Descubren un colgante prehistórico de hace unos 14.000 años en Guipúzcoa

El diputado de Cultura de Gipuzkoa, Denis Itxaso (2i), y los arqueólogos, Álvaro Arrizabalaga (2d) y Blanca Ochoa (3d) durante la rueda de prensa en la que se han presentado los nuevos hallazgos arqueológicos del Paleolítico, encontrados en la cueva de Agarre, en Mendaro. (EFE)

Los arqueólogos Álvaro Arrizabalaga y Blanca Ochoa han presentado en una rueda de prensa celebrada en San Sebastián/Donostia este excepcional hallazgo, que forma parte de los descubrimientos realizados, en colaboración con el grupo de espeología Antxieta, en la cueva de Agarre de Mendaro, donde también han encontrado una punta de azagaya, decorada, del mismo período y unas pinturas rupestres que podrían tener una antigüedad de más de 22.000 años y sobre las que aún es preciso realizar nuevas investigaciones.


Arrizabalaga y Ochoa, que han estado acompañados en su comparecencia por el diputado de Cultura de Gipuzkoa, Denis Itxaso, y el portavoz del grupo Antxieta, Andrex Maiz, han destacado la singularidad del colgante, realizado por un artista paleolítico que grabó con un buril sobre un trozo de asta de ciervo la figura de una cabra montesa, un motivo característico de este período pero que es más habitual en otras superficies como el arte parietal o en puntas de lanza, y del que, hasta ahora, sólo se conocía otro caso realizado sobre una cuerna de cérvido, en el citado yacimiento navarro.

Arrizabalaga ha explicado que la pieza, de doce centímetros de largo y de casi cuatro de ancho, fue encontrada en un agujero probablemente realizado por un tejón en el interior de la cueva de Agarre y está incompleta y fracturada en dos partes, posiblemente debido al impacto de una garra del animal durante su excavación.

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El experto ha precisado que la parte más visible de la cabra, realizada con un buril mediante incisiones repetidas en el hueso, son sus cuernos en forma de V que han sido remarcados mediante pasadas sucesivas con la herramienta sobre el hueso, aunque también son perfectamente visibles las orejas del animal.

La pieza, que cuenta con un orificio en uno de sus extremos para utilizarlo probablemente como colgante o como adorno cosido sobre algún tipo de prenda, también tiene un grabado con representaciones de pequeñas equis en sus laterales.

Junto a este colgante, los expertos localizaron también una azagaya, una punta de lanza que constituye un hallazgo más "simple" que el colgante, pero que, según Arrizabalaga, también tiene cierta "importancia" porque está decorada con un grabado en su parte inferior, probablemente de época Magdaleniense.

Blanca Ochoa ha centrado sus explicaciones en las pinturas rupestres halladas en la gruta de Agarre, una cueva que ya fue explorada en 1966, y en la que ahora se han localizado una serie de puntos realizados con ocre rojo que definen una serie de líneas que parecen dar forma al lomo y los cuartos traseros de un animal.

Ochoa ha precisado que los estudios realizados sobre este "panel" son aún muy incipientes por lo que no ha descartado que próximamente se puedan llevar a cabo nuevos hallazgos porque se han detectado otros restos de pigmentos en la pared de la cueva.

La especialista ha precisado que la técnica para realizar las pinturas de Agarre es característica del período Premagdaleniense y consiste en la realización de líneas mediante puntos hechos mediante la impronta de la huella de un dedo pintado con ocre rojo directamente en la pared.
La arqueóloga ha recordado que existen otros ejemplos de esta técnica pictórica por toda la cornisa Cantábrica y, en concreto, en el País Vasco, en las cuevas de Danbolinzulo de Zestoa y de Askondo de Mañaria, entre otras localizaciones.

Con el descubrimiento realizado en la gruta de Agarre, ya son trece las cuevas con arte parietal prehistórico descubiertas en los últimos años en Gipúzcoa, un territorio en el que hasta 2006 sólo se conocían dos grutas con pinturas rupestres: Altxerri y Ekain.

Fuente: deia.eus | 25 de julio de 2018

Un vecino encuentra un ánfora bética del siglo II en una playa de Murcia

El vécino de Águilas posa con un grupo de amigos con el hallazgo - AYUNTAMIENTO DE ÁGUILAS

Antonio López, un vecino de Águilas que realizaba pesca submarina en la playa de Las Delicias, ha hallado de forma fortuita, semienterrada en la arena y en perfecto estado de conservación, un ánfora bética para el transporte de aceite del siglo II.

