Se inaugura en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares la exposición ‘Mauricio Antón, Arte y Paleontología’

La consejera de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, inaugura la exposición 'Mauricio Antón, Arte y Paleontología' – CAM

El Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares ha inaugurado este martes la exposición ‘Mauricio Antón, Arte y Paleontología’, una exposición que hace un recorrido por la obra de este ilustrador paleontológico y científico que ha trabajado con los principales equipos de investigación a nivel internacional y que podrá visitarse, gratis, hasta el 22 de enero.

La muestra acerca al público una selección de más de ochenta obras originales-óleos y dibujos-, reproducciones digitales a gran escala, modelos escultóricos de trabajo, vídeos y publicaciones, que enseñan no solo la obra de Antón, sino el proceso de trabajo científico previo a la elaboración de las escenas que construye.

La consejera de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, el alcalde de Alcalá, Javier Rodríguez Palacios, el director del museo, Enrique Baquedano, y el autor de las obras, Mauricio Antón, han sido los encargados de inaugurar la exposición en el museo de la plaza de las Bernardas de Alcalá de henares.

Una exposición con cuatro apartados

El recorrido por ‘Mauricio Antón, Arte y Paleontología’ comienza con los primeros trabajos del autor en colaboración con paleontólogos especializados en el estudio y reconstrucción de faunas del Mesozoico, que incluye dinosaurios y otros grupos de animales extintos.

A continuación, la visita muestra cómo se desarrolla el trabajo de un paleo-artista, que no se limita a la creación de imágenes de la vida prehistórica, sino que se trata de un proceso de reconstrucción en el cual las imágenes son la plasmación visual de hipótesis científicas, creadas a partir del estudio de los fósiles y su interpretación en términos biológicos.

Posteriormente, en el apartado ‘Fósiles y animales vivientes, de safari por el terciario’ se realiza un viaje por el mundo prehistórico, descubriendo una gran diversidad de especies y explorando sus modos de vida y su encaje en los ambientes que habitaron.

Para finalizar, el capítulo ‘Cosas de familia: la evolución humana en imágenes’ reconstruye el comportamiento de los homínidos extintos, según la anatomía funcional y la paleoecología de la época.

Rivera de la Cruz ha señalado a Antón como «uno de los grandes ilustradores paleontológicos internacionales de referencia» y ha destacado el atractivo de la muestra, que enseña cómo trabaja un profesional del arte y la ciencia.

Con motivo de esta exhibición, se ha publicado también un catálogo que incluye las obras de la muestra, acompañadas de los textos de algunos de los especialistas con los que ha colaborado Mauricio Antón a lo largo de su carrera.

Fuente: noticiasparamunicipios.com | 4 de octubre de 2022

Premian con el Nobel de Medicina a Svante Pääbo por sus hallazgos en la evolución humana

El biólogo sueco Svante Pääbo habla durante una rueda de prensa celebrada en Oviedo el 17 de octubre de 2018. / EFE/José Luis Cereijido.

La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska ha concedido el Premio Nobel de Medicina o Fisiología 2022 al investigador sueco Svante Pääbo (Estocolmo, 1955), vinculado actualmente al Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania) y al Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (Japón).

Según el jurado, el galardón se le concede "por sus descubrimientos sobre los genomas de los homininos extintos y la evolución humana". Sus hallazgos también le valieron en 2018 el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Sus estudios están vinculados a preguntas que han intrigado a la humanidad desde sus orígenes: ¿de dónde venimos y qué relación tenemos con los que nos precedieron?, ¿qué nos diferencia a nosotros, los Homo sapiens, de los demás homininos (homínidos próximos al ser humano)?

Gracias a su investigación pionera, Svante Pääbo logró algo aparentemente imposible: secuenciar el genoma del neandertal, un pariente extinto de los humanos actuales. También hizo el sensacional descubrimiento de un hominino hasta entonces desconocido: el 'Hombre de Denísova' o denisovano.

Y lo que es más importante, descubrió que se había producido una transferencia de genes de estos homininos ya extinguidos al Homo sapiens tras la migración fuera de África hace unos 70.000 años. Este antiguo flujo de genes hacia los humanos actuales tiene relevancia fisiológica hoy en día, por ejemplo, afectando a la forma en que nuestro sistema inmunológico reacciona a las infecciones.

