Un análisis de ADN revela que la tumba de un guerrero escita se correspondía en realidad con una joven amazona

La tumba de una guerrera escita hallada en un yacimiento arqueológico de Saryg-Bulún, Rusia. Fotografía: Vladimir Semyonov, MO Mashezerskaya.

En una época de antiguos dioses, guerreros y reyes, la historia de una tribu de mujeres guerreras se estableció en la mitología griega. Se decía que eran hijas de los dioses estas feroces luchadoras de Asia Menor, las cuales han capturado la imaginación de las gentes durante siglos y aún hoy impregnan la cultura popular como legendarias guerreras amazónicas.
Durante mucho tiempo se supuso que estas mujeres guerreras eran producto de imaginaciones antiguas, pero diferentes evidencias arqueológicas están revelado que las mujeres guerreras, que pudieron haber inspirado estos mitos, realmente existieron.


En 1988 los arqueólogos Vladimir Seyonov y Marina Kilunovskaya descubrieron la tumba de un joven guerrero escita, de hace 2600 años, parcialmente momificado en Saryg-Bulun, situado en la actual República Tuva, en Siberia, durante una excavación de emergencia.

Arco encontrado en la tumba. Estaba realizado de una sola pieza en madera de alerce. A.Yu. Makeeva / Stratum plus, no 3, 2020

Los arqueólogos encontraron los restos tan bien conservados (debido a que el ataúd, de madera de alerce, estaba herméticamente cerrado) que les fue posible identificar un lunar en lo que quedaba del rostro del cadáver. Además, el cuerpo tenía una costura áspera en la zona del abdomen, lo que era indicio de un intento de momificación artificial. Se estimó que tendría entre 12 y 13 años en el momento de su muerte, y fue enterrado con un juego completo de armas: un hacha, un arco hecho con madera de abedul y un carcaj con diez flechas de unos 70 centímetros de largo con distintas puntas de madera, hueso o bronce. No se encontraron cuentas, espejos u otros objetos que indicaran que se tratara de un cuerpo femenino, y, desde hace tres décadas sus restos se clasificaron como pertenecientes a un joven guerrero escita.

Carcaj hecho de piel de caballo atado a un cinturón (arriba) y distintos tipos de flechas (abajo). Fotos: A.Yu. Makeeva, Varvara Busova / Stratum plus, no 3, 2020



Sin embargo, los actuales avances científicos en materia genética implican que es posible llevar a cabo un análisis más detallado del cadáver.

"Recientemente se nos ofreció la oportunidad de realizar pruebas para determinar el sexo, la edad y la afiliación genética de este cadáver encontrado en 1988. Lo aceptamos con sumo placer y obtuvimos un resultado sorprendente, pues resultó que los restos pertenecían a una joven guerrera", dice Kilunovskaya (izquierda). "Tal discrepancia en las normas del rito funerario resultó ser inesperada".

"El entierro de la misma, con un conjunto de armas, introduce un nuevo elemento de atención sobre la estructura de la sociedad nómada de los escitas y nos remite involuntariamente al mito de las amazonas, las cuales fueron descritas por Heródoto" (Herodoto IV: 110-118), agrega.

La joven guerrera fue enterrada con un abrigo de piel cruzado hasta por debajo de las rodillas, con mangas largas y rectas, y hecho con pieles de roedores miembros de la familia Jerboa. Debajo del abrigo llevaba una camisa, que apenas ha sobrevivído, y un pantalón, o quizas una falda, de color marrón claro. En la cabeza portaba una gorra de cuero cuya restauración se está llevando a cabo junto con otros artefactos hallados.

Gorra de cuero que portaba el cadáver. Foto: Vladimir Semyonov, Varvara Busova / Stratum plus, No 3, 2020

El equipo de investigación, que publica el resultado de su trabajo en Stratum Plus, espera realizar pruebas de datación más precisas, así como tomografías computarizadas de los restos a fin de que puedan proporcionar pistas sobre cómo murió la joven guerrera.

Aparte del historiador Heródoto, el médico griego Hipócrates, que vivió aproximadamente entre los años 460 y 370 a. C., escribió que las mujeres guerreras entre los sármatas –un pueblo relacionado con los escitas famoso por su dominio del arte de la lucha a caballo–, “cabalgaban, disparaban, lanzaban la jabalina y luchaban contra sus enemigos“.


