¿El canibalismo propició la extinción de los neandertales?

Ilustración de una escena caníbal en la Prehistoria realizada por Arturo Asensio Moruno en el Museo Arqueológico Nacional.

Si hay un pecado que, a nuestros ojos modernos y puramente occidentales parece imperdonable, ese es el canibalismo. Una práctica tabú. Tanto es así que cuando escuchamos extrañas historias sobre individuos que han tenido que probar la carne humana (el ejemplo más famoso es el del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que sirvió de inspiración para la película Viven) nos producen un morboso interés, pese al sensacionalismo terrible en el que se ven envueltas. Recientemente, la historia del actor Armie Hammer, con supuestas tendencias caníbales según sus propios mensajes, también se ha hecho muy famosa.

Quizá porque está fuera de toda humanidad corromper la carne del prójimo. Por supuesto, las razones del canibalismo son muy diferentes y la necesidad parece excusable, mientras que el ritual no lo es. Sea como fuere, y aunque hay muchas leyendas al respecto, razón por la cual en algunas ocasiones resulta difícil distinguir entre la realidad y el mito (Cristobal Colón regresó a Europa contando historias increíbles sobre esta práctica), es una práctica que ha acompañado al ser humano desde que pisó la Tierra. Es difícil enorgullecerse de ello, pero es así: se ha demostrado que el Homo antecessor lo practicaba, siendo la referencia sobre canibalismo más antigua de nuestro continente.

Una de las cuestiones que más ha preocupado a los arqueólogos es por qué nuestra especie logró sobrevivir mientras que los neandertales, nuestros parientes cercanos, no lo lograron. En los primeros momentos de su estudio, con ignorancia y soberbia, solíamos representarlos como seres brutos y completamente cavernícolas, en el sentido literal de la palabra, mucho menos avanzados que el Homo sapiens. Hoy en día, gracias a las nuevas investigaciones, sabemos que esto no se correspondía con la realidad: enterraban a sus muertos, tenían herramientas y, quizá, hacían las cosas que a nosotros nos señalan como seres superiores. Es decir, probablemente hablaban y tal vez representaban la realidad mediante pinturas. Pero también practicaban el canibalismo, según los signos hallados en zonas como Krapina, en Croacia, en 1899.

Fragmentos de hueso de Gough's Cave en Inglaterra. Las pruebas de este yacimiento que data del Paleolítico Superior sugieren que las personas que lo habitaban practicaban canibalismo y quizá empleaban calaveras humanas para propósitos rituales. FOTOGRAFÍA DE DEREK ADAMS, NATURAL HISTORY MUSEUM.

Por qué desaparecieron ellos y nosotros no

¿Tuvo algo que ver el canibalismo en la desaparición de nuestros parientes los neandertales? Un reciente artículo publicado en Psychology Today se centra en ello con la idea de encontrar respuestas. Algunos antropólogos señalan que no hubo competencia directa entre Homo sapiens y neandertales, sino más bien que los primeros fueron más astutos a la hora de hacerse con los recursos pertinentes para sobrevivir. Los antropólogos españoles Jordi Augustí y Xavier Rubio-Campillo (2016) realizaron un experimento virtual para estudiar los factores subyacentes a la extinción de los neandertales. En su modelo experimental, incluyeron la ubicación del grupo con un rango de hogar definitivo (donde se recolectan los recursos), el tamaño del grupo, el canibalismo (para eliminar la competencia y obtener recursos adicionales) y la posibilidad de que un grupo se fracturará en dos (fisión).

Desde el punto de vista de la teoría de juegos, el canibalismo parece ser una forma óptima de obtener recursos. Es importante, no obstante, distinguir entre dos tipos de canibalismo: endocanibalismo y exocanibalismo. Con el primero, el grupo se come a sus propios miembros. Puede darse por razones puramente funcionales, es decir, cuando el grupo está hambriento y tiene que sobrevivir. También se puede practicar por razones religiosas o simbólicas tras la muerte de alguien del grupo y, por tanto, no sería un asesinato. El exocanibalismo, sin embargo, implica comerse a miembros de otros grupos.

Augustí y Rubio-Campillo descubrieron que, cuando los recursos eran abundantes, ninguna de estas prácticas era necesaria para sobrevivir. Pero cuando los recursos son escasos puede ser una medida óptima. Los grupos que favorecían el exocanibalismo podían prevenir su propia extinción. Sin embargo, en el modelo virtual final añadieron humanos anatómicamente modernos y no caníbales. Al final de la simulación, los que se dedicaban al exocanibalismo se habían extinguido, lo que les hizo concluir que aunque los individuos pudieran beneficiarse de la práctica, la especie en conjunto no. (Es importante señalar que el modelo asumió que los neandertales practicaban el canibalismo solo con otros grupos de neandertales).

La antropóloga de California Hélène Rougier (2016) y sus colegas analizaron 99 restos neandertales de una cueva en Goyet, Bélgica, que datan de hace unos 45.000 a 40.000 años. Su análisis mostró evidencias muy claras de canibalismo, junto a huesos de animales. No es una casualidad, otras revisiones han descubierto lo mismo. La cuestión entonces es por qué los neandertales se comían a otros 'colegas' si es que los animales parecían suficientes y abundantes. La conclusión es que quizá lo hicieran para obtener recursos o reducir la competencia, pues parece poco probable que comenzase en cada grupo de manera aislada o que se tratase de una tradición transmitida de generación en generación.

Una última teoría se adentra en algo más: la importancia del olfato. Al parecer, no tenían un sentido tan evolucionado como el nuestro, por lo que es posible que tuvieran una menor capacidad para diferenciar olores (particularmente el olor a carne humana quemada, que los bomberos describen como horrible). La extinción de nuestros 'primos' sigue siendo un misterio, pero esto podría ser una señal de la importancia que tiene el olfato en la evolución humana y si podremos ser reemplazados en el futuro por otros humanos más avanzados que nosotros, según las decisiones que tomemos en busca de nuestra propia supervivencia.

Fuente: elconfidencial.com | 2 de enero de 2022

Hallan un cráneo ritual seccionado íbero en el yacimiento de Olérdola (Barcelona)

El cráneo ritual íbero hallado en Olérdola. Cristóbal Castro. El País.

Tenía entre 18 y 25 años y vivió hace alrededor de 2.300 años, en el siglo III a. C. Su cráneo fue colgado de una fachada en la ciudadela íbera de Olérdola (Alto Panedés, Barcelona) a modo de trofeo, y acaba de aparecer en una excavación.

No es la primera cabeza cortada y clavada que aparece en un yacimiento catalán, pero sí la que se encuentra más al sur, lo cual abre grandes interrogantes entre los arqueólogos.

Los restos de este cráneo, fragmentado en cinco pedazos, se exponen de urgencia en el Museo de Arqueología de Cataluña (MAC) durante apenas cuatro días, desde hoy y hasta el domingo, aprovechando los últimos días de la exposición “El enigma íbero. Arqueología de una civilización” (que ya era fabulosa antes de esta aportación final).

