Morales Hervás: «Alarcos fue uno de los poblados más importantes de toda la meseta sur en la época prerromana»

El doctor en Historia por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Javier Morales Hervás. / Clara Manzano.

María del Rosario García Huerta, doctora en Prehistoria y profesora titular de esta materia en la Universidad de Castilla-La Mancha; Francisco Javier Morales Hervas, doctor en Historia por la Universidad de Castilla-La Mancha, y David Rodríguez González, doctor en la Universidad de Castilla-La Mancha, acaban de publicar el libro, "El cerro de Alarcos: Formación y desarrollo de un oppidum ibérico”, en el que, tras 22 años de excavaciones, ofrece una radiografía sobre como eran los primeros pobladores que había en Alarcos en torno al primer milenio antes de Cristo a la vez que presenta el paisaje de Alarcos en aquella época. Lanza ha entrevistado a Francisco Javier Morales Hervás para que nos explique cuáles son los entresijos de este minucioso trabajo.

Pregunta: Recientemente habéis publicado el libro "El cerro de Alarcos: Formación y desarrollo de un oppidum ibérico”¿En qué consiste este trabajo y qué periodo comprende?

Respuesta: El libro es una síntesis de los trabajos que comenzamos en 1997 hasta el año 2019, ya que este 2020 no se ha podido llevar a cabo la campaña como consecuencia de la Covid-19. El estudio se ha realizado prácticamente de manera ininterrumpida durante más de 20 años y se ha trabajado principalmente en Alarcos, con alumnos o con colaboradores externos. Han sido casi 200 los alumnos que han pasado por este campus de trabajo de la Universidad de Castilla-La Mancha, ya que para nosotros era igual de importante la investigación como la formación de arqueólogos. Gracias a todo ello, habíamos conseguido tener una información muy amplia cuyo estudio hemos venido diseñado año tras año en el laboratorio de arqueología de la Facultad de Letras. Y es que la campaña de excavaciones no se limitaba únicamente a las dos o tres semanas en las que se realizaba el campo de trabajo, sino que luego, durante el curso, los alumnos participantes también acudían al laboratorio de arqueología para clasificar materiales, estudiar, inventariar y dibujar. Y todo ese trabajo lo teníamos ahí. Es cierto que habíamos hecho algunos estudios de carácter específico sobre cuestiones concretas, pero éramos conscientes que hacía falta un estudio de síntesis que es el que hemos elaborado con este libro.

P: ¿Qué etapas o periodos aparecen comprendidos en este trabajo?

R: La parte fundamental del estudio de este libro hace referencia al mundo ibérico, es decir, lo que sería la segunda Edad del Hierro. Pero las excavaciones llevadas a cabo desde 1997 nos permitieron dar a conocer algo que prácticamente no era conocido en Alarcos como son los periodos anteriores, es decir, los llamados periodos preibéricos: la Edad del Bronce final y la primera Edad del Hierro. Estaríamos hablando de los siglos IX, VIII y VII antes de Cristo. Este aspecto quizá sea el más novedoso y nos ha permitido dar a conocer una época del poblamiento de Alarcos de la que hasta ahora se tenían muy pocas referencias. De esta manera, podríamos decir que Alarcos fue poblado de forma casi ininterrumpida durante todo el primer milenio antes de Cristo hasta la llegada de los romanos, cuando se produce el abandono del cerro, aunque la población se dispersó por los alrededores. Luego hubo un periodo de abandono hasta que en la época medieval volvió a ser poblado. Nosotros, en este trabajo, nos hemos centrado en el periodo más antiguo del poblamiento de Alarcos, ese primer milenio antes de Cristo.

P: ¿Podría decirse que quizá de forma indirecta los trabajos de excavaciones llevados a cabo durante este periodo han servido también para dar a conocer un periodo menos conocido de Alarcos?

R: Hasta los años 90 era evidente que en Alarcos había dos fases bien diferenciadas, como eran la fase medieval y la fase prerromana e ibérica. Pero lo que no estaba tan claro es si había habido un poblamiento importante de época anterior. Y estas excavaciones nos han permitido, y así aparece reflejado en el libro, que conozcamos cuáles eran las características de ese poblamiento, que era un poblamiento bastante importante. Gracias a este estudio podemos decir que Alarcos fue uno de los poblados más importantes de toda la meseta sur en la época prerromana.

