Encuentran por primera vez una cocina griega en el yacimiento de Ampurias (Gerona)

Vista cenital de la estancia, una vez excavada, y de la estructura de la cocina griega del siglo VI a.C., descubierta en Ampurias. Dani Baños / Cedida por MAC-Ampurias.

Un equipo de arqueólogos ha encontrado por primera vez una cocina griega en el yacimiento de Ampurias (Gerona). Es una estructura de arcilla, que combina un horno y un fogón, y que se ha localizado en el antiguo barrio portuario. Data del siglo VI a.C., la época fundacional de la ciudad griega, y se cree que podría estar relacionada con un santuario que había en la zona, posiblemente dedicado a la diosa Deméter. Precisamente, porque en Grecia también se encontró una cocina similar que formaba parte de un lugar de culto. La campaña de excavaciones de este 2021 en Ampurias también ha acabado de hacer visible el acantilado donde se asentaba la Neápolis. Aquí destaca el descubrimiento de una gran espuela rocosa que protegía la pequeña cala natural donde había el primer puerto griego.

Ampurias es una de las sedes del Museo de Arqueología de Cataluña (MAC). Más de un siglo después de que empezara a excavarse, el yacimiento sigue dando sorpresas. El de este año ha sido un hallazgo singular. No sólo porque es inédita en Ampurias, sino también porque por todo el Mediterráneo se conocen muy pocos testimonios más.

Durante esta campaña, los trabajos arqueológicos se han focalizado en la antigua fachada litoral de Ampurias. En el siglo VI a.C., cuando los griegos levantaron la Neápolis, la morfología de la zona era muy diferente de la actual. El río Ter formaba un gran estuario y el agua del mar llegaba casi junto a donde ahora está el edificio del museo.

La estructura de la antigua cocina griega, donde había un horno y un fogón que se alimentaban con brasas. ACN.

Este 2021, los arqueólogos han seguido excavando toda esta zona. El objetivo era doble. Por una parte, hacer visible buena parte del antiguo acantilado encima del cual se asentaba la ciudad griega. Y por la otra, seguir descubriendo cómo era su barrio portuario (que se extendía hasta el límite del promontorio rocoso).

Estaba en este sector, formado por diferentes islas de edificaciones -o ínsulas- separadas por callejones, y donde los arqueólogos han desenterrado la antigua cocina griega. Es la primera que se encuentra en el yacimiento. En las casas de Ampurias, hasta ahora, aquello que se había localizado eran vestigios de chimeneas, las cuales se solían situar en el centro de las estancias y se utilizaban tanto para calentarse como para cocinar.

«En este caso, sin embargo, estamos hablando de una cocina con unas estructuras específicas, que nunca antes habíamos encontrado»
, concreta la responsable del MAC-Ampurias, Marta Santos Retolaza (izquierda). Está hecha con arcilla cocida y la formaban un horno (con una bóveda que no se ha conservado) y un pequeño fogón, que se alimentaban con brasas por la parte de debajo.

Miles de almejas

La cocina griega se fecha de la segunda mitad del siglo VI a.C., es decir, es paralela en la época fundacional de la Neápolis. Pero aparte de la estructura, aquello que la hace especial, también es la cantidad ingente de restos culinarios que los arqueólogos han encontrado dentro de la estancia donde se ha localizado

Unas arqueólogas excavando una chimenea de la estancia; en el fondo, la estructura de la cocina griega del siglo VI a.C. ACN.

Mezcladas con la tierra que las recubría, y donde también han aparecido trozos de cerámica griega, Marta Santos precisa que han salido «miles de conchas de berberechos», restos de pescados (espinas y escamas) y escasos fragmentos de huesos. De estas tierras, los arqueólogos han recogido muestras que se han enviado a laboratorios especializados, para intentar descubrir qué comidas se hacían.

Ya de entrada, sin embargo, aquello que llama la atención es la gran cantidad de almejas que se han encontrado junto a la cocina griegas. «Estamos hablando de un número extraordinario, que no es habitual en el consumo doméstico; por eso pensamos que esta cocina tenía que tener una función especial», dice la responsable del museo.

El sector norte de la ciudad griega de Empúries, donde se aprecian la espuela rocosa y todo el acantilado de la antigua fachada litoral. ACN.

Vinculada al santuario

La hipótesis con que trabajan los arqueólogos es que esta cocina tuviera relación con un santuario que había en la zona, el cual, de momento, con los vestigios que se han encontrado (ofrendas y terracotas), se cree que estaría dedicado a la diosa de la agricultura Deméter.

«Podemos pensar que esta cocina sería periférica al santuario y que estaría relacionada con sus comidas rituales», concreta Santos. «Podría servir para las comidas y celebraciones que se harían en torno a esta actividad de culto», añade a uno de los arqueólogos de Empúries, Pere Castanyer Masoliver (izquierda).

Para construir esta teoría, los arqueólogos se basan en otra cocina similar que se descubrió en Corinto. «Hay muy pocos paralelos de cocinas como esta en el mundo griego; y lo mejor, y casi lo único, se ha encontrado precisamente en un santuario», explica la responsable del MAC-Ampurias, Marta Santos. En concreto, se localizó en el yacimiento de Istmia, donde los griegos erigieron un templo en honor al rey del mar, Poseidón.

«Es una hipótesis muy sugerente y el hallazgo de la cocina es extraordinario, pero tenemos que ser cautos», explica Marta Santos, pues todavía hay interrogantes abiertos y habrá que excavar en profundidad la zona de Ampurias donde se situaba el santuario (junto al antiguo puerto griego) para «ir encajando todas las piezas del puzzle». De momento, después de volver a hacerse visible después de 1.500 años, la cocina griega se ha tapado de nuevo para preservarla.

Ciudad romana en primer plano,y ciudad griega de ampurias en segundo.

Espuela de roca
Aquello que sí que se puede ver, y que de hecho ha cambiado la fisonomía de toda esta zona del yacimiento, es el acantilado donde se asentaba la Neápolis. Este 2021, los arqueólogos han retirado toda la arena que lo cubría y han dejado a la vista buena parte del promontorio rocoso encima del cual se construyó la ciudad griega.

Aquí, subraya Pere Castanyer, destaca el descubrimiento de una gran espuela que protegía de los temporales la pequeña cala natural que acogió el primer puerto de Ampurias. Este puerto estaba situado directamente en la playa, donde habría roqueras y pantalanes, y se utilizó hasta el siglo II a.C.

