ser parte de la fuerza laboral de estas primeras bandas de cazadores-recolectores. Es posible que las huellas las hayan dejado jóvenes que iban a buscar y llevar recursos para sus padres prehistóricos.

En cualquier caso, los individuos que dejaron sus huellas en White Sands fueron algunos de los primeros adolescentes americanos. Impresas sus huellas en piedra, rinden un homenaje a sus antepasados, que ahora sabemos que caminaron por el largo puente terrestre hacia las Américas milenios antes de lo que comúnmente se creía.

La investigación, publicada en Science, fue realizada por científicos de la Universidad de Cornell, la Universidad de Bournemouth, el Servicio de Parques Nacionales, el Servicio Geológico de Estados Unidos y la Universidad de Arizona. Las huellas localizadas en el Parque Nacional de White Sands fueron descubiertas por primera vez por David Bustos, gerente de recursos del parque.

Fuentes: theconversation.com | phys.org | 23 de septiembre de 2021

Autores

  1. Professor of Environmental and Geographical Sciences, Bournemouth University

  2. Principal Academic in Hominin Palaeoecology, Bournemouth University

Excavan el anfiteatro de Pérgamo (Turquía) y hallan 'palcos' privados para la élite con nombres grabados en ellos

Personas de élite probablemente se sentaron en estos "palcos" en el anfiteatro de Pérgamo durante la era del Imperio Romano. (Crédito de la imagen: Mehmet Emin Menguarslan / Agencia Anadolu a través de Getty Images).

Un equipo de arqueólogos ha descubierto en el oeste de Turquía, en Pérgamo, el equivalente, en 1.800 años de antigüedad, de lo que eran los "palcos" en un anfiteatro gigante construido como réplica del Coliseo de Roma.

Durante las excavaciones se descubrieron dos bloques de asientos con inscripciones talladas en el lado este del anfiteatro, según una publicación de blog de Transformation of the Pergamon Micro-Region (TransPergMikro), el proyecto que está detrás de la excavación y financia que está siendo financiado por la German Research Foundation.

El anfiteatro de Pérgamo es uno de los anfiteatros mejor conservados de Asia Menor y un edificio importante para comprender la ciudad baja del Pérgamo romano y su desarrollo urbano. Aparte de Pérgamo, hay otros dos anfiteatros, uno en Kyzikos cerca de Balıkesir-Erdek-Balkız y otro en Anazarbos cerca de Adana-Kozan-Dilekkaya. A pesar de varios informes, hasta el día de hoy no se ha realizado ninguna publicación detallada sobre el anfiteatro de Pérgamo. Los planos de Charles Félix Marie Texier fueron el primer intento, pero son inexactos y retratan erróneamente el anfiteatro como ovalado en lugar de redondo.

Todos los segmentos de la sociedad asistían a los eventos del anfiteatro, pero "las inscripciones 'VIP' sugieren que las familias de élite tenían asientos privados en secciones especiales con sus nombres grabados en ellos", dijo Felix Pirson (izquierda), director de la sucursal de Estambul del Instituto Arqueológico Alemán, a la Agencia Anadolu, una organización de noticias estatal turca. El Instituto Arqueológico Alemán es una de las varias organizaciones alemanas y turcas que llevan a cabo la prospección arqueológica en la zona.

Hasta ahora, los arqueólogos que excavan el notable anfiteatro de Pérgamo han descubierto cinco áreas de asientos privados y se están realizando esfuerzos para comprender el número exacto. El anfiteatro fue construido durante la época romana y fue diseñado para ser muy grande, con el fin de darle una ventaja sobre otras ciudades antiguas de la región, incluidas Éfeso y Esmirna.

Además es conocido por su configuración única. "Se construyó entre la ladera de una montaña y la ladera occidental de una colina", según TransPergMikro. “Dado que este edificio fue construido entre dos vertientes, separadas por un arroyo, que se transmite a través de un canal de agua abovedado, se puede suponer que en la arena se podrían realizar las denominadas 'Naumachia' (un combate naval) o juegos de agua”, añade TransPergMikro.

Las peleas de gladiadores también atraían a una amplia audiencia al anfiteatro durante el siglo II, según la Agencia Anadolu. Al menos 25.000 espectadores, y posiblemente hasta 50.000 personas, podrían caber en el mismo, apunta Pirson.

