El misterio de las ánforas de Tomares

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Dos de las ánforas de Tomares, que se exponen en el Arqueológico. / BELÉN VARGAS

No podían sospechar los profesionales que trabajaban en la canalización del suministro eléctrico, en la zona del Olivar del Zaudín, en Tomares, que aquel mediodía de abril su labor acabaría llamando la atención de medios de comunicación de todo el mundo. Que aquella zanja que abrían, por azar, les conectaría con un pasado remoto como el de la época del emperador Diocleciano, el período en el que se acuñaron las monedas que se ocultaban en las 19 ánforas de aceite que encontraron. Aquellos operarios, y más tarde el personal del Museo Arqueológico, donde llegaría ya en la tarde ese cargamento de más de 500 kilos, tardaron en dar crédito al alcance del material desenterrado. De la perplejidad y el asombro iniciales y los pasos que se siguieron luego para conservar y analizar ese impresionante hallazgo, también del misterio que rodea aún ese dinero escondido, deja constancia Descubriendo el tesoro de Tomares, una muestra que alberga el Arqueológico hasta el mes de septiembre.


La exposición, que inauguraron ayer la directora del museo Ana D. Navarro y la viceconsejera de Cultura, Marta Alonso, detalla las líneas de trabajo desarrolladas con este tesoro. Ocho meses después del revuelo que supuso su descubrimiento, se calcula que esa remesa que llegó al Arqueológico se compone de unas 53.000 monedas, aunque esta cantidad se confirmará cuando se analicen las 11 ánforas que permanecen cerradas. El equipo no descarta una sorpresa en su diagnóstico: "Una de las vasijas, por ejemplo, tiene mayor peso a pesar de que posee el mismo tamaño", informa Navarro sobre una investigación "a la que le quedan, al menos, dos años. Se sabe cuándo se empieza pero no cuándo se termina".


Por el momento, ya se han inventariado 22.474 monedas de bronce que los estudios atribuyen al periodo de la Tetrarquía, que se inició con Diocleciano en el año 293 d. c. En la muestra se pueden contemplar piezas acuñadas por los nueve emperadores que ocuparon el poder en los 20 años que se prolongó este sistema de gobierno. Se trata de dinero de uso corriente: la información facilitada apunta que con 16 de esas monedas "se podrían comprar 5 lechugas, 4 huevos o 25 higos secos". Como observa Pablo Quesada, conservador del Arqueológico, "individualmente, estas monedas no tenían mucho valor. Es la cantidad que se ha conservado y que ha llegado a nuestros días, esa acumulación, lo que vuelve tan importante este tesoro", comparado en la muestra con otros célebres de Seaton Down (Reino Unido) o Misurata (Libia).


La misma fascinación con la que valoran el hallazgo desde el museo se aprecia en los arqueólogos que investigan sobre el terreno, en el Olivar del Zaudín. ¿Con qué propósito se ocultaron esas monedas, en algún momento del siglo IV, en lo que parece el sótano de una nave industrial o un almacén? "El contexto arqueológico es como la escena de un crimen: cualquier indicio puede ser decisivo", se lee en una de las cartelas de la muestra. Las pesquisas ya han descartado una de las hipótesis que se barajó inicialmente. "En un principio se dijo que era un depósito destinado a pagar a soldados, pero estamos casi seguros de que eso no es. En una época de guerras civiles", sostiene Pablo Garrido, de Atlas Arqueología, "se nos antoja que una familia pudo ocultar este tesoro y que más tarde sus integrantes desaparecieran".


Fuente: diariodesevilla.es | 22 de diciembre de 2016

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