El cráneo, aparte de su vistosidad, tiene el interés arqueológico de que es el primero que aparece en un poblado de la tribu de los cosetanos. En este caso, los restos son de la cara. Los cráneos cortados -que merecieron una exposición específica en el MAC a finales de 2015- eran hasta ahora vestigios exclusivos de las tribus de los indigetes y de los layetanos. Fueron hallados en yacimientos de Ullastret, Santa Coloma de Gramenet y Cerdanyola del Vallès; existen restos de alrededor de 30, 12 y 2 individuos. Se cree que es una costumbre que los íberos adoptaron por influencia celta. Los clavaban a la pared con punzones de hasta 23 centímetros, como triunfos bélicos. "Los íberos tenían buenos conocimientos de antropología como para saber dónde poner ese tipo de clavo sin destruir el cráneo. Seguramente lo tenían expuesto en la entrada del recinto amurallado, para que todo el mundo lo viera, era un símbolo de poder» ", explica Núria Molist, codirectora de la excavación.

La conservación de alguna pieza dental del cráneo recién encontrado permitirá además abordar estudios genéticos de las poblaciones de aquel momento; los íberos incineraban a sus difuntos, lo que eliminaba toda esa información. Los análisis realizados hasta ahora indican que los individuos así expuestos eran de las mismas zonas, lo que permite especular con que fueran líderes de tribus rivales vecinas o jefes depuestos. La del yacimiento de Olérdola estaba en un lugar bien visible en la zona de acceso.

La civilización ibérica se compuso de decenas de tribus dispersas por la zona mediterránea y sur de la península ibérica entre el siglo VI y hasta poco antes de nuestra era, cuando fueron absorbidos por la romanización. Su lengua escrita sigue siendo un enigma.

Un enclave fabuloso

El cráneo apareció durante las excavaciones que el MAC ha desarrollado entre el 29 de noviembre y el 3 de diciembre en el yacimiento de Olérdola, que en 2021 ha conmemorado cien años de trabajos arqueológicos. El lugar ha tenido ocupación humana durante cuatro mil años, con sucesivas culturas.

La excavación de este invierno investigaba precisamente la transición entre íberos y romanos, dado que estos conquistaron el lugar y lo adaptaron a sus necesidades. Se centró en la torre 2 de la muralla romana, en el flanco oriental de la puerta de entrada al recinto fortificado. Esta torre también fue reconstruida en época medieval y había sido objeto de excavaciones y obras de restauración en 1987, 2013 y 2016. En esos trabajos se determinó que la torre fue abandonada (con toda seguridad, todo el emplazamiento) hacia el año 75 a. C., lo que coincide con las fuentes escritas, que datan entre los años 80 y 72 la Guerra de Sertorio, que llenó la península ibérica de inestabilidad. Por ello es seguro que el lugar, punto estratégico y de control, se viera afectado por ese conflicto en ese momento.

Vista de perfil del cráneo localizado. Manolo García.

La torre romana se asienta sobre otra anterior, ibérica, aunque el trazado de la muralla fue redefinido por los romanos. La excavación no ha llegado todavía al nivel de roca madre, con lo que es muy posible que nuevas campañas deparen nuevas sorpresas. "Es como una matrioska, con una torre dentro de una torre dentro de una torre", ha ilustrado el otro codirector de los trabajos, Jordi Principal.

La investigación ha desvelado, aparte del cráneo, que la torre sufrió graves daños en aquel momento en que los romanos se hicieron con el lugar. Han aparecido restos de vigas caídas y carbonizadas, y también elementos de mobiliario y abundante vajilla, con cerámicas y ánforas en buen estado, así como restos de armamento romano. Todo ello denota un abandono precipitado del enclave. La estructura colapsó (con el cráneo posiblemente clavado en la pared) y el espacio quedó sellado. Por suerte.

Fuentes: lavanguardia.com | abc.es | ara.cat | 13 de enero de 2022

El ‘Homo sapiens’ más antiguo del este de África vivió hace unos 230.000 años

Reconstrucción de los restos 'Omo I' hallados en Etiopía.

En 1987, Rebecca Cann, Mark Stoneking y Allan Wilson publicaron en la revista Nature un estudio sobre el ADN mitocondrial que indicaba que la población ancestral del Homo sapiens actual probablemente procedía de África oriental.

Además de las pruebas indirectas, esto se explica porque los fósiles de los primeros Homo sapiens más convincentes (es decir, Omo I u Omo Kibish y los homínidos de Herto), también se han encontrado en esta región.

Sin embargo, estudios recientes, tanto en genética como en paleoantropología, han empezado a cuestionar este punto de vista. De esta forma, el consenso emergente en cuanto a la localización del origen de nuestra especie se inclina hacia procesos evolutivos más complejos, que incluyen la mezcla entre diferentes poblaciones, procedentes de distintas regiones de África, por ejemplo, las poblaciones del sur y del este del continente.

El fósil del Omo I, descubierto por el paleoantropólogo keniano Richard Leakey (derecha, recientemente fallecido), posee las principales características morfológicas específicas del Homo sapiens –es decir, una bóveda craneal alta y globular, un mentón en la mandíbula–, lo que convierte al espécimen en un miembro incuestionable de nuestra especie.

Un equipo de científicos, liderados por la Universidad de Cambridge (Reino Unido), ha datado una enorme erupción volcánica en Etiopía que revela ahora que este individuo vivió mucho antes de lo que se pensaba.

“Antes de este estudio, se creía que estos fósiles podían tener una antigüedad de 198.000 años. Las nuevas estimaciones son de más de 200.000 años y posiblemente más de 230.000, con lo que se retrasa la primera aparición incuestionable de un miembro de nuestra especie en el registro fósil”, apunta Aurélien Mounier (izquierda), científico del Museo del Hombre de París y coautor del estudio que publica la revista Nature.

Omo I se encontró bajo una capa de ceniza muy gruesa que es demasiado fina como para obtener datos mediante técnicas de datación directa. “La única manera que había era analizar su composición química para obtener su huella dactilar y luego tratar de correlacionarla con otras capas de ceniza de la región e, idealmente, con el volcán que produjo la erupción. Algo muy complejo, porque Etiopía alberga numerosos volcanes. Cada erupción tiene una huella química única”, apunta Celine Vidal (derecha), autora principal del trabajo e investigadora de la Universidad de Cambridge.

Una colosal erupción fue la clave

Hasta el presente, varios estudios que habían intentado esta datación anteriormente, habían sugerido algunas correlaciones, pero había mucha incertidumbre. Lo que ha logrado este equipo ahora, al estudiar las grandes erupciones que se produjeron en Etiopía durante el periodo de tiempo considerado (hace entre 300.000 y 60.000 años), es identificar una que fue colosal, la del volcán Shala hace 233.000 años, localizado a 400 kilómetros de la región donde se halló Omo I.

El equipo toma muestras de los depósitos de ceniza que limitan la edad del fósil más antiguo de Homo Sapiens en la formación Omo Kibish. / Alan Deino 2018.

