Conferencias 'La clave de un pasado. 200 años del desciframiento de la Piedra de Rosetta' Champollion y su obra


Jean-François Champollion, by Léon Cogniet. Louvre Museum

Miércoles, 15 de junio. Salón de actos, 18:00. Asistencia libre y gratuita hasta completar aforo

Gema Menéndez Gómez, Profesora de lengua egipcia en la Universidad San Dámaso

Champollion se ha convertido en unos de los baluartes de la Egiptología. Su importante y definitiva contribución a la historia con el desciframiento de la escritura jeroglífica es prueba suficiente para saber que nos encontramos ante una de las mentes privilegiadas de la historia del conocimiento. Cuando nada o poco se sabía, él consiguió entender y analizar una de las escrituras que más han llamado la atención de las antiguas civilizaciones.

Conocedor del hebreo, el árabe y el copto desde su juventud, llegó a ser profesor de universidad con tan sólo dieciocho años. Sin embargo, aún pasaría un tiempo, no mucho, hasta que empezara a dar los primeros pasos para el desciframiento de la lengua egipcia observando que el demótico y el copto tenían muchas cosas en común, a pesar de ser escrituras diferentes.

Este sólo sería el comienzo, pues conservamos parte de su obra en los volúmenes de Monuments de l’Égypte et de la Nubie fruto de sus expediciones en Egipto, donde realizó la copia de algunas de las inscripciones de los monumentos mas emblemáticos.

Flechas, 'pilum' y cántabros irreductibles: la Montaña Palentina devuelve copioso material de un gran asedio romano

Excavación arqueológica de La Loma, en Palencia. IMBEAC/HEROICA

Año tras año, excavación tras excavación, el castro de La Loma, en Santibáñez de la Peña (Palencia), se está configurando como una fuente de abundantes restos arqueológicos del que fuera uno de los mayores asedios romanos durante las Guerras Cántabras.

A diferencia de otros episodios bélicos relacionados con la dominación de las díscolas tribus indígenas (29-16 antes de Cristo), el asedio romano a La Loma no tiene registros en los clásicos de la historiografía, desde Livio a Floro, pero sí sobre el terreno. La última campaña de un equipo de arqueólogos ha sacado a la luz decenas de vestigios del asedio de los ejércitos de Augusto, quien acabó arrasando uno de los más importantes 'oppidum' indígenas.

Las excavaciones comenzaron en 2003 y se desarrollaron en dos periodos con una década de interrupción en medio: 2003-2007 y 2017 hasta la actualidad. El primer período de excavación lo dirigía Eduardo Peralta Labrador. En el período que arranca en 2017, la excavación está dirigida además por el equipo de arqueólogos compuesto por Jesús F. Torres Martínez y Santiago David Domínguez-Solera.

Estos dos últimos pertenecen al Imbeac, el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico, presidido por Torres Martínez, quien también es su director científico. Domínguez-Solera es también director del gabinete de investigación y difusión de Heroica Arqueología y Patrimonio Cultural.

Asedio de grandes dimensiones

Los acontecimientos se desarrollaron al inicio de la campaña militar para doblegar a los indómitos cántabros. Esta fase se desarrolló en la Montaña Palentina, a los pies de la Cordillera Cantábrica, durante los años 25 o 24 antes de Cristo.

El asedio fue de grandes dimensiones. Roma sitió el castro con un campamento principal, otros secundarios y fuertes, todos ellos unidos por trincheras y empalizadas. El 'oppidum' fue arrasado finalmente y 2.000 años después aún se siguen extrayendo de la tierra miles de restos de los combates y los asentamientos, sobre todo restos de armamento, puntas de flecha y otras armas arrojadizas.

La Zona Arqueológica de La Loma está compuesta por un espectacular y muy bien conservado dispositivo de asedio romano alrededor del asentamiento o castro indígena del territorio de los Pueblos Cántabros (camáricos) en el Norte de Palencia, informa el arqueólogo Santiago David Domínguez-Solera.

El dispositivo de asedio se componía de un campamento principal ('castra aestiva') y varios fortines y campamentos secundarios (han sido localizados dos 'castella') unidos entre sí por fortificaciones de contravalación y circunvalación. Finalmente, el 'oppidum' indígena fue tomado al asalto desde la ladera noroccidental y arrasado, como se ha podido constatar arqueológicamente.

Los trabajos arqueológicos desarrollados por el equipo del Eduardo Peralta entre 2003 y 2007 sirvieron para recuperar parte de las estructuras defensivas del castro indígena, así como parte de las del campamento romano principal y de los dos campamentos secundarios descubiertos hasta ahora. También se recuperó muy abundante material, tanto indígena como militar romano, generando una de las colecciones de piezas bélicas más importantes para el mundo romano en su época.