«Fue entonces, coincidiendo con la llegada de los romanos, cuando este espacio dejó de ser eficiente y se construyó un puerto artificial más hacia el Levante», explica el arqueólogo de Ampurias. De este segundo puerto, precisamente, hoy día todavía se conserva parte del denominado 'espigón' (en realidad, un gran muro que aseguraba la protección ante los temporales).

En paralelo a recuperar la antigua topografía de la fachada litoral de Ampurias, los arqueólogos también han hecho sondeos y estudios para ver cuándo toda esta hondonada se cubrió de arena. Aquí, han contado con el apoyo del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña (CASC).

«Hemos identificado hasta donde llegaba el nivel del mar gracias a la fisura que las aguas dejaron al pie del acantilado, y también hemos podido recuperar moluscos incrustados en la roca que nos han ayudado en las dataciones», explica Pere Castanyer. «Estos sondeos revelan claramente que todo el proceso de relleno empezó a finales del siglo V d.C., y que en tan sólo cien años todo este espacio portuario quedó cubierto por la arena», precisa el arqueólogo.

Los arqueólogos descubriendo la enorme espuela rocosa que protegía la cala natural donde se estableció el primer puerto de Empúries. ACN.

Precisamente, fue entonces, durante los siglos IV y V d.C., cuando la población se trasladó hacia el interior y nació el núcleo tardoantíguo y medieval de Santa Margarida.

Las excavaciones en Ampurias se enmarcan dentro de un proyecto de investigación impulsado por el Museo de Arqueología de Cataluña (MAC) y el Departamento de Cultura dentro de la convocatoria de proyectos cuatrienales de investigación arqueológica. Profundiza en la importancia que los espacios portuarios tuvieron al yacimiento. Colaboran el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid y el Ayuntamiento de Escala.

Este proyecto cuatrienal empezó en el 2018 y se ha acabado este 2021. Pero la intención, como subraya Castanyer, es alargarlo. «En los próximos años queremos completar el conocimiento del barrio portuario griego, del puerto artificial construido por los romanos, del sector de Santa Margarida y también incorporar otras zonas que vemos fundamentales, como la de Riells o La Clota», precisa.

Dentro de estas nuevas intervenciones, el próximo año se ha previsto seguir excavando la zona junto al antiguo puerto griego donde estaría el espacio de culto dedicado a Deméter. Por eso, como paso previo para bajar hacia niveles inferiores, ya se han desmontado varias estructuras construidas encima de esta área entre los siglos XVII y XVIII y que formaban parte de un convento de monjes servitas, así como una rampa moderna.

«La investigación nos ha permitido avanzar muchísimo, pero todavía queda trabajo por hacer», explica Pere Castanyer, recordando que Ampurias siempre ha mirado al mar. Y su historia se explica, precisamente, a través de los espacios portuarios.

Fuente: diarimes.com | 7 de diciembre de 2021

Descubren en la localidad de Oxirrinco (Egipto) dos espléndidas tumbas de la dinastía XXVI (Saita)

Arqueólogos de la Universidad de Barcelona y de Egipto llevan en la ciudad de Osiris más de 30 años de excavaciones. FOTO: ARCHIVO.

La Misión Arqueológica en Oxirrinco de la Universidad de Barcelona-IPOA ha encontrado lo que cualquier egiptólogo sueña: una tumba inviolada. Todavía se desconoce la identidad del individuo momificado, pero se sabe que vivió durante la dinastía XXVI, denominada Saíta (664-525 aC.), la última liderada por egipcios. La arqueóloga Maite Mascort, que dirige la excavación con Esther Pons, conservadora del Museo Arqueológico Nacional, ha valorado el hallazgo “de excepcional”.

La tumba sellada contenía un sarcófago masculino de piedra caliza con una momia en su interior y cuatro tinajas canopicas a su lado. Crédito: Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Dentro de la tumba, cerrada y sellada, había un sarcófago antropomorfo masculino con la momia y todo su ajuar funerario, compuesto por los cuatro vasos canopes con las vísceras momificadas, 399 ushebtis de fayenza, un escarabeo de corazón, una malla funeraria de protección de la momia y varios amuletos, como udjats, escarabeos o una figura del dios Horus. “Todavía estamos estudiando las inscripciones de los vasos que, suponemos, nos revelarán la identidad de la persona enterrada”, ha detallado Mascort (izquierda).

La campaña de este año, que empezó el 10 de noviembre y finalizará el jueves, también ha descubierto una segunda tumba femenina del mismo periodo que había sido abierta ya en época antigua. En este caso, la tapa del sarcófago de piedra, también antropomorfo, se encontraba ligeramente desplazada. No obstante, en su interior todavía se conservaban gran cantidad de cuentas tubulares y esféricas de fayenza pertenecientes a la red funeraria que cubría a la difunta, así como un amuleto de piedra de un reposacabezas de una excelente calidad.

El sarcófago de la mujer se había abierto en la antigüedad. Crédito: Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Entre los hallazgos de la campaña, también destacan tres lenguas de oro de época romana que se colocaban como ritual funerario en el interior de la boca del difunto, tal y como ha explicado Mascort.

Restos humanos encontrados en una de las tumbas con una lengua de oro. Crédito: Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Igualmente cabe destacar que una de las momias romanas tenía un papiro encima del vendaje. "Hemos empezado a estudiar los textos", ha especificado Mascort, aunque el gran trabajo de momento es poder desplegar el papiro, que se encontraba enrollado y cuyo estado de conservación es delicado.

Alrededor de 400 figurillas funerarias 'ushabti' hechas de fayenza se encontraron en la tumba sellada. Crédito: Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Por su parte, el Director General de Antigüedades de Egipto Central, Yamal al Samastawi, ha señalado que la misión española ha estado trabajando en el área arqueológica de Bahnasa durante casi treinta años. Un tiempo provechoso en términos de descubrimiento en el que se han encontrado muchas tumbas que datan de las épocas saíta, grecorromana y copta.

Escarabajos y amuletos encontrados en la tumba sellada. Crédito: Ministerio de Turismo y Antigüedades de egipto.

El yacimiento de Oxirrinco, fechado entre los años 664 a.C. y 7d.C., se encuentra a 190 kilómetros al sur de El Cairo y es uno de los más extensos de Egipto. Famoso por el hallazgo de numeroso papiros a finales del siglo XIX, volvió a ser excavado hace 29 años por una misión liderada por la Universidad de Barcelona.