P: ¿Qué tipo de restos arqueológicos aparecen recogidos en el libro?

R: Aparecen restos de todo tipo que son muy importantes. Los más característicos son las viviendas, las cuáles se pueden caracterizar muy bien, aunque ya eran conocidas anteriormente por otros trabajos que se habían publicado. En el libro también se hace mención a mucho material cerámico, porque Alarcos fue uno de los grandes productores alfareros de la meseta sur, y hemos podido caracterizar muy bien las cerámicas que se producían.

También aparece reflejado mucho material de importación, sobre todo de cerámica griega, (lo cual nos permite corroborar que Alarcos mantenía relaciones comerciales con todo el ámbito mediterráneo), así como mucho material de hierro y de bronce. Y es que Alarcos también era un lugar donde se producían armamentos y herramientas de ambos metales.

Y, lo más curioso, y lo que puede llamar más la atención del lector, son los aspectos que hacen referencia a todo ese material que nos ha permitido reconstruir el paisaje de Alarcos, es decir, cómo era Alarcos hace 2.500 años. Porque cuando visitamos Alarcos hoy en día pensamos que los que habitaban Alarcos en la época citada veían el mismo paisaje que vemos nosotros en la actualidad. Y, en realidad, no era así, ya que se trataba de un paisaje distinto, más adehesado, con más encinares, menos arrasado y menos humanizado que hoy en día.

Este trabajo también nos ha permitido conocer qué era lo que comían los habitantes de la época, ya que había cereales (como trigo y cebada), frutales y bastante ganadería como ovejas, cabras, cerdos y caballos. Asimismo, dentro de la fauna doméstica, en aquel periodo tenían perros y gatos. De otro lado, también hemos podido caracterizar los animales que cazaban en aquella época como podían ser jabalíes, ciervos, liebres, etc. Pero también pescaban, pues hemos encontrado espinas de barbo, una especie de almejas de río, etc. Y es que entonces el río por la zona llevaba bastante más agua de lo que lo hace ahora.

Es definitiva, este estudio nos ha permitido conocer cómo era el día a día de un ibérico hace 2.500 años.

Yacimiento arqueológico del Cerro de Alarcos (Ciudad Real - España), restos del asentamiento íbero (siglos V - III antes de Cristo).

P: ¿Resulta arriesgado indicar qué población podía tener Alarcos durante el periodo anteriormente citado?

R: Mediante nuestro trabajo hemos podido corroborar cómo el poblado de Alarcos llegó a tener más de 20 hectáreas ocupadas. Y eso probablemente pudo dar cabida a una población de entre 2.500 y 3.000 personas, lo que para aquella época correspondería a un poblado de grandes magnitudes. Además, se trataba de un poblado muy jerarquizado, pues había unas jefaturas que se encargaban de organizar todo el poblado. Y, a su vez, del poblado de Alarcos dependían pequeños asentamientos que se encontraban a unos 5 o 6 kilómetros alrededor de Alarcos. Asimismo, Alarcos mantenía unas vías de comunicación que hemos podido rastrear y que permitían sacar los productos que se recolectaban en Alarcos transportándolos incluso hacia la costa. De hecho, uno de los grandes elementos que hemos encontrado es un edificio que constituía un gran almacén de cereal el cual se utilizaba no solamente para administrar el cereal a los habitantes de Alarcos, sino que, debido a que tenía una gran capacidad de almacenamiento, también servía para redistribuir a fenicios e íberos. Y a cambio de eso se podían obtener cerámicas griegas y fenicias.

P: ¿Qué importancia tiene el trabajo que han realizado desde el punto de vista arqueológico?

R: Se trata de una síntesis muy demandada por todos los expertos en el mundo ibérico. Alarcos es muy conocido, pero hacía falta una síntesis que englobara todos los aspectos del día a día y de la vida de Alarcos. Y poderlo comparar con los de los otros grandes poblados conocidos del mundo ibérico, sobre todo los de la zona de Andalucía y la costa mediterránea española. El objetivo es que la gente comprenda que en el interior de la península ibérica también existían poblados de gran entidad. Hemos tenido la suerte de contar con la colaboración de la editorial británica de Oxford Archaeopress, ya que tiene una gran distribución, circunstancia que nos va a permitir que este trabajo no solo sea conocido por la gente de Ciudad Real y su comarca (que para nosotros es fundamental), sino también en toda España y en parte de Europa. Y eso, a la larga, puede ser un aliciente para visitar este gran yacimiento que tenemos en Ciudad Real.

