Mostrando entradas con la etiqueta Ciencia. Mostrar todas las entradas

El yacimiento calcolítico de Valencina de la Concepción (Sevilla) supuso la mayor exposición al mercurio jamás registrada

Reconstrucción artística de la Cámara Grande del 'tholos' de Montelirio en la fase final de su uso. Ana García Universidad de Sevilla.

En la parte más alta del Aljarafe sevillano, bajo la moderna localidad de Valencina de la Concepción, se esconde un inmenso yacimiento de la Edad del Cobre, uno de los enclaves prehistóricos más destacados de la península ibérica. Desde los primeros hallazgos en la década de 1860, las excavaciones arqueológicas han ido documentando un "mega sitio" de unas 450 hectáreas de extensión y ocupado durante casi un milenio, entre 3200 y 2300 a.C., que contaba con cabañas y talleres, multitud de líneas de fosos y algunos de los más bellos monumentos megalíticos de Iberia, como los tholoi o dólmenes de Montelirio, La Pastora o Matarrubilla. Sus habitantes desarrollaron también una consumada tradición artesanal, sin parangón en toda Europa, en lítica, marfil y textilería.

Valencina fue probablemente un lugar central de gran importancia social y religiosa para las comunidades de la región. Allí, por ejemplo, en el tholos de Montelirio, en un monumento singular, se dio sepultura en una coreografía orquestada hace unos 4.800 años a un individuo destacado acompañado de su séquito de sacerdotisas con vestidos tejidos con miles de cuentas. Lo llamativo, además de la escena de profundos significados rituales, es que en los restos de los cuerpos se identificaron "elevadísimos niveles" de mercurio, resultado del uso del cinabrio, un material de un intenso color rojo y exótico utilizado como ornamento.

Mapa de distribución de los dólmenes de Valencina de la Concepción (Sevilla).

El uso social del cinabrio y la consecuente exposición al mercurio del conjunto de los habitantes prehistóricos de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán es objeto ahora de un nuevo estudio científico publicado en la revista Journal of Archaeological Method and Theory por un equipo de investigadores de la Universidad de Sevilla, la Universidad de Carolina del Norte (EEUU) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El trabajo ha revelado "el más intenso y prolongado caso de exposición al mercurio hasta ahora nunca registrado en la historia humana". Según la OMS, se trata de una de las diez sustancias químicas más peligrosas para la salud pública.

El objetivo del trabajo consistía en analizar 170 muestras óseas de un total de 77 individuos humanos y 22 animales, así como otra del suelo, para esclarecer la exposición al mercurio de la población del mega sitio calcolítico de Valencina. Se trata de la mayor investigación sobre los efectos del metal tóxico en un único yacimiento -una investigación previa en la necrópolis de A Lanzada, en Pontevedra, analizó 143 muestras de 76 sujetos-.

Gran Cámara de Montelirio: polvo de cinabrio sobre huesos humanos. Crédito: Álvaro Fernández Flores.

Entre los individuos analizados de Valencina se encuentran 23 de los 26 individuos inhumados en el thlolos de Montelirio y la llamada "Señora del Marfil", una mujer de entre 17 y 25 años que según una investigación reciente fue la persona más poderosa de la península ibérica durante la Edad del Cobre —su tumba estaba repleta de objetos raros y valiosos, como colmillos de elefante, cáscaras de huevo de avestruz, ámbar, sílex de alta calidad, un plato de cerámica con restos de vino y cannabis o una daga de cristal de roca—.

Ilustración que recrea a la "Señora del Marfil" en una posición destacada durante una reunión. Miriam Luciañez Triviño

Fenómeno calcolítico

Ambos casos presentan conexiones con el mundo funerario de los estratos sociales ibéricos más altos del momento y revelan que "el cinabrio fue usado de manera extensiva" esparciéndose sobre los cuerpos y ajuares de los sepulcros. En el caso del monumento megalítico de Montelirio, el mineral exótico compuesto por sulfuro de mercurio —tradicionalmente se ha asociado a prácticas sagradas y su uso está documentado en numerosos yacimientos de Iberia en los milenios IV y III a.C.—, se utilizó para pintar las losas de pizarra que delimitan un corredor que conectaba el mundo de los vivos con el de los muertos y las cámaras.

"Los resultados han sacado a la luz unos generalizados y excepcionalmente altos valores de mercurio en todas las muestras recogidas, sobre todo en los huesos humanos. Notablemente, casi el 65% de todos los individuos de Valencina presentaban concentraciones totales de mercurio superiores a una parte por millón de dicho elemento químico mientras el sujeto con los niveles más bajos presentaba solo 0,19 ppm", resumen estos investigadores. Apuntan que "esta cantidad parece ser un fenómeno estrictamente de la Edad del Cobre: los análisis de los restos óseos de individuos de época romana hallados en la misma zona arrojan una concentración mucho menor".

Aspecto general de la tumba de la "Señora del Marfil". Universidad de Sevilla.

"Entre los enclaves del Neolítico Tardío y las Edades del Cobre y del Bronce muestreados hasta el momento en la península ibérica, Valencina registra los mayores valores en contaminación por mercurio", escriben los autores, liderados por Leonardo García Sanjuán, Raquel Montero Artús y Miriam Luciañez-Triviño, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla. "Una comparación con los registros disponibles fuera de la península ibérica confirma que los valores observados en Valencina son anormalmente altos", añaden en su artículo.

¿Pero por qué en el yacimiento de Valencina se encuentran niveles tan altos de mercurio? Los investigadores manejan tres hipótesis: la manipulación de cinabrio al molerlo para su pulverización, su mezcla con otras sustancias o su uso para la decoración de objetos, construcciones y personas; su consumo directo vía ingesta o inhalación por parte de un grupo social especial; o por factores medioambientales. No obstante, señalan que las cantidades más importantes solo se pueden explicar por algún tipo de práctica cultural. Los efectos de este químico "letal" pueden ser desde daños en los sistemas nervioso, respiratorio, inmune y digestivo hasta irritaciones de la piel y loso ojos.

El excepcional ajuar funerario de 'La Señora del Marfil' incluía hojas de sílex, colmillos de elefante decorados, cáscara de huevo de avestruz y una daga con hoja de cristal de roca y enmangue de marfil. / Miriam Luciañez Triviño

En el caso de la "Señora de Marfil" o las sacerdotisas de Montelirio es probable que inhalasen los vapores de mercurio que se desprenden al calentar el cinabrio como una sustancia mágica o sagrada en el contexto de actividades rituales religiosas. Y aunque fuese una actividad relativamente corta en el tiempo, como indican las dataciones de radiocarbono —entre 2900-2650 a.C.—, el procesamiento del mineral habría requerido una reseñable fuerza de trabajo, provocando el envenenamiento de las personas, o quizá la totalidad de la población, pero también de los lugares sagrados, los monumentos y el medioambiente.