Como objetivos de la de excavación se encuentran la musealización, la puesta en valor y el fomento de la Zona Arqueológica de La Loma como recurso cultural y turístico de primer orden del municipio y de la zona en la que se integra. Durante los diez años en los que no se intervino en los yacimientos hubo expolio de los mismos, unos daños que se han venido evaluando.

Entre 2018 y 2021 se han excavado nuevos sectores del perímetro externo de la muralla y cercanos a uno de los accesos en el punto en el que más concentración de proyectiles de flecha romanos se ha determinado y por donde se ha confirmado que se produjo el asalto final al castro.

También se ha podido estudiar la técnica constructiva de las murallas y su evolución a lo largo de varios siglos, ha asegurado el doctor Domínguez-Solera, siendo reflejo esta última del auge político, social y militar de las culturas de la II Edad del Hierro en la Cordillera Cantábrica antes de su conquista por parte de Roma. “La revisión de materiales de la primera fase de investigación, los estudios específicos de cerámica y fauna, el fotografiado aéreo, la topografía 3D y la publicación de los resultados (a nivel divulgativo y científico) completan el inventario de trabajos emprendidos”, ha manifestado.

La muralla de la parte inferior del castro, donde se encontró una gran cantidad de puntas de flecha y de proyectiles metálicos pesados, de donde se deduce que esta fue la zona por donde se acometió el ataque más virulento a la muralla. Las hiladas detrás del derrumbe que están ordenadas, son las que delimitan el grosor de la muralla, alcanzando esta en torno a los 5 m de ancho.

Excavación futura

La excavación en el futuro se centrará en el sistema de acceso al castro, con la calzada, la puerta, su pasillo y el espacio o cuello de botella que hay tras el bastión. De esta manera, se pretende alcanzar a comprender “la complejidad del sistema defensivo, a la par que obtendremos datos del asalto por esta parte. Más datos de los que ya tenemos”, aseguran los promotores del proyecto, quienes no descartan ver aflorar algún día todo el área.

El equipo de arqueólogos es consciente de que tiene una tarea ardua por delante, pero se muestra convencido de que con el tiempo el visitante podrá acceder a todo el área original. “Hemos excavado prácticamente las dos terceras partes del total. Pensamos que la visita podrá incluso entrar al castro por la propia puerta original y entender todo mejor”, aseguran.

El material que se ha encontrado ha sido depositado en el Museo de Palencia. Paralelamente, se está pensando en habilitar en internet un museo virtual y que en el futuro la zona acoja un centro de interpretación con reproducciones. La decisión final la tomará el Ayuntamiento de Santibáñez, que es el promotor de este proyecto. En todo caso, todos los años, antes de su entrega al museo, los materiales encontrados son expuestos al público en jornadas de puertas abiertas.

Fuente:eldiario.es | 29 de mayo de 2022

La historia de vida y muerte que esconde la cueva neandertal de Guattari (Italia)

Foto: Restos óseos de animales y neandertales hallados en la cueva de Guattari.

La cueva de Guattari en San Felice Circeo, ubicada en la costa italiana entre Roma y Nápoles, esconde una historia de vida y muerte marcada por el canibalismo y las hienas, según los arqueólogos que trabajan en este enclave paleolítico.

En 1939, el arqueólogo italiano Alessandro Guattari encontró uno de los cráneos de neandertal más antiguos de Europa en la cueva, que lleva su nombre tras el gran descubrimiento (derecha).

El cráneo, que Guattari encontró por casualidad en medio de un círculo de piedras, tenía un gran agujero, como si lo hubieran roto intencionalmente. Esto llevó a la hipótesis de que los antiguos habitantes de San Felice Circeo, también conocidos como los neandertales, practicaban rituales de canibalismo.

“El hecho de que el cráneo se haya roto intencionalmente y que el cerebro haya sido extraído posteriormente sugiere canibalismo. Esta hipótesis tuvo un gran impacto en el imaginario colectivo y se convirtió en la historia más famosa de la cueva de Guattari”, cuenta a Efe el arqueólogo italiano Francesco di Mario (izquierda), jefe de excavaciones de la cueva de Guattari.

Pero hoy, más de 80 años después, la hipótesis ha dado un giro después de que los arqueólogos descubrieran recientemente cientos de huesos de animales que habían sido devorados por hienas.