Hacha de guerra hallada junto al cadáver. Foto: A.Yu. Makeeva / Stratum plus, no 3, 2020.

Se estima que jinetes femeninos existieron en la era escita (entre los años 900 y 200 a. C) dentro de las tribus nómadas y seminómadas de lengua persa en el este de Europa. Estas amazonas probablemente custodiaban el ganado, las propiedades y las viviendas, cuando los hombres se ausentaban durante largas campañas militares.

Fuentes: siberiantimes.com | sciencealert.com | 16 de junio de 2020

Una gran erupción volcánica en Alaska en el 43 a.C. pudo contribuir al declive de la República romana

Caldera del volcán Okmok en Alaska Dorthe Dahl-Jensen

En el 43 a.C se desencadenó en Alaska una erupción volcánica tan potente que sus efectos se sintieron a más de 8.000 kilómetros de distancia. La Antigua Roma vivió un extraño y repentino periodo de enfriamiento que arruinó cosechas, provocó hambrunas y contribuyó a propagar enfermedades en una época muy convulsa de su historia. Pocos meses antes, Julio César había sido asesinado y la República vivía una gran crisis que culminó en el 27 a.C con el nacimiento del Imperio Romano.

Al otro lado del mundo, grandes cantidades de material escupidas por el volcán Okmok se habían acumulado en la estratosfera. Se trata de gases sulfurosos que pueden permanecer en la atmósfera durante años y son capaces de perturbar el clima en otras regiones y, según revela este lunes un equipo internacional de científicos e historiadores, sus cenizas alteraron el clima de la región mediterránea.

Registros detallados de erupciones volcánicas explosivas pasadas se archivan en la capa de hielo de Groenlandia y se accede a ellos a través de operaciones de perforación profunda. Crédito: Dorthe Dahl-Jensen.

Su conclusión, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), es el resultado del análisis y comparación de diversas muestras de hielo obtenidas en varioslugares del Ártico, como Groenlandia y Rusia, que conservan restos de cenizas. Algunas de estas perforaciones se realizaron en los años 90 y las muestras de hielo se conservan en EEUU, Dinamarca y Alemania.
Los científicos fueron capaces de determinar dos erupciones distintas en la misma época. Una de ellas muy potente pero corta, hacia el 45 a.C., y otra mucho más grande y larga en el 43 a.C., que duró dos años y se considera una de las mayores erupciones de los tres últimos milenios.

«En los últimos 2.500 años ha habido otras erupciones masivas, como la del volcán Samalas (Indonesia) de 1257 y 1258; la erupción de un volcán desconocido en el 426 a.C., y la del Tambora, también en Indonesia, en 1815. Ésta última fue la responsable del año sin verano que vivieron al menos EE.UU y Europa. Una de las cosas más interesantes sobre la erupción de Okmok del año 43 a. C., es que tuvo lugar durante un periodo muy importante de la civilización occidental», explica a este diario Joe McConnell (izquierda), el científico del Instituto de Investigación del Desierto de Reno (Nevada) que lidera esta investigación.
La isla Umnak de Alaska, en las Aleutianas, muestra la enorme caldera de 10 km de ancho (arriba a la derecha), creada en gran medida por la erupción Okmok II 43 a. C., en los albores del Imperio Romano. Imagen del Landat-8 Operational Land Imager del 3 de mayo de 2014. Crédito: US Geological Survey.

MÁS FRÍO Y LLUVIAS ABUNDANTES

Según este estudio, los dos años posteriores a la erupción del Okmok figuran entre los más fríos que ha habido en el Hemisferio Norte en los últimos 2.500 años. Los modelos climáticos sugieren que las temperaturas medias en verano y otoño fueron unos siete grados más bajas. Las lluvias en verano fueron entre un 50 y un 120% más abundantes en el sur de Europa, mientras que en otoño subieron un 400%.

"En la región mediterránea, estas condiciones de humedad y frío húmedas durante una época del año tan importante para la agricultura, de la primavera al otoño, probablemente redujeron el rendimiento de los cultivos y agravaron los problemas de suministro de alimentos durante el conflicto político que se vivió en ese periodo", señala en un comunicado Andrew Wilson (derecha), arqueólogo de la Universidad de Oxford. Para este investigador, "los resultados de este estudio dan credibilidad a las crónicas que hablaban de frío, hambrunas, escasez de alimentos y enfermedades descritas por fuentes antiguas".

