Un estudio sobre la diversidad genética revela nuestra compleja historia evolutiva

Huellas de manos hechas por humanos antiguos en América del Sur. Crédito de la imagen: Matt Midgley.

El análisis de diversidad genética humana más completo hasta la fecha descubre gran cantidad de variaciones aún no descritas y proporciona nuevas claves sobre la complejidad del proceso por el que nuestros antepasados se diversificaron y mezclaron en todo el mundo.

Un equipo internacional de expertos ha secuenciado 929 genomas humanos, lo que constituye la representación más detallada, hasta la fecha, de la diversidad genética de las poblaciones del planeta.
El estudio, que publica este jueves Science, descubre gran cantidad de variaciones genéticas no descritas y proporciona nuevos conocimientos sobre nuestro pasado evolutivo, destacando la complejidad del proceso a través del cual nuestros antepasados se diversificaron, migraron y se mezclaron en todo el mundo.

Esta es la primera vez que se aplica la última tecnología de secuenciación de alta calidad a un conjunto tan grande y diverso de seres humanos: 929 genomas de 54 poblaciones geográfica, lingüística y culturalmente diversas de todo el mundo, según un comunicado del Institute Wellcome Trust Sanger (Reino Unido).

Uno de los autores del estudio Anders Bergström, del Instituto Francis Crick, explicó que "el detalle logrado nos permite mirar más profundamente en la historia humana, particularmente dentro de África, donde actualmente se sabe menos sobre la escala de tiempo de la evolución humana”.

La opinión consensuada de la historia dice que los antepasados de los humanos actuales se diferenciaron de los antepasados de los extintos grupos de neandertales y denisovanos hace entre 500.000 y 700.000 años, antes de la aparición de los humanos "modernos" en África.
Fue, entonces, cuando algunos humanos se expandieron fuera de África y poco después se mezclaron con grupos arcaicos euroasiáticos. Después, las poblaciones crecieron rápidamente, con extensas migraciones y mezclas, ya que muchos grupos pasaron de cazadores-recolectores a productores de alimentos.

El equipo descubrió que "los antepasados de las poblaciones actuales se diversificaron a través de un proceso gradual y complejo, principalmente durante los últimos 250.000 años, con grandes cantidades de flujo genético entre estos primeros linajes”. Pero además, vieron evidencias de que “pequeñas partes de los ancestros humanos se remontan a grupos que se diversificaron mucho", señaló Bergström.

Ilustración esquemática de las cantidades aproximadas de cuatro clases diferentes de variación genética encontradas en diferentes regiones geográficas. Los orígenes de las poblaciones incluidas en el estudio están indicados por puntos.

La investigación también proporciona evidencias de que la ascendencia neandertal de los humanos modernos puede explicarse por un solo "evento de mezcla" importante.
Este muy probablemente involucró a varios individuos neandertales que entraron en contacto con los humanos modernos poco después de que estos últimos se hubieran expandido fuera de África, agrega la nota.

En cambio, en personas de Oceanía y Asia oriental se identificaron varios conjuntos diferentes de segmentos de ADN heredados de los denisovanos, lo que sugiere al menos dos acontecimientos de mezcla distintos.

"Aunque este recurso es solo el comienzo de muchas vías de investigación, ya podemos vislumbrar varias perspectivas tentadoras de la historia humana”, considera Chris Tyler-Smith (izquierda), recientemente jubilado del Instituto Wellcome Trust Sanger.

Y opina que “será especialmente importante para comprender mejor la evolución humana en África, así como para facilitar la investigación médica para toda la diversidad de los ancestros humanos". El equipo encontró además millones de variaciones de ADN hasta ahora desconocidas que son exclusivas de una región geográfica continental o principal.
Aunque la mayoría de ellas eran raras, incluían variaciones comunes en ciertas poblaciones africanas y oceánicas que no habían sido identificadas por estudios anteriores, las cuales pueden influir en la susceptibilidad de las diferentes poblaciones a las enfermedades.

Hasta ahora, los estudios de genética médica se han realizado predominantemente en poblaciones de ascendencia europea, lo que significa que se desconocen las consecuencias médicas que estas variantes podrían tener, indica la nota. EFE.

Fuentes: lavanguardia.com | express.co.uk| 19 de marzo de 2020

Los arqueólogos tienen problemas para diferenciar cacas humanas y de perros, pero lo están solucionando

Coprolitos del sitio de Xiaosungang, en la provincia de Anhui (China) (Max Planck Institute)

Cuando uno piensa en arqueología, lo primero que le viene a la cabeza son huesos, herramientas, piedras, armas, construcciones (más o menos duraderas)… Pero hay un objeto con el que normalmente no contamos y con el que los investigadores se encuentran muy a menudo durante las excavaciones: las heces.

El registro arqueológico está plagado de cacas (paleofeces). Y eso no es un problema para los especialistas, sino todo lo contrario. Los restos fecales son una potencial “mina de oro” para obtener información sobre las enfermedades y la dieta antiguas o la evolución de los parásitos y la relación entre los individuos y el medio ambiente. Pero claro, como todo en la vida, tiene sus contras.

El principal hándicap durante el trabajo de campo es saber discriminar qué heces hay que estudiar. Y no se crean que eso es tarea fácil. Especialmente porque sufren distorsiones físicas que dificultan identificar a qué especie pertenecen. Hay, además, una complicación añadida, ya que los excrementos humanos y caninos son particularmente difíciles de distinguir en estos contextos.
La solución a eso parece que la han encontrado un grupo de investigadores liderados por Maxime Borry (izquierda), del Instituto Max Planck, que acaban de diseñar un “método confiable” para evitar equivocarse a la hora de realizar los análisis, según explican en un estudio publicado en la revista Biochemistry, Biophysics and Molecular Biology .

Desde su domesticación hace más de 12.000 años, los perros a menudo han vivido en estrecha asociación con los humanos y no es raro que sus heces se encuentren en los mismos sitios arqueológicos. Ambos animales también acostumbran a consumir dietas similares y el tamaño y forma de sus excrementos son parecidos. “Más allá de ser mascotas y animales de trabajo, los canes también estaban en el menú de muchas sociedades antiguas, lo que hace que las pruebas genéticas simples sean problemáticas porque dichos análisis pueden mostrar el ADN de las dos especies”, escriben los autores del artículo.

El nuevo método, al que han llamado CoproID, combina el análisis genético del huésped antiguo con un software que distingue las distintas colonias de microbios que viven dentro de los humanos y los perros. “La composición de este microbioma intestinal difiere entre las especies de mamíferos y podría usarse para confirmar y autenticar la asignación del huésped”, señalan.

Coprolito del Neolítico encontrado en Xiaosungang (a) y restos de hace unos 1.300 años hallados en México (b y c) (Biochemistry, Biophysics and Molecular Biology).

