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León rescata la Legio VI

Los restos de barracones en la trasera de la Casona de Puerta Castillo que se han limpiado. SECUNDINO PÉREZ -

El solar arqueológico de Santa Marina será visitable en breve. Un viejo proyecto guardado en el cajón desde hace años que pronto verá la luz. La parcela, que aloja en su interior restos de la Legio VI, la Legio VII y la antigua iglesia de Santa Marina, se ha librado de maleza. El Ayuntamiento ha invertido aquí 100.000 euros para acometer los trabajos de limpieza.

Hasta ahora, parte del yacimiento permanecía tapado para asegurar la buena conservación de los restos romanos. Tras restaurar todo el solar está previsto que se acristale con el fin de mostrar con toda dignidad los restos de parte de los tres campamentos que las legiones VI y VII asentaron en la ciudad. El primero se construyó a finales del siglo I antes de Cristo; el segundo —también conocido como Julio Claudio— permaneció en la zona hasta el año 70 después de Cristo —momento en que la Legio VI se marchó de Hispania—; y el tercero —ya de la Legio VII— mantuvo su actividad hasta finales del siglo IV.

Paralelamente se están llevando a cabo los trabajos de restauración de la cara interna de la muralla, desde este enclave hasta el convento de las clarisas, un lienzo de unos 900 metros cuadrados. Cuando se acceda a la muralla, en el futuro tramo paseable del adarve —de unos 88 metros de longitud—, los visitantes ya no verán maleza, sino unos restos limpios donde en su día se asentaron los barracones de la Legio VI. Uno de los enclaves más ricos desde el punto de vista arqueológico.

Los restos tal y como se encontraban hace unos meses. SECUNDINO PÉREZ

Lucy, “desde el cielo con sus diamantes”


Corría el mes de noviembre de 1974 cuando el paleoantropólogo Donald Johanson encontró los restos fósiles de un pequeño hominino en el antiguo cauce de un arroyo de la localidad de Hadar, en Etiopía. No fue el único hallazgo. Aquel año, el equipo de Johanson obtuvo una colección impresionante de fósiles de homininos en los sedimentos del valle del río Awash, en el llamado triángulo de Afar. La cronología del nivel geológico fosilífero se estimó en torno a los 3,2 millones de años. La colección de fósiles obtenida por el equipo de Johanson se combinó con los hallados por el equipo de Timothy White en la localidad de Laetoli, en Tanzania, para formar una nueva especie: Australopithecus afarensis. Esta especie se publicó tres años más tarde, tras un estudio complejo y no pocos debates. Se trataba de los homininos más antiguos de la genealogía humana descubiertos hasta ese momento.

Los restos encontrados por Johanson en el cauce de aquel arroyo representaban aproximadamente el 40% de los huesos del esqueleto de un individuo de poco más de un metro de estatura, identificado con las siglas A.L 288-1. Su peso no habría superado los 30 kilogramos. Gracias a las características de la pelvis, el individuo fue catalogado como una hembra de su especie. Como sabe todo el mundo, aquel esqueleto parcial pasó a la historia de la ciencia con el nombre de Lucy, uniendo su hallazgo a la letra de una las canciones clásicas de los Beatles. Siendo entonces uno de los restos fósiles más antiguos de nuestra genealogía, Lucy fue calificada como la “madre de la humanidad”.

Aunque la antigüedad de la especie Australopithecus afarensis ha sido superada con holgura por otras especies de homininos, Lucy nunca dejará de ser uno de los grandes hitos de la paleoantropología. Ni tan siquiera el hecho de que esta especie haya sido considerada como el origen de las especies del género Paranthropus ha restado interés al fósil A.L. 288-1. Recordemos que los parántropos representan un linaje separado del tronco principal de la genealogía humana, extinguido hace aproximadamente un millón de años. Así que Lucy y los suyos no estarían en la línea directa que condujo hacía la humanidad actual.

En 1981, Donald Johanson y el periodista científico Maitland Edey publicaron un libro titulado “Lucy. The Beginnings of Humankind”, que en 1982 se tradujo al castellano con el título de “Lucy. El primer antepasado del Hombre”. Aquel libro consiguió mezclar perfectamente los datos científicos con las aventuras de quienes encontraron los fósiles en las duras condiciones de los cálidos y secos parajes africanos del cauce del río Awash. La publicación de este libro fue un verdadero revulsivo para la divulgación de los orígenes de la humanidad e hizo famosa a la vieja Lucy. Los restos de A.L. 288-1 no pueden faltar en ninguna exposición sobre evolución humana y cualquier estudio de este hominino despierta un enorme interés.


El paleoantropólogo Donald Johanson, junto a los restos fósiles de A.L. 288-1 (Lucy), que recuperó en 1974 en Hadar, Etiopía. Tomada de www.forbes.com.

Es por ello que la revista Nature ha recogido en sus páginas la investigación sobre las posibles causas de la muerte de Lucy. El investigador John Kappelman (Universidad de Texas) ha liderado un estudio con las modernas técnicas de microtomografía computerizada (micro-CT), aprovechando que los restos de Lucy habían viajado a los Estados Unidos para una exposición. Era la oportunidad para analizar de nuevo los fósiles de Lucy con imágenes de altísima resolución, que han permitido observar lo que el ojo humano no puede ver a simple vista. Aunque los huesos de Lucy presentan roturas producidas durante los más de tres millones de años que estuvieron enterrados, Kappelman y sus colaboradores han localizado fracturas en varios de los huesos fosilizados, presuntamente producidas en el momento de la muerte de Lucy (fracturas perimortem).

El estudio ha sido realizado con una minuciosidad propia de los forenses más famosos de las series televisivas. El texto del artículo publicado en Nature explica con todo lujo de detalles la localización de las fracturas, su naturaleza y el posible orden en el que se produjeron. Todo ello permite a los autores presentar un escenario plausible de los hechos que causaron el fallecimiento de Lucy. Para estos investigadores, Lucy murió tras una caída desde cierta altura. Las últimas fracturas se produjeron en la cabeza de los húmeros y en la escápula derecha cuando Lucy trataba de amortiguar el golpe. También se fracturó la mandíbula en el último golpe de su cabeza al chocar contra el suelo.

Tras esa descripción, Kappelman y sus colaboradores recuerdan estudios previos sobre el paisaje que se podía ver en la región de Hadar hace tres millones de años. Los datos paleoecológicos han señalado siempre la existencia de bosques frondosos durante el Plioceno en esa región del este de África. Aunque el bipedismo de la especie Australopithecus afarensisestá perfectamente demostrado, su esqueleto postcraneal todavía presenta adaptaciones que sugieren capacidades trepadoras. En efecto, Lucy podría trepar con enorme facilidad gracias a esas adaptaciones y a su tamaño y peso tan reducidos. Seguramente podía buscar alimento en las copas de los árboles y, como sugieren los autores del trabajo, los miembros de Australopithecus afarensis pudieron dormir entre la ramas más altas como hacen otros primates.

El trabajo de Kappelman y sus colaboradores es impecable. No obstante, estos autores terminan por presentar sus resultados como una evidencia adicional de la existencia de bosques frondosos y de árboles elevados en aquel tiempo y en aquella región. El escenario imaginado precisa esos elementos si ó si. Así que su magnífico trabajo forense acaba por diseñar el escenario perfecto para explicar la muerte de Lucy. Este final es comprensible, porque permite redondear la investigación con una salida espectacular. Pero, cuidado, la presunta caída de Lucy desde las alturas no es una evidencia paleoecológica. Aunque los autores utilizan siempre el condicional, todos nos quedamos con la idea de que Lucy se cayó de un árbol mientras comía o se echaba una buena siesta.

Por otro lado, la revista Nature publica aquellas investigaciones que mueven las fronteras del conocimiento. Apenas un 2% de los trabajos que se envían a esta revista terminan por ser aceptados tras una minuciosa revisión. La magnífica investigación de las posibles causas de la muerte de Lucy es muy interesante y puede ser motivo de un nuevo libro. Pero las fronteras del conocimiento no se han movido con este trabajo. Pero Lucy siempre puede dar una buena publicidad a una editorial científica que, lo queramos o no, también es un gran negocio.

Fuente:quo.es | 6 de septiembre de 2016

Arqueólogos chinos restauran una valiosa corona de 1.400 años de antigüedad


Un equipo de arqueólogos chinos ha restaurado una corona real de hace 1.400 años que perteneció a la esposa de Yang Guang, también llamado Emperador Yang de Sui, el segundo y último monarca de la breve dinastía Sui (581-618).

La corona se encontró en 2012 en la tumba de la reina, conocida como emperatriz Xiao, situada en Yangzhou, en la provincia oriental de Jiangsu.

Se trata de la corona de reina más antigua hallada en China.

Los arqueólogos la descubrieron en una caja de madera podrida próxima al ataúd de la reina y la enviaron a un laboratorio de restauración de reliquias dependiente de Instituto de Protección de Reliquias Culturales de la provincia noroccidental de Shaanxi.

Yang Junchang, profesor de la Universidad Industrial del Noroeste y director del proyecto de restauración, explicó que su equipo apartó cuidadosamente los filamentos de cobre de la corona, centímetro a centímetro, para recuperar 13 motivos decorativos en forma de flor.
Las flores están hechas de alambres bañados en cobre, son muy delicadas y muestran nítidamente tallos, pétalos y estambres. La decoración es de color dorado y titila con el movimiento.
La corona está hecha de diversos materiales, entre ellos alambre de bronce, oro, perlas, algodón y seda.

Shu Jiaping, director del Instituto de Arqueología de Yangzhou, indicó que el estudio en el laboratorio ayudó a redescubrir los materiales y las antiguas técnicas empleadas para facturar la corona real.

Fuente: XI'AN, 6 de septiembre de 2016 (Xinhua)

El Castell de Barxell, Alcoy (Alicante), protagonista del "VIII Congreso Internacional Arqueológica 2.0"

En concreto se trata del congreso que se celebra en la Universidad Politécnica de Valencia entre el 5 y el 7 de septiembre.

Una de las ponencias que se presentarán lleva por título ‘Fotogrametría aérea y terrestre para la documentación 3D del Castillo de Barxell (Alcoy, Alicante, España)’.


Sus autores, Natxo Segura, topógrafo, Enric A. Paredes, arquitecto y José David Busquier, arqueólogo, presentarán en el congreso la metodología que han empleado para analizar y diagnosticar las patologías de los restos arquitectónicos de este castillo medieval.

Se trata de los trabajos previos a la restauración que se realizaron entre los años 2014 y 2015, un levantamiento fotogramétrico de la fortaleza que ha combinado tomas aéreas con drones y tomas terrestres para generar un modelo tridimensional. En el vídeo adjunto se puede ver esta labor.
El resultado final cuenta con una gran calidad y resolución que ha permitido que los estudios arquitectónicos y arqueológicos del castillo sean mucho más exhaustivos y acertados.


Vídeo: Fotogrametría aérea y terrestre del Castell de Barxell (Alcoi) El Castell de Barxell, representado en tres dimensiones, será protagonista en un congreso internacional de arqueología que se celebra en Valencia.

Fuente: Página66.com, 6 de septiembre de 2016

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* El castillo de Barchell, situado en el término municipal de Alcoy (Alicante), es una construcción medieval del siglo XIII que se sitúa sobre un montículo rocoso, en mitad de una pinada, junto a la carretera CV-795 que une Alcoy y Bañeres. Está situado en la partida rural de Barchell a 800 metros de altitud. Muy cerca de las Solanetes en donde se encontraba un núcleo de época musulmana.
El castillo de Barchell se encuentra ubicado en la partida rural de Barchell, en el Valle de Polop, un enclave natural de gran valor paisajístico, situado entre dos parques naturales, el de la Font Roja y el de la Sierra de Mariola.

Se trata de una fortificación cristiana creada para controlar la población mudéjar de los alrededores. Aunque desde siempre se creyó que la edificación pertenecía a la época musulmana, recientemente ha aparecido documentación del año 1264 que certificaría su construcción ya bajo dominio cristiano. Aunque han desaparecido las cubiertas, conserva todo el recinto amurallado, un albacar, probablemente de época musulmana completamente adaptado al terreno. Conserva restos de aspilleras y dos puertas, estando situada la principal dirección en el este. Su función era alojar a la población de las alquerías vecinas en los tiempos de peligro, como en las guerras contra Castilla, en las que su guarnición era reforzada.
En 1850 se convirtió en una masía sufriendo diversas remodelaciones en su fábrica así como en los terrenos limítrofes, siendo abandonado en el año 1964 desde el cual se ha ido deteriorando progresivamente. Bien de Interés Cultural desde el año 1996, en los últimos años ha cambiado de propietario varias veces sin que se llegue a realizar la rehabilitación exigida por el Ayuntamiento de Alcoy por parte de sus propietarios. Lamentablemente, debido tal vez a su estado de conservación, no se encuentra incluido dentro de la Ruta de los Castillos del Vinalopó, a pesar de que el Castillo de Banyeres se encuentra a solo 10 kilómetros de distancia.

Destaca su torre prismática de base cuadrangular de 5 x 8 metros de base y de unos 20 m de altura a la que se accede por un hueco de pequeñas dimensiones, terminado en arco de medio punto. En el interior contaba con tres plantas hoy desaparecidas y en el exterior se encuentran restos de construcciones adosadas, así como tapias de gran altura, todo ello construido en tapial.

El reducto principal, de construcción cristiana siguiendo las pautas de los castillos musulmanes de la zona está formado por una nave de 5 x 20 y dos plantas que hacían de almacén y habitáculo para la tropa y una torre prismática de base cuadrangular de 3,8 x 7 metros de base y de unos 20 m de altura a la que se accede por un hueco de reducidas dimensiones, acabado en arco de medio punto, todo esto articulado desde un patio interior de 150 m2 con un aljibe y paso de ronda de madera. La torre contaba con tres plantas (originalmente dos) hoy en día desaparecidas. Todo el conjunto contaba con numerosas aspilleras en sus muros. En el exterior se encuentran restos de construcciones adosadas, así como tapias de gran altura, todo construido en tapia. Todo el conjunto ocupa un total de 2860 m2 y un perímetro de 239 metros.

Fuente: Wikipedia.