¿El sexo de los fósiles?

En esta fecha, 8 de marzo de 2018, se celebra el Día Internacional de la Mujeres, coincidiendo con un suceso terrible acontecido hace ahora 110 años en Estados Unidos. Esta fecha me ha recordado un debate, lanzado en las redes sociales a raíz de la visita realizada por una mujer al Museo de la Evolución Humana de Burgos. Ese debate generó una pregunta dirigida al equipo que excava e investiga en los yacimientos de la sierra de Atapuerca, porque somos responsables de cuanto se ha construido en esta ciudad en relación con los yacimientos. La pregunta se había planteado durante esa visita, pero la respuesta no fue convincente y probablemente hubo algún malentendido.

La pregunta era muy sencilla y lógica: ¿cómo se sabe si un determinado resto fósil perteneció a un hombre o a una mujer? Puedo imaginar que la respuesta hubiera necesitado una explicación mucho más detallada. Así que me gustaría aprovechar un espacio algo mayor que el de un sencillo tweet para responder a la cuestión. La respuesta podría resumirse de manera muy simple: es imposible saber si un resto fósil perteneció a un varón o a una mujer, salvo que tengas una gran cantidad de ADN nuclear, en el que se pueda determinar si posee la pareja de cromosomas XX o la pareja XY. Por supuesto, conseguir esto es poco menos que imposible, salvo que estemos obteniendo el ADN de un resto muy reciente o se trate de un individuo momificado. Recuerdo bien el estudio que se realizó en 1979 de una momia encontrada en la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora de Colmenar Viejo (Madrid). Quién escribe estas líneas estaba comenzando su andadura por estos tortuosos y a la vez maravillosos caminos de la ciencia. Asistí con enorme curiosidad al estudio de la momia, que realizaron varios expertos, y a la que cariñosamente bautizaron como “Don Cosme”. Es evidente que aquel individuo era masculino, según demostraban sus atributos todavía bien conservados. Don Cosme reposa de nuevo en la Basílica de Colmenar Viejo, pero bien enterrado en un ataúd perfectamente sellado, que los funcionarios del ayuntamiento de Colmenar Viejo recogieron en la Universidad Complutense con gran solemnidad.

Volviendo al ADN, el material genómico nuclear más antiguo conocido hasta la fecha se obtuvo precisamente de los restos encontrados en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. Pero la cantidad obtenida solo permite realizar estimaciones filogenéticas de aquellos humanos, que vivieron hace unos 400.000 años. No es poca cosa, pero insuficiente para determinar el sexo de los individuos que han proporcionado ese ADN.

De todos modos, los expertos en evolución humana intentamos al menos realizar pronósticos sobre el sexo de los restos fósiles. En la inmensa mayoría de los yacimientos, la estimación del sexo es sencillamente imposible. Algunos/as investigadores/as se atreven a realizar estimaciones, que no tienen ninguna trascendencia. En ocasiones, se ponen nombres propios a determinados fósiles, como la famosa Lucy (Australopithecus afarensis), asumiendo que se conoce el sexo del fósil. Es solo una cuestión lúdica y simpática, como mucho con algún interés mediático. Cuando la colección de fósiles es muy numerosa (caso del yacimiento de la Sima de los Huesos), el estudio de diferentes partes anatómicas revela diferencias de forma y tamaño, que recuerdan en buena medida a las diferencias de forma y tamaño de los huesos o de los dientes de las poblaciones actuales. En este caso la estimación del sexo tiene una base algo más sólida, pero nunca pasa de ser una conclusión probabilística. En ciertos casos, la estimación puede ayudar a entender cómo pudo depositarse un cadáver en determinados lugares, para transformarse con el tiempo en un conjunto de restos fosilizados. Como ejemplo, recuerdo la mandíbula de un individuo neandertal encontrado en el yacimiento de una cueva de Burgos (Valdegoba). Esta mandíbula (lo poco que quedó del cadáver) pudo pertenecer a una mujer, por el hecho de haberse encontrado junto a ella la mayoría de los dientes de leche de un feto a término o de un recién nacido.