Se trata de un ánfora de tipo Dressel 20E con la parte inferior esférica y doble asa perteneciente a la época Flavio-Trajanea del imperio romano, que ha sido datada entre los años 110 y 150 y de la que se conserva la totalidad. La pieza fue localizada por López a muy pocos metros de la línea de costa y dentro de la zona de baño de la playa de Las Delicias.


El submarinista rápidamente alertó a los servicios arqueológicos municipales y en su extracción del mar colaboraron miembros del Club de Buceo Estela. El arqueólogo municipal, Juan de Dios Hernández, ha resaltado el «comportamiento ejemplar» del descubridor de la pieza y ha señalado que se trata de un «importante hallazgo» que demuestra la importancia comercial que tuvo Águilas durante la dominación romana.

El Museo Arqueológico de Águilas también recibió el año pasado varias piezas romana halladas en los fondos marinos del municipio, que como ocurrirá, ahora quedaron incorporadas a los fondos de esta institución.


En aquella ocasión se trataba de ánforas, morteros y cerámicas de lujo encontradas en las inmediaciones de las playas de El Hornillo y Poniente, también como ahora fueron entregadas al museo. Entre todas ellas destacaba un mini «spatheium» del siglo V después de Cristo, procedente de los fondos marinos de isla del Fraile.

Fuentes: abc.es | murcia.com | 25 de julio de 2018

Encuentran una curiosa pintadera en la Cueva Pintada (Gran Canaria)

Imagen de la pequeña pintadera.

Cuando, hace unos días, el joven arqueólogo manchego Jorge Rojas encontró una pintadera, probablemente, al tocar la pequeña pieza de barro cocido, sintió la historia quemándole en los dedos. Una sensación que desde el 16 de julio comparte a diario con sus nueve compañeros del cuarto Campus de Arqueología, que están excavando en dos estructuras habitacionales que podrían pertenecer a una sola casa.
Desde entonces y a la vista de los visitantes del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada, han sacado cientos de vestigios; sobre todo fragmentos de cerámica, restos de burgaos, lapas, huesos de pescado, elementos líticos tallados o pulimentados y esta pintadera, que podría estar fechada entre hace 1.300 y 500 años y que se suma a las más de 200 piezas de este tipo que atesora el enclave arqueológico.

«También han aparecido fragmentos de otra pintadera. En todas las campañas de excavación, desde que empezamos a cavar en el parque en 1987, hemos encontrado más de 200 pintaderas. Llaman mucho la atención. Hay un cierto fetichismo por su carácter icónico. Uno las ve en la vida cotidiana: en los bares, en las etiquetas, en la carretera, en muchos productos... Hay cierta fascinación por la pintadera, pero es un material bastante corriente y ubicuo. Las pintaderas estaban en las casas, no están en templos ni en lugares perdidos», explica Jorge Onrubia Pintado (izquierda), codirector científico del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada junto a Carmen Gloria Rodríguez y José Ignacio Sáenz.


Jorge Onrubia (izquierda) y Pedro Suárez, en el laboratorio.

Lo que tiene de particular esta pieza de barro cocida es su tamaño, solo dos centímetros. «Esta pintadera está en el rango de lo más pequeño que tenemos aquí. Está muy bien trabajada, algo habitual en estas gentes que dominaban perfectamente la arcilla y el barro», comenta Onrubia que, sin embargo, destaca la tosquedad de la supuesta empuñadura del elemento frente a la perfección de su parte labrada.

Lo curioso es que aún no se tiene certeza sobre el uso de estos elementos. «Se han escrito muchos trabajos, han corrido ríos de tinta, debatimos entre nosotros, pero realmente, a día de hoy, no sabemos para qué servían las pintaderas», explica el profesor de Prehistoria de la Universidad de Castilla La Mancha.

«Se supone que es un sello por la forma, tiene un pedúnculo y una cara que parece concebida y ejecutada para imprimir sobre algo, para sellar. Pero no sabemos y tampoco está muy claro. Estamos estudiando estas pintaderas, máxime porque casi todas proceden de la Cueva Pintada y se han tratado con mucho rigor. A muchas de las de El Museo Canario no se les conoce los contextos ni los avatares que han tenido. No las lavamos, que es algo habitual, para ver si en los huecos hay restos de algún tipo de material que nos permita intuir su uso. Hemos hecho muchas experimentaciones y, la verdad, es un poco desolador», se lamenta el investigador acerca de la incógnita que envuelve a estos populares símbolos prehispánicos.

Jorge Rojas y Clara Usero, en plena faena de excavación.