El trabajo de Pääbo incluye estudios genéticos de neandertales y denisovanos, proporcionando una base para explicar lo que nos hace singularmente humanos. / Nobel Prize.

¿De dónde venimos?

La cuestión de nuestro origen y de lo que nos hace únicos ha ocupado a la humanidad desde la antigüedad. La paleontología y la arqueología son importantes para el estudio de la evolución humana. Sus investigaciones aportan pruebas de que el humano anatómicamente moderno, Homo sapiens, apareció por primera vez en África hace aproximadamente 300.000 años, mientras que nuestros parientes más cercanos conocidos, los neandertales, se desarrollaron fuera de África y poblaron Europa y Asia occidental desde hace unos 400.000 años hasta hace 30.000, momento en el que se extinguieron.

Hace unos 70.000 años, grupos de Homo sapiens emigraron de África a Oriente Medio y, desde allí, se extendieron al resto del mundo. Así, humanos modernos como nosotros y neandertales coexistieron en amplias zonas de Eurasia durante decenas de miles de años. Pero, ¿qué sabemos de nuestra relación con ellos? Las pistas se derivan de la información genómica.

A finales de la década de 1990, se había secuenciado casi todo el genoma humano. Este fue un logro considerable, que permitió realizar estudios posteriores sobre la relación genética entre diferentes poblaciones humanas. Sin embargo, los estudios sobre la relación entre los humanos actuales y los neandertales extintos requerirían la secuenciación del ADN genómico recuperado de especímenes antiguos.

El ADN se localiza en dos compartimentos diferentes de la célula. El ADN nuclear alberga la mayor parte de la información genética, mientras que el genoma mitocondrial, mucho más pequeño, está presente en miles de copias. Después de la muerte, el ADN se degrada con el tiempo y al final solo quedan pequeñas cantidades. También se contamina con el ADN de, por ejemplo, bacterias y seres humanos contemporáneos. / Nobel Prize

Una tarea aparentemente imposible

Al principio de su carrera, Svante Pääbo quedó fascinado por la posibilidad de utilizar métodos genéticos modernos para estudiar el ADN de los neandertales. Sin embargo, pronto se dio cuenta de los enormes desafíos técnicos, ya que, con el tiempo, el ADN se modifica químicamente y se degrada en fragmentos cortos.

Después de miles de años, solo quedan trazas de ADN, y lo que queda está masivamente contaminado con ADN de bacterias y humanos contemporáneos. Como estudiante de postdoctorado con Allan Wilson, un pionero en el campo de la biología evolutiva, Pääbo comenzó a desarrollar métodos para estudiar el ADN de los neandertales, un esfuerzo que duró varias décadas.

En 1990, Pääbo fue contratado por la Universidad de Múnich (Alemania), donde, como profesor recién nombrado, continuó su trabajo sobre el ADN antiguo. Decidió analizar el de las mitocondrias neandertales, orgánulos de las células que contienen su propio ADN. El genoma mitocondrial es pequeño y contiene solo una fracción de la información genética de la célula, pero está presente en miles de copias, lo que aumenta las posibilidades de éxito.

Con sus refinados métodos, Pääbo consiguió secuenciar una región de ADN mitocondrial de un trozo de hueso de hace 40.000 años. Así, por primera vez, tuvimos acceso a una secuencia de un pariente extinto. Las comparaciones con humanos y chimpancés contemporáneos demostraron que los neandertales eran genéticamente distintos.

Como los análisis del pequeño genoma mitocondrial solo aportaron información limitada, Pääbo asumió entonces el enorme reto de secuenciar el genoma nuclear neandertal. En ese momento, se le ofreció la posibilidad de crear el Instituto Max Planck en Leipzig al que sigue vinculado. En el nuevo centro, Pääbo y su grupo mejoraron constantemente los métodos para aislar y analizar el ADN de los restos óseos antiguos.