Algunos de los autores participaron en 2017 en otro estudio que vinculó una erupción ocurrida hacia el 44 a.C.con la supresión de las inundaciones del Nilo, imprescindibles para las cosechas, provocando una gran hambruna en el Antiguo Egipto. La falta de comida fue uno de los factores que llevó a la insurrección durante la dinastía ptolemaica, que acabó oficialmente en el 40 a. C., tras el suicidio de Cleopatra. Aunque también en Roma hubo otros factores, los autores creen que las consecuencias de ese periodo frío contribuyeron al fin de la República.

"Encontrar pruebas de que un volcán situado en la otra punta del mundo entró en erupción y contribuyó a que surgiera el Imperio Romano es fascinante", dice McConnell.

Cronología que muestra las temperaturas del verano europeo y los niveles de azufre y cenizas volcánicas en relación con la Erupción de Okmok II y los importantes acontecimientos históricos de la República Romana y el Reino Ptolemaico de 59 a 20 a.C. / Foto: Desert Research Institute

La actividad volcánica también ayuda a explicar algunos fenómenos atmosféricos extraños que fueron descritos en la antigüedad, en la época en la que fue asesinado Julio César y que fueron interpretados como presagios: halos solares, oscurecimiento del Sol o tres soles que aparecen en el cielo (un fenómeno óptico denominado parhelio o 'perro del sol'). No obstante, dicen los autores, estas observaciones tuvieron lugar antes de la erupción de Okmok en 43 a. C. por lo que creen que probablemente estén relacionadas con una erupción más pequeña del volcán siciliano Etna en el 44 a. C.

Fuentes: elmundo.es |dri.edu | 22 de junio de 2020

Hallan cerca de Stonehenge la estructura circular prehistórica más grande de Gran Bretaña

El círculo o anillo de Durrington Walls en Wiltshire se encuentra en el centro del círculo prehistórico recién descubierto conocido como Durrington Shafts. Fotografía: Heritage Images / Getty

Un círculo de pozos profundos cerca del emblemático enclave de Stonehenge ha sido descubierto por un equipo de arqueólogos quien lo describió como la estructura prehistórica más grande jamás encontrada en Gran Bretaña.

Hace 4.500 años los pueblos neolíticos que edificaron Stonehenge, una obra maestra de ingeniería constructiva, también cavaron una serie de pozos alineados para formar un círculo que abarca unos 2.000 metros de diámetro. La estructura parece haber sido un límite que guiaba a las personas hacia un área sagrada, dado que Durrington Walls, otra de las estructuras circulares más grandes de Gran Bretaña, se encuentra precisamente en su centro. El círculo de pozos hallado está a unos 3 kilómetros al noreste de Stonehenge, en Salisbury Plain, cerca de Amesbury, Wiltshire.

El profesor Vincent Gaffney (izquierda), uno de los principales arqueólogos implicados, dijo: “Este es un hallazgo sin precedentes y de gran importancia en el Reino Unido. Los investigadores importantes de Stonehenge y su paisaje se han sorprendido por la escala de la estructura y el hecho de que hasta ahora no se hubiera descubierto a pesar de estar tan cerca de Stonehenge".

El descubrimiento de Durrington Shafts (así denominado) es aún más extraordinario porque ofrece la primera evidencia de que los antiguos habitantes de Gran Bretaña, principalmente comunidades agrícolas, habían desarrollado una forma de medir el espacio. La construcción de algo de este tamaño, con un posicionamiento tan cuidadoso de sus características, solo podría haberse realizado contando cientos de pasos.

Los pozos son grandes, cada uno con más de 5 metros de profundidad y 10 metros de diámetro. Se han encontrado aproximadamente 20, pero puede haber más de 30. No obstante, alrededor del 40% del círculo ya no está disponible para su estudio como consecuencia del desarrollo moderno.
Gaffney aclara: “El tamaño de los pozos y el circuito que rodea Durrington Walls es actualmente único. Demuestra la importancia del círculo o anillo de Durrington Walls, la complejidad de las estructuras monumentales dentro del paisaje de Stonehenge y la capacidad y el deseo de las comunidades neolíticas de registrar sus sistemas de creencias cosmológicas en este tipo de formas cosntructivas y en una escala que nunca antes habíamos previsto". Y añade: "Por otro lado, no puedo enfatizar suficientemente el esfuerzo que habrá significado cavar pozos tan grandes con simples herramientas de piedra, madera y hueso".

