Eudald Carbonell: “Los homínidos ya se hacían las preguntas más importantes hace medio millón de años”

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Eudald Carbonell y Rosa M. Tristán presentan un nuevo libro que resume cuatro décadas de investigación en el mayor yacimiento paleontológico del mundo: Atapuerca. “Un pastel relleno de pasado”, sostienen los autores en el volumen, que se titula Atapuerca: 40 años inmersos en el pasado (National Geographic Ciencia). Carbonell y Tristán logran desgranar los hallazgos y experiencias del trabajo de campo en un lenguaje que equilibra el rigor científico con la rapidez de la redacción periodística.

Foto: Eudald Carbonell y Rosa M. Tritán, autores del libro.

Con la rapidez mental que le caracteriza, el arqueólogo y doctor en Geología del Cuaternario Eudald Carbonell repasa las ideas clave de la publicación y subraya la importancia científica y personal de este yacimiento, que es Patrimonio Mundial desde 1997 y sintetiza toda la historia evolutiva de la Humanidad.

¿Como surge la iniciativa de escribir a cuatro manos?
Llegó un momento en el que pensamos que sería interesante trasladar gran parte de la información científica que se ha elaborado de Atapuerca a un lenguaje que se acercara al conjunto de la sociedad. Queremos que se entienda el valor del yacimiento, el trabajo que hemos realizado durante estos cuarenta años. Y, para hacerlo posible, ha sido muy valiosa la aportación de Rosa M. Tristán, quien se ha repartido conmigo la tarea de contar todo este bagaje acumulado.

Este 2018 se cumplirán cuatro décadas del inicio de los trabajos. Es un bueno momento para hacer balance de la repercusión de los hallazgos.
Sí. De hecho, el libro evidencia por qué Atapuerca es un paradigma y ha permitido descubrir la línea temporal de la evolución humana. Los descubrimientos que se han hecho durante estos 40 años en el yacimiento han cambiado la concepción de lo que sabíamos hasta el momento de los poblamientos en Europa y Asia. De ahí su importancia en el campo de la arqueología y la paleontología. A través de los restos que hemos encontrado, podemos trazar un mapa evolutivo de la historia de la Humanidad. Como si realizáramos una fotografía histórica de las diferentes especies de homínidos que nos han predecido, de los que sabemos mucho más de cómo vivían.

Imagen de archivo de restos humanos de hace 4.900 años del yacimiento de El Portalón, en Atapuerca (Javier Treuba / Madrid Scientific Films)

Un viaje al pasado en mayúsculas...
En efectivo. Durante este tiempo hemos datado evidencias de todas las especies de homínidos que han poblado Europa durante el último millón y medio de años, aproximadamente. Atapuerca es el único yacimiento con evidencias de un pasado tan remoto, lo que en esta publicación tratamos de explicar de manera relativamente sencilla. También contamos cómo se han organizado las excavaciones, cómo se trabaja en el día a día y cómo Atapuerca nos ha convertido en una potencia de primer nivel en este campo.

Imaginemos que viajamos en una máquina del tiempo hasta la Atapuerca de hace unos 500.000 años atrás. ¿Qué veríamos?
Veríamos muchísimas cosas interesantes sobre las costumbres y el modo de vida del Homo heidelbergensis, un homínido que tenía una esperanza de vida que no llegaba a los veinte años, pero del que hemos encontrado restos de individuos que vivieron más de cincuenta. En este viaje podríamos observar que estas poblaciones ya enterraban a sus cadáveres para evitar que los animales despojaran a los muertos, por ejemplo. O que tenían costumbres caníbales y la capacidad para narrar historias, por lo que evidencian sus huesos auditivos, que eran ya muy similares a los nuestros.