El equipo de Pääbo extrajo ADN de especímenes óseos de homínidos extintos. Primero obtuvo un fragmento de hueso de nNandertal en Alemania, el yacimiento que dio nombre a los neandertales. Más tarde, utilizó un hueso de dedo de la cueva de Denisova, en el sur de Siberia, el yacimiento que dio nombre a los denisovanos (izquierda). A la derecha, árbol filogenético que muestra la evolución y la relación entre el Homo sapiens y los homíninos extintos, así como los flujos genéticos descubiertos por Pääbo. / Nobel Prize

Secuenciación del genoma neandertal

El equipo aprovechó los nuevos avances técnicos, que hicieron que la secuenciación del ADN fuera muy eficiente. Pääbo también contrató a varios colaboradores con experiencia en genética de poblaciones y análisis de secuencias avanzados. Y sus esfuerzos tuvieron éxito, logrando publicar laprimera secuencia del genoma neandertal en 2010. Los análisis comparativos demostraron que el ancestro común más reciente de los neandertales y el Homo sapiens vivió hace unos 800.000 años.

El investigador sueco y sus colaboradores pudieron ahora investigar la relación entre los neandertales y los humanos actuales de diferentes partes del mundo. Los análisis comparativos mostraron que las secuencias de ADN de los neandertales eran más similares a las de los humanos contemporáneos procedentes de Europa o Asia que a las de los humanos contemporáneos procedentes de África.

Esto significa que los neandertales y los Homo sapiens se cruzaron durante sus milenios de coexistencia. En los humanos actuales con ascendencia europea o asiática, aproximadamente el 1-4 % del genoma procede de los neandertales.

Excavaciones en la cueva de Denísova.

Un descubrimiento sensacional: los denisovanos

En 2008, se descubrió un fragmento de hueso de dedo de 40.000 años de antigüedad en la cueva de Denísova, en el sur de Siberia. El hueso contenía un ADN excepcionalmente bien conservado, que el equipo de Pääbo secuenció. Los resultados causaron sensación: la secuencia de ADN era única en comparación con todas las conocidas de neandertales y humanos modernos.

El investigador sueco había descubierto un hominino desconocido hasta entonces: el denisovano. Las comparaciones con secuencias de humanos contemporáneos de diferentes partes del mundo mostraron que también se había producido un flujo de genes entre el hombre de Denísova y el Homo sapiens. Esta relación se observó por primera vez en poblaciones de Melanesia y otras partes del sudeste asiático, donde los individuos llevan hasta un 6 % de ADN de denisovano.

Los descubrimientos de Pääbo han permitido una nueva visión de nuestra historia evolutiva. En la época en que el Homo sapiens emigró de África, al menos dos poblaciones de homininos extinguidas habitaban en Eurasia. Los neandertales vivían en el oeste, mientras que los denisovanos poblaban el este del continente. Durante la expansión de los sapiens fuera de África y su migración hacia el este, no solo se encontraron y cruzaron con neandertales, sino también con denisovanos.

El equipo de Svante Pääbo en 2010, cuando lograron elaborar el primer borrador del genoma neandertal. De izquierda a derecha: Adrian Briggs, Johannes Krause, Svante Pääbo y Richard E. Green del Instituto Max Planck.

Padre de la paleogenómica

La investigación de Pääbo también ha dado lugar a una disciplina científica totalmente nueva: la paleogenómica. Tras los descubrimientos iniciales, su grupo ha completado el análisis de varias secuencias genómicas adicionales de homininos extintos.

Sus descubrimientos ofrecen un recurso único, que es utilizado ampliamente por la comunidad científica para comprender mejor la evolución y la migración humanas. Los nuevos y potentes métodos de análisis de secuencias indican que los homininos arcaicos también pueden haberse mezclado con los humanos modernos en África. Sin embargo, todavía no se ha secuenciado ningún genoma de los primeros en ese continente debido a la degradación acelerada del ADN antiguo en los climas tropicales.

Gracias a los hallazgos del nuevo premio nobel de Medicina, sabemos, además, que las secuencias genéticas antiguas de nuestros parientes extintos influyen en la fisiología de los humanos actuales. Un ejemplo es la versión denisovana del gen EPAS1, que confiere una ventaja para la supervivencia a gran altura y es común entre los tibetanos actuales. Otros ejemplos son los genes neandertales que afectan a nuestra respuesta inmunitaria a distintos tipos de infecciones.