“Con nuestro trabajo llegamos a la conclusión de que todos los restos humanos encontrados fueron llevados allí por grandes carnívoros, probablemente hienas”, agrega di Mario.

Foto

Entre los cientos de huesos de animales encontrados estaban los restos de rinoceronte, un ciervo gigante extinto, un oso de las cavernas y un elefante, lo que confirma que una manada de hienas fue responsable de la desaparición de los neandertales en Italia, no el canibalismo.

“Las hienas del Pleistoceno se extinguieron hace 20.000 años y eran mucho más grandes que las que conocemos ahora. Eran los principales depredadores de esta región y estaban en la cima de la cadena alimenticia”, continúa di Mario, y agrega que "los nuevos descubrimientos mostraban una historia de muerte”.

Gilda Iadicicco (derecha), editora de los documentos oficiales de los descubrimientos, agregó que los arqueólogos descubrieron recientemente que los neandertales vivían fuera de la cueva y no dentro, como se creía anteriormente. “Esto nos ayuda a entender cómo vivían”, dice ella.

Al mismo tiempo, se han descubierto otros ocho cuerpos de neandertal alrededor de la cueva que datan de hace entre 100.000 años y 50.000 años.

La cueva aún no está abierta al público, pero el alcalde de San Felice Circeo espera que, en un futuro, ayude a reactivar el turismo y la economía de la ciudad costera. EFE

Fuente:es.noticias.yahoo.com | 1 de junio de 2022

La cueva prehistórica de Ardales (Málaga) fue usada como un enorme lienzo y un cementerio

Sondeos en la Sala del Saco de la cueva de Ardales. / Ramos-Muñoz et al., CC-BY 4.0

La cueva de Ardales esconde el conjunto más destacado de arte paleolítico del sur de la península ibérica. Ubicada en Málaga, en el cerro de la Calinoria, a unos 50 kilómetros de la costa, la cavidad contiene más de mil pinturas y grabados que se encuentran en una amplia variedad de superficies: paredes, techos, espeleotemas o bloques colapsados. Aunque se han documentado varias decenas de figuras de animales y humanas, destacan cuantitativamente las representaciones abstractas realizadas con pigmentos rojos. Aunque la mayoría se han datado en el Paleolítico Superior (35.000-10.000 a.C.), estudios recientes han desvelado una antigüedad más tardía, que se remontaría hasta hace 65.000 años. Es decir, fueron realizadas por neandertales.

A pesar del riquísimo inventario de arte rupestre y de su descubrimiento hace dos siglos —en 1821 un terremoto liberó la entrada a la cavidad de los sedimentos que llevaban miles de años amontonándose—, la naturaleza de la ocupación humana y el uso de la cueva de Ardales más allá de su función como lienzo para los grupos prehistóricos han permanecido desconocidas. Un nuevo estudio científico acaba de responder a estos interrogantes: el sitio no fue usado como un refugio de los antiguos humanos, sino que durante más de 50.000 años se empleó para desarrollar actividades no domésticas, como la producción de arte o el entierro de los muertos.

Foto: Pintura rupestre hallada en la Cueva de Ardales atribuida a una autoría neandertal. / JAVIER FLORES (Ardales).

Esta hipótesis la mantienen los investigadores de un equipo hispano-alemán, liderado por José Francisco Ramos-Muñoz, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz, el cual ha excavado el área de entrada a la cueva, donde se encuentra el mayor conjunto de arte no figurativo, entre 2011 y 2018. Una serie de medio centenar de dataciones radiométricas y los análisis de restos humanos, de fauna y de artefactos líticos prueban una larga ocupación, aunque discontinua, con saltos de hasta 7.000 años probablemente por cambios climáticos, que se prolongó desde el Paleolítico Medio hasta el Neolítico y el Calcolítico, cuando fue usada como espacio funerario. Una cronología que coincide con los datos obtenidos sobre la creación de las pinturas abstractas de esa misma zona.

Según estos resultados, publicados en la revista PNAS, los neandertales entraron en la cueva de Ardales hace más de 65.000 años y dejaron evidencias de las prácticas simbólicas que allí realizaron y de las herramientas empleadas. Desde entonces, el yacimiento fue continuamente visitado por diferentes grupos. Los humanos modernos llegaron alrededor de hace 35.000 años y mantuvieron su uso de forma esporádica hasta comienzos de la Edad del Bronce. Las prospecciones en el área denominada Galerías Altas, un sistema de cavidades separado y de difícil acceso, han documentado varios enterramientos de esta época más reciente. Sin embargo, no se han encontrado pruebas relacionables con una actividad doméstica prehistórica que apunten al uso de la cavidad como guarida o campamento.

