Revelan el rostro de la "Dama de los Cuatro Tupus" de Caral (Perú)

Rostro de la “Dama de los Cuatro Tupus”. Fue reconstruido gracias a la tecnología en tercera dimensión o 3D. (Foto: Andina).

El misterio que embargaba sobre la identidad de una mujer de alto estatus social en la civilización Caral, llamada la Dama de los Cuatro Tupus, cuyos restos fueron encontrados en el sitio arqueológico de Áspero, ha sido revelado con la presentación de su rostro reconstruido gracias a la tecnología en tercera dimensión o 3D.

En conferencia de prensa, el diseñador en 3D, el brasileño Cícero Moraes, encargado de esta compleja labor, destacó que este es el resultado de la aplicación de nuevas tecnologías a la reconstrucción facial forense, la cual exigió un plazo de dos meses y tuvo un carácter multidisciplinario, dado que se coordinó estrechamente con los arqueólogos de la Zona Arqueológica Caral.

El diseñador brasileño en 3D Cícero Moraes, encargado de la labor de reconstrucción facial de la Dama de los Cuatro Tupus (Foto: Andina).

Refirió que este logro fue posible también gracias al acuerdo de cooperación institucional que suscribieron en mayo de este año la Zona Arqueológica Caral y la Universidad Inca Garcilaso de la Vega para llevar a cabo el proyecto “Reconstrucción facial forense de la Dama de los Cuatro Tupus”.
Moraes —quien también tuvo a su cargo la reconstrucción facial de los santos peruanos Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres, así como del Señor de Sipán y de la Señora de K’anamarka— sostuvo que en el caso de la Dama de los Cuatro Tupus, el trabajo fue distinto puesto que, a diferencia de los restos óseos de los casos antes mencionados, en el de este personaje femenino se encontró una deformación en la estructura izquierda del rostro (abajo).


“Aquí hubo que tener mucho cuidado para hacer la reconstrucción, y tuvimos que hablar ampliamente con los arqueólogos para realizar una reconstrucción científica que fuera compatible con el rostro de la persona”, manifestó.

El experto dijo que el proceso comenzó con la toma de fotografías del cráneo en su totalidad y después se retiró la masa oscura que tenía en la zona izquierda. A continuación, se reconstruyó esa zona reproduciendo a manera de “espejo” con el lado derecho de la cara. Una vez resuelto el desafío de la conformación ósea, se procedió a colocar músculo, piel, cabello, ojos y los demás elementos que permitieran dar forma final a la faz, teniendo siempre presente la información proporcionada por los arqueólogos y especialistas de la Zona Arqueológica Caral.


Por su parte, la directora de la Zona Arqueológica Caral, Ruth Shady (abajo) destacó la revelación del rostro de la Dama de los Cuatro Tupus y recordó que el año pasado fue presentado al mundo el hallazgo del entierro de esta mujer de alto estatus social, encontrado en el sitio arqueológico Áspero, la ciudad pesquera de Caral, ubicada en la localidad de Supe Puerto.



Según relató Shady, los análisis hechos a los restos óseos indicaron que se trataba de una mujer de aproximadamente 40 años que fue enterrada de acuerdo a su importancia social, con importantes ofrendas, y como parte del ajuar funerario fueron colocados objetos muy apreciados en tiempos de la civilización Caral.

“De acuerdo al lugar donde fue encontrado el entierro de la "Dama de los Cuatro Tupus", y de los materiales asociados, se infiere el alto estatus social que alcanzó este personaje femenino hace 4.100 años, así como la interacción intercultural entre la costa, la sierra y la selva del país, los valores socioculturales como la equidad de género, y el respeto entre diversas culturas con visión de integración para alcanzar beneficios compartidos”, declaró Ruth Shady.


Foto: Los cuatro tupus hallados junto al cádaver.

La presentación del rostro de la Dama de los Cuatro Tupus se realizó en el marco de la conmemoración de los 23 años de investigación de la civilización Caral, acto realizado en la sede del Ministerio de Cultura.

Fuentes: peru.com | elcomercio.pe | 11 de octubre de 2017

El reloj biológico

Los tres premiados con el nobel de fisiología o medicina, Drs. Hall, Rosbash y Young.

