Encuentran objetos egipcios de la época de Nefertiti y mesopotámicos en Chipre

Arqueólogos de la Universidad de Gotemburgo han concluido la excavación de dos tumbas en la ciudad de la Edad del Bronce de Hala Sultan Tekke, en Chipre. Los hallazgos incluyen más de 150 esqueletos humanos y cerca de 500 objetos, incluidas joyas de oro, piedras preciosas y cerámicas de alrededor del 1350 a. C.

Joyas de loto egipcias con incrustaciones de piedras (hacia 1350 a. C.). Foto: Peter Fischer, Teresa Bürge

Desde 2010, La Expedición Söderberg ha tenido varias rondas de excavaciones en Chipre. En 2018, los arqueólogos descubrieron dos tumbas en forma de cámaras subterráneas con una gran cantidad de esqueletos humanos. La gestión de los hallazgos requirió un trabajo muy delicado durante cuatro años, ya que los huesos eran extremadamente frágiles después de más de 3.000 años en el suelo salado.

Además de los esqueletos de 155 personas, el equipo también encontró 500 objetos. Los esqueletos y los objetos funerarios rituales estaban en capas uno encima del otro, lo que demuestra que las tumbas se utilizaron durante varias generaciones.

“Los hallazgos indican que se trata de tumbas familiares de la élite gobernante de la ciudad. Por ejemplo, encontramos el esqueleto de un niño de cinco años con un collar de oro, pendientes de oro y una tiara de oro. Probablemente era hijo de una familia rica y poderosa”, dijo el profesor Peter Fischer (izquierda), líder de las excavaciones.

Los hallazgos incluyen joyas y otros objetos hechos de oro, plata, bronce, marfil y piedras preciosas y vasijas ricamente decoradas de muchas culturas.

Uno de los esqueletos pertenecía a un niño de cinco años enterrado con muchas joyas de oro, incluida esta tiara. Foto: Peter Fischer, Teresa Bürge

“También encontramos un toro de cerámica. El cuerpo de este toro hueco tiene dos aberturas: una en el lomo para llenarlo con un líquido, probablemente vino, y otra en la nariz para beber. Aparentemente, tenían fiestas en la cámara para honrar a sus muertos".

El mismo niño de cinco años también tenía este collar. Foto: Peter Fischer, Teresa Bürge

Un mensaje de miles de años

Un hallazgo particularmente importante es un sello en forma de cilindro hecho de hematita, con una inscripción cuneiforme de Mesopotamia (actual Irak), que los arqueólogos pudieron descifrar.

Cilindro hecho con un mineral llamado hematita, con una inscripción cuneiforme de Mesopotamia. Peter Fischer / Teresa Bürge

“El texto consta de tres líneas y menciona tres nombres. Uno es Amurru, un dios adorado en Mesopotamia. Los otros dos son reyes históricos, padre e hijo, a quienes recientemente logramos rastrear en otros textos sobre tablillas de arcilla del mismo período, es decir, del siglo XVIII antes de Cristo. Actualmente estamos tratando de determinar por qué el sello terminó en Chipre a más de 1000 kilómetros de donde se hizo".

Entre los hallazgos se encuentran cornalina de la India, lapislázuli de Afganistán y ámbar de todo el mar Báltico, lo que demuestra que la ciudad tuvo un papel central en el comercio durante la Edad del Bronce. Las joyas de oro, junto con los escarabeos (amuletos en forma de escarabajo con jeroglíficos) y los restos de peces importados del valle del Nilo, cuentan la historia del comercio intensivo con Egipto.

Gran vasija con pinturas de carros de guerra de Grecia (ca. 1350 a. C.). Las vasijas de cerámica, en particular las importadas de Grecia y Creta, están decoradas con escenas de carros tirados por caballos, individuos que llevan espadas, animales y flores. Foto: Peter Fischer, Teresa Bürge

Red comercial de amplio alcance

Al comparar estos hallazgos con otros similares de Egipto, los arqueólogos también pudieron fechar las joyas.

“Las comparaciones muestran que la mayoría de los objetos son de la época de Nefertiti y su esposo Akenatón, alrededor de 1350 a. C. Como un colgante de oro o una flor de loto con incrustaciones de piedras preciosas. Nefertiti usó joyas similares".

Cerámica de importación micénica. 1350 a.C.

