Nuevos datos sobre el "Escondrijo Real de Deir el Bahari", Luxor (Egipto)

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Foto: Grafitos en rocas cercanas al Escondrijo real de Deir el Bahari-MARÍA BELCHI

«Nunca hubo escondite mejor disimulado», aseguró Gaston Maspero en su informe del Escondrijo Real de Deir el Bahari que acababa de descubrir en 1881, con unas 40 momias de faraones tan conocidos como Amenhotep, Tutmosis II, Tutmosis III, Tutmosis IV, Seti I o Ramsés II. Siempre se ha creído que se quiso poner a salvo de saqueos a estos reyes de distintas dinastías de Egipto, ocultándolos en esta «Cachette» de Luxor, pero los descubrimientos de una expedición arqueológica española podrían cambiar esa visión.

«Es cierto que fueron colocadas todas las momias juntas para protegerlas mejor, pero no es un escondite», asegura José Ramón Pérez-Accino. El egiptólogo de la Universidad Complutense acaba de regresar a Madrid con indicios de que la historia de este wadi (una especie de pequeño valle) en el que se encontraron las momias reales es mucho más antigua de lo que se pensaba. En sus rocas ya se habían hallado con anterioridad los grafitos más antiguos de la necrópolis tebana, pero los arqueólogos españoles han localizado nuevas inscripciones en las rocas que no habían sido registradas hasta ahora.

Foto: José Ramón Pérez-Accino, en la zona donde han creído identificar restos de un posible lugar de culto - MARÍA BELCHI

«La prospección antigua que se realizó en los años 60 no estaba terminada. Tenemos más de la mitad del valle todavía sin publicar», subraya el egiptólogo.
La expedición de la Universidad Complutense, en la que ha participado la decana de los egiptólogos españoles Carmen Pérez Die, ha encontrado cerca de la tumba «grafitos no registrados». Algunos «con nombres reales» que, de confirmarse como tales, llevarían a los expertos a empujar hacia atrás la historia de este enclave que antiguamente era lugar de paso entre las poblaciones de Deir el Medina y Deir el Bahari. Ante este Escondrijo pasaba un camino al que estos expertos llaman coloquialmente la Gran Vía, por el tráfico que sospechan que tenía en la Antigüedad.

«La idea de que era un escondite es muy difícil de sostener, porque además el camino a la tumba está lleno de grafitos antiguos», según ha podido constatar allí Pérez-Accino.

¿Por qué razón se eligió entonces ese lugar para enterrar las momias reales? «Pensamos que una manera de proteger algo es esconderlo y otra es colocarlo en un sitio que todo el mundo conoce y está a la vista, donde cualquiera se daría cuenta si alguien entrara», responde el egiptólogo, que sospecha además que ese wadi era un lugar especial para los egipcios. «Está en el centro, rodeado de valles llenos de tumbas por todas partes y, sin embargo, éste está vacío. Solo tenía esa tumba. Es una anomalía», explica.

Un lugar de culto hecho por la mano del hombre

En otra zona del wadi alejada del llamado Escondrijo se concentra otro grupo de grafitos a los que hasta ahora nadie ha encontrado explicación, justo en un sitio que atrae poderosamente la atención de Pérez-Accino. «En esa zona parece haber una figura monumental natural en la roca y a su lado creemos haber identificado un lugar de culto hecho por la mano del hombre muy burdo, o muy antiguo, o ambas cosas», destaca.
La boca de esa posible pequeña capilla o receptáculo mide diez codos egipcios (unos cinco metros), está alisada y en una roca han visto una posible mesa de ofrendas. «Si todo esto se confirmara, ello implicaría una actividad humana que no se había detectado nunca en el valle», indica el egiptólogo, para quien ese posible lugar de culto situado junto a la figura monumental en la roca y a una serie de grafitos relacionados suponen un conjunto de evidencias «muy poderosas desde el punto de vista arqueológico».

Foto: Los miembros de la expedición arqueológica española, acompañados por profesionales egipcios-MARÍA BELCHI

Hace apenas unos días que finalizó esta campaña -financiada por la Fundación Gaselec, Userkaf Patrimonial (Javier Uriach) y Egiptología Complutense- y sus seis integrantes ya están pensando en volver para excavar en esa zona donde han localizado el lugar de culto y, con ayuda de un geólogo que les indique qué partes de la roca fueron cortadas por la mano del hombre y cuáles son naturales, intentar aclarar los interrogantes abiertos con sus investigaciones. De momento, sus trabajos de prospección y geolocalización de los grafitos les han abierto las puertas a un futuro proyecto de geolocalización en Egipto.

Fuente: Mónica Arrizabalaga | ABC, 6 de noviembre de 2017

Anónimo

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