Monje budista en las inmediaciones del Monasterio Rongbo, el más alto del mundo, situado a 5.100 m, a los pies del Everest.

¿Qué nos hace humanos únicos?

Al revelar las diferencias genéticas que distinguen a todos los seres humanos vivos de los homininos desaparecidos, sus descubrimientos sientan las bases para explorar lo que nos hace realmente singulares a los humanos actuales.

El Homo sapiens se caracteriza por su capacidad de crear culturas complejas, innovaciones avanzadas y arte figurativo, así como por cruzar aguas abiertas y extenderse por todo el planeta. Los neandertales también vivían en grupo y tenían un gran cerebro y utilizaban herramientas, pero estas se desarrollaron muy poco durante cientos de miles de años.

Las diferencias genéticas entre nosotros los sapiens y nuestros parientes extintos más cercanos eran desconocidas hasta que se identificaron gracias a los trabajos de Pääbo. Las investigaciones actuales se centran ahora en analizar las implicaciones funcionales que tienen esas características diferentes para aclarar qué es lo que tenemos realmente de humanos únicos.

Los descubrimientos de Pääbo han aportado información importante sobre cómo estaba poblado el mundo en la época en que el ‘Homo sapiens’ emigró de África y se extendió por el resto del mundo. Los neandertales vivían en el oeste y los denisovanos en el este del continente euroasiático. El mestizaje se produjo cuando el Homo sapiens se extendió por el continente, dejando rastros que permanecen en nuestro ADN. / Nobel Prize.

La opinión de Pääbo sobre si los sapiens, neandertales y denisovanos somos o no la misma especie

Los estudios genómicos de Pääbo y diversos restos paleoantropológicos confirman que los sapiens, los neandertales y los denisovanos se reprodujeron sexualmente, una evidencia que suele conducir a una pregunta recurrente: ¿son entonces la misma especie, entendida como organismos que se pueden entrecruzar y tener descendencia fértil?

“Bajo esa definición, los tres grupos serían la misma especie”, explicaba Pääbo a Sinc en 2018, cuando se descubrieron los restos de una hija de neandertal y denisovano, “pero nosotros nos mantenemos alejados del debate de si se trata de especies diferentes o no, porque no existe una definición universal de especie”.

El experto pone un ejemplo: “Los osos polares y los grizzlies tienen descendencia fértil en la naturaleza. Sin embargo, se ven diferentes y se comportan de manera distinta, por lo que la mayoría de las personas los considerarían especies diferentes”.

“Por lo tanto, es una discusión académica estéril hablar de si los neandertales y los humanos modernos o los denisovanos son especies separadas o no”, concluye Pääbo, quien en un artículo publicado en Nature reconocía que tampoco le gusta mucho el término ‘híbrido’ para referirse a casos como el de Denny –como cariñosamente se llamó a la joven neandertal-denisovana–, porque eso implicaría que procede de dos especies distintas, cuando la realidad es que los límites taxonómicos entre estos grupos humanos (que podrían ser subespecies de Homo sapiens) todavía son bastante difusos y objeto de debate.

Reacciones

“Demostrar los cruces de sapiens con neandertales y otros homínidos fue todo un cambio de paradigma en evolución humana”, resalta el genetista del CSIC, Carles Lalueza-Fox (izquierda), que colaboró con Pääbo en la secuenciación del primer genoma neandertal a partir de fósiles hallados en Croacia, Rusia, Alemania y en la cueva de El Sidrón, en Asturias. Lalueza-Fox acompañó al sueco en sus expediciones por esta gruta, donde la temperatura constante permitió que el ADN de los homínidos se conservase a pesar de llevar ahí unos 50.000 años. “Svante tiene una fuerte personalidad y es un visionario. Creo que es el único caso de todo un campo de investigación dominado por una sola persona”, apunta el genetista.