En cuanto a las cerámicas también son importantes. “La forma en que las cerámicas cambiaron en apariencia y material con el tiempo nos permite fecharlas y estudiar las conexiones que estas personas tenían con el mundo circundante. Lo que más me fascina es la amplia red de contactos que tenían hace 3.400 años”.

El siguiente paso será el análisis de ADN de los esqueletos. “Esto revelará cómo se relacionaban los diferentes individuos entre sí y si hay inmigrantes de otras culturas, lo cual no es improbable considerando las vastas redes comerciales que tenían”, dice Peter Fischer.

En las tumbas, los arqueólogos encontraron figurillas de diosas con caras de pájaros. Es probable que se trate de una diosa con cabeza de pájaro que sostiene a un niño que es mitad pájaro y mitad humano. Foto: Peter Fischer, Teresa Bürge

Fuente: University of Gothenburg

Denisovanos u 'Homo sapiens': ¿quiénes fueron los primeros en establecerse permanentemente en la meseta tibetana?

Una vista de la meseta tibetana donde se realizó la investigación.

La meseta tibetana ha sido considerada durante mucho tiempo como uno de los últimos lugares en ser poblado por los seres humanos en su migración alrededor del mundo. Un nuevo artículo de dos investigadoras de la Universidad de California, Davis (UC Davis), destaca que nuestros primos extintos, los denisovanos, alcanzaron el "techo del mundo" hace unos 160.000 años, 120.000 años antes que las estimaciones anteriores realizadas sobre nuestra especie, e incluso contribuyeron a nuestra adaptación a la altura.

El artículo, que se publicó este mes en la revista Trends in Ecology & Evolution, sugiere que una mirada cruzada a las evidencias arqueológicas y genéticas proporciona pistas esenciales para reconstruir la historia del poblamiento de esta región asiática.

Los denisovanos fueron homínidos arcaicos que alguna vez se dispersaron por Asia. Después de varios casos de cruzamiento con los primeros humanos modernos (Homo sapiens) que llegaron al lugar, una de sus hibridaciones benefició la supervivencia y el asentamiento de los tibetanos en grandes altitudes.

Esas conclusiones se encuentran entre los hallazgos que llevaron a Peiqi Zhang (izquierda), una estudiante de doctorado de la UC Davis que participó en las excavaciones de un enclave arqueológico por encima de los 4.600 metros en el Tíbet, y Xinjun Zhang (derecha), una investigadora postdoctoral en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) que estudia a los denisovanos y el ADN de otros humanos, a hacerse la siguiente pregunta: ¿qué sabemos sobre cómo y cuándo se pobló la región del Tíbet?

Las dos investigadoras (que no tienen lazos familiares, a pesar de la semejanza de su apellido) llevaron a cabo una revisión de las evidencias de dispersión y asentamiento del Homo sapiens en la meseta tibetana, e integraron los descubrimientos arqueológicos y genéticos conocidos hasta el momento. "Antes de nuestro artículo, faltaba una revisión integral que uniera ambos campos, especialmente con el mismo énfasis", dijo Peiqi Zhang.

Cuatro periodos de ocupación

Los datos arqueológicas sugieren cuatro períodos principales de ocupación, los cuales comienzan con los denisovanos hace unos 160.000 años y le siguen tres períodos de humanos modernos, los cuales llegaron a partir de hace unos 40.000 años, y luego hace 16.000 años y hace 8.000 años.

"Según las evidencias arqueológicas, sabemos que hay brechas entre estos períodos de ocupación", dijo Peiqi Zhang. "Pero el trabajo arqueológico en la meseta tibetana es muy limitado. Todavía existe la posibilidad de una ocupación humana continua desde finales de la Edad de Hielo, si bien no hemos encontrado suficientes datos para confirmarlo".

Los denisovanos fueron identificados por primera vez en 2010, según el ADN extraído del hueso del dedo de una niña encontrado en las cuevas de Denísova, en las montañas de Altai, Siberia. Su ADN portaba un haplotipo muy similar al gen Endotelial Pas1 (EPAS1), que en las poblaciones vivas se sabe que mejora el transporte de oxígeno en la sangre. La mayoría de los tibetanos modernos portan una alta frecuencia del gen EPAS1.

Mandíbula hallada en Siahe, Tíbet. D. ZHANG, LANZHOU UNIVERSITY.