La localización de las excavaciones es muy importante. El yacimiento del que hablábamos al principio del artículo, denominado Omo I, se encuentra en la formación geológica Omo Kibish, creada por el río Omo, que cruza el sudeste de Etiopía. Si miramos un mapa físico de la región, observaremos que nos encontramos dentro del Gran Valle del Rift de África Oriental. Este valle es una enorme fractura geológica que comenzó a formarse durante los últimos 30 millones de años cuando, debido a las corrientes de magma del interior del planeta, empezaron a separarse las placas continentales africana y somalí. Toda esta actividad tectónica da como resultado una zona con alta concentración de terremotos y volcanes, y son estos últimos, los volcanes, los que tienen una cualidad muy importante: sus erupciones poseen una firma química única.

Los investigadores recogieron muestras de roca de los depósitos volcánicos y las molieron hasta un tamaño submilimétrico. “Una vez que se ha triturado la roca, se liberan los minerales de su interior, y entonces se puede datar e identificar la firma química del vidrio volcánico que mantiene unidos a los minerales”, explica Vidal.

La huella de esta erupción resultó ser idéntica a la de la ceniza encontrada sobre el fósil Omo I, en la formación Omo Kibish. Esto implica que los fósiles son más antiguos que 233.000 años.

Imagen de satélite de los Lagos Shala FOTO: NASA. Este volcán entró en erupción hace más de 230 000 años, formando lo que hoy conocemos como los Lagos Shala, los más profundos del Valle del Rift de Etiopía. Actualmente, los manantiales de aguas sulfurosas que expulsan aguas termales recuerdan que la actividad volcánica no ha cesado, pero sí que se encuentra mucho más calmada que cuando envió las cenizas hacia la región de Omo Kibish. Esta actividad residual no supuso un impedimento para el equipo de la Dra. Vidal, que se acercó a la zona para tomar muestras de las rocas y sedimentos de alrededor del antiguo volcán para poder datarlos y confirmar su antigüedad.

El valle que revela el pasado de la evolución humana

Esta región de Etiopía es una zona de gran actividad volcánica y una rica fuente de restos humanos primitivos y artefactos como herramientas de piedra.

“Como paleoantropólogo que trabaja en África oriental, veo lo mucho que me baso en los logros y el legado de Leakey para llevar a cabo mis propias investigaciones. África oriental sigue proporcionando numerosos fósiles extremadamente importantes. Pero no son tanto los fósiles en sí, como las particularidades de esta zona lo que la hacen importante, ya que los restos se conservan mejor que en otras regiones y, en concreto, el Valle del Rift ofrece una oportunidad única al dejar al descubierto sedimentos más antiguos y hacerlos más fácilmente accesibles a los arqueólogos”, reflexiona Mounier.

Este estudio es especialmente importante porque apoya la hipótesis de las investigaciones genéticas que señalan que la divergencia de genes de las primeras poblaciones de Homo sapiens podría haber ocurrido hace unos 300.000 años.

"Hay muchas otras capas de ceniza que estamos tratando de correlacionar con las erupciones del Rift etíope y con los depósitos de ceniza de otras formaciones sedimentarias. Con el tiempo, esperamos acotar mejor la edad de otros fósiles de la región", afirma Vidal.

Para lograr su objetivo los científicos dataron las capas de ceniza volcánica donde quedó enterrado "Omo I", una zona del valle del Rift (foto) de gran actividad volcánica y rica en restos de los primeros humanos.

En busca de la edad tope de nuestra especie

Los investigadores afirman que, aunque este estudio muestra una nueva edad mínima para el Homo sapiens en el este de África, es posible que nuevos hallazgos y estudios amplíen la edad aún más atrás en el tiempo.

“Solo podemos datar a la humanidad basándonos en los fósiles que tenemos, así que es imposible decir que esta es la antigüedad definitiva de nuestra especie. El estudio de la evolución humana está siempre en movimiento: los límites y las líneas de tiempo cambian a medida que mejora nuestra comprensión. Pero estos fósiles muestran lo resistentes que son los humanos: que sobrevivimos, prosperamos y emigramos en una zona tan propensa a los desastres naturales", continúa la investigadora.

“Nuestro enfoque forense proporciona una nueva antigüedad mínima para el 'Homo sapiens' en el este de África, pero el reto sigue siendo aportar un límite, una antigüedad máxima, para su aparición”, concluye la coautora Christine Lane (izquierda), directora del Laboratorio de Tefra de la Universidad de Cambridge.

Habilidades cognitivas

Probablemente no sea una coincidencia que nuestros primeros ancestros vivieran en un valle geológicamente activo: "Recogía lluvia en los lagos, ofrecía agua dulce y atraía animales, y servía como un corredor de migración natural que se extendía miles de kilómetros», describe Clive Oppenheimer (derecha), director del proyecto que fecha la erupciones volcánicas. Al mismo tiempo, los volcanes proporcionaron «materiales fantásticos para fabricar herramientas de piedra y, de vez en cuando, teníamos que desarrollar nuestras habilidades cognitivas cuando las grandes erupciones transformaban el paisaje".

El equipo de investigación tomando muestras de los sustratos en Kibish. Céline Vidal.

Al paleoantropólogo y codirector de los yacimientos de Atapuerca, Bermúdez de Castro (izquierda), no le ha sorprendido que esta nueva datación retrase la formación del yacimiento de Etiopía: "Hace 230.000 años nuestra especie, conformada casi como la conocemos hoy en día, salvando matices de una mayor robustez en los rasgos faciales y craneales, se paseaba ya por África. De esa misma antigüedad es el cráneo de Florisbad, en Sudáfrica, asignado por su descubridor, Thomas Dreyer, a 'Homo helmei', pero en la actualidad incluido en 'Homo sapiens'. Así que podemos seguir afirmando que los primeros homininos con un aspecto inequívocamente como el nuestro se encuentran en África hace entre 300.000 y 200.000 años, un dato esperable que no cambia nada más que la datación de ese yacimiento", sostiene.

El paleontólogo español, sin relación con el estudio de Nature, recuerda que "las dataciones de los yacimientos, aunque son meritorias, no son una verdad absoluta ni deben darse nunca como un asunto zanjado, dado que las técnicas mejoran y siempre se encuentran nuevos métodos de datación, que deben ser empleados en todos los yacimientos".

Desde su punto de vista, "con esta evaluación continua nos podemos ir acercando a la realidad del tiempo en el que se depositaron los sedimentos y los fósiles. Si se realiza una batería de dataciones con diferentes métodos en cualquier yacimiento se obtiene un rango de edades, con un valor mínimo y un valor máximo. Cuando hay otros elementos a considerar en el yacimiento, como la fauna, el paleomagnetismo, etc., se puede debatir entonces cual podría ser la cronología más probable".

Fuentes: agenciasinc.es | larazon.es | elmundo.es | 12 de enero de 2022

Turquía abre una nueva ventana sobre la interpretación del inicio de la civilización neolítica

Vista aérea de las excavaciones de Karahan Tepe, en la provincia de Sanliurfa y dentro del Parque Nacional de las Montañas Tek Tek, al este de la llanura de Harran. ARCHIVO DE DE EXCAVACIONES DE KARAHAN TEPE.