El paleoantrolólogo del CSIC, Antonio Rosas, también coautor del genoma neandertal y colaborador de Pääbo, destaca que su gran aportación científica ha sido unificar dos ámbitos aparentemente incompatibles. “Él ha sido capaz de aglutinar la biología molecular con la arqueología y la paleoantropología en un mismo paradigma”, resalta.

José María Bermúdez de Castro (izquierda), codirector de los yacimientos de Atapuerca, manifiesta: "Se trata de la primera vez que nuestro ámbito científico es reconocido con el Nobel y en mi opinión es un premio muy merecido porque Svante Pääbo ha abierto una caja extraordinaria de posibilidades para la investigación de la evolución humana", valora en conversación telefónica.

"Lo que ha hecho tanto Pääbo como su equipo, porque tiene un equipo magnífico y alumnos aventajados por todas partes, ha supuesto un punto de inicio y de referencia extraordinario, y un punto de inflexión en nuestro ámbito científico", añade Bermúdez de Castro, que recuerda que el genetista sueco ha trabajado también en España con los neandertales hallados en cueva de El Sidrón (Asturias).

El paleontólogo rememora cómo cuando era estudiante, allá por los años 70, ya se hablaba de que la paleontología molecular sería interesante: "Y tanto que lo ha sido. Nosotros siempre hemos estudiado la morfología [de los fósiles], que es lo que teníamos a nuestra disposición y es importantísimo, pero al llegar la genómica se han abierto muchísimas puertas, nuevas líneas de investigación y nuevas preguntas, aunque lamentablemente, no de todos los fósiles se puede sacar ADN".

La secuenciación del genoma de los neandertales, "que son tan característicos y especiales", explica Bermúdez de Castro, fue un salto cualitativo y un punto de inflexión. "Luego apareció el ADN de los denisovanos, y ha creado unas expectativas extraordinarias no sólo en Siberia, también en Asia. Estamos trabajando mucho en China donde hay fósiles que aún no sabemos qué son, y se están relacionando con los denisovanos".

El codirector de Atapuerca señala asimismo que el estudio de las paleoproteínas -cuyo primer estudio en homínidos se publicó en 2020 sobre la especie Homo antecessor- es otro campo vinculado que están desarrollando ahora y para el que tienen grandes expectativas.

Juan Luis Arsuaga (izquierda), codirector de los yacimientos de la sierra de Atapuerca (Burgos), ha colaborado en numerosas ocasiones con el biólogo sueco.

"Le han dado el premio a una amigo. A nivel personal, trabajar con un Nobel es impresionante. Además, ha abierto una línea de investigación nueva. Se lo merece porque es un pionero, un visionario", afirma, al tiempo que recuerda queel ADN más antiguo pertenece a la Sima de los Huesos, en Atapuerca.

Robert Sala (derecha), director del Instituto Catalan de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), destaca que el trabajo de Pääbo "ha puesto a nuestro alcance una herramienta muy potente para identificar la evolución, adaptación y movimiento de las poblaciones humanas". "La herramienta genética puesta a punto por Svante Pääbo ha permitido identificar relaciones a larga distancia [entre homínidos] pero también ha mostrado la desaparición de poblaciones en distintos momentos de la prehistoria. Muchas veces ha confirmado hipótesis de los prehistoriadores, pero en otras ha puesto en evidencia cambios no detectados previamente", esgrime el experto.

Fuentes: agenciasinc.eselpais.com | elmundo.es | abc.es | elperiodico.com | 3 de octubre de 2022

El misterio de Isetodai, el ‘Stonehenge japonés’ que los científicos no han logrado descifrar

Crédito: AKITAINU TOURSIM

A más de 4.000 años de haberse construido, todavía no existe un consenso sobre el uso original de Isetodai: los círculos prehistóricos de piedra en Japón.

«Aunque no hubo contacto entre Japón y Gran Bretaña en la prehistoria», documenta English Heritage, «existen paralelos sorprendentes entre ellos». Tal es el caso del sitio de Isetodai, erigido en la campiña japonesa, con cientos círculos de piedra ceremoniales construidos por la cultura Jomon, desperdigados en el archipiélago asiático.