En 2019, una mandíbula parcial hallada en una cueva de la meseta tibetana se identificó, en un principio, como perteneciente a un denisovano, pero no se pudo determinar si la misma portaba el mismo gen referenciado. "No sabemos si los denisovanos se estaban adaptando a la hipoxia de la meseta tibetana en ese momento", declara Peiqi Zhang. "Se sabe poco sobre la biología y su comportamiento en la meseta tibetana".

"Los estudios genéticos muestran que los asiáticos y los oceánicos de Australia, Nueva Zelanda, Melanesia, Micronesia y Polinesia, heredaron diferentes cantidades de ADN denisovano", añade Xinjun Zhang. "Ello podría significar que este mestizaje ocurrió con asiáticos ancestrales antes de la subdivisión de las poblaciones locales que vemos hoy en día".

Y tal circunstancia debió de suceder más de una vez. "A partir de los estudios genéticos podemos detectar que todos los asiáticos orientales, incluidos los tibetanos, se cruzaron con dos grupos de denisovanos distintos, siendo uno de estos eventos exclusivo de los asiáticos orientales y el otro compartido con otros asiáticos del sur", precisa Xinjun Zhang. "Y, dado que todos los asiáticos orientales muestran los mismos patrones, tenemos razones para creer que el evento de mestizaje (el que es exclusivo de estos asiáticos orientales) ocurrió en algún lugar de las tierras bajas en lugar de en la meseta, propiamente dicha".

Debido a los genes transmitidos por los denisovanos, este granjero tibetano no experimenta ninguna incomodidad a las alturas. stveak / Adobe Stock.

Zhang y Zhang proponen dos modelos de ocupación humana de la meseta tibetana como un marco de investigación que puede ser probado por futuros descubrimientos:

  • Asentamientos intermitentes, antes de establecerse en la meseta de modo permanente, sobre el final de la Edad del Hielo, hace unos 9.000 años.
  • Una ocupación continua que comenzó hace entre 40.000 y 30.000 años.

En cualquiera de los dos modelos, los denovisanos podrían haber transmitido el haplotipo EPAS1 a los humanos modernos hace unos 48.000 a 46.000 años.

"La pregunta principal es si ellos se habían establecido allí de modo permanente, lo que significaría que se habían adaptado biológicamente a la hipoxia", dice Nicolas Zwyns (izquierda), profesor asociado de antropología de UC Davis y autor supervisor del artículo. "¿O simplemente llegaron allí por accidente y luego se retiraron a las tierras bajas, o bien acabaron desapareciendo?"

No está claro cuándo se extinguieron los denisovanos, pero algunos estudios sugieren que pudo haber sido hace 20.000 años. "Aunque no sabemos si se adaptaron a la gran altitud, la transmisión de algunos de sus genes a nosotros cambió las reglas del juego miles de años después permitiendo que nuestra especie se adaptara a la hipoxia", concluye Zwyns. "Eso para mí es una historia fantástica".

Fuente: phys.org | 7 de diciembre de 2021

Los primeros pobladores de Europa ya se alimentaban de carne animal y su dieta incluía desde hipopótamos hasta tortugas

Vista de la «majestuosas» defensas de Mammuthus meridionales encontradas en Fuente Nueva 3 (Imagen: ProyectORCE).

Las investigaciones lideradas por la Universidad de Granada en el yacimiento prehistórico de Fuente Nueva 3 (Orce, Granada) han demostrado que los primeros pobladores de Europa ya explotaban recursos cárnicos para su alimentación. Hace aproximadamente 1,2 millones de años, la dieta de estas poblaciones incluía desde carne de hipopótamos hasta tortugas.

Esta investigación se enmarca en el Proyecto Orce, dirigido por el profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, Juan Manuel Jiménez Arenas, y ha sido encabezada por el investigador de la Universidad Complutense de Madrid, José Yravedra (izquierda).

Para alcanzar estas novedosas conclusiones, los investigadores han estudiado las marcas de corte encontradas en la superficie de los huesos y restos hallados en el yacimiento de Fuente Nueva 3. Uno de los elementos más originales que aporta este trabajo es la demostración de que los pobladores eran capaces de llegar pronto a los cadáveres de los animales y consumir sus partes más nutritivas antes de que lo hiciera la competencia, en este caso los carnívoros. Esto quiere decir que o bien llegaban a los recursos antes que otros animales o directamente competían contra ellos o los ahuyentaban para hacerse con el alimento, lo que supondría enfrentarse a tigres dientes de sable, hienas gigantes y perros salvajes parecidos a los licaones actuales.

