Sacan a la luz en La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) el foro romano más antiguo de la península ibérica

Yacimiento romano-republicano de La Cabañeta, en El Burgo de Ebro.Universidad de Zaragoza

Las excavaciones arqueológicas en el importante yacimiento romano-republicano de La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) finalizan esta semana. Se trata de los restos de una ciudad fundada por los romanos en el último tercio del siglo II a.C., cuyo nombre antiguo se desconoce por el momento, y los trabajos han dejado a la luz un enorme foro romano, el más antiguo hallado en la península ibérica, según indican los autores del hallazgo en un comunicado remitido por la Universidad de Zaragoza.

Los trabajos se retomaron este mes de julio, tras casi una década de interrupción, bajo la dirección del investigador del Instituto de Patrimonio y Humanidades (IPH) de la Universidad de Zaragoza, Borja Díaz Ariño, y del arqueólogo Alberto Mayayo Catalán.

Según explican, esta ciudad tuvo una vida efímera, ya que seguramente fue destruida de manera violenta durante las Guerras Sertorianas, en la década de los 70 del siglo I a.C. “Este dramático acontecimiento ha contribuido a convertirla en uno de los yacimientos clave para el conocimiento de la presencia romana en el interior de la península ibérica en la fase inmediatamente posterior a la derrota de los celtíberos en Numancia”, señala Borja Díaz (izquierda).

La excavación de este año se ha ocupado de la parte central del yacimiento, donde se han localizado los restos de una enorme plaza enmarcada por un pórtico doble cubierto con tejas de cuidada factura al que se abren una serie de habitaciones (tabernae), tal vez destinadas a actividades de carácter comercial. “Se trata de un hallazgo de excepcional importancia, no solo por sus dimensiones y complejidad arquitectónica, sino por tratarse de la plaza forense más antigua encontrada en el interior de la península ibérica hasta la fecha, cuyo descubrimiento contribuirá a transformar de manera radical nuestro conocimiento de la fase inicial de difusión de los modelos arquitectónicos romanos en Hispania”, explica Borja Díaz.

Yacimiento romano de La Cabañeta, en El Burgo de Ebro. Universidad de Zaragoza.

Los trabajos sistemáticos en el yacimiento, catalogado como Bien de Interés Cultural, se iniciaron a comienzos de los 2000 gracias al empeño del arqueólogo Antonio Ferreruela Gonzalvo y del profesor de la Universidad de Valladolid José Antonio Mínguez Morales.

Según las mismas fuentes, las distintas campañas de excavación dirigidas por Ferreruela y Mínguez permitieron sacar a la luz los restos de un interesante edificio de almacenes, probablemente utilizado como sede de una asociación de mercaderes itálicos, según se infiere de la inscripción que presidía una de sus habitaciones, así como unos baños públicos acompañados de una gran palestra, que se cuentan entre los conjuntos termales romanos de época republicana mejor conservados de todo el Mediterráneo occidental.

Yacimiento romano de La Cabañeta, en El Burgo de Ebro. Universidad de Zaragoza.

Durante esta semana, el actual equipo de excavación continúa con el trabajo de catalogación, limpieza y estudio de los materiales recuperados, labores que se están realizando gracias a la colaboración de estudiantes del Grado en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, así como de voluntarios de la Asociación de Amigos de La Cabañeta, y han contado con la financiación del Ayuntamiento de El Burgo de Ebro, de la Diputación General de Aragón y del Grupo de Investigación Hiberus, perteneciente al Instituto de Patrimonio y Humanidades (IPH).

Hallan los restos de un altar monumental en el santuario del siglo VI a.C. de Ampurias (Gerona)

Imagen del altar recientemente descubierto en el yacimiento de Empúries, en la provincia de Girona. MAC.

Entre los diversos pueblos de la antigua Grecia que colonizaron el Mediterráneo, uno de los más activos fueron los foceos, procedentes de Focea, en Asia Menor, en la actual Turquía, una ciudad fundada por colonos atenienses. Según el historiador y geógrafo griego Heródoto, "los foceos fueron los primeros de entre los griegos que utilizaron grandes naves, y descubrieron el Adriático, Tirrenia, Iberia y Tartessos".

Y al parecer así fue. Procedentes de la colonia de Massalia (Marsella), fundada por ellos, los griegos foceos se instalaron en la costa de Gerona, concretamente en Ampurias (Empúries), en el año 575 a.C., convirtiendo aquel asentamiento en la colonia occidental más floreciente de toda la península ibérica.

Los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo durante años en este importante yacimiento han demostrado que los foceos no fueron los únicos habitantes del lugar, ya que anteriormente se había establecido allí un poblado indígena que, según revelan los estudios, se remontaría a la Edad del Bronce Final (siglo IX a.C.). A lo largo del siglo VII a.C., aquel floreciente asentamiento estableció una serie de fructíferas relaciones comerciales con griegos, fenicios y etruscos, relaciones que facilitarían notablemente la colonización.

Vista de la excavación del santuario situado en el sector portuario de la ciudad griega. A la derecha, en primer término, los restos del altar. MAC.

Un descubrimiento único en la península ibérica

Las excavaciones arqueológicas que tradicionalmente se han realizado en este yacimiento de la costa catalana han proporcionado valiosa información sobre las relaciones entre las poblaciones autóctonas y los colonos griegos. La última campaña de excavaciones de este verano ha seguido en esta línea y los arqueólogos del Museo de Arqueología de Cataluña-Ampurias (MAC-Empúries), en colaboración con el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid (DAI), han realizado un importante descubrimiento: un altar monumental del siglo VI a.C., el único que se conoce hasta la fecha en la península ibérica, y que podrá ayudar a los investigadores a saber más sobre los rituales que se llevaban a cabo en la colonia griega.

Este tipo de altar, denominado por los antiguos griegos como eschára, se encuentra en buen estado de conservación y estuvo dedicado posiblemente a Deméter, diosa griega de la agricultura y la fertilidad, a la que también se dedicó un santuario en el mismo lugar. Los trabajos arqueológicos han permitido asimismo ampliar y completar los datos que se tenían sobre el templo, que estaba ubicado entre el recinto urbano y el área portuaria de la ciudad.

Trabajos de excavación en torno al altar descubierto.

Ofrendas y ceremonias

Además de cenizas, los arqueólogos también han encontrado junto al altar restos de cerdos, corderos y cabritos muy jóvenes, que habrían sido sacrificados en honor de la diosa para solicitar una buena cosecha. Al mismo tiempo, han aparecido fragmentos de recipientes que contuvieron diversos líquidos y que habrían sido empleados en la liturgia. Ahora solo queda esperar los resultados de los análisis y estudios de los hallazgos para establecer qué tipo de productos podían haber contenido y también para conocer mejor la función del altar.

Los datos arqueológicos confirman que este santuario empezó a utilizarse a finales del siglo VI a.C., de forma paralela a la configuración de la Neápolis (ciudad nueva), y que tras diversas reformas y ampliaciones perduró hasta su abandono, que, según los investigadores, muy posiblemente tuvo lugar a finales del siglo I d.C.

"Ahora hemos cambiado de lugar y excavamos en un área del siglo IV a.C., un poco anterior, en busca de las primeras etapas de Ampurias", ha explicado Pere Castanyer (izquierda), investigador principal del proyecto. Paralelamente a estos trabajos se ha documentado un convento de monjes servitas (Orden de los siervos de María) construido entre los siglos XVII y XVIII sobre las ruinas de la antigua ciudad griega.


Fuentes: nationalgeographic.com.es | elconfidencial.com | 18 de julio de 2023

Un nuevo estudio sugiere que los primeros pobladores de Puerto Rico llegaron alrededor del 4200 a.C.

Un nuevo estudio apuesta a reescribir la cronología cultural de Puerto Rico tras sugerir que los primeros pobladores del archipiélago llegaron alrededor del año 4200 antes de Cristo (a.C.), es decir, más de tres mil años antes de lo establecido por investigaciones previas.

El estudio, publicado este año, estuvo a cargo del arqueólogo Reniel Rodríguez Ramos (izquierda), de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Utuado. Recopiló más de mil fechas –algunas suyas–, que fueron obtenidas mediante datación por radiocarbono por arqueólogos de todo el país desde la década de 1970. Su análisis fue uno de los más exhaustivos realizados hasta el momento en el campo de la arqueología boricua.

“Este esfuerzo representa una importante aportación al conocimiento de la historia cronológica del país”, dijo Yvonne Narganes (derecha), arqueóloga del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la UPR Recinto de Río Piedras, una entidad que contribuyó con cientos de fechas al estudio de Rodríguez Ramos. Al hablar sobre el valor del trabajo de investigación, Narganes lo describió como “un conciso documento que servirá de referencia y uso de futuros investigadores”.

Entre todos los artefactos analizados, dos huesos de un perezoso –ya extinto– adelantaron la estimación del comienzo de la cronología puertorriqueña.

El equipo de Rodríguez Ramos halló los huesos en la Cueva del Abono, en Utuado, junto a varias piezas de cerámica, en una excavación en 2019. Al ser material orgánico, los huesos contenían un tipo de carbono inestable –llamado radiocarbono–, que permitió al arqueólogo acertar cuándo murió el perezoso y determinar, también, la edad de las piezas de cerámica que descubrió en la misma capa de tierra. El radiocarbono no existe en objetos inanimados, así que fechar los huesos era la manera más precisa de estimar la edad de los restos cerámicos.

El arqueólogo Reniel Rodríguez Ramos en el interior de la Cueva del Abono, en Utuado.

El arqueólogo envió los restos óseos al Center For Applied Isotope Studies, en la Universidad de Georgia, donde fueron sometidos a datación por radiocarbono.

El análisis fechó los huesos en el 4200 a.C., lo cual sugirió que los primeros pobladores habían llegado a Puerto Rico alrededor de esa fecha. Probablemente, vinieron desde las zonas de Venezuela, Colombia y la península de Yucatán, pero estudios actuales de Rodríguez Ramos también exploran la posibilidad de su proveniencia del sur de Florida.

Independientemente de dónde llegaron, la clave para Rodríguez Ramos fue que estos primeros pobladores representaron el comienzo de la historia de los boricuas. “No hay 'Homo borinquensis'”, dijo el arqueólogo a El Nuevo Día. “Nuestra historia se inicia desde que esos primeros grupos descubrieron a Puerto Rico hace miles de años atrás. No tiene 500 años, como siempre se dice desde la llegada de los españoles”, agregó.

Entre todos los artefactos analizados, dos huesos de un perezoso –ya extinto– adelantaron la estimación del comienzo de la cronología puertorriqueña.

Una revisión a la fundación de la historia boricua

Hasta ahora, la cronología establecida de Puerto Rico se basaba en el trabajo de Ricardo Alegría e Irving Rouse, dos arqueólogos de vanguardia de la década de 1960. Alegría y Rouse habían sugerido tres características fundamentales de los primeros habitantes de Puerto Rico: que llegaron al archipiélago en el 1000 a.C., que vivieron solamente en las costas, y que fueron reemplazados o desplazados por otros grupos de pobladores que llegaron en años y siglos sucesivos.

El análisis de Rodríguez Ramos cuestiona todas esas postulaciones.

Los huesos del perezoso y la cerámica a su alrededor demostraron que la presencia humana en el archipiélago se remonta, por lo menos, hasta el 4200 a.C., pero, según Rodríguez Ramos, probablemente todavía fue más temprano.

“No solo refleja que este animal sobrevivió hasta tiempos indígenas –y que posiblemente también fueron los indígenas lo que provocaron su extinción–, sino también todos estos datos ilustran que esos primeros pobladores que llegaron a Puerto Rico, que se pensaba que solo se quedaban viviendo en la zona de la costa, se habían metido desde bien temprano al interior montañoso”, dijo.

Así, pues, el estudio cuestionó la suposición de que los grupos más tardíos de pobladores reemplazaron a los que llegaron primero. Según Rodríguez Ramos, es más probable que varios grupos de pobladores convivieron en Puerto Rico. “Esto cambia bastante la narrativa sobre qué es lo que pudo haber pasado cuando los diferentes grupos culturales interactuaron o se encontraron”, observó.

Su análisis indicó, por ejemplo, que el estilo artístico Coroso coincidió con dos estilos más tardíos, La Hueca y Hacienda Grande, durante más de cinco siglos. Aunque no se sabe exactamente cómo se relacionaron entre sí los grupos que los produjeron, "está claro que la historia boricua es una historia de mestizaje, de sincretismo y de interacción”, destacó.

El equipo de Rodríguez Ramos halló los huesos en la Cueva del Abono, en Utuado, junto a varias piezas de cerámica, en una excavación en 2019.

¿Por qué supone un cambio tan radical en la cronología?

Parte de la diferencia entre la cronología de Alegría y Rouse y la de Rodríguez Ramos se debe al aumento en evidencia arqueológica en años recientes –de doce artefactos en 1950 a más de mil en 2023–, pero otra parte proviene de la metodología en sí.

Ambos grupos de investigadores utilizaron la datación por radiocarbono, pero con una diferencia clave: Alegría y Rouse no calibraron sus medidas y Rodríguez Ramos, sí.

Este proceso de calibración es necesario porque la datación por radiocarbono no puede medir la edad directamente. Lo que mide es la concentración de radiocarbono, un tipo de carbono que existe naturalmente en concentraciones bajas en la atmósfera. Las plantas –y, por lo tanto, los animales que las comen– lo absorben y, después de su muerte, el radiocarbono se descompone a una tasa conocida, permitiendo a los científicos averiguar hace cuánto tiempo murió.

Para saber cuánto ha disminuido la concentración de radiocarbono en un espécimen, hay que saber a cuánto estaba en la atmósfera cuando vivía. Hasta la década de 1970, los científicos pensaban que esta concentración atmosférica era constante, pero resulta que cambia significativamente cada año.

Requiere, por lo tanto, que los investigadores calibren sus resultados con curvas que muestran la concentración de radiocarbono en la atmósfera desde hace 50.000 años.

Restos de óseos y de cerámica hallados en la Cueva del Abono, en Utuado.

Debido a que no fueron calibradas, las medidas de Alegría y Rouse podrían tener un error de cientos de años, dificultando cualquier intento de construir una cronología definitiva. El proceso de calibración y estandarización que hizo Rodríguez Ramos permitió que su trabajo fuera más preciso y exhaustivo que sus precedentes. También, hizo un proceso de “higiene cronológica” para eliminar las fechas en las que faltaba información de contexto o que estaban contaminadas por algo que dificultó su datación.

“Todo esto es importante, pues la manera en que se utilizan o no las fechas puede tener repercusiones en cómo se interpreta la historia de un país”, observó Narganes, quien reconoció el rigor del trabajo de Rodríguez Ramos, al “hacer un juicio crítico sobre la manera y métodos de reinterpretar las fechas cronológicas obtenidas de los yacimientos arqueológicos”.

Aun así, Rodríguez Ramos reconoció que quedan muchos estudios por hacer. “Todavía hay vacíos geográficos”, dijo, por ejemplo, en el noroeste de la isla. Por lo tanto, urgió no solo a que se hagan excavaciones en estas áreas, sino también a que se recolecten muestras para estudios de radiocarbono.

“En cualquier momento, puede venir un arqueólogo a excavar un sitio y obtener fechas que alteren drásticamente lo que se plantea en este trabajo”, dijo Rodríguez Ramos. “Este trabajo lo que busca es incitar a que se generen más investigaciones que tomen en cuenta el aspecto cronológico porque, a diferencia de lo que se pensaba anteriormente, esto no es un asunto resuelto”, puntualizó.

El Nuevo Día contactó al Instituto de Cultura Puertorriqueña, pero no ofrecieron comentarios sobre el estudio.

Fuente: elnuevodia.com | 16 de julio de 2023

Descubren hachas gigantes de la Edad de Hielo cerca de la ciudad de Kent, Inglaterra

Foto: Archaeology South-East/UCL

Durante unas excavaciones arqueológicas en el valle de Medway, en Kent, Inglaterra, se han descubierto 800 artefactos de piedra cuya antigüedad es de no menos de 300.000 años. El gran tamaño de algunas de las herramientas líticas halladas ha causado sorpresa.

Tales objetos de piedra estaban sepultados en sedimentos de la era glacial, parcialmente en un antiguo canal fluvial. El hallazgo es obra del equipo de la arqueóloga Letty Ingrey, del University College de Londres (UCL).

Entre los artefactos desenterrados había bifaces, incluyendo dos de tamaño asombrosamente grande. El bifaz es una rudimentaria herramienta de piedra, con una forma que recuerda un poco a la de una almendra, tallada por sus dos caras y con aristas cortantes. Se empuña por el extremo más grueso.

La arqueóloga Letty Ingrey inspecciona el hacha de mano gigante.

Los investigadores creen que los bifaces se utilizaban para descuartizar animales y cortar carne. Más difícil es explicar el uso de los dos bifaces más grandes. A ambos se les puede calificar de “gigantes” porque miden más de 22 centímetros de largo. El más grande de los dos bifaces mide 29,5 centímetros.

"Estos bifaces son tan grandes que es difícil imaginar cómo alguien podía empuñarlos y utilizarlos de manera práctica", confiesa Ingrey. "Quizá cumplían una función menos práctica y más simbólica que otras herramientas, por ejemplo como un medio para demostrar fuerza y destreza. Aunque ahora mismo no estamos seguros de por qué se fabricaban herramientas tan grandes, ni de qué especie humana primitiva las hacía, este yacimiento ofrece la oportunidad de responder a estas apasionantes preguntas".

Se cree que este yacimiento arqueológico data de un periodo de la prehistoria temprana de Gran Bretaña en el que los neandertales y sus culturas empezaban a emerger. Puede que incluso compartiesen el territorio con otras especies humanas primitivas. En aquella época, el valle de Medway, donde se sitúa el yacimiento arqueológico, estaba también habitado por caballos salvajes, ciervos, leones y elefantes de colmillos rectos, estos últimos hoy extintos como los neandertales.

“El yacimiento y los artefactos nos brindan una oportunidad increíblemente valiosa para estudiar cómo se desarrolló todo un paisaje de la Edad de Hielo hace más de un cuarto de millón de años. Nos ayudarán a comprender por qué el sitio era importante para los pueblos antiguos y cómo los artefactos de piedra, incluidas las ‘hachas de mano gigantes’, los ayudaron a adaptarse a los desafíos de la Edad de Hielo”, expresó el arqueólogo Matt Pope (izquierda).

El estudio se titula “On the Discovery of a Late Acheulean 'Giant' Handaxe from the Maritime Academy, Frindsbury, Kent”. Y se ha publicado en la revista académica del UCL.

Fuente: noticiasdelaciencia.com | 14 de julio de 2023

Las huellas de Doñana son de neandertales y no de un linaje previo, según un nuevo estudio

Recreación del paso de un neandertal por los acantilados del Asperillo, donde se han encontrado las huellas. JOSÉ MARÍA GALÁN.

Unos miles de años de diferencia pueden parecer banales en los millones que abarca la prehistoria. Sin embargo, una datación 150.000 años más o menos en huellas de homínidos puede obligar a cambiar algunas páginas de este periodo e incluso la cronología de la evolución humana. Una discordia de estas características ha ocurrido con las huellas de homínidos halladas en El Asperillo, un enclave costero onubense situado entre las playas de Mazagón y Matalascañas.

Un estudio publicado en Scientific Reports defendía que la edad de estas huellas era de 295.800 años, por lo que podrían haber sido dejadas por un linaje previo del neandertal y representar, según los autores, “un registro crucial para comprender las ocupaciones humanas en Europa en el Pleistoceno”. Pero un nuevo trabajo de datación publicado en Quaternary Science Reviews fija la edad de las huellas en 151.100 años y asegura que son de neandertales (las más antiguas) e incorpora restos de utensilios de piedra utilizados por estos para manipular la carne de los gigantescos animales que cohabitaron este entorno, hoy parque nacional de Doñana, al que los homínidos acudían temporalmente a cazar.

Encontrar una pisada preservada durante más de 150.000 años es un premio paleontológico difícil de obtener. Esas simples huellas o rastros, estudiados por la icnología (disciplina de la Paleontología que estudia evidencias de actividad dejadas en los sedimentos o las rocas por organismos vivos), pueden aportar luz sobre quién o qué la dejó, el entorno de vida, de dónde venía y hacia dónde se dirigía, para qué, de qué se alimentaba, cómo se relacionaba con su mundo… Las tormentas de hace tres años en Matalascañas se aliaron con los investigadores y desvelaron las evidencias de la actividad biológica, incluida la humana, dejadas hace milenios en una zona de playa y acantilados que había permanecido intacta. José María Galán, guía del parque nacional de Doñana, autor de las ilustraciones de esta información y experto rastreador de las huellas de la historia, fue el primero en advertir de la singularidad del vestigio existente en las arenas de Huelva.

El rastreador almonteño José María Galán muestra una de las pisadas encontradas en la zona del Asperillo, en Matalascañas. (J.A. Senciane).

El nuevo yacimiento, denominado MTS (Matalascañas Trampled Surface o Superficie Pisada de Matalascañas) y descrito por primera vez por este mismo equipo internacional en 2020, incluye huellas y rastros de grandes mamíferos como Palaeoloxodon antiquus, elefantes de colmillo recto parecidos a sus parientes actuales de las florestas africanas, pero de hasta cuatro metros de altura; Sus scrofa scrofa, jabalíes que triplicaban el tamaño de los que hoy existen; Bos primigenius, toros de hasta dos metros de altura y 1.500 kilogramos de peso; ciervos y lobos. También delicados fósiles de rastros de aves y de raíces, así como madrigueras de invertebrados. Pero las huellas más sustanciales son de homínidos que se refugiaron en el sur de Europa de la glaciación del resto del continente.

El estudio publicado por Scientific Reports les atribuyó unos 300.000 años de antigüedad, en el Pleistoceno medio. “Abrió un nuevo escenario geocronológico, en comparación con estudios anteriores, y planteó preguntas sobre la edad del MTS [yacimiento de Matalascañas] y, en consecuencia, de las posibles especies de homínidos que podrían haber producido las huellas”, advierte el nuevo trabajo.

Reconstitución del tamaño de los uros en función de las pistas encontradas. JOSÉ MARÍA GALÁN.

Ese “nuevo escenario” no cuadraba con el resto de huellas de mamíferos en las mismas capas geológicas ni con los materiales encontrados. Por lo que, el equipo encabezado por Carlos Neto De Carvalho, paleontólogo del Naturtejo UNESCO Global Geopark y de la Universidad de Lisboa, Fernando Muñiz Guinea, geólogo e icnólogo de la Universidad de Sevilla, y Luis Miguel Cáceres Puro, geólogo de la Universidad de Huelva, entre otros, mantuvo abierta su investigación y prefirió esperar a los resultados de una exhaustiva datación con luminiscencia ópticamente estimulada (OSL) desarrollada por el laboratorio del burgalés Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). La conclusión, recién publicada, “asegura la atribución de las huellas a los neandertales, los únicos homínidos conocidos que han estado presentes en la península ibérica durante la transición MIS6-5 [Pleistoceno medio]”.

“Los únicos humanos presentes en aquel momento en la península ibérica y que dejaron las huellas de su actividad eran neandertales. Son las huellas de esta especie de humanos las más antiguas halladas en Europa y enl mundo, ya que solo el neandertal ocupaba, en esa época, Europa y la zona fronteriza con Asia”, afirma Muñiz Guinea (izquierda).

Neto de Carvalho (derecha) destaca que, más allá de ser o no los más viejos rastros de esta especie, aún presente en nuestro ADN, la clave es la datación precisa: “Lo más importante ni siquiera es la antigüedad, sino el hecho de ser los primeros rastros de neandertales bien definidos de modo cronológico, la industria lítica encontrada en su entorno y que es la única evidencia de interacción directa con los animales con los que se alimentaban”.

En este sentido, el estudio detalla que la industria lítica típica musteriense (126 herramientas de piedra pertenecientes al Paleolítico medio y relacionadas con el Homo neanderthalensis) refleja que la selección de materias primas se hizo en afloramientos situados cerca de la zona en la que se dejaron las huellas. “Posiblemente, las manufacturaron allí mismo con los recursos líticos que ofrecía el entorno, como guijarros de cuarcita”, explica Muñiz Guinea.

Herramientas de piedra pertenecientes al Paleolítico medio, halladas en Matalascañas y relacionadas con el 'Homo neanderthalensis'.

Luis Miguel Cáceres Puro (izquierda) precisa que “estos recursos líticos son escasos en el área más inmediata, por lo que lo más sencillo era traerlos desde donde abundan”. “Estas fuentes abundantes no están demasiado lejos, son las terrazas del Tinto o del Guadalquivir, situadas a unos 30 km hacia el noroeste, las primeras, y hacia el noreste las segundas”.

El origen de las piedras y el lugar de uso, según la investigación, confirma que "el yacimiento no puede verse como un asentamiento, sino más bien como un lugar de paso para la fauna, incluidos los neandertales, donde algunos individuos humanos realizaron actividades temporales, como la adquisición de alimentos y el procesamiento de carne”.

Recreación del sistema dunar lacustre de la zona que hoy ocupa Doñana hace 150.000 años. J. M. GALÁN.

Cáceres añade que “los neandertales no contaban con asentamientos propiamente estables, sino que se movían por el territorio aprovechando los recursos que les podía ofrecer el medio natural. Las cuevas les servían de asentamiento temporal y, probablemente, estacional”.

“El sistema lacustre estacional entre las dunas costeras [que hoy forma parte de Doñana] era un sitio de congregación donde diferentes mamíferos, incluidos los homínidos, y las aves convergieron, presumiblemente, para obtener recursos hídricos y alimenticios y, posiblemente, también para la reproducción”, ratifica el estudio en contraste con las teorías que señalan que la zona pudo ser un asentamiento estable. El trabajo anterior sugería esta hipótesis con la atribución de hasta 87 huellas a un grupo social de edades diferentes.

Rastro de tres pasos de un adulto neandertal hallado en Matalascañas (Huelva) en la misma superficie que un conjunto de huellas de elefantes de colmillos rectos, algunos neonatos. J. M. GALÁN.

“Comportamiento de acecho”

“El MTS [yacimiento de Matalascañas] representa un caso extraordinario donde las huellas neandertales se produjeron al mismo tiempo o poco después que las otras huellas de grandes herbívoros. La evidencia arqueológica (instrumentos de piedra) y las huellas de los animales, junto con las de la marcha lenta observada en los rastros de neandertales, permiten inferir un posible comportamiento de acecho. La presencia de herramientas líticas asociadas es una evidencia convincente de que se usaron para el procesamiento animal. No son evidencia de un asentamiento, sino más bien de un lugar de paso, tanto para la fauna como para los neandertales”, concluye el estudio. Las huellas de neandertal fueran producidas exactamente en el mismo momento que las restantes huellas con una diferencia de horas o pocos días”, explica Neto y ratifica Cáceres.

Las dataciones de ambos estudios se han realizado por luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), que, según explica Alicia Medialdea, física del CENIEH especializada en este método, “es una técnica que aporta la edad de los sedimentos a partir de la dosis de radiación ionizante que han recibido los granos de cuarzo y feldespato. Esta radiación proviene principalmente del uranio, torio y potasio de su entorno. La dosis acumulada dependerá de la concentración de estos radioelementos en el medio y del tiempo que los granos minerales hayan estado recibiendo esa radiación. Esa relación será la que dé el tiempo que un sedimento concreto lleva enterrado”.

La técnica es fiable, defiende Medialdea, y se ha ejecutado correctamente en los dos estudios, que han arrojado una diferencia de edad de 150.000 años sobre muestras diferentes tomadas de la misma zona, pero no del mismo punto. “Este método data la última vez que los granos de arena estuvieron expuestos a la luz solar, asumiendo que eso se produjo la última vez que sufrieron un proceso de transporte antes de quedar enterrados. En los casos en los que el transporte fue muy rápido, en un medio muy turbio o durante la noche, es posible que no todos los granos estuvieran expuestos a la luz durante su último transporte y, por tanto, no blanquearan su señal luminiscente. Esto supondría que, en un mismo nivel, habría mezcla de granos de arena a los que le dio suficiente luz durante el último transporte, y serían válidos para estimar la edad, y otros, no blanqueados, que mantendrán una señal residual. Esta mezcla, que denominamos blanqueamiento parcial, puede dar lugar a sobreestimaciones de la edad”, explica la física.

Detalle de una de las huellas descubiertas en Matalascañas. J. M. GALÁN.

Y añade: “Hay muchos perfiles sedimentarios distintos en el acantilado de Matalascañas y los dos grupos no han tratado exactamente lo mismo. Las muestras medidas por uno y otro grupo no son exactamente las mismas. Puede ser que las dataciones estén correctamente hechas, pero sea necesario revisar la interpretación de la estratigrafía para entender mejor cómo se formó el acantilado de Matalascañas“.

De esta forma, el método físico empleado (las medidas de luminiscencia y concentración de radioelementos del medio) requiere de un análisis e interpretaciones exhaustivas para poder llegar a estimar cuándo quedó el sedimento depositado y enterrado. “Ahora que disponemos de dataciones en la zona, toca trabajar para reforzarlas apoyándose en la industria lítica asociada y en las huellas de fauna”, concluye Medialdea.

En el último estudio publicado han participado investigadores del Geoparque Naturtejo, Sevilla, Huelva, Lisboa, Coimbra, Burgos, Barcelona, Murcia y Gibraltar.

Fuente: elpaís.com | 14 de julio de 2023

Colgantes hechos de restos óseos de perezosos gigantes sugieren una llegada más temprana de seres humanos a las Américas

Esta imagen muestra artefactos hechos de material óseo de un perezoso gigante descubiertos en un refugio rocoso de Brasil. Fueron recuperados de capas arqueológicas que datan de hace 27.000 a 25.000 años, lo que sugiere que los humanos vivieron en América del Sur al mismo tiempo que estos animales extintos, y es, por tanto, una evidencia que refuerza la tesis de que hubo individuos que llegaron al continente americano antes de lo que se pensaba. Crédito: Thais Rabito Pansani vía AP.

Una nueva investigación sugiere que los seres humanos vivieron en América del Sur al mismo tiempo que los perezosos gigantes ahora extintos, lo que refuerza la evidencia de que hubo individuos que llegaron a las Américas antes de lo que se pensaba.

Un equipo de científicos ha analizado colgantes triangulares, y en forma de lágrima, hechos de material óseo de los perezosos gigantes. En su estudio han llegado a la conclusión de que las formas talladas y pulidas, así como los agujeros taladrados en los mismos, eran obra de una artesanía deliberada.

La datación de los adornos y sedimentos de un yacimiento situado en Brasil, donde se encontraron, apunta a una antigüedad de hace entre 27.000 a 25.000 años, según informan los investigadores en la revista británica Proceedings of the Royal Society B. Eso supone varios miles de años antes de lo que algunas teorías anteriores sugieren sobre la llegada de los primeros individuos a las Américas, después de emigrar de África y luego moverse a través de Eurasia.

Osteodermo de perezoso gigante modificado antrópicamente. En todas las figuras: las flechas amarillas apuntan a los haces de fibras expuestos por un pulido intenso e intencional o al uso extensivo, las flechas rojas a conjuntos de probables roedores, las flechas azules a marcas de raspado, la flecha blanca a la deformación de la pared de la perforación probablemente debido al uso. desgaste, y flecha morada a la pared bien delimitada de la perforación deliberada quebrada.

"Ahora tenemos buenas evidencias, junto con otros hallazgos en enclaves de América del Sur y del Norte, que nos obligan repensar nuestras ideas sobre la migración de humanos a las Américas", dijo Mirian Liza Alves Forancelli Pacheco (izquierda), coautora del estudio de investigación y arqueóloga de la Universidad Federal de Sao Carlos en Brasil.

En la última década, otra investigación ha desafiado la sabiduría convencional de que las personas no llegaron a las Américas hasta unos pocos miles de años antes de que el aumento del nivel del mar cubriera el puente terrestre de Bering entre Rusia y Alaska, quizás hace unos 15.000 años.

Los adornos fueron descubiertos hace unos 30 años en un refugio rocoso llamado Santa Elina en el centro de Brasil, pero el nuevo estudio realizado sobre ellos es el primero en analizarlos extensamente y descartar la posibilidad de que los humanos los hayan encontrado y tallado miles de años después de que los animales referidos se extinguieran.

Ilustración en la que se muestra a una persona tallando un osteodermo de un perezoso gigante en Brasil hace entre unos 27.000 y 25.000 años. Crédito: Júlia d'Oliveira vía AP.

El equipo de investigadores procedentes de Brasil, Francia y Estados Unidos, dijo que su análisis muestra que el trabajo manual realizado sobre los restos óseos se llevó a cabo entre unos días y unos años después de que los animales murieran y antes de que los mismos se fosilizaran. Los investigadores también descartaron la abrasión natural y otras causas (mordeduras de otros animales, por ejemplo) que podrían explicar las formas y agujeros que ostentan.

"Creemos que eran objetos personales, posiblemente para adorno personal", dice la coautora y paleontóloga de la Universidad Federal de Sao Carlos, Brasil, Thais Rabito Pansani (derecha).

Habiendo sido una de las criaturas más grandes de América del Sur, los perezosos terrestres gigantes medían de 3 a 4 metros de largo y generalmente caminaban sobre sus cuatro patas, al tiempo que usaban sus afiladas garras para cavar madrigueras. Pesaban más de 450 kg y su cuerpo incluía estructuras óseas debajo de su pelaje, algo similar a las placas óseas de los armadillos modernos.

América del Norte y América del Sur fueron los últimos continentes en ser habitados por humanos modernos, pero exactamente cuándo comenzó tal hecho es un tema que ha dividido a los arqueólogos. Muchos expertos se muestran escépticos de que los humanos ocuparan las Américas antes de hace 16.000 años, anota el estudio.

Osteodermo de perezoso gigante modificado antrópicamente. (a,b) Imágenes macroscópicas de fotoluminiscencia de campo completo. Observe la curvatura artificial y los bordes retocados que muestran la forma intencional del hueso, lados 1 y 2 respectivamente.

Hace dos años, otro equipo de investigadores informó que las huellas humanas fosilizadas encontradas cerca de White Sands, Nuevo México, datan de hace entre 23.000 y 21.000 años, aunque algunos investigadores cuestionan estas fechas. Otra evidencia de México sugiere presencia humana hace unos 30.000 años, y los hallazgos de Uruguay pueden sugerir ocupación humana hace tanto como 30.000 años.

Jennifer Raff (izquierda), genetista antropológica de la Universidad de Kansas, y que no participó en el estudio, dijo que el nuevo artículo publicado constituye "una adición importante al debate sobre el poblamiento de las Américas, pero que, como cualquier otro hallazgo sobre el tema, también puede generar rechazo".

A este respecto, Briana Pobiner (derecha), coautora y paleoantropóloga del Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian, en Washington, dijo: "Aún así, las evidencias que proporcionan múltiples sitios obligan a los científicos a reconsiderar las viejas suposiciones de que hubo individuos que llegaron solo en una gran oleada de migración a través del puente terrestre de Bering".

"Es posible que algunos se hayan extinguido, pero es también muy probable que pudiera haber habido individuos que vinieron a las Américas en distintas oleadas", concluye Briana Pobiner.

Descubren una tumba de cremación de la Edad del Hierro (Cultura de Hallstatt) en Austria

El arqueólogo Johan Rudorfer durante los trabajos de excavación. NHM Wien, Andreas W. Rausch.

La población de Hallstatt, en la actual Austria, dio nombre una cultura de transición entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, que se extendió principalmente por Europa Central, Francia y los Balcanes. Los investigadores suelen distinguir dos grandes etapas (de un total de cuatro) en esta antigua cultura: Hallstatt A y B (1200-750 a. C.), correspondiente al Bronce Final de la conocida como cultura de los campos de urnas, y Hallstatt C y D (750-450 a.C.), también conocida como Primera Edad del Hierro.

Durante la actual campaña de excavaciones que está llevando a cabo el Museo de Historia Natural de Viena (NHM por sus siglas en inglés) en Hallstatt Salzberg, los arqueólogos han descubierto una tumba de cremación en la que había diversos artículos de bronce en bastante buen estado de conservación. Pero lo que realmente sorprendió a los investigadores es que, junto a los restos de metales aparecieron unos fragmentos de tejido magníficamente conservados.

Espiral de bronce en el que pueden observarse los restos textiles (cuadro en el margen inferior derecho). NHM Wien, Andreas W. Rausch.

Un tesoro entre las cenizas

"No es es solo el buen estado de conservación de los tejidos y de las piezas de joyería que se dispusieron en la tumba; lo más sorprendente es poder identificar un pozo de enterramiento claramente reconocible. El área fue extensamente investigada a nivel arqueológico en el siglo XIX, pero se prestó poca atención a ciertos detalles, como la construcción de la sepultura", ha declarado respecto al hallazgo Johann Rudorfer (izquierda), investigador asociado del Departamento de Prehistoria del Museo de Historia Natural de Viena.