Fuente: elespanol.com | 14 de mayo de 2024

Un estudio encuentra que los pueblos paleolíticos se asentaron en Chipre miles de años antes de lo que se pensaba

Los modelos demográficos predicen la llegada, al final del periodo Pleistoceno, de humanos pre-agropastoriles y su rápida expansión en Chipre. Crédito: Universidad de Flinders.

Los patrones de dispersión de los primeros humanos a través de continentes e islas son objeto de acalorados debates, pero según un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los cazadores-recolectores del Pleistoceno se establecieron en Chipre miles de años antes de lo que se pensaba.

Al examinar el momento de la primera ocupación humana de Chipre, una investigación dirigida por el profesor Corey Bradshaw, de la Universidad de Flinders, encontró que las grandes islas en el Mar Mediterráneo eran destinos atractivos y favorables para los pueblos paleolíticos.

Estos hallazgos refutan estudios anteriores que sugerían que las islas mediterráneas habrían sido inalcanzables e inhóspitas para las sociedades cazadoras-recolectoras del Pleistoceno.

Mapa de predicción que delimita áreas de alta probabilidad para la ubicación de posibles sitios arqueológicos del Pleistoceno en Chipre en función de atributos topográficos atractivos. Los puntos de color rojo oscuro representan los primeros sitios arqueológicos conocidos en Chipre (consulte el mapa debajo para ver los nombres de los sitios). Observe cómo todos los enclaves arqueológicos menos uno se encuentran dentro de la zona de alta probabilidad (área verde) definida por el modelo predictivo. Copyright original con los autores. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0258370.g004

El profesor Bradshaw, junto con la Dra. Theodora Moutsiou, el Dr. Christian Reepmeyer y otros, utilizaron datos arqueológicos, estimaciones climáticas y modelos demográficos para revelar el poblamiento temprano de Chipre.

El análisis de las dataciones arqueológicas de los 10 enclaves más antiguos de Chipre sugirió que la primera ocupación humana se produjo hace entre 14.257 y 13.182 años, mucho antes de lo que se pensaba.

Los investigadores dicen que la isla fue colonizada rápidamente. Los modelos climáticos indicaron que este poblamiento temprano coincidió con aumentos de temperatura, precipitaciones y productividad ambiental suficientes para sustentar grandes poblaciones de cazadores-recolectores.

Basándose en modelos demográficos, los autores sugieren que grandes grupos de cientos a miles de personas llegaron a Chipre en dos o tres eventos migratorios principales en menos de 100 años.

"Este patrón de asentamiento implica una planificación organizada y el uso de embarcaciones avanzadas", dice el profesor Bradshaw (izquierda). "En 300 años, u 11 generaciones, la población de Chipre se había expandido a una media de 4.000 a 5.000 personas".

La Dra. Moutsiou (derecha) dice: "Los resultados demuestran que, en lugar de ser inhóspitos, Chipre y quizás otras islas del Mediterráneo habrían sido destinos atractivos para las sociedades paleolíticas de cazadores-recolectores".

"Se ha argumentado que la dispersión humana y el asentamiento en Chipre y otras islas del Mediterráneo oriental se atribuye a las presiones demográficas en el continente después de que un cambio climático abrupto inundó las zonas costeras por el aumento posglacial del nivel del mar, lo que obligó a las poblaciones agrícolas a trasladarse a nuevas zonas por necesidad y no por elección", afirma la Dra. Moutsiou.

Drouseia Skloinikia, el sitio arqueológico más reciente descubierto en la península de Akamas, en el oeste de Chipre. Crédito de la imagen: Michalakis Christoforou.

El Dr. Reepmeyer (izquierda) añade: "Esta interpretación se produjo como consecuencia de importantes lagunas en el registro arqueológico de Chipre, derivadas de la preservación diferencial del material arqueológico, los sesgos de preservación, las incertidumbres asociadas con la datación y la evidencia limitada de ADN".

"Nuestra investigación, basada en más evidencias arqueológicas y técnicas de modelado informáticas avanzadas, cambia por completo ese panorama", dice.

El profesor Bradshaw concluye: "Los resultados de la nueva investigación resaltan la necesidad de revisar las cuestiones de la migración humana temprana en el Mediterráneo y probar la validez de las fechas de asentamiento tempranas percibidas a la luz de nuevas tecnologías, métodos de campo y datos obtenidos".

Fuente: pys.org | 17 de mayo de 2024

Un nuevo estudio reconstruye el territorio sumergido de Sahul y las primeras rutas de la migración humana hacia Australia

Los científicos han descubierto una masa de tierra perdida (denominada Sahul) frente a la costa de Australia que podría haber sustentado a una población de hasta medio millón de personas. (Crédito de la imagen: Carley Rosengreen/Universidad Griffith)

Una de las historias más extraordinarias de la migración humana se desarrolló hace unos 70.000 años, cuando los humanos cruzaron desde el sudeste asiático hasta la actual Australia, atravesando un paisaje ahora sumergido, denominado Sahul, y convirtiéndose en el primer pueblo en llamar hogar a esa tierra.

Un rico registro arqueológico proporciona amplias evidencias de que esto sucedió. Pero los investigadores llevan mucho tiempo perplejos ante los detalles de esta migración, como la rapidez con la que se produjo semejante viaje y las rutas que tomaron los recién llegados a través del vasto territorio existente.

Ahora, una nueva investigación publicada el 23 de abril en la revista Nature Communications arroja luz sobre algunas posibles respuestas. Curiosamente, también ayuda a identificar posibles sitios arqueológicos no descubiertos donde los investigadores podrían buscar nuevas pruebas al respecto.

La investigación analiza el vasto supercontinente conocido como Sahul, una masa de tierra que quedó expuesta hace unos 70.000 años, durante la época del Pleistoceno, cuando la Tierra se encontraba en medio de la última Edad del Hielo. La glaciación provocó una disminución del nivel del mar que expuso áreas de la plataforma continental sumergida que conecta lo que hoy es Australia continental con Papúa Nueva Guinea en el norte y Tasmania en el sur.

Presencia humana predicha en Sahul hace 35.000 años, combinando puntos de entrada de migración tanto del norte como del sur. Crédito: Tristan Salles/Nature

Los niveles del mar permanecieron bajos durante miles de años seguidos, pero otras condiciones geológicas y ambientales habrían evolucionado durante este período. Por ejemplo, se habrían producido cambios en los patrones de lluvia, cambios en los cursos de los ríos, expansión o reducción de bosques y pastizales y deposición de sedimentos. Todos estos factores habrían influido en las características del terreno y, por tanto, en la forma en que el hombre lo exploraba.