Sin embargo, estas son las mismas personas que también construyeron Stonehenge, tras arrastar las denominadas piedras azules desde el suroeste de Gales, a unos 240 kilométros de distancia.

Mientras Stonehenge fue posicionado en relación a los solsticios, a los límites extremos del movimiento del Sol, Gaffney dijo que "la estructura circular recién descubierta sugiere una declaración cosmológica enorme y la necesidad de inscribirla en la tierra misma".
Y añade: “Stonehenge tiene un vínculo claro con las estaciones y el paso del tiempo, a través del solsticio de verano, pero Durrington Shafts no es el paso del tiempo, sino que señala el límite de un círculo, lo que tiene un significado cosmológico. Semejante límite pudo haber guiado a las personas a verlo como un sitio sagrado con un centro en su interior, o como una advertencia para para prevenir su entrada en territorio sagrado".


Mapa en el que se muestra la nueva estructura circular de Durrington Shafts (puntos en amarillo) que rodean el espacio circular de Durrington Walls (en rojo).

Como el área alrededor de Stonehenge se encuentra entre los paisajes arqueológicos más estudiados del mundo, el descubrimiento de esta estructura circular ha sido aún más inesperado. Habiéndose llenado de tierra de modo natural durante milenios, los pozos, aunque enormes, habían sido descartados por ser considerados sumideros naturales o estanques de agua. Pero al utilizar aparatos de última tecnología, como la prospección geofísica, el radar de penetración terrestre y la magnetometría, se pudo ver que tales pozos era anomalías geofísicas y revelar su verdadera importancia.

Foto: dos arqueólogos estudiando uno de los pozos (Reuters)
Gaffney afirma: "Estamos empezando a ver cosas que nunca podríamos haber visto a través de la arqueología estándar, cosas que no podríamos haber imaginado".

Con sede en la Universidad de Bradford, Gaffney es el co-investigador principal del proyecto Stonehenge Hidden Landscape, el cual ha estado examinando decenas de kilómetros del paisaje de Salisbury Plain. "Los arqueólogos están ahora uniendo todos los datos y ven un gran modelo o patrón constructivo", subraya.

El análisis del interior de los pozos ha proporcionado dataciones cruciales de radiocarbono de hace más de 4.500 años, lo que implica que el límite de Durrington Shafts sea contemporáneo tanto con Stonehenge como con Durrington Walls. Dicho límite también parece haber sido diseñado para incluir un monumento prehistórico anterior, el recinto de fosos de Larkhill ("causewayed enclosures"), construido más de 1.500 años antes que el recinto o anillo de Durrington Shafts.

Mapa y distribución de la estructura circular que rodea Durrrington Walls. Ver vídeo en este enlace.

Trozos de pedernal para golpear o cavar, así como fragmentos óseos no identificados, fueron recuperdos en los pozos, pero los arqueólogos solo pueden especular sobre cómo se usaron estos elementos alguna una vez.

Gaffney explica: “Lo que estamos viendo son dos grandes monumentos con sus territorios. Otros arqueólogos, como Michael Parker Pearson, del University College London, han sugerido que, mientras Stonehenge, con sus piedras en pie, era un área para los muertos, Durrington Shafts, con sus estructuras de madera, era para los vivos".


El círculo de pozos de Durringto Shafts está a unos 3 kilómetros al noreste de Stonehenge (en la foto), en Salisbury Plain, cerca de Amesbury, Wiltshire. Fotografía: Christopher Ison / PA.

Agregó que, si bien numerosas civilizaciones antiguas tenían sistemas de medición, las evidencias descansan principalmente en textos de varios tipos que dejaron atrás. Él cree que la planificación involucrada en la elaboración de una estructura prehistórica de este tamaño tuvo que haber implicado un sistema de medición. Posicionar cada pozo habría supuesto caminar más de 800 metros desde el centro del anillo o círculo hacia afuera.

Henry Chapman (izquierda), profesor de arqueología en la Universidad de Birmingham, describió el hallazgo como "un nuevo espacio monumental increíble", y Richard Bates (derecha), un geocientífico de la Universidad St Andrews, dijo que el mismo "ofrece una visión del pasado que muestra a una sociedad aún más compleja de lo que podíamos alguna vez haber imaginado".