Fuentes: lavanguardia.com | archaeologynewsnetwork.blogspot.com | 5 de diciembre de 2021

"Una historia politica de la rueda", de Raphaël Meltz

Cuando los soldados españoles de Hernán Cortés conquistaron el Imperio azteca en la segunda década del siglo XVI, se impusieron sobre una sociedad próspera, muy poblada, con asombrosos conocimientos de ingeniería, arquitectura o astronomía en muchos casos superiores a los de sus conquistadores. Pero había un par de cosas que no conocían. La primera es célebre: los caballos que asombraron y aterrorizaron a los mexicas. La segunda no tanto: en México no existía la rueda. Y, por tanto, no existía ninguna clase de vehículo terrestre, ni carros, ni poleas, ni cabestrantes, ni máquinas elevadoras, ni tornillos... Lo cual no impidió que aquella gente erigiera un palacio como el de Moctezuma que Cortés describió así por carta a Carlos V: "Es tan maravilloso que me parece casi imposible explicar la belleza y la grandeza. Me limitaré a decir que no hay nada parecido en España".

Y, sin embargo, ocurre algo muy extraño: los niños aztecas sí jugaban con pequeños carros con ruedas. Es uno de los mayores misterios de la historia. ¿Cómo es posible jugar a conducir un vehículo sin haberlo conducido nunca?

Mapa de Tenochtitlán fechado en 1524. (Friedrich Peypus/C.C.)

Cuando alguien nos viene con alguna gran idea que en realidad es banal y archisabida, solemos reírnos de él preguntándole si acaso se cree que ha reinventado la rueda. Porque la rueda simboliza la apoteosis del ingenio humano, algo que parece que nos acompaña desde el primer momento que pusimos pie a tierra tras bajar de los árboles. Pero esto es falso. La rueda en realidad es muy reciente, apenas tiene 3.500 años. Los egipcios la conocían y la desdeñaron para construir las pirámides. Y ni una sola de las espléndidas civilizaciones de la América anterior a la conquista usaron ruedas. Salvo para los juguetes de los críos. ¿Y si la rueda no fuera tan buena idea? Aún más. ¿Y si la rueda hubiera sido el peor invento de la humanidad? Algo así defiende el provocador escritor francés Raphaël Meltz en "Una historia política de la rueda" (Turner).

"El objeto que hoy llamamos 'rueda', que mueve bicicletas, coches y trenes, es un fracaso. Por fricciones de un lado (fallo técnico) o por el error en el que hundió a la humanidad al hacernos creer que era necesario ir siempre más rápido, más lejos (fracaso filosófico). Según lo que cada uno piense, según sus ideas políticas y filosóficas, elegirá uno u otro, pero siempre quedará la sensación de fracaso". El lector que llegado a este punto ande barruntando, con razón, que le estamos tomando el pelo, debería leer un poco más. Prepárense para una historia fascinante, heterodoxa y casi secreta donde se encontrará a refractarios de todas las culturas, de izquierdas y derechas. Una historia en la que no todo va sobre ruedas.

Carro de guerra hallado en la tumba del faraón Tutankamón.

¿Pero quién inventó la rueda?

Los primeros en estrenar el género Homo irrumpen a lomos de la selección natural hace entre tres y cuatro millones de años. Hace 300.000 aparecen los primeros Homo sapiens que ya son 'casi nosotros' aunque todavía no del todo, falta un salto en la complejidad neuronal que debió ocurrir alrededor del 40.000, cuando los yacimientos dan fe de una auténtica explosión creativa primero en la variedad de las herramientas y luego en el arte o las primeras manifestaciones religiosas. Y aún deben transcurrir más de 30.000 años para que, en torno al 4.000 a. C., nuestra especie invente la agricultura, la ganadería, la escritura... y la rueda. Esta última, por cierto, no en todas partes. En cualquier caso, ¿quién llegó primero?

Los sumerios cuentan con muchas opciones pues en las tumbas reales de Ur datadas entre 2.600 y 2.360 a. C. se han hallado carros funcionales con ruedas, y las referencias en tablillas escritas en cuneiforme son aún más antiguas y ofrecen una datación redonda y espléndida: el año 3.500 a. C. La fecha parecía sacrosanta para la arqueología hasta que en los años 70 unas excavaciones en los alrededores de Cracovia a la búsqueda de restos de la llamada 'cultura de los vasos de embudo' que ocupó aquella zona en el cuarto milenio a. C. encontraron un grabado con una representación muy precisa de un carro con sus dos ejes, sus cuatro ruedas y una quinta (¿de repuesto?) en el medio. La datación con carbono dio una fecha para el dibujo: el año 3.520 a. C. El margen es tan escaso que no es posible afirmar que la rueda se inventara en un Europa en lugar de Oriente Medio, pero no deja de resultar asombrosa la cercanía entre ambas fechas.

La rueda se difundió con rapidez aunque, repetimos, no en todas partes. Dio sostén y rapidez a los letales carros de guerra para los que fueron necesarios también domesticar a los caballos salvajes que recorrían las inmensas estepas euroasiáticas y que demostraron tal eficacia letal que se expandieron rápidamente por Asia y Europa no tanto por ejemplo en el Egipto de los faraones que la usaron sin mucha pasión. Pero existió 'otro mundo', un mundo sin ruedas como la América precolombina donde civilizaciones espléndidas no la necesitaron para nada. ¿Por qué no inventar la rueda? ¿Cuál sería el reverso tenebroso de un hallazgo tan aparentemente crucial?

Carro sumerio. 2.600 a. C.

Razones para el 'gran rechazo'

Afirma Raphaël Metz en su libro, un ensayo tan provocador como fascinante: "Los aztecas, como sus antecesores (olmecas, mayas, toltecas...), como sus vecinos (nazcas e incas en Perú y todos los demás), no buscaban conseguir la acumulación infinita de riquezas. Cuando Moctezuma conoció a Cortés, le dijo: 'Sé que mis enemigos te dijeron que tengo palacios con paredes de oro, alfombras y otras cosas de oro. [...] Mis palacios, los has visto: son de piedra, cal y tierra. [...] Es cierto que tengo unos objetos de oro que recibí de mis antepasados; todo lo que tengo es tuyo si lo deseas".