Figuras talladas de humanos y animales, grandes obeliscos en forma de T, enterramientos, estructuras domésticas y rituales... Los artefactos y asentamientos que, en los últimos años, los arqueólogos han sacado a la luz en las áridas tierras del sudeste de Turquía abren una nueva ventana a los inicios del sedentarismo en Anatolia y la alta Mesopotamia. En opinión de los investigadores turcos, estos hallazgos pueden servir para reescribir la historia de los inicios de la civilización humana. Otros son más cautos.

El descubrimiento de Göbekli Tepe —datado en torno a 9.600 a. C. y considerado “el templo más antiguo del mundo”— y su excavación bajo la dirección del arqueólogo alemán Klaus Schmidt entre 1994 y 2014 han supuesto un antes y un después en las investigaciones sobre las primeras etapas del Neolítico en Turquía. Promocionado como reclamo turístico por el Ministerio de Cultura, incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, e incluso objeto de una serie en Netflix, Göbekli Tepe ha servido para impulsar los trabajos arqueológicos en la zona.

La teoría que manejan los investigadores es que lo que hasta hace poco se consideraba un templo solitario en medio de las rutas de comunidades nómadas que vivieron hace casi 12.000 años —”Una catedral solitaria en una colina”, en palabras de Schmidt— podría haber sido en realidad el núcleo de una constelación de asentamientos sedentarios con una estructura social más especializada y estratificada de lo que se pensaba. De hecho, las excavaciones hechas desde la muerte del arqueólogo alemán en 2014 han revelado la existencia en Göbekli Tepe de viviendas alrededor de las estructuras religiosas, lo que sugiere la presencia de un asentamiento estable, una especie de villa.

Imagen de las monumentales construcciones megalçiticas en Göbekli Tepe, Turquía. DAI.

Unos 35 kilómetros al este de Göbekli Tepe se ha excavado otra colina, Karahan Tepe, que también ha ofrecido importantes hallazgos arqueológicos. Los resultados de los estudios de carbono-14, aún por publicar, sitúan este yacimiento en un periodo entre el X y el IX milenio antes de Cristo, es decir, en los albores del Neolítico (en las fases A y B del Neolítico precerámico) y en la misma época en que estuvo ocupada Göbekli Tepe.

También se ha puesto en marcha el proyecto de las Colinas de Piedra (Tas Tepeler en turco), por el que se ha identificado una docena de sitios alrededor de Göbekli Tepe, en la llanura de Harran (provincia de Sanliurfa), y en siete han comenzado las excavaciones este año.

“Se trata de lugares datados entre el 9.600 y el 8.200 a. C. Son de diferentes tamaños, lo que sugiere una jerarquía entre asentamientos. La mayoría están situados en colinas y lo suficientemente cerca como para poder verse y en todos hemos descubierto artefactos únicos pero similares entre sí. Es decir, eran gentes que habitaban un mismo mundo”, explica el jefe de las excavaciones en Karahan Tepe, el catedrático de arqueología Necmi Karul (izquierda). “Aunque las monumentales ruinas que conocemos de Göbekli Tepe y Karahan Tepe son impresionantes, sólo suponen una parte de todo lo que hay por descubrir”, agrega.

En ninguna de estas excavaciones se han hallado pruebas de domesticación de plantas o animales, sino que se han encontrado miles de huesos de animales salvajes, lo que probaría que se trataba todavía de sociedades cazadoras-recolectoras. Era una época en que las temperaturas comenzaban a aumentar tras las glaciaciones, lo que llevó a una mayor disponibilidad de caza y plantas comestibles.

Los obeliscos hallados en el interior de Karahan Tepe representan figuras humanas. ARCHIVO DE DE EXCAVACIONES DE KARAHAN TEPE / BEKİR KÖŞKER

“La sedentarización llegó de la abundancia y no de la escasez”, subraya Karul: “Dadas las nuevas condiciones climáticas, desarrollaron nuevas técnicas de caza y comenzaron a controlar animales que en el futuro serían domesticados”. Este ecosistema más fértil debió de llevar a un mayor número de población a dicha región, abriendo la vía a la ocupación de asentamientos de forma sedentaria. “Creemos también que fue esa prosperidad la causa del establecimiento de lugares monumentales con aspectos fuertemente simbólicos. Las construcciones de Karahan Tepe se han preservado en muy buenas condiciones, y ofrecen muestras de muchos fenómenos: una vida organizada, un cierto orden social distintivo de comunidades amplias... No sólo por las estructuras, sino también por los hallazgos de esculturas animales y humanas en tres dimensiones, lo que refleja bien las habilidades y el mundo simbólico de las gentes prehistóricas que vivían allí. Contrariamente a lo que se creía antes, la transición a una vida sedentaria y los cambios sociales que conllevó no fueron causados por la producción de alimento, sino que la producción de alimento fue una consecuencia de esta transición”.

Croquis de los asentamientos en torno a Göbekli Tepe. ARCHIVO DE DE EXCAVACIONES DE KARAHAN TEPE

Hasta finales del siglo pasado, la historia de la sedentarización humana estaba escrita en claras etapas y se tenía a la agricultura y, posteriormente, la ganadería como causas principales del fin del nomadismo. Es lo que se conoce como la “revolución neolítica” y que daría lugar a los inicios de la civilización humana. Sin embargo, los estudios publicados desde finales de los noventa, las nuevas técnicas científicas de investigación y datación y hallazgos arqueológicos en diversos puntos del planeta llevan varias décadas desdibujando esos límites.

Dentro de Karahan Tepe, excavado en la roca, hay una figura de cabeza humana y frente a ella figuras fálicas. ARCHIVO DE DE EXCAVACIONES DE KARAHAN TEPE.

“Tenemos pruebas de que las diversas etapas de sedentarización, agricultura, ganadería y desarrollo de la cerámica se dan en un orden diferente en distintas partes del mundo. En Oriente Próximo hace tiempo que tenemos evidencias de que la sedentarización precedió a la agricultura”, asegura Amaia Arranz-Otaegui (izquierda), arqueobotánica del Instituto de Historia del CSIC. También establece una diferencia clave entre los cultivos de plantas silvestres y su domesticación, la cual hizo posible el posterior desarrollo de la agricultura y de la que las pruebas más antiguas se retrotraen al sur de Siria, hacia el 8.700 a. C., una época en la que los habitantes de Göbekli Tepe y su área eran todavía cazadores recolectores.

De ahí que, sin desmerecer la importancia de los hallazgos en Sanliurfa para la arqueología de Turquía, sostenga que, a nivel de historia global, los mismos no modifican lo que se había descubierto en otros puntos del Creciente Fértil, por ejemplo en Jordania o Israel. “Ahí tenemos yacimientos de la cultura natufiense (datada del 13.000 al 9.500 a.C.) en los que hay evidencias de asentamientos sedentarios, ocupaciones de larga estancia, edificios de piedra destinados a zonas mortuorias y simbólicas, incluso con uso de cal para enlucir”, afirma Arranz: “Muchos de los procesos que vemos en el Neolítico de mayor complejidad social ya se empiezan a desarrollar antes y tienen sus raíces en el periodo Epipaleolítico”.