Primer plano de una de las marcas rojas de la cueva de Ardales. Pedro Cantalejo-Duarte.

Los investigadores, por lo tanto, consideran que el asentamiento humano principal estuvo en el exterior. "Hay un yacimiento al aire libre, conocido como Cucarra, una zona llana de 360 m2 donde se han recuperado más de 400 objetos líticos, situado a apenas cien metros cuesta abajo de la entrada de la cueva. La gran mayoría de estas piezas pertenecen al Paleolítico Medio", escriben en su estudio, acotando el uso de la gruta para prácticas rituales.

El escaneado completo del repertorio artístico de la cueva ha desvelado que la mayoría de los motivos abstractos pintados en rojo se localizan en la entrada y en las zonas adyacentes, mientras que las representaciones de las figuras animales dominan las áreas más profundas. "Además, durante las excavaciones se halló un número significativo de fragmentos de ocre en todas las fases cronológicas. Estas evidencias respaldan la hipótesis de que las pinturas no figurativas representan el inicio de una larga tradición de arte rupestre en la cueva de Ardales", apuntan los arqueólogos.

Estalagmita coronada utilizada como lámpara estacionaria durante el Neolítico/Edad del Cobre.

Estos resultados, según los investigadores, confirman la importancia de este lugar como un yacimiento de alto valor simbólico que proporciona el testimonio de una increíble historia de la actividad humana en la península ibérica. En Andalucía y Gibraltar se han documentado un total de 32 sitios con ejemplos de arte paleolítico. La mitad de ellos presentan marcas abstractas rojas como puntos, dedos y manos. No obstante, su datación radiométrica es extremadamente rara.

"Considerando las pinturas abstractas en un contexto más amplio, hay que tener en cuenta que este tipo de puntos y líneas son los motivos más habituales en el arte rupestre paleolítico europeo. A pesar de esto, no se les ha prestado la atención que merecen y pasan a un segundo plano en los estudios científicos. Sin embargo, probablemente reflejen una tradición muy larga de marcar las paredes de las cuevas que se remonta hasta el Paleolítico Medio, o incluso antes, y durante el Paleolítico Superior o incluso fases más recientes", concluyen los investigadores.

Fuentes: elespanol.com | eldiario.es | 1 de junio de 2022

Una ciudad de hace 3.400 años emerge en el río Tigris

Vista aérea de las excavaciones en Kemune con arquitectura de la Edad del Bronce parcialmente sumergida en el lago. Crédito: Universidad de Tubinga.

Un equipo de arqueólogos alemanes y kurdos ha descubierto una ciudad de la era del Imperio Mittani, de 3.400 años de antigüedad, la cual alguna vez estuvo ubicada en el río Tigris. El asentamiento surgió de las aguas del embalse de Mosul a principios de este año cuando los niveles del agua cayeron rápidamente debido a la sequía extrema en Irak. La extensa ciudad con un palacio y varios edificios grandes podría ser la antigua Zakhiku, que se cree que fue un centro importante en el Imperio Mittani (ca. 1550-1350 a. C.).

Irak es uno de los países del mundo más afectados por el cambio climático. El sur del país en particular sufre una sequía extrema desde hace meses. Para evitar que los cultivos se sequen, se han extraído grandes cantidades de agua del embalse de Mosul, el almacenamiento de agua más importante de Irak, desde diciembre. Esto llevó a la reaparición de una ciudad de la Edad del Bronce que había estado sumergida hace décadas según investigaciones arqueológicas previas. Está ubicado en Kemune en la región de Kurdistán de Irak.

Este evento imprevisto puso a los arqueólogos bajo la presión repentina de excavar y documentar al menos partes de esta gran e importante ciudad lo más rápido posible antes de que volviera a sumergirse. El arqueólogo kurdo Dr. Hasan Ahmed Qasim, presidente de la Organización de Arqueología de Kurdistán, y los arqueólogos alemanes, la Dra. Ivana Puljiz (derecha, Universidad de Freiburg) y el profesor Dr. Peter Pfälzner (izquierda, Universidad de Tübingen) decidieron espontáneamente emprender excavaciones de rescate conjuntas en Kemune. Estos tuvieron lugar en enero y febrero de 2022 en colaboración con la Dirección de Antigüedades y Patrimonio en Duhok (región del Kurdistán de Irak).