La Real Academia de Ciencias de Suecia acaba de conceder el Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2017 a los investigadores Jeffrey Hall y Michael Rosbash (Universidad de Waltham, Massachusetts), que comparten la distinción con Michel Young (Universidad de Rockefeller, Nueva York). Durante muchos años, los tres científicos han intentado descifrar los ritmos fisiológicos diarios (circadianos) de los seres vivos ¿Qué genes y proteínas están detrás de este proceso biológico?

En los inicios de los años 1980s, los tres investigadores consiguieron aislar un gen en las moscas de la fruta, al que denominaron period. Ese gen codificaba para una proteína (PER), que se acumulaba durante la noche y provocaba determinados efectos durante el día hasta su agotamiento. Ese ciclo diario es común en todos los organismos multicelulares. Los seres humanos, por supuesto, también tenemos un reloj molecular, que funciona estupendamente hasta que nos empeñamos en trastocar el mecanismo fisiológico con nuestros hábitos propios de lo que denominamos civilización. Es entonces cuando surgen problemas patológicos serios, incluyendo el insomnio. Los nuevos premiados por Real Academia de Ciencias de Suecia han terminado por desentrañar el funcionamiento de este reloj biológico, que tanto nos ha intrigado durante años.

La noticia de este premio me ha traído a la memoria un tema de crucial importancia para el estudio de la biología de nuestros ancestros. En 1985, mis colegas y buenos amigos Timothy Bromage y Christopher Dean publicaron un artículo en la revista Nature, donde proponían un cambio en el paradigma sobre el crecimiento y el desarrollo de los homininos. Hasta entonces, y merced a una tesis doctoral realizada en la Universidad de Pensilvania (EEUU), se pensaba que todos los homininos conocidos hasta entonces compartían con nosotros el mismo tiempo de crecimiento (unos 18 años) y un modelo complejo de desarrollo (incluyendo los períodos de niñez y adolescencia). Bromage y Dean estudiaron el resultado del crecimiento circadiano del esmalte de los dientes en varias especies de homininos y sus conclusiones cambiaron para siempre la forma de entender la biología de nuestros ancestros.

Los ameloblastos son células especializadas en la formación del esmalte, la sustancia más dura de nuestro organismo. Durante parte de las 24 horas de un día, estas células segregan amelogenina, una proteína que regula el crecimiento de los cristales de hidroxiapatita que forman la corona de esmalte. El funcionamiento circadiano de los ameloblastos deja pequeñas señales en el esmalte (estrías transversales), que se pueden ver con microscopios especiales a unos 20-30 aumentos. Timothy Bromage diseñó uno de estos equipos, que ahora utiliza nuestro Grupo de Antropología Dental. Bromage y Dean confirmaron que aproximadamente cada siete días el proceso de formación de amelogenina se detiene. Ese “paro biológico” es suficientemente largo como para dejar su huella en el esmalte. Estas huellas ya fueron observadas por el científico sueco Anders Retzius en el siglo XIX, pero, a pesar del tiempo transcurrido, queda por averiguar la razón de ese breve descanso en la formación del esmalte.

Más de treinta años después de aquel artículo publicado por Bromage y Dean, ya se sabe que el paro biológico de los ritmos circadianos en la formación del esmalte es variable, tanto en las especies fósiles como en Homo sapiens. Nuestro crecimiento se detiene, en promedio, cada ocho o nueve días. Pero los dos científicos demostraron que en las especies de Australopithecus y en Homo habilis el número de ameloblastos que trabajan al mismo tiempo es mayor y los descansos son en cambio menos frecuentes que en Homo sapiens. Como consecuencia, las coronas de los dientes de aquellos homininos se formaban muy deprisa en relación a lo que sucede en los humanos actuales. Puesto que existe una relación en la formación de los dientes y la formación del resto del cuerpo, la conclusión inevitable es que las especies de homininos del Plioceno llegaban a la vida adulta mucho antes de lo que lo hacemos nosotros. Los australopitecinos caminaban erguidos, como nosotros, pero su tiempo de crecimiento y su modelo de desarrollo era muy similar al de los chimpancés. Desde entonces, averiguar cómo y cuándo hemos llegado a tener un desarrollo tan largo y complejo como el que tenemos en la actualidad es todavía una asignatura pendiente.

