Isaac Moreno Gallo: 'El mejor trazado que se puede hacer entre El Burgo y Soria es la vía romana'

El ingeniero de Obras Públicas, Isaac Moreno Gallo, destaca en los cursos de la Universidad Santa Catalina de El Burgo de Osma la importancia de la antigua red viaria que unía Osma y Numancia.

Isaac Moreno Gallo, ingeniero de Obras Públicas del Ministerio de Fomento y presentador de programa Ingeniería Romana que emite TVE2, ha realizado un repaso a los 2.000 años de historia de la carretera entre Numancia y Osma y asegura que «el mejor trazado que se puede hacer entre El Burgo y Soria es la vía romana», y consideró que «puede ser la vía romana más famosa de Europa», en referencia a que ninguna otra tiene tanta documentación.

Este técnico ha colaborado en la señalización, recuperación, estudio y puesta en valor del tramo de calzada que discurre paralelo a la A11, entre Venta Nueva y Santiuste, También ha participado en los cursos de verano de la Universidad Santa Catalina, haciendo un repaso a la historia de la vía romana desde sus primeros tiempos hasta los escritos de los eruditos del siglo XVIII, cuando estuvo cartografiada en los mapas, y por el siglo XIX, cuando Eduardo Saavedra llevó a cabo una descripción «muy interesante» de la vía romana. Mencionó que en el siglo XXI se llevó a cabo un proyecto promovido por la Junta de Castilla y León sobre las vía romanas de la región, cuando «se identificó con muchísima precisión y sondeos arqueológicos esta calzada».

Este técnico de Obras Públicas del Ministerio de Fomento ya participó en los años 2007 y 2010 en informaciones sobre la existencia de la calzada para evitar que el trazado de la A11 borrara sus huellas y tuvo que luchar contra trámites administrativos, porque el expediente ya estaba certificado, en lo que calificó como «un cúmulo de torpezas infinitas» en la redacción del proyecto. Pero «hubo suerte y la Dirección General quiso que se modificase el trazado de forma que se pudiera salvar prácticamente todo», reconoce Moreno, quien además se alegra de que, junto con las obras «se ha pasado de la destrucción a la promoción».

El nuevo trazado de la Autovía del Duero permitió modificar y levantar estructuras «tipo pérgola» para no perder esta vía histórica. Ahora han quedado siete kilómetros de una vía romana que unía Numancia con Osma y que, a través de pabellones informativos, se ha convertido también en un reclamo turístico e histórico que cualquiera puede observar gracias a los paneles y la señalización, que muestran un mapa con el trazado que se puede seguir andando o en bicicleta.

Fuente: heraldodiariodesoria.elmundo.es | 29 de julio de 2022

Hallan un hueso de aceituna del siglo IV a.C. en Lérida que demuestra que el olivo fue introducido por los íberos en la zona y no por los romanos

Imagen del hueso de aceituna GIP-UDL.

El Grupo de Investigación Prehistórica (GIP) de la Universidad de Lérida (UdL) ha encontrado los restos del hueso de aceituna más antiguo hallado en la provincia, en la fortaleza ibérica de los Vilars de Arbeca (Lérida). Según explican, el descubrimiento se trata de un pequeño fragmento arqueobotánico datado en el siglo IV antes de Cristo.

El equipo de arqueología lo ha localizado en la cisterna del yacimiento, y correspondería a una aceituna con una semilla de unos 8-9 milímetros. Según los investigadores, la parte superior de este hueso de 2.400 años se ha conservado gracias a la carbonización, como la mayor parte de los restos de semillas y frutos que el GIP ha recuperado en la fortaleza a lo largo de los últimos 35 años.

Este descubrimiento, además de ser un hecho curioso, tiene su interés arqueológico ya que, según la catedrática de Prehistoria de la UdL, Natàlia Alonso Martínez, demuestra que el olivo no fue un cultivo introducido en la zona por los romanos, sino que ya se cultivaba en época ibérica. De ahí su importancia.

Asimismo, Alonso ha subrayado que hasta el momento los restos de aceituna más antiguos hallados en Lérida databan de la época romana, en referencia a los hallados en las excavaciones arqueológicas en la calle Democracia de Lérida, los encontrados en unos silos en torno al yacimiento de Minferri, en Juneda (Lérida) y en la ciudad de Iesso, en Guissona (Lérida), datados entre los siglos II y I antes de Cristo.