«No funcionan muy bien como elemento activo ni sobre la piel –en el caso de que se emplearan para la decoración corporal–, ni sobre materiales blandos. Alguna vez se habló de que sirvieron para sellar los graneros fortificados de la isla, pero tampoco parece que funcionen muy bien», indica el investigador acerca del estudio de estos elementos abundantes en este enclave arqueológico. «Tenemos más pintaderas en la Cueva Pintada que todas las que se conservan del resto de yacimientos de la isla», explica sobre la profusión de este material aún por descifrar del antiguo poblado indígena de Agáldar.

«Para los arqueólogos y arqueólogas es un objeto más, enigmático, eso sí, porque después de tantos años –se conocen desde el siglo XIX– no se sabe para qué servían», comenta el experto sobre estos elementos que tomaron ese nombre porque recordaban a los sellos con los que se pintaban los panes en las panaderías antes de cocerlos para decorarlos o para discernir su propiedad en los hornos colectivos. «Los indígenas no panificaban», apunta el arqueólogo y responsable del IV Campus de Arqueología Cueva Pintada, organizado por el parque y la Universidad de Castilla-La Mancha, en el que participan alumnos de las universidades de Almería, Granada, Castilla-La Mancha, Juan Carlos I de Madrid, La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria.

Desde el 16 y hasta el 28 de julio, los estudiantes de los cursos superiores de Arqueología o recién graduados dividen sus jornadas entre el trabajo de campo, excavando, cribando el material, limpiándolo y clasificándolo, y la asistencia a un seminario con investigadores.
Su labor está centrada en la estructura 61, dos espacios habitacionales, en distintos niveles, que podrían formar parte de la misma vivienda. «Esta casa ha aportado una cantidad ingente de burgaos decorados. Se conocen muy pocos en otros yacimientos», explica Onrubia acerca de la peculiaridad de esta excavación.

Alba Bachiller cribando los materiales extraídos.

Se van turnando en las tareas. Ayer, Alba Bachiller y Natalia López se encargaban de la parte más dura, la criba. Empolvadas y con mascarillas, colaron casi 40 sacos de tierra extraída del yacimiento en una cernidera para buscar piezas pequeñas, como escamas o diminutas caracolas. En el laboratorio, comandados por Gabriel de Santa Ana; Virginia Sosa, Dani Alvarez, Pedro Suárez y Sara Bas clasificaban los hallazgos. Mientras –coordinados por Ángel MarchanteClara Usero, Jorge Rojas, Carlos Castro y Celia Mármol excavaban, clavados de rodillas, con paletas y cepillos bajo la atenta mirada de una turista japonesa que dibujaba la escena. «Aún queda mucho por excavar dentro de la zona visitable», dice Onrubia acerca de este campus que, desde 2015, provee a los investigadores de nuevas pistas para saber cómo era la vida en el principal núcleo poblacional indígena que quedó tras la conquista.

Fuente: canarias7.es| 25 de julio de 2018

La excavación del yacimiento neandertal 'Roca de San Miguel' de Arén (Huesca) abre sus puertas

La población de la Ribagorza y los turistas de esta zona podrán conocer de primera mano los trabajos arqueológicos que se están desarrollando en uno de los asentamientos habitado por neandertales más antiguo de la Península Ibérica hasta el próximo sábado 28. Se trata del yacimiento musteriense Roca de San Miguel, de Arén, que albergó campamentos de estos primitivos pobladores de lo que hoy es el Alto Aragón entre hace unos 115.000 y unos 140.000 años.

Los arqueólogos de la Universidad de Zaragoza, Lourdes Montes (izquierda) y Rafael Domingo (derecha) dirigen las excavaciones en este enclave que podrá visitarse de 9 a 13 horas y de 16 a 20 horas.
La que es ya la cuarta campaña en este yacimiento –uno de los pocos ubicados al aire libre y con una buena conservación de su secuencia estratigráfica– se está desarrollando desde el pasado día 10 de julio hasta el próximo sábado 28 con la participación de investigadores, titulados y estudiantes de los campus de Huesca y Zaragoza de la universidad pública aragonesa, y de la Universidad Estatal de Novosibirsk (Rusia).

También colaboran con estos trabajos, que cuentan con financiación de la Diputación Provincial de Huesca y del Ministerio de Ciencia e Innovación, especialistas de las universidades de Colonia (Alemania) y Tucumán (Argentina).
Herramientas de sílex –procedente del afloramiento de este material en Sopeira– o de cantos rodados del Noguera Ribagorzana de caliza o basalto, huesos de caballos, ciervos, cabras y grandes bóvidos –uros o bisontes– han sido localizados, entre otros elementos que permiten reconstruir parcelas de la vida de sus habitantes, en las campañas anteriores, desarrolladas en 2014, 2016 y 2017.