Una marca de corte sobre un fémur de hipopótamo. Incluye la reconstrucción virtual 3D de dicha marca» (Yravedra et al., 2021)

El trabajo tafonómico ha resultado elemental en la investigación. Se trata de un análisis que permite interpretar cómo se forman los conjuntos fósiles y comprender qué agentes intervinieron en la acumulación. El investigador José Yravedra explica que, si hay estrías de descarnación infligidas con filos cortantes de piedra sobre un tipo de carne, “sabemos que los humanos fueron activos sobre ese animal”. “La metodología es muy compleja pero se basa en la observación de todas y cada una de las alteraciones que presentan los huesos y en la comparación con especies actuales que, por razones obvias, conocemos mejor, y también con otros yacimientos”, detalla Yravedra.

¿Cómo conseguían la carne?

Una de las grandes cuestiones que plantean los investigadores tiene que ver con la metodología a través de la cual estos pobladores conseguían la carne. Jiménez Arenas plantea que “si carroñaban, como parece ser la tónica general, ¿los recursos animales se cazaban o se recolectaban? Nosotros creemos que el carroñeo es una forma de recolección”.

Varias marcas de corte del nivel 5 de FN3 en el nivel 3 de tamaño del animal, pelvis del nivel 5 del tamaño del animal y un fragmento indeterminado del nivel 5.

Solo la continuidad en la investigación permitirá seguir despejando incógnitas, porque las estrategias de obtención de los recursos están relacionadas con las capacidades cognitivas de los antepasados. “No es lo mismo cazar que ser un carroñero pasivo que se conforma con los despojos dejados por otros consumidores”, puntualiza, Yravedra, el investigador principal de este trabajo.

A futuro, el Proyecto Orce también tiene la intención de implementar un programa de investigación basado en la inteligencia artificial que permita conocer con mayor detalle las especies que mordieron los huesos presentes en Fuente Nueva 3, además de ver la relación que hay entre la industria lítica tallada y las marcas de corte.

Este artículo ha sido posible gracias a la financiación de la Junta de Andalucía y de la Fundación Palarq y a la colaboración de investigadores e investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Sevilla, Universidad de Salamanca, IPHES-Tarragona, Universidad de Helsinki (Finlandia), Museo Primeros Pobladores de Europa ‘Josep Gibert’ (Orce, Granada), Museo Arqueológico Provincial de Granada y Universidad de Granada.

Referencia bibliográfica:

José Yravedra, José Antonio Solano, Lloyd A. Courtenay, Juha Saarinen, Gonzalo Linares-Matás, Carmen Luzón, Alexia Serrano-Ramos, Darío Herranz-Rodrigo, José Miguel Cámara, Auxiliadora Ruiz, Stefania Titton, Juan José Rodríguez-Alba, Clara Mielgo, Hugues-Alexandre Blain, Jordi Agustí, Christian Sánchez-Bandera, Eva Montilla, Isidro Toro-Moyano, Mikael Fortelius, Oriol Oms, Deborah Barsky, Juan Manuel Jiménez-Arenas (2021) “Use of meat resources in the Early Pleistocene assemblages from Fuente Nueva 3 (Orce, Granada, Spain)”. Archaeological and Anthropological Sciences 13, 213. https://doi.org/10.1007/s12520-021-01461-7

Fuente: Universidad de Granada | 16 de diciembre de 2021

Los neandertales cambiaron los ecosistemas hace 125.000 años

Excavación de un yacimiento arqueológico de hace 125.000 años en Neumark-Nord 2, cerca de Halle, Alemania. Leiden University

Los cazadores-recolectores neandertales hicieron que los ecosistemas cambiaran hace 125.000 años. Este esta es la conclusión de un estudio interdisciplinario realizado por arqueólogos de la Universidad de Leiden en colaboración con otros investigadores. Los neandertales usaron el fuego para mantener el paisaje abierto y, por lo tanto, tuvieron un gran impacto en su entorno local. El estudio se ha publicado en la revista Science Advances.