Fuente: abc.es | 29 de julio de 2022

El Arte rupestre australiano llega al Museo de Prehistoria de Valencia

La exposición Art rupestre en la terra d’Arnhem, Austràlia, invita a los visitantes del Museo de Prehistoria de Valencia a descubrir una de las tradiciones rupestres pintadas más longevas y continuas de la historia de la humanidad. A través de sus cinco ámbitos el público descubrirá la riqueza y complejidad de esta tradición artística y su relación con el paisaje, la sociedad y la cultura aborigen.

La exposición, presentada este miércoles por el diputado de Cultura, Xavier Rius, y la directora del museo, Maria Jesús de Pedro, está comisariada por Inés Domingo, investigadora del ICREA y de la Universidad de Barcelona, especialista en arte rupestre prehistórico y etnoarqueología, y por la arqueóloga y antropóloga Sally K. May de la University of Adelaide, especialista en arte de las poblaciones aborígenes del norte de Australia.

La muestra presenta los diferentes estilos y temas del arte rupestre de la Tierra de Arnhem a través de escenografías proyectadas por el arquitecto Miguel Ángel Navarrete y construidas en el taller artesano de Vicent Vendrell. El resultado es una singular simbiosis entre el arte aborigen y el saber hacer artesano valenciano, dos tradiciones en las cuales el binomio maestro/aprendiz es fundamental en el proceso de aprendizaje.

Los aborígenes

Los aborígenes definen el arte como una puerta de entrada a la cultura, utilizada durante miles de años para transmitir sus tradiciones y creencias de generación en generación. El arte rupestre es un relato visual del tiempo de la creación, aunque también incluye imágenes cotidianas. Tanto el arte como las creencias y las prácticas socioculturales vinculadas a él (ceremonias, danzas, relatos y canciones) se fundan bajo el concepto de Djang, palabra local que se traduce vagamente en inglés como Dreaming (Tiempo de los Sueños). El Djang hace referencia a las creencias, valores y sistemas de conocimiento que articulan la vida social de estos grupos, y que unen pasado y presente. Durante el pasado ancestral, los Seres de la Creación, conocidos como Nayuhyunggi, recorrieron el territorio modelando el paisaje y creando vida a su paso. También crearon la población, así como sus lenguas, leyes y prácticas socioculturales y religiosas. Al finalizar la creación estos seres no desaparecieron, sino que se mimetizaron con el paisaje bajo la forma de rocas, ríos, árboles o incluso pinturas rupestres.

Ámbitos de la exposición

El primer ámbito nos traslada a la colonización de Australia y el origen del arte rupestre. La arqueología indica que la ocupación de Australia se produjo entre hace 65.000 y 50.000 años. El arte rupestre figurativo de la Tierra de Arnhern empezó hace al menos 28.000 años. Su evolución temporal ilustra sucesivos cambios culturales y medioambientales. En los últimos 400 años, a los estilos tradicionales se sumaron imágenes de contacto que registran encuentros con varias poblaciones foráneas (navegantes indonesios, exploradores europeos, colonos británicos y misioneros). Hoy, los abrigos rupestres son como una enciclopedia ilustrada de la historia y la mitología aborigen.

El segundo ámbito nos traslada a los paisajes del Tiempo de los Sueños. La Tierra de Arnhem y el Parque Nacional Kakadú son un territorio de clima monzónico que constituye un área de refugio muy importante para la flora y fauna de la región y una fuente de recursos para los humanos. Estos paisajes albergan, además, una singular pinacoteca al aire libre, con obras maestras de múltiples generaciones de artistas que evocan la creación, el Djang, la cultura y las tradiciones ancestrales.

El tercer ámbito desgrana el proceso de producción artística. Para los aborígenes, la creación artística entraña algo más que una serie de técnicas, materias primas y herramientas. El propio proceso de creación es un acto de conexión con la cultura. Mientras pintan, los artistas conectan con su tierra natal y sus ancestros a través de los temas representados, de los lugares elegidos para pintar, e incluso de los materiales que utilizan. Todos ellos guardan un estrecho vínculo con el Djang.

Un cuarto ámbito enlaza Etnoarqueología y arte rupestre. La información etnográfica es clave para comprender el significado del arte aborigen y la variedad de contextos en los cuales se utiliza esta forma de comunicación visual. Esta información también confirma la dificultad de interpretar el arte de otras culturas sin la ayuda de sus autores o de registros escritos. La invasión europea de Australia tuvo un fuerte impacto en las formas de vida tradicionales. Pero la declaración de la Tierra de Arnhem como reserva aborigen en 1932 permitió cierta continuidad cultural.

