Las excavaciones que se llevan a cabo en Çatalhöyük (Turquía) sacan a la luz una estatuilla de hace 8.500 años

Un equipo de arqueólogos ha descubierto una estatuilla de mármol de 8.500 años en el sitio neolítico de Çatalhöyük en la provincia central de Konya (Turquía).

Según Ali Umut Türkcan (izquierda) jefe de las excavaciones, la estatuilla se encontró durante las excavaciones en el montículo sur de Çatalhöyük, uno de los primeros modelos de urbanización en la región de Anatolia. Representa una figura humana reclinada de 5 centímetros de alto en forma prismática.

Türkcan, quien también es profesor de arqueología en la Universidad Anadolu de Turquía, dijo que la estatuilla de mármol es una pieza rara y que no hay signos de género en la figura. Sin embargo, dijo, "la pieza recuerda a las figurillas identificadas como masculinas inclinadas ligeramente hacia atrás en el lomo de un animal, similares a las encontradas en excavaciones realizadas en el pasado".

Türkcan explicó que la forma de la cabeza de la estatuilla de mármol es ligeramente diferente de las clásicas que se encuentran en Çatalhöyük. “La cabeza es alargada y se representa en forma triangular como una extensión del cuerpo. En el cuello de la figurilla también se ven detalles grabados muy finos”, añadió.

Çatalhöyük, un enclave antiguo de hace 9.000 años en lo que ahora es el centro de Turquía, fue incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2012. "El sitio da testimonio de la evolución de la organización social y las prácticas culturales a medida que los humanos se adaptaron a una vida sedentaria", según la UNESCO.

"Aunque creemos que estamos trabajando principalmente para obtener hallazgos científicos, esta es la belleza de la arqueología, a veces puedes encontrarte con sorpresas. Puedes esperar, incluso, sorpresas aún mayores en Çatalhöyük. Es por eso que este descubrimiento único nos motiva a seguir trabajando aún más", añade Türkcan.

La antigua ciudad de Çatalhöyük -Patrimonio Mundial de la UNESCO- de 9.000 años de antigüedad en el distrito de Çumra de Konya, en el centro de Turquía, el 19 de abril de 2021. (Foto AA).

Çatalhöyük, uno de los asentamientos humanos más antiguos conocidos del mundo, fue el hogar de 8.000 personas durante el período Neolítico. Ahora es un yacimiento arqueológico donde los expertos están investigando diversos aspectos: la estructura social, la urbanización, la dieta y hasta la ropa que llevaban sus habitantes, etc. Las excavaciones iniciales en el mismo fueron realizadas en 1960 por el desaparecido arqueólogo británico James Mellaart.

A lo largo de los últimos 25 años se han realizado descubrimientos importantes a través de las excavaciones dirigidas por Ian Hodder (izquierda),profesor de antropología en la Universidad de Stanford.

Fuente: dailysabah.com | 28 de diciembre de 2021

Dos grandes exposiciones renuevan la oferta del Museo Íbero de Jaén

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo en la presentación de las dos exposiciones inauguradas en el Museo Íbero de Jaén. / LIÉBANA

El Museo Íbero de Jaén estrena dos grandes nuevas exposiciones con las que renueva su oferta y que, con cerca de seiscientas piezas, muestran los orígenes, el desarrollo y el final de la cultura íbera tras la conquista romana.

La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo, ha señalado durante el acto de inauguración que las exposiciones "‘La ciudad fortificada íbera: el oppidum’ y la ‘Iconografía animal en el imaginario funerario ibero’, vienen a fortalecer la oferta ibera de Jaén, confirmando el liderazgo de la provincia como referente nacional e internacional en la cultura ibera”.

La directora del Museo Íbero, y comisaria de las exposiciones, Concepción Choclán, explicando a las autoridades el contenido de las mismas.

‘La ciudad fortificada ibérica: el oppidum’, pone el foco en el hábitat identificador de la cultura ibera: el poblado fortificado.