Así como sucede con los henges británicos, el conjunto de Isetodai son piedras verticales acomodadas en círculo intencionalmente. Muchas de ellas se concentran en la isla de Hokkaido y en Nagano. A pesar de que han sido ampliamente documentados a lo largo del país, todavía no existen certezas sobre su uso original. Ésta es la razón.

Foto

Alineados a los ciclos naturales

Según los registros de la UNESCO, el conjunto de Isetodai cuenta con al menos 17 sitios arqueológicos prehistóricos al sur de Hokkaido. Enmarcados por las montañas, llanuras y colinas del campo, se sabe que fueron empleados durante al menos 10.000 años por la cultura Jomon.

Se sabe que los pobladores de estos asentamientos fueron preagrícolas, pero sedentarios. Y lo que es más: pergeñaron un complejo sistema de creencias y rituales espirituales. Muchos de ellos, ligados a la naturaleza y a los ciclos astronómicos —tal y como pasó en Stonehenge:

El sitio arqueológico de Sannai Maruyama, que data de alrededor de 5.900 años de la Era Jomon de Japón, en la ciudad de Aomori, en el noreste de Japón. | Crédito: Photo by Kyodo News via Getty Images.

«Da fe del surgimiento, desarrollo, madurez y adaptabilidad a los cambios ambientales de una sociedad sedentaria de cazadores-pescadores-recolectores», explica la institución.

Las expresiones de espiritualidad de la cultura Jomon se manifestaron con vasijas lacadas, tablillas de arcilla impresas con pies humanos y figurillas con ‘ojos saltones’, como las describe la UNESCO, tras catalogar al sitio como Patrimonio de la Humanidad en 2021. Por su parte, los círculos de piedra en Isetodai alcanzan diámetros de hasta 50 metros, lo que «atestigua el raro y muy temprano desarrollo del sedentarismo preagrícola».

Foto

Isetodai: ¿los primeros edificios de Japón?

Aunque el sitio de Isetodai está rodeado todavía por un halo de misterio, los arqueólogos japoneses aseguran que se construyó hace 4.000 años —alrededor del mismo tiempo que Stonehenge alcanzaba su auge. Además de los círculos de piedra colosales, se han encontrado «rastros de edificios» prehistóricos, según los describe el portal oficial del yacimiento.

En el mismo espacio se han encontrado alrededor de 200 figurillas de arcilla. Los investigadores piensan que se usaron como ídolos, empleados durante las ceremonias prehistóricas para la adoración de los elementos y fenómenos naturales.

Foto: Crédito: MUSEO ISETODAI

Foto

Por su parte, English Heritage iguala la función de Stonehenge —y otros círculos de piedra británicos— con la finalidad de Isetodai y otros sitios similares en Japón. Por las similitudes entre ambos desarrollos prehistóricos, los científicos piensan que los megalitos verticales fueron empleados como calendarios solares, para regir la agricultura. El hecho de que otros sitios en el país estén alineados con los dos solsticios del año fortalece esta hipótesis.

En la actualidad, todos estos elementos se pueden ver en el Museo Isetodai. La institución ofrece rutas guiadas a través de los círculos de piedra, así como una visión de la colección de todos los artículos milenarios que se han excavado en el sitio.

Foto

Fuente: ngenespanol.com | 4 de octubre de 2022

Abuna Yemata Guh: el lugar de culto más inaccesible del mundo se encuentra en Etiopía

Abuna Yemata Guh es una iglesia monolítica ubicada en el Wored Hawzen de la región de Tigray, Etiopía. Está situado a una altura de unos 2.580 metros y tiene que ser subido a pie para llegar. Destaca por su cúpula y hermosas pinturas murales que datan del siglo V y por su arquitectura.

La iglesia está tallada en el costado de un acantilado y para llegar a ella, los visitantes y los fieles tienen que cruzar un puente de piedra natural con una caída en picado de aproximadamente 250 metros a cada lado, y luego una última pasarela de madera estrecha, seguida mediante un ascenso por una pared vertical de roca totalmente dependiente de agarres de manos y pies (descalzos ya que se considera un suelo sagrado) coronado con una caminata sobre una cornisa de 50 cm de ancho frente a un acantilado de unos 92 metros de desnivel.

