Ecuentran un ánfora ibérica del siglo IV a.C en la playa de El Puig de Santa María (Valencia)

El ánfora descubierta

Un ánfora ibérica con tapa, que data del siglo IV a.C, ha sido encontrada en las playas del municipio de El Puig de Santa María (Valencia) y ha pasado a manos del Centro de Arqueología Subacuática de la Generalitat para proceder a su estabilización.
Según un comunicado de la Generalitat, la pieza, que fue hallada a 17 metros de profundidad en un área habitual de buceo, presentaba en su interior una tapadera de madera. Es la primera vez que en aguas de la Comunitat Valenciana aparece un ánfora ibérica con tapa.

La pieza está ahora siendo desalada. Posteriormente se llevarán a cabo labores de restauración que consisten en «limpiar las adherencias marinas, aplicarle un barniz de protección y subsanar las fisuras detectadas», según explica el comunicado. Una vez finalizado el proceso, la pieza se expondrá, posiblemente en el Museo Arqueológico de Sagunto.


El ánfora, que está hecha de terracota, debía de servir para el almacenamiento y el transporte de productos alimenticios. Pesa 25 kilos y tiene una capacidad para más de 25 litros.
Cuando fue hallada, la pieza aún mantenía atado en una de sus asas un cabo fino, que era utilizado para señalizar o balizar con una boya en la superficie el hallazgo, por lo que ha sido necesario sacarla, ya que corría peligro de expolio.

Fuente: abc.es | 22 de junio de 2018

Una exposición al aire libre y en el Museo de Arqueología de Vizcaya demuestra que no hemos cambiado tanto desde la Prehistoria

Los paneles de 'Ice Age Europe Now' permanecerán en la calle Bailén, frente a la estación de Feve, hasta el 15 de julio. / MAIKA SALGUERO

Suena una flauta. La toca una joven. Está sentada en una cueva. Junto a ella, descansan dos perros al calor del fuego. Nos encontramos en la última Edad del Hielo. Empezó hace 100.000 años y duró unos 90.000 en los que se registraron grandes fluctuaciones climáticas. En aquella Europa mucho más fría que la actual, en algunos momentos hubo renos, mamuts y pingüinos a orillas de un Cantábrico cuya línea de costa avanzó y retrocedió al son de bruscos cambios del clima. Una exposición nos acerca ahora en Bilbao a aquel mundo y a unos humanos que, fueran neandertales o de nuestra especie, eran muy parecidos a nosotros.

«Cuanto más investigamos sobre la Prehistoria, más nos damos cuenta de que nos ofrece las claves para entender la situación actual», aseguró ayer María José Iriarte (izquierda), arqueóloga de la Universidad del País Vasco e investigadora Ikerbasque, en la inauguración de 'Ice Age Europe Now'.

Organizada por la red de centros europeos que investigan la Edad del Hielo, la exposición consiste en una treintena de sorprendentes imágenes que pueden verse hasta el 15 de julio en la calle Bailén, frente a la estación de Feve. La muestra itinerante se completa con otra, en el Museo de Arqueología de Vizcaya, de restos recuperados en yacimientos del territorio histórico, además de piezas para reflexionar sobre el legado de nuestra civilización.

Una mujer observa los paneles que se encuentran situados en la calle Bailén, frente a la estación de Feve. Fotos: Borja Guerrero.

El mensaje de 'Ice Age Europe Now' es revolucionario para los tiempos que corren. «Todos lo europeos somos migrantes», dice un panel. Todos. Los neandertales porque sus antepasados eran africanos; nosotros porque, mucho después, nuestros ancestros llegaron también de África y desbancaron a los entonces nativos europeos, los neandertales. Ellos eran blancos; los Homo sapiens, negros, vinimos a Europa buscando una vida mejor. Sucedió hace 45.000 años.

Pelvis de rinoceronte lanudo.

Pintura en caverna y grafiti

«Las fotos de la calle Bailén permiten detectar conexiones sorprendentes entre el pasado y el presente, lo que, sin duda alguna, invita a reflexionar sobre el futuro», dijo ayer Lorea Bilbao (derecha) diputada de Euskera y Cultura. Una pintura de una caverna se contrapone a un grafiti moderno; una flauta de hueso de hace 40.000 años, a una contemporánea; una joven actual con un tatuaje y un sofisticado tocado en el pelo, a un neandertal con la cabeza decorada con plumas.