El lector que quiera ahondar en si la rueda es en realidad un ingenio peligroso que podría, incluso, como llega a dejar caer el autor "abocarnos a nuestra propia extinción", debiera leer su libro, desbordante de ideas, matices, mitos y leyendas. Pero un resumen de urgencia para terminar diría algo así como que, pese a lo que rece a la economía clásica, el afán voraz por poseer riquezas, por ir más alto, más lejos, más fuerte no es consustancial a la naturaleza humana, sino solo a una cultura concreta, la occidental, que, al tornarse hegemónica, ha permitido confundir una cosa con la otra impidiéndonos pensar otros ejes de coordenadas que, lejos de ser utópicos, han sido en los que se ha movido la humanidad durante la mayor parte de su paso por el planeta, un planeta mucho mejor cuidado y no bajo la espada de Damocles de la catástrofe medioambiental. Tal vez sin la rueda llegaríamos más tarde, pero ¿a qué tanta prisa?

¿La bicicleta es más rápida que el coche?

Las cuentas eran irreprochables y causaron una auténtica conmoción. Las publicó el heterodoxo pensador austríaco Iván Ilich en los 70 y básicamente demostraban que el coche es un invento absurdo -y letal- que, si se mira bien, en realidad es más lento que una simple bicicleta, que además es mucho más saludable.

Explicaba Ilich que un estadounidense promedio pasa más de 1.600 horas al año en su automóvil. Este cálculo suma las horas que pasa en el vehículo y las del tiempo de trabajo necesario que le permite pagar dicho auto (al contado o a plazos) y sus extras: gasolina, seguros, peajes, multas...

El mismo estadounidense promedio recorre unos diez mil kilómetros al año. ¿Cuál es pues su velocidad? Apenas 6 kilómetros por hora. En una bicicleta viajaría unos 12 kilómetros por hora....

Hoy, actualizados esos datos, y como los salarios han aumentado más que el precio de transporte, los coches ya logran ir 'un pelín' más rápido que las bicicletas. Entre 13-23 km/h frente a 12-18 km/h. Pero los estudios demuestran que ese breve tiempo perdido en bici se recupera con creces en esperanza de vida.

Y es que si usted pedalea en lugar de conducir vivirá de media 2,5 años más.

Fuente: elconfidencial.com | 1 de diciembre de 2021

Estudian cómo influyó el cambio climático en el periodo de transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a sedentarias en el Levante

El enclave arqueológico prehistórico 'Jordán River Dureijat' ('Escaleras del río Jordán') a orillas del lago Paleo Hula. Crédito: Gonen Sharon, Tel-Hai College.

Sobre la base de la identificación de restos de plantas, los investigadores de la Universidad de Tel Aviv y el Tel-Hai College han tratado de proporcionar la primera reconstrucción detallada del clima en la tierra de Israel al final de la última Edad de Hielo (20.000-10.000 años antes del presente).

Los investigadores afirman que los cambios climáticos significativos que caracterizaron este período, manifestados por diferencias marcadas en la temperatura y la precipitación, no solo estacionalmente, sino a lo largo del año, fueron una influencia significativa en la transición de una sociedad nómada de cazadores-recolectores a un asentamiento permanente y una forma de vida agrícola.

El estudio también proporciona la primera información relacionada con la historia de la flora de la región y su respuesta al cambio climático ocurrido durante la Edad de Hielo. En el contexto de la reciente conferencia climática de Glasgow, los investigadores creen que comprender la respuesta de la flora de la región a los importantes cambios del clima del pasado puede ayudar a preservar la variedad regional de especies de plantas y planificar los desafíos climáticos actuales y futuros.

La investigación fue realizada por la Dra. Dafna Langgut (izquierda), del Departamento de Arqueología y el Museo Steinhardt de Historia Natural de la Universidad de Tel Aviv; el profesor Gonen Sharon (izquierda), jefe del Programa de Maestría en Estudios de Galilea en Tel-Hai College, y el Dr. Rachid Cheddadi (derecha), experto en evolución y paleoecología de la Universidad de Montpellier, Instituto de Ciencias Evolutivas (ISEM) Montpellier, Francia. El innovador estudio se publicó recientemente en la principal revista científica Quaternary Science Reviews.

El estudio se llevó a cabo en el enclave arqueológico prehistórico Jordán River Dureijat ("Escaleras del río Jordán") a orillas del lago Paleo Hula. El sitio es único por sus excepcionales condiciones de preservación que han permitido descubrir la actividad principal de sus primeros residentes locales: la pesca. Los restos botánicos conservados también han ofrecido a los investigadores la posibilidad de identificar las plantas que crecieron hace 20.000-10.000 años en el valle de Hula y sus alrededores. Durante este período de tiempo tuvieron lugar dos procesos importantes en la historia mundial: la transición de un estilo de vida nómada a uno sedentario, y el hecho de que tal fenómeno acontece durante un período de cambio climático muy acusado.

Recogida de muestras de sedimentos para la investigación de polen fósil. Crédito: Gonen Sharon, Tel-Hai College.

El profesor Sharon, supervisor de una excavación en Madregot Hayarden, explica que "en el estudio de la prehistoria, este período se denomina período Epipaleolítico. En sus inicios, la gente se organizó en pequeños grupos de cazadores-recolectores que vagaban por la zona. Pero, hace 15.000 años, somos testigos de un cambio significativo en el estilo de vida: la aparición de aldeas y otros procesos trascendentales que alcanzan su cúspide durante el siguiente período Neolítico. Este es el momento en que se produce el cambio más importante en la historia de la humanidad: la transición hacia la forma de vida agrícola, la cual conformó el mundo tal como hoy lo conocemos".

La Dra. Langgut, arqueobotánica especializada en la identificación de restos vegetales, profundiza en el segundo proceso importante de ese período, los cambios climáticos ocurridos en la región. Aunque en el pico de la última glaciación (Würm), hace unos 20.000 años, el Levante mediterráneo no estaba cubierto por una capa de hielo, tal como sucedía en otras partes del mundo, las condiciones climáticas que existían diferían de las existentes en la actualidad. Sus características exactas eran poco claras hasta la realización de este estudio. "El modelo climático que hemos elaborado se basa en la reconstrucción de la fluctuación de la propagación de especies vegetales, el cual indica que el principal cambio climático en nuestra zona se expresa por una caída de la temperatura de hasta cinco grados centígrados menos que en la actualidad, mientras que las cantidades de precipitaciones fueron cercanas a las de hoy, esto es, solo unos 50 mm menos que el promedio anual actual", dice Langgut.

