Encuentran una ciudad desconocida de 4.000 años de antigüedad en la frontera del Imperio Acadio

Uno de los edificios públicos de Kunara durante las excavaciones. Data de finales del tercer milenio, alrededor del año 2200 a.C.

Los arqueólogos de la misión francesa que trabajan desde 2012 en el yacimiento de Kunara, en el Kurdistán iraquí, han sacado a la luz los restos de una ciudad, hasta ahora desconocida, de unos 4.000 años de antigüedad que prosperó en las fronteras del primer imperio mesopotámico, el acadio.
Situada en las estribaciones de los montes Zagros sobre dos pequeñas colinas a orillas del río Tanjaro, y a unos 5 kilómetros de Solimania, la capital del Kurdistán iraquí, la ciudad de Kunara aporta evidencias sobre un pueblo hasta ahora poco conocido, probablemente el centro de un reino que permaneció en la periferia de la influencia mesopotámica.

En el centro de la imagen, situación aproximada de Kunara en Google Maps



Foto: Mission archéologique française du Peramagron

Según Aline Tenu (izquierda), que dirige la misión arqueológica, "Se han descubierto grandes cimientos de piedra, de decenas de metros de extensión, tanto en la parte superior como inferior del yacimiento. Aparentemente datan de finales del tercer milenio, alrededor de 2200 a.C. En otras palabras, las estructuras monumentales fueron erigidas hace más de 4.000 años".

También aparecieron evidencias de actividad ganadera, irrigación y agricultura, lo que sugiere una ciudad próspera habitada por gentes de la montaña en la frontera occidental del Imperio Acadio. Entre los hallazgos hay numerosas tablillas de arcilla de unos 10 centímetros cuadrados, con escritura cuneiforme.

Según los arqueólogos, los habitantes de Kunara pueden estar relacionados con la estela de Naram-Sin que se exhibe en el Museo del Louvre y muestra a este gobernante triunfando sobre un pueblo de las montañas, los Lullubi, que los mesopotámicos representaban como bárbaros. Aline Tenu cree que "es posible que esta ciudad fuera una de las capitales de los Lullubi".


Primera de las tablillas descubiertas / foto Mission archéologique française du Peramagron

De confirmarse la teoría cambiaría por completo la concepción de éstos como un pueblo aislado, ya que las excavaciones revelaron evidencias de herramientas fruto del comercio con regiones distantes, como Anatolia y el Cáucaso. Y que estaban en contacto con otras zonas donde se había empezado a desarrollar la Edad del Bronce queda ilustrado por la presencia de una serie de moldes para cuchillas metálicas.

Los hallazgos incluyen además varios fragmentos de cerámica, algunos decorados con motivos zoomorfos, huesos de osos y leones (quizá procedentes de cacerías), y restos de dos caballos, una montura excepcional en el tercer milenio. Restos de cabras, ovejas, vacas y cerdos sugieren la existencia de un sistema de cría ganadero. Y la presencia de una red de irrigación al sur de la ciudad evidencia el cultivo de cereales, especialmente malta y cebada.

Fragmento de cerámica decorada / foto Mission archéologique française du Peramagron

Toda esta actividad quedó registrada por los escribas de Kunara en las tablillas de arcilla. Parece que tenían un buen conocimiento de la escritura acadia y sumeria. De hecho las primeras tablillas analizadas, encontradas en un edificio de la ciudad baja, registran un gran número de entradas y salidas de harina. También mencionan títulos como Ensi (rey o gobernador) y Sukkal (alto dignatario), lo que sugiere una administración basada en el modelo mesopotámico.
Otro grupo de tablillas encontrado en una zona diferente proporciona información sobre almacenes de cereales, algunos con capacidades de más de 2.000 litros. Son volúmenes importantes que confirman la actividad agrícola, con una característica sorprendente: la unidad en que se citan las medidas no es el Gur imperial acadio, sino el Gur de Subartu, hasta ahora desconocida. Para los arqueólogos, el uso de una unidad de medida original "resuena como un acto de independencia".


Mapa de Kunara / foto Mission archéologique française du Peramagron

En las tablillas aparecen también nombres como Khabaya o Ninarshuna que son desconocidos para los asiriólogos. Aunque están escritos en cuneiforme, estos nombres no suenan mesopotámicos, lo que hace pensar que Kunara tenía su propio idioma. Lo único que ninguna tablilla menciona es el nombre original de la ciudad, según Aline Tenu, que aparentemente fue devastada por un incendio hace 4.000 años y ya nunca se recuperó.