«Las preguntas que se hacían aquellos hombres y mujeres, sus inquietudes y sus preocupaciones seguramente eran las mismas que las nuestras. Otra cosa son las herramientas concretas que utilizaban», afirma Iñaki García Camino (izquierda), director del Museo de Arqueología de Vizcaya.

Ante una imagen con una navaja suiza y un bifaz, el director del Museo de Arqueología de Vizcaya recordaba ayer la pregunta con la que el prehistoriador Juan María Apellániz sorprendía a sus alumnos en Deusto hace décadas : «¿Qué tienen en común un ordenador y un útil de piedra?». La respuesta no podía ser más sencilla: los dos son herramientas. Los dos son fruto del ingenio humano.

Cráneo humano de Santimamiñe.
Un bote de aspirinas de 1920 y un rinoceronte lanudo
Los cambios climáticos son el hilo conductor de la exposición temporal que completa en el Museo de Arqueología de Vizcaya la muestra Ice Age Europe Now. Diseñado por María José Iriarte, el viaje comienza en la Edad del Hielo y acaba en el Antropoceno, como se ha dado en llamar la era en la que vivimos por el impacto de la actividad humana sobre el planeta. Hay restos de osos, rinocerontes lanudos y pingüinos, junto a elaboradísimos útiles de piedra y bellísimos arpones de hueso. Paneles donde se nos cuenta cómo el mar no siempre estuvo donde está y un apartado final con nuestro legado, desde botes de aspirinas de 1920 y llaves inglesas recuperadas en yacimientos hasta el hoy omnipresente plástico.

Fuente: elcorreo.com | 22 de junio de 2018

Las herramientas de piedra de Ötzi revelan aspectos sobre cómo vivían las comunidades alpinas en la Edad del Cobre

Ursula Wierer, la autora del estudio Foto: South Tyrol Museum of Archaeology / dpi

Ötzi (izquierda) el Hombre de Hielo, cuyo cadáver momificado de más de 5.000 años de antigüedad fue hallado casualmente en 1991 en los Alpes de Ötztal, entre Austria e Italia, llevaba consigo un juego de herramientas de sílex cuando ascendió al Tisenjoch, de 3.210 metros de altitud.

Su kit de supervivencia incluía una daga con la hoja corta y la punta rota y sólo dos puntas de flecha para las 14 flechas de su carcaj. Y, en una bolsa de cinturón, llevaba un raspador y un perforador, ambos muy desgastados, además de una pequeña lasca y una lasca de presión, un artefacto único en su forma, para retocar y reafilar las herramientas.
Daga de Ötzi. Foto: South Tyrol Museum of Archaeology / Wisthaler

Un nuevo estudio, publicado ayer en PLOS ONE, revela la procedencia del sílex usado en el juego de herramientas de Ötzi: el norte de Italia. El sílex en cinco de las seis piezas fue extraído del altiplano del Trento, entre el Trentino y el Véneto, y una punta de flecha fue extraída concretamente del valle de Non, a 70 kilómetros de distancia del lugar en el que fue hallado Ötzi. El sílex de la daga fue extraído de una ladera entre el altiplano del Trento y la cuenca de Lombardía (y el hacha con hoja de cobre, de la Toscana), lo que demuestra que la comunidad de Ötzi tenía amplios vínculos comerciales con áreas distantes, de las cuales obtenía los suministros de sílex necesarios.

Puntas de flecha. Foto: South Tyrol Museum of Archaeology / Wisthaler

Los investigadores, liderados por Ursula Wierer, también han comprobado que casi todas las herramientas de Ötzi muestran claros signos de desgaste en los bordes: el Hombre de Hielo las usó para cortar pastos silíceos como el grano y otras plantas salvajes.

Para retocar las herramientas. Foto: South Tyrol Museum of Archaeology / Wisthaler

Saben, además, que Ötzi era diestro y que la flecha letal cerca de su hombro izquierdo, que le causó la muerte, no pudo ser hecha por él sino por otra persona. Ötzi reafiló dos herramientas poco antes de morir, a pesar de que ya estaban muy gastadas, y puede que se dispusiera a trabajar con ellas cuando fue alcanzado por una flecha traicionera cuya punta era del tipo alpino meridional, como las que usaban los de su círculo.
Raspador. Foto: Ursula Wierer / PLOS ONE, 2018



Fuente: National Geographic | 21 de junio de 2018

El Museo Arqueológico de Córdoba muestra pavimentos de las grandes casas romanas

Asistentes a la presentación de la pieza. - Foto: A.J. GONZÁLEZ

Bajo el título 'Opera Sictilia. Lujo privado en la Córdoba romana’, el Museo Arqueológico muestra hasta septiembre dos piezas de sus fondos que reflejan la riqueza de Córdoba en la época romana. Se trata de dos sectiles que conforman un pavimento realizado con fragmentos de mármoles de diferentes colores, muy distintos a los mosaicos de teselas pequeñas que se conocen como algo común en las casas romanas.

Dolores Baena, directora de este centro de arte, ha señalado que "la pieza que ahora se muestra tiene mucho que ver con las familias de Córdoba que controlaban el comercio del aceite, la plata, del cereal, que, a lo largo del imperio, ponen y quitan emperadores" y gracias a las cuales llegan a la ciudad estos mármoles de lugares muy distintos del Mediterráneo.

En las piezas destacan los motivos geométricos de gran colorido de las grandes casas romana de Córdoba, y a través de sus leyendas podemos entender cómo Córdoba era una gran ciudad, centro del comercio romano, con un alto nivel económico que permitía a los particulares pagar caros suelos con mármol procedentes de todo el Mediterráneo.
Junto a Baena, la exposición ha sido inaugurada por el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, que ha señalado que esta muestra es “una oportunidad de difundir la variada y rica colección patrimonial que tiene el Museo Arqueológico de Córdoba y una demostración de la inquietud y actividad del equipo directivo del mueso de hacer cosas para atraer a la ciudadanía a este centro de arte emblemático de la cultura de Córdoba".

Por otro lado, el consejero ha manifestado su "esperanza en que en el nuevo Gobierno "encontraremos esa sensibilidad que hemos echado en falta en los últimos seis años con el Gobierno del PP en cuanto a la reforma del museo, "que necesita la mirada sensible del titular del edificio, sobre todo del Palacio de los Páez, un inmueble del siglo XVI que pide a voces la intervención que lleva esperando desde el 2011 y que paralizó el PP".

Fuente: diariocordoba.com | 20 de junio de 2018

Un nuevo método de prueba sugiere que el bebé Anzick-1 tenía la misma antigüedad que los artefactos de Clovis que lo rodeaban

Un poste blanco a la izquierda de la base del acantilado marca el lugar donde se encontró la tumba de Anzick-1 hace medio siglo. (Crédito: PNAS)

Un equipo de investigadores de la Oxford University y de la Texas A & M University y Stafford Research LLC ha encontrado evidencias que refuerzan la teoría de que los restos esqueléticos de un bebé desenterrado en Montana (USA) son los del único entierro conocido de la cultura Clovis. En su artículo, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el grupo describe la metodología empleada y los resultados hallados.

En 1968, trabajadores de una construcción encontraron los restos de un esqueleto infantil. Esos restos se conocían como Anzick-1 y se creía que representaban a un miembro de la cultura Clovis. Se cree que esta gente fue el primer grupo de personas que colonizó América del Norte. Investigaciones anteriores han sugerido que vivieron hace aproximadamente 13.000 a 12.600 años. Su nombre proviene de las distintivas puntas de silex que crearon, y denominadas estilo Clovis.

Conjunto de herramientas líticas de estilo Clovis.

En los años posteriores a la aparición de Anzick-1, los equipos de investigadores que estudiaron los restos encontraron resultados mixtos al realizar pruebas de datación. Algunos datos mostraron que los restos tenían casi la misma antigüedad que los artefactos Clovis hallados cercanos a la tumba, mientras que otros resultados señalaban que los restos óseos eran cientos de años más recientes. En este nuevo esfuerzo, los investigadores han tratado de resolver el problema de una vez por todas, utilizando nuevas y mejores técnicas de datación.

Dichas técnicas implicaron el uso de pretratamiento del colágeno encontrado en los restos óseos para eliminar su contaminación y extraer un único aminoácido datable mediante radiocarbono. Los investigadores informaron que todas sus pruebas mostraron que las cornamentas halladas cerca de la tumbay el cráneo de un segundo espécimen humano (Anzick-2) tenían más o menos la misma antigüedad, la cual era aproximadamente igual que la que habían demostrado en pruebas anteriores. Pero algunas de las pruebas mostraron que los restos de Anzick-1 eran aproximadamente 1000 años más jóvenes.