Una vez respondida la pregunta, creo que el debate en las redes sociales pasó a un nivel más complejo: ¿cómo se conoce entonces el rol de los machos y de las hembras durante épocas remotas, como el Plioceno o el Pleistoceno? La pregunta es muy interesante, aunque no necesariamente se desprende de la anterior. Es otra cuestión muy diferente. Salvo por el hecho biológico de la maternidad y una lactancia prolongada, no veo razones para pensar que una mujer de aquellos tiempos no pudiera cazar animales, como cualquier hombre. La supervivencia de los grupos estaría determinada por la complementariedad de los dos sexos y de un apoyo mutuo. No se pueden utilizar de manera estricta los modelos que se conocen hoy en día en los pueblos de cazadores y recolectores que aún persisten en el planeta, aunque sea lo mejor que tenemos a nuestra disposición.
Por supuesto, si algún hombre corriente de la actualidad pudiera viajar al pasado, no le recomendaría enfrentarse en lucha abierta a una mujer del Pleistoceno. No duraría vivo ni un par de minutos. Pero el Pleistoceno ya quedó atrás y ahora la mayoría vivimos en sociedades complejas y mayoritariamente patriarcales, en las que a las mujeres no les queda más remedio que realizar reivindicaciones. Me parece lamentable que sea así, y que muchas sociedades estén perdiendo una parte importante o incluso la mitad del talento de la especie. Es el bien que debería ser más preciado en los tiempos que corren.

Fuente: quo.es | 8 de marzo de 2018

La construcción de Stonehenge puede haber sido una forma de unir a las personas para socializar

Vista aérea de Stonehenge.

Se piensa que en el poblado de Durrington Walls, situado a tres kilómetros de Stonehenge residían los constructores del monumento megalítico, así como sus primeros visitantes. Muy cerca, se ha descubierto un enclave donde se celebraban banquetes ceremoniales durante el Neolítico.
Los científicos han analizado parte de los 38.000 huesos de cerdos y ganado vacuno que se han encontrado allí y han concluido que los animales eran trasladados hasta este lugar desde el noroeste de Escocia, a kilómetros de distancia.

De acuerdo con los especialistas, este hecho indica que en el 2500 a.C. Stonehenge era conocido en toda Bretaña como lugar de peregrinaje y celebración.

«Atraer a un gran número de personas de diferentes procedencias para que participaran en la construcción del monumento era una herramienta muy poderosa para demostrar la fuerza de la comunidad a los foráneos», explica Susan Greaney (izquierda), historiadora de English Heritage (organismo público del Reino Unido que protege y promueve su patrimonio histórico).

«Ser capaz de acoger y atender a toda esa gente que había viajado desde tan lejos, quizás como una especie de peregrinación, con banquetes ceremoniales, podría ser la mayor expresión de poder y de posición de la comunidad», continúa esta especialista.
Todo ello les ha llevado a elaborar una nueva teoría en la que la construcción de Stonehenge era tan importante como «la función que iba a desempeñar una vez terminado», de acuerdo con Greaney.

Esta teoría ha cobrado fuerza gracias a una fotografía que retrata un rito de acarreo de piedras en la isla indonesia de Nias, en 1915. La instantánea muestra a personas vestidas ceremoniosamente cargando enormes monolitos.

Una ardua tarea que después era festejada con deleite con banquetes y bailes asociados (derecha).
«En cuanto abandonas las preconcepciones modernas que dan por hecho que las personas del Neolítico habrían buscado la forma más eficiente de construir Stonehenge -como porqué las piedras procedían de tan lejos-, dejan de tener tanta importancia».
"Ser capaz de dar la bienvenida y recompensar con fiestas ceremoniales a las personas que habían viajado desde lejos, tal vez como una especie de peregrinación, podría haber sido una expresión más del poder y la posición de la comunidad", explica Greaney.

Para comprobar su teoría, English Heritage va a llevar a cabo una «experiencia arqueológica», en la que varios voluntarios van a mover y construir un círculo de piedras similar en tamaño y forma al monumento megalítico en un intento por comprender más acerca del proceso de su construcción y promover la historia del lugar Los visitantes utilizarán rodillos de madera y cuerdas para construir una réplica del monumento, y los expertos estudiarán cómo se habría utilizado la cooperación grupal.

Fuentes: abc.es | alphr.com | 9 de marzo de 2018
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¿Qué comieron los trabajadores neolíticos después de un duro día en Stonehenge? Cerdo dulce y queso rico


Los antepasados ​​de la Edad de Piedra de los británicos poseían talentos inesperados, según han descubierto los científicos. Además de su destreza en la construcción de grandes monolitos como Stonehenge, también fueron expertos en organizar fiestas de primer nivel.

El cerdo endulzado y asado consumido con una variedad de ricos productos lácteos, incluyendo queso y mantequilla, parece haber sido un lugar común en las fiestas, según una exposición de English Heritage, Feeding Stonehenge, que se inaugurará esta semana en el centro de visitantes del círculo de piedras.

"Han pasado más de 4.500 años desde que se construyó la parte principal de Stonehenge", dijo la arqueóloga Susan Greaney. "Pero gracias a la sofisticación de las técnicas que ahora tenemos para datar e identificar sustancias químicas, podemos deducir, a partir de los fragmentos de alimentos que quedan en las vasijas y de los huesos de animales depositados en el suelo, qué comidas se estaban consumiendo allí".

Stonehenge fue construido en varias etapas. Sin embargo, el período más importante se produjo alrededor de 2.500 a.C., cuando se erigieron los grandes bloques sarsen que forman el anillo principal, dijo Greaney. "Análisis recientes sugieren que esta construcción se completó en un período de unos 50 años", agregó.

Los científicos también han datado la ocupación de la aldea neolítica de Durrington Walls, que se encuentra a unos 3 km al noreste de Stonehenge, en un período de 50 años, lo que también ocurrió hace alrededor de 2.500 a.C.

"A partir de esto, hemos llegado a la conclusión de que Durrington Walls era el lugar donde vivían los constructores de Stonehenge y donde hacían celebraciones relacionadas con el gran edificio que estaban construyendo", dijo Greaney.

La cuestión es: ¿qué sostuvo a estos trabajadores durante la titánica tarea que habían emprendido? ¿Qué alimentos consumieron? "Cuando cavamos en Durrington Walls encontramos fosas y basureros llenos de pedazos de cerámica y huesos de animales que quedaban de las fiestas", dice un investigador de Stonehenge, el profesor Oliver Craig (izquierda), de la Universidad de York. "Estos restos han proporcionado una inmensa cantidad de información".

A partir de los fragmentos de cerámicas hallados, los científicos pudieron identificar las grasas, las ceras y los aceites de los alimentos cocinados en estos recipientes. Estas grasas, que se filtraron en la cerámica y se recolectaron en sus poros, ahora se pueden analizar mediante una técnica conocida como análisis de lípidos.

"Encontramos que las vasijas u ollas más grandes contenían principalmente carne de cerdo", relata Craig. "Sin embargo, las ollas más pequeñas, que se encontraron en diferentes partes del enclave de Durrington Walls, contenían productos lácteos. Creemos que estos alimentos a base de leche tenían un significado especial. Pueden haber estado asociados con la pureza o la fertilidad, por ejemplo, y se consumieron en un área especial".

Sin embargo, la presencia de productos lácteos plantea un rompecabezas. La evidencia genética indica que los británicos en este momento eran intolerantes a la lactosa. Beber leche les habría producido molestias gástricas. Aún así, los productos lácteos parecen haber tenido un uso generalizado.

Esto ha llevado a Craig y otros científicos a argumentar que la leche de vaca no se habría consumido directamente, sino que se habría convertido en queso y yogur, lo que no habría desencadenado reacciones de intolerancia a la lactosa. En otras palabras, las personas que se reunían para estos festivales habrían estado comiendo platos ricos en proteínas de mantequilla y queso y otros productos lácteos procesados.

En cuanto a la carne que se consumió, de lejos el animal más popular fue el cerdo. "Hay fragmentos de esqueletos de cerdos, datados en este período, en todas partes", subraya Greaney. "Y cuando miras los dientes de estos animales, es notorio que hay fuertes signos de caries, lo que sugiere que estaban siendo engordados con dietas bastante dulces, posiblemente con miel. Por tanto, el cerdo endulzado con miel bien podría haber estado en el menú en estas fiestas".

Todas las señales apuntan al hecho de que las edificaciones de Stonehenge y Durrington estaban asociadas con algunas celebraciones muy fastuosas. Por ejemplo, en la mayoría de otros sitios arqueológicos, donde los huesos de animales se han dejado después de ser comidos, muy poco se deja sin consumir. Esto no fue el caso en Durrington Walls, donde chuletas a medio comer se dejaron descartadas en muchos lugares. "Esta pudo haber sido la primera cultura despreocupada del país", dice Greaney.

Este punto fue respaldado por Craig. "La gente estaba matando animales, encerrándolos y comiéndoselos a gran escala", dijo. "Debió haber sido todo un espectáculo".

Sin embargo, esta alta ingesta proteica de carne y quesos probablemente no era típica de las comidas promedio de la Edad de Piedra, agregó. "Creo que la gente en esos días también habría estado comiendo verduras y frutas, pero no aquí. Carne de cerdo, ternera y queso, eso fue un festín especial, y eso es lo que se consumió en Stonehenge".

Ahora bien, la identidad de cualquier bebida que se consumió sigue siendo un misterio. "La gente siempre me pregunta: ¿nuestros antepasados ​​consumían vino, cerveza u otro tipo de bebida alcohólica?", recuerda Craig. "La respuesta es que no lo sabemos. Bien podrían haberlo sido, pero todavía no tenemos las técnicas o la evidencia para decir qué podría ser esa bebida. Eso queda para futuras investigaciones".

Fuente: theguradian.com | 15 de octubre de 2017

Facebook vuelve a censurar la Historia

Después de la polémica censura por parte de Facebook de una venus paleolítica por pornográfica, hace unos días, la página de Facebook de Historia y Arqueología, fue víctima de la censura por parte de esta Red Social por haber compartido dos fotografías a través de Instagram de la Segunda Guerra Mundial sin ningún motivo aparente, por lo que provocó el banneo de las funciones de la Red Española de Historia y Arqueología así como de sus colaboradores.

Somos conscientes de que el periodo de la Segunda Guerra Mundial puede tener contenido que hiera la sensibilidad de algunos espectadores pero no es motivo de censura sino de educación, porque “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.

En Historia y Arqueología condenamos la censura a la Historia y en general a todo lo que supone la libertad de expresión y de opinión.

En Historia y Arqueología creemos que en ningún momento, hemos incumplido las políticas de Facebook y vamos a publicar las fotografías a continuación para que opinéis al respecto si son motivos de censura o no.

Fotografías censuradas por Facebook de Historia y Arqueología:

FOTO 1:


FOTO 2:

En esta imagen, ampliarla y leed la descripción. Veréis que la foto hace referencia A LA DERROTA DE LOS NAZIS!

Muchas gracias por vuestro apoyo y comprensión, porque en Historia y Arqueología, seguiremos adelante contra la censura a la Historia.

Un estudio remonta al 1377 antes de Cristo la antigüedad de la necrópolis loreña de Setefilla (Sevilla)

Imagen de las pruebas radiocarbónicas. CEDIDA

Un estudio radiocarbónico acometido sobre 27 de las tumbas de la necrópolis de Setefilla, ubicada en Lora del Río (Sevilla) y atribuida principalmente al periodo antiguo de la Edad del Hierro, remonta la antigüedad de uno de los enterramientos al intervalo comprendido entre los años 1377 y 1004 antes de Cristo, extremo que junto con los resultados correspondientes a otras dos tumbas amplía claramente "la cronología actualmente aceptada" para el conjunto de esta necrópolis.


Este informe, elaborado por los arqueólogos Dirk Brandherm y Michal Krueger, de las universidades de Belfast (Irlanda del Norte) y Poznan (Polonia), aborda el yacimiento de Setefilla, localizado en Lora del Río y donde descansan los vestigios de una población fundada en la etapa media de la Edad del Bronce y una "extensa necrópolis ubicada a unos 900 metros" del poblado, cuya ocupación principal se adscribe al periodo antiguo de la Edad del Hierro.


Localización (A) del poblado tartésico en las estribaciones de Sierra Morena.

La necrópolis, según este estudio recogido por Europa Press, "consta de unos 14 túmulos conocidos y varias tumbas aisladas fuera del ámbito de los túmulos", toda vez que "este enclave constituye uno de los yacimientos emblemáticos de la llamada cultura tartésica". "La cantidad de datos que han aportado las excavaciones realizadas en la necrópolis, junto con el detallado estudio tipológico y cuantitativo de los materiales, convierten a este yacimiento en un sitio clave para abarcar un amplio abanico de cuestiones" relacionadas con el proceso 'orientalizante' del Suroeste de la Península Ibérica", recoge el informe.


Al respecto, abundan Dirk Brandherm y Michal Krueger que "desde los inicios de los trabajos, resultaba problemático establecer la cronología de las tumbas" de la necrópolis, con lo que este estudio ha consistido en la aplicación de pruebas radiocarbónicas en dos de los túmulos, uno de ellos con 66 tumbas y una cámara funeraria "vacía" cuando fue descubierta y otro de menores dimensiones y 33 tumbas.
Parte del bastión del recinto defensivo del poblado tartésico.

DISCUSIÓN SOBRE LA CRONOLOGÍA

En ese sentido, los autores de este informe recuerdan que hasta hace unos 30 años, "se pensaba que la cronología de estos dos túmulos oscilaba entre los siglos VII y VI antes de Cristo, aunque en la actualidad se percibe la necrópolis de Setefilla como una fundación del Bronce Final o incluso anterior, pues sus enterramientos contienen vestigios de tal periodo, pero no artefactos de tradición fenicia, ni otros objetos típicos de la Edad del Hierro, como por ejemplo cuchillos afalcatados".
En este contexto, el informe precisa la "enorme dificultad encontrada a la hora de concretar la situación cronológica del túmulo B", el de menor tamaño y menor número de tumbas, aunque se le considera "posterior" al túmulo A, marcado por su cámara funeraria y sus 66 tumbas.

Así las cosas, las pruebas radiocarbónicas aplicadas sobre los restos humanos de 27 de las tumbas de los citados dos túmulos profundizan en la cronología de los mismos. Y aunque "la gran mayoría de las nuevas determinaciones radiocarbónicas para las tumbas de Setefilla responde a las expectativas convencionales para contextos atribuibles a la transición entre el Bronce Final y el Hierro Antiguo y al período orientalizante del Sudoeste peninsular, lo cierto es que las tres determinaciones de las tumbas A5, A47 y B18 señalan fechas bastante anteriores al siglo VIII, la cronología actualmente aceptada para el inicio de la ocupación funeraria de los dos túmulos".


Edificio de sillares del siglo VI a.C. sobre otro tartésico del siglo VII a.C.

FECHAS CONCRETAS

Más en concreto, las determinaciones radiocarbónicas reflejan que una de estas tumbas del túmulo A, marcado por su cámara funeraria y sus 66 enterramientos, correspondería al intervalo comprendido entre los años 1217 y 1023 antes de Cristo, mientras otra de las tumbas se remontaría al periodo comprendido entre los años 1377 y 1004 antes de Cristo.

En el caso del túmulo B, el de menores dimensiones, las pruebas atribuyen a una de sus tumbas una antigüedad de entre los años 1116 y 916 antes de Cristo. "Según los nuevos datos, incluso parece plenamente posible que la ocupación orientalizante del círculo funerario B preceda la del círculo funerario A", abunda además el estudio.

Así las cosas, los autores de este estudio concluyen que "las nuevas determinaciones radiocarbónicas demuestran que la cronología absoluta de los túmulos A y B de Setefilla amplían de modo considerable los límites que solían proponer los modelos cronológicos tradicionales para esta necrópolis, toda vez que el inicio de la ocupación orientalizante de la necrópolis de base del túmulo B no parece más reciente que la del túmulo A, e incluso puede ser más antigua".

Fuente: 20minutos.es | 8 de marzo de 2018

Las termas romanas de Confluenta (Segovia), entre las mayores del valle del Duero

Vázquez (centro) con Santiago Martínez y Sara Dueñas, en la presentación de los hallazgos. / Kamarero

Las termas descubiertas el pasado verano en Confluenta, la ciudad romana ubicada en las inmediaciones del actual pueblo de Duratón, son, por sus dimensiones, “las segundas o las terceras” más grandes del valle del río Duero, un vasto territorio que comprende gran parte del territorio de Castilla y León y el norte de Portugal.

Así lo explicó ayer el director de las excavaciones, Santiago Martínez Caballero, para el que su envergadura coloca a este complejo monumental “entre las grandes termas públicas conocidas” de la región. Por superficie, las termas más grandes del valle del Duero son las de Asturica Augusta, ciudad romana situada bajo la actual Astorga, en León. Por el segundo lugar ‘pugnan’ Clunia, en las cercanías de Coruña del Conde (Burgos) y Confluenta.

El hecho de que las termas meridionales de la ciudad segoviana compitan, en cuanto a metros cuadrados construidos, con las de dos ciudades que ejercen de distrito jurídico muestra la relevancia adquirida por Confluenta. En este punto conviene advertir que estas termas del barrio sur no fueron las únicas que existieron en la ciudad romana de Duratón, ya que en el centro de Confluenta aparecieron otras, excavadas primero a finales del siglo XVIII y, más recientemente, en 1949 y 2001.

El director de la excavación arqueológica muestra los restos de edificios públicos urbanos. / EL NORTE

De acuerdo a los cálculos realizados por Martínez y su equipo, las termas del barrio sur de Confloenta tendrían “entre 2.200 y 3.000 metros cuadrados”. De esa superficie, en el verano de 2017 los arqueólogos excavaron alrededor de 500 metros cuadrados, lo que supone “cerca de la quinta parte de su superficie”. A pesar de que todavía quedan numerosos misterios por desvelar de este monumental edificio público, los trabajos realizados sí han permitido documentar las estancias características de unas termas romanas.

En la pasada campaña, el equipo dirigido por Martínez quiso, inicialmente, investigar en el barrio sur de Confluenta, en una zona situada junto a la rampa de acceso a la ciudad utilizada por quienes llegaban desde Segovia y Complutum (Alcalá de Henares). Y allí estaban las termas.


Tras descubrir una parte de la fachada del edificio, abierto a la calle principal de Confluenta, se exhumaron “estancias típicas de unas termas”, comenzando por un corredor interno de distribución, bajo el cual se situaba una cloaca para evacuar el agua utilizada. En una detallada explicación, Martínez dijo que los arqueólogos han encontrado también una gran estancia pavimentada con un mosaico polícromo, si bien alterado en su parte central. Y también se cree haber hallado los espacios donde se localizaban el frigidarium (baños fríos), tepidarium (baños templados) y caldarium (baños calientes). De igual forma, el director de las excavaciones dijo contar con múltiples indicios para situar un laconicum o sauna en una estancia semicircular aparecida.
Por otra parte, en las termas del barrio sur de Confluenta se ha documentado el denominado ‘suelo suspendido’ (suspensura), un pavimento sostenido por ladrillo que permite la circulación por su parte inferior de agua caliente.

En definitiva, en este edificio público de Confluenta están presentes las técnicas constructivas más habituales de los romanos.

Excavacion de las Termas de Confloenta (Duraton, Segovia). Campaña de 2017.

Fruto de las excavaciones del pasado verano, los arqueólogos han desenterrado cerca de 3.200 piezas, ahora en proceso de inventario. Por su número, destacan fragmentos cerámicos y de metales. Pero llaman especialmente la atención los mármoles, utilizados para el revestimiento de muros. Hasta la fecha, han aparecido de tres colores diferentes —blanco, amarillo y morado— y, según indicó Martínez, proceden de las canteras de Espejón, no lejanas de la ciudad de Clunia.

Las investigaciones en curso incluyen, como resulta obligado en toda excavación, trabajos de planimetría y fotogrametría, tendentes a lograr un dibujo lo más fiel posible de lo que fue Confluenta. Pues bien, el uso de fotografía aérea ha permitido a los arqueólogos reconocer, en estas termas del barrio sur, un gran espacio central, de unos 600 metros cuadrados de superficie, que podría ejercer como gimnasio o, simplemente, lugar de paseo. Justo en su centro estaría una piscina, de unos 10 x 18 metros.

En lo referente a la datación de las termas del barrio sur, Martínez considera que todo apunta a su construcción a finales del siglo I después de Cristo, permaneciendo activas unos dos siglos.


Excavacion del Foro pecuario.

De cara a la próxima campaña de verano en Confluenta, para la que se está ultimando la propuesta de intervención arqueológica, los principales objetivos son delimitar los caminos de acceso a las termas y continuar con la exploración del este edificio público.

Hay trabajo por delante. Faltan por localizar, por ejemplo, los hornos. Y Martínez recordó que la mayoría de las termas están “duplicadas”, esto es, con un espacio exclusivo para hombres y otro para mujeres. “Es muy probable —señaló— que lo que hayamos encontrado hasta ahora sea una parte de una de las alas de las termas, no sabemos si la de los hombres o la de las mujeres”. El trabajo de los arqueólogos acabará resolviendo el enigma. Seguro.

Fuente: eladelantado.com | 6 de marzo de 2018

Turquía abrirá un museo en Troya para rescatar los 4.000 años de historia de las ruinas de Homero

Recreación virtual del proyecto del museo - ABC

Más de diez Troyas se asientan, unas sobre las ruinas de otras, en la ahora provincia turca de Çanakkale, a apenas 4,8 kilómetros del estrecho de Dardanelos (noroeste del país). Su leyenda y la de sus habitantes, desde el infortunado Héctor «el domador de caballos» al príncipe Paris, pasando por su fértil padre el rey Príamo y por supuesto la bella Helena, inmortalizados por el poeta Homero, ha eclipsado quizá el también fabuloso interés histórico de las ruinas, con más de 4.000 años de historia y donde se han encontrado tesoros como los miles de anillos de oro, diademas y copas del conocido como «tesoro de Príamo».

Foto: tesoro de Príamo.

Este año, con motivo del 20 aniversario de la declaración de las ruinas como patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO, el Gobierno de Turquía ha anunciado la apertura de un nuevo museo en el sitio arqueológico de Troya, que ayudará a traer a los más de «un millón de turistas» que espera el Ministerio de Turismo turco.

Con una simple forma de cubo de 32 metros de alto, construido por debajo del nivel del suelo y de color rojo óxido-tierra, el museo ocupará un área de 10.000 metros cuadrados, de los cuales 3.000 serán salas de exhibición en las que se expondrán, entre otras piezas, veinticuatro objetos de oro conocidos como «los tesoros de Helena de Troya» (2.400 a.C.), devueltos a Turquía desde el museo Penn en Estados Unidos en un «préstamo indefinido» en 2012.

Conversaciones con museos

Con la intención de equipar el museo y recuperar su patrimonio, el Gobierno turco ha relanzado conversaciones con museos de todo del mundo que poseen piezas arqueológicas turcas en un intento de repatriarlas de vuelta a su país de origen, entre ellas el «tesoro de Príamo», una colección de oro, armas, cálices y otras joyas llevadas de contrabando por el arqueólogo Heinrich Schliemann a Berlín y ahora en el Museo Pushkin de Moscú tras la Segunda Guerra Mundial.

«La forma del diseño tiene la intención de aislar gradualmente al visitante en una rampa descendente donde las ruinas y el suelo fértil de Troya quedan atrás para llevarte al pasado, esa parte de la historia esperando ser descubierta. Para desconectar y percibir así el complejo del museo como un hallazgo arqueológico gigante que surge de la tierra», explica el estudio arquitectónico Yalin Mimarlik, encargado del proyecto original.

Este museo completará así el viaje del visitante a las ruinas de la que se considera el germen de la mítica Troya de la epopeya de Homero, hoy día un impresionante sitio arqueológico abierto con 23 secciones de murallas defensivas alrededor de la ciudadela, once puertas, una rampa de piedra pavimentada y porciones inferiores de otros cinco bastiones defensivos pero en el que, quizá, se requiera de la imaginación para recrear las enormes murallas contra las que se estrellaron durante diez años las fuerzas de Aquiles, Agamenón, Menelao o Ulises.

TROYA-intro from Yalın Mimari Tasarım on Vimeo.

Localización

Pese a que la localización de la Troya de Homero en las ruinas de Çanakkale no ha sido autentificada con seguridad, la mayoría de los arqueólogos aceptan la premisa de que estos restos -con una secuencia de asentamientos ininterrumpida durante más de 4.000 años y testigo de la sucesión de civilizaciones- demuestran significativamente el primer contacto entre las civilizaciones de Anatolia (la actual Turquía) y el mundo mediterráneo a través de la migración, el comercio pero también la guerra y la ocupación. Así, el asedio de Troya por los guerreros espartanos y aqueos venidos en «negras naves» de Grecia en el siglo XII o XIII a.C. bien pudo inspirarse en una de aquellas incursiones que destruyeron, una y otra vez, la ciudad de Troya.

Con un presupuesto de 50 millones de liras turcas (10,63 millones de euros), el museo lleva en construcción desde 2012, pero en 2015 problemas de sobrecostes paralizaron el proyecto, que no fue reanudado hasta mediados de 2017. «Troya ha sido testigo de miles de años de historia de Çanakkale. Aunque anteriormente tuvimos algunos problemas de infraestructura, hemos logrado resolver gran cantidad de ellos, y ahora tendremos un museo que servirá de ejemplo para otros sitios antiguos en el mundo», señaló entonces a la prensa local el vicepresidente del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) en la provincia, Bülent Turan.

La inauguración del museo, de la que todavía no se conoce fecha exacta, será sólo la guinda del llamado «Año de Troya», para el que el Gobierno turco ha organizado numerosos eventos que incluyen recreaciones de la mítica contienda, ciclos temáticos de ópera y ballet, así como los «Juegos Internacionales de Troya», que se espera que traigan a atletas de todo el mundo para competir en múltiples eventos en el sitio histórico, según recopiló en rueda de prensa el director de Cultura y Turismo de Çanakkale, Kemal Dokuz, el pasado enero.

Para promocionar el «Año de Troya» el Gobierno turco no escatima en fuegos artificiales: según recogen medios locales, Turquía ha invitado también a varias estrellas de Hollywood a la inauguración del museo, especialmente a los protagonistas de la popular película «Troya» (2004), protagonizada por Brad Pitt, Eric Bana, Orlando Bloom y Diane Kruger. Se desconoce todavía si han aceptado la invitación.


Fuente: abc.es | 7 de marzo de 2018

Las muelas del Homo naledi prueban que tenía una dieta mucho más abrasiva que otros homínidos sudafricanos

La resistencia al desgaste molar de dos homínidos sudafricanos más antiguos (Australopithecus africanus y Paranthropus robustus) y Homo naledi: los colores más oscuros indican áreas del diente más resistentes al desgaste, y los colores más claros indican áreas menos resistentes al desgaste. Crédito: MPI f. Antropología Evolutiva

Los molares relativamente más altos y resistentes al desgaste de Homo naledi le permitieron tener una dieta mucho más abrasiva que otros homínidos sudafricanos.
Este es el resultado de un estudio reciente realizado por investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, la Universidad de Durham en el Reino Unido y la Universidad de Arkansas en los Estados Unidos.

Recreación del rostro de 'Homo naledi'.

Los investigadores concluyen que Homo naledi puede haber comido una dieta mucho más resistente a la masticación que otros homínidos sudafricanos.

Los mamíferos que comen alimentos que necesitan ser cortados, como hojas y hierbas, tienen molares más afilados y complejos (es decir, más cúspides y crestas), mientras que los mamíferos que comen alimentos que deben ser triturados, como frutas y nueces, tienen unos molares menos complejos, más romos. Los investigadores utilizaron una técnica conocida como topografía dental para medir la nitidez molar, la complejidad y otros aspectos de la forma de los dientes en los homínidos sudafricanos para reconstruir la dieta de Homo naledi.

Los investigadores no encontraron diferencias en la nitidez o complejidad entre los molares de Homo naledi y otros homininos sudafricanos, lo que implica que comieron alimentos con propiedades mecánicas similares. Sin embargo, Homo naledi tenía molares relativamente más altos y resistentes al desgaste que otros homínidos sudafricanos, lo que sugiere que sus dientes fueron adaptados para consumir alimentos que desgastaban sus dientes más rápido.

"Creemos que 'Homo naledi' debe haber estado comiendo alimentos cubiertos de polvo o arena, o posiblemente haya comido plantas que contenían muchas partículas protectoras de sílice, conocidas como fitolitos", dijo Michael Berthaume, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Durham, uno de los autores del estudio.

Protección contra dietas arenosas

Las plantas producen fitolitos o 'piedras de plantas' para tratar de evitar que los animales coman demasiado de ellas. Los animales como los antílopes herbívoros que viven en ambientes secos, y por lo tanto arenosos, tienen los molares coronados altos para permitirles comer dietas pesadas en 'piedrasde plantas' y arenilla sin desgastar demasiado sus dientes.

Los hallazgos del presente estudio sugieren que Homo naledi puede haber desarrollado una estrategia similar, y por lo tanto estaba comiendo una dieta diferente a la de otros homínidos sudafricanos. "Esto respalda la idea de que 'Homo naledi', con su mezcla de rasgos de homininos anteriores y posteriores, era ecológicamente distinto a otros homínidos sudafricanos", agregó Berthaume.

Fuente: Max Planck Society | 7 de marzo de 2018