En cuestión de días se formó un equipo para las excavaciones de rescate. La financiación del trabajo se obtuvo a corto plazo de la Fundación Fritz Thyssen a través de la Universidad de Friburgo. El equipo arqueológico germano-kurdo estaba bajo una inmensa presión de tiempo porque no estaba claro cuándo volvería a subir el agua del embalse.

Los grandes edificios excavados del período Mittani se miden y documentan arqueológicamente. Crédito: Universidad de Tubinga.

En poco tiempo, los investigadores lograron mapear en gran medida la ciudad. Además de un palacio, que ya había sido documentado durante una breve campaña en 2018, se descubrieron varios otros edificios grandes: una fortificación masiva con muros y torres, un edificio de almacenamiento monumental de varios pisos y un complejo industrial. El extenso complejo urbano data de la época del Imperio de Mittani (aprox. 1550-1350 a. C.), que controlaba gran parte del norte de Mesopotamia y Siria.

"El enorme edificio de la revista es de particular importancia porque en él se deben haber almacenado enormes cantidades de mercancías, probablemente traídas de toda la región", dice Ivana Puljiz. Hasan Qasim concluye: "Los resultados de la excavación muestran que el sitio fue un centro importante en el Imperio Mittani".

Arqueólogos y trabajadores excavan las paredes de un gran edificio en la ciudad antigua, que se interpreta como un edificio de almacenamiento de la época del Imperio Mittani.

Una vez que el equipo de investigación ha completado su trabajo, la excavación se cubre ampliamente con una lámina de plástico para protegerla de las crecientes aguas del embalse de Mosul.

El equipo de investigación quedó atónito por el buen estado de conservación de las paredes, a veces con una altura de varios metros, a pesar de que las paredes están hechas de ladrillos de barro secados al sol y estuvieron bajo el agua durante más de 40 años. Esta buena conservación se debe a que la ciudad fue destruida por un terremoto alrededor del año 1350 a.C., durante el cual las partes superiores de las murallas se derrumbaron y enterraron los edificios.

De particular interés es el descubrimiento de cinco vasijas de cerámica que contenían un archivo de más de 100 tablillas cuneiformes. Datan del período asirio medio, poco después de que el desastre del terremoto azotara la ciudad. Algunas tablillas de arcilla, que pueden ser cartas, aún se encuentran en sus sobres de arcilla. Los investigadores esperan que este descubrimiento proporcione información importante sobre el final de la ciudad del período Mittani y el comienzo del dominio asirio en la región. "Es casi un milagro que las tablillas cuneiformes hechas de arcilla sin cocer sobrevivieran tantas décadas bajo el agua", dice Peter Pfälzner.

Vista aérea de las excavaciones en Kemune con arquitectura de la Edad del Bronce parcialmente sumergida en el lago. Crédito: Universidad de Tubinga

En las vasijas de cerámica había más de 100 tablillas cuneiformes en excelente estado.

Para evitar más daños al sitio importante por el aumento del agua, los edificios excavados se cubrieron completamente con láminas de plástico ajustadas y se cubrieron con relleno de grava como parte de un extenso proyecto de conservación financiado por la Fundación Gerda Henkel. Esto está destinado a proteger las paredes de arcilla sin cocer y cualquier otro hallazgo aún escondido en las ruinas durante las épocas de inundación. El sitio está ahora una vez más completamente sumergido.

Fuentes: phys.org | uni-tuebingen.de | 30 de mayo de 2022

Tatiana Proskouriakoff, la 'admirable' arqueóloga rusa que revolucionó la interpretación de los jeroglíficos mayas

Tatiana Proskouriakoff. PENN MUSEUM ARCHIVES.

"Lo que ella consiguió fue una revolución en el estudio de los textos jeroglíficos mayas. Tatiana Proskouriakoff fue la que nos mostró el camino", dice el profesor Octavio Esparza.

"Para nosotros, que nos dedicamos a los estudios mayas, Proskouriakoff es una figura emblemática, admirable. Su obra es colosal", le indica a BBC Mundo el investigador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

Una visión similar la expresó Alessandro Pezzati, del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania, mejor conocido como Penn Museum. "De todas las mentes brillantes que han iluminado el firmamento de los estudios mayas antiguos, no hay ninguna que despierte tanta admiración, inspiración y absoluta devoción como Tatiana Proskouriakoff", escribió en el artículo "The accidental mayanist: Tatiana Proskouriakoff", publicado en Expedition Magazine.

Nos adentramos en los extraordinarios aportes de esta "verdadera pionera de la arqueología maya", como la describe el arqueólogo Ben Thomas, director de Programas del Instituto Arqueológico de Estados Unidos, en un texto de esa organización.