En el trabajo de investigación ha estado compuesto por un consorcio de arqueólogos liderados por la Universidad de Bradford, además de las universidades de Birmingham y St Andrews, y una colaboración internacional del Instituto Ludwig Boltzmann de Prospección Arqueológica y Arqueología Virtual de la Universidad de Viena. El consorcio ha publicando un artículo científico de acceso abierto en Internet Archaeology.

Por otra parte, este descubrimiento ha compensado la cancelación de las celebraciones del solsticio de verano de este año en Stonehenge, que se celebran el 20 de junio, debido a la prohibición de reuniones masivas con motivo del Covid-19.

Fuentes: theguardian.com | intarch.ac.uk | shropshirestar.com | bradshawfoundation.com | 22 de junio de 2020

El enigma de la pequeña Mummia, el nuevo secreto de Pompeya

La construcción estaba pintada de un negro brillante sobre el que que se dibujaron varios elementos, entre los que destaca una bella flor blanca. Crédito: Parco archeologico di Pompei

Un misterio ha surgido en las excavaciones de Pompeya, que sacan a la luz los restos de una villa de la época de Augusto, primer emperador romano que gobernó entre el 27 a.C. hasta el 14 d.C. Una flor blanca destaca delicadamente sobre el negro brillante de una pared. Ahí aparecía también el nombre de una niña inscrito en una pared: Mummia. Esto da pie a pensar que el propietario de la domus fuera un miembro de los Mummii, una familia muy importante en Roma, de cuya presencia nunca se habían encontrado restos en Pompeya, la ciudad romana destruida por la erupción del Vesubio en el 79 d.C.

Detalle del nombre grabado en la pared del criptopórtico. Crédito: Parco archeologico di Pompei

Esta residencia constituye una gran sorpresa en las excavaciones al norte de la ciudad romana. Han salido a la luz paredes pintadas y arquitecturas que sugieren una estructura cercana, en importancia y lujo, a la Villa de los Misterios, que es muy famosa por sus frescos (17 metros de ancho por tres de alto) en una habitación de la residencia. Una pintura de gran belleza que representa, según la mayoría de los expertos, un rito dionisíaco.

Paredes al fresco del triclinium de la Villa de los Misterios, tradicionalmente interpretados como representación de las etapas de iniciación al culto.

Este nuevo complejo de la época de Augusto que se excava, con dimensiones muy importantes, dispone de amplias salas de representación junto a las de servicio y trabajo. El director del Parque Arqueológico de Pompeya, Massimo Ossanna (izquierda), considera que se trata de un descubrimiento de gran relieve: «Todos los elementos nos hacen pensar en una villa suburbana imponente, muy importante, con vistas al mar, tan rica como para albergar en sus establos caballos de raza».

Las excavaciones, comenzadas en los últimos días, se encuentran en el área llamada «Civita Giuliana», en la zona norte de Pompeya, caracterizada por numerosos complejos esparcidos por el territorio por exigencias de carácter productivo (producción de aceite o vino, establos) o residenciales.

Esta nueva villa debió pertenecer, según Massimo Osanna, quizás a un general o magistrado militar de muy alto rango, tal vez un miembro de la familia de los Mummii, como parece indicar el nombre Mummia, inscrito sobre la pared por la mano quizás de una niña.

El establo hallado en 2018 con los restos de uno de los caballos. Crédito: Parco archeologico di Pompei.

Se encargará de interpretar la inscripción el arqueólogo y epigrafista Antonio Varone, que está realizando un exhaustivo estudio. «Es una residencia de gran valor, con habitaciones ricamente decoradas y amuebladas, suntuosas terrazas que dominan el golfo de Nápoles y Capri, así como granja, locales para el aceite y vino, además de amplias tierras de cultivo», afirma el arqueólogo Osanna. Todo hace indicar, según los arqueólogos, que las excavaciones financiadas con dos millones de euros podrían revelar grandes sorpresas.

Aspecto de algunas paredes de la estancia. Crédito: Parco archeologico di Pompei.

Fuente: abc.es | 4 de junio de 2020

La copa de cerámica que contiene el primer fragmento conocido de poesía griega

La Copa de Néstor en el museo de Isquia / foto Marcus Cyron en Wikimedia Commons

En 1949 el arqueólogo italo-alemán Giorgio Buchner comenzó a trabajar como funcionario de la Superintendencia Arqueológica de Nápoles, excavando primero la colina de Castiglione y después en el valle de San Montano en el municipio de Lacco Ameno, en la isla de Isquia situada a la entrada del golfo en el extremo septentrional de la ciudad napolitana.