La Dra. Dafna Langgut (derecha) analizando muestras de polen fósil en TAU Crédito: Sasha Flit / TAU

Sin embargo, Langgut explica: "Unos 5.000 años después, en el período Epipaleolítico (hace unos 15.000 años), se puede ver en el modelo una mejora significativa de las condiciones climáticas. Una mayor prevalencia de especies de árboles tolerantes al calor, como el olivo, el roble común y la pistacia, indican un aumento de la temperatura y la precipitación. Durante este período, los primeros sitios de la cultura Natufiense aparecen en nuestra región. Es muy posible que el clima templado haya contribuido al desarrollo y florecimiento de esta cultura, en la que los asentamientos permanentes, las estructuras de piedra, las instalaciones de almacenamiento de alimentos, y más elementos, aparecen por primera vez en el escenario mundial".

La siguiente etapa del estudio se ocupa del final del período Epipaleolítico, hace unos 12.000-11.000 años, conocido globalmente como el período Younger Dryas. Este período se caracteriza por el regreso a un clima frío y seco como el de la Edad de Hielo, lo que provocó una especie de crisis climática en todo el mundo. Los investigadores afirman que, hasta la realización de este estudio, no estaba claro en qué medida hubo alguna expresión de este período frío en la región levantina.

Según los investigadores "los hallazgos que surgen del modelo climático presentado en el artículo muestran que el período de tiempo considerado se caracterizó por la inestabilidad climática, con fluctuaciones intensas y una caída considerable de las temperaturas. Sin embargo, mientras se reconstruía las medidas de precipitaciones, se descubrió un fenómeno sorprendente: las cantidades medias de lluvia observadas fueron sólo ligeramente inferiores a las acontecidas en la actualidad, si bien las precipitaciones se distribuyeron durante todo el año, incluidas las lluvias de verano".

Gráfico de granos de polen fósil. Crédito: Dra. Dafna Langgut

En el estudio se afirma que dicha distribución ayudó a la expansión y florecimiento de especies de plantas anuales y frondosas. Los cazadores-recolectores que vivieron en este período tenían una amplia variedad de plantas recolectables fácilmente disponibles durante todo el año. Esta circunstancia permitió su familiaridad con tales plantas, justo antes de su domesticación. Los investigadores opinan que estos hallazgos contribuyen a una nueva comprensión de los cambios ambientales que tuvieron lugar en vísperas de la transición a la agricultura y la domesticación de animales.

La Dra. Langgut concluye: "Este estudio ayuda no solo a comprender el trasfondo ambiental de procesos trascendentales en la historia de la humanidad, como los primeros asentamientos permanentes y la transición a la agricultura, sino que también proporciona información sobre la historia de la flora de la región y su respuesta a los cambios climáticos del pasado. No hay duda de que este conocimiento puede ayudarnos a preservar la variedad de especies actuales y a enfrentarnos a los desafíos climáticos presentes y futuros".

Fuentes: phys.org | haaretz.com | 22 de noviembre de 2021

Los machos redujeron sus colmillos al comienzo de la historia humana

La dentadura superior de un chimpancé, con su prominente colmillo. A la derecha, recreación del maxilar superior de un 'Ardipithecus ramidus' de hace 4,4 millones de años y posible antecesor de los humanos.

Al comparar los dientes de una veintena de primates del pasado y del presente, un grupo de científicos ha observado que el tamaño de los colmillos de una posible especie antecesora de los humanos se redujo hace varios millones de años. También se produjo entonces un marcado cambio en el dimorfismo sexual (diferencia entre machos y hembras) de los caninos, empequeñeciéndose los de los machos. Para los autores de esta comparación, los cambios hacia una dentadura menos pronunciada y agresiva estarían relacionados con la aparición de conductas de cooperación y reducción de la violencia.

Hace unos treinta de años, la revista Nature publicaba el hallazgo de una nueva especie, el Australopithecus ramidus. Con el tiempo, le quitaron el nombre de australopiteco y lo bautizaron como Ardipithecus ramidus. Hallado en Etiopía, este hominino (un grupo de homínidos caracterizado por el bipedismo, entre los que está el Homo sapiens) vivió en la región hace unos 4,4 millones de años. Caminaba erguido y para sus descubridores es un antecesor directo de los humanos actuales. Ahora han comprobado que su dentadura era muy diferente al de otros primates de entonces y posteriores: los caninos de sus machos son más pequeños y casi iguales a los de las hembras (ausencia de dimorfismo sexual), en particular los superiores.

Uno de los descubridores del Ardipithecus ramidus fue Gen Suwa (izquierda), paleoantropólogo japonés de la Universidad de Tokio. Ahora, Suwa y otros colegas, entre los que hay investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, han estudiado con minuciosidad sus dientes y los han comparado con los de otros homininos de su tiempo, posteriores —como los australopitecos y primeros sapiens— y otros primates ya extintos y actuales, como chimpancés, bonobos o gorilas.
El trabajo de Suwa, publicado en la revista PNAS, muestra que ya entre los Ardipithecus ramidus de hace 4,4 millones de años, la diferencia entre los colmillos de los machos y los de las hembras se había reducido a una ratio de 1,06 en los colmillos superiores (es decir, que solo eran un 6% más grandes en los ejemplares masculinos) y de 1,13 en los inferiores.

“Es muy probable que los caninos pequeños en los machos se remontaran a hace seis o siete millones de años”, destaca Suwa. Pero el registro fósil anterior al Ardipithecus ramidus es muy pobre para ir más atrás en el tiempo. En comparación, la ratio en los humanos actuales es de 1,03 (caninos superiores) y 1.09 (inferiores). En los chimpancés, el último linaje del que los homínidos se separaron hace millones de años, los colmillos de arriba presentan una ratio de 1,34 y los de abajo, de 1,28, siendo en total un tercio mayores que el de sus parejas femeninas.

El 'Ardipithecus ramidus', fue encontrado en el curso medio del río Awash, en la región de Aramis, Etiopía por Tim White en el año 1983 y con una antigüedad estimada en torno a 4,4 millones de años.