Escultura 'Persona transportando un leopardo', tallada en piedra caliza. El leopardo representa un animal vivo y el hecho de que muestre los dientes muestra que trata de provocar temor. ARCHIVO DE DE EXCAVACIONES DE KARAHAN TEPE / BEKİR KÖŞKER

Fuente: elpais.com | 7 de enero de 2021

Tres ciudades del Al-Andalus vistas con ojos matemáticos

Cerramos el año felicitando a todos los lectores las próximas fiestas, pero, sobre todo, recomendándoles encarecidamente, si les cuadran las fechas y el lugar, la visita a una magnífica exposición que conjuga arte, historia, nuevas tecnologías y, por supuesto, matemáticas.

El pasado puente de la Constitución me permití unos días de descanso, aprovechando que los organizadores de los Viernes Científicos de la Universidad de Almería me propusieron dictar una conferencia precisamente sobre esta sección, el ABCdario de las Matemáticas. Fue muy gratificante comprobar la incidencia y el interés que la sección tiene en los universitarios, alumnos y docentes. Posteriormente, me trasladé a Granada, para la que tenía planificadas unas cuantas visitas (por supuesto volver a disfrutar de la maravillosa Alhambra, seguramente el lugar más espectacular que jamás he visto), entre ellas una exposición: Paseo Matemático Al-Andalus.

Desde hace algún tiempo, se ha extendido la actividad de visualizar las ciudades con ojos matemáticos, esto es, descubriendo las pautas que los arquitectos, diseñadores, ayuntamientos, decoradores, en general todos los que participan en el mobiliario urbano, la planificación de calles y los monumentos, han utilizado para conformar el entorno de acuerdo a diferentes propósitos y conceptos. Muchas de esas pautas (la mayoría diría yo) tiene raíces geométricas, matemáticas, ya que a partir de ellas aseguran al menos propiedades como la simetría, el orden... y quizá la belleza, aunque este concepto es totalmente subjetivo. Esa actividad, que seguramente comenzó con propuestas de ejercicios para grupos de alumnos en eventos como olimpiadas matemáticas, se ha ido extendiendo y generalizando por todo el mundo, no por moda o capricho de algunos entusiastas, sino porque realmente se ha comprobado que son un aspecto más para comprender la filosofía que esconden las obras de arte y los objetos en general.

En artículos pasados, reseñábamos las matemáticas que hay detrás de los embaldosados [aquí, aquí, aquí y aquí] citando trabajos realizados en muchas ciudades como, por ejemplo, aquel 'Periplo por la geometría de Valladolid', editado por el ayuntamiento de dicha ciudad (libro, por cierto, que se agotó en poco tiempo, y hubo que reeditar). La ciudad de Granada también tuvo un estudio, 'Paseos Matemáticos por Granada', publicado en 2017 y coordinado por el profesor Álvaro Martínez Sevilla, cuya reedición ampliada está próxima a aparecer.

Cuatro años después, tenemos la extensión lógica hacia un público más amplio que la que puede suponer un libro que, a priori, está orientado a los más directamente interesados: una exposición. Coordinada por la Fundación Descubre, y la cofinanciación de laFundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia e Innovación y la Consejería de Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades de la Junta de Andalucía, la muestra consta de 24 paneles apaisados (siguiendo la proporción cordobesa), con tres ciudades protagonistas: Granada (11 paneles), Córdoba (6 paneles) y Sevilla (5 paneles). A ellos se añaden un panel de presentación y otro para los créditos de la exposición, con un amplio y brillante equipo de especialistas dirigido por Álvaro Martínez Sevilla. Además, se presenta un monitor con el video 'Viaje a las cúpulas andalusíes', y unos expositores con diversas herramientas didácticas (medición de proporciones, medición de arcos, reglas antropométricas), maquetas (cúpulas de arcos de la Mezquita de Córdoba, cúpula de mocárabes de la puerta del Lagarto de Sevilla), y otros materiales construibles (artesonados andalusíes y mosaicos de la Alhambra), semejantes a los que emplean los alumnos de secundaria y profesores que asisten a las sesiones de talleres que se ofrecen en paralelo a la exposición.

Tal y como indica el panel de presentación, los organizadores han pretendido mostrar las matemáticas presentes en el arte andalusí mediante un recorrido interdisciplinar: histórico, artístico, científico, matemático. Para ello se han apoyado además en tecnologías no utilizadas previamente (o al menos no de forma muy habitual) en este tipo de eventos, como la generación de modelos 3D, software de simulación de mosaicos, fotogrametría, realidad aumentada, recorridos interactivos y por supuesto, detalladas explicaciones matemáticas clásicas. En muchas de las fotografías se realizan análisis (geométricos fundamentalmente) que explican las matemáticas presentes en el diseño de los elementos arquitectónicos (arcos, plantas de las estancias, teselaciones, proporciones, entre otros). El trabajo y esfuerzo realizados han sido realmente notables.

Por ejemplo, en la imagen observamos con detalle la generación de los arcos del Mihrab de la Mezquita de Córdoba (los arcos, junto a las cúpulas, son dos de las innovaciones cordobesas destacadas). Los arcos de herradura visigóticos pasan a quedar enmarcados en un alfiz, y los arcos del intradós (superficie curva interior de un arco o de una bóveda por su cara cóncava), y del extradós (curva exterior de un arco o de una bóveda), tienen distinto centro (los puntos rojos que vemos sobre la fotografía).

Gracias a software matemático como Geogebra, podemos trazar perfectamente líneas, circunferencias, hacer mediciones de longitudes, ángulos, etc., de un modo sencillo (por supuesto, después de obtener una fotografía lo suficientemente precisa, y sin perspectiva que nos pueda distorsionar las medidas). Así podemos comprobar que los dos arcos extienden exactamente el mismo ángulo, marcado por sendos triángulos equiláteros. Precisamente el baricentro de esos triángulos es el centro de las circunferencias que nos proporcionan ambos arcos, respectivamente. También se puede apreciar como el peralte del arco es mayor que ½ y su rosca y excentricidad son bastante elevados.

Los tópicos matemáticos que se esconden detrás del arte nazarí son muchos y diversos: movimientos en el plano (giros y simetrías, con y sin desplazamiento, homotecias, etc.), teselaciones, geodésicas, modulación, polígonos y poliedros, polígonos estrellados, incluso construcciones que pueden recordarnos a los fractales, entre otros. Sin embargo, los artífices de esta exposición no han exprimido exhaustivamente en cada panel todo lo que puede encontrarse en cada emplazamiento con el objeto de no abrumar al lector/visitante, seleccionando de cada espacio comentado sólo una de sus características más relevantes.