Las paleofeces, ya sea en un estado orgánico o parcialmente mineralizado (coprolito), se encuentran en una amplia variedad de contextos en todo el mundo y generalmente están asociadas con procesos localizados de desecación, congelación o mineralización. Los restos fecales antiguos, que van de los que aparecen enteros e intactos hasta los de tamaño milimétrico mezclado con los sedimentos, permiten estudiar cambios en la estructura y función del microbioma intestinal a través del tiempo.
”Un hallazgo inesperado es la constatación de que el registro arqueológico está lleno de excrementos de canes”, asumen los especialistas. Si los investigadores son capaces ahora de identificar con precisión la fuente de las heces, esto los permitirá obtener información sobre las distintas intolerancias alimentarias y otros problemas vinculados a la salud humana.

Imagen de microscopía electrónica de barrido (SEM) de un grano de polen de calabaza en un coprolito hallado en el sitio arqueológico Cueva de los Muertos Chiquitos, Valle del Río Zape, Durango, México. Crédito: Karl Reinhard.

Los especialistas seleccionaron un total de 20 muestras arqueológicas, procedentes de 10 sitios distintos y que abarcan un período desde hace 9.000 años hasta la era medieval. Los restos analizados más antiguos proceden de Eslovaquia (siglo VII a.C.) y también se incluyen dos muestras de España, una del Cingle del Mas Nou (Castellón) y otra de El Collado (Valencia). La mayoría, sin embargo, se recogieron en la Cueva de los Muertos Chiquitos (México) y en Xiaosungang (China). También hay evidencias obtenidas en yacimientos de Irlanda, Reino Unido, Alemania y Portugal.

El siguiente objetivo de los investigadores es seguir ampliando la base de datos de “los metagenomas intestinales de los perros rurales no occidentalizados” para mejorar la clasificación de heces antiguas que actualmente se clasifican como “inciertas”.


Imagen de microscopía electrónica de barrido (SEM) de un grano de polen de amaranto en un coprolito hallado en la Cueva de los Muertos. Sitio arqueológico de Chiquitos, Valle del Río Zape, Durango, México Crédito: Karl Reinhard.

Fuentes: lavanguardia.com | phys.org | 23 de abril de 2020

Descubren en el Valle del Côa, Portuga,l el mayor grabado rupestre ibérico, diseñado con un boceto

Perfilado en blanco de la silueta de un uro grabado en una roca del Valle del Côa, Portugal. EFE.

El mayor grabado del Paleolítico superior de la península ibérica acaba de ser descubierto en la estación rupestre Vale do Côa (Portugal) y Siega Verde (España) y, según las conclusiones de los arqueólogos, fue realizado con un boceto previo.

Se trata del grabado de un uro de 3,5 metros y 23.000 años de antigüedad hallado por los especialistas que trabajan en el Vale do Côa sobre un panel de pizarra de más de seis metros.
Las dimensiones de la obra, explicó hoy a EFE Thierry Aubry (izquierda), director arqueológico del Vale do Côa, confirman que "los que grababan sobre la piedra tenían que hacer antes un boceto".
"Se presupone que cuando estaban dibujando sobre la roca la parte de la cabeza del uro no podían ver resto del cuerpo, por lo que tenían que tener un esbozo para continuar ya que el artista no tenía visibilidad de todo", agregó.

Según Aubry, se trata de un uro comparable, por sus dimensiones, con los descubiertos en la zona paleolítica francesa de las cuevas de Lascaux.
La piedra donde se grabó el animal estaba enterrada cerca de la desembocadura del río Côa, en el término municipal portugués de Fariseu (norte), en una zona fronteriza con el Parque Natural Arribes del Duero español.

La importancia del hallazgo, matizó Aubry, no radica tanto en su dimensión sino en la forma cómo ha sido localizado: de la piedra cubierta sobresalía un metro del suelo con el dibujo de la grupa del uro.
"Al estar enterrada, podemos comprobar los estratos y los vestigios de la época, lo que nos dará información sobre lo que hacían los hombres del paleolítico", aseguró.
Los arqueólogos investigan si los grabados encontrados en el yacimiento, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998, fueron realizados por hombres o mujeres, pero han llegado a la conclusión de que no vivían en las orillas de los ríos Côa y Águeda, donde se han encontrado los restos.

Panorámica de una zona del valle del Coa-Siega Verde.

COMPOSICIONES ARTÍSTICAS

El uro gigante no está solo. En su interior, y bajo la técnica del "piqueteado", aparecen una cierva, una cabra y un ternero de uro.

Además, en la parte derecha del panel fueron dibujados otros uros -animal que se extinguió en el siglo XVII-, ciervos y caballos de dimensiones más reducidas. Los expertos creen que la figura mayor fue realizada primero y después las más pequeñas.

No es una composición única. En las 1.500 rocas salpicadas en los 7 kilómetros del Vale do Côa y en los 91 paneles rocosos de la zona española de Siega Verde se han localizado grabados individuales y diseños con varias figuras animales.

Por lo general, los hombres del paleolítico pintaban los animales herbívoros que cazaban, aunque también se han encontrado grabados de cánidos y en la zona del Côa una figura humana conocida como "Hombre de Pisco".

Imagen del entorno del yacimiento de Siega Verde

PALEOARTE, UN PROYECTO HISPANOLUSO

Este descubrimiento da un impulso a los expertos que trabajan en el Côa y en Siega Verde, que prevén ejecutar hasta 2021 una serie de actividades para poner en valor sendas estaciones rupestres fronterizas, financiadas con 1,4 millones de euros a través del Programa Operativo de Cooperación Territorial entre España y Portugal (POCTEP) de la UE.

Uno de los mayores desafíos será aumentar la investigación arqueológica, sobre todo en Siega Verde. El proyecto prevé el desarrollo de investigaciones subacuáticas ya que se cree que podría haber paneles grabados bajo el agua debido a que en el Paleolítico Superior el río Águeda discurría en un nivel bastante más bajo.

Ketty Ratero (izquierda), coordinadora de las actividades de Siega Verde, explicó a EFE que el grueso de las investigaciones se centra en los descubrimientos del Côa portugués, ya que en la parte española no han desarrollado trabajos arqueológicos en los últimos años.

Con este proyecto, que ejecutarán la Fundación lusa Côa Parque y la Junta de Castilla y León (España), pretenden, además, investigar el paraje en el que se asentaban los hombres del Paleolítico y que, presumiblemente, sería la ribera de Aguiar, un acuífero que discurre paralelo a los ríos Águeda y Côa.

"Falta conocimiento de este enclave", apuntó Thierry Aubry, que consideró fundamental la investigación porque sería el punto de conexión entre los yacimientos rupestres del Côa y Siega Verde. EFE

Fuente: eldiario.es | 29 de abril de 2020

Una grabación a vista de dron enseña calles y casas de Pompeya nunca vista hasta ahora

La ciudad italiana de Pompeya fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio en el año 79. Una ola de calor piroclástico -corrientes ultrarrápidas de gas caliente y materia volcánica que brotan de algunas erupciones- así como la avalancha de cenizas, rocas y gases venenosos fueron los causantes de que no hubiera supervivientes. Los fragmentos de rocas y barro del volcán también borraron del mapa a las ciudades de Oplontis, Stabiae y Herculano.

Tras la erupción, gruesas capas de ceniza cubrieron las ciudades, situadas en la base de la montaña y lentamente fueron olvidadas hasta que, de manera fortuita, Herculano fue redescubierta en 1738 y Pompeya, el centro industrial de la región, diez años después.