Es uno de los anfiteatros mejor conservados de Asia Menor en la actualidad, pero nunca se ha publicado un estudio detallado y preciso sobre él, razón por la cual los arqueólogos de TransPergMikro y el Instituto Arqueológico Alemán y la Universidad Técnica del Instituto de Arquitectura de Berlín, están llevando a cabo las excavaciones con el permiso del Ministerio de Cultura y Turismo de Turquía.

Bajo el dominio romano, Pérgamo se convirtió en uno de los centros culturales y económicos más importantes de la región en el siglo II d.C., con una serie de obras de construcción, incluido el anfiteatro, un foro y monumentos. Sin embargo, entró en rápido declive en el siglo siguiente, y finalmente colapsó económicamente después de que sufriera graves daños en un terremoto en 262.

El arduo trabajo de excavación está dando sus frutos, pues los "palcos" no se habían documentado hasta ahora. "Este descubrimiento indica que los bloques de asientos inscritos para individuos privilegiados podrían encontrarse no solo en la 'ima cavea' [asientos de la primera fila] sino también en los niveles superiores", escriben los arqueólogos en el post.

"Otro detalle que nos llamó la atención fue que los nombres latinos estaban escritos en letras griegas", dijo Pirson. "Creemos que algunas personas de Italia tenían un lugar especial en el anfiteatro de Pérgamo".

El equipo excavó los palcos y los analizó con fotogrametría 3D, una técnica que implica tomar múltiples fotos detalladas de un objeto desde muchos ángulos para crear una imagen digital en 3D muy precisa.

Los bloques están ahora en exhibición en el patio de la Basílica Roja, un templo en ruinas de la antigua Pérgamo, en la ciudad turca de Bergama.

Fuentes: livescience.comdailymail.co.uk| 1 de octubre de 2021

Descubren raros artefactos de concha en el río Murray (Australia)

Una nueva investigación realizada por arqueólogos describe raros artefactos de conchas descubiertos en la estación Calperum y Murrawong (Glen Lossie) en el río Murray, en el sur de Australia.

Los artefactos fueron encontrados en sitios conocidos por los arqueólogos como basureros de conchas (también llamados concheros) durante viajes de campo de científicos de la Universidades de Flinders y Griffith, en colaboración con River Murray and Mallee Aboriginal Corporation y Ngarrindjeri Aboriginal Corporation.

Artefacto de concha perforada de la estación Calperum, en la región de Riverland de Australia Meridional. Crédito: Universidad de Flinders.

Dos de las conchas de mejillón de agua dulce modificadas están perforadas y la otra está dentada. Los autores dicen que la concha finamente dentada es un artefacto muy raro y se sabe que existen pocos ejemplos australianos semejantes.

Los descubrimientos tienen una antigüedad de alrededor de 6.000 a 600 años, más del doble de los ejemplos conocidos de tales artefactos en esta región.

Foto: Un conchero expuesto en el acantilado Pike sobre el río Murray. Credit: Flinders University

La profesora Amy Roberts de la Universidad de Flinders, autora principal del artículo, dice que si bien los basurales son algo común en muchas partes del país, los artefactos de conchas rara vez se identifican dentro de ellos.

"Estos artefactos nos recuerdan que los concheros no son solo los restos de comidas consumidas hace mucho tiempo, sino que también brindan información sobre las tecnologías aborígenes y sus actividades culturales. Es un objeto extraordinario para observar, pero también muy enigmático", dice la profesora Amy Roberts (derecha).

En más de 25 años de registrar sitios arqueológicos en Riverland, incluidos muchos cientos de basureros de conchas, el coautor Craig Westell (izquierda) dice que nunca se ha encontrado con un objeto como la concha dentada hallada.

Los usos potenciales de las conchas perforadas incluyen ornamentación, encordado de herramientas y raspado de fibras; mientras que una concha dentada puede haberse usado para ornamentación, retoques ociosos o como utensilio para poder comer.

Artefacto de concha dentada hallado en la estación Calperum, en la región de Riverland de Australia Meridional. Crédito: Universidad de Flinders.

El Dr. Chris Wilson (izquierda), arqueólogo e indígena Ngarrindjeri, dice que los relatos sobre el uso de conchas registrados por los ancianos aborígenes que vivían a lo largo del río Murray abrieron un espacio para que el equipo pensara en la importancia funcional, simbólica y estética de estos objetos.