Los investigadores utilizaron esta información para desarrollar un modelo de evolución del paisaje, que simuló el paisaje cambiante de Sahul hace entre 75.000 y 35.000 años. La simulación también incorporó posibles rutas migratorias desde dos lugares del sudeste asiático (Papúa Occidental y la plataforma del mar de Timor), así como sitios arqueológicos repartidos por el paisaje actual.

La plataforma continental hundida Sahul se encuentra frente a la costa norte de Australia. Fotografía de Mangiwau/Getty Images.

La datación de esos sitios ayudó a identificar los períodos en los que la gente se habría movido por esas partes del continente. Finalmente, la simulación incorporó estimaciones de los "patrones de búsqueda de alimento a pie de Lévy", un tipo de movimiento comúnmente utilizado por los cazadores-recolectores para encontrar alimento en paisajes desconocidos, y que también ayudaron a estimar el ritmo de la migración.

"El nuevo modelo de evolución del paisaje permite una descripción más realista de los terrenos y entornos habitados por las primeras comunidades de cazadores-recolectores mientras atravesaban el territorio Sahul", afirma Tristan Salles (izquierda), profesor asociado de la Escuela de Geociencias de la Universidad de Sydney y autor principal del estudio en un comunicado. Los investigadores realizaron miles de simulaciones que exponían las rutas más probables que habrían tomado los humanos, siguiendo las características del paisaje y la disponibilidad de alimentos que podían buscar.

También descubrieron que estas rutas habrían llevado a los recién llegados a lo largo de las costas y directamente a través del interior del continente, siguiendo los cursos de los principales ríos y arroyos que atravesaban el paisaje en ese momento. Los cálculos mostraron que estos intrépidos humanos probablemente atravesaron el paisaje a un ritmo de aproximadamente 1,15 kilómetros por año, lo que, según los expertos, es relativamente rápido. Curiosamente, la simulación mostró una superposición con regiones donde otros analistas han sugerido que los humanos podrían haberse congregado por primera vez en las tierras emergidas de Sahul.

Los resultados de las simulaciones predijeron rutas migratorias que pasarían por 34 de los 40 sitios arqueológicos de más de 35.000 años (los círculos blancos son sitios arqueológicos identificados). Los colores representan el número de movimientos entre círculos consecutivos; el tamaño del círculo se escala en función de la distancia acumulada recorrida por grupos de cazadores-recolectores. Salles et al., Nature (2024)

Al mostrar dónde probablemente se mudaron los primeros habitantes de Australia, el modelo puede incluso proporcionar a los arqueólogos algunas ideas prácticas para su trabajo.

"Hay un resultado particularmente interesante de nuestro mapa que muestra la probabilidad de presencia humana en Sahul", escribieron los autores del estudio en un artículo para The Conversation. "De una manera rentable (sin necesidad de viajar por todo el continente), se podría identificar áreas de importancia arqueológica".

La plataforma emergida Sahul se extendía hasta la isla de Timor. EastWestQuest/Getty Images.

El modelo empleado ayuda a dar cuerpo a la imagen de la vida en el territorio de Sahul, donde investigaciones anteriores han demostrado que hasta medio millón de personas pueden haber vivido alguna vez en su plataforma norte ahora hundida.

"Nuestro estudio es el primero en mostrar el impacto de los cambios del paisaje en la migración inicial en las tierras emergidas de Sahul, proporcionando una nueva perspectiva sobre su arqueología", escribieron los investigadores. "Si utilizáramos este enfoque también en otras regiones, podríamos mejorar nuestra comprensión del extraordinario viaje de la humanidad fuera de África".

Fuente: livescience.com | 9 de mayo de 2024

Los primeros indígenas que entraron en América del Norte llegaron desde Siberia en cuatro oleadas diferentes

Foto: Los primeros humanos que llegaron a América pudieron haberlo hecho alrededor del Último Máximo Glacial, la parte más fría de la última Edad del Hielo (hace entre unos 24.000 años ). (Crédito de la imagen: Karen Carr/Servicio de Parques Nacionales).

Los pueblos indígenas entraron en América del Norte al menos cuatro veces hace entre hace 24.000 y 12.000 años, trayendo consigo sus lenguas, indica un nuevo modelo lingüístico. Dicho modelo se correlaciona con datos arqueológicos, climatológicos y genéticos, lo que respalda la idea de que las poblaciones a principios de América del Norte eran dinámicas y diversas.

Casi la mitad de las familias lingüísticas del mundo se encuentran en las Américas. Aunque ahora se cree que muchos de ellas están extintas, el análisis de la lingüística histórica puede estudiar y comparar lenguas vivas y rastrearlas en el tiempo para comprender mejor los grupos que poblaron por primera vez el continente americano.

En un estudio publicado en American Journal of Biological Anthropology, Johanna Nichols (izquierda), especialista en lenguas históricas de la Universidad de California Berkeley, ha analizado las características estructurales de 60 lenguas de todo Estados Unidos y Canadá, lo cual ha revelado que provienen de dos grupos lingüísticos principales que entraron en América del Norte en al menos cuatro oleadas distintas.

Nichols examinó 16 características de estos idiomas, incluida la estructura de las sílabas, el género de los sustantivos y la forma en que se producen las consonantes al hablar. Los idiomas se dividen en dos grupos principales: uno temprano donde el pronombre de primera persona tiene un sonido "n" mientras que el pronombre de segunda persona tiene un sonido "m", y un grupo posterior con idiomas que incorporan la información de una oración en solo una palabra.

Lucy Thompson, autora yurok que recopiló expresiones de su cultura.

Un análisis lingüístico más detallado indicó que la gente llegó a América en cuatro oleadas distintas. El primero ocurrió hace unos 24.000 años, cuando enormes glaciares cubrieron gran parte de América del Norte. Nichols no encontró características lingüísticas únicas, lo que sugiere que un conjunto diverso de personas y lenguas ingresaron en América del Norte en ese momento. Una segunda ola de personas hace unos 15.000 años trajo lenguas con pronombres nm, mientras que una tercera ola, 1.000 años después, trajo lenguas con consonantes simples. Una cuarta ola, hace unos 12.000 años, trajo consigo consonantes complejas.

Hasta hace relativamente poco tiempo, los investigadores asumían que los pueblos indígenas llegaron por primera vez a América a través de un puente terrestre desde Siberia hace unos 13.000 años. Pero el estudio previo de Nichols sobre los datos lingüísticos la convenció de que este no era tiempo suficiente para que se desarrollaran las casi 200 lenguas indígenas americanas; en cambio, propuso que las personas llegaron por primera vez hace más de 35.000 años.

Desde entonces, un creciente cuerpo de investigaciones arqueológicas, geológicas, climatológicas y genéticas ha hecho retroceder las fechas de las primeras llegadas de indígenas a América del Norte, con un nuevo consenso de que, en algún momento hace entre 30.000 y 25.000 años, varias oleadas de personas llegaron a este subcontinente.