"Los arqueólogos llevan mucho tiempo haciéndose preguntas sobre el carácter y la profundidad temporal de la intervención humana en los ecosistemas de nuestro planeta. Cada vez vemos más señales muy tempranas y generalmente débiles de este hecho", dice Wil Roebroeks (izquierda), profesor de Arqueología en la Universidad de Leiden (Holanda).

Estos signos demostraron ser mucho más fuertes en una investigación llevada a cabo en una cantera de lignito cerca de Halle, en Alemania. La investigación arqueológica realizada en esta cantera de Neumark-Nord en las últimas décadas, junto con una gran cantidad de datos obtenidos sobre el medio ambiente prehistórico, han aportado abundantes rastros sobre las actividades de los neandertales. "Entre otras cosas, hemos encontrado los restos de cientos de animales sacrificados, rodeados de numerosas herramientas de piedra y una gran cantidad de restos de carbón".

Ubicación de Neumark-Nord y otros yacimientos arqueológicos interglaciares en relación con las extensiones máximas de hielo de los glaciares Saalian y Weichselian.

Bosque abierto durante 2.000 años

Los rastros de la actividad de los neandertales se hallaron en lo que hace 125.000 años era una zona de bosque donde vivían no solo caballos, ciervos y ganado vacuno, sino también elefantes, leones y hienas. Este bosque caducifolio mixto se extendía desde los Países Bajos hasta Polonia. En varios lugares de la zona había lagos, y en los bordes de algunos de ellos se han encontrado vestigios de los neandertales, explica Roebroeks. En el momento en que estos neandertales aparecieron allí, el bosque cerrado dio paso a grandes espacios abiertos, en parte debido al fuego.

Artefactos de pedernal excavados en la zona de la orilla de un pequeño lago. Leiden University.

"La pregunta es, por supuesto, si el bosque se abrió debido a la llegada de los neandertales, o si estos vinieron porque ya estaba abierto. En cualquier caso, hemos encontrado evidencias suficientes para concluir que los neandertales mantuvieron el área abierta durante al menos 2.000 años".

La investigación comparada, realizada por la profesora de paleobotánica de la Universidad de Leiden, Corrie Bakels (derecha), ha demostrado que en lagos similares de la zona, donde deambulaban los mismos animales, pero donde no hay rastros de los neandertales, la densa vegetación forestal se mantuvo prácticamente intacta.

Hasta ahora, en general, se pensaba que fue solo cuando los humanos modernos (Homo sapiens) se dedicaron a la agricultura, hace unos 10.000 años, que se comenzó a dar forma al entorno, por ejemplo, cortando árboles para crear campos de cultivo. Pero muchos arqueólogos creen que este fenómeno tuvo sus inicios mucho antes, y a menor escala, y, según Roebroeks, la zona de Neumark-Nord es el primer ejemplo de tal intervención.

Los nuevos hallazgos de la investigación no solo son importantes para la arqueología, dice Roebroeks, sino también, por ejemplo, para las disciplinas involucradas en la restauración de la naturaleza. "También añade algo al espectro del comportamiento de los primeros cazadores-recolectores. No eran simplemente 'hippies primitivos' que vagaban por el paisaje recogiendo frutas aquí y cazando animales allá. Ellos ayudaron a dar forma a su paisaje".

Gran impacto del fuego

Un estudio anterior de Roebroeks y su equipo de investigación mostró que el conocimiento sobre el fuego ya lo estaban transmitiendo los homínidos hace al menos 400.000 años. "No debería sorprendernos si en investigaciones futuras encontramos rastros que indiquen que los homínidos tuvieron un impacto importante en su entorno mucho antes, al menos a escala local".

Oosporas de 'stoneworts' (algas verdes de agua dulce, de aproximadamente 1 mm de tamaño y semillas carbonizadas. Leiden University.

Fuente: Universidad de Leiden | 15 de diciembre de 2021

El misterioso pueblo que alcanzó las Islas Feroe 350 años antes que los vikingos

Islotes de Risin y Kellingin desde Kalsoy, en las Islas Feroe.

El secreto se escondía en el fondo de un remoto lago. Un misterioso pueblo fue capaz de llegar a las Islas Feroe, en el Atlántico Norte, unos 350 años antes que los vikingos. Los arqueólogos creen que este grupo se asentó en el pequeño y accidentado archipiélago a medio camino entre Noruega e Islandia alrededor del año 500 después de Cristo.