Esparza leyendo "An Album of Maya Architecture" de Proskouriakoff. Allí se puede ver su dibujo de la Estructura K-5 de Piedras Negras.

Una rusa en Estados Unidos

Proskouriakoff nació en Rusia y emigró, en 1916, cuando tenía 7 años.

"Su padre fue parte del gobierno zarista", le indica a BBC Mundo el doctor Simon Martin, conservador principal de la Galería de México y América Central del Museo Penn. Durante la Primera Guerra Mundial, "él, junto a su familia, se fue a Estados Unidos para supervisar las exportaciones de armas desde ese país hacia Rusia".

En 1917, se desató la Revolución Rusa y decidieron quedarse en EE.UU. Proskouriakoff estudió arquitectura y se graduó en 1930.

Poco antes había ocurrido la peor crisis en la historia de Wall Street, el llamado Crack del 29. Por lo que para la recién graduada, conseguir empleo en su especialidad se había convertido en todo un desafío. "Años después, salió un trabajo en el Museo de la Universidad de Pensilvania para hacer dibujos arquitectónicos. Ella tenía mucha destreza para hacer ilustraciones de edificios y eso era precisamente lo que necesitaban. Los investigadores estaban haciendo excavaciones en Guatemala, explorando las ruinas en la selva, y mientras cavaban, trataban de entender cómo se encajaban todas esas estructuras".

Además, querían presentar sus hallazgos al público en general. "Proskouriakoff pasó un tiempo con la expedición en Guatemala, dibujando y recopilando datos. Hizo dibujos muy hermosos de diferentes vistas de las edificaciones".

"Esa fue realmente su introducción en el campo y quedó fascinada por todos los aspectos de la cultura maya, pero particularmente por el arte y la escritura".

Trabajó para el museo entre 1936 y 1937, después se unió al equipo del Instituto Carnegie, de Washington, y posteriormente al del Museo Peabody de la Universidad de Harvard.

Una de las ciudades en la que Proskouriakoff trabajó fue Palenque, de donde es este jeroglífico maya.

La reconstrucción en papel

Su primera misión se convertiría en una de sus grandes contribuciones a la arqueología maya. "Tuvo la oportunidad de ver estos grandes centros, estas grandes edificaciones, y, como ella misma relata, fue su primer flechazo con la cultura maya y decidió su vocación", indica Esparza.

"Sus trabajos son impresionantes, son estas reconstrucciones de grandes monumentos, plazas, edificios, de sitios muy importantes del área maya. Sus dibujos le ofrecen al público una visión de cómo fueron esos grandes centros mayas, porque, en la época en que Carnegie está en el área, muchas de estas ciudades se encuentran dentro de la maleza, en la selva, y únicamente se ven grandes montículos cubiertos de piedra, de tierra, árboles y era muy difícil imaginarse cómo habían sido esos templos".

Ese trabajo se compiló y en 1946 se publicó su estudio An Album of Maya Architecture. "Eran dibujos no sólo artísticos, sino con gran rigor académico. De hecho, en la literatura y en los estudios actuales sobre los mayas se utilizan muchas de sus reconstrucciones de varias de estas ciudades".

Proskouriakoff estuvo en Piedras Negras, Guatemala, en Copán, Honduras, y en Chichén Itzá, México, entre otros sitios arqueológicos.

Representación correspondiente al 'Album of Maya Architecture'.

Una mirada minuciosa a la iconografía

El profesor Esparza señala que "Proskouriakoff empezó a sentir interés por los monumentos esculpidos donde los mayas plasmaron las figuras de sus gobernantes, de sus cortesanos, y las historias que narraban de sus reyes y reinas".

De esa forma, inició sus estudios iconográficos que terminaron siendo "muy precisos y adelantados para su época".

"Si bien había estudios de tipo iconográfico de otros monumentos, de otros sitios, ella empieza a sistematizar toda esta información".

Analiza los elementos: cuáles eran los más antiguos y cuáles los más recientes y "eso tenía que ver con la posición del cuerpo de las figuras que aparecen en estos monumentos, con rasgos muy sutiles como, por ejemplo, si el cuerpo está de frente o de perfil, el tipo de vestimenta y otros elementos que portan los personajes".

Y es que, explica el profesor, para los mayistas y arqueólogos de la época, esos monumentos eran muy importantes desde el punto de vista cronológico porque "les permitían fechar de forma muy precisa por día, mes, año, los eventos que sucedieron en esos sitios".

"Sin embargo, muchos de esos monolitos ya se encontraban erosionados, por lo que querían fecharlos por estilo iconográfico, es decir, en aquellos monumentos en que no se podían ver las fechas, trataban de obtener un marco cronológico por los elementos iconográficos o por el estilo de las imágenes".

En 1950, se publica el libro A Study of Classic Maya Sculpture de Proskouriakoff, "una obra colosal, sorprendente, porque es el estudio más completo que conocemos hasta la fecha", señala Esparza.

"Después de más de 70 años de que se publicara, todavía lo seguimos usando los mayistas para poder fechar, por rasgos iconográficos, un determinado monumento".

"Ha habido avances después de ese libro, pero han sido más bien artículos, textos separados, fragmentados, de autores distintos. Esta es la obra magna en cuanto a estudios iconográficos y, en mi opinión, no hay una obra que supere ese trabajo en la actualidad".

El doctor Simon Martin es el conservador principal de la Galería de México y América Central en el Museo Penn, donde también se presenta el trabajo innovador de Proskouriakoff para "descifrar el código" de los glifos mayas.

Más que astronomía

Martin, quien puede leer los glifos mayas, cuenta que, en el pasado, se pensaba que las inscripciones mayas "nunca iban a poder ser leídas".

"Era posible conocer las fechas, porque los españoles habían dejado información sobre el calendario maya en el período colonial". Todo ese conocimiento se redescubrió en el siglo XIX y eruditos muy brillantes trataron de juntar pequeñas pistas para entender cómo funcionaba el calendario y "eso fue muy pionero, un trabajo exitoso, pero realmente sólo abordaba una parte de la inscripciones".

"Como los monumentos mayas están cubiertos con información sobre fechas, la gente tuvo la impresión de que el único tema que se discutía era el tiempo, el cosmos y la religión".

"Se creía que el contenido en estos monumentos definitivamente no era histórico, e incluso se creía que no había nombres de humanos, se pensaba que todo giraba en torno a tratar de entender este gran tipo de religión cósmica basada en las estrellas".

Y esa idea persistió entre los años 20 y 50.

"Eric Thompson (izquierda), que era el monstruo de la epigrafía maya, la estrella fulgurante, siempre adujo que los mayas nunca tuvieron registros históricos en sus monumentos, sino que contenían cálculos matemáticos sobre movimientos de los astros, todo lo relacionado con la bóveda celeste, cuestiones de orden religioso, pero nada que tuviera que ver con los personajes plasmados en esos monumentos", evoca Esparza. Pero esa visión cambiaría.

Giro de 180 grados

"Fue Tatiana quien en 1960 rompe completamente con esa visión que tenía no sólo Thompson, sino muchos especialistas mayas sobre la naturaleza de las inscripciones. De hecho, el artículo que cambió toda esa visión lleva por título: 'Implicaciones históricas de un patrón de fechas de Piedras Negras, ...'".

Thomas cuenta que para el reconocido mayista Ian Graham, "de un solo golpe, este breve artículo liberó el estudio de la escritura maya de un largo estancamiento y eso fue verdaderamente liberador".

El texto publicado en la revista académica American Antiquity, "volcó toda la ortodoxia existente sobre cómo funcionaban las inscripciones mayas y de lo que hablaban", dice Martin. Y es que Piedras Negras fue un lugar en el que Proskouriakoff se adentró meticulosamente.

"Ella empezó a ver que en las inscripciones se repetían determinados cartuchos jeroglíficos y que esas repeticiones eran muy constantes", explica Esparza.

"De hecho, sin saberlo, porque en esa época muchos de los glifos no podían leerse, ella intuyó que por el orden en que aparecían uno debía ser el glifo de nacimiento, otro, el glifo de entronización y el otro, el de muerte".

"Se dio cuenta de una forma muy sagaz que estos glifos que había identificado ocupaban periodos de una vida humana, que del glifo de nacimiento al de entronización pasaban periodos de 10 o 20 años y, después, de ese glifo de entronización al glifo de muerte transcurría un periodo similar de 20, 30 años".

Tikal es una antigua ciudadela maya ubicada en el norte de Guatemala.

Los lapsos de tiempo, explica Martin, nunca eran más largos que los de una vida humana. Uno, por ejemplo, era de 56 años, otro de 64 años, otro de 36 años.

De acuerdo con Esparza, para ella, la repartición de los cartuchos jeroglíficos y el tiempo que pasaba entre ellos, no guardaba relación con ningún ciclo calendárico o astronómico, cuya duración era mucho más extensa.