"Agregar estudios lingüísticos a este trabajo significa que los cuatro campos se confirman entre sí", dijo Nichols. "Ahora creo que la interpretación es muy sólida".

Andrew Cowell (izquierda), antropólogo lingüístico de la Universidad de Colorado Boulder, que no participó en el estudio, dijo a livescience.com, en un correo electrónico, que "el estudio de Nichols es interesante porque "os datos lingüísticos refuerzan el creciente reconocimiento en otros campos de que América del Norte estuvo poblada mucho antes de lo que se suponía durante muchas décadas".

Sin embargo, Cowell seña que "el análisis estadístico del estudio muestra que dos idiomas, el yurok y arapajó, se clasifican de manera muy diferente, si bien se sabe que los dos idiomas están relacionados genéticamente como parte de la superfamilia de lenguas álgicas". (El yurok se hablaba en el extremo norte de California, mientras que el arapajó se hablaba en Wyoming y Oklahoma).

"Además, los idiomas pueden verse fuertemente influenciados por sus vecinos, lo que puede desdibujar la forma en que estaban relacionados originalmente", añade Cowell.

Si bien este nuevo estudio presenta un modelo de cómo las lenguas entraron y evolucionaron en América del Norte, no habla sobre sus orígenes, los cuales aún se desconocen.

Campamento Arapajó, ca. 1870.

"Es probable que las personas que se mudaron a América del Norte dejaran parientes en Asia", advierte Nichols, "y es posible que algunas de esas lenguas sobrevivan y hayan permanecido en Siberia".

"Ahora bien, los límites del método comparativo lingüístico significan que es posible que nunca lo sepamos con certeza", concluye Nichols.

Fuente: livescience.com| 3 de mayo de 2024

Los cazadores-recolectores del norte de África, de hace 15.000 años, consumían también una gran cantidad de vegetales

Diente humano de la cueva de Taforalt en Marruecos, que muestra desgaste severo y caries. © Heiko Temming.

Durante mucho tiempo se pensó que la carne desempeñaba un papel importante en la dieta de los cazadores-recolectores antes de la transición neolítica. Sin embargo, debido a la escasez de restos humanos bien conservados de yacimientos paleolíticos, existe poca información sobre los hábitos alimentarios de los grupos humanos preagrícolas.

Un nuevo estudio, publicado en Nature Ecology & Evolution, desafía esta noción al presentar pruebas isotópicas convincentes de una fuerte preferencia por los vegetales entre los cazadores-recolectores de Marruecos de hace 15.000 años de antigüedad. Esta es la primera vez que se mide una cantidad significativa del consumo de plantas en una población preagrícola, lo que arroja nueva luz sobre las prácticas dietéticas de las sociedades humanas antiguas.

Realizado por un equipo internacional de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Leipzig, Alemania), Géoscience et Environnement Toulouse (Toulouse, Francia) y el Institut National des Sciences de l'Archéologie et du Patrimoine (Rabat, Marruecos), el estudio examina la dieta de individuos asociados a la cultura iberomauritana descubierta en la cueva de Taforalt, Marruecos.

Ubicación del yacimiento de Taforalt en Marruecos y del resto de yacimientos mencionados en el trabajo de investigación. Los círculos indican yacimientos iberomaurusianos, los cuadrados indican yacimientos del Paleolítico superior europeo, el triángulo indica el yacimiento natufiense y la estrella indica el yacimiento neolítico en Levante.

Mediante el planteamiento de un enfoque multiisotópico integral, que incluye análisis de isótopos de zinc y estroncio en el esmalte dental, análisis de carbono, nitrógeno y azufre en el colágeno, así como análisis de aminoácidos de restos humanos y de fauna, los investigadores descubrieron conocimientos sorprendentes sobre las prácticas dietéticas antiguas.

Las principales conclusiones del estudio muestran claramente que la dieta de estos cazadores-recolectores incluía una proporción significativa vegetales pertenecientes a especies mediterráneas, anteriores a la llegada de la agricultura en la región en varios milenios. Los restos arqueobotánicos encontrados en el sitio, como bellotas, piñones y legumbres silvestres, respaldan aún más esta idea. Además, el estudio sugiere que los alimentos vegetales también se introdujeron en las dietas infantiles y pueden haber servido como productos de destete para esta población humana. Este hallazgo tiene implicaciones significativas, ya que sugiere el potencial de prácticas de destete más tempranas en comunidades preagrícolas en comparación con las normas previamente pensadas para las sociedades de cazadores-recolectores.

Vista interior de la Cueva de Taforalt en Marruecos. © Abdeljalil Bouzouggar.

Prácticas dietéticas complejas de las sociedades preagrícolas

Esto desafía la noción predominante de una dieta basada en gran medida en proteínas animales entre los grupos humanos preagrícolas y plantea interrogantes sobre la falta de desarrollo agrícola en el norte de África a principios del Holoceno.

Zineb Moubtahij (izquierda), primer autor del estudio, explica: “Nuestros hallazgos no sólo proporcionan información sobre las prácticas dietéticas de los grupos humanos preagrícolas, sino que también resaltan la complejidad de las estrategias de su subsistencia en diferentes regiones. Comprender estos patrones es crucial para desentrañar la historia más amplia de la evolución humana".

Además, este estudio es el primero en utilizar isótopos de zinc conservados en esmalte para determinar la dieta de poblaciones antiguas de África. El norte de África es una región clave para el estudio de la evolución humana y su dispersión moderna. Tener una herramienta que nos permita explorar más a fondo la dieta humana en esta región proporcionará información valiosa sobre sus patrones dietéticos humanos y adaptabilidad en diferentes entornos.

En el futuro, el equipo de investigación espera explorar enclaves paleolíticos adicionales en el norte de África y utilizar técnicas innovadoras para obtener una comprensión más profunda de las prácticas dietéticas antiguas y sus implicaciones para la evolución humana.

Fuente: Instituto Max Planck | 29 de abril de 2024

La datación revisada del esqueleto de Liujiang renueva la comprensión de la ocupación humana de China

a) Ubicación de la cueva Tongtianyan (Liujiang) en la provincia de Guangxi, sur de China, junto con la ubicación de otros fósiles clave de 'Homo sapiens' en China. b) Vista frontal de los elementos craneales y poscraneales del Hombre de Liujiang.

La aparición del Homo sapiens en Asia oriental ha sido durante mucho tiempo objeto de intenso interés de investigación, y la escasez de fósiles humanos bien conservados y fechados plantea importantes desafíos.

La cueva Tongtianyan, ubicada en el distrito Liujiang de la ciudad de Liuzhou, en el sur de China, ha sido un punto focal de esta investigación y alberga uno de los hallazgos fósiles más importantes de Homo sapiens. Sin embargo, la antigüedad de los fósiles encontrados en su interior ha sido un tema de debate... hasta ahora.

