¿Cómo hervían el agua los humanos antes de la invención de las ollas?

MARCO BERTORELLO / AFP VIA GETTY

Era un día frío de octubre cuando un grupo de estudiantes de la carrera de Arqueología de la Universidad de York (Inglaterra), capitaneado por el doctorando Andrew Langley, se adentró en un bosque con el propósito de aprender a hervir agua como lo hacían en el Paleolítico. Para realizar este experimento, obviamente, los 13 universitarios no pudieron llevar ningún recipiente de cocción: ni ollas, ni sartenes, ni tazones, ni tazas, ni cualquier otro. Pero sí llevaron consigo pieles de ciervo, que habían adquirido en una granja.

Langley actualmente está realizando un doctorado sobre cómo cocinaban sin cerámica los humanos prehistóricos. El arte de la alfarería es una invención relativamente reciente en el arco de la historia humana. Los fragmentos de cerámica aparecen por primera vez registrados hace solo 20.000 años, primero en China y muchos milenios después en el Cercano Oriente y Europa. Y los utensilios de cocina de metal son una innovación aún más reciente. Hace decenas de miles de años, nuestros antepasados ​​construían fuegos y utilizaban el calor para hacer que los alimentos fueran más sabrosos, seguros y fáciles de digerir. La invención de la cocina, han argumentado los antropólogos, ayudó a hacer humanos a los humanos.

Es fácil imaginar cómo la sociedad prehistórica podría asar su comida, pero es difícil entender cómo podían hervir agua sin cerámica. Justamente esto fue lo que trató el doctorando de explicar a los alumnos que todavía estaban inmersos en la carrera de Arqueología esa mañana de octubre. Su experimento de ebullición fue parte de un curso y tuvo lugar en el Centro Experimental de Investigación Arqueológica de York, un bosque junto al lago donde los expertos intentan recrear la prehistoria tirando puntas de flecha, tejiendo cestas de cañas y, en este caso, hirviendo agua. Los estudiantes se dividieron en grupos de dos o tres, y se embarcaron en esta tarea extremadamente simple pero desalentadora.

Andrew Langley mostrando a niños como se talla una piedra para convertirla en una herramienta.

Hoyos, brasas y arcilla

Un par de grupos cavaron hoyos, llenándolos con brasas y luego forrándolos con arcilla húmeda o piel de ciervo. Otros vertieron agua en la corteza de abedul o en el estómago de un cerdo. Un grupo colgó una piel de venado de un árbol y comenzó a calentar pequeñas rocas con fuego, una técnica inspirada en el descubrimiento de rocas agrietadas por el fuego en asentamientos paleolíticos. Estas rocas se habían dividido y mutado de distintas maneras, lo que sugería un calentamiento y enfriamiento repetidos.

Pero no se puede usar cualquier piedra para hervir. "Las piedras son la parte más difícil", explica Langley en The Atlantic. Las piedras mojadas, como las que han estado en el lecho de un río, se romperán cuando el agua del interior se convierta en vapor. También lo harán los guijarros que tengan aire atrapado. "Cosas como el granito y el basalto son muy buenas", dice. Por razones de seguridad, Langley les proporcionó a los estudiantes piedras de masaje que sabía que no explotarían. Aún así, los estudiantes tuvieron que calentar las piedras gradualmente para asegurarse de que no se agrietaran en absoluto. Terminaron empujándolas lentamente hacia el fuego en el transcurso de 10 a 15 minutos. Utilizando múltiples piedras, pudieron hervir el agua dentro del cuero de ciervo.

Piel animal

Otro grupo también estaba tratando de hervir agua dentro de una piel de venado colgada directamente sobre un fuego, una técnica que está menos basada en evidencia arqueológica. En 2015, John Speth, un antropólogo retirado de la Universidad de Michigan, escribió un artículo señalando que en realidad se puede hervir agua en una botella de agua de plástico. El autor encontró varios videos de YouTube de gente calentando agua en vasos de papel, cáscaras de coco, tubos de bambú, cuencos de madera e incluso hojas. Y es que mientras el recipiente de cocción esté lleno de agua, no se calienta lo suficiente para quemarse.

Pero cuando Speth habló con otros arqueólogos sobre esto, descubrió que rara vez habían planteado que los humanos paleolíticos hirviesen el agua de esta manera, utilizando recipientes aparentemente endebles e inflamables mucho antes de la introducción de la cerámica. Sin embargo, los etnógrafos de los siglos XIX y XX documentaron que los celtas, los assiniboin, los cree, los ojibwa y los pies negros cocinaban sin piedras en la corteza de abedul, las pieles y los estómagos de los animales. Estos materiales orgánicos se habrían podrido, por supuesto, sin dejar artefactos para que los arqueólogos estudiasen. Speth se preguntó si los humanos podrían haber hervido líquidos de esta manera mucho antes de que la evidencia apareciera en el registro arqueológico.
Un grupo de estudiantes decidió poner a prueba este método. Sostuvieron la piel de un venado llena de agua directamente sobre un fuego. El pelo en el exterior se chamuscó, pero la piel se mantuvo bien. Cuatro horas después, la piel aún estaba intacta. Se puso muy dura, pero no se rompió ni se quemó.

El agua alcanzó los 60 grados Celsius (140 grados Fahrenheit) pero no llegó a hervir. Y la piel de venado definitivamente añadió sabor extra. "Si asomabas la cabeza mientras se cocinaba, podías olerlo", señala Christopher Lance, uno de los estudiantes. "Me decepcionó saber que no podían beber el agua hervida con cuero por razones de seguridad alimentaria", añade.

Fuente: elconfidencial.com | 20 de enero de 2020

El castro de Villasviejas de Tamuja (Cáceres) que escondía un campamento militar romano

Reconstrucción hipotética de los edificios y estructuras defensivas de Villasviejas a partir de los datos de teledetección y prospección geofísica.


A comienzos del siglo I a.C., la península ibérica estaba sacudida por la primera guerra civil romana que enfrentaba al rebelde general Sertorio con las tropas republicanas lideradas por Metelo y Pompeyo.

Una de las legiones de ambos bandos en liza encontró en el castro de Villasviejas de Tamuja (Botija, Cáceres), un promontorio fortificado que había sido poblado al principio de la Segunda Edad del Hierro por una comunidad vettones, el lugar idóneo para establecer su base militar. Se registró una especie de fusión entre el asentamiento y la guarnición ocupacional, pero el sitio fue abandonado de forma precipitada poco tiempo después.

Analizando la distribución del oppidum para recabar pistas sobre el modo de vida de estas sociedades del oeste peninsular anteriores a la romanización, los arqueólogos del Proyecto MINARQ, impulsado por el Instituto de Arqueología de Mérida, han hallado los vestigios de los barracones y la estructura del campamento militar romano. El descubrimiento se ha registrado combinando una serie de técnicas innovadoras y no destructivas, sin necesidad de excavar el suelo, y que han permitido obtener una imagen fidedigna de la distribución y evolución del yacimiento.

"Los resultados muestran una planta bastante regular, con habitaciones en batería de 5x5 metros flanqueadas por calles. Pensamos que hay que interpretarlo como una arquitectura especializada, no residencial", explica Victorino Mayoral (izquierda), director de los trabajos. Al ser Villasviejas un asentamiento estable —la primera ocupación humana se remonta al siglo IV a.C.—, la presencia de un contingente romano sugiere, según los expertos, que tuvo que haber algún tipo de pacto entre los soldados y las élites locales para incrustar el campamento dentro de la comunidad.

Estos datos recogidos gracias al empleo de métodos geofísicos —prospección con georradar, ondas geomagnéticas, tomografía eléctrica e inducción electromagnética—, que permiten radiografiar el suelo y ver qué se esconde debajo, sumados a las excavaciones en las tres necrópolis cercanas al yacimiento que realizó el equipo de la investigadora Francisca Hernández en los año 90 y que arrojaron el hallazgo de enterramientos tardorrepublicanos con atalajes de caballo, accesorios para la higiene de tipo itálico, espadas, escudos o armas, hacen que la presencia militar romana sea "casi una certeza". "Las excavaciones de la próxima campaña tienen que confirmarlo", dice Mayoral.

Urbanismo complejo

El Proyecto MINARQ (Arqueología de Mínima Invasión) pretende documentar en Villasviejas cómo era la distribución intramuros y la estructura defensiva de estos asentamientos de la Segunda Edad del Hierro, sobre los que no se conoce demasiado. Los vestigios del castro, de siete hectáreas, que estaba rodeado por una muralla defensiva y dividido en dos recintos —uno A, al norte, datado del siglo IV; y otro B, al sur, más tardío—, ofrecen unas condiciones ideales para recurrir a una metodología no invasiva gracias a su superficie plana y escasa forestación que presenta el terreno, empleado para el cultivo agrícola durante siglos.

Radiografiando el suelo con los métodos geofísicos y de teledetección, que explican, por ejemplo, por qué hay zonas de tierra que amarillean antes —este fenómeno indica que ahí debajo hay un muro y las raíces de las plantas no pueden penetrar tanto—, los expertos han podido construir un mapa del sitio con sus espacios construidos, habitaciones, patios cerrados y viales y espacios abiertos. Estos sensores actúan como unos ojos que pueden ver distintas cosas y que combinados vierten un análisis en conjunto.

"El paisaje urbano que dibujan estos métodos es muy complejo, está muy edificado. Se trata de una historia muy larga, de varios siglos de ocupación", señala Victorino Mayoral. Durante los dos años y medio de investigación se ha prospectado con estas tecnologías la mitad de la superficie de Villasviejas. "El precedente de las ciudades romanas son estos poblados, que surgen durante la conquista mezclando las imposiciones de los invasores con los intereses de las comunidades indígenas", añade el arqueólogo. Calculan que allí habitarían en torno a unas 2.000 personas.

Las diferencias entre la anatomía del recinto A, vertebrado en torno a una gran calle que se despliega desde la entrada principal y con una evolución a lo largo del tiempo hacia un espacio mucho más complejo, y el B también son llamativas. En esta zona sur, además del campamento romano, sobresale un edificio compacto, de planta cuadrangular, que comulga con los modelos tardorrepublicanos de la Península Ibérica que se utilizaban como almacén.

¿Tamusia?

Además de identificar la finalidad de los espacios —cuáles estaban destinados al culto y cuáles eran de carácter señorial, por ejemplo—, averiguar cómo fueron construidos y compararlos con otros yacimientos del entorno, una de las incógnitas que los investigadores deben desentrañar es la hipotética identificación de Villasviejas con la ceca de Tamusia, un centro de acuñación de moneda. Las fuentes históricas no refieren nada sobre este establecimiento numismático, pero sí la arqueología.

En concreto, se han hallado dos series de monedas en Villasviejas o en los alrededores: una con inscripciones celtibéricas y otra bilingüe que añade letras en latín. "Unos expertos piensan que es la soldada con la que se pagaba a las tropas y otros la retribución por explotar las minas de la zona", revela Mayoral sobre las distintas hipótesis, aunque recalca que este territorio de Lusitania y el mundo vettón no tenía una economía basada en el dinero. "Hasta el momento no se ha encontrado in situ ninguna evidencia de acuñación de moneda". El castro cacereño aún tiene muchos secretos que desvelar.

Fuentes: elespañol.com | elpais.com | 1 de febrero de 2020

El entorno de Orce fue el ‘Silicon Valley’ de la Prehistoria

Imagen de los esferoides hallados en el yacimiento de Orce. / Stefania Titton

La complejidad del comportamiento y el carácter vanguardista e innovador de los grupos humanos que habitaron Orce (Granada) y su entorno se confirma con un nuevo estudio enmarcado en el proyecto de investigación ProyectORCE que dirige el profesor Juan Manuel Jiménez Arenas, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada (UGR). En el yacimiento de Barranco León se halló el resto humano más antiguo del continente europeo, un individuo que perteneció a una población humana mucho más innovadora de lo que se pensaba.

Este nuevo trabajo, que publica esta semana la revista PLoSOne, revela que los habitantes de esta comarca granadina emplearon hace 1,4 millones de años técnicas innovadoras a la hora de fabricar sus útiles en piedra que no se volvieron a utilizar hasta 400.000 años después.

Dicho de otro modo: “Esta región puede ser considerada el ‘Silicon Valley’ de la Prehistoria, porque supuso un motor del progreso tecnológico en el que se desarrolló una tecnología visionaria, muy adelantada a su tiempo”, señalan los autores.

La investigación ha sido liderada por Stefania Titton, del Instituto Catalán de Paleocología Humana y Evolución Social (IPHES), y ha sido financiada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Foto: Stefania Titton junto Juan Manuel Jiménez Arenas analizando los esferoides hallados.

Orce, una caja de sorpresas continua

Los yacimientos arqueopaleontológicos de Orce no solo revelan, una vez más, el inmenso potencial patrimonial y científico que atesoran; también se demuestra que fueron vanguardia tecnológica durante la Prehistoria.

Siempre se ha considerado que en esos tiempos pretéritos, los más remotos de la Prehistoria europea (que comenzó hace 1,4 millones de años), la cultura material conocida (tecnología lítica tallada) se reducía a lascas de piedra con filo cortante. Se usaban para el procesamiento de los cadáveres de los animales de los cuales se alimentaban los humanos. Piedras más contundentes (percutores a la manera de martillos) se empleaban para tallar otras rocas y fracturar huesos de herbívoros y acceder a la médula ósea, rica en grasas y otras sustancias nutritivas que influyeron en el desarrollo del cerebro. A estas cajas de herramientas’ se las asocia a la cultura Olduvayense.

Se consideraba que solo en momentos más recientes florecieron determinados útiles en piedra tallada que presentan una fabricación y más cuidada y estandarizada. Es el caso de los denominados esferoides del Olduvayense Evolucionado (un millón de años de antigüedad) y los bifaces, o hachas de mano, típicos del Achelense (que emergen en Europa hace 800.000 años). El yacimiento de Orce demuestra que ya surgieron antes.

Raspador y lascas de raspador de gran formato experimental manufacturado a partir de piedra caliza de la región de Orce. Los detalles muestran las marcas localizadas sobre la pieza después de que se utilizara para trabajar tendones secos de un ciervo sobre yunque de piedra caliza. Foto: Stefania Titton.

Esferoides, las piedras futuristas de Orce
La publicación de PLoSOne se centra en los esferoides, un tipo especial de útil que, en nuestro continente, se encuentra en algunos conjuntos líticos del Olduvayense Evolucionado y, sobre todo, del Achelense. En Barranco León, en los albores del Olduvayense europeo, han aparecido siete de estos artefactos esféricos, lo que implica la emergencia de complejos esquemas operativos resultado de una configuración intencional.

“De esta manera, podemos considerar a los esferoides de Orce como a las famosas máquinas de Leonardo da Vinci, diseños emergidos de un intelecto visionario y privilegiado siglos antes de pudieran ser fabricadas. Pero al contrario de aquéllas, las piedras futuristas de Orce, se materializaron y han llegado hasta nuestros días”, destaca el director del ProyectORCE y coautor de la investigación, Juan Manuel Jiménez Arenas.

Foto: Investigadores en el yacimiento de Orce. / R.G.

De la piedra a la mente

Los esferoides denotan que los humanos de Orce poseían la capacidad de elaborar mapas mentales complejos. Elegían concienzudamente la materia prima en función del tipo de útil que buscaban, y lo que es más importante, desarrollaron rutinas de talla relativamente estandarizadas.

Esto indica, desde un punto de vista de las capacidades cognitivas, una idea preconcebida del producto final y, desde el de las capacidades motoras, una jerarquización de los gestos de talla. No se trata de útiles donde el azar juega un papel relevante. Los golpes para su consecución son precisos. Como hiciera Miguel Ángel en el Renacimiento, los humanos de Orce eliminaron lo que sobraba de los toscos cantos rodados.

Una de las técnicas utilizadas para caracterizar estos singulares útiles es localizar el lugar preciso donde se ha impactado, la dirección de los levantamientos de lascas y la relación entre estos levantamientos. Esta técnica es conocida como ‘dibujo diacrítico’. Otra es la reconstrucción virtual tridimensional de los esferoides para llevar a cabo medidas de alta precisión. Así, cada uno de los golpes fue ejecutado siguiendo un patrón estricto.

“Los yacimientos de Orce se consolidan como una zona arqueológica clave para entender el comportamiento de los humanos más antiguos del continente europeo. Esperemos dar la razón al novelista, arqueólogo y antropólogo canadiense Steve Erikson, quien afirmó que 'el futuro de Orce solo promete una cosa: sorpresas'. Como el Silicon Valley, pero en la Prehistoria”, concluye Jiménez Arenas.

Fuente: agenciasinc.es | 31 de enero de 2020

Hallan en Egipto 16 tumbas de la nobleza con 20 sarcófagos y más de 10.000 figurillas sagradas

Un sarcófago entre los muchos hallazgos arqueológicos descubiertos en tumbas comunales de hace 3.000 años. Samer Abdallah / www.globallookpress.com

Dieciséis tumbas pertenecientes a altos sacerdotes y funcionarios del Antiguo Egipto fueron descubiertas en el sitio arqueológico de Al Ghoreifa, a unos 300 kilómetros al sur de El Cairo, informó este pasado jueves el Ministerio de Turismo y Antigüedades egipcio.


Según se detalla en un comunicado del ministerio, dentro de las tumbas se hallaron 20 sarcófagos y ataúdes, cinco de los cuales son antropomorfos. Las sepulturas estaban acompañadas por un vasto ajuar funerario. Por ejemplo, los arqueólogos encontraron más de 10.000 figurillas funerarias sagradas y cerca de 700 amuletos, además de un gran número de vasos cerámicos y varias herramientas.



Entre los objetos más valiosos destacan unos recipientes pintados conocidos como ‘vasos canopos’, y que es donde se depositaban las vísceras de las personas momificadas.

Vasos canopos.

Muchos de los utensilios encontrados contienen inscripciones que permiten establecer los nombres y títulos de los difuntos. Los arqueólogos descubrieron que entre los enterrados estaba el hijo de uno de los faraones de la dinastía XXVI (672-525 a. de C.), Psamético I, que estaba al mando del tesoro real y era el sacerdote de Osiris y Nut.


Otras de las personas enterradas también ocupaban puestos importantes en el antiguo Estado egipcio, como el de tesorero, guardián de sellos del Egipto del Sur o gobernador provincial.
El ministro de Turismo y Antigüedades, Jaled al Enany, destacó que el año pasado la gobernación de Menia, donde se ubica Al Ghoreifa, ya fue escenario de un descubrimiento masivo de momias.

El ministro de Turismo y Antigüedades, Jaled Al Enany comentando al público el hallazgo.

«Menia se situará en el mapa turístico de Egipto por sus distinguidos sitios arqueológicos», aseveró Al Enany, según Ahram Online.

En los últimos años, las autoridades egipcias tratan de promover los descubrimientos arqueológicos para relanzar el turismo en el país.

Fuentes: diario-octubre.com | actualidad.rt.com | 1 de febrero de 2020

Encuentran una figurilla neolítica de hueso en Çatalhöyük de unos 8.000 años de antigüedad

Foto: Cuatro prespectivas de la figurilla hallada. J. Quinlan / Pawłowska y Barański 2020.

Arqueólogos polacos descubrieron una figurilla antropomorfa en una de las ciudades más antiguas del mundo: Çatalhöyük, en Turquía. Es el primer objeto de este tipo hecho de hueso que se conoce en este lugar. El objeto tiene unos 8.000 años de antigüedad.

Çatalhöyük, situada en la parte sur de la meseta de Anatolia, en el centro de Turquía, estuvo habitada continuamente durante más de mil años entre el 7.100 y el 6.000 a.C., durante el periodo Neolítico. Las conclusiones del análisis de la escultura, que fue encontrada en 2016, se presentan ahora en la revista Archaeological and Anthropological Sciences.

Detalle de la figurita / Foto: J. Quinlan.

Los artefactos más famosos encontrados en este lugar son figuritas femeninas de arcilla, hasta hace poco consideradas como diosas madre, pues en la actualidad algunos las interpretan como representaciones de ancianos y objetos relacionados con el culto a los antepasados. La nueva figurilla es de hueso y antropomórfica, es decir, tiene rasgos humanos.

"Este es sin duda un hallazgo importante, con una representación muy simplificada, pero clara, de los rasgos humanos en forma de ojos. La estatuilla está hecha de hueso, proveniente de la falange proximal de un equino", dijo la profesora Kamilla Pawłowska (izquierda), arqueozoóloga y paleontóloga del Departamento de Investigación Paleoambiental del Instituto de Geología de la Universidad Adam Mickiewicz, en Poznań, Polonia.

"La estatuilla tiene unos 6 cm de altura. Tiene incisiones claramente visibles con forma de ojos. Se conoce un ejemplo similar de presentar los rasgos humanos a partir de artefactos descubiertos en otros yacimientos de Oriente Medio del mismo período, pues la mayoría de los objetos similares que se conocen son de un período un poco más tardío, el Calcolítico (4300 – 3300 a.C.), los cuales están hechos también de hueso, principalmente de burro y caballo", agrega la profesora Pawłowska.

"Hasta ahora, durante las excavaciones de Çatalhöyük, los científicos han descubierto falanges de burros y caballos, a menudo bien conservadas. En casos individuales, había rastros de procesamiento en ellas, pero nunca en una forma que recordara las características anatómicas humanas. La elección del hueso como materia prima para elaborar la estatuilla está relacionad con su anatomía y disponibilidad", enfatiza.

Foto: El equipo que ha estado trabajando en Çatalhöyük. Facultad de Arqueología de la Universidad Adam Mickiewicz, en Poznan, Polonia.

Según la profesora Pawloswska, los equinos no abundaban en esta ciudad prehistórica. Las ovejas y las cabras eran más comunes, ya que su carne, médula y grasa, eran un elemento importante de la dieta de los habitantes.

La figurilla fue descubierta durante el trabajo de un equipo internacional bajo la supervisión del Dr. Marek Z. Barański de la Academia de Bellas Artes, en Gdańsk, Polonia. Fue la profesora Kamilla Pawłowska quien la encontró mientras examinaba el contenido de un contenedor recuperado en una habitación en Çatalhöyük donde se habían almacenado alimentos entre 6.500 y 6.300 a. C.

Fuente: sciencepoland.pap.pl | 30 de enero de 2020

7 razones por las que estudiar Historia y Geografía

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Este grado te permitirá obtener un conocimiento global de la historia, de la historia del arte y de la geografía, que abrirá muchísimas puertas a tu futuro tanto laboral como personal. ¿Quieres saber cuáles son las 7 razones por las que estudiar el Grado en Historia y Geografía? ¡Sigue leyendo! 

1 - Te permitirá entender la sociedad actual
Sin estudiar historia, es imposible que seamos capaces de entender la sociedad de nuestros días. La economía, la política, la cultura o la tecnología, no serían lo que son sin la evolución histórica que han sufrido a lo largo de los años. Para poder tener una visión global, es imprescindible conocer el desarrollo histórico.

2 - Te permitirá conocer nuevas culturas
El Grado en Historia y Geografía te abrirá la puerta a conocer diferentes culturas. Comprender cómo eran las civilizaciones del pasado, así como el funcionamiento de cada una de ellas y sus relaciones con otras, te permitirá entender el mundo que nos rodea. 

3 - La historia se repite
Es uno de los principales motivos por los que estudiar esta carrera. La historia es una excelente fuente de información y de inspiración. Por ello, debe servirnos para aprender de los errores que la humanidad cometió en el pasado y evitar que vuelvan a producirse. 

4 - Dirigido a todo tipo de perfiles
Esta carrera está dirigida a profesionales de cualquier sector que siempre han sentido interés, vocación y pasión por la historia y la cultura. Cabe destacar que la Universidad Isabel I cuenta con un sistema de estudios completamente compatible con otro empleo, gracias a la metodología online. Además, el alumnado realiza prácticas externas según el ámbito de especialización que haya elegido -historia, historia del arte o geografía-, por lo que la preparación laboral es excelente. 

5 - El camino para ser mejor ciudadano
Como parte de una buena educación, la historia debe ser imprescindible. Saber qué ha ocurrido a lo largo de los años te permitirá actuar con moral, valores y conciencia social, así como tener hábitos para una convivencia responsable. 

6 - El grado en Historia y Geografía tiene muchísimas salidas profesionales
Aunque la principal salida del Grado en Historia y Geografía es convertirse en profesor de educación secundaria, cabe destacar que tiene un amplio abanico de opciones relacionadas con el ámbito cultural, el patrimonio histórico, los museos, el arte, etc. 

7 - Aprenderás a pensar por ti mismo y a tomar mejores decisiones
Contar con un amplio conocimiento de los hechos históricos y de los patrones que se han ido repitiendo a lo largo de la evolución humana puede ayudarte a reflexionar en profundidad, obtener conclusiones y  tomar mejores decisiones. Asimismo, desarrollarás capacidades analíticas y comunicativas. 

En definitiva, el Grado en Historia y Geografía de la Universidad Isabel I te convertirá en una persona con una visión realmente amplia sobre el mundo y la situación que vivimos. Además, te ofrecerá muchísimas salidas profesionales que nunca antes habías planteado. Si quieres convertirte en un ciudadano ejemplar, no lo dudes más: esta carrera es la tuya.