Las relaciones entre los antiguos seres humanos fueron más complejas de lo que se pensaba


Las relaciones entre los ancestros de los humanos modernos y otras poblaciones arcaicas, como los Neandertales y los Denisovanos, fueron probablemente más complejas de lo que se pensaba previamente, incluyendo la hibridación dentro y fuera de África, según una nueva estimación desarrollada por genetistas. Los resultados del estudio fueron comunicados en la asamblea anual de este año de la Sociedad Americana de Genética Humana, en Vancouver, B.C.

En los últimos años, la genética ha dado lugar a la revisión de muchas suposiciones sobre las poblaciones arcaicas, explicó Ryan J. Bohlender (izquierda), un investigador post-doctoral de la Universidad de Texas y primer autor de la investigación.

Por ejemplo, la publicación en 2010 del genoma del Neandertal llevó al descubrimiento de que ellos y los antepasados ​​de los europeos modernos se cruzaron. Pocos años después los científicos descubrieron la existencia de los Denisovanos, una población conocida sólo a través de la genética, mediante el análisis del ADN de una muestra fosilizada.

"Mis colegas y yo nos propusimos averiguar lo que podríamos compartir con estas antiguas poblaciones y cómo interactuaban nuestras historias", dijo el Dr. Bohlender.

Para ello desarrollaron una herramienta de estimación que modelara estas interacciones basadas en parámetros tales como estimaciones reales del tamaño de la población y las dataciones en las cuales las poblaciones se separaron -cuánto tiempo dejó de haber cruzamiento-, y buscar inconsistencias con la información conocida a partir de estudios genéticos sobre la coincidencia entre el genoma humano moderno y el de las poblaciones antiguas.

En comparación con estimaciones anteriores, el presente trabajo hizo un mayor uso de los datos genéticos para reducir el sesgo estadístico. Luego, los investigadores realizaron estimaciones del tamaño de la población y las fechas de separación entre las mismas para variarlas en una serie de simulaciones, con el fin de averiguar si el ajuste de estos parámetros se ajustaba mejor a los datos genéticos.

"Al usar este proceso, encontramos que la población de África era probablemente alrededor de un 50 por ciento más grande de lo que se pensaba anteriormente. También se encontró que una fecha de la separación humana arcaica-moderna de hace 440.000 años era el mejor ajuste, lo que sugiere que los Neandertales divergieron de nuestro linaje 100.000 años más reciente de lo que pensábamos", dijo el Dr. Bohlender. "Tenemos la misma fecha de separación utilizando datos de múltiples poblaciones humanas modernas, lo cual es una buena señal".

Además, sus resultados sugieren que a lo largo de Eurasia, las poblaciones antiguas se cruzaron menos de lo que se creía previamente, y que -contrariamente a hallazgos anteriores- el nivel de hibridación con los Neandertales no difiere significativamente entre Europa y Asia Oriental.
Los hallazgos plantean muchas nuevas preguntas, incluyendo en qué medida la nueva estimación puede ser fiable, dado que proporciona resultados que difieren de estimaciones prevalentes, y cómo conciliar estas diferencias.

"En general, nuestros resultados confirman que el árbol genealógico humano es más complicado de lo que pensamos que es", dijo el Dr. Bohlender. "Por ejemplo, es probable que otras poblaciones arcaicas hayan existido, al igual que los homínidos de Denisova, de quienes no se sabe nada excepto a través de la genética".

Los investigadores planean probar simulaciones con otras poblaciones, a fin de ver si añaden más claridad a los resultados.

El Dr. Bohlender también cree que estudios más detallados de poblaciones africanas pueden arrojar algo de luz. "Los africanos han estado insuficientemente representados en la investigación genética. No están tan bien estudiados como las poblaciones de Europa y Asia, y, sin embargo, son más diversos genéticamente que cualquier otro grupo", dijo.