En un estudio internacional, con contribuciones de la Universidad Griffith, los investigadores proporcionaron nuevas estimaciones sobre la antigüedad e información revisada sobre la procedencia de los fósiles humanos de Liujiang, arrojando luz sobre la presencia del Homo sapiens en la región. El estudio, "Nueva edad del Pleistoceno tardío para el esqueleto de Homo sapiens del sur de China de Liujiang ", ha sido publicado en Nature Communications.

Réplica de cráneo del 'Hombre de Liujiang' en el Museo Nacional de Historia Natural (Washington D.C.)

Mediante técnicas de datación avanzadas, incluida la datación de la serie U en fósiles humanos y la datación por radiocarbono y luminiscencia estimulada ópticamente en sedimentos que contienen fósiles, el estudio reveló nuevas dataciones que van desde hace aproximadamente 33.000 a 23.000 años. Anteriormente, los estudios habían informado edades de hasta 227.000 años para el esqueleto.

"Estas estimaciones revisadas se alinean con fechas de otros fósiles humanos en el norte de China, lo que sugiere una presencia geográficamente extendida del 'Homo sapiens' en todo el este de Asia hace unos 40.000 años", dijo el profesor Michael Petraglia (izquierda), coautor del estudio y director del Centro de Investigación Australiano para la Evolución Humana en la Universidad de Griffith.

El Dr. Junyi Ge (derecha), de la Academia China de Ciencias y autor principal del estudio, dijo: "Este hallazgo tiene implicaciones significativas para comprender las dispersiones y adaptaciones humanas en la región. Desafía interpretaciones anteriores y proporciona información sobre la historia de la ocupación poblacional de China".

Los restos esqueléticos de Liujiang, descubiertos en 1958, han sido considerados durante mucho tiempo entre los fósiles más importantes del este de Asia. Con su excelente conservación, los restos craneales, dentales y poscraneales han sido objeto de extensas comparaciones biológicas y morfológicas en toda Eurasia.

El Dr. Qingfeng Shao (izquierda), de la Universidad Normal de Nanjing, añadió: "Los hallazgos de este estudio anulan estimaciones de antigüedad e interpretaciones paleoantropológicas anteriores, enfatizando la necesidad de métodos de datación sólidos y documentación de procedencia adecuada en el estudio de la evolución humana".

Los análisis exhaustivos de datación del estudio resaltan la importancia de dataciones precisas para avanzar en nuestra comprensión de los orígenes y las dispersiones de los humanos modernos.

Fuente: Griffith University | 1 de mayo de 2024

Analizan ADN antiguo y evidencias arqueológicas para desentrañar el parentesco y las prácticas sociales del pueblo ávaro

Trabajos de excavación realizados por la Universidad Eötvös Loránd en el cementerio del período Avar (siglos VI-IX d.C.) de Rákóczifalva, Hungría, en 2006. © Instituto de Ciencias Arqueológicas, Museo Universitario Eötvös Loránd, Budapest, Hungría.

Un equipo de investigación multidisciplinario dirigido por científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva ha combinado datos de ADN antiguo con un contexto arqueológico, antropológico e histórico claro para reconstruir la dinámica social de las poblaciones descendientes de las estepas del período ávaro que se asentaron en la cuenca de los Cárpatos de Europa en el siglo VI.

El artículo, titulado "La red de grandes pedigríes revela las prácticas sociales de las comunidades ávaras", se ha publicado en Nature.

El estudio implicó analizar comunidades enteras tomando muestras de todos los restos humanos disponibles en cuatro cementerios de la era Ávar completamente excavados, analizando un total de 424 individuos y descubriendo que alrededor de 300 tenían un pariente cercano (1.º y 2.º grado) enterrado en el mismo cementerio. Esto permitió la reconstrucción de varios pedigríes extensos, el mayor de los cuales tiene nueve generaciones de profundidad y abarca unos 250 años.

Esto permitió la reconstrucción de varios genealogías extensas, las cuales revelaron que las comunidades practicaban un estricto sistema de descendencia patrilineal (individuos masculinos que permanecían en la comunidad después del matrimonio). Las mujeres desempeñaron un papel clave en la promoción de la cohesión social al vincular comunidades individuales casándose fuera de su comunidad original (exogamia).

Los cambios dentro de un enclave poblacional indicaban un reemplazo de comunidades, probablemente relacionado con cambios políticos, que permanecieron genéticamente invisibles, lo que muestra que la continuidad genética a nivel de ascendencia puede enmascarar el reemplazo de comunidades enteras, con importantes implicaciones para futuras investigaciones arqueológicas y genéticas.

La estepa póntica, c. 650, mostrando los primeros territorios de los jazares, los búlgaros y los ávaros.

Mapa de la Gran Llanura Húngara que muestra la ubicación de los cuatro sitios analizados en este estudio.

Kunpeszér y Kunszállás se encuentran en el DTI; Hajdúnánás y Rákóczifalva se encuentran en la región TT. Derecha, elementos arqueológicos típicos que caracterizan y distinguen las dos principales áreas de habitación de las poblaciones esteparias del período ávaro: espadas prestigiosas de las élites del DTI (KUP) y evidencia de entierros con pieles de caballo o animales en los sitios TT (RK). Abajo, línea de tiempo del período ávaro en la cuenca de los Cárpatos en la que se destaca las tres fases cronológicas principales (temprana, media y tardía) que muestran eventos históricos clave. Foto de la espada Kunpeszér: Museo Katona József (Kecskemét, Hungría); foto de la excavación de Rákóczifalva: Sándor Hegedűs.

Los ávaros, que procedían del Asia central y oriental, gobernaron gran parte de Europa central y oriental durante un cuarto de milenio, del siglo VI al IX d.C.

Desde finales del siglo VI d.C. hasta principios del siglo IX, los ávaros fueron la potencia dominante en el este de Europa central. Originarios del este de Asia central, probablemente del khaganato de Rouran destruido por los turcos, el grupo central de guerreros esteparios montados de los ávaros y sus familias llegaron al norte del Cáucaso en 557-558 d.C., donde otros grupos se unieron a la marcha hacia la cuenca de los Cárpatos en 567–568. Esta región se convirtió en el centro del imperio ávaro, donde se asentaron entre una población diversa derivada del periodo romano anterior seguido de los reinos gépidos y longobardos.

Después de que finalizaran las extensas incursiones en los Balcanes bizantinos en el año 626 d.C., la sociedad ávara cambió en muchos sentidos. El registro arqueológico indica que surgió un estilo de vida sedentario en nuevos asentamientos estables, con cementerios más grandes que contenían cientos de tumbas, y las expresiones culturales se volvieron más homogéneas. El reino ávaro persistió hasta que fue superado por los ejércitos francos de Carlomagno alrededor del año 800 d.C. Los títulos de rango turcos como khagan, iugurrus, tudun y tarkhan, mencionados en fuentes escritas documentan que se mantuvo el carácter centroasiático de su estructura política hasta su final.