El último ámbito nos acerca al arte aborigen en el siglo XXI. Las manifestaciones artísticas que se producen hoy en la Tierra de Arnhem continúan estrechamente relacionadas con las tradiciones rupestres anteriores y con el Djang, el sistema de creencias culturales de estas poblaciones. Hoy en día, artistas y artesanos mantienen protocolos estrictos que establecen lo que cada artista puede pintar y un sistema tradicional de aprendizaje que guía al artista en formación a través de las narraciones culturales que tiene que conocer para poder expandir su repertorio artístico. Incluso cuando producen arte para venderlo al público, los artistas están reafirmando sus ancestrales conexiones.

Fuente: valenciaplaza.com | 27 de julio de 2022

El triente del rey visigodo Recaredo I se exhibirá en el Museo Arqueológico de Asturias

El triente hallado en el castillo de Gauzón (Castrillón, Asturias).

La moneda, hallada en el yacimiento del castillo de Gauzón en 2013, data del siglo VI y es un vestigio único de la influencia posromana en España

Mientras el castillo de Gauzón vuelve a demostrar este verano su potencial como recurso turístico y cultural, una parte de su potencial histórico pronto se propagará más allá de las fronteras de Castrillón. El Ayuntamiento está ultimando los detalles para ceder al Museo Arqueológico de Asturias el triente visigodo del rey Recaredo I, una moneda acuñada a finales del siglo VI y que, desde su hallazgo en 2013, permanece en dependencias municipales. Una vez consumada la entrega, la pieza se exhibirá en las instalaciones que el museo administra en Oviedo.

Razones para ello no faltan. El triente constituye un elemento fundamental para entender la historia del actual municipio es los siglos inmediatamente posteriores al fin de la influencia de Roma en Europa. Fue elaborada en la ceca de Cesaracota, en la actual Zaragoza, entre los años 586 y 601, periodo durante el que Recaredo I ejerció como monarca del pueblo visigodo en la antigua Hispania. Hijo del célebre caudillo Leovigildo, su reinado vio la definitiva unificación religiosa entre las poblaciones hispanorromana y visigoda, plasmada en el III Concilio de Toledo.

El Peñón de Raíces, donde se asentaba el castillo de Gauzón.

A la espera de que, en los próximos días, María Antonia Pedregal, directora del museo, recoja el triente, para la concejala de Turismo, Mar González, la cesión «es una muy buena noticia. Creo que el Arqueológico es el lugar que le corresponde para que tanto los castrillonenses, como todas las personas, conozcan una pieza tan importante y a la que le tenemos tanto cariño».

Fuentes: elcomercio.es | lavozdeasturias.es | 30 de julio de 2022

Encuentran una plaqueta del Paleolítico con grabados de hace 14.000 años en la Cova Gran de Santa Linya, Lérida

Foto: La plaqueta documentada en el yacimiento de la Cova Gran de Santa Linya, Lérida.

Una plaqueta de hace unos 14.000 años ha sido hallada por un equipo del Centro de Estudios del Patrimonio Arqueológico de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en el abrigo de la Cova Gran de Santa Linya (Avellanes-Santa Linya, Lérida). Se trata de la primera pieza artística del Paleolítico Superior identificada en el Prepirineo catalán.

En concreto, los investigadores han podido documentar inscripciones en ambas caras: en el anverso una cabra en actitud de erguirse representada "mediante un truco visual"; mientras que en el reverso, el artista reprodujo un "logo" del yacimiento, un paisaje que combina la silueta de la bóveda del abrigo y el cauce del torrente de Sant Miquel a sus pies.

El objeto se suma al limitado conjunto de piezas singulares del Paleolítico Superior existente en Cataluña y contribuye a la reflexión sobre la existencia de un "nuevo estilo" desarrollado por las primeras poblaciones cazadoras-recolectoras del nordeste de la península ibérica, según han detallado los prehistoriadores en un comunicado.

"Esta representación artística identifica un nuevo elemento singular que viene a sumarse al rico y amplio registro arqueológico que en los últimos veinte años está proporcionando la investigación en este yacimiento, clave en el actual desarrollo de la arqueología de Cataluña", ha señalado Rafael Mora (izquierda), director del CEPArq y catedrático del Departamento de Prehistoria de la UAB, durante la presentación del hallazgo este jueves en el Museo de Lérida.