Fuente: labrujulaverde.com | 28 de marzo de 2019

Otras fuentes: etc.ancient.eu | Une riche cité découverte aux portes de la Mésopotamie | Ministère de la Culture.

Dos ofrendas halladas en la vieja Tenochtitlan acercan a los arqueólogos a los restos de los antiguos gobernantes mexicas

Concluyen la excavación de la Ofrenda 174, una de las más ricas registradas por el Proyecto Templo Mayor. Foto Mirsa Islas, Cortesía Proyecto Templo Mayor INAH

A casi 500 años de la caída del imperio azteca, los arqueólogos podrían estar cerca de las tumbas de algunos de sus gobernantes. Nunca hasta ahora se han encontrado los restos de ningún tlatoani. Hace 60 años, un grupo de académicos aseguró que una osamenta hallada en el Estado de Guerrero había pertenecido a Cuauhtémoc, último rey de los aztecas. Una falsa alarma. Ahora, sin embargo, la pista podría ser buena.
El director del proyecto Templo Mayor, Leonardo López Luján (izquierda), ha informado del hallazgo de varias ofrendas junto al vetusto santuario azteca, centro espiritual del reino. En una han encontrado el esqueleto de un jaguar vestido de guerrero, con un disco de madera tallada en la espalda, emblema de Huitzilopochtli, dios de la guerra azteca, guardián de uno de los dos santuarios construidos en lo alto del templo, que llegó a medir más de 40 metros.
Junto al jaguar han encontrado un atlatl, una especie de ballesta azteca que podía disparar lanzas a gran velocidad. Además, han hallado corales, estrellas de mar, conchas marinas y los restos de una espátula rosada, un ave parecida a los flamencos.



Ofrenda 174, una de las más ricas registradas por el Proyecto Templo Mayor en agosto de 2018. En la imagen restos de un jaguar y distintas ofrendas. Foto: Cuartoscuro/Archivo.


En el fondo de la caja de piedra, yacía el espadarte de un pez sierra de 1 metro de longitud. Para los mexicas, representaba al monstruo terrestre cipactli. Foto Melitón Tapia INAH.

Los arqueólogos han rescatado además el esqueleto de un niño, vestido igualmente a imagen de Huitzilopochtli, enterrado junto a varios cuchillos de pedernal, decorados con perlas y piedras preciosas. Tanto el jaguar como el niño fueron sacrificados, presuntamente por cardiectomía, esto es sacándoles el corazón, en clara ofrenda al dios de la guerra.

Cuentas de piedra verde alrededor del esqueleto del niño. Foto: Mirsa Islas / Cortesía Proyecto Templo Mayor, INAH.

De las decenas de ofrendas encontradas en los trabajos de excavación en el Templo Mayor durante décadas, algunas son sin duda espectaculares. Mención especial para la 174, rescatada en 2017. Los arqueólogos encontraron entonces el esqueleto de un cachorro de..., elemento relativamente extraño en el Templo Mayor. En 205 ofrendas descubiertas junto al santuario en más de 40 años, los arqueólogos han hallado poco más de 600 gramos de este metal.
Pese a lo anterior, las dos ofrendas nuevas son sin duda las más espectaculares. Tanto por su contenido como por lo que sugieren. Su ubicación hace pensar a los especialistas en los reyes mexica. Desde hace años, Eduardo Matos Moctezuma (derecha), pionero en las investigaciones del Teplo Mayor, especula con que los restos de Ahuitzotl, predecesor de Moctezuma, el tlatoani que recibió a los españoles en 1519, estarían enterrados allí.

Matos fue el primer director del proyecto de excavaciones del Templo Mayor, que empezó casi por casualidad. Fue en febrero de 1978, cuando trabajadores de la compañía de la luz toparon con un enorme pedrusco en el subsuelo del centro de Ciudad de México (izquierda). Avisados, los arqueólogos llegaron al rescate, percatándose de que no se trataba de una roca cualquiera. Era la Coyolxauhqui, la hermana de Huitzilopochtli. El hallazgo de la piedra inauguró una de las excavaciones más longevas que existen en México.

Respecto a las tumbas de los gobernantes, López Luján, que descubrió hace unos años un pasadizo oculto bajo una enorme losa a los pies del Templo Mayor, también ha señalado la teoría de los gobernantes. Desde hace varios años, el arqueólogo dice que las cenizas de varios reyes podrían estar en dos cuartos que hay al final de este túnel. Aunque siempre ha dicho que los tlatoanis allí enterrados podrían ser anteriores a Ahuitzotl: Moctezuma I, Axayácatl o Tizoc.

Sería desde luego un gran hallazgo. El propio Matos compara la existencia de las tumbas de los reyes aztecas con las de Tutankamón, en Egipto, el mausoleo de la dinastía Qin, en China, la tumba 7, en la vieja ciudad mixteca de Monte Albán, en Oaxaca, o la tumba del rey maya Pakal, de Palenque. "Creemos que encontraremos objetos de enorme valor en la medida en que sigamos profundizando", ha afirmado López Luján en declaraciones a la agencia Reuters.

De acuerdo con los dichos de los cronistas del siglo XVI, los restos de varios gobernantes, cremados al morir, fueron depositados a los pies del Templo Mayor, junto a ofrendas de enorme valor, como las encontradas ahora. A decir de López Luján, apenas han procesado una décima parte de las nuevas ofrendas, por lo que las expectativas son altísimas.

Podría ocurrir que la conmemoración del quinto centenario de la conquista, comentada en voz baja a este lado del Atlántico, coincidiera con el hallazgo de las cenizas de uno o varios tlatoanis. ¿Qué efecto tendría? Parece difícil de prever. Con toda la ironía del mundo, el historiador Alejandro Rosas (derecha) ha asegurado: "Es curioso porque, ¿cómo conmemorar lo que hicieron los españoles sin que haya algo indígena que conmemorar? Así pasó en 1947. Hallaron los restos de Cortés que fueron autentificados y, curiosamente, poco después encontraron los de Cuauhtémoc que, finalmente, no eran tales".

Fuentes: elpais.com |inah.gob.mx | sinembargo.mx| 26 de marzo de 2019

Descubren por primera vez grabados paleolíticos en la cueva de La Viesca (Ribadesella, Asturias)

Zona y grabados de la cueva de La Viesca.

La cueva riosellana de La Viesca (del Tenis), enclavada en el Macizo de Ardines (Ribadesella, Asturias), ha permanecido en el olvido durante décadas, considerada como un yacimiento «arrasado» por los desmanes constructivos del siglo XX.

«Parece que en los años treinta el gobierno de la República quiso hacer un depósito de agua en la cueva, aunque no se llegó a poner en funcionamiento». Lo cuenta Alberto Martínez-Villa, investigador que junto a Marelia Gil ha escudriñado con ojo científico cada rincón de una cavidad que llegó a ser utilizada como cancha de tenis «por los críos de Ardines». De ahí que su nombre popular aluda precisamente a ese deporte, que contaba en el interior de la gruta con zonas hormigonadas favorables para su práctica.

«No sé por qué se hizo ahí el depósito porque no hay manantiales, pero la obra afectó mucho a parte de los yacimientos de la cueva, aunque no a todos», explica Martínez-Villa. Esa es precisamente la novedad de sus exploraciones, que les han llevado a descubrir por primera vez grabados profundos exteriores en una pared erosionada por el agua de la zona, que conecta la entrada con la sala principal. El hallazgo, abunda, es tan novedoso como fortuito. «Los grabados no se habían visto antes porque la cueva se creía arrasada, el año pasado fuimos a verla y dimos con ellos», explica el prehistoriador y arqueólogo, que investiga desde 2017 más cuevas del Macizo de Ardines junto a Marelia Gil.

Zona donde se hallan los grabados de la cueva de La Viesca.

El conjunto de arte parietal ahora desvelado fruto de esos trabajos consiste en «seis líneas verticales profundas, con trazos en V que van formando óvalos». «Lanzamos la hipótesis de que, por paralelismo con otros casos del valle del río Nalón, el Cares o La Cuevona, pueden ser formas vulvares, algo bastante típico de los primeros momentos del arte paleolítico», indica. Sobre la datación del grabado, Martínez-Villa se apoya en los trabajos del profesor Fortea, que situó esos fenómenos artísticos «en torno a los 25.000 o 30.000 años». «Es un puro paralelismo con otros yacimientos donde hay referencias cronológicas», dice.