Este enterramiento se ubica en un cementerio de la Edad del Hierro descubierto por primera vez en el año 1846, por el maestro de minas de las salinas, Johann Georg Ramsauer (1795–1874), y examinado arqueológicamente de modo sistemático hasta 1863.


En ese momento, Ramsauer descubrió alrededor de 1000 tumbas con objetos ricos, y la mayoría de los mismos se enviaron a Viena. Existen extensos protocolos, descripciones de tumbas y planos de campos de tumbas, así como muchas pinturas de acuarelas con tumbas y diversos tipos de hallazgos de sus excavaciones. Su minucioso trabajo, en particular la documentación precisa del rico contenido de las tumbas, contribuyó a que el sitio diera su nombre a toda una época de la historia cultural europea, el período de Hallstatt.

Un brazalete de bronce tal como fue encontrado por los arqueólogos antes de ser desenterrado. NHM Wien, Andreas W. Rausch.

Los arqueólogos están ahora tomando el trabajo de construcción actual como una oportunidad para reabrir y revisar las investigaciones en el cementerio de la Edad del Hierro del siglo XIX. Según la ubicación de la nueva tumba, los arqueólogos concluyen que se trata de una tumba autónoma desconocida, que no fue excavada y, por lo tanto, se ha conservado en el lugar.

En esta tumba recién descubierta también había un enorme brazalete con nervaduras que, según los expertos, probablemente se lucia en la parte superior del brazo. También se han hallado unos finos espirales de bronce que yacían sobre una pila de cremación, donde se han localizado algunos restos óseos que los investigadores creen que podrían pertenecer a un peroné.

Imagen de tres elementos espirales de bronce que formaban parte del ajuar funerario antes de ser exhumados por los arqueólogos. NHM Wien, Andreas W. Rausch

Unas misteriosas bolsas de tela

El conjunto de hallazgos lo completan la hoja de un cuchillo de bronce con los restos de un mango de madera aún adherido a la placa de metal, una pieza de plomo que los investigadores han identificado como parte de un cinturón, huesos de animales y restos de comida. Los arqueólogos han descubierto además que la mayoría de los objetos se habían roto o doblado de manera intencionada. Pero cuando los arqueólogos examinaron todas las piezas con más detalle se dieron cuenta de que en los espirales de bronce había algo sorprendente: restos de tela incrustada.

Tales restos de tela podría proporcionar evidencia, por primera vez, de provenir de un contenedor orgánico (de huesos) destinado a su cremaciones. A diferencia de otros cementerios, en Hallstatt y La Tène (Segundad Edad del Hierro) rara vez se han encontrado urnas. “Por lo general, solo encontramos un montón de huesos pequeños y algo de ceniza, pero es todo tan compacto que siempre sospechamos de la utilización de pequeños sacos hechos de tela o cuero para guardar los restos incinerados. Ahora es probable que se haya proporcionado la evidencia de esto", dice feliz el arqueólogo de Viena.

Detalle de la tumba tal como fue descubierta por los arqueólogos. NHM Wien, Andreas W. Rausch

Aunque solo se ha examinado arqueológicamente el uno por ciento del área despejada de barreras de torrentes y avalanchas de rocas, se pueden informar de resultados científicos valiosos. "Ahora sabemos que las antiguas excavaciones probablemente no incluyeron todos los hallazgos de tumbas y que muchos objetos de sus ajuares funerarios y montones de huesos humanos se perdieron y otros no fueron trasladados a las instalaciones del Museo de Historia Natural de Viena", añade.

El cementerio en el alto valle sobre la ciudad de Hallstatt es uno de los lugares de enterramiento prehistóricos más importantes de Europa. Hasta el momento, se han descubierto y documentado más de 1.500 tumbas en las que se han encontrado numerosos objetos funerarios, algunos de ellos magníficas vasijas, armas y joyas, que dan testimonio de la prosperidad y las relaciones comerciales de gran alcance que surgieron de la extracción y comercio de la sal. Proyecciones recientes han estimado la existencia de unos 5.000 entierros en la parte baja del valle alto del Salzberg.

Mina de sal en Salzwelten (Austria). Se comenzó a explotar hace 7000 años, por lo que es la mina de sal más antigua del mundo.

Si bien el cementerio está bien documentado, se sabe relativamente poco sobre la historia del asentamiento de la mina de sal de Hallstatt. Como parte de la excavación de investigación anual del Museo de Historia Natural de Viena, que se lleva a cabo en otro punto del valle alto con el apoyo de Salzwelten y Salinen Austria AG, los científicos están tratando de localizar un complejo de edificios de madera de la Edad del Bronce Final (1.200 - 800 a. C.) para ser registrado en su totalidad. Allí, el área de investigación deberá expandirse sucesivamente durante los próximos años, y el equipo probablemente se encontrará primero con otras tumbas que solo se excavaron mucho más tarde. La exploración del cementerio de la Edad del Hierro está lejos de terminar. Con los métodos modernos de excavación y documentación, aquí también se pueden aclarar otras preguntas de investigación que aún no han sido respondidas.

Fuentes: nationalgeographic.com.es | nhm-wien.ac.at | 12 de julio de 2023