La instalación de una pasarela en Sangusín (Salamanca) permite descubrir un miliario olvidado

El nuevo miliario, en el suelo.

Las obras de instalación de una pasarela en la Vía de la Plata sobre el río Sangusín (Salamanca) han permitido descubrir un nuevo miliario romano, del que se desconocía su existencia o, al menos, su localización exacta.

Así lo han confirmado fuentes de la Junta de Castilla y León, que es la administración promotora del proyecto de devolución y recuperación de hitos en la Vía de la Plata. Fue la empresa responsable de las obras de instalación de la pasarela la que, excavando para montar dicha estructura, localizó el miliario, aún sin colocar de forma oficial. Sin embargo, la Delegación Territorial de la Junta ha confirmado que se reubicará en esa zona, donde ya existe un hito que marca la división de los términos municipales de Peromingo, Valverde de Valdelacasa y Valdefuentes de Sangusín y que regresó a su ubicación desde los Nuevos Ministerios de Madrid en el año 2006.

El delegado de la Junta junto a uno de los miliarios repuestos.

Según las mismas fuentes, este miliario se ubicará en el entorno, aunque no hay fecha concreta para ello. Esta iniciativa supondría la séptima fase de las desarrolladas por el Ejecutivo autonómico para devolver los antiguos miliarios romanos a sus lugares originales. La última acción de este tipo tuvo lugar en enero de 2015 con la devolución de tres ejemplares localizados en el molino de los Maquilones de Montemayor del Río, que se reubicaron en término de Puerto de Béjar, en el entorno del puente de la Malena tras una inversión de 10.000 euros. En concreto, dos de ellos se instalaron en la milla 133, mientras que el tercero, de una altura de 2,10 metros, se colocó en la milla 134. En total, la Junta ha conseguido recuperar 31 hitos.

Sin embargo, el descubrimiento realizado en Peromingo ha reabierto el plan de recuperación de miliarios, ya que dicho hito no figura en el catálogo de piezas desaparecidas elaborado por el Gobierno regional porque, en todo el entorno del valle del Sangusín, sólo recoge la desaparición del miliario 14, ubicado en la milla 138 en el término de La Calzada de Béjar.

Fuente: lagacetadesalamanca.es | 25 de octubre de 2016

Los problemas obstétricos de las australopitecas


El tamaño del cerebro de los recién nacidos y las dimensiones del canal de parto están íntimamente ligadas. La mayoría de las madres de hoy en día saben perfectamente las dificultades que ha supuesto dar a luz a sus hijos. El tamaño del cerebro y la anchura de los hombros de los recién nacidos están muy ajustados a las dimensiones del canal del parto. El hecho de ser bípedos nos ha llevado a esta situación. Las sociedades más avanzadas cuentan con la inestimable ayuda de las matronas y de la tecnología. Pero no todas las poblaciones disponen de hospitales equipados y el parto puede llegar a ser un evento fatal para muchas madres y sus recién nacidos a pesar de que las madres reciban ayuda de mujeres expertas. Pero, ¿qué sucedía en el pasado?, ¿qué sabemos de los australopitecos o de los miembros más antiguos del género Homo?

La lógica nos induce a pensar que el parto pudo ser mucho más sencillo en todas las especies de la genealogía humana, desde los ardipitecos hasta los neandertales, pasando por los australopitecos o los miembros de Homo erectus. Todos estos homininos (excepto los neandertales) tuvieron un cerebro más pequeño que el nuestro.

Puesto que existe una relación bien conocida entre el tamaño de los neonatos y el de los adultos, no es complicado averiguar el tamaño de la cabeza de los recién nacidos en las especies del pasado. En 2008 los investigadores Jeremy de Silva y Julie Lesnik publicaron sus estimaciones empleando datos de numerosas especies de primates catarrinos (entre los que nos encontramos). Ahora sabemos que tamaño podría tener el cerebro de los recién nacidos de todas las especies de homininos solo con saber el tamaño del cerebro de los adultos. Si disponemos de buenos datos sobre las pelvis de esas especies podremos hacernos una idea razonable tanto de las dificultades como de la modalidad del parto de los neonatos.