Una dentadura tan poderosa y con tanta diferencia a favor de los machos solo la tienen los gorilas y dos especies de homínidos anteriores a los australopitecos de hace más de 10 millones de años, los Nacholapithecus kerioi y los Hispanopithecus laietanus, con piezas dentales un 30% más grandes y un dimorfismo sexual de casi el 70%. En general, en los homínidos más primitivos y en los australopitecos, además de mayor volumen, los colmillos son más largos, diámetro extendido en la base, afilados y orientados hacia fuera. A diferencia de los caninos de los carnívoros, diseñados para agarrar y desgarrar, los de los primates parecen hechos para la agresión o defensa.

Suwa sostiene que “en la mayoría de los primates con grandes caninos, los superiores son más importantes como arma y/o exhibición de fuerza”. Y esto aparece relacionado con lo que han observado: la reducción es más acusada en los colmillos superiores, precisamente, donde el dimorfismo sexual era mayor antes de la llegada de los homininos. “Así que, si hubo selección para un comportamiento menos agresivo, es posible que haya selección para un canino menos amenazante, y esto habría afectado más al superior que al inferior”, detalla Suwa.

Esa es la tesis que los autores del estudio mantienen: que hay una relación entre el empequeñecimiento de los caninos y cambios en la conducta de aquellos grupos de homínidos que los acercarían a los humanos actuales. El Ardipithecus ramidus vivía en grupos sociales en los que la cooperación daría más frutos que la competencia, en especial entre los machos y por las hembras.


Para reforzar su tesis recurrieron al análisis comparativo. Entre los grandes simios solo hay una especie con un dimorfismo sexual en los caninos tan reducida, los bonobos, con ratios cercanas al 1,20. Es bien conocido el uso de la sexualidad entre estos primates como mecanismo reductor de la agresividad y los conflictos. También primates, pero más alejados en el árbol evolutivo, son las especias del género Brachyteles, entre los que están los monos araña lanudos de Brasil. Como en los humanos, la diferencia entre colmillos de machos y hembras es muy reducida. Entre estos monos predomina una organización social filopátrica (comunidades formadas por ejemplares nacidos en el lugar) con diversas hembras y machos con una estrategia reproductiva poliginándrica (apareamiento entre un grupo de machos y un grupo de hembras) y donde existe “una tolerancia extrema entre machos y escasa agresión en la competencia por el acceso sexual a las hembras receptivas”, escriben los autores del estudio.

La directora del CENIEH (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana), María Martinón-Torres, destaca lo importante que es conocer el sexo de los fósiles. “Tiene muchas implicaciones porque, además de ayudarnos a comprender la variabilidad de una muestra, aporta información sobre la ecología y comportamiento de esa especie, particularmente sobre el grado de competencia entre machos”.

En el caso de este estudio, “revela que el primer hominino ya tenía los caninos relativamente pequeños, lo que nos permite inferir que probablemente tuviera un comportamiento menos agresivo que otros primates anteriores”. Y esto apunta a una serie de cambios trascendentales: “Estaríamos ante uno de los primeros pasos hacia lo que llamamos humano. La reducción de los caninos sería coincidente en el tiempo con la aparición del bipedismo, así que la humanidad, como tal, comenzó cuando nos pusimos de pie y empezamos a reducir los niveles de agresividad. Esos serían los primeros sellos distintivos de los humanos”.

Fuente: el pais.com | 29 de noviembre de 2021

Hallan en Sudáfrica un lecho de dormir elaborado con materia vegetal de hace entre 60.000 y 40.000 años

Micrografías de los elementos vegetales que componen el lecho de dormir hallado en Border Cave. Christine Sievers. Quaternary Science Reviews, 2021

Un equipo de arqueólogos sudafricanos ha descubierto en Border Cave restos de un lecho de hace entre 60.000 y 40.000 años. Contenía pequeños fragmentos de herramientas de piedra y piezas de ocre, evidencias de que realmente pertenecían a una persona. La investigación ha demostrado que parte de esta antigua cama puede haber sido una estera primitiva. Los resultados del estudio se publican en la revista Quaternary Science Reviews.

Desde la antigüedad, la gente ha hecho 'ropa de cama' con plantas para poder dormir o sentarse en el suelo desnudo. Sin embargo, los materiales orgánicos se conservan extremadamente mal, razón por la cual los científicos paleolíticos solo conocen unos pocos hallazgos al respecto.

En 2020, los arqueólogos sudafricanos encontraron los restos de un... de hace unos 200.000 años. En varios sitios neandertales en el Levante y en España, los científicos han hallado acumulaciones de fitolitos cerca de los hogares prehistóricos, evidencia de que hace unos 70.000-49.000 años se elaboraba regularmente 'ropa de cama' cerca del lugar del fuego.

Ubicación del sitio arqueológico. Christine Sievers

En el noreste de Sudáfrica, no lejos del conjunto de yacimientos denominado 'Cuna de la Humanidad', se encuentra Border Cave, cuyos depósitos contienen evidencias de la presencia de homínidos durante los últimos 200.000 años. Durante los años de excavación del lugar, que comenzaron en la década de 1930, los arqueólogos descubrieron aquí los restos de ocho adultos y un niño que murió a la edad de cuatro a seis meses. Este es uno de los entierros de niños más antiguos de África, con una datación poco fiable de 74.000 años. En 2021 se encontró en la entrada de la cueva de Panga ya Saidi (Kenia) el entierro de un niño de 3 años de hace 78.000 años. Y en 2018 se halló una rica colección de industria lítica, restos vegetales y óseos de fauna, junto con artefactos decorados.

La directora del equipo de arqueólogos, Christine Sievers (izquierda), y sus colegas de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica, han llevado a cabo el estudio de los restos del lecho descubierto en Border Cave durante las excavaciones realizadas entre 2015-2019. Observaron que algunos de los sedimentos asociados con este hallazgo se habían excavado anteriormente, por lo que no está conservado completamente. Anteriormente, el lecho probablemente alcanzaba una longitud de unos dos metros.

El análisis de radiocarbono por espectrometría de masas con acelerador y espectroscopia de resonancia paramagnética de electrones mostró que la antigüedad del lecho se situaba entre hace 60.000 y 40.000 años. También encontraron herramientas de piedra que contienen rastros de pegamento hecho de resina de coníferas (Podocarpus). Además, desenterraron los restos de dos niños pequeños, así como un trozo de cera de abejas, hueso procesados y adornos.