El descubrimiento de la plaqueta se ha realizado en el mismo sector de la excavación donde se halló el esqueleto parcial de la Homo sapiens, Linya, la mujer de la Noguera, pero en un nivel de ocupación que se originó unos siglos antes. La pieza ha salido a la luz en un contexto que conservaba materiales orgánicos, datados mediante análisis de radiocarbono hace 14.000 años. Esta nueva información permitirá comparar estos grabados con otras plaquetas de otros yacimientos cuyo periodo de realización exacto se desconoce o se fija en rangos temporales más amplios.

Imagen de la plaqueta y sus grabados. CEPArq-UAB.

Simbolismo

La plaqueta se hizo sobre una roca margo-calcárea, un material que no aparece en la Cova Gran, por lo que debió ser transportado hasta el abrigo. Sus dimensiones son de 11 centímetros de largo por 8 de ancho y en la superficie el equipo de investigación ha identificado un conjunto de trazos intencionados formado por múltiples líneas finas y espesas, probablemente realizadas con uno o varios instrumentos de sílex.

Su restauración y posterior estudio, para el que se ha contado con la colaboración de Rafael Martínez Valle (izquierda), investigador especialista en Arte Prehistórico del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación de Bienes Culturales de la Generalitat Valenciana (IVCR+i), han permitido reconstruir las composiciones que aparecen en ambas caras, que sorprenden por su simpleza y esquematismo.

Los grabados reproducen figuras de un alto contenido simbólico para los primeros pobladores del nordeste peninsular: "Hay elementos y recursos visuales con los que narrar historias o concretar espacios que denotan que la persona o personas que los ejecutaron eran inteligentes y técnicamente diestras, y que combinando escasas líneas eran capaces de generar visualizaciones con un alto contenido empático que hemos podido descodificar miles de años después", ha destacado el investigador Jorge Martínez-Moreno (derecha, CEPArq-UAB)

Foto: Cara A con las figuras superpuestas remarcadas en color.

La cara A muestra numerosos trazos distribuidos por la superficie de la roca, lo que ha dificultado la lectura de la composición que contiene. Sin embargo, tras un escaneado 3D junto con otras técnicas visuales, se reconoce una primera figura, a partir de lo que parece una pequeña cara de perfil sobre la que se asienta una imponente cornamenta.

A partir de la cabeza, un grueso trazo diseña las líneas del lomo y vientre, al que se adosan varios apéndices que corresponden con las extremidades. Esta disposición sugiere un animal en reposo y los grandes cuernos que exhibe identifican a un macho de bucardo, la cabra propia del Pirineo extinta desde el año 2000. Además, se ha podido determinar que, aprovechando algunos surcos de esta composición, se trazaron nuevas líneas que configuran otra figura que se superpone sobre la anterior.

Representación de la cara B de la plaqueta e imagen de la Cova Gran.

Los grabados de la cara B se escoran hacia uno de los bordes del soporte, con un amplio vacío dejado premeditadamente. A partir de escasos surcos, un gran trazo cóncavo que en su base se cierra por dos líneas paralelas quebradas configuran lo que los investigadores consideran la primera representación del paisaje de la Cova Gran, que combina la silueta de la bóveda del abrigo y el cauce del torrente de Sant Miquel a sus pies.

De las figuras esquemáticas, intencionalmente reducidas a simples trazos, derivan mensajes sorprendentes, según el equipo de investigación: "El truco visual utilizado en el dibujo del bucardo, al superponer dos figuras, expresa un movimiento captado con gran pericia y de gran singularidad, muy raramente utilizado en grabados sobre piedra; y la representación de la propia Cova Gran, al combinar una curva y dos líneas quebradas, recrea un paisaje importante para esas gentes con una economía de trazos que recuerda el diseño de un logotipo actual".

Foto: El investigador del CEPArq-UAB, Rafel Mora, observa la plaqueta encontrada en la Cova Gran de Santa Linya, junto al presidente de la Diputación de Lérida, Joan Talarn, y el director del Museo de Lérida y otras autoridades.

Para los investigadores del CEPArq-UAB y del IVCR+i interpretar los grabados conservados en la plaqueta recuperada en la Cova Gran de Santa Linya ha sido un gran desafío y "su estudio y el de otras representaciones similares abre nuevas vías para explorar una tradición artística ancestral poco conocida y que se antoja muy rica".