Fuente: quo.es | 10 de octubre 2017

Hallan más de 50 nuevos kilómetros de los acueductos romanos de Mérida

Imágenes de los hallazos romanos descubiertos en Cornalvo. / HOY

El trabajo de investigación desarrollado durante meses por los arqueólogos del Consorcio de la Ciudad Monumental, Santiago Feijoo y Diego Gaspar, sobre la red hidráulica que abastecía la antigua villa romana, ha derivado en la localización de más de 50 kilómetros nuevos de los acueductos romanos, que traspasan incluso la frontera del parque natural de Cornalvo.

El proyecto aporta novedades sorprendentes e interesantes sobre la verdadera dimensión y recorrido de los conductos de Augusta Emerita. La ciudad se ubica en una zona con poca agua en la que se detectan fuentes pero con escaso caudal. «Por este motivo, la villa romana contaba con cuatro acueductos y al menos ocho ramales para reunir el agua suficiente y alimentar las conducciones principales. Si hay tantos, nosotros nos preguntamos, ¿por qué no iba a haber más?». Esta cuestión planteada por Feijoo es precisamente la premisa en la que se sustenta el proyecto.

«Buscando los ramales identificamos varios, y al comprobar sus dimensiones nos dimos cuenta de que eran acueductos en sí mismos», relata Feijoo. En concreto encontraron 30 nuevos kilómetros del canal de la conducción de Cornalvo, que se suman a los 40 ya conocidos.

El nuevo tramo sigue hacia el norte desde el lugar que se consideraba hasta ahora como el nacimiento del canal, situado un poco más arriba del embalse. Desde allí, sube hacia el Picorro, atraviesa el monte a través de una galería con un túnel a unos 15 metros bajo la superficie, con casi cincuenta pozos de registro y más de un kilómetro de recorrido en profundidad uniendo dos cuencas hidráulicas.

Palma y García junto a los arqueólogos Feijoo y Gaspar. / BRÍGIDO.

«Esto es una obra de ingeniería relevante», resalta Feijoo. El conducto descubierto continúa después serpenteando hasta la Navilla y luego paralelo al río Aljucén atraviesa la sierra hasta llegar a la desembocadura del arroyo Montanchuelo, en Arroyomolinos, donde se pierde en el llano cultivado. «Con lo localizado hasta ahora ya es uno de los acueductos más largos de la península entre 75 y 90 kilómetros de canal. Para saber dónde nace habría que recurrir a otra tecnología», detallan los arqueólogos.

Este no ha sido el único hallazgo en Cornalvo. También han localizado 20 metros de otro acueducto que nace en mitad del parque natural y discurre al norte de la Sierra del Moro junto al río Aljucén. Desde allí, en un tramo perdido de otros 30 kilómetros, bajaría hasta unirse con Los Milagros, Las Abadías o con el de Rabo de Buey. «Es probable que sea con el de Las Abadías. Se trataba de una obra impresionante, con arquerías nuevas y propia de la propaganda imperial», remarca Feijoo.

Tecnología avanzada

Para la búsqueda y detección de las obras de ingeniería romana, en su mayoría subterráneas, han hecho uso de tecnología avanzada de análisis del terreno como lo son los datos Lidar. «Se obtienen mediante un sensor que se instala en un avión. Realizamos el recorrido y el sensor nos fue facilitando las señales del terreno», explica Gaspar. Después aislaron los puntos para trabajar directamente sobre los que se correspondían con la geografía. De esta forma detectaron las microelavaciones del terreno por donde transcurrían las conducciones bajo tierra.

En cuanto a si hay o no restos visibles, los arqueólogos indican que su mayoría se encuentran en parcelas de particulares o cotos de caza. «Son muy esporádicos», apuntan. En el caso del nuevo tramo que conecta con Mérida se han hallado incluso paramentos de una fabricación más pobre. Lo expuesto es solo la punta del iceberg de un plan más ambicioso, que desencadenará, seguro, nuevas conclusiones. El siguiente paso sería conseguir documentar lo descrito mediante catas en varios lugares y puntuales, lo que permitiría confirmar su existencia así como la validez de las técnicas empleadas.