Allí descubrió la necrópolis de la antigua colonia griega de Pitecusas, fundada por eubeos procedentes de Eretria y Calcis en el siglo VIII a.C., y quienes un siglo más tarde fundarían desde allí la primera colonia griega ya en tierra firme en la península itálica, la ciudad de Cumas.

En la necrópolis Buchner encontró abundantes joyas, cerámica, esculturas de terracota, escarabajos egipcios, lingotes de plomo, pesos de telar, herramientas y muchos otros objetos interesantes. Pero entre todo ello realizó un hallazgo sensacional: entre el rico ajuar de la tumba 168, de un niño de entre 10 y 14 años, encontró en 1953 una kotyle (cótila, taza pequeña y profunda de dos asas, similar a un skyphos pero de menor tamaño) de apenas 10 centímetros de alto.

La pequeña copa de cerámica apareció en varios trozos que el mismo Buchner restauró. Según Nicholas Coldstream data del año 720-700 a.C. Había sido hecha en la isla de Rodas y decorada en el estilo geométrico característico de la época.

La inscripción de la Copa de Néstor / foto dominio público en Wikimedia Commons.

En una de sus caras lleva una inscripción grabada, un epigrama de tres versos en alfabeto eubeo escrito de derecha a izquierda, al estilo fenicio como todas las inscripciones griegas más antiguas.

Dice así:

ΝΕΣΤΟΡΟΣ : Ε…: ΕΥΠΟΤ(ΟΝ): ΠΟΤΕΡΙΟ(Ν) / ΗΟΣΔΑΤΟΔΕΠ(ΙΕ)ΣΙ : ΠΟΤΕΡΙ(Ο) : AΥΤΙΚΑΚΕΝΟΝ / ΗΙΜΕΡ(ΟΣ : ΗΑΙΡ)ΕΣΕΙ : ΚΑΛΛΙΣΤ(ΕΦΑΝ)Ο : ΑΦΡΟΔΙΤΕΣ (Soy la copa de Néstor buena para beber / quienquiera que beba de esta copa / inmediatamente se apoderará de él el deseo por la hermosamente coronada Afrodita)

El epigrama hace alusión a la famosa copa descrita en un pasaje del undécimo libro de la Ilíada de
Homero:

Hecamede acercó una mesa magnífica, de pies de acero, pulimentada; y puso encima una fuente de bronce con cebolla, manjar propio para la bebida, miel reciente y sacra harina de flor, y una bella copa guarnecida de áureos clavos que el anciano se llevara de su palacio y tenía cuatro asas—cada una entre dos palomas de oro—y dos sustentáculos. A otro anciano le hubiese sido difícil mover esta copa cuando después de llenarla se ponía en la mesa, pero Néstor la levantaba sin esfuerzo. En ella la mujer, que parecía una diosa, les preparó la bebida: echó vino de Pramnio, raspó queso de cabra con un rallo de bronce, espolvoreó la mezcla con blanca harina y les invitó a beber así que tuvo compuesta la mixtura
Homero, Ilíada XI.174

La traducción de la inscripción depende de como se interprete la laguna que hay al comienzo. Puede ser una comparación entre la propia copa y la legendaria de Néstor descrita en la Ilíada, o puede estar identificando el objeto como propiedad de Néstor. Hasta la década de 1990 era esta última la propuesta más aceptada generalmente. Hoy prevalece la primera.
Las investigaciones y descubrimientos de Buchner sirvieron para que la isla de Isquia fuera reconocida como la primera colonia de la Magna Grecia. Pero la pequeña vasija de cerámica, a la que se denominó como la Copa de Néstor, depararía varias sorpresas más. La inscripción que lleva resultó ser el más antiguo ejemplo escrito de poesía griega encontrado hasta ahora. Y no solo eso, ya que hace alusión al poema homérico, se trata de la más antigua referencia escrita de la Ilíada.

El investigador Jens Holzhausen frente a la pequeña Copa de Néstor en Isquia / foto Marcus Cyron en Wikimedia Commons

Además, dado que la inscripción dataría del 720-700 a.C. sería bastante anterior a las fechas de cristalización de la Ilíada, en torno a 680-640 a.C. según el especialista, ya fallecido, Martin West. Esto sugiere que la copa de Néstor debió haber sido mucho más famosa que lo que su breve descripción de la Ilíada indica. Lo que lleva a algunos expertos a pensar que Homero estaba aludiendo a otro pasaje del ciclo épico en que se la describiría de manera más completa.

Pero aun hay más. Puede ser considerada la primera referencia conocida del alfabeto griego. Y como el alfabeto en que está escrita es el eubeo, sería también el primer precursor que existe del alfabeto latino. Porque el alfabeto eubeo, el utilizado en la isla griega de Eubea, es uno de los antiguos alfabetos griegos que tenía una Λ que parecía una L latina, una Σ muy similar a la S latina, así como otras cuyas formas presagiaban las formas latinas: Γ con forma de C puntiaguda, Δ con forma de D puntiaguda y Ρ con forma de R. El contacto en Pitecusas entre eubeos y etruscos hizo que este alfabeto fuera el que originó el alfabeto etrusco, y de él se derivó el latino que aún utilizamos hoy en día.



Y todavía hay un detalle más que hace de esta pequeña copa un objeto intrigante y realmente excepcional. El gramático griego Ateneo de Náucratis, que escribió entre finales del siglo II y principios del III d.C., durante los reinados de Marco Aurelio y Cómodo, realiza en el libro XII de su obra Deipnosofistas (El banquete de los eruditos) una completa descripción de la copa de Néstor (quizá conociendo la descripción original del Ciclo Épico hoy perdida). Pues bien, dos réplicas que siguen esa misma descripción fueron depositadas en el Templo de Diana Tifatina en Capua, a solo unos pocos kilómetros tierra adentro de Nápoles y de Pitecusas. Y recordemos que Estrabón dice que la ciudad de Metaponto, cerca de Tarento, fue fundada por colonos de Pilos que navegaban junto a Néstor de regreso de la guerra de Troya:

Seguidamente se encuentra Metaponto, que se encuentra a una distancia de ciento cuarenta estadios desde el puerto de Heraclea. Se atribuye su fundación a hombres de Pilos que navegaban de regreso de Troya junto a Néstor, respecto a los cuales se dice que fueron tan prósperos en el cultivo de la tierra que depositaron en Delfos como ofrenda una cosecha de oro.
Estrabón, Geografía VI.1.15

Fuentes

Isoladischia / What does the long-live Nestor’s Cup hold in store? Remarks on the ... (Barbara Milewska-Wazbinska) / Nestor’s Cup and its Reception (Jasper Gaunt) / Coppa di Nestore (Francesco Valerio) / Giorgio Buchner, Pithekoussai Expedition Magazine 8.4, Penn Museum, 1966 / Wikipedia.

Fuente:labrujulaverde.com | 19 de junio de 2020

Salen a la luz restos del puerto fenicio de Cádiz debajo de una histórica taberna flamenca

Muro fenicio aparecido durante las obras para recuperar la histórica taberna de la Cueva del Pájaro Azul, un templo subterráneo en la calle San Juan de Cádiz, junto a la Catedral.

En el mismo lugar donde cantaron los grandes flamencos, desde Lola Flores a Camarón, templo subterráneo en los años 60 y 70 en Cádiz para saborear el duende, la Cueva del Pájaro Azul, han aparecido restos de un muro fenicio y los promotores de reconstruir esta taberna creen que se trata de restos del puerto en época fenicia.

«Ha sido una gran sorpresa para todos y da a este lugar un enorme valor porque nos permite conocer una de las estructuras más importantes de la ciudad de Gadir, como su puerto y restos de lo que pudo ser un dique o un astillero», explica a EFE un emocionado Germán Garbarino, quien junto a Pedro Fernández Quirós, ha dirigido este proyecto.

El hallazgo se ha producido en el número 39 de la calle San Juan de Cádiz, junto a la Catedral gaditana, en medio de las obras para recuperar la histórica taberna flamenca de la Cueva del Pájaro Azul, que en los años 60 creó Manuel Fedriani hasta convertirla en un lugar esencial de la ciudad para los amantes del flamenco y por el que pasaban los nombres más importantes.

La empresa Gadium Mercator S.L resultó en 2017 adjudicataria del proyecto promovido por el Ayuntamiento de Cádiz para rehabilitar integralmente la Cueva del Pájaro Azul, espacio con protección etnográfica, para reabrirla como establecimiento de hostelería y espectáculos culturales.

«La idea es recuperar la esencia de aquella taberna en esa cueva que tantos momentos especiales vivió, que reunió a los más grandes, aunque luego degeneró también como un establecimiento de mala reputación», relata Garbarino.