Fuente: PHYS.ORG | 20 de octubre de 2016

Arqueólogos descubren un misterioso mapa pétreo de 5.000 años de antigüedad


Una piedra misteriosa hallada en una zanja en Bornholm (Dinamarca) por estudiantes de arqueología durante el verano pasado se ha demostrado que es un mapa con 5.000 años de antigüedad.
De acuerdo con la revista Skalk, la piedra fue descubierta durante los trabajos de excavación arqueológica en el santuario neolítico Vasagård.

La piedra ha sido estudiada por investigadores del Museo Nacional de Dinamarca. A diferencia de hallazgos anteriores y similares, el arqueólogo e investigador en el Museo Nacional, Flemming Kaul (izquierda) está razonablemente seguro de que la piedra no muestra el sol y los rayos del mismo (a diferencia de otras piedras halladas), sino que muestra los detalles topográficos de un trozo de la naturaleza de la isla tal como ella debía parecer entre los años 2700 y 2900 antes de Cristo.

Foto: Otra de las piedras grabadas halladas en el santuario neolítico de Vasagård

Piedras rituales

Flemming Kaul califica la piedra un hallazgo "sin paralelo"en Dinamarca. En los últimos años, en las excavaciones de Vasagård han aparecido varias piedras inscritas con patrones rectangulares llenos de diferentes filas de líneas y sombreado.
"Algunas de las líneas pueden ser reproducciones de mazorcas de maíz o plantas con hojas", dijo el profesor Kaul.

"Estos no son arañazos accidentales", afirma. "Vemos estas piedras como una clase de mapas que muestran diferentes tipos de terrenos".

La piedra hallada no está completa. Se compone de dos piezas y una tercera sigue desaparecida. Los arqueólogos creen que tales piedras fueron utilizadas en rituales prehistóricos relacionados con los cultivos.

Foto: Otro ejemplo de piedra grabada hallada en el santuario neolítico de Vasagård

Fuente: cphpost.dk | thelocal.dk | 19 de octubre de 2016

Otra de las causas de la extinción de los neandertales fue por el estrés poblacional causado por la llegada del Homo sapiens

Excavación en Cova Eirós durante la campaña de 2016 - IPHES/USC

Los microvertebrados nos permiten realizar inferencias paleoambientales y paleoclimáticas muy detalladas, puesto que aportan datos muy interesantes sobre el ecosistema que los acogió (clima, vegetación…), de ahí que sean una herramienta muy empleada en arqueología. Su estudio no tiene una gran tradición en el paleolítico del noroeste de la península ibérica, pero una investigación que se acaba de dar a conocer ahora confirma una vez más la validez de los pequeños vertebrados para avanzar en el conocimiento sobre la evolución humana.

El análisis de 208 restos de pequeños vertebrados encontrados en los últimos niveles del Paleolítico medio (hace 40.000 años antes del presente aproximadamente) y Paleolítico superior inicial (32.000 años) de Cova Eirós, un yacimiento arqueológico ubicado en Cancelo, Triacastela (Lugo, Galicia), que ha sido excavado sistemáticamente desde el año 2008 hasta la actualidad, ha permitido profundizar en las posibles causas que podrían haber provocado la desaparición de los neandertales.
Se ha llegado a la conclusión de que esta especie se extinguió por una combinación de factores, entre ellos el estrés poblacional causado por la llegada a la Península Ibérica del Homo sapiens con quien entraría en competencia. Así se recoge en la revista científica Quaternary Science Reviews, que publica un artículo sobre esta investigación realizada por el IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) y la Universidade de Santiago de Compostela.

Para llegar a esta conclusión se han basado en el hecho de que en Cova Eirós las condiciones ambientales y climáticas en las que vivieron las comunidades neandertales eran muy semejantes a las que conocieron los primeros humanos anatómicamente modernos, que eran más frías y lluviosas que las actuales, en un período caracterizado por la inestabilidad en cuanto al clima, definido por un progresivo enfriamiento que conduce a la última glaciación.

Cova Eirós, cuyas últimas campañas de excavación se realizan con la financiación de la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia, está emergiendo como un sitio de referencia en el noroeste ibérico debido a que las últimas dataciones realizadas para el nivel 3, nos hablan de las últimas poblaciones de neandertales (hace 40.000 años aproximadamente) y en el caso del 2 de los primeros grupos de humanos anatómicamente modernos en este territorio (hace 32.000 años).

Fuente: IPHES | 24 de octubre de 2016

Vizcaya llena en cinco años su ‘vacío’ histórico de arte rupestre

Imagen tomada hace un mes, aproximadamente, en el interior de la cueva de Atxurra (Berriatua), donde prosiguen las investigaciones sobre el terreno.

El territorio de Vizcaya ha dejado de ser el vecino pobre y el tantas veces aullado vacío vasco de arte rupestre se va llenando poco a poco. Las coordenadas de las dieciséis cuevas con dibujos y grabados localizados [hasta la fecha] en esta última década están ya en todos los manuales; y lo que es más importante, han abierto nuevas líneas de investigación sobre los movimientos de aquellos primeros caminantes del actual continente europeo, sus relaciones sociales, y los intercambios de materiales, ideas, conocimientos,... entre los habitantes de un gran triángulo que tiene a Bizkaia en su centro geográfico: Dordoña al norte (cueva de Lascaux), al este la cordillera pirenaica (cueva de Chauvet) y al oeste la cordillera cantábrica (Altamira).

Así lo reconocía, entre otros, César González Sainz (izquierda), catedrático y una de las voces más influyentes y mejor consideradas a nivel mundial en asuntos relacionados con la Prehistoria.

 Recientemente pudo admirar in situ durante dos horas y media el “espectacular” y “único” panel de Armintxe (Lekeitio) en compañía de Andoni Iturbe (derecha), jefe del Servicio foral de Patrimonio de la Diputación de Vizcaya con quien ha compartido más de una y de dos conversaciones formales e informales sobre arte parietal en los últimos años.

“No sé qué pasa, pero os estáis convirtiendo en un referente cuando antes por izquierda y por derecha os comían”, recuerda Iturbe que le dijo hace ya un tiempo el docente en la Universidad de Cantabria. “Estamos abriendo los brazos y ganando espacio”, respondía Iturbe. Para ello, ha sido fundamental una generación de arqueólogos muy bien formados, nuevas técnicas y un equipo de trabajo que engloba a distintos especialistas (biólogos, geólogos, fotógrafos...) entre los que adquieren especial relevancia los espeleólogos.

Panel de Armintxe (Lekeitio).

De hecho, el último hallazgo en el agujero urbano Armintxe fue suyo. En concreto del Grupo Ades con la colaboración de Agiri, colectivo cultural dedicado a la arqueología. Hace unos años (finales de 2004, primeros meses de 2005), desde la institución foral se creyó oportuno regresar a las cuevas exploradas hace un siglo por Barandiaran, Aranzadi y Eguren, y dar un nuevo impulso a la investigación. Se optó por ofrecer una formación específica a los espeleólogos para que su modus operandi fuera otro cuando accediesen a las cientos de grutas catalogadas en el territorio. “La relación con arqueólogos -apostillaba Iturbe- les ha dado otros ojos. Es en los últimos cinco o seis años cuando más resultados hemos tenido; y coincide con esa política de formación”.

En una línea similar se expresaba recientemente Diego Garate (izquierda), arqueólogo de profesión y espeleólogo por afición (y necesidad). Su firma certifica descubrimientos de arte parietal en los últimos seis años, como el de Atxurra (Berriatua) y el de Askondo (Mañaria). “Desde Santimamiñe hasta la actualidad ha habido algún hallazgo puntual, pero no se había hecho una investigación sistemática. Ese ha sido el quid de la cuestión. La empezamos los arqueólogos con los descubrimientos de Askondo y Lumentxa y desde el año pasado estamos potenciando el trabajo conjunto con espeleólogos. Es fundamental y está impulsando todavía más esta revolución en el arte paleolítico”, sostenía.

VISIÓN CONJUNTA

En cualquier caso, el jefe del Servicio foral de Patrimonio tiene claro que no se trata de competir, sino de que cada uno haga su trabajo “y al final ser capaces de tener esa visión conjunta que la región cantábrica tuvo un potencial brutal en esa época”.

No en vano, las hipótesis de trabajo y las líneas de investigación abiertas apuntan a que la geografía vasca (y Vizcaya) era una especie de aduana, un paso natural para aquellos sapiens sapiens que hace 40.000 años buscaron refugio entre Asturias y la Dordoña francesa huyendo de una Europa glacial.

Pinturas de la cueva de Santimamiñe en Kortezubi / DFB

Muchas de las grutas localizadas en el Pirineo y en las montañas apoyadas en la costa vasca del Cantábrico fueron habitadas por seres humanos y por animales [en Venta Laperra (Karrantza) algunas pinturas están desgastadas a consecuencia de los frotamientos y zarpazos de osos] pero no en todas existen muestras artísticas. No obstante, los extraordinarios y generosos frutos obtenidos en estas últimas campañas de investigación animan a los agentes implicados (Diputación, arqueólogos, espeleólogos,...) a seguir la senda abierta hace una década. “Y casi con toda seguridad aparecerán más” pronosticaba Iturbe.

Él mismo recordaba cómo durante su visita a Armintxe, el catedrático en Prehistoria César González llamaba la atención sobre una cuestión esperanzadora tanto para el patrimonio cultural de la región cantábrica en su conjunto como para la investigación. “Allí, con aquel silencio que sobrecoge, me dijo: Andoni, date cuenta que para cuando las personas del Paleolítico hicieron esto, antes habían hecho pruebas en otros muchísimos sitios. Así que lo que conocemos ahora, probablemente sea una mínima parte de las expresiones artísticas que ellos realizaron. Tiene que haber más. Otra cosa es que algunas se hayan destruido o que no las hayamos descubierto. Pero yo creo que sí aparecerán más”, zanjaba Iturbe.

Fuente: deia.com | 23 de octubre de 2016

El arte de Clara Peeters en el Museo del Prado

Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre. Clara Peeters. Óleo sobre tabla, 53 x 73 cm. 1611. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Coorganizada con el Koninklijk Museum voor Schone Kunsten Antwerpen (Museo Real de Bellas Artes de Amberes) en colaboración con el Gobierno de Flandes y con el patrocinio de la Fundación AXA, el Museo del Prado presenta, en la sala D y hasta el 19 de febrero, su primera exposición dedicada a una mujer pintora: Clara Peeters, pionera en el campo de la naturaleza muerta y una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en Europa en la Edad Moderna.

Imagen de la exposición “El arte de Clara Peeters”. Foto © Museo Nacional del Prado. 

Esta exposición reúne las quince mejores obras, procedentes de diferentes instituciones y colecciones privadas, de la escasa producción conocida de Clara Peeters, que se cifra en torno a cuarenta pinturas. Entre ellas se incluyen los cuatro importantes cuadros de esta pintora que conserva el Prado y que convierten a esta institución en una referencia internacional para el estudio de su obra.

Madrid, 24 de octubre de 2016.- Tras su exhibición en Amberes, el Museo del Prado recibe en su sede una muestra dedicada a Clara Peeters, pintora flamenca perteneciente a la primera generación de artistas europeos especializados en naturalezas muertas y una de las escasas mujeres que pudo dedicarse profesionalmente a la pintura en Europa en la Edad Moderna.

La presencia de este grupo de quince obras relevantes de Clara Peeters en el Prado quiere destacar los logros de esta dotada y delicada artista, de la que se conocen apenas cuarenta obras de su mano.

Alejandro Vergara, comisario de la exposición y jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, en la exposición “El arte de Clara Peeters”. Foto © Museo Nacional del Prado.

Tanto la exposición como el catálogo que la acompaña suponen el estudio más actualizado hasta la fecha sobre su vida y su obra situando a Clara Peeters en el contexto cultural y artístico de Amberes y poniendo también el foco de atención en la situación de las mujeres artistas a principios de la Europa Moderna, cuando los prejuicios generalizados les cerraban muchos caminos.

La exposición

Clara Peeters cultivó el género del bodegón y un estilo que insiste en la apariencia real de las cosas, premisas que revelan un espíritu emprendedor y una mentalidad vanguardista, ya que, cuando comenzó a trabajar en este género, en la primera década del siglo XVII, solo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos Meridionales y el realismo se ofrecía como una alternativa al idealismo de la tradición renacentista.

De izquierda a derecha: Jean-Paul Rignault, presidente de la Fundación AXA; y Miguel Zugaza, director del Museo Nacional del Prado en la exposición “El arte de Clara Peeters”. Foto © Museo Nacional del Prado.

Los bodegones expuestos, fechados entre 1611 y 1621, proceden de colecciones particulares (seis), instituciones del norte de Europa (tres), Inglaterra (uno), Estados Unidos (uno) y del propio Museo del Prado (cuatro). Quince obras que incluyen aves y pescados listos para ser cocinados; alimentos ya preparados y dispuestos sobre la mesa; y vajillas y objetos diversos, la mayoría de lujo, que se caracterizan por la minuciosa descripción de las formas y las texturas, y por el elegante contraste entre objetos luminosos y fondos oscuros, que contribuyen a crear una impresión general de sobriedad.

Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas. Clara Peeters. Óleo sobre tabla, 52 x 71 cm. 1611. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Estas obras revelan los gustos y costumbres de las clases más prósperas de los comienzos de la Edad Moderna, así se pueden observar productos importados como dulces, vinos, frutas o pescado -alimento este último que Peeters convirtió en protagonista de alguna de sus composiciones siendo la primera artista en hacerlo- como en Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas; gavilanes o halcones peregrinos junto a aves muertas -los primeros bodegones dedicados al tema de la caza, actividad asociada a la vida aristocrática- en Bodegón con halcón peregrino y su presa-; y conchas -cuyo origen exótico y peculiar belleza las hacían valiosas- representadas en Bodegón con pastel, taza de plata con dulces, porcelana, conchas y ostras.

También en sus pinturas aparecen otros muchos tipos de objetos que podrían asociarse a la riqueza, el buen gusto, la educación o la cultura. Entre ellos están la porcelana; las copas y tazas de plata dorada; el vidrio soplado; y los contenedores de plata para la sal.

Bodegón con dulces, granada, copa dorada y porcelana. Clara Peeters. Óleo sobre tabla, 45,5 x 33 cm. c. 1612. Colección Particular.

Clara Peeters a menudo incluyó, en sus cuadros, autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas. Estos retratos, apenas visibles, aparecen en al menos ocho de sus obras, de las cuales, seis se pueden contemplar en esta exposición. En Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre los reflejos en la copa de plata y la jarra de peltre muestran a la artista con un tocado, un gran cuello y un vestido de hombros altos. Otros como Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas, Bodegón con arenque, cerezas, alcachofa, jarra y plato de porcelana con mantequilla, Bodegón con quesos, almendras y panecillos, y Bodegón con quesos, gambas y cangrejos de río muestran tan solo la cabeza de la artista reflejada en las tapas de las jarras. Bodegón con flores, copas doras, monedas y conchas refleja, en la superficie de la copa de la derecha, hasta seis autorretratos de Peeters en los que se muestra con pinceles y paleta reafirmando su condición de mujer pintora y animando al espectador a reconocer su existencia.

Estos autorretratos también descubren su calidad como artista, ya que, su diminuta escala es una demostración de su maestría.

Clara Peeters

La escasez de referencias documentales sobre Clara Peeters convierte su obra en una fuente de información extraordinaria para descubrir a esta pintora, contemporánea de Jan Brueghel el Viejo, Rubens, Snyders y Van Dyck, formando parte de un período de apogeo en la historia del arte europeo.

Clara Peeters fue pionera en el campo de la naturaleza muerta y una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en Europa en la Edad Moderna. Diversos testimonios permiten suponer que desarrolló su trabajo en Amberes, aunque pudo realizar algún viaje a Holanda. Aunque no aparece inscrita en el gremio de pintores de la ciudad, es citada en un documento como pintora de Amberes y al menos seis de los soportes que empleó para sus cuadros tienen marcas que indican que las tablas fueron preparadas para esa ciudad. Además, en la hoja de tres de los cuchillos de plata, que se incluyen en sus obras y en los que aparece escrito su nombre, se puede ver una marca de la ciudad de Amberes. Estos cuchillos, que los comensales llevaban a los banquetes, se empleaban como regalo de boda y al contener su firma, podrían ser un recuerdo de su propio matrimonio que, en cualquier caso, no está documentado.

Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas. Clara Peeters. Óleo sobre tabla, 55 x 73 cm. c. 1611. Madrid, Museo Nacional del Prado. 

Clara Peeters nació alrededor de 1588-90. Once de sus obras conocidas están fechadas y las más tempranas son de 1607 y 1608. Su momento de mayor actividad fue alrededor de 1611-1612, pero se desconoce si pintó después de 1621.

La amplia distribución de su obra en colecciones de Róterdam, Ámsterdam o Madrid sugiere que aspiraba a obtener beneficios de su obra y que trabajaba de forma altamente profesional exportando su arte a través de marchantes.

Bodegón con quesos, almendras y panecillos. Clara Peeters. Óleo sobre tabla, 34,5 x 49,5 cm. c. 1612 - 1615. Mauritshuis, The Hague, acquired with the support of the Friends of the Mauritshuis Foundation, the Bank Giro Lottery, the Rembrandt Association (thanks to its A. M. Roeters van Lennep Fund, Utrech Rembrandt Circle and Caius Circle) and a private individual, 2012.

Por otro lado, las diferentes calidades de su pintura sugieren que trabajaba con la ayuda de un taller.

La mujer artista en el siglo XVII

Aunque la costumbre y la ley no favorecían la integración de la mujer en el mundo profesional, un reducido número de mujeres consiguieron salvar las limitaciones existentes y convertirse en pintoras. Pero condicionantes como la dificultad del aprendizaje del dibujo anatómico a partir de modelos vivos, normalmente masculinos que posaban desnudos, a los que las mujeres no tenían acceso, limitaban su producción al género del bodegón o al retrato.

Catharina van Hemessen (1527/28-1560) es la primera mujer artista documentada en Flandes y una de las primeras en Europa. Nació en Amberes y fue la profesión de su padre, el pintor Jan Sanders van Hemessen, lo que le permitió aprender en casa. La mayor parte de los cuadros que se conocen de esta artista son retratos.

Para Sofonisba Anguissola (h. 1532-1625) fue su condición social lo que le permitió ser artista. Trabajó como dama de honor de Isabel de Valois y de su hija la infanta Isabel Clara Eugenia. Su talento artístico hizo que le encargaran retratos por los que nunca recibió un salario, pero sí joyas y vestidos.

Artemisia Gentileschi fue una de las mujeres pintoras más reconocidas al inicio de la Edad Moderna. Hija del famoso pintor Orazio Gentileschi, nació en Roma en 1593.

Cultivó el género del bodegón, un aspecto poco conocido de su carrera, pero también pudo aprender con su padre a pintar otro tipo de obras.

Varias mujeres pintoras de los siglos XVI y XVII fueron también hijas de pintores, entre ellas Lavinia Fontana, Fede Galizia, Isabel Sánchez Coello, Levinia Teerlinc y Elena Recco.

Imagen de la exposición “El arte de Clara Peeters”. Foto © Museo Nacional del Prado.