Fuente: hoy.es | 10 de octubre de 2017

Descubren que "permanecer en casa" fue clave en el cambio de la tecnología de la Edad de Piedra hace 58.000 años

Fig. 1: Núcleos discoidales y núcleos testados en los escenarios con rocas locales de las capas posteriores a Howiesons Poort en la cueva de Sibudu. Fig 2: Núcleos bipolares de cuarcita posteriores a las capas Howiesons Poort de la cueva de Sibudu. Fig 3: Piedras de moler y afilar posteriores a las capas de Howiesons Poort en la Cueva de Sibudu. Fig. 4: Diferentes herramientas encontradas en las capas posteriores a Howiesons Poort de la Cueva de Sibudu. La mayoría de las piezas demuestran un conjunto de herramientas no estandarizadas. Sin embargo, los segmentos típicos de Howiesons Poort (B, D y F) aún se producían. Crédito: Wits University.

Según una nueva investigación publicada en la revista especializada Plos One, los seres humanos de la Edad de Piedra empezaron a asentarse antes de lo que se pensaba, hace aproximadamente 58.000 años.

La investigación, realizada por científicos del Instituto de Estudios Evolutivos de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), está basada en los datos obtenidos en Sibudu, un refugio rocoso en KwaZulu Natal, Sudáfrica, donde exploraron los cambios observados entre una colección de restos conocida como Howiesons Poort, que data de hace unos 65.000 o 62.000, y la siguiente, de unos 58.000 años.


El hallazgo sugiere que hace 58.000 años la gente permanecía en Sibudu más tiempo que en los asentamientos anteriores. Hay evidencias de una acumulación considerable y rápida de sedimentos quemados, de milímetros de espesor, en capas apiladas.

Entre los restos encontrados en el sitio, hay muchas piedras usadas para moler ocre y/o hueso. Hay constancia de que se utilizó una variedad de técnicas de caza, tal vez incluyendo el primer uso de trampas, para la captura de criaturas pequeñas. Los restos de los animales traídos a Sibudu reflejan esta diversidad, ya que hay huesos de grandes de cebra, pequeños de antílope, e incluso palomas y pequeños carnívoros.

Las herramientas más antiguas encontradas eran de piedra en forma de media luna, elaboradas con hojas largas y finas hechas con dolerita, cuernos y cuarzo. Estos "segmentos", como se les llama, fueron colocados en haces o asas en una variedad de ángulos usando adhesivos compuestos que incluían a veces ocre rojo (un óxido de hierro).

El kit de herramientas incluye lo que puede ser la punta de flecha de hueso más antigua del mundo.

Foto: Vista sobre un área de excavación dentro de la cueva de Sibudu. La cueva contiene evidenciass de los cambios que ocurrieron entre el período de Howiesons Poort (datado hace aproximadamente 65.000 a 62.000 años en Sibudu) y el que lo siguió hace 58.000 años.

Sin embargo, el estilo de herramientas Howiesons Poort con sus largas y delgadas cuchillas se reemplaza hace 58.000 años por una tecnología más simple que podía ser producida rápidamente. Las piedras gruesas como la cuarcita y la piedra arenisca se hicieron populares, quizá porque podían ser recogidas cerca de Sibudu. Las nuevas herramientas formaban parte de un conjunto no estandarizado con formas triangulares o irregulares. Pequeñas piezas en escamas también se produjeron utilizando una técnica bipolar (en términos sencillos, esto implica romper una pequeña pieza de roca con una especie de martillo).

Los factores ambientales no parecen haber influido en los cambios tecnológicos. Según los autores, es posible que fueran los cambios en el tamaño de la tribu o la pertenencia al grupo lo que influyó en las decisiones sobre si permanecer o no en Sibudu. Ahora bien, no sabemos si el grupo de hace 58.000 años fue mayor que el anterior o si grupos pequeños ocuparon el sitio durante más tiempo. Lo que podemos decir es que las personas que usaron la tecnología simple, posterior a Howiesons Poort, fueron hombres de hogar que preferían recoger las materias primas que necesitaban cerca de su campamento.

Fuentes: nmas1.org | PHYS.ORG | 10 de octubre de 2017

La ratio de zurdos se mantiene estable en sociedades cazadoras-recolectoras desde la prehistoria

Barack Obama firma su primer acta como presidente. Imagen de archivo. EFE/Molly Riley. POOL.

Una investigación del profesor de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) Eder Domínguez, a partir del estudio del proceso de creación de útiles líticos, ha permitido concluir que la ratio de personas zurdas se mantiene estable desde la prehistoria en las sociedades cazadoras y recolectoras actuales.