Las 552 piezas que se exhiben provienen de la colección del Museo Íbero y son, en su totalidad, de los fondos de la Junta de Andalucía.

De ellas, 399 piezas proceden de actuaciones arqueológicas en la provincia de Jaén, en concreto del ‘oppidum’ de Puente Tablas, en Giribaile, La Muela, Baecula y Turruñuelos, y el resto, 123 piezas, son fondos de la Colección Ricardo Marsal depositados por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico en el Museo Íbero.

Patricia del Pozo, observa parte de las piezas expuestas en el Museo Íbero de Jaén. EFE/José Manuel Pedrosa. JOSE MANUEL PEDROSA. EFE.

Dentro de esta muestra destacan piezas como una sandalia romana reconstruida solo con las tachuelas sueltas encontradas entre los restos del recorrido que hicieron las tropas de la batalla de Baecula (208 a. C), unas grandes ánforas que se utilizaban para el almacenaje, muchos materiales de carros que servían para el transporte y la batalla, cerámicas, bronces y armas.

La segunda de las muestras, ‘Iconografía animal en el imaginario funerario ibero’, complementa a la anterior al arrojar luz sobre las esculturas funerarias que darían acceso al territorio urbano del ‘oppidum’.

Un hombre observa parte de las piezas expuestas en el Museo Íbero de Jaén. EFE/José Manuel Pedrosa. FOTO: JOSE MANUEL PEDROSA. EFE.

"Esta exposición reúne valiosas piezas procedentes del Museo Arqueológico de Córdoba, el Museo de Jaén y el Museo Íbero, haciendo visible el incremento del patrimonio arqueológico de Andalucía, y al mismo tiempo, refleja el mayor conocimiento que en nuestra época tenemos sobre la cultura ibera”, ha destacado la consejera. EFE

Fuentes: larazon.esandaluciainformacion.es | 29 de diciembre de 2021

Penas do Castelo (Lugo) ha resultado ser uno de los castros más antiguos de Galicia

Una vista aérea del asentamiento de Penas do Castelo, situado en un promontorio rocoso del valle del Lor, donde el verano pasado se llevaron a cabo sondeos arqueológicos por primera vez.

Las dataciones por carbono 14 han aclarado el misterio relativo a la antigüedad de la fortaleza de Penas do Castelo, en el municipio de A Pobra do Brollón (Lugo). Según los resultados de estos análisis, que se dieron a conocer ayer en un acto público en la parroquia de Salcedo, la construcción data de entre los siglos VIII y IX antes de la era actual, lo que la sitúa en los inicios de época castreña. Hasta ahora, a falta de otros indicios, no se podía saber con certeza si la fortificación databa del período castreño o de una época posterior, que podría llegar hasta la Alta Edad Media.

La datación fue realizada en un laboratorio especializado de Estados Unidos sobre varias muestras de tierra recogidas por la edafóloga Cruz Ferro (derecha) en tres puntos diferentes del yacimiento. «La coherencia de los resultados de las tres muestras es altamente fiable», señala la investigadora. Esta cronología sitúa la fortaleza de Penas do Castelo entre los asentamientos más antiguos de la época castreña que se conocen en Galicia.

Muy pocos casos

Según explica el arqueólogo Benito Vilas (izquierda), que el pasado verano dirigió las primeras excavaciones realizadas en este yacimiento, «los castros datados en ese período tan temprano son moy pocos». Entre ellos menciona el castro de Torroso —en el municipio de Mos, Pontevedra—, el castro Neixón Pequeno —en Boiro, La Coruña— y otro que se encuentra en el concejo orensano de La Mezquita, el castro Castelo Grande. Esta circunstancia, añade el arqueólogo, confiere un singular interés científico al yacimiento de Penas do Castelo, ya que el período histórico en el que se construyó la fortificación es todavía muy poco conocido en el noroeste peninsular. «Se sitúa precisamente en lo que sería la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro, es deicir, en el momento en que las comunidades comienzan a asentarse de forma sedentaria en el territorio y hacer construcciones permanentes en piedra», agrega.