El hallazgo ha llevado a Martínez-Villa y a Gil a revisar la historia de las primeras investigaciones tanto en la cueva del Tenis como en La Cuevona, lo que les ha conducido a la figura de Hernández Pacheco. «Empezó a venir a Asturias en torno a 1912 y estuvo tres temporadas trabajando en la zona de Ribadesella», explica Martínez-Villa. No obstante, continúa, «de sus investigaciones no se llegaron a hacer publicaciones».


Vista del frente del Macizo de Ardines de Ribadesella. En el centro se sitúan las cuevas de La Cuevona y La Viesca.

No ha ocurrido lo mismo en su caso, pues el trabajo que recoge las exploraciones arqueológicas desarrolladas en el Macizo de Ardines acaba de ser publicado en la revista especializada 'Cuadernos de Arte Prehistórico'.

La intención de los dos expertos pasa ahora por continuar con la labor científica este año, alternando la cueva de La Lloseta con Les Pedroses. «La investigación nunca para y cuanto más miras, más terminas encontrando», destaca Martínez-Villa, que indica que actualmente se enfrentan a la fase de documentación relativa a La Lloseta para proceder a continuación a una revisión más profunda sobre el terreno. Todo ello en coordinación con el resto de equipos que trabajan en el Macizo de Ardines.
En el caso concreto de Martínez-Villa y Gil, el proyecto se enmarca en la tesis doctoral desarrollada al amparo del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED. Cuentan además con la colaboración de la Universidad de Oviedo y un pequeño apoyo económico de la Fundación Caja Rural, detallan.

Fuente: elcomercio.es | 23 de marzo de 2019

"La provincia de Huesca es la cuna del arte esquemático". Presentan las pinturas rupestres halladas en Monte Perdido

Pintura prehistórica encontrada en Monte Perdido, Huesca, en la que se representa una figura antropomorfa portando un arco.

Las IV Jornadas de Arqueología de Sobrarbe: Prehistoria y Arqueología del Territorio, darán a conocer este fin de semana las nuevas pinturas rupestres halladas en el municipio de Fanlo, que "son las más altas de la Península Ibérica y probablemente las más altas de toda Europa".
Así lo aseguraron el viernes en rueda de prensa los arqueólogos coordinadores de este proyecto, Ignacio Clemente (Consejo Superior de investigaciones Científicas), Javier Rey (Gobierno de Aragón) y Ermengol Gassiot (Universidad Autónoma de Barcelona), junto al presidente de la comarca de Sobrarbe, Enrique Campo.

De izquierda a derecha: Ermengol Gassiot, Javier Rey, Enrique Campo e Ignacio Clemente.

Los hallazgos se han descubierto en la cueva Lucía y en la "mallata" de Puértolas. "El estilo de las pinturas es esquemático, ya que la provincia de Huesca es la cuna de este arte", contó a los medios Javier Rey.

"Este tipo de representaciones son propias del Neolítico y tratan de transmitir una idea o una imagen de forma abstracta", aseguró el arqueólogo.
Estas manifestaciones artísticas se realizaron hace unos 7.000 años y se encuentran a 2.200 metros de altitud, al pie de Monte Perdido y cerca del refugio de Góriz.

Pintura prehistórica encontrada en Monte Perdido, Huesca, en la que se representa a un cuadrúpedo.

Entre otras representaciones, las pinturas muestran a un antropomorfo masculino (humano) con un arco en la mano y a un cuadrúpedo (animal).
Los hallazgos han puesto encima de la mesa que "ya había domesticación de animales hace 7.000 años en el Valle de Góriz, así como prácticas de caza", comentó el experto.
En relación con los nuevos descubrimientos, su compañero Ermengol Gassiot explicó que el proyecto Arqueología del Pastoralismo arrancó en el año 2015 con la intención de buscar comunidades pastorales antiguas vinculadas al Pirineo.

Pintura antropomorfa hallada en Monte Perdido, Huesca.

"Estos trabajos han permitido sacar a la luz un patrimonio que existía, pero que era totalmente desconocido. Los hallazgos más antiguos pueden tener entre 7.500 y 8.000 años como mínimo, y en el valle de Góriz se han localizado más de 40 sitios arqueológicos", destacó el investigador, quien añadió que estos yacimientos corresponden a la antigüedad, la prehistoria, el medievo, la época moderna y contemporánea. Entre ellos "sorprenden los elementos megalíticos, algunos de los cuales están situados a 2.300 metros de altura", agregó.

Fotograma de una de las estructuras megalíticas halladas en Monte Perdido, Huesca.

Dentro de las novedades que ha encontrado este grupo de arqueólogos destaca el descubrimiento del cultivo de cereal de trigo fechado hace más de 7.300 años, lo que le convierte en uno de los más antiguos. "Esto nos ha llevado a cambiar la perspectiva, ya que la zona no fue solamente pastoril, sino agrícola", matizó Gassiot.

Además, en las jornadas de este fin de semana también se presentarán "hallazgos funerarios", que según adelantó "son muy importantes por sus características".
Por su parte, Ignacio Clemente señaló que otros de los temas del evento serán la pesca, la fauna o unos esqueletos de bebés que se han encontrado en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

Ver vídeo en este enlace

"SORPRESAS INÉDITAS" EN EL SOBRARBE

Organizadas por la Comarca de Sobrarbe /Geoparque Mundial Unesco Sobrarbe-Pirineos y el Grupo de Arqueología de Alta Montaña, las jornadas continuarán hoy y mañana en Boltaña.

"El Sobrarbe es muy extenso y alberga sorpresas inéditas con relación a nuestro patrimonio, aunque gran parte del territorio todavía está sin prospectar y estamos convencidos de que los trabajos que se realicen seguirán arrojando extraordinarios resultados que los investigadores van a compartir con el público", dijo Enrique Campo, quien valoró la labor de los arqueólogos.

Fuentes: diariodelaltoaragon.es | radiohuesca.es | 23 de marzo de 2019

Los primeros agricultores de Anatolia fueron cazadores-recolectores locales que adoptaron la agricultura

El entierro de un cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años. Crédito: Douglas Baird.

Un equipo internacional liderado por científicos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en colaboración con científicos del Reino Unido, Turquía e Israel, ha analizado ocho individuos prehistóricos, entre los que se incluye el genoma de un cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años, y han hallado que los primeros granjeros anatolios eran descendientes directos de cazadores-recolectores locales.

Esta conclusión proporciona apoyo a la evidencia arqueológica de que la agricultura fue adoptada y desarrollada por cazadores-recolectores locales que cambiaron sus estrategias de subsistencia, en lugar de ser introducida por un gran movimiento de personas de otra área. Curiosamente, si bien el estudio muestra la persistencia a largo plazo del acervo genético de cazadores-recolectores de Anatolia durante más de 7.000 años, también indica un patrón de interacciones genéticas con grupos vecinos.

La agricultura se desarrolló hace aproximadamente 11.000 años en el Creciente Fértil, una región que incluye el actual Irak, Siria, Israel, Líbano, Egipto y Jordania, así como las franjas del sur de Anatolia y el oeste de Irán. Alrededor del 8.300 a.C., ya se había extendido a Anatolia central, en la actual Turquía. Estos primeros agricultores anatolios emigraron posteriormente a toda Europa, llevando consigo esta nueva estrategia de subsistencia y sus genes. Hoy en día, el componente más grande de la ascendencia de los europeos actuales proviene de estos agricultores de Anatolia. Sin embargo, durante mucho tiempo se ha debatido si la agricultura fue llevada a Anatolia de manera similar por un grupo de agricultores provenientes del Creciente Fértil, o si los cazadores-recolectores locales de Anatolia adoptaron las prácticas agrícolas de sus vecinos.

Una curva ancha del río Danubio, vista desde el lado serbio que mira hacia Rumanía, es el hogar de Lepenski Vir (a la izquierda) y de varios otros sitios arqueológicos que datan de hace más de 8.000 años y que trazan la llegada de la agricultura. Zarko Djokic / Shutterstock.

El nuevo estudio, publicado en Nature Communications, confirma, pues, la evidencia arqueológica existente de que los cazadores-recolectores de Anatolia adoptaron la agricultura por sí mismos, y los agricultores posteriores fueron descendientes directos de un conjunto genético que se mantuvo relativamente estable durante más de 7.000 años.

Los cazadores-recolectores locales adoptaron un estilo de vida agrícola

Taal como se informa más arriba, para este estudio los investigadores analizaron el ADN de 8 antiguos individuos y lograron recuperar por primera vez los datos del genoma completo de un cazador-recolector de Anatolia de 15.000 años de antigüedad. Esto permitió que el equipo pudiera comparar el ADN de este individuo con los agricultores de Anatolia posteriores, así como con los individuos de las regiones vecinas, a fin de determinar cómo se relacionaban. También los compararon con los datos existentes de otros 587 individuos antiguos y con 254 poblaciones actuales.

Los investigadores descubrieron que los primeros agricultores de Anatolia derivaban en su mayoría de sus ancestros (alrededor del 90 por ciento), es decir, de una población relacionada con el cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años analizado en el estudio. "Esto sugiere que hubo una estabilidad genética a largo plazo en Anatolia central durante más de cinco milenios, a pesar de los cambios en el clima y en las estrategias de subsistencia", explica Michal Feldman (izquierda), del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana.

"Nuestros resultados proporcionan apoyo genético adicional a las evidencias arqueológicas anteriores que sugieren que Anatolia no fue simplemente un escalón en el movimiento de los primeros agricultores del Creciente Fértil hacia Europa", afirma Choongwon Jeong (derecha), también del Instituto Max Planck y co-autor del estudio. "Más bien, fue un lugar donde los cazadores-recolectores locales adoptaron las ideas, las plantas y la tecnología que llevaron a la subsistencia agrícola".

Las interacciones genéticas con los vecinos merecen un estudio adicional
Además de la estabilidad a largo plazo del componente principal de la ascentralidad de los anatolios, los investigadores también encontraron un patrón de interacciones con sus vecinos. Para cuando la agricultura se había afianzado en Anatolia, entre 8.300 y 7.800 a.C., los investigadores descubrieron que la población local tenía una contribución genética de alrededor del 10 por ciento de las poblaciones relacionadas con las que viven en lo que hoy es Irán y el vecino Cáucaso, siendo todo el 90 por ciento restante de los cazadores-recolectores de Anatolia. Sin embargo, alrededor del 7.000-6.000 a.C., los agricultores de Anatolia derivaron aproximadamente el 20 por ciento de su ascendencia de las poblaciones relacionadas con gentes que vivían en la región del Levante.

"Hay algunos grandes vacíos, tanto en el tiempo como en la geografía, en los genomas que actualmente tenemos disponibles en estudio", explica Johannes Krause (izquierda), uno de los directores del Instituto Max Planck y autor principal del estudio. "Esto provoca que sea difícil decir cómo tuvieron lugar estas interacciones genéticas más sutiles, si fue a través de grandes movimientos de gentes a corto plazo, o debido a interacciones más frecuentes pero de bajo nivel".

Los investigadores esperan que una mayor investigación en esta y en las regiones vecinas pueda ayudar a responder estas preguntas.

Fuente: phys.org | lefigaro.fr | 19 de marzo de 2019

Autovican y la Fundación Atapuerca firman un convenio de colaboración

La empresa automovilística cede un Renault Kangoo a la Fundación como apoyo a la investigación que se realiza en los yacimientos

Burgos, 25 de marzo de 2019. El concesionario Autovican ha firmado un convenio de colaboración con la Fundación Atapuerca por el que la empresa automovilística cede un vehículo Renault Kangoo. El objetivo es favorecer el trabajo que se desarrolla en el entorno de los yacimientos de la sierra de Atapuerca y durante las campañas de excavación. En marzo del pasado año, Autovican hacía entrega de un vehículo de esta misma marca, un año después renueva su compromiso con Atapuerca, sustituyendo dicho vehículo por uno nuevo. A la firma del convenio y al acto de entrega han acudido Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca; Javier Gutiérrez, director general de la Fundación Atapuerca, y Fernando de Santiago, gerente de Autovican.

Autovican, concesionario oficial Renault y Dacia, cuenta con una experiencia de más de 70 años en el sector de la automoción. Cuenta con sede en Burgos, Miranda de Ebro y Aranda de Duero.

Por su parte, la Fundación Atapuerca tiene, entre otros objetivos, apoyar al Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) a través de ayudas para la investigación predoctoral y posdoctoral; difundir las investigaciones y hallazgos sobre la evolución humana (en especial los vinculados a los yacimientos de la sierra de Atapuerca) mediante el diseño y desarrollo de programas de divulgación científica, y contribuir a mejorar el entorno territorial donde se enmarcan los yacimientos de la sierra de Atapuerca. Como complemento a la financiación que la Junta de Castilla y León destina a las excavaciones, la Fundación Atapuerca coordina el funcionamiento de la campaña dándola respaldo organizativo, administrativo, económico, logístico, de mantenimiento, de comunicación y de organización de eventos.