Desde entonces arqueólogos, arquitectos, ingenieros, historiadores y expertos en diferentes materias trabajan por sacar a la luz mosaicos, pinturas o cerámicas que quedaron enterradas en palacios, casas, termas o templos además de estudiar los cuerpos fosilizados que relatan la forma en que murió la población.


Pompeya y la costera Herculano son, sin duda, dos de los yacimientos arqueológicos más visitados del mundo. Patrimonio Unesco desde 1997 son un lugar fascinante para todo aquel que quiera conocer la vida cotidiana de la Antigüedad. Ahora, con sus puertas cerradas por la pandemia del Covid-19, el Parque Arqueológico ha publicado increíbles imágenes de drones que sobrevuelan algunas de las nuevas excavaciones que no se veían desde que el Vesubio entró en erupción.

El vídeo subido a Youtube y narrado por el Director del Parque Arqueológico de Pompeya, Massimo Osanna, recorre la nueva excavación en la parte norte de la ciudad de Pompeya donde se han descubierto nuevos tesoro de valor extraordinario.

La Casa Jardín de Pompeya

El dron desciende a lo que se ha denominado la Casa del Jardín, donde se han encontrado los restos de once víctimas de la erupción, en su mayoría mujeres y niños. Aquí se han encontrado espléndidos frescos de Venus y Adonis y un pórtico pintado.

Massimo Osanna, explica en el vídeo, que llamaron así a esta casa porque la primera habitación de grandes dimensiones que salió a la luz resultó ser un jardín, en el que pudimos excavar todos los límites del macizo de flores , y hacer moldes de las raíces de las plantas que habían sido plantadas allí». «Nuestros paleobotánicos han reunido toda la evidencia para estudiar el jardín y comprender lo que se había plantado en él, así como cómo se dispuso y, por lo tanto, será posible restaurarlo de una manera correcta».

Casa de Orión

La grabación del dron nos traslada a la Casa de Orión, que toma su nombre de los mosaicos encontrados aquí. Uno de los hallazgos mejor conservados es un mosaico, que muestra una figura mitad hombre, mitad escorpión con alas de mariposa (derecha).

Osanna asegura que aunque esta casa, que no tiene espacios particularmente grandes, si ha producido verdaderas obras maestras, como este mosaico de Orión que da nombre a la casa.

Fuente: abc.es | 27 de abril de 2020

El consumo de leche en Europa hace 7.000 años era muy desigual entre las primeras poblaciones campesinas

Cerámica procedente del yacimiento arqueológico de Verson (Francia) (Fotografía de Annabelle Cocollos, Consejo Departamental de Calvados, publicada en Germain-Vallée et al. 2015)

Los resultados de una nueva investigación revelan que el consumo de los lácteos en Europa era muy desigual entre las primeras poblaciones campesinas. Un equipo de investigación internacional, liderado por la investigadora Miriam Cubas (Universidad de York-Universidad de Oviedo), ha conseguido recuperar residuos de las actividades culinarias en las vasijas usadas por las sociedades prehistóricas de hace 7.500-5.500 años. Los resultados han sido publicados en la revista Nature Communications y entre los firmantes figura Xosé-Pedro Rodríguez, investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) y de la Universitat Rovira i Virgili (URV) (España).

El análisis químico de los restos de grasas de animales, cera de las plantas, aceites de pescado y resinas preservados en las cerámicas prehistóricas ha permitido al equipo de la Dra. Cubas explorar los distintos usos de estos recipientes por parte de las comunidades neolíticas, y particularmente su relación con las actividades agrícolas y ganaderas.

Los resultados reflejan una gran variación en el uso de las cerámicas entre estas comunidades. Entre los recursos identificados, destacan los productos lácteos cuya presencia se incrementan a lo largo de un gradiente latitudinal hacia la zona norte de Europa, la región atlántica francesa y las Islas Británicas. Este hallazgo implica que las primeras comunidades agrícolas necesitaron tiempo para adaptar sus prácticas económicas antes de expandirse a zonas más al norte.

Los autores concluyen que estas diferencias pueden estar relacionadas con las diferentes actividades ganaderas, con una mayor presencia del ganado vacuno en el norte y una ganadería centrada en las ovejas y las cabras en el sur de Europa. En la Península Ibérica, estas prácticas culinarias reflejan más una importancia de los recursos cárnicos procedentes de los animales domésticos (oveja y cabra) que se introducen en esos momentos.

Los productores prehistóricos que colonizaron áreas del norte con climas más severos pueden haber tenido una mayor necesidad de los beneficios nutricionales de la leche, incluida la vitamina D y las grasas, sugieren los autores del estudio.

Mapa de Europa atlántica que muestra las dataciones estimadas para la dispersión neolítica y las composiciones de isótopos de carbono de ácidos grasos en la cerámica neolítica temprana.
a) Se muestra la llegada más temprana estimada del Neolítico temprano y la ubicación de los sitios arqueológicos incluidos en el estudio. b) Error estándar del promedio de dataciones de llegada del Neolítico que se muestran en a). c) Se muestran estimaciones espaciales de valores de Δ 13C de ácidos grasos basados ​​en el análisis de 647 restos cerámicos individuales. Las estimaciones se limitan a las áreas donde el error estándar promedio es <0.30 ‰. Los valores más negativos respecto a Δ 13C (es decir, ≤3,3 ‰) se asocian con las grasas lácteas; aquellas situadas entre −3,3 y −1,0 ‰ son típicas de las grasas de rumiantes y los valores ≥ −1 ‰ son típicas de las grasas no rumiantes. Se muestran las desviaciones promedio y estándar de los valores de Δ 13C por región. d) Error estándar del promedio de los valores estimados de Δ 13C que se muestran en c).

Se trata de una de las comparaciones regionales más amplias que se han publicado hasta el momento sobre el uso de la cerámica durante la Prehistoria. Uno de los hallazgos más sorprendentes es la ausencia de alimentos marinos en las cerámicas documentadas, incluso, en yacimientos arqueológicos situados en zonas de costa, donde estos recursos alimenticios están claramente disponibles. Una excepción es la zona del Báltico donde tanto los recursos lácteos como los alimentos de procedencia marina fueron preparados en la cerámica.

“Nuestro estudio ofrece una amplia comparación regional sobre el uso de la cerámica durante la Prehistoria. Estos resultados contribuyen a obtener más información sobre cómo vivieron los grupos humanos durante este proceso de cambio tan trascendental que supuso la introducción de la ganadería y la agricultura”, afirmó Miriam Cubas (izquierda), autora principal del artículo.

Respecto a la ausencia de alimentos marinos, agrega: "Este sorprendente descubrimiento podría significar que muchos agricultores prehistóricos los rechazaron en favor de los lácteos, pero tal vez el pescado y los mariscos simplemente se procesaron de otras maneras".

“Las diferencias respecto a la frecuencia de aparición de los productos lácteos podrían ser importantes para la comprensión de la evolución de la tolerancia a la lactosa en los adultos en Europa. Hoy en día, las mutaciones genéticas que permiten a los adultos digerir la lactosa presente en la leche tienen una mayor presencia en la zona noroeste de Europa que en las regiones del sur”, sostiene el profesor Oliver Craig (derecha), del Departamento de Arqueología de la Universidad de York.