La construcción monumental de Penas do Castelo, dice asimismo Vilas, lo distingue de los otros asentamientos de ese período que se conocen en el territorio gallego. «Tenemos que entender que mientras esta comunidad se ha dotando de una muralla de piedra de seis metros de ancho, en otros lugares de Galicia todavía están construyendo con palos, paja y barro», explica.

Foto: El castro data de entre los siglos VIII y IX antes de la era actual.

Un descubrimiento «totalmente inesperado» para los arqueólogos

En los sondeos arqueológicos realizados en verano en Penas do Castelo se comprobó que el asentamiento estuvo protegido por una muralla de piedra seca de considerables dimensiones, que en algunos lugares llega a los cuatro metros de altura. Los investigadores, sin embargo, no consiguieron encontrar ninguna pieza arqueológica ni ningún otro indicio que permitiese asignar el yacimiento a un período determinado, por lo que no se pudo despejar la incertidumbre acerca de su antigüedad.

El resultado de las dataciones por carbono 14, según apunta Benito Vilas, ha sido algo «totalmente inesperado», ya que los investigadores no contaban con que el asentamiento pudiese ser tan antiguo. «Teniendo en cuenta las dimensiones de la muralla, yo pensaba que, como mucho, podía ser del siglo III a.C.», dice a este respecto.

Foto: Muralla del castro de Penas do Castelo que llega a seis metros de anchura y cuatro de altura / Concejo de Pobra do Brollón

Una comunidad organizada

Los investigadores consideran, por otra parte, que el carácter monumental de la fortificación, desde el punto de vista de la organización social, «puede ser indicio de una comunidad muy organizada, seguramente en jerarquías, y, sobre todo, con excedentes de tiempo y mano de obra que les permite una obra civil de esta magnitud». Asimismo, resaltan el alto nivel de conocimiento técnico que implica esta construcción.

El Ayuntamiento resalta el interés del asentamiento como nuevo recurso visitable

El proyecto arqueológico de Penas do Castelo fue impulsado por la asociación vecinal y la comunidad de montes de la parroquia de Salcedo, que contó con el apoyo del Ayuntamiento de A Pobra do Brollón y de la Consejería de Cultura. El alcalde, José Luis Maceda, considera que «los resultados de esta investigación aumentarán el interés en visitar este yacimiento» e indican que «la apuesta del Concejo por la arqueología en comunidad, como estrategia de creación de recursos turísticos, dará sus frutos». El yacimiento de Penas do Castelo, dicen asimismo desde el gobierno local, «afronta también un nuevo momento como enclave visitable dentro de la red de recursos turísticos del municipio».

Para la Consejería —según apuntan desde el Ayuntamiento—, «los resultados son de sumo interés para la investigación, pero también en el marco de la candidatura de la Ribeira Sacra como patrimonio de la humanidad, ya que nos ponen en contacto con las primeras comunidades que se asentaron de forma definitiva y permanente en estas riberas, con las consecuencias que esto tiene para el paisaje».

Patrimonio local

Por otra parte, Marisa Defente, representante de la asociación vecinal y la comunidad de montes, opina que los hallazgos de Penas do Castelo vienen a incrementar el «valor patrimonial» de la parroquia de Salcedo, conocida por el singular valor etnográfico de sus fiestas de Carnaval. «Es muy curioso ver como las construcciones de esas primeras comunidades en asentarse en el territorio ayudan ahora a que quizá seamos de las ultimas comunidades en crear identidad y recursos por ser sedentarios», dice.

Fuente: lavozdegalicia.es | 24 de diciembre de 2021

La dieta de los primeros pobladores de Europa

Colmillos (técnicamente, “defensas”) de mamut de la especie Mammuthus meridionalis, encontrados en Fuente Nueva 3. (Imagen: ProyectORCE).