"Esa estructura que detecta Proskouriakoff era muy similar en muchos monumentos y se trataba de las vidas de los gobernantes mayas, de eventos históricos, y, aunque no sabía bien lo que decían esos glifos, tiempo después se demostró que ella tenía razón".

Posteriormente vinieron otros artículos, como los que publicó sobre los patrones de fechas que encontró en Yaxchilán, en México. "Para nosotros los mayistas, y sobre todo para los que trabajamos en la UNAM, sentimos un cariño muy especial por esos artículos porque fueron publicados en la revista del Centro de Estudios Mayas", indica Esparza.

"Cuando los comparte con Thompson, con este gran mayista que negaba que hubieran datos históricos en las inscripciones, no tuvo otro remedio que decir: 'Señorita Tatiana, tiene la razón, yo estaba equivocado, todos sus datos son muy consistentes y apuntan a que efectivamente los textos mayas tienen narraciones históricas'", cuenta Esparza.

"Proskouriakoff cambió de forma radical todo lo que se conocía en esa época, fue un giro de 180 grados que nos ayudó muchísimo a los epigrafistas, dado que nos mostró el camino de la naturaleza de las inscripciones".

Estela ubicada en Piedras Negras.

Había reyes

"Tras sus estudios seminales sobre la arquitectura y la escultura de los mayas, Proskouriakoff hizo su mayor contribución al ir a contracorriente y descubrir la verdadera naturaleza literaria e histórica de la escritura jeroglífica maya que, aparte de los números y el calendario, se había considerado imposible de descifrar", escribió Pezzati.

De acuerdo con Martin, eso fue en gran parte lo que creó su reputación. "Esta es la razón por la que es más conocida, por ser la primera persona que analizó las inscripciones para decir que se trataba de vidas dinásticas, de los reyes gobernantes".

Y es que afirmó que había reyes.

"Antes, en la época de Thompson, la gente decía que no había reyes, solo sacerdotes que lo dirigían todo".

Proskouriakoff, por ejemplo, se dio cuenta de que la figura que estaba en una especie de nicho no era un ídolo y que el personaje de abajo no era un sacerdote, sino que "el personaje sentado en el nicho era en realidad el rey y que la persona de abajo era una mujer".

"Un poco más tarde, nosotros identificamos que se trataba de las madres de los reyes. Es así como ella no sólo descubrió la historia ahí contenida, sino que reconoció a las primeras mujeres y la importancia de la genealogía femenina en todo el sistema dinástico maya".

Esta estela de Santa Lucía Cotzumalguapa, en Guatemala, tiene registrado un evento astronómico y la fecha en que ocurrió.

Y hubo conflictos

La experta también "acabó con una idea romántica", plantea Esparza.

"Thompson era un gran estudioso de los códices mayas y la información que conseguimos en ellos tiene que ver con el cálculo de la predicción de eclipses, de los periodos sinódicos de los planetas, y por eso él pensó que los monumentos eran un espejo de esa vasta información astronómica, pero estaba equivocado".

"Él creía que al no haber información histórica en los textos, los mayas habían sido una, si no la única civilización del mundo antiguo, que carecía de este tipo de registros y que además no eran sociedades bélicas".

"Como conocedor de otros registros veía que en otras culturas había muchos relatos de guerra, de enfrentamientos bélicos, y tenía la idea romántica de que eran grupos de sacerdotes que únicamente se dedicaban a contemplar los astros, que se trataba de una sociedad pacifista, la única del mundo antiguo cuya única preocupación era el estudio de los astros y del cosmos".

"Y con este estudio, Tatiana nos muestra, además de la existencia de registros históricos, que había nombres de gobernantes, con fechas de nacimiento, muerte, entronización y que gran parte de estos textos, como lo sabemos ahora, narran conflictos bélicos entre diferentes entidades políticas del mundo maya".

Las cenizas

Proskouriakoff brilló en un campo dominado por hombres. "En las fotos de las excavaciones es la única mujer", hace notar Martin. "Había mujeres envueltas, pero como las esposas de los arqueólogos. Ella fue la primera que trabajó independientemente. Nunca se casó".

"Antes hubo mujeres, gente con dinero que hizo trabajos importantes, pero en la arqueología académica ella fue inusualmente exitosa porque asumió un rol que le permitió estar al frente".

La gran arqueóloga murió en 1985 en Estados Unidos. Años después, recuerda Esparza, Graham y David Stuart, gran epigrafista de la Universidad de Texas, llevaron sus cenizas al sitio que marcó su vida.

"Las ponen en la estructura de uno de los asentamientos con una placa muy discreta donde aparece su nombre".

El lugar: Piedras Negras.