“Las rutas están bendecidas”, dijo el padre Assefa. “Nadie ha muerto nunca. Nuestro santo patrón salva a los que caen con su viento. Se devuelven a la cornisa desde la mitad de la altura”.

El abuelo del padre Assefa también fue sacerdote en Abuna Yemata Guh, y generaciones de sacerdotes han sido enterrados entre las rocas.

La iglesia fue construida por San Abuna Yemata, uno de los nueve santos que salieron de Siria, Constantinopla o Roma, para llevar el cristianismo a Etiopía a fines del siglo V.

Según Lonely Planet, los primeros 45 minutos de la subida son un poco desafiantes, con un par de secciones complicadas que requieren acción de apoyo; los guías llevan cuerdas para el empuje final. Los últimos dos minutos requieren nervios de acero para hacer la pelea final y caminar por una cornisa precaria sobre una caída de 200 m.

La iglesia alberga algunas de las obras de arte cristianas más antiguas del mundo

En el interior, las paredes de piedra arenisca están adornadas con retratos de los protagonistas de la Biblia, así como representaciones de sus parábolas.

Hay más pinturas que representan figuras del Antiguo Testamento que del Nuevo Testamento. El aire seco y la falta de humedad han conservado estas obras de arte en su perfección original.

Foto

Las pinturas se remontan a los rastros iniciales del cristianismo en Etiopía y tienen como tema los nueve santos y los doce apóstoles. Los iconos más antiguos se encuentran en forma de dípticos y trípticos que datan del siglo XV.

La iglesia de Abuna Yemata Guh cuenta con guías locales en cada paso del ascenso, asegurándose de que los visitantes sepan qué punto de apoyo tomar y qué roca escalar y ayudando con las cuerdas.

A pesar de la escalada aterradora, la iglesia está activa con feligreses que suben los acantilados varias veces a la semana, incluidas madres con sus hijos en la espalda, mujeres embarazadas, bebés y ancianos para asistir a los servicios.

Fuente: thearchaelogist.org/blog | 30 de septiembre de 2022

Los primeros neandertales de Atapuerca ocuparon la Galería de las Estatuas hace 115.000 años

Reconstrucción de un neandertal por Fabio Fogliazza. Museo de la Evolución Humana (Burgos).

La imaginación ayuda a visualizar a algunos de nuestros primeros neandertales caminando por la sierra de Atapuerca hace unos 115.000 años. La investigación los sitúa concretamente en la Galería de las Estatuas en el complejo Cueva Mayor - Cueva del Silo. Actualmente, solo se puede acceder a esta cueva por el Portalón de Cueva Mayor, después de recorrer unos 300 metros.

Hace 115.000 años, esta galería se comunicaba con el exterior y permitía la entrada de los neandertales. Con el tiempo, la boca se colmató de sedimentos y la cavidad quedó aislada impidiendo a los Homo sapiens entrar y observar las columnas que dan nombre a la galería. Sobre el suelo por el que pisaron los neandertales se formó una gruesa plancha de calcita que selló el yacimiento para siempre. Porque 'para siempre' es mucho tiempo, incluso para la Geología.

Los restos de sus actividades cotidianas quedaron protegidos, esperando a los investigadores del futuro. Y, gracias a esos restos, concretamente gracias a los dientes de caballo que acumularon, hemos podido reconstruir la historia de nuestros primeros neandertales, y los geocronólogos datar el momento en que ocuparon la Galería de las Estatuas.

Viajando 150.000 años atrás, al mundo neandertal

Calcular la edad de un yacimiento es hacer un viaje en el tiempo. Solo necesitamos una máquina que nos envíe al pasado y algo de combustible que la haga funcionar. En 2008, una máquina llamada “Equipo de Investigación de Atapuerca” comenzó este viaje rompiendo la plancha de calcita que había sellado el yacimiento durante 150.000 años.

En aquel momento se hicieron dos pozos de sondeo, los pozos GE-I y GE-II de apenas 9 m² y 6 m² respectivamente. Así entramos en el mundo neandertal.