Martínez-Moreno ha recordado que "Pablo Picasso, el gran visionario del nuevo arte del siglo XX, afirmaba que había necesitado toda una vida para aprender a pintar como un niño, una aseveración que subraya que estas grafías prehistóricas, aparentemente simples, están impregnadas de un aire de modernidad presente en nuestra cotidianeidad, que se puede rastrear en el discurso del arte contemporáneo y se consolida en el lenguaje del cómic".

Fuente: elespanol.com | 28 de julio de 2022

Los europeos prehistóricos consumían leche animal milenios antes de poder digerirla

Panorámica del yacimiento de El Portalón de Cueva Mayor, en la sierra de Atapuerca, del que se han recuperado cerámicas con restos de grasas lácteas y, del mismo tiempo, huesos de humanos intolerantes a la lactosa. Eneko Iriarte.

Durante cientos de miles de años, los humanos adultos no podían digerir la leche. Su organismo no la metabolizaba correctamente al no disponer de una enzima (la lactasa), que permite absorber la lactosa, el principal carbohidrato de origen lácteo. Sin embargo, hace unos pocos milenios (el momento exacto varía según la región) los europeos empezaron a consumir productos lácteos. También se produjo una mutación genética permitiendo la persistencia de la lactasa después del destete. La ciencia consideraba estos dos procesos como uno de los mayores ejemplos de convergencia evolutiva: el consumo de un líquido con tantos nutrientes era una ventaja si disponías de la capacidad de asimilarla. Ahora, uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha muestra que no hubo tal convergencia. El trabajo, que ha analizado miles de cerámicas con restos de lácteos y el ADN antiguo de centenares de humanos prehistóricos, concluye que los europeos consumían leche mucho antes de poder digerirla.

Durante su evolución, los homínidos, pero también el resto de mamíferos de los que se tiene información, perdieron la capacidad de producir lactasa tras el destete. Para la naturaleza parecería la mejor solución a fin de favorecer la supervivencia de la especie, con unos niños dejando su puesto para la siguiente generación. Es una de las características básicas del Neolítico, los humanos corrigieron los designios naturales. La domesticación de varios animales debió ser primero por su carne. Pero, tal y como muestran muchos yacimientos, poco a poco se fue introduciendo el consumo de leche. Las primeras pruebas de su consumo se han encontrado en Anatolia (Turquía) hace más de 9.000 años. Este fue uno de los focos de llegada de la cultura neolítica, con su sedentarización, agricultura y ganadería, hasta Europa. Y ya hace unos 6.000 años, los habitantes de las islas Británicas, consumían lácteos.

Más de un centenar de investigadores han elaborado una especie de mapa de la leche de Europa. Liderados por el profesor Richard Evershed (izquierda), de la Universidad de Bristol, reunieron una base de datos con casi 7.000 restos de grasas animales detectados en miles de fragmentos de cerámica de 554 yacimientos de Anatolia, Oriente Próximo y Europa. Publicado hoy en la revista científica Nature, el mapa muestra cómo los lácteos se fueron extendiendo al ritmo marcado por la propia expansión de la cultura neolítica. Aunque hubo retrocesos y zonas donde la ingesta desaparece en un punto, para reaparecer siglos después, la corriente parece clara: llegada hasta Europa por el sur mediterráneo, con una posterior expansión por la franja atlántica del continente europeo, llegando ya hace unos 3.000 años a las regiones nórdicas.

Uno de los puntos de ese mapa es El Portalón de Cueva Mayor, en la sierra de Atapuerca (Burgos). Allí, el estudio de centenares de fragmentos de cerámicas en cuyos poros quedaron atrapados minúsculas cantidades de ácidos grasos ha ayudado a saber qué comían y bebían los prehistóricos. Eneko Iriarte (derecha), del Laboratorio de Evolución Humana de la Universidad de Burgos y coautor del estudio de Nature, destaca la amplitud temporal del yacimiento de El Portalón. “El consumo de leche se detecta desde el Neolítico, hace unos 7.400 años y, con el tiempo, la cantidad y variedad de productos lácteos van aumentando”, dice.

Sin embargo, también El Portalón ayuda a desmontar la teoría de que el consumo de leche y la persistencia de lactasa iban de la mano. En 2014, un estudio del ADN de 18 individuos neolíticos hallados en este yacimiento mostró que ninguno tenía la variación genética (alelo) que permite la producción de la enzima más allá de la niñez. De hecho, la presente investigación publicada en Nature ha analizado el ADN antiguo de 1.786 humanos prehistóricos de Asia y Europa para dibujar la emergencia y trayectoria del nuevo alelo. “A comienzos del Neolítico todos eran intolerantes”, recuerda Iriarte. La proyección de la persistencia de la lactasa sigue una gráfica en forma de S mayúscula (conocida como función sigmoidea): durante milenios eran una minoría los prehistóricos que podían beber leche sin tener dolor de barriga, flatulencias o diarrea. Solo en torno a hace 4.000-3.000 años, la curva explota hacia arriba y así se ha mantenido hasta hoy en el que un tercio de la población mundial, la mayoría de origen europeo o del Próximo Oriente, puede beber leche sin problemas.

Variación regional en el uso de la leche en la Europa prehistórica. Los círculos indican las frecuencias observadas en las ubicaciones de la fase del sitio. La amplia línea de sureste a noreste de saturación de color al comienzo del período Neolítico ilustra un sesgo de muestreo hacia la evidencia más temprana del uso de la leche. La heterogeneidad sustancial en la explotación lechera es evidente en toda Europa continental. Por el contrario, las Islas Británicas y el oeste de Francia mantienen una disminución gradual a lo largo de 7000 años después de la primera evidencia de leche alrededor del año 550. Tenga en cuenta que la interpolación puede colorear algunas áreas (particularmente islas) para las que no hay datos en la actualidad.

Que hubiera varios milenios de diferencia entre el consumo significativo de lácteos y la generalización de la capacidad de digerir la lactosa supone, para los autores de esta investigación, que se caiga la idea de la convergencia evolutiva. “El consumo de leche es un requisito necesario, pero la persistencia de la lactasa necesita de otros procesos”, sostiene Iriarte. ¿Cuáles? Hace unos años dominaba la hipótesis de la asimilación del calcio. En su versión resumida, contar con la enzima también de adultos favorecería el aporte de vitamina D y calcio (y su absorción) a aquellos que no tenían la fuente más natural de fijación: la acción de la radiación solar sobre la piel. Sin embargo, esto podría valer para los europeos del norte, pero en el sur no había problemas de horas de sol. En España, por ejemplo, hasta dos tercios de la población actual produce lactasa durante toda su vida.

El trabajo de 2014 con 18 individuos de El Portalón acaba con una última frase que entonces podría parecer una hipótesis aventurada: “En condiciones de hambruna, las consecuencias del alto consumo de alimentos con lactosa en individuos sin persistencia de la lactasa (particularmente diarrea) serían más severas que en individuos sin persistencia de la lactasa bien nutridos, lo que quizás llevase a elevadas, aunque ocasionales, diferencias de selección”. Es decir, no se trataría tanto de que la mutación genética ofreciera una ventaja en general a los que la portaban, sino que los intolerantes a la lactosa tenían menos posibilidades de salir adelante cuando venían mal dadas.

El catedrático de la Universidad de Burgos, José Miguel Carretero (izquierda), fue coautor de aquel estudio de 2014 y también firma el actual de Nature. “Entonces vimos que los neolíticos de El Portalón eran intolerantes y que ya no lo eran en la Edad del Bronce [hace entre 4.000 y 3.000 años]. Pero teníamos pocos datos. Era una hipótesis, pero ahora parece que fue un proceso global”, dice Carretero. Tal y como lo ven ellos, en vez de una sinergia positiva entre el consumo de leche y los efectos beneficiosos de consumir un líquido tan rico, como relativamente libre de patógenos, la relación entre este consumo y la persistencia de la lactasa era de otro tipo. En un contexto proclive a las crisis: primeros asentamientos convertidos en objetivos de ataques, convivencia con los animales y sus zoonosis, escasez de recursos..., la salud se vería comprometida de forma esporádica y, en esos momentos, la leche sería un recurso vital para todos, menos para los intolerantes.

“Si estás sano, eres intolerante a la lactosa y bebes mucha leche cruda, puedes tener algunos calambres, tal vez algo de diarrea, y tendrás gases. No será agradable, y puede ser embarazoso, pero no te vas a morir por ello. Sin embargo, si estás mal nutrido, y, por tanto, debilitado, y además tienes diarrea por tomar mucha leche cruda, entonces tienes problemas que ponen en peligro tu vida”, concluye Carretero.