P: El libro ya se puede adquirir a través de la editorial Oxford. ¿Cuándo está previsto que llegue a las librerías?

R: A través de la página web de Archaeopress ya se puede adquirir la publicación. Asimismo, en cualquier librería especializada de las que tenemos en Ciudad Real, solicitando el libro por el título o por sus autores, también se puede adquirir en pocos días.

P: Este libro viene a complementar un trabajo anterior basado en un estudio sobre los enterramientos en Alarcos. ¿De qué manera se encuentran relacionados estos trabajos entre sí y qué aportan cada uno de ellos por separado?

R: Hace un par de años los mismos autores publicamos otro libro de Alarcos sobre la necrópolis (derecha) en un cementerio de la época ibérica que también se excavó hace unos años. Con estos dos libros ahora podemos reflejar el ámbito de los vivos y el de los muertos. En el cementerio pudimos comprobar cuáles eran las características de los enterramientos, así como la jerarquización social. Y ahora hemos sacado a la luz cómo era su día a día, cómo vivían, de qué vivían, cómo se organizaban y cómo se estructuraban las viviendas. Además, aparte de ese equipamiento urbano y de esas viviendas, hemos comprobado como había un urbanismo organizado en Alarcos y que existían edificios de gran importancia.

P: El libro sobre Alarcos que acaba de ver la luz, ¿se trata de un proyecto íntegro de la Universidad de Castilla-La Mancha o habéis contado con la colaboración de otras administraciones o instituciones?

R: La financiación fundamental de este proyecto corresponde a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que es la que año a año va sacando una serie de convocatorias a las que acudimos y que nos permiten poder excavar e ir formando a alumnos. También hay alguna colaboración económica por parte de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), y que también nos cede toda la estructura y el equipamiento para realizar el estudio y las investigaciones. Y luego algún año, de manera puntual, hemos contado con alguna aportación del Ayuntamiento de Ciudad Real.

P: ¿En qué año comenzaron las excavaciones que aparecen reflejadas en este trabajo?

R: En el cerro de Alarcos las excavaciones empezaron en 1984, pero, en concreto, el proyecto de la Universidad de Castilla-La Mancha desarrollado en Alarcos comenzó a partir de 1997, cuando los tres profesores que firmamos este trabajo iniciamos esta andadura. Se trata de un proyecto que nació con una doble finalidad: por un lado, investigar el poblamiento de Alarcos, sobre todo en su parte más antigua, porque la parte medieval era más conocida. Y, por otro lado, pretendía formar a futuros arqueólogos. Y hay que decir que una gran cantera de los arqueólogos que hoy en día trabajan en nuestro ámbito territorial se ha formado en este yacimiento.

P: ¿Por qué motivo han pensado que este año era el momento ideal para sacar a la luz esta publicación?

R: Todos los veranos hacemos una síntesis de los trabajos que hemos realizado durante ese periodo. Y siempre disponíamos de material con el que seguir investigando. De hecho, a lo largo de estos veinte años habremos publicado unos diez u doce artículos en revistas de impacto tanto nacionales como internacionales. Pero faltaba refundir todo eso en una síntesis que tuviera, por un lado, un carácter científico, porque creemos que muchos investigadores de otras universidades tienen interés en conocerlo. Pero también buscábamos su vertiente divulgativa. Por ello hemos buscado que el lenguaje sea lo mas asequible posible para que cualquier entusiasta o cualquier persona amante de la historia de nuestra ciudad pueda leerlo y entender y comprender perfectamente lo que en este libro se expone.

Fuente: lanza digital.es| 28 de septiembre de 2020

Un estudio analiza la relación ergonómica entre mano y herramientas del Paleolítico inferior

Emiliano Bruner, paleoneurólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha coordinado un estudio que se ha publicado recientemente en la revista Archaeological and Anthropological Sciences, sobre la relación ergonómica entre mano y herramienta lítica del Paleolítico inferior, en particular en cantos tallados y bifaces.

Los resultados de este trabajo llevado a cabo por Annapaola Fedato, doctoranda de la Universidad de Burgos, en colaboración con el Museo de la Evolución Humana y la Universidad Isabel I, sugieren que los dos tipos de herramientas estimulan una relación ergonómica de la mano muy distinta. También demuestran que los dedos más implicados son los últimos tres (meñique, anular y medio), y no el pulgar o el índice, como cabría esperar.

La conexión entre mano y herramientas induce una respuesta del cerebro que lleva a incluir la herramienta en el esquema del cuerpo. Diferentes combinaciones de los dedos en el agarre de estos dos tipos de industria sugieren entonces que pueden estar asociados a distintas respuestas cognitivas a la hora de integrar el sistema cerebro-cuerpo-ambiente.

El estudio ha contado con la participación de 82 voluntarios de ambos sexos que han tenido que manipular 40 herramientas, para poder cuantificar el patrón de flexión de dedos a la hora de explorar a nivel táctil los cantos rodados y los bifaces, utilizando un guante digital que registra la posición y la flexión de cada falange.

La exploración no estaba asociada a la función de la herramienta, sino a la sensación de comodidad en la relación entre mano y objeto, para evaluar la respuesta sensorial del cuerpo a la interacción con la industria.

Fuente: cenieh.es | 14 de octubre de 2020

Los jinetes de Asia Central ya jugaban con pelotas hace 3.000 años

Las pelotas de cuero encontradas en el cementerio de Yanghai son pequeñas, miden entre 7,4 y 9,2 cm de diámetro. (Journal of Archaeological Science: Reports).

Fútbol, balonmano, baloncesto, futbol sala, waterpolo, voleibol, tenis, polo…, todos estos deportes tienen un denominador común. Y no, no se trata del esfuerzo, la competitividad, el juego en equipo, los valores o cualquier otro de los grandes beneficios asociados a la práctica deportiva. La piedra angular que comparten todas y cada una de estas actividades es el balón.

Los juegos de pelota mueven actualmente millones en todo el mundo. Millones de jugadores, de aficionados y de billetes. Este entretenimiento masivo, y todas las oportunidades de negocio que se derivan, empezaron a germinar en Egipto hace unos 4.500 años, cuando se desarrollaron unas bolas hechas de lino.

Escena de polo de la tumba de Li Yong, dinastía Tang (618-907 CE), condado de Fuping, provincia de Shaanxi, China. Crédito de la imagen: P. Wertmann.

También en Centroamérica jugaban con balones de goma en monumentales canchas de piedra desde hace al menos 3.700 años, como se encargaron de inmortalizar a través de murales. ¿Y en Europa y Asia? Hasta ahora se creía que fueron los griegos los que comenzaron a practicar juegos con pelotas hace unos 2.500 años. En China, este tipo de actividades habrían aparecido unos 300 años después.

Los descubrimientos realizados por los arqueólogos de la Universidad de Zúrich, sin embargo, van a reescribir la historia conocida. Examinando con detalle tres bolas de cuero encontradas en unas tumbas del antiguo cementerio de Yanghai, a unos 43 kilómetros al sureste de la moderna ciudad de Turfan, en el noroeste de China, los investigadores han determinado que tienen una antigüedad de entre 2.900 y 3.200 años.

”Esto hace que tales pelotas sean unos cinco siglos más antiguas que las bolas y las representaciones de juegos de balón (de las que se tenía constancia) en Eurasia”, dice Patrick Wertmann (izquierda), autor principal del artículo publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.

La información arqueológica recogida no es aún suficiente para determinar cómo se jugaba con esos esféricos que miden entre 7,4 y 9,2 centímetros de diámetro. “Aunque es probable su uso en deportes de equipo y de portería, no se puede confirmar un juego similar al hockey, el golf o el polo, porque no se encontraron palos adecuados en asociación directa con las pelotas”, escriben los investigadores en el estudio.

En las primeras ilustraciones de Grecia aparecen jugadores de balón corriendo, mientras que las representaciones de China muestran a los jinetes usando palos. En Yanghai también se encontraron palos de madera curvos parecidos a los chinos, aunque los arqueólogos no pudieron conectarlos directamente con los esféricos hallados. Además, están fechados en un período más reciente.

El área cercana a la ciudad de Turfan en el noroeste de China. Crédito: UZH.

“Por lo tanto, estas pelotas de cuero parece que no están relacionadas con las primeras formas de hockey sobre césped o polo, aunque dos de los esféricos se encontraron en las tumbas de jinetes”, indica Wertmann. “Dado que los juegos de pelota desde la antigüedad se consideraban una excelente forma de ejercicio físico y entrenamiento militar, sugerimos que las bolas aparecieron en la región al mismo tiempo que la equitación, justo cuando la guerra a caballo comenzaba a extenderse en la parte oriental de Asia Central”, añade.

En una de las tumbas de los jinetes se encontraron los restos conservados de un arco compuesto y un pantalón que fueron confeccionados en la zona y que se encuentran entre los más antiguos del mundo.

“Ambos son signos de una nueva era de la equitación que coincidía con la guerra ecuestre y una serie de transformaciones sociales fundamentales que acompañaron los crecientes cambios ambientales y una creciente movilidad en una región que fue centro de innovación dentro de Eurasia hace varios milenios”, concluyen los investigadores.

Fuente: La Vanguardia

El 'Homo sapiens' primero se asentó en el Levante, hace unos 43.000 años, antes de expandirse por Europa y Asia

Foto: excavaciones en el enclave de Al-Ansab 1, en el bajo Wadi Sabra, a unos 15 Km al sur de Petra (Jordania), es uno de los pocos asentamientos al aire libre estratificados de la cultura Ahmariana. Daniel Schyle.

Las condiciones climáticas favorables influyeron en la secuencia de los asentamientos del Homo sapiens en el Levante en su camino de África hacia Europa. En un primer paso, los humanos modernos se establecieron a lo largo de la costa del mar Mediterráneo, después se extendieron por el desierto del Sinaí y el este del Valle del Rift, en Jordania.

Este es el resultado de una investigación arqueológica llevada a cabo por el Centro de Investigación Colaborativa "Our Way to Europe" (CRC 806) en las universidades de Colonia, Bonn y Aachen. El artículo, titulado "Al-Ansab y el Mar Muerto: mid-MIS 3 Archaeology and Environment of the Early Ahmarian Population of the Levantine Corridor", ha sido publicado en PLOS ONE.

Durante más de diez años, el equipo ha estado analizando sedimentos, polen y artefactos arqueológicos alrededor del enclave de Al-Ansab 1, cerca de la antigua ciudad en ruinas de Petra (Jordania). El objetivo era comprender las condiciones ambientales que prevalecían en el momento de la expansión humana. "La presencia humana se consolidó en la región bajo condiciones climáticas favorables", dijo el profesor Dr. Jürgen Richter (izquierda), de la Universidad de Colonia y autor principal del estudio.

Sitios arqueológicos atribuidos a la unidad tecnocultural Ahmariana temprana compuesta por los grupos Ahmariana temprana del norte (NEA) y Ahmariana temprana del sur (SEA).

La historia del éxito de los humanos anatómicamente modernos fuera de África comenzó hace unos 100.000 años con yacimientos bien conocidos como Qafzeh y Skhul, en Israel. Sin embargo, estos primeros registros solo revelan una breve expansión temporal del territorio en el Levante. El asentamiento permanente en la región se remonta a hace unos 43.000 años, creen los científicos. Durante la época de los llamados "primeros ahmarianos", los humanos modernos se habían ido extendiendo gradualmente por todo el Levante en un primer paso en su camino hacia Asia y Europa.

Condiciones climáticas favorables resultaron necesarias para el asentamiento humano permanente. A gran escala, esto se ilustra con la presencia del llamado lago Lisan. Este lago de agua dulce estaba ubicado donde hoy se halla el Mar Muerto. Sin embargo, era de una extensión mucho mayor y transportaba más volumen de agua. La mayor parte de la misma se evaporó hacia el final de la última Edad de Hielo, dejando atrás el Mar Muerto hipersalino que se conoce hoy en día.

Incluso, a pequeña escala, los científicos pudieron reconocer las condiciones ambientales favorables: equipos geoarqueológicos de la Universidad de Colonia y de la Universidad RWTH Aachen examinaron el enclave de Al-Ansab 1. Mientras que en la actualidad, el Wadi Sabra (a 8 Km al sur de Petra), en el que se localiza este lugar, está fuertemente moldeado por inundaciones repentinas estacionales, investigaciones geomorfológicas y arqueológicas demuestran que, en el momento del asentamiento, las condiciones eran menos erosivas y más húmedas, lo que permitió la presencia de los seres humanos.

Contexto topográfico de los sitios arqueológicos en Al-Ansab 1. (A) Vista de Wadi Sabra desde el sur. Observe el sitio de excavación de Al-Ansab 1 en el centro de la fotografía. (B) Imagen de elevación de la localidad de Al-Ansab (aspecto sur-norte). (C) Modelo de elevación de la situación topográfica hace unos 38.000 años, en el momento del asentamiento de Al-Ansab 1 ubicado en el margen de una amplia llanura aluvial fluvial.

"Esto coadyuvó a la propagación del 'Homo sapiens' desde la zona costera del Mediterráneo a las regiones, anteriormente más secas, del desierto de Negev y las laderas orientales del valle del Jordán. Se cazaban gacelas en el paisaje abierto, una presa que solemos encontrar en muchos sitios de la región durante este período", dice Richter. "Los humanos no llegaron por una expansión constante desde África a través del Levante y fueron más allá, hacia Europa y Asia, sino que, más bien, primero se establecieron en esta franja costera mediterránea".

Artefactos hallados en Al-Ansab 1. (1) Núcleo de hoja reajustada, (2) Puntas El-Wad, (3) Núcleos de hojas, (4) raspador, (5) fragmento de concha marina con tinte ocre, (6) fragmento de concha marina, (7) núcleo de hoja (8) buril diedro, (9, 10) raspadores, (11) buril y (12, 13) puntas El-Wad.

Por lo tanto, la región alrededor del enclave de Al-Ansab 1 fue un trampolín en el camino del Homo sapiens, un viaje que no tomó un camino directo hacia el continente europeo, sino que fue guiado por complejas interacciones entre los humanos y su entorno.

Fuentes: Universidad de Colonia | 14 de octubre de 2020

Un estudio detecta la unidad milenaria de la 'palma de la mano' en vasijas israelíes de la Edad del Hierro

Ortal Harush, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, sostiene una de las vasijas analizadas

Etzba, tefach, zeret, amah, ris, mil. Los antiguos israelitas tenían distintas unidades de medida. Una de las que más aparece en la Biblia, y que es la base de muchas leyes judías, es el tefach, que vendría a ser la palma de la mano de un hombre. No hace falta ser un visionario para entender que no todas las personas tienen lo mismos centímetros desde la muñeca hasta la punta del dedo medio, pero, sorprendentemente, los arqueólogos encontraron unos tarros de almacenamiento en Israel con un diámetro interior del borde del cuello con unas dimensiones que se mantuvieron inalterables durante 350 años.

Este tipo de frascos forman uno de los principales grupos de utensilios que se produjeron y se utilizaron abundantemente desde que se inventó la cerámica. La necesidad de recolectar, almacenar y distribuir productos agrícolas como granos, aceites y vino en grandes recipientes ha llenado los yacimientos arqueológicos de fragmentos de vasijas con varios diseños, tamaños y formas. Sin embargo, la medida precisa de la unidad bíblica de la tefach ha sido un tema de debate rabínico desde hace mucho tiempo.

Las vasijas reucperadas en el enclave de Khirbet Qeiyafa tenían aberturas idénticas (Israel Antiquites Authority)

Denominador común

Los investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén y de la Autoridad de Antigüedades de Israel descubrieron, sin embargo, un denominador común asombroso, el uso de las métricas originales para el Tefach, según explican en un artículo publicado en el Bulletin of the American Schools of Oriental Research (PDF, aquí).

”Es natural que los antiguos alfareros adoptaran el estándar de la anchura de la mano. Era una unidad de longitud que se usaba ampliamente en la antigüedad y se menciona tanto en fuentes asirias y egipcias como en el Antiguo Testamento”, indican los expertos.

Escanearon hasta 307 frascos de la Edad del Hierro encontrados en Khirbet Qeiyafa (Reino de Judá; principios del siglo X a. C.), frascos de “hipopótamos” del norte de Israel (Reino israelita, siglo IX a. C., apodado así por su gran tamaño y sus asas, lo que los asemeja a hipopótamos) y frascos de almacenamiento del Reino de Judá (siglos VIII al VII a. C.).

Había grandes variaciones entre los tarros, incluso en los del mismo período de tiempo y región geográfica. Solo una medida se mantenía constante: el diámetro interior del borde del cuello, que siempre medía entre 8,85 y 8,97 centímetros, estadísticamente idéntica a la amplitud de la mano humana.

Un soldado del US Army destacado en Irak usa guantes para sujetar su arma (Wikipedia).

Medidas

Para obtener más datos sobre el tamaño de las palmas masculinas, los investigadores tomaron como referencia los valores que había usado el US Army (el ejército de Tierra estadounidense) para encargar guantes para sus soldados. Las dimensiones medias se situaban en 8,67 centímetros, con una variación de ±0,48 cm.

“Aunque la altura y el peso de las personas han cambiado con el tiempo debido a la mejora de la dieta y la salud, estudios anteriores han demostrado que las dimensiones de las palmas no han cambiado mucho en los últimos 3.000 años”, señalan los especialistas.

Los arqueólogos creen que era “fácil” para los antiguos alfareros israelíes usar sus palmas como herramientas para definir el diámetro estándar de las aberturas de las jarras mientras trabajaban en el torno. Además, los frascos de almacenamiento eran artículos de usos múltiples, lo que significa que sus aberturas tenían que ser lo suficientemente grandes para permitir la limpieza entre sus diversos usos, lo que implica colocar la mano en el tarro.

Vasijas de almacenamiento de Khiyife, Hippo, Lmlk. El diámetro del borde interior del 'tefah' está delineado en rojo. (Universidad Hebrea).

Leyes hebreas

Hay, sin embargo, otro aspecto antiguo que puede explicar esos diámetros uniformes: las leyes de pureza respetadas y observadas en el Antiguo Testamento. El Libro de los Números, el cuarto libro del Tanaj hebreo (el conjunto de 24 libros sagrados canónicos del judaísmo), se ocupa de la pregunta “¿Cuál es el estado de los frascos que se dejan en las proximidades de un cadáver? ¿Son impuros o puros?”.

”Esta es la ley: si un hombre muere en una tienda, cualquiera que entre en la tienda y cualquier cosa que esté en la tienda será inmundo durante siete días. Cualquier vaso abierto que no tenga un sello alrededor quedará inmundo”. (Números 19: 14-15).

Este pasaje tuvo serias implicaciones económicas. Imagínense tener que tirar valiosas reservas de grano y aceite por el hecho de que el ‘abuelo Ezequiel’ había muerto en la tienda familiar. Es por eso que, las tradiciones judías posteriores, cuantificaron estas reglas de impureza, afirmando que el tamaño mínimo de apertura a través del cual puede entrar la impureza es la anchura de la mano por la amplitud de la mano.

Foto: Parte de una tabla para medir un 'volumen estándar', descubierta en el sitio arqueológico de 'Camino del Peregrino' en Jerusalén. Crédito de la foto: Autoridad de Antigüedades de Israel.

“La impureza no entra en un refugio, ni se aparta de él, si hay una abertura de menos de un palmo [tefach] por un palmo [tefach]” (14,1). El Mishneh Torá, el código de leyes judías religiosas realizado por Maimónides, aclara que “según la Tradición Oral, se enseñó que el verso habla sólo de un recipiente de cerámica, porque es un recipiente que contrae la impureza sólo a través de su apertura” (21.1).

Estatua de Maimónides en su ciudad natal, Córdoba, realizada en 1964 por Amadeo Ruiz Olmos.

Maimónides venía a afirmar que una abertura redonda con un diámetro máximo del ancho de una mano (o tefach) aseguraría que el contenido de la jarra siguiera siendo puro, incluso si estuviera almacenado cerca de un cadáver, lo que implicaba que los alfareros crearan frascos de almacenamiento con entradas de esas dimensiones.

Con el tiempo, diferentes rabinos intentaron convertir las medidas bíblicas tradicionales a las modernas, lo que hizo variar las convenciones sobre el tefach. Para el rabino Avraham Jaim Naeh, medía 8 cm, mientras que para el rabino Abraham Yeshaya Karelitz tenía 9,6 cm. La abertura uniforme de los antiguos frascos de almacenamiento, que mide entre 8,85 y 8,97 cm, se encuentra entre estas dos opiniones y puede arrojar luz sobre las medidas de la enseñanza bíblica.

“Quizás, la convergencia final de una abertura de un palmo mató varios pájaros de un tiro y tuvo en cuenta las tradiciones espirituales y legales respecto a la ventana mínima a través de la cual la impureza podría contaminar el contenido de un recipiente de cerámica y así inutilizarlo”, concluyen los investigadores.

Fuentes: lavanguardia.com | phys.org | timesofisrael.com | 14 de octubre de 2020

Un hacha y restos de fuego hallados en Cueva Negra de Caravaca (Murcia) son los más antiguos de Europa

Arriba a la izquierda: ubicación de Cueva Negra. Arriba a la derecha: Cueva Negra sobre el desfiladero de Quípar. Medio a la izquierda: diente de équido fósil CN1511. Abajo a la izquierda: hacha de mano bifacialmente tallada. Centro inferior: sección de excavación que muestra la profundidad aproximada a partir de la cual se fechó CN1511 (1) y la profundidad aproximada desde las que se excavó el hacha de mano (2).

Un hacha de mano prehistórica y unos restos de fuego encontrados en la Cueva Negra, en Caravaca de la Cruz (Murcia), son los más antiguos de ese tipo hallados hasta ahora en Europa, con entre 990.000 y 772.000 años de antigüedad, según investigadores de la Universidad de Murcia.

Los han publicado en última edición por internet de la Revista de Arqueología Paleolítica, editada por la suiza Springer, donde aseguran que los restos hallados en esa cueva del estrecho del río Quípar serían más antiguos que otros similares localizados en Notarchirico (Italia) y La Noira (Francia), que tendrían menos de 772.000 años.

Según el profesor emérito honorífico de la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia, Michael Walker (izquierda), que ha dirigido las campañas de excavación de la cueva desde 1990, "los indicios de combustión en restos de sílex y hueso excavados en los sedimentos profundos de la cueva ofrecen el testigo del fuego más antiguo reconocido hasta ahora en cualquier yacimiento del Paleolítico en el mundo fuera del continente africano".

En cuanto al hacha, de talla bifacial, es el ejemplar más antiguo descubierto en Europa y reafirma la antigüedad en el uso de esa técnica. Y es que, el singular hallazgo de un hacha de mano de talla bifacial, entre la insólita variedad de la talla de piezas líticas recuperadas, es el ejemplar más antiguo descubierto en Europa, y reafirma la antigüedad del empleo de dicha técnica, la cual la ofrece también un hendedor de igual antigüedad del yacimiento tarraconense del Barranco de La Boella.

Entrada a la Cueva Negra, en la provincia de Murcia.

"Está fuera de toda duda que La Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar ocupa un lugar singular en la Arqueología del Paleolítico en Europa", remarca Walker.

El conjunto demuestra la versatilidad técnica y cognitiva del Homo antecessor o el Homo erectus en el suroeste europeo hacia el final del cron Matuyama. "Debido al significado de la Cueva Negra en el contexto del Pleistoceno Antiguo de Europa nuestras nuevas publicaciones merecen consideración, seria y extensa, por parte de nuestros colegas científicos", afirman los autores del artículo, que esperan la publicación en letra impresa del nuevo artículo durante 2021 en un número del Journal of Paleolithic Archaeology.

Foto: Las dos caras de un bifaz hallado en el yacimiento de Cueva Negra (Murcia), de 900.000 años de antigüedad. © MICHAEL WALKER | El País.es

Además de Walker, firman este artículo los profesores María Haber e Ignacio Martín y los arqueólogos Antonio López, Mariano López, Jan Van Der Made, Mathieu Duval y Rainer Grün.

Fuente: 20minutos.es | 16 de octubre de 2020