PUNTO DE ACECHO PARA LA FAUNA

«En ese lugar se realizaron actividades cotidianas, como fabricación de herramientas, procesado de la caza o gestión de las pieles, en torno a potentes hogueras que se encendían sistemáticamente en el mismo lugar», explica Rafael Domingo.

«Los neandertales pudieron aprovechar ese cerro como punto de acecho para la fauna que recorría el valle, explica, dado que en ese lugar el río discurre por un estrechamiento, entre las peñas de San Miguel y Orrit», en un lugar situado, además, junto a la desembocadura de los barrancos de Sobrecastell y Orrit que aseguraban el tránsito hacia otros cursos fluviales».



Su ocupación se ha fechado mediante luminiscencia estimulada ópticamente (OSL) hace unos 140.000 años –un periodo frío y seco, precisa Domingo, en el que este territorio tendría un carácter «estepario»– y hace unos 115.000 años –en una etapa templada, similar a la actual, o incluso con temperaturas más altas, en el que vivirían en un entorno boscoso–.

En la campaña actual se van a desarrollar nuevas dataciones con la misma técnica, no descartándose, señala el codirector de la excavación, que pueda ampliarse el periodo de ocupación humana de este enclave.

Roca San Miguel forma parte de un conjunto de una docena de yacimientos localizados entre las cuencas de los ríos Cinca y Segre, datados en fechas relativamente próximas, en el entorno de hace 100.000 años, que permiten documentar bien la presencia y la actividad humana en este territorio. La cueva de Gabasa, también en la Ribagorza, o la de la Fuente del Trucho, en Colungo, en la zona de la sierra de Guara, son algunos de los enclaves que lo integran. «Roca San Miguel es, por tratarse de un campamento al aire libre y por su excepcional conservación,uno de los más notables del complejo musteriense del noreste ibérico», precisa el arqueólogo oscense.

Este yacimiento fue descubierto en 2013 por el geólogo Lluis Ardèvol. Tras una breve intervención en otoño de ese año para analizar su potencial arqueológico y grado de conservación, el grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro de la Universidad de Zaragoza realizó unas primeras campañas de excavación de tres semanas en 2014 y 2016 –que fueron sufragadas por el Ayuntamiento de Arén–, y otra en 2017.

El equipo científico de la campaña actual está integrado, junto a los arqueólogos directores de los trabajos, Lourdes Montes y Rafael Domingo, por los investigadores José Luis Peña, María Marta Sampietro y Virginia Rubio, que se ocupan del estudio geomorfológico; por José Antonio Cuchí, responsable de los estudios de petrología y por Alicia Medialdea, que desarrolla las dataciones OSL.

Fuente: elperiodicodearagon.com| 25 de julio de 2018

Descubren un fragmento de un bastón de mando de hace 16.000 años en la cueva cántabra de El Pendo

Bastón de mando con cabezas de ciervas hallado en la cueva de El Pendo. / CUEVAS PREHISTÓRICAS DE CANTABRIA

Un equipo de investigadores ha halladoen la cueva de El Pendo, ubicada en Escobedo (Camargo), un fragmento de bastón de mando de hace casi 16.000 años, el primero que se encuentra en esta cavidad desde hace más de 60 años, además de otras piezas de gran valor científico.

Así lo ha anunciado este martes, en un comunicado, el Ayuntamiento de Camargo tras los primeros análisis que el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) de la Universidad de Cantabria ha realizado del material extraído de El Pendo durante la tercera campaña llevada a cabo el pasado junio.

El fragmento de bastón de mando hallado por el equipo de investigadores dirigido por Edgard Camarós, Marián Cueto y Pablo Arias constituye la duodécima pieza de este tipo recogida hasta la fecha en el conjunto de excavaciones efectuadas en esta cavidad en toda su historia.
Además, esta campaña de investigaciones ha permitido recoger otras piezas de «gran interés» que ya han podido ser catalogadas, como una lasca de sílex de hace unos 70.000 años o tres puntas de flecha de hace unos 20.000 años de antigüedad, junto a otras herramientas como una azagaya acanalada y adornos decorativos, además de piezas de restos de animales como mamuts, leones, panteras, hienas, o conchas marinas.

Foto: Representantes municipales visitando a los investigadores en la cueva de El Pendo. / DM

Estos son los primeros resultados que se han obtenido tras analizar las 1.500 primeras piezas catalogadas del total de más de 20.000 piedras, huesos, etc. que han sido recogidos en esta tercera campaña arqueológica del IIIPC, en la que colabora el Ayuntamiento de Camargo.