Restos del lecho encontrado en Border Cave. Christine Sievers

Los investigadores retiraron los restos de la 'ropa de cama', habiendo hecho previamente un soporte de yeso para su estudio en el laboratorio. Los análisis permitieron saber que dicha 'ropa de cama' estaba formada por restos de plantas monocotiledóneas: tallos, hojas, semillas. Mezclada con ello había también carbón vegetales, fragmentos de artefactos líticos y trozos de ocre. Todo el conjunto yacía sobre cenizas, por lo que los científicos asumieron que, cuando la gente llegó a la cueva, quemaron un lecho antiguo que estaría, muy seguramente, infestado de insectos. O bien lo hicieron cuando se volvió desagradable dormir sobre él mismo.

Los científicos también constataron que parte del lecho estaba formado por plantas herbáceas entrelazadas. Por lo tanto, asumieron con cautela que los individuos que vivían en Border Cave, hace entre 60.000 y 40.000 años, podían hacer una especie de tapiz para dormir con elementos vegetales, tejiéndolos de la misma manera que lo hacían los cazadores-recolectores de Botswana en el pasado reciente. Los arqueólogos recuerdan que los neandertales del yacimiento de Abri du Maras (sur de Francia), hace más de 40.000 años, ya sabían cómo elaborar cuerdas.

Fuentes: nplus1.ru | hromadske.radio | 29 de noviembre de 2021

Lucy no estaba sola: Identifican en Tanzania las huellas de un posible homínido desconocido que vivió hace 3,6 millones de años

a: Huellas de homínidos halladas en el área A en Laetoli (Tanzania) generado mediante fotogrametría. b: Mapa de contorno correspondiente al área A generado a partir de un escaneo de superficie 3D con barra de escala. c: Mapa de las localidades 7 y 8 de Laetoli, que indica las posiciones de las huellas bípedas A, G y S. d y e: Mapas topográficos de las dos huellas del área A mejor conservadas.

Un día cualquiera de hace unos 3,66 millones de años llovió sobre cenizas volcánicas recién depositadas en el norte de Tanzania. Antes de que el suelo se secara por completo -el volcán quizá aún humeaba en la distancia-, un trío de antiguos parientes humanos se paseó por los sedimentos húmedos, dejando sus huellas en la ceniza mientras se consolidaba lentamente.

Cuando se descubrieron estas huellas fosilizadas, en la década de 1970, el mundo de la paleontología quedó impactado. Dejadas por la misma especie que la famosa pariente de los homínidos, Lucy, Australopithecus afarensis, las huellas fueron la primera prueba clara de que nuestros primeros ancestros caminaban sobre dos pies.

Ahora, un nuevo análisis de un conjunto de huellas cercanas, olvidadas desde hace tiempo, apunta a que estos primeros humanos no estaban solos. Si los científicos están en lo cierto, un misterioso homínido que caminaba erguido también dejó su huella en las cenizas.

Representación artística del 'Australopithecus afarensis' caminando y dejando huellas.

"Casi puedes imaginarlos mirando a través del paisaje viéndose los unos a otros", dice Ellie McNutt (izquierda), paleoantropóloga de la Universidad de Ohio (Estados Unidos) y autora principal de un nuevo estudio que documenta las huellas en la revista Nature.

La paleoantropóloga británica Mary Leakey dirigió el equipo que descubrió las cinco curiosas huellas de homínidos hace 45 años. La extraña disposición de las mismas parecía haber sido dejada por un bípedo que cruzaba un pie delante del otro mientras caminaba con un paso algo tambaleante, según describieron posteriormente Leaky y su colega Richard Hay.

Aunque a menudo es más grácil, "la versión extrema de esto sería caminar como lo hacen en un pase de modelos", dice McNutt. "Aunque los humanos no suelen caminar con el paso cruzado, ese movimiento puede producirse cuando uno intenta recuperar el equilibrio", matiza. "Las huellas podrían haber sido el resultado de un individuo que caminaba por una superficie desnivelada".

"En consecuencia, dadas las crecientes pruebas científicas en los últimos 30 años sobre diversidad locomotora y de especies en el registro fósil de los homínidos, estas huellas inusuales merecían otra mirada", agrega Macnutt

Quién era este antiguo homínido que caminaba -y si su andar de modelo era con pasos desviados o con un andar regular- sigue siendo una incógnita. Sin embargo, algunos científicos aún no están convencidos de que haya pruebas suficientes para sugerir que otra especie humana caminaba junto al Australopithecus afarensis. De confirmarse, las extrañas huellas podrían dar pistas sobre la variedad de formas en que los primeros humanos caminaban sobre dos piernas.

"Antes se consideraba que caminar sobre dos pies era un comportamiento derivado de una combinación particular de características físicas. Pero, poco a poco, los científicos se han dado cuenta de que hay más de una forma de ser bípedo, y este nuevo estudio apunta a una diversidad aún mayor", dice el paleoantropólogo William Harcourt-Smith (derecha), de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, que no formó parte del equipo del estudio. "Eso en sí mismo es emocionante: sea un homínido o no, es realmente genial".

El caminante ambulante

Las cinco huellas fósiles forman parte de lo que se conoce como el yacimiento de Laetoli, una zona de ceniza volcánica por la que deambulaba un variado surtido de animales antiguos, desde parientes de los elefantes y los rinocerontes hasta pequeñas aves de Guinea. Leakey y su equipo encontraron estas extrañas huellas en una zona de Laetoli conocida como área A (las famosas huellas de los Australopithecus afarensis se hallaron en la zona G).

Las huellas empezaron a caer en el olvido científico sólo dos años después de su descubrimiento, cuando los investigadores hallaron en las cercanías las huellas del Australopithecus afarensis muy bien conservadas. Los análisis realizados en la década de 1980 sugirieron que las huellas entrecruzadas del área A podrían haber sido dejadas por un oso que caminaba erguido, lo que pareció atenuar aún más el interés científico.

Ellison McNutt recoge datos de una hembra juvenil de oso negro que camina bípedamente, sin ayuda, por una pista de barro del Kilham Bear Center, en Lyme, New Hampshire. A la derecha, huella izquierda obtenida en el experimento de uno de los osos negros macho juveniles. Imagen de la izquierda por Jeremy De Silva. / Imagen de la derecha por Ellison McNutt.