Estos sedimentos resultaron ser un verdadero tesoro. Aparecieron herramientas de piedra de clara afinidad musteriense; restos fósiles de animales, incluyendo una gran cantidad de dientes de caballo; ADN mitocondrial y nuclear neandertal extraído de los sedimentos y el primer fósil neandertal encontrado en una cueva de la sierra de Atapuerca, una falange que corresponde probablemente al quinto dedo del pie derecho de un neandertal.

Falange que corresponde probablemente al quinto dedo del pie derecho de un neandertal. Hallada en la Galería de las Estatuas, Atapuerca.

¿Cuántas primaveras tienen los neandertales de Galería de las Estatuas?

El último trabajo publicado en Quaternary Geochronology propone una edad bastante antigua para este yacimiento. Entre 92.000-104.000 años para GE-I y unos 115.000 años para GE-II.

El combustible utilizado para calcular estas fechas fue el esmalte dental de los dientes fósiles de caballo. La máquina que nos permitió viajar en el tiempo fue la Resonancia Paramagnética Electrónica (ESR).

Los resultados de nuestro estudio coinciden con las edades obtenidas en otro trabajo publicado en 2019. En este caso, los geocronólogos de la Universidad de Adelaide (Australia), analizaron granos de cuarzo para datar la edad del sedimento de la Galería de las Estatuas de Atapuerca. La técnica aplicada fue la Luminiscencia Ópticamente Estimulada (OSL).

Las edades obtenidas por OSL para el pozo GE-I son 80.000-112.000 años y unos 70.000-79.000 años para GE-II.

Estos trabajos confirman la edad del Pleistoceno superior del yacimiento de la Galería de las Estatuas. Y lo convierten en uno de los yacimientos neandertales más antiguos de la península ibérica. Además, de ser el primer yacimiento con fósiles neandertales dentro de las cuevas de la sierra de Atapuerca.

Excavaciones en el yacimiento de Galería de las Estatuas / Javier Trueba.

El making of del viaje en el tiempo

En este reciente estudio se utilizaron siete dientes fósiles. Seis fueron recogidos en GE-I y uno, en GE-II. El objetivo principal era obtener las primeras edades aplicando el método de ESR combinado con las series de Uranio. La combinación de estos dos métodos radiométricos nos permite conocer la fecha de la muerte del animal.

Cuando el diente es enterrado, el esmalte dental comienza a absorber radiación natural. Esta radiación procede de los rayos cósmicos y de los radioelementos presentes en el sedimento y en los propios tejidos dentales.

Además, estos tejidos son sistemas abiertos para los elementos de la serie del Uranio-238. Eso significa que el Uranio puede entrar (incorporación) y salir (lixiviación) en cualquier momento del proceso de fosilización del diente. La principal dificultad de este tipo de datación es la complejidad del propio diente formado por dentina, cemento y esmalte.

Dientes fósiles de caballo utilizados para realizar la datación del yacimiento de Galería de las Estatuas / www.losojosdeantecessor.com.

Se trata de un método de datación destructivo. La preparación en el laboratorio de cada diente supone la separación de cada tejido. Esmalte, dentina y cemento son, posteriormente, pulverizados para poder ser analizados. La relación Uranio/Torio de cada tejido es medida para modelizar la cinética de incorporación del Uranio en el diente. Y el esmalte dental es medido por ESR con un espectrómetro de Resonancia Paramagnética Electrónica. El cruce de todos estos datos permite obtener una edad final para cada diente.

Hay un refrán que dice La basura de uno es un tesoro para otro. ¿Acaso podrían imaginar los neandertales que los restos de su cena permitirían conocer su historia a los arqueólogos del futuro? Sin saberlo, nos dejaron migas de pan en forma de dientes de caballo. Unos dientes desechados por no aportarles nada nutritivo que comer, pero que para los geocronólogos son una fuente de información incalculable. Gracias a estas migas hemos podido confirmar que hace 115.000 años habitaron Atapuerca nuestros primeros neandertales.

Fuente: the converstion.com | 2 de octubre de 2022

Por

Investigadora en datación por Resonancia Paramagnética Electrónica, Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH)