Descifran signos de pinturas rupestres del Paleolítico Superior como propias de un calendario lunar y de una forma de protoescritura

Uro con signos en un costado. Cueva de Lascaux (Dordoña, Francia). Universidad de Durham.

Desde hace tiempo se sabe que las pinturas rupestres de los cazadores y recolectores de la Edad del Hielo en Europa, las cuales tienen al menos entre 30.000 y 20.000 años de antigüedad, tienen algún significado, pero no se había descifrado.

A lo largo de los siglos se han encontrado estas pinturas de animales como renos, peces y ganado en cuevas de toda Europa, pero los arqueólogos no han podido saber cuál era el significado de los puntos y otras marcas que contienen las pinturas.

Puntos en una pintura rupestre de un uro hallada en la cueva La Pasiega (Cantabria, España). Universidad de Durham.

Ahora, el anticuario y conservador de muebles británico Ben Bacon ha concluido que las marcas en las pinturas están relacionadas con los ciclos lunares y la vida reproductiva de los animales.

Bacon, originario de Londres, ha dedicado innumerables horas de su tiempo libre a analizar las pinturas para descifrar su significado. Este aficionado a la arqueología se acercó a académicos de la Universidad de Durham y del Colegio Universitario de Londres para exponerles sus teorías y estos lo alentaron a seguir investigando.

Pintura rupestre de la cabeza de un caballo en la cueva de Chauvet (Ardèche, Francia). Universidad de Durham.

Bacon pasó numerosas horas en internet y en la Biblioteca Británica consultando imágenes de pinturas rupestres, lo que le llevó a acumular una gran cantidad de datos y poder comenzar a buscar patrones repetitivos.

En particular, examinó el signo "Y" que aparece en algunas pinturas, y pensó que podría ser un símbolo que significa "dar a luz", dado que mostraba una línea que crecía a partir de otra.

Ejemplos del signo <Y> en secuencias asociadas con representaciones de animales. (a) Caballo: Gruta de Pair-non-Pair, Francia, signo <Y> en la posición 3 en secuencia de 3; (b) Caballo: Cueva de Lascaux, Francia, signo <Y> en la posición 1 de la secuencia de 1; (c) Caballo: Cueva de Sotarizza, España, signo <Y> en la posición 1 de la secuencia de 1; (d) Rebeco: Gruta de Labastide, Francia, signo <Y> en la posición 2 en secuencia de 7; (e) Caballo: Gruta de Commarque, Francia, signo <Y> en la posición 2 en secuencia de 2; (f) Caballo (?): Parpalló, España, signo <Y> en posición 1 de secuencia de 1.

En colaboración con los expertos universitarios, analizaron los ciclos de nacimiento de animales actuales similares, y dedujeron que el número de marcas en las pinturas rupestres es un registro, por mes lunar, de las temporadas de apareamiento de los animales. La información estacional dibujada en las paredes se puede dividir en 13 períodos, lo que coincide con el año del calendario lunar

Los hallazgos del equipo fueron publicados en el Cambridge Archeological Journal.

Pintura rupestre de un ciervo rojo con puntos sobre la cabeza en la cueva de Lascaux (Dordoña, Francia). Universidad de Durham.

Estas marcas se encuentran en más de 600 imágenes de la Edad de Hielo en toda Europa. Las secuencias de puntos, líneas y otras marcas aparecen junto a representaciones de especies como renos, caballos salvajes, peces, bisontes y una forma de bovino extinto llamado uro.

Los investigadores también sugieren que tal sistema de registro podría interpretarse como un medio de escritura, o tal vez un sistema de protoescritura, el cual, señalan, sería evidencia de la forma más temprana de escritura del Homo sapiens.

Pintura rupestre de un salmón con tres marcas en la cueva del Pindal (Asturias, España). Universidad de Durham.

Después de varios años de estudio, los investigadores encontraron que las marcas coincidían con lo que habrían sido comportamientos estacionales de los animales, como el apareamiento o el parto. Tal información, señalan los investigadores, habría sido muy importante para los primeros cazadores porque ayudaba a realizar un seguimiento de qué animales serían más fáciles de matar durante un período temporal determinado.

Pintura rupestre de un mamut con posible representación del corazón del mismo y marcas a los lados en la cueva del Pindal (Asturias, España). Universidad de Durham.

La curiosidad no mató al gato

"El significado de las marcas dentro de estos dibujos siempre me ha intrigado, así que comencé a tratar de decodificarlas utilizando un enfoque similar al que otros adoptaron para comprender un forma temprana de los textos griegos", explica Bacon.

"Mediante el uso de información e imágenes de arte rupestre disponibles en la Biblioteca Británica y en Internet, acumulé la mayor cantidad de datos posible y comencé a buscar patrones repetitivos", dijo.

Ben Bacon, el conservador de muebles oriundo de Londres y que ha ofrecido una hipótesis explicativa sobre la interpretación de determinados signos asociados a pinturas parietales prehistóricas.

Bacon relató que una vez que halló lo que creía eran pistas, se puso en contacto con amigos y académicos universitarios de alto nivel. "Su experiencia fue fundamental para probar mi teoría", admitió.

"Era surrealista sentarse en la Biblioteca Británica y descifrar lentamente lo que decía la gente hace 20.000 años. Las horas de arduo trabajo sin duda valieron la pena", confesó.

Los profesores Paul Pettitt y Robert Kentridge, de la Universidad de Durham, han trabajado juntos en el desarrollo del campo de la paleopsicología visual, la investigación científica de la psicología que sustenta el desarrollo más temprano de la cultura visual humana.

"Los resultados muestran que los cazadores-recolectores de la Edad del Hielo fueron los primeros en usar un calendario sistemático y marcas para registrar información sobre los principales eventos ecológicos dentro de ese calendario", afirma Pettitt (izquierda).

Por su parte, Kentridge (derecha) agregó: "Las implicaciones son que los cazadores-recolectores de la Edad del Hielo no vivían simplemente en su presente, sino que registraban recuerdos del momento en el que ocurrieron eventos pasados y los usaban para anticipar cuándo ocurrirían de modo similar en el futuro, una capacidad que los investigadores de la memoria llaman viaje mental en el tiempo".

El profesor honorario del Colegio Universitario de Londres, Tony Freeth (izquierda) fue otro experto al que el aficionado Ben Bacon se acercó con su hipótesis.

"Me sorprendió cuando Ben vino a mí con su idea de que la cantidad de puntos o líneas en los animales representaban el mes lunar de eventos clave en el ciclo de vida de los animales", reconoce Freeth.

El equipo, que también incluyó a investigadores independientes como Azadeh Khatiri y el profesor de historia jubilado Clive James Palmer, espera realizar nuevos hallazgos.

Pintura rupestre de un caballo con marcas en la gruta de Mayenne-Sciences (Saulges, Francia).

"A medida que investigamos más profundamente, lo que estamos descubriendo es que nuestros ancestros se parecen a nosotros mucho más de lo que pensábamos anteriormente: estas personas, separadas de nosotros por muchos milenios, de repente están mucho más cerca", concluye Bacon. "Lo que esperamos, y este trabajo inicial es prometedor, es poder desbloquear más signos del sistema de protoescritura, lo que nos permitirá comprender qué información valoraban nuestros antepasados".

Fuentes: bbc.com | lanación.com.ar | 6 de enero de 2023

Descubren un santuario en Francia utilizado por los galos para destruir armas romanas

Excavación del santuario galorromano de Saint-Just-en-Chaussée © Inrap

Arqueólogos franceses del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (Inrap) desenterraron un lugar de culto de época romana en Oaise, cerca del pueblo de Saint-Just-en-Chaussée (norte de Francia) el cual puede arrojar luz sobre las prácticas religiosas de la Galia antes y después de la conquista romana.

El santuario fue descubierto parcialmente en 1994-1995. Tras un diagnóstico realizado en 2007 en el sitio, debido a un proyecto de construcción, el servicio de arqueología regional ordenó una excavación de más de 2,5 hectáreas, lo que arrojó múltiples restos, pero el trabajo está lejos terminarse. Los expertos presentaron los resultados preliminares de las excavaciones y su evaluación en una conferencia.

Para llevar a cabo sus actividades rituales, los galos eligieron un lugar en lo alto de una colina, lo que les brindaba una posición dominante y una excelente vista de la zona circundante. Aún no se ha excavado todo el perímetro, pero se ha encontrado una zanja de 3 metros de ancho por 1,5 metros de profundidad. Se estima que con la tierra extraída se construyó una elevación para separar físicamente este espacio sagrado del profano. El santuario data de los siglos I y II a. C., es decir, del comienzo de la expansión romana en tierras galas.

De izquierda a derecha: Restos desarticulados de un perro. Mandíbula de oveja. Cabeza de caballo con bocado. Fotos: Inrap.

El interior está dividido en varios zonas o recintos que, al parecer, servían para realizar distintos actos de culto. Así, la zanja que bordea al templo contiene principalmente restos de animales: cerdos, caballos, bueyes, ovejas son algunas de las especies que fueron sacrificadas y/o consumidas en un banquete antes de que fueran arrojadas a la zanja. Estos restos se encontraban junto a elementos de carros y arneses, uno de los cuales con anillos de un yugo y un bocado de hierro aún se encontraba en posición funcional en la boca de un caballo. Y en las fosas de una zona contigua, los depósitos habían sido objeto de una verdadera escenificación, con recipientes cerámicos que contenían trozos de comida.

Placas de armadura en conexión en la zanja. © F. Malrain/Inrap.

Armadura excepcional

En otra parte del santuario los arqueólogos encontraron unas sesenta piezas de una excepcional armadura, la cual consiste, por un lado, en una coraza segmentada que protege el tronco, y que está formada por finas planchas de metal cuyos bordes cortantes se han plegado hacia abajo formando un cordón más o menos ancho que las refuerza y ​​evita lesiones; por otro lado, se hallaron piezas para la protección de los brazos, antebrazos y hombros. Están fabricados con chapa plegada sobre sí misma, cuyos bordes superpuestos han sido remachados e iban con un revestimiento que cubría su interior.

Esta armadura se diferencia de las lorica segmentata, de tradición romana, en que no iba acompañada de elementos tubulares para la protección de piernas y brazos, tal como atestiguan las descubiertas en Escocia e Inglaterra, fechadas en el siglo II d.C., mientras que esta está fechada en siglo I a.C., lo que constituye, por el momento, un ejemplo único.

Umbo de un escudo. © F. Malrain/inrap.
Diferentes perspectivas de la armadura de un antebrazo (longitud 160 mm; diámetro a la altura de la muñeca 90 mm; diámetro a la altura del codo 110 mm). © Thierry Bouclet/Inrap

Escudos

Más al oeste, las fosas de otro recinto están salpicadas de depósitos de armas que revelan otra forma de ritual. Entre los artefactos hallados destacan elementos constituyentes de los escudos, tal como manillas (asas que servían para sujetarlo), umbos (pieza que cubría el mango y protegía el puño sujetando el escudo y asegurando su refuerzo), así como orlas que engarzaban su contorno y garantizaban su mantenimiento y solidez. A partir de los umbos hallados se puede establecer un número mínimo de ocho escudos.

Mientras que algunos de estos escudos caen dentro de una tipología bien conocida para el período celta, otros difieren mucho de ese modelo. Presentan una morfología de medio umbo fusiforme al estilo romano, de nueva tipología. Dos conchas siguen la forma de la espina y están cubiertas en el medio por un umbo con aletas de patrón celta que le dan un aspecto fusiforme. El ensamblaje de los fragmentos de la orla permite proponer la restitución de un escudo de aproximadamente 135 cm de alto y 60 cm de ancho con una spina/umbo de aproximadamente 45 cm. Antes de ser depositados en la fosa, los destrozos encontrados en los escudos muestran que fueron rotos de la misma forma que los hallados en Gournay-sur-Aronde.

Cascos y espadas

Entre el equipamiento militar encontrado hay tres cascos tipo puerto (derecha) que completan significativamente el conjunto de cascos descubiertos, de los cuales se han identificado unos diez. Su fabricación, martillado y remachando a partir de una plancha de hierro, los convierte en objetos únicos. Están adornados con refuerzos delanteros en forma de cejas con un remache en sus extremos. La protección del cuello está asegurada por una cubierta de nuca y la de las mejillas por paperas, de las cuales solo se ha encontrado una arrancada de un casco. La cuestión de su origen, galo o romano, todavía se debate en la comunidad científica.

En Saint-Just-en-Chaussée la asociación de los cascos con las espadas da fe de la presencia de soldados romanos en lugar de auxiliares galos, a menos que estos últimos estuvieran completamente equipados por los primeros. En cambio los daños que afectan a los cascos «atestiguan más bien una forma de sacrificio-destrucción de origen galo que se puede encontrar en varios lugares en los que se practicaban ritos similares», indica el comunicado, citando como ejemplo al sitio arqueológico de Ribemont-sur-Ancre, en el Somme, donde fue hallado un casco del mismo tipo y que fue destruido a golpes con el objetivo de dejarlo inutilizable.

Armas halladas en una fosa. Foto: Inrap.

Sacrificio y ‘mutilación’ de trofeos/armamento

Por la distribución del metal de las armas en las fosas, es posible sugerir que uno o más trofeos estuvieron expuestos al sol del Levante, en la fachada este de la zonas o recintos. El origen de las piezas metálicas no está documentado, pero se puede suponer que proceden de un campo de batalla. ¿Cuánto tiempo estuvieron protegidos o expuestos a la intemperie? A todas estas preguntas es casi imposible dar respuestas.

Lo que sí sabemos, en cambio, es que en algún momento, tras la retirada de los trofeos de armamento, se realizaban singulares acciones sobre las partes metálicas mediante roturas, golpes, aplanamientos, cizallamientos, etc. Una vez realizadas estos destrozos rituales, los pedazos eran arrojados y esparcidos en las fosas, pero su distribución muestra un deseo de que los elementos unidos fueran juntos.

Zanjas de un lugar de banquetes. Los bancos en el suelo permitían a los invitados sentarse a ambos lados de la mesa. © Jérôme Guequiere, Inrap.

Recinto de un banquete

Cuatro fosas singulares, fechadas a mediados del siglo I a.C. fueron excavados en el suelo. Dos bancos paralelos, separados aproximadamente por un metro, materializan una mesa sobre la cual se habría empotrado un fuego. Los asientos, revestidos de madera, permitían la instalación desde una docena de invitados hasta casi cincuenta en total, pero es posible que se hubieran producido reuniones más grandes.

Los análisis químicos y micro-morfológicos fueron determinantes para determinar su función. El lugar del fuego, de alta intensidad pero no repetido, muestra que se utilizó en una sola ocasión. Se vertía vino en el mismo en abundancia y seguramente se consumía, tal como sugiere el hallazgo de un fragmento de un colador. También se observó la presencia de sustancias grasas de animales no rumiantes. El fuego, el derrame de líquidos, y grandes restos vegetales transformados en una especie de tortitas, sugieren que allí se realizaban banquetes, pero no podemos excluir su uso como lugar de libación, o incluso como un altar, funciones que no son antinómicas. La comensalidad de un banquete, además de los lazos de clientelismo que puedan unir a los actores, no está necesariamente desprovista de aspectos religiosos.

Un individuo enterrado sentado. Se extirpó el húmero derecho sin afectar el resto del cuerpo. © Estelle Pinard, Inrap.

Restos humanos

Se clasifican en dos categorías: los depósitos primarios de cuerpos y los secundarios, constituidos por huesos de una o más partes anatómicas. Son primarios cuando el cuerpo ha sido colocado en una fosa y allí se descompone, y son secundarios si la descomposición tiene lugar en otro lugar que no sea donde se han hallado los restos óseos. El estado de conservación de estos restos humanos es variable. Todos han sufrido erosión tanto natural como mecánica. Los difuntos eran colocados en fosas más o menos redondas, apoyados contra la pared. Seis tienen la pierna derecha doblada, incluso constreñida, con el pie debajo de la cadera y la pierna izquierda doblada y apoyada en la pared. El brazo izquierdo se coloca detrás de la pierna izquierda y el derecho sobre la pierna derecha. En otros dos casos la posición es similar, pero invertida.

Los cráneos están ausentes, los cuales podrían haber sido destruidos por la erosión o el arado. La presencia de dientes en el fondo de las fosas, y en algunos otros individuos de la mandíbula, demuestra que los cuerpos estaban completos en momento de su depósito. Todos eran adultos jóvenes, maduros o viejos, cuatro son de sexo masculino, pero otros cuatro no se ha podido determinar su sexo. Fueron enterrados no muy lejos unos de los otros al noroeste del santuario.

Restos humanos triturados de al menos 4 adultos depositados en fosa 315. © E. Pinard Inrap HDF, UMR 8215 Trayectorias

Depósitos secundarios de restos humanos en fosos o zanjas

899 restos óseos que representan a unos quince individuos fueron descubiertos en fosas y zanjas y se suman a un esqueleto parcial y dislocado de un adulto. Los huesos pertenecen principalmente al cráneo en el sector 1, y el poscraneal al sector 2. Varias piezas óseas presentan huellas de golpes, cortes o exposición. Marcas en los cráneos pueden haberse hecho con el objetivo de quitarles la cara y hacer máscaras. No se ha descubierto ninguna máscara de este tipo en Saint-Just, pero se conocen varias en la región en contextos religiosos o domésticos. Las huellas de marcas en las extremidades son el resultado de la desarticulación y el descarnado. En una fosa se recolectaron 830 fragmentos. La dimensión de las marcas subrayan un deseo de triturar estas partes y algunas de ellas habían sido calentadas. Su entierro es voluntario en una fosa excavada a tal efecto. La datación absoluta sitúa la muerte de todos estos individuos entre el comienzo del siglo II y finales del siglo I a.C.

¿Cultos para quién?

Lo que diferencia este yacimiento de otros santuarios conocidos en la Galia belga es la distribución de los restos en el terreno según su naturaleza. En la zanja donde están los huesos de los animales hay poco o nada de metal, y, por el contrario, donde se concentran los objetos de metal solo hay unos pocos huesos. La distribución de los depósitos humanos también presenta diferencias: por un lado, tenemos entierros de adultos en posición sedente, restos óseos que atestiguan trabajos sobre las cajas craneales, y otros deliberadamente triturados, calentados; y, por otro lado, hay miembros desarticulados y descarnados. Existe, por tanto, una verdadera geografía del yacimiento que suscita muchos interrogantes. ¿Está relacionado con diferentes deidades de la guerra, de la tierra, o del mundo subterráneo...? ¿Ha sido hecho por personas de estatus diferente? ¿Según qué ritmos y en qué ocasiones? Si el estudio de este santuario tiene algunas posibilidades de responder a estas preguntas, traerá una cantidad considerable de nueva información. Después del período galo, este lugar siguió siendo frecuentado durante casi cuatro siglos, y es también en este sector donde podría haber tenido lugar el martirio de San Justo de Beauvais...

Fuente: inrap.fr | 15 de diciembre de 2022

Hallazgo español del Antiguo Egipto: dos tumbas que escondían 60 momias

Exterior de la tumba del visir Amenhotep Huy restaurada por la misión arqueológica española. Al fondo, el templo de la reina Hatshepsut. Foto: Efe / Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.

La misión arqueológica española Proyecto Visir Amenhotep Huy, liderada por el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto, ha descubierto dos tumbas que albergaban casi 60 momias y extremidades al término de su campaña en 2022.

"Lo más importante de este año es el descubrimiento de dos tumbas, de casi seis metros de profundidad formadas por dos cámaras cada una y que albergan alrededor de sesenta momias y restos de momias", aseguró a la Agencia Efe el arqueólogo y director de la misión, Francisco J. Martín (izquierda).

Martín, que lidera un equipo de 22 egiptólogos españoles y ocho expertos egipcios, aclaró a Efe que los dos enterramientos son de épocas posteriores a la fecha de la tumba del visir Amenhotep Huy (Dinastía XVIII). "Esto muestra una riqueza muy importante del estilo de arquitectura y una evidencia de que la tumba del visir en algún momento se convirtió en una necrópolis", indicó.

Estas dos tumbas secundarias se comunican con dos cámaras de entierro y se caracterizan por la falta de epigrafías, al contrario de lo que ocurre en la tumba del visir Amenhotep Huy, que es una capilla de 30 columnas con escrituras, revela el arqueólogo.

Capilla de la tumba del visir AmenHotep Huy, situada cerca de la ciudad egipcia de Luxor.

Amenhotep Huy fue visir del faraón Amenhotep III durante el último tercio de su reinado. Era originario del norte de Egipto y fue el considerado "líder de la oposición" contrario a las nuevas corrientes religiosas impulsadas por el hijo y heredero del faraón, el futuro Akenatón. Por eso, su tumba en Tebas nunca se terminó. "Es un señor importantísimo, ya que tiene fama de santo y líder de la oposición contra Akenatón", dijo Martín.

Foto: En la sala de cuatro columnas, encontramos escenas que representan a Huy y su esposa rezando ante Osiris y Khonsu, así como representaciones de la vida cotidiana.

El trabajo más importante, aparte de la excavación y restauración, es la interpretación del área: "Tenemos el privilegio de tener una zona donde tenemos entierros desde la época del visir de la dinastía XVIII (1550 a.C.) hasta el siglo II d.C., de la época copta", indicó.

Por su parte, la codirectora del proyecto, Teresa Bedman (izquierda), aseguró a Efe que "hasta el momento lo que hemos hallado en las momias enterradas en la zona eran siempre altos funcionarios del clero de Amón en Tebas". Además, aseveró que "otra ventaja importante del área es que, a través de la momificación, se puede decir que pertenecían a las clases sociales altas".

"El origen era la tumba del Visir, pero, al convertirse en un mártir, se hace el nombre santo y mucha gente se quiere enterrar ahí, ya que es una zona de prestigio. Es una necrópolis dentro de la tumba del visir", aduce Bedman.

Exposición en el Museo de Luxor con el sarcófago del escriba de la mesa de ofrendas al dios Amón (izquierda) y del sarcófago de la cantora del dios Amón (derecha) entre otros múltiples objetos.

Futuros trabajos

La misión ha organizado una exposición del contenido de la necrópolis del visir con la coordinación del Museo de Luxor, donde se muestra un sarcófago con una momia de la cantora del dios Amón de la Dinastía XX y otro sarcófago de otra momia de un escriba de la mesa de ofrendas del dios Amón. La exposición, que continuará el año que viene, cuenta con enterramientos intactos y objetos de plata que en aquella época tenía más valor que el oro, subrayó Martín.

Piezas de la exposición «Los tesoros del visir Amenhotep Huy», en Luxor (Egipto) FOTO: IEAE.

Asimismo, apuntó que la misión se reanudará a finales de septiembre de 2023 para continuar con la restauración de la capilla con la reconstrucción de seis columnas. "Dentro de la capilla había treinta columnas; hemos reconstruido catorce inmensos pilares de seis metros de altura y el próximo año se prevé que terminaremos otros seis", aseveró el director, que trabaja en Egipto desde hace 22 años.

La misión empezó su trabajo en 2008 y eligió la tumba del Visir Amenhotep Huy, ya que era un mausoleo que no había sido excavado antes. Durante sus catorce años de campañas, han descubierto alrededor de 200 momias completas y 400 extremidades. La misión arqueológica del Proyecto Visir Amenhotep Huy cuenta con el patrocinio de decenas de entidades púbicas y privadas, entre ellas, el Gobierno de España, de Egipto, el Instituto de Estudios de Alto Egipto y la aerolínea egipcia Egyptair.

Fuente: elespanol,com | 31 de diciembre de 2022

Armas, peines y un banquete: el ritual en una cueva de Cantabria durante la conquista romana

La hoja de un puñal descubierta en la cueva del Aspio. Foto: Rafael Bolado.

En un área localizada a 120 metros de la entrada de la cueva del Aspio, en el municipio cántabro de Ruesga, los arqueólogos han documentado un excepcional conjunto de objetos que testimonian una ceremonia ritual celebrada a finales de la Edad del Hierro, entre los siglos II y I a.C. Se han descubierto una treintena de vasijas de cerámica, una hoja de puñal, unas pinzas de fuego, ocho peines y una espada de telar de madera, restos de fauna, cereales, bronces y una hoz de hierro. Pero por ningún lado han aparecido huesos humanos que desvelen que en la cavidad tuvo lugar un acontecimiento funerario.

Los investigadores que han estudiado el yacimiento, liderados por Rafael Bolado del Castillo (izquierda) y Miriam Cubas (derecha) consideran que el depósito responde a la celebración de una ceremonia en la que fueron ofrendados objetos representativos de las principales actividades socioeconómicas de la sociedad del momento (agricultura, actividad textil, alfarería, metalurgia del hierro y del bronce, ganadería o guerra). También valoran la existencia de un posible banquete ritual desarrollado fuera de la cavidad, dejándose en el interior únicamente una parte de los animales sacrificados. Los resultados de los trabajos acaban de publicarse en la revista Complutum.

"Aunque las características del depósito invitan a pensar, en un primer momento, que nos encontramos ante un ajuar funerario, la ausencia de restos humanos asociados obliga a explorar otras interpretaciones. La hipótesis más probable, a nuestro juicio, es que se trate de ofrendas relacionadas con una práctica ritual ligada a alguna divinidad ctónica de naturaleza desconocida", escriben los autores de la investigación.

Imagen de las excavaciones en la cueva del Aspio. Rafael Bolado

Este fenómeno simbólico parece que fue habitual a finales de la Segunda Edad del Hierro en el norte peninsular. Un conjunto arqueológico similar se ha hallado en la cueva de Cofresnedo, en Matienzo, a apenas diez kilómetros de distancia. ¿Y cuál es su origen? Seguramente una época de crisis e inestabilidad, la necesidad de encomendarse a las divinidades en momentos de desastres naturales, hambrunas o conflictos bélicos. ¿Fue el grito desesperado de ayuda de una comunidad indígena ante el avance de las legiones romanas?

"Las dataciones obtenidas, así como la cronología derivada de algunas piezas, permiten datar el depósito entre los siglos II y I a.C., un momento en el que el registro arqueológico nos indica que pudo tener lugar un incremento de las prácticas rituales en la cueva y que podría estar dinamizado por el clima de inestabilidad generado por la conquista del norte peninsular y las guerras cántabras, o cualquier otro conflicto de carácter más local", valoran los investigadores.

Varios de los peines hallados en el yacimiento. Rafael Bolado.

Registro material

La cueva del Aspio, situada a 315 metros de altitud sobre el valle del río Asón y "considerada uno de los yacimientos en cueva de la Edad del Hierro más relevantes del norte peninsular", es conocida desde la década de 1980, cuando se descubrieron los primeros materiales. Pero no fue objeto de una intervención arqueológica sistemática hasta que se inició un proyecto dirigido por Rafael Bolado y Miriam Cubas. Las excavaciones desarrolladas entre 2013 y 2018 pretendían documentar las distintas ocupaciones y los usos de la cavidad, donde también se han identificado evidencias de actividad gráfica de cronología indeterminada.

Recipiente a torno y cocción oxidante considerado cerámica tardoceltiberica. Cueva del Aspio. Foto Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.

El registro material recuperado en la llamada "Área 2" asciende a un total de 1.520 piezas. El estudio del conjunto cerámico ha desvelado que estaba formado por un máximo de 31 vasijas, algunas elaboradas a mano y otras a torno, decoradas con las técnicas de la incisión y la impresión. Entre los 21 objetos metálicos sobresalen una pinza relacionada con las hogueras y la manipulación de las ascuas, una hoz y una hoja de un puñal. Algunos autores sugieren que la presencia de armamento en este tipo de contextos tiene que ver con elementos de prestigio que reflejarían el control de la producción agrícola o la posesión de la tierra.

Uno de los fragmentos de cerámica documentados en el sitio. Rafael Bolado.

Las excepcionales condiciones de la cueva han posibilitado la conservación de 56 objetos de madera. Destacan ocho peines fabricados en madera de boj —uno de ellos ha sido datado con pruebas de radiocarbono entre 201-49 a.C.— que fueron obtenidos mediante los mismos procesos de trabajo (extracción, formateado y acabado) y oscilan entre los 12,5 cm y los 15,3 cm, poseyendo entre 15 y 19 púas; y una espada de telar, de 34 cm de longitud y de madera de roble. Se trata de una excepcional pieza relacionada con las swords beater o weaving swords, herramientas destinadas a golpear o apretar el hilo durante la elaboración de la trama textil.

Foto: a) Pinzas de fuego; b) puñal; c) hoz.

Las excavaciones también han sacado a la luz semillas y frutos en un excelente estado de conservación, así como excrementos de animales, hojas y fibras. De los 321 restos de macrofauna se ha identificado la presencia de al menos un ejemplar de especies domésticas —bóvidos y cerdos— y salvajes —ciervo, corzo y rebeco—, además de un molusco marino. Los huesos registran alteraciones antrópicas que confirman la manipulación humana.

