La tumba de Jesús en Jerusalén muestra severos daños

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Vista de las restauraciones de la tumba de Jesucristo en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén - EFE

Se mueven con sigilo durante el día. Están, pero casi no se les ve entre los andamios y las zonas que han cerrado para poder hacer su trabajo con discreción y sin obstaculizar el culto en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, uno de los lugares más santos para los cristianos. Aquí sitúa la tradición el lugar en el que Jesús fue crucificado y la cueva en la que se enterró el cuerpo. Al caer la noche, cuando se cierran las puertas y se van los peregrinos, es cuando llega su momento, encienden los focos y los expertos de la Universidad Nacional Técnica de Atenas se ponen manos a la obra. Este equipo griego, con experiencia en la Acrópolis o Santa Sofía de Estambul, lleva seis meses trabajando en la restauración del Edículo (derivado del latín aedicule o «casa pequeña»), la cámara en la que, según los Evangelios, se produjo el enterramiento y la posterior resurrección de Cristo.

«Todo va según los plazos marcados», aseguran sin perder un segundo, porque el calendario corre y tienen que terminar antes de Semana Santa, pero saben que esta obra solo es el principio de la profunda renovación que precisa el templo. Una obra de restauración y conservación, que no incluye trabajo arqueológico, y que les permitió a finales de octubre acceder a la superficie misma de la que se considera la tumba de Jesucristo tras retirar durante 60 horas la cobertura de mármol que la cubría para estudiar su interior, por primera vez en la historia moderna. Un trabajo al que solo tuvieron acceso unos 50 religiosos y la Sociedad National Geographic, que mantiene una alianza estratégica con la Universidad Técnica Nacional de Atenas.

EFE

Verles trabajar es un pequeño milagro ya que han sido necesarios 200 años para que griegos y armenios ortodoxos y católicos -los tres grupos con el control primario del sitio, aunque las comunidades copta, etíope ortodoxa y siriaca también mantienen su presencia- llegaran a un acuerdo, pusieran los 3 millones euros necesarios y firmaran un pacto muy concreto que solo afecta al Edículo. Un acuerdo in extremis debido a la amenaza de cierre por parte las autoridades de Israel, responsables de la seguridad en la Ciudad Vieja como fuerza ocupante desde 1967, porque el templete amenazaba ruina.

Seis meses después del inicio de los trabajos los expertos han encontrado que el subsuelo de la iglesia está muy afectado por la humedad, pero no pueden acometer ninguna reparación hasta que se alcance un nuevo acuerdo, esta vez más complejo porque cada vez que se excava en la Ciudad Vieja entra en juego la arqueología. Fuentes próximas al proyecto consultadas aseguran que será necesario además el visto bueno de Israel, siempre pendiente de cualquier excavación en la Ciudad Santa, y de Jordania, garante de los Santos Lugares cristianos y musulmanes, un complejo pacto a cinco bandas que puede dilatar el trabajo. El precedente más cercano se remonta a 1960 cuando se logró un pacto para la reparación del tejado cuando en varias partes la lluvia empezaba a hacer estragos.

A falta del tercer informe

El equipo técnico griego ya ha presentado dos informes sobre el estado de las obras y falta un tercero, «que será muy importante porque ya nos han trasladado verbalmente que han encontrado filtraciones de agua y problemas graves en el subsuelo que requieren reparación urgente», informa el padre Samuel Aghoyan (izquierda) superior de la iglesia armenia, que insiste en que «solo cuando tengamos ese informe y veamos la dimensión del problema nos sentaremos a hablar, de momento el acuerdo es para el Edículo, nada más».

Desde el despacho de este cura armenio se ve la larga cola de peregrinos que rodea la tumba de Jesús, hay días en los que se juntan más de 5.000 personas que esperan horas para entrar en el pequeño templo por su puerta de apenas 1,33 metros, encender velas, rezar y ahora también ver la piedra original gracias a una pequeña ventana que se ha abierto. El murmullo constante llena el templo y solo hay que acercarse a la cola y avanzar para escuchar todo tipo de idiomas. «Es una pena, pero está claro que vamos a tener que cambiar también el hábito de poner las velas en la misma pared de la tumba, parece que el fuego y el humo también han hecho mucho daño a los muros. Habrá que pensar una alternativa», dice el padre Samuel, que tiene a su lado a dos ayudantes que no paran de vender velas a los fieles.

Los más abiertos a prolongar el acuerdo actual para efectuar una remodelación profunda de la iglesia son los franciscanos, custodios de Tierra Santa. El padre y profesor de Arqueología Eugenio Alliata (derecha), que sigue muy de cerca la renovación del Edículo, piensa que «debemos aprovechar el buen momento en la relación entre nosotros para seguir adelante, pero será complicado. Una vez que abres el suelo aparecerán restos arqueológicos y todo irá más lento».

Edículo de madera

Alliata explica que en la Natividad de Belén la reparación integral de la basílica, que arrancó en marzo de 2013, ha sido más sencilla ya que «allí no está claro quién es el dueño, así que lo único que ha sido necesario es el acuerdo entre las comunidades, no entre propietarios, allí nosotros no pagamos las obras, es competencia de la Autoridad Nacional Palestina».
Este religioso, que lleva 37 años en la Ciudad santa, recuerda que el actual Edículo fue levantado por los griegos en 1810 y que el anterior, de madera, fue obra de los franciscanos en el siglo XVI, pero quedó destruido en un incendio. Los griegos levantaron el pequeño templo «en una época complicada y con pocos fondos, por lo que no pudieron usar los mejores materiales».

Desde el patriarcado griego prefieren no adelantar acontecimientos sobre el nuevo acuerdo necesario para acometer la reforma del subsuelo, pero aseguran que «la relación entre las comunidades vive un momento excelente. Estamos todos al tanto de los avances de la obra del Edículo y, como en una familia, hay comunicación y hermandad en lo que se refiere a este lugar santo compartido». Los griegos se muestran «muy satisfechos» con el trabajo de la Universidad Nacional Técnica de Atenas, que podría ser la encargada de seguir con el subsuelo en caso de un nuevo acuerdo.


Fuente: ABC.es | 3 de diciembre de 2016

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