McNutt se enteró de las curiosas huellas décadas después. Estaba estudiando la evolución del golpeo del talón humano para su trabajo de doctorado, para lo que utilizaba a los osos como criatura modelo, razón por la cual se encontraba en una posición perfecta para averiguar qué tipo de criatura dejó estas huellas en Laetoli.

McNutt se asoció con Benjamin y Phoebe Kilham, del Kilham Bear Center, en New Hampshire (Estados Unidos), para investigar cómo se desplazan los osos negros salvajes. Tras casi 51 horas de análisis de vídeo, llegaron a la conclusión de que es muy raro que los osos caminen sobre sus patas traseras. La probabilidad de que un oso dé cuatro pasos consecutivos en posición vertical, como se ve en las huellas de Laetoli, es de apenas un 0,003%. "Simplemente no ocurre", dice McNutt.

En busca de más pistas sobre la identidad del rastreador, el equipo volvió al yacimiento de Laetoli, redescubriendo y reexcavando las huellas. En cierto sentido, estaban siguiendo los pasos de Mary Leaky, dice el autor del estudio, Charles Musiba (izquierda), de la Universidad de Colorado, en Denver (Estados Unidos), que fue alumno de Leakey cuando era estudiante.

"Visitar ese lugar despertó en mí muchas emociones", dice Musiba. Mientras trabajaba, intentaba imaginar lo que Leakey y otros habían pensado cuando descubrieron y analizaron las huellas.

Esta vez, sin embargo, el equipo contaba con tecnología del siglo XXI. Utilizaron el escáner láser y la fotogrametría tridimensional para documentar cada huella, y luego compararon las mediciones de las huellas con las de otros Laetoli, huellas fósiles más recientes del yacimiento de Engare Sero en Tanzania, así como huellas modernas de humanos, osos y chimpancés.

Comparación de las huellas halladas en Laetoli. A la izquierda, la pisada de un ’Australopitecus afarensis’. En el centro la huella motivo del reciente estudio y perteneciente a un posible homínido hasta ahora desconocido. A la derecha, muestra de huella de un oso. ELI BURAKIAN / DARTMOUTH

Exprimiendo la información

El análisis reveló que las huellas del área A no fueron hechas por osos o chimpancés, y que eran más parecidas a las de los homínidos. Sin embargo, las dimensiones de las huellas difieren en gran medida de las del Australopithecus afarensis en Laetoli, lo que apunta a la existencia de una segunda especie de homínido que se paseaba por la región.

Los resultados encajan en el panorama cada vez más complejo de nuestros antiguos parientes: cada especie recién descubierta cuenta con su propio y sorprendete mezcla de catacteíristicas. Incluso podría haber más cosas que aprender sobre el Australopithecus afarensis, dice Musiba. El grupo incluye una gama diversa de rasgos, lo que tal vez indique que puede haber más de una especie agrupada.

"Decir definitivamente que el artífice de las huellas es una nueva especie de homínido, o que está realmente separado de los otros caminantes de Laetoli, es una posibilidad realmente emocionante, pero difícil de descifrar sólo a partir de las huellas", dice David Raichlen (derecha), biólogo evolutivo de la Universidad del Sur de California (Estados Unidos).

Algunos científicos no están tan convencidos de la existencia de otra especie de homínidos en Laetoli. "Mi corazón quiere creer, pero mi cerebro dice que no", dice Matthew Bennett (izquierda), geólogo de la Universidad de Bournemouth (Reino Unido) especializado en huellas fósiles. Una de sus grandes preocupaciones es el escaso número de huellas encontradas hasta ahora en el área A; de las cinco huellas, sólo dos registran la mayor parte del pie.

En un estudio publicado a principios de este año, Bennett y sus colegas concluyeron que es necesario analizar un mínimo de 10 a 20 huellas para caracterizar adecuadamente las variaciones entre las huellas de un solo individuo, y se necesitan muchas más para sacar conclusiones sobre un grupo más amplio de individuos.

También son necesarias más huellas para comprender la extraña forma de andar de los individuos. El terreno irregular o resbaladizo puede provocar un paso desequilibrado, reconoce McNutt, pero añade que también podría ser una característica de la marcha de este individuo, o incluso de toda una especie de homínidos.

Estos tamaños de muestra tan pequeños no son infrecuentes en paleontología. "Así es la vida trabajando con huellas de esta antigüedad", dice Raichlen. "No tienes un gran tamaño de muestras con el que trabajar, así que exprimes toda la información posible de las pequeñas muestras".

El emplazamiento de las huellas halladas en Engare Sero, Tanzania. Una erupción del colcán Oldoinyo L'engai, al fondo, produjo las cenizas que las conservaron. CYNTHIA LIUTKUS-PIERCE

Bennett sostiene que todavía hay más información que exprimir de las huellas de Laetoli. El equipo comparó las medidas individuales de las huellas, incluyendo la anchura y la longitud, pero las medidas individuales o las proporciones no pueden captar toda la complejidad de una huella, dice. En cambio, "muchos científicos utilizan las formas tridimensionales de todas las huellas de un grupo para producir una huella media, que se puede utilizar para estudiar la variación de la misma píxel a píxel, elemento a elemento", dice.

Bennett también señala que, dado que él y otros han creado previamente estas huellas promedio para conjuntos de huellas del Australopithecus afarensis de Laetoli, la comparación con el área A debería ser bastante sencilla.

"Las huellas que excavamos en el área A se encontraban en la misma capa de toba que las célebres huellas del área G", declara Jeremy DeSilva (izquierda), profesor de antropología en Dartmouth y coautor principal del estudio. "Puesto que todas se produjeron en un corto período de tiempo en Laetoli, es una prueba sólida de que dos especies de homínidos no sólo coexistieron sino que fueron contemporáneas en un mismo paisaje". Así pues, para los investigadores el hallazgo supone una nueva prueba de la diversidad en la familia de homínidos de este periodo. "Ya teníamos pruebas de ello desde la década de 1970, y sólo ha hecho falta el redescubrimiento de estas maravillosas huellas, y un análisis más detallado, para llegar hasta aquí", señala DeSilva.

El equipo de McNutt tiene más planes para el área A, incluida la búsqueda de otras huellas mediante la utilización de un radar de penetración en el suelo, a fin de buscar, de forma no destructiva, huellas ocultas en la ceniza. Musiba es optimista: "Estoy convencido de que habrá más".

Fuentes: nationalgeographic.es | elmundo.es| 2 de diciembre de 2021