Según sus primeras hipótesis, esos intrépidos navegantes que fueron capaces de cruzar las agitadas e inexploradas aguas atlánticas podían ser colonos celtas que procedían de Escocia o Irlanda, según explican en un estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment.

Imponentes acantilados dominan las costas de las Islas Feroe, situadas a unos 322 kilómetros al noroeste de Escocia. El archipiélago es azotado por fuertes vientos y, en ese paisaje rocoso, predomina un clima nublado que apenas deja lugar para la tundra. Nunca hubo evidencias de un grupo indígena que viviera allí y, hasta ahora, se creía que los primeros en llegar fueron los vikingos.

A) Mapa de la región del Atlántico Norte, con las Islas Feroe en el recuadro rojo. B) Mapa de las Islas Feroe, con la región de Eiði en el recuadro rojo. C) Eiðisvatn, con relleno azul que muestra la extensión aproximada del lago antes del emplazamiento de la presa hidroeléctrica (la estrella verde muestra la ubicación aproximada de Argisbrekka). La línea discontinua azul indica el límite de la cuenca hidrográfica de Eiðisvatn. Imágenes de satélite de Google Earth, Imagen © 2021 Maxar Technologies, Landsat / Copernicus.

Los míticos guerreros y exploradores nórdicos llegaron por primera vez alrededor del 850 d. C., poco después de que desarrollaran tecnología para navegar largas distancias. Este asentamiento podría haber sido el trampolín para viajar hasta Islandia en el 874, además de una corta colonización de Groenlandia hacia el 980.

La nueva investigación, liderada por los expertos de la Universidad de Columbia, se ha centrado en los sedimentos de los lagos. Estos restos contienen señales de que las ovejas domésticas aparecieron repentinamente en las Islas Feroe alrededor del año 500. Anteriormente, las islas no albergaban ningún tipo de mamífero, doméstico o de otro tipo. Por eso las ovejas sólo pudieron llegar junto con los humanos.

Las ovejas de las Islas Feroe han sido un elemento básico de su cultura durante siglos y se encuentran en casi todas partes de las islas. Crédito: William D'Andrea / Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty

En la década de 1980, se descubrió que una maleza (plantago lanceolata) comúnmente asociada con pastos y que se usa a menudo como indicador de la presencia humana temprana en Europa, apareció en las Islas Feroe alrededor del 2200 a.C. Aún así, el hallazgo no fue concluyente porque las semillas podrían haber llegado con el viento y la planta no necesita la presencia humana para establecerse.

San Brandán y la ballena en un manuscrito del siglo XV

Algunos textos medievales sugerían que los monjes irlandeses llegaron a este punto del Atlántico Norte alrededor del 500. Por un lado, se dice que San Brandán, un famoso navegante irlandés, cruzó el Atlántico con camaradas entre el 512 y el 530 y supuestamente encontró una tierra apodada la Isla de los Benditos.

Las especulaciones y los mapas posteriores dicen que se trataba de las Islas Feroe, aunque tampoco se ha descartado que estuvieran hablando de las Azores, más al sur, o incluso las Islas Canarias. También hay quien dice que Brandán realmente llegó a América del Norte. Pero no hay pruebas de nada de esto.

Siglos más tarde, hacia al año 825, el monje y geógrafo irlandés Dicuil escribió sobre unos ermitaños que habrían estado viviendo en algunas islas del norte no identificadas durante al menos 100 años. Una vez más, las especulaciones posteriores hicieron referencia a las Islas Feroe, pero no se encontraron nunca pruebas.

La primera evidencia física de una ocupación temprana llegó con un estudio de 2013 en la revista Quaternary Science Reviews, que documentó dos parches de turba quemada que contenían granos de cebada carbonizados encontrados debajo del suelo de una casa comunal vikinga en la isla de Sandoy, en las Islas Feroe.

Los investigadores fecharon los granos entre 300 y 500 años antes de los nórdicos. La cebada no se había encontrado previamente en el archipiélago, por lo que alguien debió traerla. Para muchos arqueólogos, esto era una firme evidencia de una ocupación anterior a los vikingos.

El lecho de este lago en la isla de Eysturoy contiene una capa de sedimento depositada alrededor del año 500 d.C. que documenta la primera llegada de ovejas, y por lo tanto de humanos, al archipiélago. Crédito: Raymond Bradley / UMass Amherst.