Una investigación ha revelado datos nuevos y esclarecedores sobre el componente cárnico en la dieta de los primeros pobladores humanos de Europa, hace aproximadamente 1,2 millones de años.

El estudio lo ha liderado la Universidad de Granada (UGR) y se ha centrado en el yacimiento prehistórico de Fuente Nueva 3 (Orce, Granada, España).

Los resultados del estudio han demostrado que hace 1,2 millones de años esos primeros europeos ya explotaban recursos cárnicos para su alimentación. Su dieta incluía desde carne de hipopótamos hasta la de tortugas.

Esta investigación se enmarca en el Proyecto Orce, dirigido por Juan Manuel Jiménez Arenas, profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, y ha sido encabezada por José Yravedra, investigador de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en España.

Foto: Diagrama de la distribución entre especies de la carne disponible en Orce

Para alcanzar sus novedosas conclusiones, los investigadores estudiaron las marcas de corte encontradas en la superficie de los huesos y otros restos hallados en el yacimiento de Fuente Nueva 3. Uno de los elementos más originales que aporta este trabajo es la demostración de que los pobladores eran capaces de llegar pronto a los cadáveres de los animales y consumir sus partes más nutritivas antes de que lo hiciera la competencia, en este caso los carnívoros como los tigres dientes de sable o las hienas gigantes. Esto quiere decir que o bien llegaban a los recursos antes que otros animales o directamente competían contra ellos o los ahuyentaban para hacerse con el alimento, lo que supondría enfrentarse a los tigres dientes de sable, hienas gigantes y perros salvajes parecidos a los licaones actuales.

El trabajo tafonómico ha resultado elemental en la investigación. Se trata de un análisis que permite interpretar cómo se forman los conjuntos fósiles y comprender qué agentes intervinieron en la acumulación. El investigador José Yravedra (izquierda) explica que, "si hay estrías de descarnación infligidas con filos cortantes de piedra sobre un tipo de carne, sabemos que los humanos fueron activos sobre ese animal”. “La metodología es muy compleja pero se basa en la observación de todas y cada una de las alteraciones que presentan los huesos y en la comparación con especies actuales que, por razones obvias, conocemos mejor, y también con otros yacimientos”, detalla Yravedra.

Una de las grandes cuestiones que plantean los investigadores tiene que ver con la metodología a través de la cual estos pobladores conseguían la carne. Jiménez Arenas (derecha) plantea que “si carroñaban, como parece ser la tónica general, ¿los recursos animales se cazaban o se recolectaban? Nosotros creemos que el carroñeo es una forma de recolección”.

Solo la continuidad en la investigación permitirá seguir despejando incógnitas, porque las estrategias de obtención de los recursos están relacionadas con las capacidades cognitivas de los antepasados. “No es lo mismo cazar que ser un carroñero pasivo que se conforma con los despojos dejados por otros consumidores”, puntualiza, Yravedra, el investigador principal de este trabajo.

Una marca de corte sobre un fémur de hipopótamo. Incluye la reconstrucción virtual 3D de dicha marca» (Yravedra et al., 2021)

A futuro, el Proyecto Orce también tiene la intención de implementar un programa de investigación basado en la inteligencia artificial que permita conocer con mayor detalle las especies que mordieron los huesos presentes en Fuente Nueva 3, además de ver la relación que hay entre la industria lítica tallada y las marcas de corte.

El estudio se titula “Use of meat resources in the Early Pleistocene assemblages from Fuente Nueva 3 (Orce, Granada, Spain)”. Y se ha publicado en la revista académica Archaeological and Anthropological Sciences.

En el estudio también han colaborado el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social en Tarragona, el Museo Primeros Pobladores de Europa ‘Josep Gibert’ (Orce, Granada), el Museo Arqueológico Provincial de Granada, la Universidad de Sevilla en España, la Universidad de Salamanca en España y la Universidad de Helsinki en Finlandia.