Al principio, la leche de animales como las cabras se consumía convirtiéndola en productos como el queso.

Para defender el papel que tuvieron el hambre y la enfermedad, los autores del estudio relacionaron sus dos mapas, el de consumo de leche y el de la persistencia de la lactasa, con otros eventos y fenómenos como crisis climáticas, hambrunas conocidas, colapsos de la producción agraria... Y vieron que había una relación directa entre estos momentos de crisis y el aumento en el consumo de leche.

En una nota colectiva, los autores concluyen: “En estas condiciones, consumir leche habría resultado en un aumento de las tasas de mortalidad, siendo especialmente vulnerables las personas que carecen de persistencia de lactasa. Esta situación se habría exacerbado aún más en condiciones de hambruna, cuando aumentan las tasas de enfermedad y desnutrición. Esto llevaría a que los individuos que no portan una copia de la variante del gen de persistencia de la lactasa tuvieran más probabilidades de morir antes o durante sus años reproductivos, lo que elevaría la prevalencia de la persistencia de la lactasa en la población”.

Fuentes: elpais.com | elespanol.com | 27 de julio de 2022

Los cerebros de los neandertales evolucionaron de manera diferente al de los humanos modernos

El estudio implica que algunos aspectos de la evolución y la función del cerebro humano moderno pueden ser independientes de su tamaño.

Los neandertales son los parientes más cercanos de los humanos modernos. Por lo tanto, las comparaciones con ellos pueden proporcionar información fascinante sobre lo que hace que los humanos de hoy en día sean únicos, por ejemplo, con respecto al desarrollo del cerebro.

El neocórtex, la parte más grande de la capa externa del cerebro, es exclusivo de los mamíferos y crucial para muchas capacidades cognitivas. Su tamaño se expandió durante la evolución humana en especies ancestrales tanto de los neandertales como de los humanos modernos, lo que dio como resultado que ambos tuvieran cerebros de tamaños similares. Sin embargo, casi nada se sabe acerca de cómo los cerebros humanos modernos y los neandertales pueden haber diferido en términos de desarrollo y función.

Investigadores del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética (MPI-CBG) en Dresden, y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA ) en Leipzig, han descubierto, en un estudio publicado en Science Advances, que las células madre neurales, las células de las que derivan las neuronas en el neocórtex en desarrollo, dedican más tiempo a preparar la división de sus cromosomas en los humanos modernos que en los neandertales. Esto da como resultado menos errores cuando los cromosomas se distribuyen en las células hijas en los humanos modernos que en los neandertales o los chimpancés, y podría tener consecuencias sobre cómo se desarrolla y funciona el cerebro. El estudio realizado está encaminado a mostrar las diferencias celulares en el desarrollo del cerebro entre los humanos modernos y los neandertales.

Después de que los ancestros de los humanos modernos se separaron de los neandertales y los denisovanos (sus parientes asiáticos), alrededor de cien aminoácidos (los componentes básicos de las proteínas en las células y tejidos), cambiaron en los humanos modernos y se extendieron a casi todos los de su linaje. El significado biológico de estos cambios es en gran parte desconocido. Sin embargo, seis de esos cambios de aminoácidos ocurrieron en tres proteínas que juegan un papel clave en la distribución de los cromosomas (los portadores de información genética) en las dos células hijas durante la división celular.

Lado izquierdo: imagen microscópica de los cromosomas (en cian) de una célula madre neural humana moderna de la neocorteza durante la división celular. Lado derecho: mismo tipo de imagen, pero de una célula donde tres aminoácidos en las dos proteínas KIF18A y KNL1, han sido cambiadas del humano moderno a las variantes neandertales. Estas células 'neandertalizadas' muestran el doble de errores de separación cromosómica (flecha roja). / FELIPE MORA-BERMÚDEZ / MPI-CBG.

Los efectos de las variantes humanas modernas en el desarrollo del cerebro

Para investigar la importancia de estos seis cambios para el desarrollo del neocórtex, los científicos primero introdujeron las variantes humanas modernas en ratones. Estos animales son idénticos a los neandertales en esas seis posiciones de los aminoácidos, por lo que estos cambios los convierten en un modelo para el desarrollo del cerebro humano moderno.