Quizás sean menos conocidos que sus predecesores menos exitosos, los hunos. Sin embargo, en sus cementerios dejaron uno de los patrimonios arqueológicos más ricos de la historia europea, pues incluye unas 100.000 tumbas.

Entierro con un caballo en el yacimiento de Rákóczifalva, Hungría (siglo VIII d.C.). Este individuo masculino, que murió siendo joven, pertenece a la 2.ª generación del pedigrí 4, y fue uno de los hijos del fundador de esta unidad de parentesco. © Instituto de Ciencias Arqueológicas, Museo Universitario Eötvös Loránd, Budapest, Hungría

A partir de las costumbres funerarias de los ávaros y de informes escritos de sus vecinos, los arqueólogos han reconstruido algunas de sus prácticas sociales y formas de vida. Sin embargo, ahora la arqueogenética ofrece un punto de vista totalmente nuevo sobre las comunidades ávar que vivieron hace más de 1.000 años. En la actualidad, podemos analizar las formas en que los individuos se relacionaban entre sí del sexto al décimo grado.

Al combinar datos de ADN antiguo recientemente generados con información arqueológica, antropológica e histórica complementaria, un equipo del proyecto de investigación multidisciplinario Synergy Grant HistoGenes ha abierto nuevas formas de descubrir más sobre patrones de parentesco, prácticas sociales y desarrollo poblacional en el pasado distante.

El equipo incluye investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, junto con grupos de investigación de Hungría, Auistria y EE.UU. En su colaboración, establecieron nuevos estándares al utilikzar todos los métodos disponibles, incluidas las herramientas genéticas y bioinformáticas más avanzadas.

Figurilla de oro procedente de las excavaciones de Rákóczifalva, Hungría. Hallazgo mediante detector de metales en el territorio del cementerio de ávaro (siglo VII d.C.). © Instituto de Ciencias Arqueológicas, Museo Universitario Eötvös Loránd, Budapest, Hungría.

Estudiar comunidades enteras

El conocimiento histórico sobre las poblaciones del período ávaro nos fue transmitido por sus enemigos, principalmente los bizantinos y los francos, por lo que carecemos de información sobre la organización interna de sus clanes. Las mujeres están especialmente infrarrepresentadas en las fuentes históricas, con sólo tres menciones incidentales, por lo que el conocimiento de sus vidas es prácticamente inexistente.

Sabemos que algunos grupos llegaron a Europa desde las estepas del Este de Asia y del Póntico, pero ¿hasta qué punto, si es que se mantuvieron, las tradiciones esteparias se mantuvieron en la sociedad ávar, si es que se mantuvieron? ¿Cómo interactuaron los grupos recién llegados de la zona oriental entre sí y con la población de su nueva patria en Europa? En esencia, ¿cómo cambió su forma de vida con el tiempo en un entorno completamente nuevo después de abandonar las estepas y su forma de vida nómada?

Pendiente de oro hallado en la tumba de un hombre de Rákóczifalva, siglo VII d.C. (Museo János Damjanich, Szolnok)

Dinámica comunitaria

Zuzana Hofmanová (izquierda), perteneciente al Instituto Max Planck y autora principal del estudio, dice: "En cierto modo, el sistema patrilineal y la exogamia existentes muestran que ambos aspectos eran la norma social, si bien era común tener múltiples parejas reproductivas. Varios casos independientes muestran que estas comunidades practicaban las llamadas uniones de levirato. Esta práctica implicaba que individuos varones emparentados (hermanos o padre e hijo) tuvieran descendencia con la misma mujer".

Guido Alberto Gnecchi-Ruscone (derecha), perteneciente, asimismo, al Instituto Max Planck y autor también del estudio, añade: "Estas prácticas, junto con la ausencia de consanguinidad genética, indican que la sociedad mantuvo una memoria detallada de su ascendencia y sabía quiénes eran sus parientes biológicos durante generaciones".

Estas prácticas sociales son consistentes con la evidencia de fuentes históricas y la investigación antropológica sobre las sociedades de la estepa euroasiática. Gracias a la alta resolución proporcionada por los extensos pedigríes y los datos de todo el cementerio, los investigadores también pudieron identificar una clara transición temporal dentro de uno de los sitios analizados. Esto fue revelado por el cambio de una línea paterna a otra y por cambios en los patrones de parentesco distante (la red de parentesco genético, es decir, la red IBD).

Zsófia Rácz (izquierda), arqueóloga de la Universidad Eötvös Loránd (Hungría) y coprimera autora del estudio, dice: "Este reemplazo de la comunidad refleja tanto un cambio arqueológico y dietético que descubrimos dentro del sitio mismo, pero también una transición arqueológica a gran escala que ocurrió en toda la cuenca de los Cárpatos".

Este cambio, probablemente relacionado con cambios políticos en la región, no estuvo acompañado de un cambio de ascendencia y, por lo tanto, habría sido invisible sin el estudio de comunidades enteras.

Dicho hallazgo resalta cómo la continuidad genética a nivel de ascendencia aún puede ocultar reemplazos de comunidades enteras y tiene implicaciones importantes para futuros estudios que comparen la ascendencia genética y los cambios arqueológicos.

Fuentes: Instituto Max Plank | elte.hu | 24 de abril de 2024

La UCA inaugura una exposición con nuevos datos de las poblaciones neandertales y humanas anatómicamente modernas en el sur de Iberia

La Universidad de Cádiz, en el marco de la programación de la Semana Universitaria del Libro 2024, ha inaugurado – en el patio derecho de la Biblioteca de Humanidades de la Facultad de Filosofía y Letras – la exposición Cueva de Ardales y Sima de las Palomas de Teba. Nuevos datos para el conocimiento de las poblaciones neandertales y humanas anatómicamente modernas en el sur de Iberia’, impulsada por el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia y comisariada por los profesores e investigadores de la Universidad de Cádiz, José Ramos Muñoz, Pedro Cantalejo Duarte y Serafín Becerra Martín y Gerd-Christian Weniger, por parte del Neanderthal Museum-Universidad de Colonia.

El rector de la Universidad de Cádiz, Casimiro Mantell, en compañía de los alcaldes de Ardales, Juan Alberto Naranjo, y de Teba, Cristóbal Corral, de la vicerrectora de Investigación y Transferencia, M.ª Jesús Ortega, el decano de la Facultad, Arturo Morgado, el catedrático de Prehistoria, José Ramos, y la directora de Editorial UCA, Elena Cuasante, ha presidido el acto inaugural. Ha contado con la presencia del doctor Honoris Causa de la UCA, el arqueólogo Francisco Giles, de investigadores, profesorado y alumnado de diferentes departamentos y facultades, personal de Biblioteca y del Servicio de Publicaciones de la UCA.