Fuentes: Universidad de Granada | noticiasdelaciencia.com | 29 de diciembre de 2021

Descubren un cementerio de mamuts perfectamente conservados en Inglaterra

Foto: DigVentures

Arqueólogos han descubierto parte de la osamenta de cinco mamuts esteparios junto a unas herramientas de piedra neandertales en una cantera cerca de Swindon, ciudad inglesa a mitad de camino entre Cardiff y Londres. Este hallago ofrece una visión reveladora de la forma de vida en Gran Bretaña durante la Edad del Hielo (hace 220.000 años).

Los huesos de este ser vivo extinto están bien conservados y corresponden a dos adultos, dos jóvenes y un pequeño mamut. Además de los restos, los arqueólogos han dado con un hacha de mano neandertal y pequeños raspadores de sílex utilizados para limpiar las pieles de los animales.

La excavación ha permitido recuperar restos de osos pardos, bisontes esteparios, semillas, polen, alas de escarabajos y caparazones de caracoles de agua dulce. Este hallazgo posibilita a los investigadores entender mejor la aparición de los neandertales y la forma de vida de los ancestros del ser humano.

Foto: DigVentures

Los arqueólogos estiman que el yacimiento fue utilizado por los neandertales hace unos 210.000 o 220.000 años, cuando aún vivían en Gran Bretaña. Por aquel entonces, no se había producido el descenso de las temperaturas que llevó a su 'expulsión'. Actualmente, no hay pruebas de que vivieran allí entre hace 60.000 y 180.000 años.

Un aspecto que llamó la atención de los paleontólogos fue el tamaño de los mamuts adultos: en lugar de alcanzar una altura de cinco metros como otros individuos de su especie de la estepa encontrados previamente, los mamuts de Swindon eran al menos un metro más pequeños, una característica que sugiere la adaptación de la especie a una clima cada vez más frío, en el que los medios de subsistencia resultaban escasos.

Excavadores levantan un colmillo de mamut en una cantera en Swindon, una ciudad en el suroeste de Inglaterra. Crédito: DigVentures

"Una verdadera emoción"

"Todavía queda mucho por descubrir aquí”, ha contado en un comunicado referido por CNN, Lisa Westcott Wilkins, cofundadora de DigVentures (empresa responsable de la excavación). “La colaboración entre los científicos, los propietarios de las tierras y los aficionados ha sido crucial, y ya estamos estudiando cómo continuar con las investigaciones y explorando diferentes alternativas para que el público pueda formar parte de ellas", dice.

Los cazadores de fósiles Sally y Neville Hollingworth encontraron por primera vez el hacha de mano y algunos restos de mamut en la cantera de Swindon en 2017. DigVentures realizó entonces excavaciones en el lugar en 2019 y 2021. “Originalmente esperábamos encontrar fósiles marinos, y hallar algo tan significativo ha sido una verdadera emoción”, ha apuntado Sally Hollingworth.

“Incluso mejor que eso es ver cómo se convierte en una gran excavación arqueológica dirigida por DigVentures y un documental de la BBC presentado por David Attenborough”, ha contado, haciendo alusión a un programa que verá la luz el jueves 30 de diciembre en la cadena pública. “No podríamos estar más contentos de que algo que hemos descubierto sea conocido y disfrutado por tanta gente”.

Fuetes: elconfidencial.com | nationalgeographic.com| 30 de diciembre de 2021

La extinción sucesiva de animales por la caza llevó a la práctica de la agricultura, según un estudio israelí

Un felino de dientes de sable intenta expulsar a un oso de cara corta de su territorio. Crédito: Daniel Eskridge / Shutterstock

La masa corporal promedio de los animales cazados y consumidos por los primeros humanos en el sur del Levante se redujo en más d un 98 % durante el curso del Pleistoceno, desde hace 1,5 millones de años hasta hace 11.700 años, cuando comenzó la época del Holoceno de la civilización humana, según concluye un trascendental meta-estudio de la Universidad de Tel Aviv publicado en Quaternary Science Reviews.

Hace 10.500 años, la masa corporal media de los animales en esta región era solo el 1,7 % de la masa corporal media de los animales de hace 1,5 millones de años, informan Jacob Dembitzer, Ran Barkai, Miki Ben-Dor y Shai Meiri, de la Universidad de Tel Aviv.

Se sabe desde hace mucho tiempo que la megafauna desapareció gradualmente a lo largo del Pleistoceno, especialmente después de la última Edad de Hielo, cuando los humanos modernos se extendieron por todo el mundo. Pero solo ahora se están aclarando las dimensiones y el alcance de este drástico fenómeno, explica Barkai.

Foto: El profesor Ran Barkai con un antiguo hueso de elefante. Cortesía de la Universidad de Tel Aviv.

Pruebas forenses

Las contribuciones relativas de los cambios climáticos y la presión de la depredación humana se han debatido ferozmente durante décadas respecto a la extinción de cada animal en varios lugares. Para cuantificar el fenómeno de una vez por todas, Dembitzer y sus colegas llevaron a cabo un meta-estudio en el que se revisaron decenas de artículos, informes y libros sobre la evolución de los homínidos y la fauna en el sur del Levante desde el Pleistoceno. Su trabajo ha tratado de aislar la causa primordial por primera vez.

El equipo no encontró correlación entre la disminución de la masa corporal animal durante el Pleistoceno y los cambios en la temperatura global o las precipitaciones. No fueron la paleo-temperatura o la paleo-precipitación los culpables, sino el 'paleo-nosotros', que cubrimos los terrenos con los huesos de nuestras comidas.

Hemos entrado en el Pleistoceno como los primeros seres humanos con... embarcados en el camino hacia la civilización moderna. No tenemos nada más que algunos fósiles y algo de arte rupestre para recordar los grandes animales imponentes que una vez vivieron entre nosotros y que cazábamos. Varios artículos científicos muestran evidencias que sugieren que los homínidos los cazaban activamente, no solo buscaban su carroña.

Pero, a medida que eliminábamos la megafauna, tuvimos que recurrir a comer animales cada vez más pequeños, puesto que eso eso era lo que quedaba. Como dice el equipo de investigación: “A lo largo del Pleistoceno, los nuevos linajes humanos cazaron presas significativamente más pequeñas que las anteriores. Esto sugiere que acabaron por extirpar la megafauna pleistocénica, y, en consecuencia, cuando las especies más grandes se agotaron, las siguientes en tamaño fueron el objetivo".

Excavaciones en la cueva Qesem (Israel). Cortesía de la Universidad de Tel Aviv.

La evolución de nuestros cerebros, desde el volumen de una naranja al de un melón mediano, fue en realidad impulsada por nuestra necesidad de desarrollar mejores herramientas para cazar animales cada vez más pequeños y evasivos, proponen Barkai y su equipo. En pocas palabras, puedes matar a un elefante con una lanza de madera si este no te ve y eres lo suficientemente ágil y fuerte. Pero para atrapar un ciervo o, incluso, un conejo, necesitas un conjunto de herramientas completamente diferentes.

Vale la pena aclarar que el equipo de investigación no está sugiriendo que los humanos tempranos o posteriores hayan sido los únicos responsables de todas las extinciones de la megafauna en todas partes. Además, todavía sobrevive algo de la misma: el alce, el elefante, el rinoceronte, el cocodrilo del Nilo, el hipopótamo colombiano y las serpientes gigantes, etc., siguen existiendo. Pero los elefantes y rinocerontes europeos y americanos ya no existen, el perezoso gigante se ha extinguido, la hiena gigante del sudeste asiático y los leones de Europa también, y así muchos más.