No obstante, el estudio revela que estas ratios distan algo de las de sociedades industrializadas, donde el porcentaje de personas zurdas varía entre un 5 % y un 15 %, dependiendo del nivel de industrialización.

Según informala UPV-EHU en una nota, Eder Domínguez ha desarrollado esta línea de investigación en su tesis doctoral, titulada "Evaluación arqueológica del proceso de lateralización.

Determinación cuantitativa de la lateralidad poblacional, desde los neandertales hasta la actualidad", que ha sido dirigida por los profesores Álvaro Arrizabalaga (UPV-EHU) e Ignacio Martínez (Universidad de Alcalá de Henares).

En su tesis, Domínguez (izquierda) explica que "los útiles prehistóricos constituyen una fuente de información muy valiosa para conocer cómo era la vida de nuestros antepasados, pero también para entender cómo se comportaban y cómo pensaban".
Aclara que esto es así porque "es la mente la que crea la herramienta, a partir de la cual es posible "tratar de obtener información sobre la cognición humana".

De esta forma, es posible realizar estudios que analizan, a través de la industria lítica, la "dominancia" de unas partes del cuerpo respecto a otras, en un efecto que se denomina "lateralidad".
El estudio de Domínguez parte del análisis de "sociedades productoras del Neolítico y Calcolítico, que permiten analizar cómo influyen los factores culturales de la lateralidad poblacional", y continúa con el estudio de grupos neandertales, ya en el Paleolítico (sociedades cazadoras-recolectoras).

La investigación desarrolla dos métodos, el primero de los cuales ha permitido "deducir la lateralidad de un productor de hachas a partir de la morfología del corte de una herramienta pulida, aplicable a materiales neolíticos y calcolíticos".

El segundo método ha servido para "establecer la lateralidad del tallista a partir de lascas, mediante el análisis de unas fracturas que en ocasiones se desarrollan en torno al punto de percusión".
Gracias a estos dos sistemas, Domínguez ha establecido "los niveles poblacionales de lateralidad en diferentes momentos de la prehistoria, y su comparación con los niveles poblacionales actuales de diferentes sociedades", lo que le ha permitido "entender mejor las asimetrías cerebrales, su evolución y su relación con el lenguaje".


Representación de los ángulos de percusión y las direcciones utilizadas que caen en el mismo punto sobre un núcleo, en el caso de talladores diestros y zurdos.

Para el ámbito del Neolítico y del Calcolítico el experto ha estudiado una gran cantidad de útiles pulimentados de 36 yacimientos ubicados en Bizkaia, Álava y Navarra.

En cuanto a los restos arqueológicos paleolíticos, el investigador analizó los niveles musterienses (neandertales) del abrigo de Le Moustier (40.000 años), y del nivel VII de Grotte Vaufrey (200.000 años aproximadamente), así como la secuencia completa del abrigo de Axlor en Dima (Bizkaia).
En el caso de las sociedades productoras del Neolítico y del Calcolítico, se estudiaron cien hachas pulimentadas, y en las sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico, se analizaron 690 lascas.

Los resultados obtenidos en ambos exámenes revelan ahora que "los niveles poblacionales de lateralidad para sociedades cazadoras-recolectoras son de una ratio zurdo/diestro de 3/7, mientras que en las sociedades productoras estarían ligeramente más lateralizadas con una ratio zurdo/diestro 2,7/7,3, con una proporción de diestros algo mayor", apunta.

Unos datos que son similares a los de sociedades cazadoras-recolectoras actuales, pero que "distan algo de los de sociedades industrializadas".

La investigación recuerda no obstante que "existe un control genético de la lateralidad manual" y que "cuestiones como la cultura, el estado socio-económico o incluso el sexo y la edad, influyen fuertemente en los niveles poblacionales y en la propia dominancia manual del individuo".
Por lo tanto, "debemos comparar con cautela la lateralidad manual de una población prehistórica con la de las actuales, y tener cuidado al contrastar las tareas con las que hoy en día se mide la dominancia manual, por ejemplo la escritura, con las que pudieran realizar nuestros antepasados", concluye Domínguez.

Fuente: diariovasco.com | 9 de octubre 2017