Esta exposición presenta los resultados de un Proyecto General de Investigación hispano-alemán en el yacimiento arqueológico de Cueva de Ardales y Sima de las Palomas de Teba en Málaga que demuestra que hay numerosas ocupaciones de poblaciones neandertales y humanas anatómicamente modernas, con evidencias estratigráficas de más de 50.000 años. Las excavaciones arqueológicas y los estudios de materiales se han desarrollado con los debidos permisos y autorizaciones de la Junta de Andalucía, entre 2012 y el presente. Tras una etapa inicial (2012-2014) de sondeos en el marco de una actividad arqueológica puntual, se han realizado excavaciones sistemáticas dentro de un Proyecto General de Investigación (PGI) entre 2015-2024.

Los resultados científicos se han publicado en revistas de alto impacto internacional como Science, Nature Ecology and Evolution, PLOSONE, PNAS, Journal of Human Evolution, Quaternary Research, Archaeological Prospection, Archaeological and Anthropological Sciences, Journal of Raman Spectroscopy, Archäologie in Deutschland, Environmetal Archaeology.

Editorial UCA ha publicado por primera vez, en formato abierto, una monografía de casi 1.000 páginas con la participación de 58 investigadores internacionales (España, Alemania, Reino Unido, Dinamarca, Portugal, Francia y Filipinas) sobre los resultados finales de este proyecto. Se titula Las sociedades prehistóricas del Paleolítico medio al Neolítico final en la Cueva de Ardales y Sima de las Palomas de Teba (Málaga, España). Estudio geoarqueológico, cronológico y medioambiental y puede descargarse gratuitamente en su web.

La exposición recoge en ocho paneles una síntesis de la investigación desarrollada en las dos cavidades. “Se indican datos de la localización geográfica y geológica, de la gran variedad de recursos disponibles por las sociedades prehistóricas en el territorio inmediato y de la historia de las investigaciones. Se da un balance paleoecológico de las secuencias estratigráfícas del Pleistoceno y Holoceno. Se presenta el registro arqueológico y de las analíticas científicas desarrolladas: Arqueología prehistórica: tecnología lítica, estudios cerámicos, Geoarqueología y Arqueometría, Arqueobotánica, Paleontología y fauna, Antropología humana, Antropología dental, Sistemas de dataciones -más de 100 dataciones obtenidas por: C14, OSL, TL, U/Th- para la obtención de unos resultados históricos que explican los modos de vida de las sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico y de las sociedades tribales del Neolítico, en el territorio inmediato a dichas cuevas, en el entorno de la región geohistórica atlántica-mediterránea del Estrecho de Gibraltar”, en palabras del profesor Ramos.

Asimismo, los visitantes pueden descubrir en sus vitrinas una selección de instrumentos y objetos utilizados en las excavaciones prehistóricas, con material de laboratorio empleado en los estudios interdisciplinares, así como réplicas de cráneo de Homo sapiens neanderthalensis y de Homo sapiens sapiens, y de productos arqueológicos prehistóricos (material docente de prácticas de la Universidad de Cádiz).

Se completa la muestra con reproducciones en papel de las primeras páginas de los artículos publicados en revistas internacionales de prestigio y con libros y monografías científicas y divulgativas generadas en la investigación de ambas cuevas.

Un descubrimiento de más de 60.000 años

Cueva de Ardales y Sima de las Palomas de Teba tienen numerosas ocupaciones de poblaciones neandertales y humanas anatómicamente modernas, con evidencias estratigráficas de más de 50.000 años, así se confirma según los resultados obtenidos en este trabajo científico referente, liderado por la UCA y el Neanderthal Museum en la arqueología del mundo contemporáneo. Están localizados campamentos de sociedades cazadoras-recolectoras neandertales en dichas cavidades, donde se realizaba actividades gráficas-artísticas y enterramientos. Sus comisarios han detallado que “las cronologías actuales y el registro arqueológico indican que las manifestaciones gráficas de más de 60.000 años en Cueva de Ardales serían realizadas por neandertales. Los datos estratigráficos muestran que no hubo convivencia en ambas cuevas de poblaciones neandertales y modernas. Hay un significativo hiato de ocupación entre sociedades con tecnología de modo 3 (Musteriense) y de modo 4 (Gravetiense)”.

Los investigadores han avanzado en sus estudios en la reconstrucción paleoecológica, que señalaría “condiciones de aridez importantes entre el fin del Paleolítico medio y el inicio del Paleolítico superior”. Posteriormente, han ratificado que existía la explotación de recursos marinos por poblaciones cazadoras-recolectoras del Paleolítico superior -Gravetiense- en Cueva de Ardales y Solutrense- en Sima de las Palomas de Teba. "Esto conduce a procesos de movilidad estacional de estas poblaciones entre la costa y el interior. Existirían fenómenos de distribución de conchas desde los yacimientos del litoral hacia el interior y, por otro lado, del sílex hacia los sitios costeros”, como ha detallado el profesor Ramos.

Finalmente, desde este proyecto y sus numerosas investigaciones se afirma que “tanto neandertales como poblaciones anatómicamente modernas eran verdaderas sociedades, con modos de vida y de trabajo bien definidos por la caza, pesca y recolección” en la región geohistórica atlántica-mediterránea del Estrecho de Gibraltar.

Fuente: Universidad de Cádiz | 24 de abril de 2024

¿Por qué los humanos modernos reemplazaron a los neandertales? La clave podría estar en nuestras estructuras sociales

Arte rupestre que muestra una danza ritual de cazadores-recolectores; Kondoa, Tanzania. Nick Longrich.

¿Por qué los humanos modernos se apoderaron del mundo mientras nuestros parientes más cercanos, los neandertales se extinguieron? Es posible que simplemente ocurrió porque eramos más inteligentes, pero sorprendentemente hay poca evidencia de que ello sea cierto.

Los neandertales tenían grandes cerebros, lenguaje y herramientas sofisticadas. Realizaron manifestaciones artística y adornos corporales. Fueron inteligentes y sugirieron una curiosa posibilidad. Quizás las diferencias cruciales no estaban a nivel individual, sino en nuestras sociedades.

Hace 250.000 años, Europa y Asia occidental eran tierras de neandertales. El Homo sapiens habitó el sur de África. Las estimaciones varían, pero quizás hace 100.000 años, los humanos modernos emigraron fuera de África. Pero Hace 40.000 años los neandertales desaparecieron de Asia y Europa, siendo reemplazados por los humanos modernos. Su lento e inevitable reemplazo sugiere que los humanos tenían alguna ventaja, pero no fácil saber cuál era.