Hay que precisar que el meta-estudio aludido se refiere únicamente al sur del Levante. Existe una gran cantidad de datos sobre los primeros humanos que cruzaron esta región al salir de África hacia Eurasia (y viceversa), así como de los animales que existieron en las diferentes capas arqueológicas de la zona. ¿Cuán relevantes son estos hallazgos para el resto del mundo?

“Muy relevante”, responde Ran Barkai. "Es cierto que no se han realizado estudios como este para otras regiones que carecen de una continuidad comparable de datos que se remonten a 1,5 millones de años, y más en otros sitios. Pero, ciertamente, hay indicios de que se trató de un fenómeno mundial. En todas partes, lo más probable, es que la gente se centrara en cazar los animales más grandes, y, cuando se extinguieron, dirigieran su atención hacia los que eran más pequeños”, explica.

Regresión lineal de la masa corporal media ponderada (en kg) en función del tiempo. Crédito: Jacob Dembitzer, Ran Barkai, Miki Ben-Dor y Shai Meiri.

De hecho, investigaciones independientes han demostrado que el volumen corporal de los animales en África comenzó a disminuir hace más de un millón de años. Eso es mucho antes de que evolucionasen los humanos modernos. La línea humana se separó del chimpancé hace unos 7 millones de años y, en algún momento, dio un giro significativamente carnívoro. Barkai y otros investigadores sospechan que, al menos desde el punto de partida del Homo erectus, nuestra línea evolutiva nos condujo a ser superdepredadores, con una subsistencia basada principalmente en la carne y la grasa, además de los ingredientes vegetales.

Por lo tanto, es plausible que los primeros humanos fueran uno de los impulsores del declive de la megafauna en África. El caso de Australia y América es mucho más claro, y tampoco es a nuestro favor, según varios estudios. En América del Sur, el 83 % de las especies de megafauna se extinguieron, incluidos tres órdenes completos de animales durante el último millón de años. También hubo un gran evento de extinción en la pampa argentina hace 13.000 a 10.000 años, momento en el que llegaron los humanos.

El arte rupestre de todo el mundo, desde Asia hasta Europa y América, muestra claramente animales extintos hace mucho tiempo, incluidos mamuts y uros.

La sedentarización

Hay otra indicación global de nuestra culpabilidad: el arte rupestre de todo el mundo. Desde Asia hasta Europa y América, hay muestras claras de animales extintos hace mucho tiempo, incluidos mamuts, uros, leones en Europa y perezosos gigantes. Claramente, los miembros de nuestra especie estaban íntimamente familiarizados con estos grandes animales.

Y a medida que la Edad de Hielo se desvanecía, convirtiendo grandes extensiones de tierra en aptas para que floreciera la vegetación, al tiempo que los animales desaparecían o se volvían tan pequeños que apenas valía la pena atraparlos -incluso con la innovación del arco y las flechas-, nació la revolución neolítica. La agricultura y los animales domésticos aumentaron y, finalmente, reemplazaron en gran medida la actividad de la caza y la recolección, según el modelo que Barkai y su equipo han construido.

“Afirmamos que, básicamente, hacia el Holoceno, no había animales grandes para cazar, por lo que se comenzó a domesticar a los animales más pequeños”, explica Barkai. "La domesticación y la agricultura se desarrollaron en aproximadamente siete lugares alrededor del mundo de forma independiente, y muy probablemente por la misma razón". La agricultura se desarrolló de forma aislada en diferentes épocas, en diferentes lugares, pero todos durante el Holoceno: en el Levante; en China; en Etiopía, en América Central y América del Norte, en el sur de la India, y en otros lugares.

La evolución de nuestros cerebros en realidad fue impulsada por nuestra necesidad de desarrollar mejores herramientas para cazar animales más pequeños y evasivos, propone el equipo de investigación. Crédito: Claude Valette.