Todos esos objetos y materiales fueron depositados como ofrenda en la cueva del Aspio a lo largo del tiempo, o en un momento concreto de la segunda mitad del siglo I a.C., mediante el aprovechamiento de las repisas naturales que forman los bloques pétreos desprendidos. Los restos presentan las actividades principales dentro de esa sociedad prerromana, como el artesanado, la ganadería o la guerra. Las evidencias —las pinzas de fuego o los restos de fauna quemados— sobre la realización de un banquete ritual, quizá fuera de la cavidad, convierten a este yacimiento en "una importante fuente de información para el conocimiento de aspectos relevantes de la vida de las sociedades de aquellos momentos".

Fuente: elespanol.com | 24 de diciembre de 2022

Los humanos estuvieron usando pieles de oso desde hace al menos 300.000 años

Reconstrucción artística de una pareja de 'Homo heidelbergensis' con pieles de oso de las cavernas para protegerse del frío.

Los humanos han estado usando pieles de oso para protegerse del clima frío durante al menos 300.000 años. Esto lo sugieren las marcas de corte en el metatarso y la falange de un oso de las cavernas descubierto en el sitio del Paleolítico Inferior de Schöningen en Baja Sajonia, Alemania. Esto lo convierte en uno de los ejemplos más antiguos de este tipo en el mundo.

La investigación fue realizada por un equipo arqueológico de la Universidad de Tübingen, el Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente (SHEP), en Tübingen, junto con un colega de la Universidad de Leiden. Este estudio fue publicado en el Journal of Human Evolution.

"Las marcas de corte en los huesos a menudo se interpretan en arqueología como una indicación de la utilización de la carne", explica el investigador de Tübingen, Ivo Verheijen (izquierda). "Pero apenas hay carne que se pueda recuperar de los huesos de manos y pies. En este caso, podemos atribuir las marcas de corte muy finas y precisas al cuidadoso desprendimiento de la piel".

El pelaje de invierno de un oso se compone de pelos exteriores largos que forman una capa protectora aireada y pelos cortos y densos que proporcionan un aislamiento particularmente bueno. Los osos, incluidos los osos de las cavernas extintos, necesitaban una capa muy aislante para hibernar. "Estas marcas de corte recién descubiertas son una indicación de que hace unos 300.000 años, las personas en el norte de Europa pudieron sobrevivir en invierno gracias en parte al calor de las pieles de oso", dice el investigador.

Metatarsiano de un oso de las cavernas con marcas de corte.

Indicación fuerte para la caza

Pero, ¿Cómo se obtuvieron las pieles de oso? "Schöningen juega un papel crucial en la discusión sobre el origen de la caza, porque aquí se descubrieron las lanzas más antiguas del mundo", continúa Ivo Verheijen. ¿La gente de esa época también cazaba osos? "Hay algunos indicios de esto", dice el investigador. "Si solo se encuentran animales adultos en un sitio arqueológico, esto generalmente se considera una indicación de caza: en Schöningen, todos los huesos y dientes de oso pertenecían a individuos adultos". Además, dijo, la piel del oso debe ser removida poco después de la muerte del animal, de lo contrario el pelo se pierde y la piel queda inservible. "Dado que el animal era desollado, no podría haber estado muerto por mucho tiempo en ese momento", explica Verheijen.

Detalle de las precisas y finas marcas de corte en el metatarsiano de un oso de las cavernas.

hallazgo abre una nueva perspectiva, dice el profesor de Tübingen, Nicholas Conard (izquierda), director del proyecto de investigación de Schöningen. La ubicación de las marcas de corte indica que los osos de las cavernas también fueron explotados por sus pieles. "Entonces, los animales no solo se usaban como alimento, sino que sus pieles también eran esenciales para sobrevivir en el frío", dice Conard. El uso de pieles de oso es probablemente una adaptación clave de los primeros humanos al clima del norte.

La excavación arqueológica en los sitios paleolíticos en Schöningen y la investigación científica son un proyecto a largo plazo de la Universidad de Tübingen en cooperación con el Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de Tübingen y la Oficina Estatal de Patrimonio de Baja Sajonia. El proyecto está financiado por el Ministerio de Ciencia y Cultura de Baja Sajonia en Hannover.

Los osos de las cavernas podían alcanzar una longitud de más de tres metros y un peso de más de una tonelada métrica durante la Edad del Hielo. Durante los períodos cálidos, como en el enclave de Schöningen, eran algo más pequeños.

Fuente: Universidad de Tübingen | 23 de diciembre de 2022