En los primates cuadrúpedos (como los simios antropoideos), el parto es muy holgado y los fetos orientan sus cerebros de manera sagital antes de comenzar su viaje a través del canal del parto. En estos primates la cabeza no tiene que girar en ese viaje, como podemos ver en la figura que acompaña al texto. La bipedestación ha modificado de manera drástica la morfología de la pelvis. Por ejemplo, la dimensión sagital del canal del parto se ha reducido de manera significativa. Es por ello que entramos en el canal del parto con la cabeza orientada de manera transversal (de perfil, para entendernos). Tras un giro de la cabeza y una verdadera contorsión de los hombros, podemos salir por el último tramo del canal de parto con la cara mirando hacia abajo. Todo lo contrario a lo que sucede en los simios antropoideos, que pueden mirar a su madre justo al salir del anillo óseo de la pelvis.
Los expertos en estas cuestiones han tratado de reproducir tanto la dificultad como la modalidad del parto (con o sin rotación de la cabeza) en nuestros ancestros. La última investigación ha sido publicada hace pocas semanas por un equipo liderado por Alexander G. Claxton (Universidad de Boston). Los autores implicados en este trabajo han conseguido reconstruir de manera virtual la pelvis Sts 65, asignada a Australopithecus africanus. La tecnología ha permitido este pequeño “milagro científico”, impensable hace tan solo una decena de años. La morfología de Sts 65, que conserva parte del íleon y el pubis, sugiere que perteneció a una hembra. Este es un hecho afortunado, porque todos conocemos las diferencias entre machos y hembras en la forma del hueso coxal. Como bien podemos suponer, estas diferencias tienen que ver con la maternidad.

Todos los homininos son bípedos y, en consecuencia, la pelvis adoptó una forma diferente a la de los simios antropoideos desde los inicios de nuestra genealogía. Por descontado, el tamaño de la pelvis en los pequeños australopitecos era mucho menor que en Homo sapiens. Todos los elementos del esqueleto de estos homininos tenían un tamaño proporcional al tamaño de sus cuerpos. En términos relativos, la pelvis era algo más ancha que la nuestra debido a la expansión lateral de hueso ilíaco. Pero cuando se miden las dimensiones del canal del parto en los australopitecos no se aprecia ninguna desproporción significativa con respecto al canal del parto de Homo sapiens. La cabeza de los recién nacidos de las especies del género Australopithecus (unos 180 centímetros cúbicos) era obviamente mucho más pequeña que la de nuestros hijos (unos 380 centímetros cúbicos). Pero las dimensiones del canal del parto de los australopitecos también era más pequeñas. En consecuencia, las conclusiones de Claxton y sus colaboradores no difieren de las obtenidas por otros expertos. Parece una contradicción a la lógica, pero los australopitecos habrían tenido las mismas dificultades que nosotros para dar a luz a sus crías. Y así ha podido ser durante toda la genealogía humana, desde sus inicios hace unos seis millones de años. En todas las especies anteriores a la nuestra, la cabeza del feto pudo orientarse de manera transversal, con la consiguiente rotación a medida que se movía por el canal del parto.



Imagen esquemática del parto en chimpancés, Australopithecus afarensis y Homo sapiens. En este dibujo pueden verse los tres tramos del canal del parte, que en nuestra especie tienen dimensiones diferentes. Es por ello que la modalidad del parto en Homo sapiens incluye una rotación en la orientación de la cabeza del feto.

Los expertos en el estudio del tamaño corporal siempre han hipotetizado que el aumento del tamaño del cuerpo pudo estar relacionado con el estilo de vida de los cazadores recolectores, enfrentados a mil peligros. Para Claxton y sus colaboradores, el tamaño corporal (y en consecuencia el de la pelvis y el canal del parto) pudo ser una consecuencia secundaria del aumento del tamaño del cerebro. Cuanto mayor era el tamaño del cerebro de los recién nacidos, mayor habría de ser el canal del parto. La selección natural habría favorecido la presencia de cerebros cada más grandes y más complejos en el género Homo y el resto del cuerpo habría seguido las directrices impuestas por este aspecto tan sumamente importante de nuestra historia evolutiva.

Longevidad: ¿cuánto podemos llegar a vivir?

La posibilidad de vivir muchos años ha sido siempre una idea obsesiva durante la historia reciente. Y tan solo en los últimos cien años hemos sido capaces de prolongar nuestra vida de una manera significativa. Los científicos Xiao Dong, Brandon Milholland y Jan Vijg (Departamento de Genética del “Albert Einstein College of Medicine” de Nueva York) publicaron hace pocas semanas un artículo sobre este asunto en la revista Nature. Aunque el tema es muy recurrente en la literatura científica, estos investigadores han analizado los datos demográficos de los últimos 26 años para conocer la posible evolución de la máxima longevidad de nuestra especie.

La pregunta que todos nos hacemos es cuánto pueden llegar a influir la tecnología y una dieta saludable y adecuada en la prolongación de la vida ¿Existe un límite que no podemos pasar?, ¿podríamos llegar a vivir 150, o quizá 200 años si las condiciones son óptimas? Por descontado, no son pocos los que están convencidos de que esta longevidad es posible, y aún llegan mucho más lejos. Pero Dong y sus colegas no están de acuerdo. Sus investigaciones en el ámbito de la demografía revelan que desde 1990 la humanidad se ha estancando, tomando como referencia un estudio publicado ese año por varios colegas (Olshansky y otros, Science, 250). Aunque de vez en cuando tengamos noticias de personas concretas capaces de vivir algo más allá de los 120 años, lo cierto es que desde hace más de dos décadas nos hemos quedado en longevidades que raramente superan un siglo de existencia.

Aunque Dong y sus colegas están de acuerdo en admitir que muy probablemente no existe un determinismo genético específico en Homo sapiens para la longevidad máxima, es muy posible que otros factores puedan limitar el tiempo que podemos vivir. Esos factores (quizá docenas de ellos) estarían regulados genéticamente y serían determinantes indirectos de la longevidad de una especie.
Aparte de este debate científico tan apasionante, estamos dejando a un lado un hecho fundamental. El “objetivo” de cualquier especie es perpetuarse. Muchas especies tienen vidas muy cortas, que terminan en el momento en el que han conseguido dejar sus genes para la siguiente generación. En nuestro caso, sabemos que la fertilidad tiene un límite bien marcado. La probabilidad de que un óvulo llegue a ser fecundado se incrementa en la mujer a partir de una determinada edad. Esa probabilidad llega a ser máxima, para luego ir declinando y finalmente desaparecer. Y esto último sucede, por supuesto, mucho antes de alcanzar las edades tan avanzadas a las que se suele llegar en las sociedades desarrolladas. Aunque una mujer pueda ser madre a los 62 años mediante fecundación in vitro (noticia reciente), la tecnología no invalida lo que sucede de manera natural.

La vida post-menopaúsica es una característica que se ha desarrollado en nuestra especie. Gracias a ello, las mujeres (y los hombres) con posibilidades de cuidar de sus nietos están ahora apoyando la capacidades reproductoras de sus hijas. Si es este el caso, la selección natural habría favorecido el tiempo que transcurre entre el cese de la fertilidad y el fallecimiento. Pero también vimos que no hay buenos datos para defender la “teoría de la abuela” en las poblaciones del Pleistoceno.

Pienso que la prolongación de nuestra vida está directamente relacionada con el estilo de vida de las sociedades más desarrolladas. Podemos disfrutar de un tiempo extra gracias a los progresos científicos, que nos ayudan a conseguir una mayor longevidad aunque nuestra vida útil como individuos reproductores haya cesado. Daremos la bienvenida a ese tiempo añadido, sea cual fuere, deseando que nuestra calidad de vida durante ese período sea cuando menos aceptable. Como bien dice la investigadora María Blasco (directora del CNIO), “si nos tenemos que morir, procuremos morirnos sanos”.

Arqueólogos descubren en Egipto dos tumbas con restos de momias

Imagen de la exposición 'Ancient lives, new discoveries' del British Museum. (BRITISH MUSEUM)

- Un grupo de arqueólogos egipcios, perteneciente al Ministerio de Antigüedades, ha hallado dos tumbas en el oeste de la provincia de Asuán.

- Las tumbas, cavadas en la roca, se encuentran en mal estado y corresponderían al Periodo Tardío faraónico.

- Carecen de dibujos, escrituras y contienen restos de momias y sarcófagos.

Según informaba este viernes en un comunicado el Ministerio egipcio de Antigüedades, un grupo de arqueólogos egipcios ha descubierto dos tumbas en el oeste de la provincia meridional de Asuán que pertenecerían al Periodo Tardío faraónico (724-343 a.C.).

Esta ciudad se sitúa al sur de Egipto, en la primera catarata del Nilo, a casi mil kilómetros de El Cairo.

Los arqueólogos que forman parte de la Escuela de Excavaciones, perteneciente al Ministerio, descubrieron ambas fosas en unas rocas ubicadas en Al Agajan, en la citada provincia.

Entrada de la tumba.

El director general del Departamento de Antigüedades en Asuán, Nasr Salama, dijo que las dos tumbas, cavadas en roca, están en mal estado y carecen totalmente de dibujos y escrituras, pero contienen restos de momias y sarcófagos.

Delante de cada nicho hay escaleras que conducen a una pequeña cámara funeraria de forma cuadrada, según explicó Salama.

El Ministerio señaló además que el ministro de Antigüedades, Jaled al Anani, se trasladará mañana a la zona de excavaciones en Asuán para homenajear a los arqueólogos que han realizado este descubrimiento.

Arqueólogos israelíes descubren un misterioso papiro que recoge la referencia más antigua en hebreo de Jerusalén

El papiro formó parte de una serie de documentos utilizados para registrar el pago de impuestos.

Un grupo de arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel ha publicado un fragmento de un papiro que data del siglo VII a.C., y que, según los expertos, supone la primera referencia no bíblica a Jerusalén en hebreo.

El papiro, de 2,5 centímetros de ancho y once de largo, ha sido presentado este miércoles durante una rueda de prensa, tan sólo unas semanas después de que la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) emitiera una resolución que rechaza los vínculos establecidos entre la ciudad y el judaísmo.

El texto hallado sugiere que éste formó parte de una serie de documentos utilizados para registrar el pago de impuestos y la transferencia de bienes a varios almacenes de Jerusalén. "De la criada del rey, de Naarat, jarras de vino, a Jerusalén", indica el papiro, según los arqueólogos.
La Autoridad de Antigüedades de Israel ha señalado que los investigadores han recuperado el documento, descrito como "el primer hallazgo de una fuente extra-bíblica que menciona Jerusalén en hebreo", después de que éste fuera extraído por varios 'caza tesoros' de la cueva en la que se encontraba.


CONTRA LA RESOLUCIÓN DE LA UNESCO

Para el Gobierno de Israel, el papiro supone una contundente respuesta a la resolución de la UNESCO, calificada de hostil por las autoridades. "UNESCO, hemos encontrado un papiro de hace 2.700 años que hace mención a Jerusalén en hebreo", ha afirmado Ofir Gedelman, el portavoz del primer ministro, Benjamin Netanyahu.

Por su parte, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Emmanuel Nahshon, ha indicado que la votación llevada a cabo por el Comité de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en París constituye "una basura".

La resolución hace hincapié en el hecho de que el lugar sagrado del Monte del Templo, conocido por los musulmanes como la Explanada de las Mezquitas, supone sólo un "lugar de culto para los musulmanes". Por otra parte, las autoridades israelíes desaprobaron hace varias semanas la resolución de la UNESCO que condena la restricción del acceso de los musulmanes a la zona por parte de Israel.

El Gobierno israelí considera Jerusalén como la capital del Estado de Israel, una posición que no ha sido reconocida a nivel internacional. Los palestinos reclaman Jersualén Este como la capital del Estado independiente de Palestina, que también incluiría Cisjordania y la Franja de Gaza.
"El descubrimiento de este papiro, que muestra el nombre de nuestra capital, supone una clara prueba de que Jerusalén era y será siempre la capital eterna del pueblo judío", ha manifestado el ministro de Cultura, Miri Regev.

El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, ha acusado a Israel de llevar a cabo una campaña arqueológica "de premisas y hechos distorsionados" para intentar justificar su reivindicación de la ciudad sagrada.