"Estos recientes hallazgos de conchas confirman que nuestros antepasados ​​no solo fabricaban utensilios y herramientas para el uso diario, sino que también tenían el don de hacer piezas artísticas utilizando cualquier material que estuviera disponible".

"La investigación que Amy y su equipo hacen en asociación con los primeros pueblos del río Murray y Mallee ha sido muy apreciada, su trabajo nos brinda detalles más precisos de nuestra historia ancestral dentro de Riverland", dice la portavoz Fiona Giles, de River Murray and Mallee Aboriginal Corporation.

Foto: Fiona Giles en el lago Limbra en la Reserva Chowilla. ABC Riverland: Sam Bradbrook

El artículo, "Aboriginal Serrated and Perforated Shell Artifacts from the Murray River, South Australia", (2021) de A.L. Roberts, C. Westell, C. Wilson, M. Langley, River Murray and Mallee Aboriginal Corporation y Ngarrindjeri Aboriginal Corporation, ha sido publicado en Archaeology in Oceania.

Fuentes: Flinders University | Phys.org | 17 de septiembre de 2021

Una ciudadela amurallada de unos 5.000 años de antigüedad es la nueva joya arqueológica hallada en Algarinejo, Granada

Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Granada ha descubierto una ciudadela fortificada de hace unos 5.000 años en el sitio prehistórico de Villavieja (Fuentes de Cesna, Algarinejo, Poniente Granadino).

El enclave se adscribe a la Edad del Cobre, una etapa cultural en la que las comunidades de agricultores y ganaderos prehistóricos comenzaron a construir las primeras arquitecturas murarias de piedra que delimitaron sus asentamientos.

Los investigadores consideran que "este descubrimiento está llamado a ocupar un lugar destacado dentro de los conjuntos arqueológicos de Andalucía”, como apunta Antonio Morgado Rodríguez (izquierda), investigador del Departamento de Prehistoria y Arqueología y participante en el hallazgo. Los primeros resultados de la intervención están permitiendo esclarecer la monumentalidad del lugar y su excepcional grado de conservación.

La muralla de Villavieja fue creada en una plataforma elevada que se proyecta visualmente sobre un extenso paisaje recorrido por el río Genil. Actualmente forma parte del embalse de Iznájar, que limita las provincias de Granada, Córdoba y Málaga.

El dominio paisajístico es uno de los atractivos de este sitio enclavado en el centro de Andalucía. “La potente línea de muralla imprime marca de excepcionalidad, con un desarrollo de trescientos metros de extensión que son perfectamente visibles y que cierran una superficie de 2,7 hectáreas”, detalla Antonio Morgado.

La intervención de esta campaña está permitiendo esclarecer, en su sector central, detalles sobre su arquitectura. Se ha documentado la presencia de contrafuertes que contribuyeron a su estabilidad y altura, actualmente con más de tres metros de alzada conservados. Junto a estos contrafuertes aparecen grandes torres semicirculares adosadas al muro principal. Completa la documentación la existencia de un muro adelantado que formaba un pasillo a modo de barbacana.


Los trabajos arqueológicos comienzan a ofrecer una visión edilicia de Villavieja, que implicó conocimientos tecnológicos destacados para estos primeros recintos amurallados prehistóricos.

A nivel cronológico, Villavieja es coetánea a los conocidos conjuntos monumentales puestos en valor por Andalucía en Los Millares de Almería y los Dólmenes de Antequera. La excepcional conservación de la altura de su muralla, su monumentalidad y la visión del paisaje confieren a este lugar unos valores que lo convierten “en una joya de la Prehistoria andaluza para el siglo XXI”, subrayan los investigadores de la UGR.

La actual campaña de excavación cuenta con el patrocinio del Ayuntamiento de Algarinejo y la Diputación de Granada dentro del Plan Provincial de Conservación y uso del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico Rural, junto a la colaboración de empresas (Bujarkay y Granada Comunicaciones).

El equipo de arqueólogos ha recibido apoyo mediante voluntariado de los vecinos y la Asociación de Mujeres de Fuentes de Cesna y otras localidades cercanas, lo que está ayudando a crear una conciencia de identidad colectiva sobre este patrimonio histórico.

Fuentes: granadadigital.es | eldiario.es | 28 de septiembre de 2021