Felipe Mora-Bermúdez (izquierda), autor principal del estudio, describe el descubrimiento: “Encontramos que tres aminoácidos humanos modernos en dos de las proteínas provocan una metafase más larga, una fase en la que los cromosomas se preparan para la división celular, y esto da como resultado menos errores cuando los cromosomas se distribuyen en las células hijas de las células madre neurales, al igual que en los humanos modernos”.

Para comprobar si el conjunto neandertal de aminoácidos tiene el efecto contrario, los investigadores introdujeron entonces los aminoácidos ancestrales en los organoides del cerebro humano, es decir, en estructuras similares a órganos cerebrales en miniatura que se pueden cultivar a partir de células madre humanas en placas de cultivo celular en el laboratorio y que imitan aspectos del desarrollo temprano del cerebro humano. “En este caso, la metafase se hizo más corta y encontramos más errores en la distribución cromosómica”.

Según Mora-Bermúdez, esto demuestra que esos tres cambios de aminoácidos humanos modernos en las proteínas conocidas como KIF18a y KNL1 son responsables de la menor cantidad de errores de distribución cromosómica observados en los humanos modernos en comparación con los modelos neandertales y los chimpancés.

Y agrega: “tener errores en la cantidad de cromosomas no suele ser una buena idea para las células, tal como se puede ver en trastornos como las trisomías y el cáncer”.

Organoides cerebrales a partir de células madre humanas que tenían un gen de desarrollo editado en la versión que una vez poseyeron los neandertales. J. COHEN / Science.

“Nuestro estudio implica que algunos aspectos de la evolución y función del cerebro humano moderno pueden ser independientes del tamaño del cerebro, ya que los neandertales y los humanos modernos tienen cerebros de tamaño similar. Los hallazgos también sugieren que la función cerebral en los neandertales puede haber sido más afectada por errores cromosómicos que la de los humanos modernos”, resume Wieland Huttner (izquierda), quien co-supervisó el estudio.

Svante Pääbo (derecha), quien también codirigió el estudio, agrega que "se necesitan estudios futuros para investigar si la disminución de la tasa de error afecta a los rasgos humanos modernos relacionados con la función cerebral".

Inteligencia, memoria y aprendizaje

Aun así, el significado biológico que pudieron tener esos cambios en nosotros aún no está claro. Mora-Bermúdez profundiza un poco más: "Hasta donde sabemos, las mutaciones genéticas ocurren de forma aleatoria y, dependiendo del efecto que tengan en un determinado ambiente, pueden ser neutras (no generan ningún efecto, lo cual ocurre en la mayoría de los casos), negativas o, en raras ocasiones, ventajosas. Si son ventajosas, se pasan a la descendencia hasta que todos los individuos de la misma especie las comparten, como ocurrió en este caso con los humanos modernos. Se llama selección natural y es parte de lo que permite la evolución de las especies. Es difícil dar un testimonio definitivo sobre cómo estos cambios a nivel celular pueden habernos ayudado. Necesitamos más estudios para confirmar sus efectos en nuestro día a día y nuestro comportamiento".

Recreación de un neandertal (en primer plano) y un humano moderno (al fondo).

La principal hipótesis que manejan los científicos es que los cambios a nivel celular que han evitado esos errores hayan tenido consecuencias a nivel de comportamiento, por ejemplo, en términos de mejora de la inteligencia, la memoria o el aprendizaje, y no tanto en la prevención de enfermedades y desórdenes neurológicos, aunque no excluyen ninguna posibilidad. De hecho, Mora Bermúdez no descarta que este conocimiento pueda servir para desarrollar fármacos que reduzcan las posibilidades de que las células cometan errores en el marco de determinadas patologías, aunque es "pensar muy a futuro". Por su parte, Huttner señala que "pasar de comprender mejor un mecanismo biológico a convertirlo en tratamientos es muy complejo".

En la siguiente parte de la investigación, que ya está en marcha, colaboran con un instituto de la República Checa especializado en el análisis del comportamiento en ratones para confirmar si realmente esos cambios en los aminoácidos de los humanos modernos han tenido algún efecto en nuestro conducta. "A pesar de que el cerebro de los ratones es más pequeño que el nuestro, también tiene muchas similitudes y puede ser muy informativo, lo que nos permite, en cierto modo, rastrear y recrear lo que hizo la evolución", declara Mora Bermúdez.

Fuentes: Max Planck Institute | elcorreo.com | 29 de julio de 2022