Gracias a las matemáticas se descubren aspectos como que cada una de las decisiones arquitectónicas adoptadas en la construcción de cada monumento tiene un sentido, no siendo siempre el puramente ornamental, contemplativo o estético, como habitualmente se menciona en los tratados de arte, sino también de profundas y meditadas resoluciones para diversos fines (militares, defensivos, hídricos; en general de tipo práctico y pragmático). En las muy pensadas explicaciones de los paneles de la exposición descubrimos muchas de ellas. Hay que advertir no obstante que no es una exposición a recorrer en media hora leyendo cada párrafo y mirando las imágenes, sin meditar sobre el contenido, como suele ocurrir en los recorridos turísticos en los que prima el 'tener el cromo y la foto' de haber estado allí, aunque fuera medio minuto. El verdadero provecho, y sobre todo, la verdadera dimensión a estos alarifes, ingenieros y matemáticos andalusíes se descubre y reconoce con minuciosidad, con reflexión, tal y como ellos lo pensaron. Por supuesto, no es una actitud a mostrar exclusivamente en el arte hispanomusulmán, sino que aparece en todos y cada uno de los rincones que podamos visitar en ciudades, construcciones y monumentos. Y es una lástima que este tipo de ideas pasen completamente desapercibidas, de ahí la relevancia de exposiciones como la que nos ocupa.

El exhaustivo trabajo realizado para elaborar la exposición ha permitido corregir algunos errores comúnmente transmitidos, como proporciones equivocadas, o la constatación, por mucho que nos duela, de la no presencia en la Alhambra de todos y cada uno de los 17 grupos de simetría del plano (los diferentes modos de crear mosaicos; falta uno). También se sugieren vías de trabajo e investigación poco estudiados, como la búsqueda del significado simbólico de los mosaicos. Algunos se conocen, pero no la mayor parte. En algunas de las imágenes de los paneles, en lugar de fotografiar los elementos reales, se han recreado mediante algoritmos implementados en ordenadores que los han plasmado con total exactitud. Mediante aplicaciones como Google Earth Pro y Google Maps se han determinado asimismo las orientaciones precisas y exactas de edificios, calles, oratorios, sorprendiendo los minúsculos errores que los matemáticos árabes del siglo XIV cometieron, teniendo en cuenta los medios de la época. En la siguiente imagen, observamos con total claridad, el apilamiento de seis frisos de cuatro tipos diferentes en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra de Granada.

Los paneles están conformados de un modo claro y sencillo: un título del lugar que se analiza, una frase que trata de resumir el contenido que se quiere destacar, una explicación sobre todo histórica y artística, y un amplio conjunto de imágenes en los que se visualizan perfectamente los conceptos matemáticos que se pueden encontrar en el lugar. Así, el recorrido por Granada (centrado mayoritariamente en la Alhambra) tiene los siguientes paneles (entre paréntesis, en cursiva, la frase que resume su contenido): Puerta de la Justicia (El arte de la construcción defensiva), Puerta del Vino (Los arcos de herradura ponen pauta al espacio en una puerta de tránsito), La fachada de Comares (Una enigmática portada donde brota la dualidad), Patio de los Arrayanes (El esplendor de un palacio simétrico y proporcionado como el de Salomón), Salón del Trono (Una qubba majestuosa para el trono del sultán: jerarquía y orden), Palacio de los Leones (Donde el paraíso se hace piedra y agua. Modulación), Patio del Harén (La singular geometría en las habitaciones de las mujeres), Qubbas de Abencerrajes y Dos Hermanas (Las estrellas cobran vida en las cúpulas octogonales de mocárabes), Oratorios de la Alhambra (El precepto religioso en un palacio hedonista: orientación), Alicatados y yeserías (Arte geométrico con significado simbólico), Frisos (Una línea infinita para separar espacios y escribir caligrafías). El de Córdoba, ciudad en la que estuvo la exposición anteriormente, contempla Arcos Califales (Una exhibición de curvas entrelazadas sobre un bosque de columnas), Las cúpulas de la Mezquita (Técnicas pioneras que recorrerán Europa), Las portadas monumentales (Arcos ciegos, mosaicos y proporciones inauguran las “puertas de honor”), Una mezquita que no mira a La Meca (Las escuelas doctrinales disputan como orientar la arquitectura), Una qubba islámica para una sinagoga sefardí (Las matemáticas que definen el gen arquitectónico), La Bimah y la iluminación (Un arco lobulado para simbolizar la Menorah). Y finalmente, el de Sevilla recorre La Giralda (Un alminar imponente realzado con la geometría), La puerta del Lagarto (Las primeras bóvedas de mocárabes en Al-Andalus. ¿Cómo se construye un techo así?), El patio del Yeso (Un pórtico de celosía geométrica para una arquitectura solar), El palacio de Pedro I (El mudéjar conquista a los vencedores) y La Torre del Oro (Prismas poligonales para una arquitectura defensiva). La siguiente imagen nos muestra el arco heptalobulado de la sinagoga cordobesa. Es perfectamente visible que los centros de los lóbulos (señalados con un punto de color amarillo) se encuentran sobre los lados curvos de un triángulo de Reuleaux. El sentido simbólico del número siete para los judíos es muy conocido, apareciendo en muchos de sus objetos de culto, como los brazos de su candelabro ritual, la menorah. Su inspiración es claramente califal, con vestigios similares (con otro número distinto de lóbulos) en la cercana Mezquita.

Como todo en esta vida, la exposición también tiene algunos (pocos) aspectos que pueden resultar incómodos al visitante. El más evidente (pero eso depende de la formación del propio visitante) es que los paneles contienen términos, tanto de tipo artístico, como histórico, como matemáticos, con los que se debe estar familiarizado para seguir con provecho la descripción. No se puede explicar todo con sumo detalle porque entonces se necesitaría el doble de texto, lo cual haría más rechazable el conjunto. Por eso, a este tipo de muestras se le saca el mayor beneficio cuando se asiste a una visita guiada. Pero este es un inconveniente no achacable a las matemáticas, sino que aparece en cualquier tipo de temática. En este caso, hay una amplia oferta de actividades complementarias gratuitas a la exposición (talleres para alumnos y visitas guiadas). Otro aspecto que la mejoraría sería la posibilidad de tener réplicas de los materiales de las vitrinas para poder manipular, pero desgraciadamente esto no es aconsejable por la situación pandémica que atravesamos. Materiales de este tipo son los que nos permiten entender mejor los conceptos, mucho más que todas las imágenes que queramos visualizar, porque de ese modo, construyéndolo con nuestras propias manos, alcanzamos perfectamente a comprender cómo se idearon cúpulas y mosaicos, por ejemplo, y nos topamos con los inconvenientes a resolver y las soluciones a adoptar. Por eso son tan recomendables los talleres, para alumnos y público en general. Así lo están entendiendo, dada la alta asistencia que está teniendo.

El lugar elegido para albergar la exposición no ha podido ser más acertado: el Cuarto Real de Santo Domingo, de Granada. Se trata de un palacio musulmán del siglo XIII del que queda solamente una torre, con una ornamentación en yeso y alicatados realmente notables gracias a una minuciosa restauración, amplios jardines, un estanque y unas excavaciones de varias zonas del edificio primitivo. Su interés radica en ser uno de los escasos y más antiguos vestigios de edificio residencial, y modelo para algunas de las estancias más célebres de los palacios nazaríes de la Alhambra, entre otros. La exposición se encuentra en la planta alta del edificio moderno (ver imagen), y permanecerá allí hasta el próximo 9 de enero para trasladarse posteriormente a la Sala de Exposiciones del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) de Sevilla. Después irá a Algeciras, Málaga, Almería e incluso Túnez, en versión traducida al árabe.