El equipo de investigadores procedentes de la Universidad de York, la Universidad de Oviedo, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la Universidad Autónoma de Barcelona, el Instituto Max Planck, la Universidad de Cantabria, INRAP, el Servicio Regional de Arqueología de Normandía, el Servicio de Arqueología del Departamento de Calvados, la Universidad de Lisboa, UNIARQ, la Universidad de Santiago de Compostela (USC), la Universidad de Rennes, el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, la Universitat Rovira i Virgili, el Museu Arqueológico de São Miguel de Odrinhas y la Universidad de Barcelona ha analizado los residuos orgánicos conservados en las cerámicas del Neolítico antiguo procedentes de 24 yacimientos arqueológicos situados entre Portugal y el Báltico. Esta investigación permite expandir nuestro conocimiento sobre las prácticas culinarias de estas primeras sociedades agrícolas, el papel que desempeñaron los distintos alimentos y su impacto en la dieta de las primeras comunidades campesinas.

Fragmento cerámico hallado en Cova Eirós. Foto: GEPN-AAT (Universidade de Santiago de Compostela)

La colaboración con investigadores de la USC (GEPN-AAT), del IPHES y de la URV ha permitido incluir entre los recipientes analizados la cerámica cardial descubierta en Cova Eirós (Triacastela, Lugo, Galicia). El análisis de los lípidos ahí contenidos muestra que fue utilizada para el procesado de vegetales y carnes de rumiante. Este dato permite acercarnos a las costumbres alimentarias de las primeras sociedades agricultoras y ganaderas de la costa atlántica.

Fuentes: iphesnoticias.blogspot.com | eurekaalert.org | 27 de abril de 2020

Los Millares (Almería) fue la primera ‘ciudad’ de la península ibérica

Ilustración del poblado de Los Millares, la primera ciudad de la península ibérica (Autor: Iñaki Dieguez Uribeondo).


Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado que la primera ciudad (gran asentamiento de población) de la Prehistoria de la península ibérica se estableció hace más de 5.000 años junto a los monumentos funerarios de Los Millares, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Europa Occidental, ubicado en Santa Fe de Modújar (Almería), a escasos kilómetros de la costa mediterránea.

Esta urbe contaría con una población que se estima en unas mil personas, lo que supone un "gran concentración" poblacional en aquel momento en la Península, según indica el investigador Gonzalo Aranda Jiménez, autor principal del estudio.

Su trabajo, que publica esta semana la revista Archaeological and Anthropological Sciences, ha revelado que la necrópolis de Los Millares estuvo en uso durante casi un milenio, y que en torno a ella se estableció un poblado que alcanzó unas dimensiones, concentración poblacional y monumentalidad desconocidas hasta el momento en la península ibérica: la primera ciudad de la misma, indica la UGR en una nota.

"El hecho de ser una población notable y su carácter permanente hace que el asentamiento sea un sitio de importancia significativa en este arco del Mediterráneo, y excepcional en la península ibérica", señala el profesor Gonzalo Aranda (izquierda).

Como explica el investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, la cronología es un aspecto clave en el estudio de las sociedades del pasado. “De cómo ordenemos temporalmente los eventos y acontecimientos depende nuestra capacidad de análisis y compresión de las dinámicas sociales y culturales. En arqueología disponemos de un procedimiento conocido como ‘datación por Carbono 14’, que permite calcular la fecha de muerte de cualquier organismo vivo en los últimos cincuenta mil años”.

En el año 2012, un grupo de investigadores de la Universidad de Granada inició un programa de dataciones con el objetivo de estudiar la cronología de las construcciones megalíticas de sur peninsular. Este objetivo les condujo al estudio de Los Millares, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Europa Occidental. El yacimiento de Los Millares puede considerarse como un yacimiento arqueológico único debido a cuatro características principales: 1º su gran tamaño (con aproximadamente diecinueve hectáreas de extensión, de las cuales seis pertenecen al asentamiento y trece a la necrópolis); 2º la riqueza de los ajuares funerarios (que incluyen objetos realizados en materias primas exóticas como el ámbar, la cáscara de huevo de avestruz y el marfil); 3º la complejidad estructural del asentamiento (delimitado por cuatro recintos concéntricos interpretados como murallas y fortificaciones); 4º la presencia en el entorno del poblado de hasta trece pequeños asentamientos, también denominados “fortines”.

Puerta de Los Millares. / R. G.

A partir de la fecha de muerte de los individuos depositados en el interior de las sepulturas, los científicos de la UGR han conseguido por primera vez una serie de dataciones absolutas que permiten situar cronológicamente la construcción, uso, reutilización y abandono de la necrópolis de Los Millares. Así, los primeros enterramientos se realizaron entre el 3220−3125 a. C., aproximadamente hace unos 5.200 años, y los últimos entre el 2390−2295 a. C., hace unos 4.300 años.

“Por tanto, podemos afirmar que la necrópolis de Los Millares estuvo en uso durante casi un milenio. Además, las diferentes tumbas datadas muestra que no todas fueron construidas a la vez y que, además, fueron utilizadas con diferentes intensidades”, señala Margarita Sánchez Romero (izquierda), otra de las autoras del trabajo. Este aspecto es de enorme relevancia, dado que permite separar cronológicamente eventos rituales y funerarios que hasta este momento eran considerados como contemporáneos.

Un lugar simbólico y sagrado

Los Millares fue en inicialmente un lugar sagrado formado por una necrópolis de sepulturas megalíticas. Las primeras evidencias de asentamiento se produjeron con dos siglos de diferencia respecto a la construcción de las primeras sepulturas. La anterioridad en el uso ritual y funerario de Los Millares sugiere que la localización del asentamiento podría haber estado determinada por el significado simbólico y sagrado del sitio.

El poblado de Los Millares, su extensión y complejidad constructiva podrían explicarse como resultado de un proceso de concentración de diferentes grupos sociales atraídos por el carácter sagrado y por la especial significación del sitio. La fundación del poblado de los Millares junto a la necrópolis se realizó en un corto intervalo temporal, de forma que hace unos 5.000 años, el poblado alcanzó unas dimensiones, concentración poblacional y monumentalidad desconocidas hasta el momento en la península ibérica. Además, se desarrollaron innovaciones de enorme transcendencia cultural como la aparición los primeros objetos realizados en metal como punzones, puñales, escoplos, sierras o puntas de flecha en metal.

Entrada a un tholos funerario en Los Millares


Será a mediados del tercer milenio a. C., hace unos 4.500 años, cuando nuevos cambios transformaron el sitio de los Millares. Según las dataciones radiocarbónicas, la mayor parte de poblado fue abandonado en estos momentos, y solo el recinto interior también denominado como ciudadela permaneció ocupado. Es en estos momentos cuando los pequeños asentamientos o “fortines” fueron construidos y habitados. El abandono tanto de la necrópolis, de la ciudadela como de los “fortines” se produciría hace unos 4100 años, coincidiendo con los cambios culturales que dieron origen al desarrollo de la Cultura de El Argar, señalan los autores.

Reproducción de algunas de las viviendas encontradas en Los Millares.

Un cambio trascendental

Según explica Aranda, la transformación fue evidente en cuestiones como el lugar elegido para los asentamientos. "Se abandonan los poblados en llano y se va a lugares en alto, las casas dejan de ser cabañas y las estructuras en las que se reside apenas dejan sitio para callejas o espacios de tránsito. Los rituales funerarios también cambian. De enterramientos colectivos se pasa a inhumaciones individuales en el interior de las casas. También coincide con un proceso de aridificación del entorno y la intensificación de prácticas agrícolas, sobre todo con el cultivo de cereales".

Marfil africano y asiático

En Los Millares se han encontrado restos de ambar, huevo de avestruz y marfil. Gonzalo Aranda destaca que estos elementos son exóticos. Procedían de otros lugares, lo que da indicios de intercambios entre distintas poblaciones. En concreto, se da por cierto que el marfil procedía de África y Asia. Sin embargo, se desconoce por ahora qué se intercambiaba por esos elementos que han aparecido en Almería.

Fuente: granadahoy.com | 29 de abril de 2020

Arqueólogos de Israel encuentran un patrón geométrico oculto en Göbekli Tepe (Turquía), el “Templo más antiguo del mundo”

Restos encontrados en el yacimiento de Göbekli Tepe (Turquía)

Los enigmáticos monolitos construidos hace unos 11.500 años en Göbekli Tepe han estado desconcertando a los arqueólogos y desafiando ideas preconcebidas sobre la cultura prehistórica desde su descubrimiento en la década de 1990. Principalmente, ¿cómo pudieron los cazadores-recolectores con una estructura social supuestamente primitiva construir tales círculos monumentales de piedra en esta estéril cima de colina en lo que hoy es el sudeste de Turquía? ¿Cómo pudo una sociedad mayoritariamente nómada, en los albores de la agricultura, reunir los recursos y los conocimientos técnicos para crear lo que sus descubridores han denominado el templo más antiguo conocido del mundo?

En todo caso, un descubrimiento de los arqueólogos israelíes sugiere que el proyecto de construcción de Göbekli Tepe era aún más complejo de lo que se pensaba, y requería una cantidad de planificación y recursos que se pensaba que eran imposibles para aquellos tiempos. Su estudio de los tres recintos de piedra más antiguos de Göbekli Tepe ha revelado un patrón geométrico oculto, específicamente un triángulo equilátero, que subyace a todo el plan arquitectónico de estas estructuras.

Esto implica que, en contraste con la suposición predominante entre los investigadores de Göbekli hasta ahora, estos tres círculos fueron planeados como una sola unidad y posiblemente construidos al mismo tiempo, dicen los arqueólogos Gil Haklay (izquierda) y Avi Gopher (derecha), de la Universidad de Tel Aviv.

Así, miles de años antes de la invención de la escritura o la rueda, los constructores de Göbekli Tepe evidentemente tenían cierta comprensión de los principios geométricos y podían aplicarlos a sus planes de construcción, concluye el estudio publicado en enero en el Cambridge Archaeological Journal.

“El descubrimiento inicial del sitio fue una gran sorpresa y ahora estamos demostrando que su construcción fue aún más compleja de lo que pensábamos”, dice Haklay,, arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel y candidato al doctorado en la Universidad de Tel Aviv.

Los arqueólogos han hallado un pilar a medio tallar en una de las colinas cercanas a Göbekli Tepe, visible al fondo. Foto: Vincent J. Mus.

La primera fase de la construcción de Göbekli Tepe, o “colina de los panzones” en turco, se ha datado entre 12.000 y 11.000 años atrás. Esta es la primera parte del Neolítico, también conocida como Neolítico Pre-Cerámica A (o PPNA), alrededor de la época en que los habitantes del Levante septentrional comenzaron a domesticar plantas y animales, iniciando la Revolución Agrícola.
Los constructores del sitio erigieron varios círculos concéntricos de piedra, colocando en los muros enormes pilares en forma de T que alcanzaban casi seis metros de altura, muchos de los cuales estaban decorados con relieves de animales y otros motivos. Estos círculos parecen haber sido construidos alrededor de pares de pilares colocados aproximadamente en su centro.

Hasta ahora sólo se han excavado cuatro círculos de la PPNA, llamados recintos A, B, C y D, pero los estudios han mostrado que hay al menos 15 círculos más esparcidos por la colina, así como media docena de otros sitios similares sin explorar en el sudeste de Turquía.

Plano esquemático del área de excavación principal de Göbekli Tepe (más el Recinto E) (Plan: K. Schmidt y J. Notroff, DAI).

Un patrón inesperado

El nuevo estudio se centró en los recintos B, C y D, que se sabe que son ligeramente más antiguos que el A. Partiendo de la suposición de que un proyecto de construcción tan masivo habría superado las capacidades de los pequeños grupos no sedentarios que suelen componer las sociedades de cazadores-recolectores, la mayoría de los estudiosos han supuesto que todos los círculos de Göbekli Tepe tuvieron que ser construidos gradualmente durante un largo período de tiempo.
“Se especula mucho con que las estructuras se construyeron sucesivamente, posiblemente por diferentes grupos de personas, y que una fue tapada mientras se construía la siguiente. Pero no hay evidencia de que no sean contemporáneas”, dice Haklay a Haaretz.

Haklay, que anteriormente trabajaba como arquitecto, aplicó un método llamado análisis formal arquitectónico, que se utiliza para trazar los principios de planificación y los métodos utilizados en el diseño de las estructuras existentes.

Usando un algoritmo, identificó los puntos centrales de los tres círculos irregulares de piedra. No es de sorprender que esos puntos cayeran aproximadamente a mitad de camino entre el par de pilares centrales de cada recinto. Lo que fue sorprendente, sin embargo, fue que esos tres puntos se podían unir para formar un triángulo equilátero casi perfecto. Específicamente, los vértices están a unos 25 centímetros de distancia de formar un triángulo perfecto con lados que miden 19.25 metros cada uno.


Análisis arquitectónico de geometría oculta en Gobekli Tepe. Dibujo superpuesto sobre un plano esquemático de Gobekli Tepe por K. Schmidt y J. Notroff. DAI

“Ciertamente no esperaba esto”, recuerda Haklay. Los recintos tienen todos diferentes tamaños y formas, así que las probabilidades de que estos puntos centrales formen un triángulo equilátero por casualidad son muy bajas”.

El hallazgo confirma las investigaciones anteriores de Haklay y Gopher en otros sitios que muestran que los arquitectos del Neolítico o incluso del Paleolítico tardío no construyeron refugios y casas al azar, sino que tuvieron la capacidad de aplicar principios geométricos rudimentarios y crear unidades de medida estándar.

En Göbekli Tepe, el descubrimiento del patrón es la evidencia de un complejo diseño abstracto que no podía realizarse sin crear primero un plano a escala, dice Haklay. En una época en la que la invención de la escritura estaba a milenios de distancia, esto podía lograrse, por ejemplo, utilizando cañas de igual longitud para crear un plano rudimentario en el suelo, sugiere.

“Cada recinto pasó posteriormente por una larga historia de construcción con múltiples modificaciones, pero al menos en una fase inicial comenzaron como un único proyecto”, concluye el arqueólogo. “La implicación es que un solo proyecto en Göbekli Tepe era tres veces más grande de lo que se pensaba y requería tres veces más mano de obra, un nivel sin precedentes en las sociedades de cazadores-recolectores”.


¿Lagarto y jabalí? Tallas zoomorfas enigmáticas en Gobekli Tepe AlicanA / Shutterstock.com

De repente, la estratificación social

"La construcción habría requerido cientos o tal vez miles de trabajadores y podría ser llevada a marcar el nacimiento de una sociedad más estratificada, con un nivel de sofisticación que antes sólo se veía en grupos de agricultores sedentarios posteriores", dice Gopher, profesor de arqueología de la Universidad de Tel Aviv y asesor del doctorado de Haklay.

“Aquí es donde comienza: el instinto de compartir de las sociedades de cazadores-recolectores se reduce y la desigualdad crece; alguien dirige el espectáculo, no sé si son chamanes o líderes políticos, pero esta es una sociedad que tiene un arquitecto y alguien que inicia un proyecto como este y tiene el poder de hacerlo realidad”, dice Gopher.

El nuevo estudio es “una asombrosa contribución a la comprensión” de este enigmático sitio, dice Anna Belfer-Cohen (izquierda), profesora de arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalem y experta en prehistoria tardía. Sin embargo, dado que hay muchos círculos de piedra en Göbekli Tepe y otros sitios cercanos que aún no han sido excavados, "no sabemos si las mismas conclusiones pueden aplicarse a todos estos recintos, advierte Belfer-Cohen", que no participó en el estudio.

“Estos tres recintos pueden haber sido construidos juntos, pero eso no significa que los otros no hayan sido construidos como unidades individuales, tal vez por grupos diferentes”, dice. “Sólo hemos descubierto la punta del iceberg de este fenómeno, pero es muy probable que haya habido muchos grupos diferentes que consideraban toda esta área sagrada y que convergieron en ella para erigir los recintos, en lugar de un solo grupo que se volvió loco y sólo construyó estos complejos día y noche”.


Foto: El Museo de Israel exhibe máscaras de piedra con más de 9.000 años de antigüedad, las más antiguas conocidas hasta la fecha.

El nuevo orden mundial

Cómo y por qué los cazadores-recolectores neolíticos movilizarían los enormes recursos necesarios para construir Göbekli Tepe y otros sitios como éste es objeto de mucha especulación. Mientras que algunos investigadores han interpretado las estructuras como espacios residenciales, la mayoría de los arqueólogos ven poca evidencia de esto y consideran la monumentalidad del complejo y la riqueza de su iconografía como evidencia de un propósito ritual.

Los enormes pilares en forma de T y los relieves en ellos, tanto animales como humanos, han sido interpretados como tótems: tal vez representaciones de espíritus protectores, posiblemente de antepasados fallecidos hace mucho tiempo, algunos de los cuales se creía que adoptaban forma animal. La idea de que las imágenes zoomórficas y antropomórficas puedan representar a los venerados muertos se vio reforzada por el reciente descubrimiento de fragmentos de cráneos modificados enterrados en el sitio, que muchos investigadores consideran que son evidencia de cultos a los antepasados (de manera similar a la interpretación de las máscaras de piedra encontradas en el propio Göbleki Tepe y en todo ... desde hace unos 9.000 años).

La identificación del patrón geométrico oculto refuerza la interpretación de Göbekli Tepe como un sitio de culto, dicen Haklay y Gopher. El lado sur del triángulo atraviesa los pilares centrales de piedra de los recintos B y C, creando una base para el polígono. El eje perpendicular a esta línea atraviesa todo el sitio y termina en el centro del recinto D, que puede ser interpretado como la cima de la pirámide.

En un cuenco de caliza hallado en Nevalı Çori, un asentamiento fundado mil años después que Göbekli Tepe, dos figuras bailan con un animal. Los animales, tal vez guías espirituales, eran símbolos importantes en la época en que el hombre empezó a domesticar ovejas y cabras. Foto: Vincent J. Musi.

Esto sugiere que los constructores entendieron y quisieron representar la idea de una jerarquía, tal vez con la intención de cristalizar el nuevo orden de una sociedad menos igualitaria y más estratificada, sostienen Haklay y Gopher.

La estratificación no se limitaba a las relaciones humanas: sugiere un cambio en la percepción de la relación entre los humanos y la naturaleza, sugieren los arqueólogos. Eso se debe a lo que se encuentra en la parte superior del triángulo, en el centro del recinto D.

Mientras que los característicos pilares en forma de T del sitio han sido interpretados como figuras humanas estilizadas, los monolitos centrales del recinto D son los únicos claramente antropomórficos, con relieves de manos, un cinturón y posiblemente un taparrabos. Colocar estas representaciones humanas en la parte superior de este triángulo habría sido un poderoso mensaje, y representaba una desviación ideológica de los cánones centrados en los animales del arte paleolítico.


Representaciones antropomórficas de Göbekli Tepe. (A) estatua humana intencionalmente decapitado (altura, 60 cm). Crédito: Nico Becker, Gobekli Tepe Archivo, la DAI. (B) Portador que tiene una cabeza humana en sus manos (altura, 26 cm). Crédito: Dieter Johannes, Gobekli Tepe Archivo, la DAI. (C) Pilar 43 (edificio D) con bajo relieve de un individuo sin cabeza itifálico, con un brazo elevado (parte inferior derecha). Crédito: Klaus Schmidt, Gobekli Tepe Archivo, la DAI.

“En el arte paleolítico los humanos son raros, y esto es cierto aquí también, pero se empieza a ver el cambio, el comienzo de una visión antropocéntrica del mundo en la que los animales y las plantas ya no son iguales a los humanos, sino que están subordinados a ellos”, dice Gopher a Haaretz.

En otras palabras, Göbekli Tepe puede haber sido diseñado, consciente o inconscientemente, para representar y tal vez explicar la creciente capacidad de la humanidad para manipular su medio ambiente, lo que, en los próximos siglos, llevaría a los primeros cultivos domesticados en esta misma región, dicen los investigadores.

“El fin del estilo de vida de los cazadores-recolectores es más una transformación ideológica que económica o tecnológica”, sostiene Gopher. “Los cazadores-recolectores no pueden domesticar nada, va en contra de su visión del mundo, que se basa en la igualdad y la confianza. Una vez que esa ideología cambia, toda la estructura de la sociedad se transforma y nace un nuevo mundo”.


Los refinados bajorrelieves con buitres, escorpiones y otras criaturas hallados en los pilares en forma de T debieron de ser obra de hábiles artesanos, una evidencia de que los cazadores-recolectores estaban evolucionando hacia estructuras sociales más complejas. Foto: Vincent J. Musi.

Fuente: israelnoticias.com | 29 de abril de 2020

Revelan la existencia de un puerto fenicio-púnico y romano situado en el antiguo archipiélago de Cádiz

Expertos de la Universidad de Cádiz, coordinados por el catedrático del área de Arqueología, Darío Bernal-Casasola, y los investigadores José Juan Díaz y Macarena Lara, del departamento de Historia, Geografía y Filosofía, han llevado a cabo diversos trabajos en el edificio Valcárcel, centro del antiguo paleocanal Bahía-Caleta, situado entre las islas Erytheia y Cotinusa en el antiguo archipiélago de Cádiz, que han permitido identificar los restos de un puerto fenicio-púnico y romano.

Este hallazgo, publicado en la prestigiosa revista Journal of Maritime Archaeology, muestra que esta zona era un refugio semiprotegido, que cuenta a día de hoy con abundantes restos cerámicos y arqueobotánicos. El acceso a este puerto tenía al menos 200 metros de ancho hacia el oeste, y la profundidad del agua disponible era inigualable en un contexto tan urbanizado, lo que no representaba ninguna limitación para el calado de los barcos (a más de 20 metros de profundidad). “La notable profundidad del puerto prerromano y romano, que supera ampliamente los calados de los mayores barcos que navegaban en la antigüedad, podría haber sido un problema para el fondeo (o anclaje), por lo que creemos que se podrían haber utilizado métodos alternativos para asegurar los barcos como el amarre, el atraque y la varada. El paleocanal todavía tenía más de 20 metros de profundidad en los primeros siglos de nuestra era, lo que revela que las dificultades para anclar todavía existían durante ese período”, como explican los investigadores en esta publicación científica.

Fotografía facilitada por la Universidad de Cádiz que recrea cómo era el archipiélago formado por dos islas (Erytheia y Cotinussa) separadas por un canal que tenía una intensa actividad. EFE

Estos estudios ponen de relieve el profundo compromiso de la Universidad de Cádiz con el estudio y conservación del patrimonio histórico y monumental y demuestran que no existe obstáculo arqueológico para la realización del proyecto de Valcárcel como futura sede de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Cádiz.

Además de ello, el relleno de este puerto, especialmente entre 20 y 40 metros, representa un archivo sedimentario de gran importancia para rastrear los primeros pasos de Cádiz desde su origen hasta el primer milenio de nuestra era. La abundancia de artefactos y biofactos muestra que este paleocanal fue un espacio “excepcional” que registró la historia de Cádiz. De hecho, se han identificado más de un centenar de fragmentos cerámicos correspondientes al período en que el canal estuvo activo y fue utilizado como puerto para actividades marítimas y comerciales, "una franja temporal que abarca desde la colonización fenicia arcaica y los primeros períodos imperiales romanos”.

Este importante descubrimiento ha sido posible gracias a dos estrategias metodológicas puestas en práctica e interrelacionadas: las excavaciones arqueológicas realizadas en la zona central del canal; y la perforación de sondeos geotécnicos profundos, una estrategia que ha sido muy eficaz en Cádiz hasta la fecha.


La importancia de la profundidad de este antiguo canal

Además de todo lo expuesto, hay que prestar especial atención a la notable profundidad de este paleocanal. “Su formación se debe a factores naturales y geológicos, y no a medios antrópicos (creados por el hombre). No se conoce la existencia de estudios geofísicos detallados realizados para determinar la profundidad máxima del canal, pero éstos deberán desarrollarse a la luz de estos nuevos hallazgos”, como defienden los investigadores de la UCA.

Asimismo, será necesario reevaluar la génesis geológica del mismo, ya que la profundidad de éste no descarta la tradicional creencia de que este antiguo canal natural fuese un paleocanal del río Guadalete, desechando con ello discusiones anteriores que aseguraban que dicho paleocanal tenía poca profundidad.

"Los trabajos desarrollados en Valcárcel, plantean otras dudas y son el punto de partida para futuros estudios que analicen, por ejemplo, la ausencia de depósitos fluviales en esta zona. Esta nueva evidencia demuestra cómo el interés de los hallazgos del Edificio Valcárcel no sólo conecta con la investigación histórico-arqueológica, sino también con la investigación geológica realizada en la Bahía de Cádiz”.

De hecho, se está llevando a cabo un estudio geoarqueológico detallado con el fin de obtener una cronología de los depósitos existentes y reconstruir las modificaciones paleogeomorfológicas (movilidad costera), pero también los cambios climáticos y los fenómenos extremos (tormentas, tsunamis, etc.) que se han dado en esta zona. La combinación de todos estos análisis proporcionará un nuevo conjunto de datos para reconstruir la paleodinámica del canal, el origen de la sedimentación teniendo en cuenta los factores humanos y naturales que afectan a este paisaje costero. Estos estudios serán realizados por especialistas de las universidades de Estrasburgo y Cádiz, junto con la colaboración de otras instituciones.

Ante todo, “debemos ser cautelosos, de manera similar a todas las investigaciones realizadas en las Ciencias Humanas y Experimentales; sin embargo, parece que estas investigaciones inician un cambio de paradigma en relación con la paleotopografía del antiguo archipiélago de Cádiz”, como concluyen los investigadores de la Universidad de Cádiz.

Fuente: Universidad de Cádiz| 23 de abril de 2020

Un momia de hace 3.600 años y su ajuar encontradas por españoles (Proyecto Djehuty) en Luxor

Detalle del sarcófago hallado.J. M. Galán/EFE

El Proyecto Djehuty, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha hallado en la colina de Dra Abu el-Naga, en Luxor (antigua Tebas), un ataúd antropomorfo de la dinastía XVII del Antiguo Egipto (hace unos 3.600 años).
En el interior descansaba sobre el costado derecho la momia de una mujer de unos 15 o 16 años y 1,59 metros de altura con su ajuar: dos pendientes, dos anillos y cuatro collares, uno de ellos de gran valor. El hallazgo se enmarca en los trabajos de excavación llevados a cabo los pasados meses de enero y febrero en Luxor, durante la 19ª campaña de esta misión arqueológica.

El ataúd, de madera pintado de blanco, ha sido descubierto a unos metros del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty (supervisor del Tesoro y de los trabajos artesanos de la reina Hatshepsut), junto a una pequeña capilla hecha en adobe del año 1600 a. C. El ataúd fue tallado en un solo tronco de árbol, probablemente sicomoro, y mide 1,75 de alto por 0,33 de ancho. Según los investigadores, el ataúd fue abandonado sobre el suelo por saqueadores de tumbas en época antigua. A pesar de ello, fue dejado con cierto cuidado y sin abrir.


Tras realizar una radiografía a la momia dentro de su ataúd, los arqueólogos descubrieron que llevaba dos pendientes en la oreja izquierda y dos anillos (uno en cada mano), uno de hueso y otro de vidrio azul con un engarce y un cordel alrededor del dedo. Sobre el pecho se habían colocado, formando un pequeño montón, cuatro collares de entre 61 y 70 centímetros de longitud. Dos de ellos están hechos con cuentas de fayenza (un tipo de cerámica artesanal con acabado vidrioso) de distintos tonos de azul. Un tercero combina cuentas de fayenza con cuentas verdes de vidrio.

“El cuarto collar es el más elaborado y valioso, pues está formado por 74 piezas de distintas formas talladas en amatista, cornalina y otras piedras semipreciosas que todavía no han sido identificadas, además de vidrio, y siete amuletos de fayenza. Un halcón de ámbar, representando al dios Horus, parece haber sido la figura central, flanqueado por dos escarabeos (amuletos egipcios con forma de escarabajo pelotero). Sorprende la riqueza del ajuar para una persona tan joven y con un ataúd relativamente modesto”, destaca José Manuel Galán (izquierda), investigador del CSIC en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo y coordinador del Proyecto Djehuty.