Rótulo de la entrada a la antigua taberna flamenca La Cueva del Pájaro Azul, donde se ha producido el hallazgo. - LV

Nuevo yacimiento arqueológico

La obra comenzó en esa cueva, pero la sorpresa fue cuando apareció un muro del puerto de Gadir y una serie de estructuras portuarias excavadas en la propia roca ostionera de la de Kotinusa, la más alargada de las dos islas que conformaba la ciudad fenicia y en la que se encontraba la zona religiosa y portuaria.

Esta estructura portuaria tiene 1’80 metros de alto y una longitud de 5,60 de largo, con cuatro hileras de sillares, ha sido estudiada por los arqueólogos Juan Miguel Pajuelo y Francisco Javier Ramírez, que la sitúan como uno de los cantiles del puerto de Gadir en en el siglo IV y III antes de Cristo.

Además, se han encontrado rellenos de colmatación posteriores, del siglo III y II antes de Cristo, coetáneo del final de las segundas guerras púnicas que enfrentaron a Cartago con Roma, que dieron paso a la conversión de la ciudad en Gades.

Ese cantil se encontraba a la orilla del canal y consta de una escalera para bajar al agua y de una rampa para varar los barcos, situada den uno de sus extremos, donde han sido hallados también estructuras que podrían ser almacenajes del propio puerto o astilleros navales.


Los restos fenicios son, históricamente, los más valiosos, aunque la excavación aporta también piezas romanas e islámicas, además de pozos de marea y lucernarios posteriores, junto a evidencias del funcionamiento de la cueva en épocas más recientes.

Con este hallazgo, los promotores creen que el proyecto de rehabilitación como taberna flamenca de la Cueva del Pájaro Azul cobra otra dimensión como nuevo yacimiento arqueológico en la ciudad, de ahí que ya se hayan iniciado los trámites para solicitar su declaración como Bien de Interés Cultural.

Los descubridores de estos restos han sido Germán Garbarino y Pedro Fernández Quirós, como directores del proyecto; José Manuel Garbarino, como ingeniero industrial asesor; los arqueólogos Juan Miguel Pajuelo y Francisco Javier Ramírez, y los obreros Edmundo Delfín, Fernando García, Pedro Mejías y Juan Salvador Camacho.

Los promotores aspiran a abrir la taberna flamenca en unos meses cuando termine la obra, con capacidad para ofrecer espectáculos para un aforo de 40 personas, al mismo tiempo que se crea un yacimiento arqueológico visitable con guía que explique el valor del hallazgo fenicio y la historia de la cueva.

Además, confían en que, cuando se reúna suficiente financiación, la excavación pueda continuar y profundizar en el conocimiento de los restos del puerto, e, incluso ampliarla.

Gadir, un archipiélago

Este hallazgo guarda relación y coherencia absolutas con las principales conclusiones de los estudios geoarqueológicos realizados a principios de 2020 en el subsuelo del edificio Valcárcel, frente a la playa de la Caleta, y que apuntaban a que Gadir-Gades fue un archipiélago formado por al menos dos islas (Erytheia y Cotinussa) separadas por un canal de gran profundidad desde La Caleta hasta la Bahía en las épocas fenicia, púnica y romana.

En el actual edificio de Valcárcel -situado a pocos cientos de metros líneales de distancia en línea recta de la Cueva del Pájaro Azul- se descubrió un fondeadero ubicado entre 25 y 50 metros de profundidad bajo el actual nivel del mar con una gran riqueza en restos arqueológicos y orgánicos (cerámicas, maderas, animales y plantas) que se mantuvo abierto entre época fenicia arcaica y al menos el Alto Imperio. Este fondeadero estaría situado justo debajo de los terrenos de este edificio (que data del siglo XVIII).


Este descubrimiento, según avanzó en enero el arqueólogo y coordinador de dichos estudios, Darío Bernal, representa un «cambio de paradigma paleotopográfico», que confirma parte de algunas investigaciones que se habían hecho con anterioridad sobre la hipótesis del canal que trancurría desde La Caleta hasta la Bahía y que cruzaba toda la ciudad.
El nuevo escenario en la historia de Cádiz que plantea sendos descubrimientos arroja la posibilidad de tener nuevos conocimientos de la ciudad en época fenicia, púnica, romana, medieval y moderna.

Fuentes: lavozdigital.es | elespañol.com | 24 de junio de 2020