Finalmente, si ustedes no planean estar en Granada estos días, o en los sucesivos emplazamientos que recorrerá la exposición, pueden disfrutar de un magnífico recorrido virtual alternativo en el enlace Paseos Virtuales, una auténtica gozada en la que podemos deleitarnos con panorámicas de 360º de los lugares descritos. Y, además, si somos vagos, o estamos cansados, con audio completo de todas las explicaciones.

Fuente: abc.es | 2 de enero de 2021

Arqueología tecnológica: IBM PC 5150 (1981)

El IBM PC (IBM Personal Computer), una máquina clave en la historia de la computación moderna, que acercó como ninguna otra los ordenadores personales al público masivo.

Aunque el término de «computador personal» se manejaba desde 1972 con el lanzamiento del Xerox PARC y el Altair 8800 de 1975 generó una legión de entusiastas que dos años después abrió el camino al Apple II, al Tandy TRS 80 y al Commodore PET, no fue hasta la llegada del IBM PC cuando se popularizaron los ordenadores personales en el público masivo.

IBM ya había comercializado su primera microcomputadora de escritorio, el IBM 5100 de 1975, pero por diseño y precio (20.000 dólares) no podía considerarse como una computadora personal. El gigante azul era entonces la tecnológica más poderosa del planeta, pero buscaba ampliar su negocio y entrar en el mercado de las computadoras domésticas y tuvo la idea de impulsar un programa que rompía con todo lo que había estado haciendo hasta entonces.


Considerado el primer PC de la historia.
IBM lanzó su modelo 5150 a mediados de agosto de 1981 como respuesta a los ordenadores personales que estaban dando alas a empresas mucho más pequeñas como Commodore, Atari, Apple o Tandy. IBM se dio cuenta de que no podía dejar el mercado de los ordenadores personales en manos de sus competidores, así que decidió tomar parte. Y vaya si lo hizo.


Aquel primer PC incorporó un microprocesador 8088 de Intel que trabajaba a 4,77 MHz, entre 16 y 64 KB de RAM, un generador de direcciones de vídeo 6845 de Motorola y un monitor monocromo. Su sistema operativo era PC DOS y había sido desarrollado por una aún joven Microsoft, pero el mayor acierto de IBM fue utilizar una arquitectura abierta que podía ser utilizada por otros fabricantes sin pagar derechos de licencia. El éxito de la plataforma fue enorme desde el primer momento. El resto es historia.

¿Qué incluía el IBM PC?

Por si tienes curiosidad, recordemos que esta máquina era un ‘mecano’ creada a base de componentes y periféricos de distintos fabricantes. La unidad del sistema era la más importante y la única creada por IBM (junto al teclado) como nuevo diseño industrial para esta máquina.

Contenía la fuente de alimentación y la placa base, como hoy clave para todo lo demás ya que incluía espacio para la CPU, la RAM, las ranuras para tarjetas de expansión, conectores para las dos unidades de disquetes de 5,25 pulgadas que podía incluir como almacenamiento y el resto de Entrada/Salida.


Entre sus componentes podemos destacar:

Un microprocesador Intel 8088 a 4,77 MHz.

Una memoria ROM con 8 KiB para el firmware, el IBM PC ROM BIOS.

Un controlador programable de interrupciones (PIC) Intel 8259.

Hasta 1 MiB de memoria. 640 KiB de RAM disponible.

Un controlador DMA Intel 8237 que era usado para transferencias entre los dispositivos de E/S y la memoria RAM.

El IBM PC ROM BASIC, un interpretador BASIC que residía en 4 módulos de 8 KiB cada uno.

Un zócalo para insertar un coprocesador numérico Intel 8087 para cálculos en coma flotante por hardware.

Un puerto para conectar una unidad de casette.

5 ranuras de expansión de 62 contactos con la tarjeta de vídeo IBM Color Graphics Adapter (CGA).

Monitor desarrollado anteriormente en IBM Japón.

Teclado de IBM, el segundo componente diseñado en exclusiva para la máquina.

Impresora opcional IBM 80 CPS de matriz de puntos de 9 pines.

Una máquina clave en la historia de la computación moderna este IBM PC que nos acercó como ningún otro anterior a los ordenadores personales que disfrutamos hoy.


Fuente: Muy Computer

Richard Leakey, el paleoantropólogo que descubrió un esqueleto casi completo de 'Homo erectus' en 1984

Richard Leakey muestra una vasija "Nderit" reensamblada en una foto de 2016 tomada en la Estación de Investigación Turkwel del Instituto de la Cuenca de Turkana, en el lado oeste del lago Turkana de Kenia. Este intrincado estilo de cerámica en forma de cesta es un sello distintivo de los primeros pastores de África oriental. Vasijas similares encontradas en otros lugares del noroeste de Kenia tienen una antigüedad aproximada de 5.000 años. FOTOGRAFÍA DE DAVE SCHACHT, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

El explorador de National Geographic, Richard Leakey, paleoantropólogo y conservacionista que se basó en los legendarios descubrimientos de su familia para dar forma a nuestra comprensión de los orígenes humanos, murió el pasado 2 de enero a la edad de 77 años. Además de sus contribuciones científicas, Leakey también ayudó a salvar a los elefantes de África y a luchar contra la corrupción gubernamental en su Kenia natal.

Leakey, un auténtico Indiana Jones de espíritu aventurero, consiguió esquivar la muerte en numerosas ocasiones -una fractura de cráneo en su infancia, fallos renales y hepáticos que requirieron trasplantes, palizas en público y un accidente de avión- antes de fallecer en su casa de las afueras de Nairobi. No se ha facilitado la causa de la muerte.

"Era Richard Leakey, un hombre de acción", dijo la biógrafa de la familia, Virginia Morell. "No podía quedarse quieto. Siempre tenía que estar haciendo algo".

En esta imagen de 1972, Richard Leakey (centro) y su ayudante de campo Bernard Ngeneo (derecha) empaquetan fragmentos de un cráneo de homínido encontrado en los sedimentos de la orilla oriental del lago Turkana de Kenia. FOTOGRAFÍA DE ROBERT I.M. CAMPBELL, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

El segundo de los tres hijos de los famosos cazadores de fósiles Louis y Mary Leakey, primero rechazó, y luego adoptó, el trabajo de su vida. Más tarde se dedicó a la conservación y a la política "para ser visto como alguien separado de los logros de sus padres", dijo Morell. "Quería tener los suyos propios". Se hizo famoso por sus diversos intereses: En 1994, Leakey ganó la Medalla Hubbard, el más alto honor de la National Geographic Society, "por proteger la vida salvaje de la Tierra e iluminar los orígenes de la humanidad".