En la zona de la necrópolis donde se han desenterrado estos objetos se ordenó enterrar a al menos tres reyes de la dinastía XVII y, junto a ellos, a algunos miembros de sus familias y cortesanos de la época residentes en Tebas. “En el yacimiento se ha hallado hasta la fecha una docena de ataúdes dejados sobre el suelo sin protección alguna, algo inusual. Además, el porcentaje de enterramientos infantiles y mujeres es también más elevado que en otras partes de la necrópolis”, detalla Galán.

Un pequeño ataúd dedicado a Djehuty

Al otro lado de la capilla de adobe, ha sido hallado un pequeño ataúd de barro, de 22 centímetros de largo por 15 de ancho, que todavía conservaba anudada la cuerda con la que se pretendía que permaneciera cerrado. En su interior se había depositado una figurilla humana de madera (shabti) envuelta en cuatro vendas de lino anudadas por el cuello y los tobillos. Las cuatro telas son distintas y una de ellas lleva una inscripción en horizontal, en escritura hierática con tinta negra y caracteres cursivos, que identifica al propietario como “El Osiris, Djehuty”. Esa misma etiqueta fue escrita en vertical sobre la parte delantera del cuerpo de la figurilla momiforme.


“Djehuty era un nombre relativamente popular entre 1600 y 1400 a. C. En este caso, la datación debe situarse en torno al año 1600 a. C., es decir, más de cien años antes de la existencia del personaje que da nombre al proyecto y que se hizo enterrar en una gran tumba no muy lejos del lugar de hallazgo del pequeño ataúd y su momia en miniatura. La tumba o la capilla a la que debe asociarse este último es todavía una incógnita”, explica el investigador del CSIC.

Sandalias, bolas de cuero y objetos de metal

En la misma zona del yacimiento, pero esta vez dentro de un pozo funerario, los investigadores hallaron durante la campaña del año pasado un par de sandalias de cuero teñidas y con la decoración repujada, incluyendo una pareja de gatos, íbices, una roseta, la diosa hipopótamo Tueris/Taweret y la figura del dios Bes. Por su tamaño y la presencia de dos divinidades asociadas a la gestación y el parto, las sandalias podrían haber pertenecido a una mujer que debió de vivir en torno al año 1600 a. C. Justo debajo de las sandalias, se ha descubierto una pareja de bolas de cuero rellenas de cáscara de cebada, unidas entre sí por un cordel. Podrían haber formado parte también de los bienes funerarios de una mujer.


De una época posterior (de la dinastía XX, en torno al año 900 a. C.), el proyecto ha sacado a la luz dos objetos de metal dentro del cuerpo de dos momias que habían sido descuartizadas y abiertas violentamente por los saqueadores en época antigua. “Paradójicamente, lo que buscaban con mayor ansia los ladrones, que era el metal y las piedras semipreciosas, fue los que no vieron por actuar demasiado rápido y con muy poca iluminación. Uno de los cuerpos conservaba todavía en su lugar una placa de estaño con el Ojo de Horus grabado en una de las caras, el cual protegería el cuerpo de la putrefacción. El estaño era en aquella época un metal valioso por ser muy escaso y son muy pocas las placas de este tipo que han sido halladas in situ”, explica Galán.


En el segundo cuerpo, en el lugar del corazón, se había colocado un puñado de tierra amarillenta y, sobre este, un collar de ocho plaquitas de plata recubiertas de oro. El collar debió de pasar desapercibido a los ladrones porque los encargados de la embalsamación derramaron resina sobre él, ennegreciendo así el oro. Las ocho plaquitas llevan cada una grabado un amuleto que, supuestamente, protegería de distintos males a quien lo llevara colgado al cuello. Tras limpiar de resina las placas, el collar ha vuelto a brillar como antaño.

Instalación de la réplica de un jardín funerario

La última campaña de esta misión arqueológica ha supuesto también la instalación de una réplica de un jardín funerario descubierto por los arqueólogosdel proyecto en 2017, a la entrada de una gran tumba del año 2000 a.C. Cada uno de los cuadrados en que se dividía este jardín de barro y adobe, conocido solo por la iconografía, conservaba los restos de plantas de hace 4.000 años.

Como se trata del único jardín funerario de este tipo bien conservado y documentado hasta la fecha, el proyecto, gracias a la financiación del American Research Center in Egypt (ARCE–USAID), encargó la realización de una réplica exacta del jardín en Madrid, en colaboración con Factum Arte. Esta fue trasladada a Egipto y ha sido montada sobre la estructura rígida que cubría y protegía el jardín original.

Miembros del equipo posando delante de la reproducción del jardín funerario (el original se halla debajo).

“Cuando dentro de un par de años los visitantes se acerquen a disfrutar de la decoración interior de la tumba-capilla de Djehuty y de su vecino Hery, podrán contemplar esta réplica de una de las estructuras más significativas de la necrópolis”, asegura el investigador del CSIC.

Investigación y musealización

El Proyecto Djehuty tiene como objetivo la excavación, restauración y publicación de una zona de la necrópolis de la antigua Tebas, en la orilla occidental de Luxor, en Egipto. La iniciativa toma su nombre de Djehuty, supervisor del Tesoro y de los trabajos artesanos de la reina Hatshepsut, una de las pocas mujeres que ejerció de faraón en el antiguo Egipto y cuyo reinado se extendió durante 22 años en la dinastía XVIII, en torno al año 1470 a. C. Los trabajos arqueológicos y de restauración se centran también en la vecina tumba de Hery, fechada alrededor de 50 años antes.

Representación del ataúd de Hery cruzando el Nilo hacia su tumba.

La campaña de excavación ha contado con el apoyo y la ayuda financiera del Ministerio de Cultura y Deporte, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y, además, con el patrocinio de Técnicas Reunidas, la Fundación Palarq y casi 300 mecenas, que hicieron sus aportaciones a través de una plataforma online de crowdfunding.

Las 19 campañas de excavaciones llevadas a cabo hasta el momento por Galán y su equipo han dado numerosos frutos, como el descubrimiento del ataúd de Iqer (en torno al año 2000 a. C.), enterrado con sus arcos, flechas y bastones de mando; el ataúd alado de Neb (1600 a. C.), la cámara sepulcral del propio Djehuty, decorada por completo con pasajes del Libro de los Muertos (1470 a. C.); la denominada Tabla del Aprendiz, un pizarrín de escuela de esa misma época empleado para aprender a manejar el pincel escribiendo y dibujando; o los cincuenta ramos de flores del año 1000 a. C. aproximadamente.

El equipo en foto de familia junto al jardín funerario

Además de excavar e investigar de forma científica los hallazgos, el proyecto dedica esfuerzos y recursos a la conservación y musealización de las piezas halladas, así como a la conservación de los monumentos y musealización del yacimiento.

Fuente: csic.es | 24 de abril de 2020

Ver vídeo en este enlace.