Los investigadores de Columbia utilizaron una pequeña embarcación para navegar por un lago cerca del pueblo de Eiði, sitio de un antiguo lugar vikingo en la isla de Eysturoy. Allí recolectaron lodo acumulado en el lecho durante miles de años. Su objetivo inicial era comprender mejor el clima en la época de la ocupación vikinga, pero se encontraron con una sorpresa.

Explorando a 51 centímetros de profundidad en los sedimentos encontraron señales de que habían llegado un gran número de ovejas repentinamente, probablemente en algún momento entre el 492 y 512, aunque quizás se remontaba incluso al año 370. Una capa de ceniza depositada de una erupción volcánica en Islandia en el 877 les ayudó a fechar de manera fiable las secuencias de sedimentos.

Los expertos consideran lógico no haber encontrado restos físicos de personas pre-nórdicas. Argumentan que las Islas Feroe contienen muy pocos sitios aptos para los asentamientos y básicamente se concentran en áreas planas en las cabeceras de bahías protegidas, donde los vikingos habrían construido sobre viviendas anteriores.

Los investigadores William D'Andrea (izquierda) y Gregory de Wet cargan núcleos de sedimentos tomados del lecho del lago. Crédito: Nicholas Balascio / Colegio de William & Mary.

Los investigadores de Columbia especulan que esos primeros colonos podrían haber sido celtas, aunque no necesariamente monjes. Por un lado, muchos topónimos de las Islas Feroe derivan de palabras celtas, y hay antiguas marcas de tumbas celtas que salpican el archipiélago, aunque no han podido ser fechadas. Además, los estudios de ADN de los feroeses modernos muestran que sus linajes paternos son principalmente escandinavos, mientras que sus linajes maternos son principalmente celtas.

“Otras regiones del Atlántico norte muestran esta asimetría, pero las Islas Feroe tienen el nivel más alto de ascendencia celta materna, lo que sugiere una población celta existente que precedió a los vikingos”, concluyen.

Fuentes: lavanguardia.com | phys.org | 17 de diciembre de 2021

Hallan los posibles restos del templo de Hércules-Melqart, mítico santuario de la Antigüedad, en Cádiz

Estructuras documentadas en la zona sur de Río Arillo. Foto: Universidad de Sevilla.

El templo de Hércules, llamado Melqart por los fenicios, fue el santuario más icónico y transitado de la península ibérica en la Antigüedad. Hasta allí navegó el cartaginés Aníbal para encomendarse al dios antes de lanzarse a una nueva campaña bélica, y también fue el escenario en el que Julio César derramó unas lágrimas al quedarse prendado por una estatua de Alejandro Magno.

Su fama se debe a los textos de los autores clásicos, quienes narraron estas dramaturgias y su monumentalidad, y no por haber sobrevivido a los derroteros del tiempo. Su ubicación exacta lleva décadas, por no decir siglos, siendo motivo de debates académicos y numerosas hipótesis.

Una nueva investigación parece, al fin, haber resuelto uno de los grandes enigmas arqueológicos patrios. Unos trabajos de teledetección con LiDAR realizados por el doctorando Ricardo Belizón Aragón (izquierda) y el profesor Antonio Sáez Romero (derecha), del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, han documentado una serie de estructuras antiguas en un área comprendida entre Camposoto (en el término municipal de San Fernando) y Sancti Petri (entre los términos de San Fernando y Chiclana). Según sus conclusiones, esos vestigios podrían corresponderse con los del templo de Melqart-Hércules.

El estudio se inició por el interés de Belizón en tratar de determinar cómo era durante la Antigüedad ese paisaje que tradicionalmente ha sido abundante en hallazgos, como esculturas de mármol o exvotos fenicios. Los datos obtenidos a través de los métodos de teledetección se han combinado con imágenes del Modelo Digital del Terreno del Instituto Geográfico Nacional y los documentos escritos y arqueológicos ya existentes sobre la zona, principalmente restos materiales de época púnica y romana de procedencia subacuática, descubiertos en un área que va desde Sancti Petri hasta La Caleta, en Cádiz.

Foto: El templo de Melkart podría estar bajo la desembocadura del Caño de Sancti Petri.