Esta colaboración forma parte del trabajo que se está llevando a cabo desde la Concejalía de Turismo y Desarrollo Local que dirige Eugenio Gómez para poner en valor la Cueva de El Pendo y darla a conocer al mundo y hacer que la importancia de su riqueza arqueológica trascienda más allá de la región, ha explicado en un comunicado el Consistorio.

De hecho, la Cueva de El Pendo destaca, además de por el 'Friso de las Pinturas' (abajo) descubierto en 1997, por ser uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Prehistoria a nivel internacional y por ello en esta campaña de excavaciones, la tercera que lleva a cabo dicho Instituto tras las desarrolladas en 2016 y 2017, se están estudiando las formas de vida del Homo sapiens durante el Paleolítico superior, y la del Homo neanderthalensis durante el paleolítico medio.


Un año de trabajo por delante

Las primeras piezas recogidas han sido analizadas en el laboratorio de campo que se habilitó en la Bodega El Pendo pero, debido a la gran densidad de materia prehistórico que se ha localizada, el resto de material ha sido procesado y clasificado para su evaluación.

Este trabajo de análisis se efectuará durante un año en el laboratorio de la Universidad de Cantabria, donde se datarán con exactitud el resto de las piezas acumuladas y se determinará su importancia, si bien se espera que los resultados que se obtengan sean excepcionales a tenor del material recopilado.


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Es más, los investigadores han excavado unas 4,5 toneladas de tierra, y calculan que podrán encontrar unas sesenta piezas de relevancia, pues estiman que en un saco de tierra de El Pendo se pueden hallar la misma cantidad de piezas de interés que en veinte sacos de otras cavidades, al haber estado ocupada intensamente desde hace 85.000 años hasta la Edad del Bronce, por lo que, según ha señalado el Ayuntamiento, «se espera que estos estudios aporten mucha información sobre la prehistoria».

Además, tres de las piezas que se han hallado en esta excavación en El Pendo formarán parte del catálogo de la exposición temporal que se podrá visitar en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC) a partir del 31 de junio titulada 'Caminando entre carnívoros'.
La Cueva de El Pendo fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 2008, y el año pasado se convirtió además en la primera del continente en ser declarada como Patrimonio Rupestre Europeo por el Consejo de Europa 'Caminos de Arte Rupestre Prehistórico'.

Fuente: diariosur.es | 24 de julio de 2018

Hallan en la cueva Arago (Francia) un diente de leche de 560.000 años

Arqueólogos voluntarios franceses y españoles han descubierto un diente de leche de un niño con una datación de 560.000 añosde antigüedad en las montañas del sur de Francia, un "fósil excepcional", dijeron los investigadores el martes (24 de julio).

El fósil fue descubierto el lunes por la noche en la Cueva de Arago, una gran gruta prehistórica en Tautavel en el lado francés de los Pirineos que limitan con España.
El laboratorio del sitio confirmó que el diente pertenecía a una subespecie humana, probablemente Homo heidelbergensis, que comparte características tanto con humanos modernos como con nuestros antepasados ​​Homo erectus.

"El diente probablemente pertenecía a un niño de cinco o seis años, que todavía tenía sus dientes de leche pero los había usado bastante", dijo Tony Chevalier (izquierda), paleoantropólogo de la Universidad de Perpignan y del centro de investigación de Tautavel.

Se estima que el diente data de hace 560.000 años, más o menos 5.000 años, lo que lo haría 100.000 años más antiguo que el famoso hombre de Tautavel (derecha) cuyo cráneo fue encontrado en el mismo lugar en 1971.
Los investigadores dijeron que el hallazgo fue "excepcional" ya que los restos humanos que datan de este período son extremadamente raros, aunque se han encontrado algunos dientes de la época previamente en la Cueva de Arago.

Chevalier dijo que "el diente de leche, el primero encontrado en el sitio, nos enseñaría muchas cosas sobre el comportamiento del hombre" en ese momento.
Los investigadores han lidiado con la cuestión de cómo vivía la gente en la cueva de Tautavel, donde se han encontrado unos 150 fósiles humanos antiguos.

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Todavía tienen que determinar si fue un refugio temporal donde nuestros antepasados ​​se detenían para descansar después de cazar, o si las familias lo hicieron un hogar más permanente, un misterio que el diente de leche podría ayudar a resolver.

Fuente: channelnewsasia.com | 25 de julio de 2018