Nacido Richard Erskine Frere Leakey en Nairobi (Kenia) el 19 de diciembre de 1944, nieto de misioneros ingleses, Leakey creció escarbando en la tierra de la garganta de Olduvai, en África oriental, junto a sus padres cazadores de fósiles. Tenía sólo seis años cuando encontró su primer fósil, la mandíbula de un cerdo gigante extinguido.

A pesar de su educación práctica, Leakey no tardó en desarrollar su característica vena rebelde, abandonando la escuela a los 16 años para iniciar un negocio basado en la captura de animales salvajes cuyos esqueletos luego vendía a universidades y museos. El joven empresario pronto obtuvo su licencia de piloto y comenzó a dirigir safaris fotográficos aéreos para turistas.

En esta imagen de 1969, Richard Leakey (izquierda) y su padre Louis Leakey examinan el cráneo fósil de un antiguo mono recuperado en el yacimiento de Koobi Fora, en el lago Turkana. FOTOGRAFÍA DE GORDAN GAHAN, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

Poco a poco, Leakey volvió a sus raíces de cazador de fósiles, aunque en su propio terreno. En 1967, volando entre el valle del Omo en Etiopía y Nairobi, miró hacia abajo y vio una gran zona de roca sedimentaria a orillas del lago Turkana. Leakey tuvo una corazonada sobre la cuenca que había debajo, y durante los 20 años siguientes, con la financiación de la National Geographic Society, él y su "Pandilla de los Homínidos" de cazadores de fósiles kenianos demostraron que esa corazonada era correcta. Su tesoro de artefactos llegó a rivalizar con los descubrimientos de sus padres, e incluso a superarlos.

"Hizo de África Oriental el campo de juego central para el estudio de la evolución humana", dijo Lawrence Martin, director del Instituto de la Cuenca del Turkana, que Leakey cofundó en el lago Turkana en colaboración con la Universidad Stony Brook de Nueva York (Estados Unidos). "Por suerte, buena fortuna, buena organización y mucho trabajo, dio con un lugar que resultó ser la veta madre".

Un joven Richard Leakey raspa hábilmente la roca del hueso de la pata de un caballo fósil en la excavación de sus padres en la garganta de Olduvai, Tanzania. El colmillo de un hipopótamo extinto se encuentra en el primer plano de la izquierda. FOTOGRAFÍA DE ROBERT SISSION, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

Las excavaciones de Leakey desenterraron herramientas de la Edad de Piedra de hace 1,9 millones de años y restos de los primeros seres humanos. El descubrimiento más famoso de su equipo se produjo en 1984 en Nariokotome, en Kenia, cuando sacaron a la luz el esqueleto casi completo de un Homo erectus, u Homo ergaster, joven que murió hace 1,6 millones de años. "Turkana Boy" (derecha) sigue siendo el esqueleto humano primitivo más completo jamás encontrado y fue objeto de un especial de National Geographic en 2012, "Bones of Turkana".

"Empezamos a darnos cuenta con cierta claridad de que habíamos hecho un descubrimiento extraordinario", dijo Leakey.

A los 25 años, de vuelta al negocio familiar, Leakey fue nombrado director del Museo Nacional de Kenia y trabajó durante las tres décadas siguientes para transformarlo en una institución de investigación de categoría mundial. Orgulloso de ser keniano, insistió en que los tesoros del país se quedaran en él, una política que "molestó a muchos científicos mayores que estaban acostumbrados a venir a Kenia y hacer lo que querían bajo el régimen colonial", dijo Morell.

En 1970, Leakey se casó con la zoóloga Meave Epps, quien, junto con su hija Louise, continuaría en el negocio familiar de la caza de fósiles mucho después de que él cambiara de rumbo. Ellas, junto con otra hija, Samira, y Anna, una hija del primer matrimonio de Leakey, le sobreviven (Meave Leakey es Exploradora General de la National Geographic Society y recibió la Medalla Hubbard de la Sociedad en 2016).

En esta imagen de archivo, Richard Leakey y Meave Epps examinan fósiles en una ladera rocosa cerca de la orilla noreste del lago Turkana mientras intentan reconstruir un homínido primitivo. FOTOGRAFÍA DE BIANCA LAVIES.

Richard Leakey comenzó una nueva carrera en 1989 cuando el presidente de Kenia, Daniel arap Moi, lo nombró para dirigir lo que se convertiría en el Servicio de Vida Silvestre de Kenia (KWS). Apasionado de la conservación, pronto organizó una enorme hoguera con 12 toneladas de marfil confiscado en el Parque Nacional de Nairobi. El espectáculo -y las controvertidas órdenes del Presidente Moi de que los guardabosques dispararan a los cazadores furtivos en cuanto los vieran- ayudó a salvar las poblaciones de elefantes y rinocerontes de Kenia y llevó, durante un tiempo, a la prohibición de todo comercio de marfil. También hizo que la comunidad internacional enviara cientos de millones de dólares a Kenia para la conservación de la fauna.

Nada de esto fue posible sin ganarse algún que otro enemigo político. En 1993, aunque él lo sospechaba y nunca pudo demostrar que fuera un sabotaje, el avión de Leakey se estrelló tras experimentar un repentino fallo en el equipo. Le amputaron las dos piernas por debajo de las rodillas.

En medio de acusaciones de corrupción en el KWS por motivos políticos, Leakey no tardó en dimitir y decidió formar su propio partido de oposición, Safina. Después de esperar dos años para el reconocimiento oficial y de soportar la constante vigilancia del gobierno, las amenazas de muerte e incluso una flagelación pública por parte de los partidarios de Moi, fue elegido para el parlamento en 1997.

Richard Leakey, junto al que fuera presidente de Kenia, Daniel arap Moi, antes de incinerar toneladas de marfil incautado. SIEGFRIED MODOLA / REUTERS

Leakey, que en una ocasión comentó que "la presión probablemente me conviene", soportaría más altibajos políticos antes de dejar el Gobierno en 2001. En 2015, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, nombró a Leakey presidente de la junta directiva del KWS, cargo que ocupó durante tres años.

"En nombre del pueblo de Kenia, de mi familia y en el mío propio, envío mis más sentidas condolencias y pésame a la familia, los amigos y los asociados del doctor Richard Leakey durante este difícil período de duelo", dijo Kenyatta en un comunicado. "Que Dios Todopoderoso conceda al alma del Dr. Richard Leakey el descanso eterno".

En los últimos años de Leakey, además de trabajar con el Instituto de la Cuenca del Turkana, cofundó WildlifeDirect para salvar especies en peligro de extinción en el Parque Nacional de Virunga, en la República Democrática del Congo, y desempeñó un papel clave en Transparencia Internacional, una organización mundial dedicada a la lucha contra la corrupción. Aunque continuó como conferenciante público, pasó más tiempo en su granja cerca de Nairobi, donde cuidaba sus viñedos y producía vinos Pinot Noir y Chardonnay.

"Su legado es enorme en muchos campos, no sólo en el de los estudios sobre la evolución humana", dijo Morell. "Era una fuerza a tener en cuenta".

Fuente: nationalgeographic.es | 3 de enero de 2022