Trabajos anteriores han sugerido que la agricultura pudo haber surgido porque los cazadores-recolectores móviles fueron "forzados" a establecerse y cultivar los campos por individuos de rango superior. De lo contrario, ¿por qué los cazadores-recolectores, que deambulan pacíficamente, se habrían vuelto sedentarios? Dicho de otra manera: fue el surgimiento de algún tipo de organización proto-estatal lo que presionó a la gente a establecerse y realizar actividades agrícolas, a fin de poder recolectar excedentes de granos y carne y lograr alimentar y mantener la creación de ejércitos que afianzaran esos inicios proto-estatales.

Sin embargo, la agricultura es, en todas partes, anterior a la formación de los primeros estados conocidos. Barkai y su equipo tienen una explicación simple al respecto: "La gente necesitaba comer, se estaban quedando sin opciones, pero el clima, que se había vuelto más propicio para la proliferación de plantas y la actividad agrícola, en conjunción con la cría de animales, resolvieron el problema".

Este meta-estudio, que demuestra que la masa corporal animal se redujo en más del 98% en el tránsito del Pleistoceno al Holoceno, se ha centrado en los mamíferos, dejando de lado a los reptiles. Sabemos que los primeros humanos en Israel asaban tortugas, entonces, ¿por qué dejaron de lado las comidas procedentes de reptiles? Debido a que no hay suficientes datos sobre el consumo de los mismos en comparación con el de los mamíferos, tal vez fuera debido a no nos gustaba comer reptiles, o bien es posible que sea un sesgo o prejuicio de la investigación sobre ello, responde Barkai. En cualquier caso, lo cierto es que los yacimientos prehistóricos están plagados de restos de mamíferos.

Otra cosa: no se podía llevar un elefante muerto a la cueva que habitabas para compartirlo con las mujeres y niños. Pero a medida que la megafauna se volvió escasa, a mediados del Pleistoceno, el uso de las cuevas aumentó, circunstancia que el grupo de investigación cree que no es una coincidencia.

La última megafauna del Levante fueron los uros. El último murió hace entre unos 3.200 y 2.500 años. Pesaban un promedio de 900 kg.

A medida que la megafauna se volvió escasa a mediados del Pleistoceno, el uso de cuevas aumentó, lo que el grupo cree que no es una coincidencia. Crédito: Prof saxx.

Un tabú biológico

Barkai no considera que esta interpretación del pasado afecte a las extinciones humanas. El Homo sapiens es el único superviviente del género Homo, pero no cree que los patrones de conducta que el grupo de investigación ha descubierto en su meta-estudio fueran impulsados ​​por la pura agresión, sino solo por la necesidad, y, por tanto, no asume que el canibalismo haya sido un fenómeno generalizado, incluso aun cuando pudo haber sucedido aquí o allá.

“Sabemos, además, que existen impedimentos evolutivos que van contra el canibalismo; no es solo un tabú cultural, sino también biológico.'Kuru', lo resume en una palabra: es la versión humana de la enfermedad de las vacas locas, causada por comer el sistema nervioso y el tejido cerebral de nuestros compañeros de especie. Si te comes un cerebro humano con priones 'malos', es posible que también sufras la enfermedad".

Por otra parte, Barkai especula: "El respeto por los animales también habría afectado a los propios humanos".

A pesar de la carnicería que implica esta historia, Barkai conserva su confianza en que los primeros humanos, de la especie que fueran, tenían respeto por la naturaleza y por lo animales que cazaban y comían. Esta teoría se basa en parte en los evidentes intentos de utilizar hasta la última molécula de los mismos, sin dejar que ninguna se desperdiciara.

También cree que, dado que la mayoría de los humanos modernos claramente no tienen ningún respeto por los animales, y poco por los demás humanos, en algún momento se debió perder esa cualidad. Entonces, ¿qué pasó con los animales grandes si es que los respetábamos tanto? "Tenían respeto por los animales, pero tenían que ganarse la vida, y, por tanto, parece que hay un precio que hay que pagar por la prosperidad humana", responde Barkai. "Y este precio lo paga el medio ecológico".

Fuente: haaretz.com | 20 de diciembre de 2021