Lorena Becerra-Valdivia en la Unidad de Aceleradores de Radiocarbono de Oxford (ORAU), Universidad de Oxford, trabajando en el equipo (HPLC) que se utilizó para extraer hidroxiprolina de las muestras de hueso del sitio Anzick. Crédito: Eileen Jacob (Universidad de Oxford, Oxford).

Sin embargo, otro ensayo que el equipo realizó, llamado extracción HYP, mostró que el infante tenía aproximadamente la misma antigüedad que las cornamentas y Anzick-2.

Los investigadores sugieren que los distintos resultados de las otras pruebas, probablemente se debieron a problemas de contaminación. Sostienen que dado que la técnica HYP es la medición más precisa, sus resultados muestran que Anzick-1 tiene aproximadamente la misma antigüedad que los artefactos descubiertos en su entorno. En consecuencia, los resultados invitan a sugerir que el debate sobre la datación de los restos analizados debe considerarse resuelto.

Fuente: PHYS.ORG | 19 de junio de 2018

Las Murallas Aurelianas, el monumento más grande de la Roma imperial

Tramo de muralla entre la Via Campania y el Corso d'Italia, junto al parque de la Villa Borghese. Foto: Andrea Jemolo

Las Murallas Aurelianas fueron erigidas por Lucio Domicio Aureliano (emperador romano entre el 270 y el 275 d.C.) para defender la ciudad de Roma de las invasiones bárbaras y, a lo largo de los siglos, se integraron en el tejido urbano: solemnes o solitarias, en palacios, cementerios, obras, a lo largo de avenidas u ocultas por la naturaleza.

El Muro Torto desde el puente de la Villa Borghese. Tramo de las Murallas Aurelianas a lo largo del Viale del Policlinico. Foto: Andrea Jemolo

Las Murallas Aurelianas, con sus más de 12 kilómetros de largo en la actualidad, son el monumento más grande de la Roma imperial y el cinturón mural urbano más largo, antiguo y mejor conservado de la historia, según explicó ayer en un comunicado la Superintendencia Capitolina de Bienes Culturales, que ha encargado la primera campaña fotográfica integral sobre el recorrido entero de las murallas, incluso en los puntos no accesibles al público.

El Estudio Randone, una escuela de cerámica, en el interior de la muralla de la Via Campania. Foto: Andrea Jemolo.

El elegido para documentar el recorrido de las Murallas Aurelianas ha sido el fotógrafo Andrea Jemolo (izquierda) nacido en Roma el 10 de marzo de 1957, quien ha obtenido unas imágenes de gran definición.
La exposición Walls. Las murallas de Roma. Fotografías de Andrea Jemolo, ideada por Claudio Parisi Presicce y comisionada por Federica Pirani y Orietta Rossini, abre hoy al público en el Museo dell'Ara Pacis de Roma y se podrá visitar hasta el 9 de septiembre de 2018.
Tramo de las Murallas Aurelianas a lo largo del Viale del Policlinico. Foto: Andrea Jemolo


La Porta Asinaria y las obras del metro. Foto: Andrea Jemolo

La muestra reúne una selección de 77 fotografías en color y en gran formato: cada una representa un pedazo de la historia y de la vida cotidiana. Hoy en día, tal y como expresa Marco Lodoli en el catálogo de la exposición, "las murallas siguen ahí, maravillosas, derrotadas, poéticas en su potente rendición, y el romano no les presta atención, como si esa gran serpiente formara parte de un paisaje eterno e indiferente, una arruga del tiempo, una melancolía habitual (...) Pocas obras en el mundo son tan grandiosas y melancólicas, tan trágicas y bellas, capaces de enseñarnos tantas cosas y quizá una sola cosa, pero decisiva: que de la vida no nos defendemos".


Muralla reutilizada en el Viale di Porta Tiburtina, al lado de la estación de Roma Termini. Foto: Andrea Jemolo


La muralla y el acueducto a lo largo de la Via Casilina Vecchia. Foto: Andrea Jemolo

La Porta San Paolo con la Pirámide Cestia o de Cayo Cestio. La pirámide está incluida en la Muralla Aureliana. Foto: Andrea Jemolo

Fuente:National Geographic | 20 de junio de 2018