El cráneo 17 de Homo heidelbergensis hallado en la Sima de los Huesos de Atapuerca. (Javier Trueba / Madrid Scientific Films)

¿Observaríamos una sociedad ya organizada?
Una sociedad que tenía capacidad para cuidar de sus enfermos aunque no pudieran ya aportar alimentos a la tribu. Hemos encontrado restos de una niña que tuvo una craneoestenosis, es decir, una malformación congénita del cráneo, y sabemos que fue cuidada hasta que murió a los 14 o 15 años. Es decir, nos encontramos con grupos humanos que fomentan la conmiseración. Y también, lo que es muy relevante, hallamos evidencias de machos y hembras con una altura muy similar, lo que quiere decir que las relaciones eran bastante horizontales, sin dominación de un sexo respecto al otro, en una sociedad en la que seguramente podía predominar el concepto de amor.

Seguro que usted ya ha imaginado este viaje e incluso sabe qué les preguntaría a estos homínidos.
Me gustaría saber qué piensan sobre las grandes preguntes. Por ejemplo, le preguntaría a una mujer qué opina acerca de los hombres. Me interesaría saber si piensan en la muerte, en el futuro, en la educación de sus crías... Preguntas que yo mismo me hago a menudo con respecto a mi vida y en mi día a día con un hijo pequeño de siete años. De hecho, los homínidos ya se hacían todas las preguntas realmente importantes hace medio millón de años. Esto es lo más importante que Atapuerca aporta a la historia: descubrir que la conciencia y la complejidad de nuestra especie viene de antes del Homo sapiens.

El arqueólogo Eudald Carbonell, en la Cueva Fantasma de Atapuerca (Josep Corbella)

Es decir, que no somos tan superiores.
En absoluto. Las cosas importantes realmente para vivir ya existían hace medio millón de años: el lenguaje, la organización de los grupos humanos, el fuego, el arte, la escultura... El culto a la muerte y el afán de curar y cuidar nos definen desde hace mucho más que medio millón de años.

Usted estuvo desde el primer momento en las excavaciones de Atapuerca. ¿Cómo logró que le ficharan tan joven?
Conocí en persona a uno de los impulsores, Emiliano Aguirre, en 1976. Yo entonces estudiaba, tenía 23 años. Pero enseguida vi que el proyecto era importantísimo y pedí unirme a la excavación. Los trabajos no empezaron hasta 1978, así que esperé durante dos años que me confirmaran el inicio de los trabajos. Y al final me llegó la esperada carta.

Ha sido su gran proyecto profesional... y vital.
Me uní al proyecto en ese momento y desde el 1991 soy uno de los codirectorres de la excavación, junto con José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga. Y hoy día, sigo activo en el terreno un mes y medio al año, durante el verano, con las cerca de 300 personas que trabajan allí. De hecho, soy el vicepresidente de la Fundación Atapuerca y vivo en Burgos desde hace una década, al lado del yacimiento. Atapuerca ha dirigido mi vida.

Imagen de archivo de una de las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento de Atapuerca (GYI)

Excavar un yacimiento de esta magnitud es caro. ¿Cómo ha sorteado Atapuerca los problemas de financiación?
Evidentemente nos ha afectado la crisis económica, pero Atapuerca es un yacimiento muy robusto como para verse mermado seriamente. ¡Sus descubrimientos tienen afectación mundial!

¿Qué queda por descubrir en Atapuerca?
Prácticamente todo. Tan sólo se ha excavado una milésima parte de lo que hay y quedan como mínimo 2.000 años de trabajo, sin exagerar. A nosotros nos quedan cinco para proyectar, ya que nuestro objetivo era encontrar restos de todas las especies de homínidos. Y los hemos hallado, así que este capítulo quedará completamente cerrado muy pronto, en cuanto fechemos el Paleolítico superior. Pero el futuro lo dejamos para los colaboradores que vendrán, que tendrán el reto de reinventar el proyecto. Las grandes aspiraciones siempre necesitan nuevas ideas.

Si solo pudiera elegir una, ¿qué lección magistral se lleva de estos 40 años?
Que lo único que se puede hacer en la vida es seguir aprendiendo. Si no es así, la experiencia no sirve para nada. Siempre estamos a tiempo de saber más.

Fuente: lavanguardia.com| 7 de diciembre de 2017

Anónimo

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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