Los antropólogos alguna vez vieron a los neandertales como brutos tontos. Pero recientes hallazgos arqueológicos muestran que rivalizan con nosotros en inteligencia. Los neandertales dominaron el fuego antes que lo hiciera el Homo sapiens. Eran cazadores mortales, realizaban caza mayor como mamuts y rinocerontes lanudos, y animales pequeños como conejos y pájaros. Recogían plantas, semillas y capturaban mariscos. Cazar y buscar alimento de todas esas especies exigía un conocimiento profundo de la naturaleza.

Los neandertales también tenían un sentido de la belleza, fabricaban cuentas y realizaban pinturas rupestres. Eran personas espirituales que enterraban a sus muertos con flores. Los círculos de piedra encontrados dentro de las cuevas pueden ser santuarios neandertales. Y, al igual que los cazadores-recolectores modernos, la vida de los neandertales probablemente estuvo impregnada de superstición y magia; sus cielos llenos de dioses y las cuevas habitadas por espíritus ancestrales.

Luego está el hecho de que el Homo sapiens y los neandertales tuvieron hijos juntos. No éramos tan diferentes. Pero nos encontramos con los neandertales muchas veces, durante muchos milenios, y siempre con el mismo resultado. Ellos desaparecieron y nosotros nos quedamos.

Hachas de mano de neandertales, Aisne, Francia. Museo Metropolitano de Arte

La sociedad cazadora-recolectora

Puede ser que las diferencias clave fueran menos a nivel individual que a nivel social. Es imposible entender a los humanos de forma aislada, como tampoco se puede entender a una abeja sin considerar su colonia. Valoramos nuestra individualidad, pero nuestra supervivencia está ligada a grupos sociales más grandes, como el destino de una abeja depende de la supervivencia de la colonia.

Los cazadores-recolectores modernos proporcionan nuestra mejor suposición sobre cómo vivieron los primeros humanos y neandertales. Personas como los Khoisan de Namibia y los Hadzabe de Tanzania reúnen a sus familias en grupos errantes de entre diez y sesenta personas. Las bandas se combinan en una tribu poco organizada de mil personas o más.

Estas tribus carecen de estructuras jerárquicas, pero están unidas por un idioma y una religión compartidos, matrimonios, parentescos y amistades. Las sociedades neandertales pueden haber sido similares, pero con una diferencia crucial: grupos sociales más pequeños.

Los neandertales vivían en grupos más pequeños. Esteban De Armas/Shutterstock

Tribus muy unidas

Lo que apunta a esto es la evidencia de que los neandertales tenían una menor diversidad genética.

En poblaciones pequeñas, los genes se pierden fácilmente. Si una persona de cada diez es portadora del gen del pelo rizado, entonces, en un grupo de diez personas, una muerte podría eliminar ese gen de la población. En un grupo de cincuenta, cinco personas portarían el gen: múltiples copias de seguridad. Entonces, con el tiempo, los grupos pequeños tienden a perder variación genética y terminan con menos genes.

En 2022, se recuperó ADN de huesos y dientes de 11 neandertales encontrados en una cueva en las montañas de Altai, en Siberia. Varios individuos estaban relacionados, entre ellos un padre y una hija; eran de una sola banda. Y mostraron una baja diversidad genética.

Como heredamos dos conjuntos de cromosomas (uno de nuestra madre y otro de nuestro padre), portamos dos copias de cada gen. A menudo tenemos dos versiones diferentes de un gen. Es posible que obtengas un gen para los ojos azules de tu madre y uno para los ojos marrones de tu padre.

Pero los neandertales de Altai a menudo tenían una sola versión de cada gen. Como informa el estudio, esa baja diversidad sugiere que vivían en grupos pequeños, probablemente con un promedio de sólo unas 20 personas.

Es posible que la anatomía neandertal favoreciera a los grupos pequeños. Al ser robustos y musculosos, los neandertales eran más pesados ​​que nosotros. Así que cada neandertal necesitaba más alimento, lo que significaba que el medio ecológico en que se desenvolvían solo podía sustentar a menos neandertales que a Homo sapiens.

Y es posible que los neandertales comieran principalmente carne. Los sujetos carnívoros obtendrían menos calorías de la tierra que las personas que comieran carne y plantas, lo que nuevamente conduciría a poblaciones más pequeñas.

La ley de Metcalfe. Nick Longrich.

El tamaño del grupo importa

Si los humanos modernos vivíamos en grupos más grandes que los neandertales esto nos habría aportado ventajas.

Los neandertales, fuertes y hábiles con las lanzas, probablemente eran buenos luchadores. Los humanos modernos, de complexión ligera probablemente, contrarrestaron dicha circunstancia usando arcos para atacar a distancia.

Pero incluso si los neandertales y los humanos modernos fueran igualmente peligrosos en la batalla, si los humanos también tuvieran una ventaja numérica podrían traer más combatientes y absorber más pérdidas en la lucha.

Las grandes sociedades tienen otras ventajas más sutiles. Las bandas más grandes tienen más cerebros. Es decor, más cerebros para resolver problemas, recordar tradiciones sobre animales y plantas, y técnicas para fabricar herramientas y coser vestimentas. Así como los grupos grandes tienen una mayor diversidad genética, tendrán también una mayor diversidad de ideas.

Y más gente significa más conexiones. Las conexiones de red aumentan exponencialmente con el tamaño de la red, siguiendo la Ley de Metcalfe. Una banda de 20 personas tiene 190 conexiones posibles entre sus miembros, mientras que una banda de 60 personas tiene 1770 conexiones posibles.

La información fluye a través de estas conexiones: noticias sobre personas y movimientos de animales; técnicas de fabricación de herramientas; y palabras, canciones y mitos. Además, el comportamiento del grupo se vuelve cada vez más complejo.

Consideremos las hormigas. Individualmente, las hormigas no son inteligentes. Pero las interacciones entre millones de hormigas permiten a las colonias construir nidos elaborados, buscar comida y matar animales muchas veces más grandes que una hormiga. Del mismo modo, los grupos humanos hacen cosas que ninguna persona puede hacer: diseñar edificios y automóviles, escribir elaborados programas informáticos, librar guerras, dirigir empresas y países.

Los humanos no son los únicos que tienen cerebros grandes (las ballenas y los elefantes los tienen) o que tienen grandes grupos sociales (las cebras y los ñus forman enormes manadas). Pero somos únicos al combinarlos.

Parafraseando al poeta John Dunne, ningún hombre –ni ningún neandertal– es una isla. Todos somos parte de algo más grande. Y a lo largo de la historia, los humanos formaron grupos sociales cada vez más grandes: bandas, tribus, ciudades, estados nacionales, alianzas internacionales.

Puede ser entonces que la capacidad de construir grandes estructuras sociales le diera al Homo sapiens una ventaja frente a la naturaleza y otras especies de homínidos.

Fuente: theconversation.com | 26 de marzo de 2024

Por

Profesor titular de Paleontología y Biología Evolutiva, Ciencias de la Vida en la Universidad de Bath, Universidad de Bath