Después, los investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con la Delegación Territorial y del Centro de Arqueología Subacuática del Instituto Andaluz del Patrimonio, han realizado distintas prospecciones no invasivas. Los resultados, de momento, son preliminares. Los trabajos de los arqueólogos también han determinado la existencia de restos en los alrededores del caño de Sancti Petri de otras estructuras que podrían corresponderse a puertos y edificaciones que indicarían que allí hubo una ciudad romana que podría ser del tamaño de Baelo Claudia, por ejemplo, un paisaje completamente distinto al que se estimaba hasta ahora.

Principales estructuras y transformaciones del terreno detectadas en el área de la actual desembocadura del caño de Sancti Petri, en la que se aprecia la estructura rectangular sumergida del posible templo de Melkart, a partir del análisis de las imágenes PNOALIDAR.

"Los datos recopilados han revelado la existencia en la Antigüedad de un entorno totalmente distinto al supuesto hasta el momento: un nuevo paisaje costero y un litoral muy antropizado desde antiguo, con la presencia de posibles espigones, edificios de gran tamaño e incluso de una posible dársena portuaria cerrada", ha destacado la Universidad de Sevilla en una nota de prensa.

El profesor Francisco José García, durante la presentación. Foto: Antonio Vázquez.

El director del departamento de Prehistoria y Arqueología de esta Universidad, Francisco José García Fernández (izquierda), ha asegurado que "se trata de un hallazgo de primer nivel, de enorme importancia histórica porque forma parte del ADN de la cultura occidental y de la historia de Andalucía. Alabo la discreción, la meticulosidad y la prudencia de la investigación. Soy reacio a la arqueología-espectáculo que está en boga en la actualidad, pero en este caso el hallazgo es espectacular".

La nueva estructura documentada está ubicada a una profundidad de entre tres y cinco metros y tiene unas dimensiones de unos 300 metros de largo por 150 metros de ancho. El hallazgo, que ha suscitado gran revuelo, se ha presentado este miércoles en la sede del CAS con la presencia de autoridades políticas y académicas.

La delegada territorial de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta en Cádiz, Mercedes Colombo, durante la presentación de los restos de edificaciones antiguas localizados entre Camposoto y Sancti Petri. JUNTA DE ANDALUCÍA FOTO: JUNTA DE ANDALUCÍA JUNTA DE ANDALUCÍA.

Otras hipótesis

Los resultados de estas actuaciones, desarrolladas en el marco del Proyecto Ergasteria de la Universidad de Sevilla, que pueden tener una correlación con la información que autores antiguos como Estrabón, Silio Itálico o Filóstrato proporcionan sobre el santuario de Melqart- Hércules, deberán ser investigados con profundidad para reconstruir la historia de la zona y determinar la cronología, tipología y usos que tuvieron cada una de las estructuras detectadas. Se trata de un área sometida históricamente al vaivén de las mareas, lo que dificulta todavía más los trabajos.

Las futuras investigaciones, han apuntado los investigadores, se centrarán en la realización de prospecciones arqueológicas (terrestres y subacuáticas), estudios documentales y geoarqueológicos específicos y un muestreo paleoambiental. Todo ello encaminado, de forma interdisciplinar, a fomentar el conocimiento del pasado y a la "protección y puesta en valor de unos restos arqueológicos excepcionales".

Una posible reconstrucción del templo de Hércules situado sobre el actual islote de Sancti Petri.

El investigador Ricardo Belizón ha mostrado su alegría e "impacto" por haber realizado este hallazgo en el curso de los trabajos para su tesis doctoral. No obstante, ha manifestado una cautela que también abandera Antonio Sáez: "Somos científicos, el tiempo y la investigación nos dirá si es o no es", han comentado ambos tras explicar que ahora "se inicia un trabajo de muchos muchos años" para corroborar su teoría.

Porque el debate va para largo. Otra investigación en curso en la que trabajan expertos de las Universidades de Cádiz y Sevilla, coordinada por el catedrático de Historia Antigua, Lázaro Lagóstena, apunta que el más famoso y viejo templo de Occidente podría ubicarse en el Cerro de los Mártires, en San Fernando (Cádiz). Una ubicación que está a unos cuatro kilómetros de distancia de las estructuras ahora documentadas.

Fuentes: elespanol.com | larazon.es | eluniversal.com | diariodepontevedra.es | 15 de diciembre de 2021