Recrean y estudian los sistemas de iluminación en las cuevas del Paleolítico

Los investigadores Mª Ángeles Medina-Alcaide y Diego Garate con una de las antorchas fabricadas a partir del estudio de los restos arqueológicos de cuevas con arte paleolítico. Medina-Alcaide et al, 2021, PLOS ONE.

Un equipo internacional de investigadores ha recreado los tres tipos de iluminación más comunes en las cuevas del Paleolítico (antorchas, lámparas de grasa y hogueras) para determinar cómo los seres humanos los usaban para moverse, iluminar rincones recónditos o dar luz a los murales que pintaban en las profundidades de las cuevas.

Basado en observaciones empíricas y en la arqueología experimental, el estudio fue liderado por María Ángeles Medina-Alcaide y Diego Garate-Maidagan, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) de la Universidad de Cantabria (norte de España). El artículo de la investigación se publica este miércoles, 16 de junio, en la revista americana PLOS ONE.

También colaboraron científicos de las universidades españolas de Salamanca (USAL) y del País Vasco (UPV/EHU), de la de Burdeos (PACEA UMR 5199), y del Instituto español de Investigación de la Cueva de Nerja.

Para hacer la investigación, los científicos recogieron restos arqueológicos y evidencias de los tipos de combustión utilizados en cuevas con arte paleolítico en Atxurra (Vizcaya, norte de España) o Nerja (Málaga, sur de España) y, al estudiarlos y compararlos con los de Lascaux y Chauvet (sur de Francia), pudieron determinar algunos de los materiales empleados para hacer las antorchas, lámparas y hogueras.

“Desde esas evidencias, queríamos reconstruir el pasado y saber cómo iluminaban las cuevas y, a partir de esa información, determinamos que, por ejemplo, en Atxurra emplearon roble y enebro para hacer antorchas”, explica Diego Garate.

A. Antorcha 1 antes de ser encendida. B. Marcas de combustión dejadas por la antorcha en las paredes de la cueva. C. Restos de la antorcha caen al suelo de la cueva mientras se estaba utilizando.

Con esa información, los investigadores recrearon los sistemas de iluminación en el interior de una cueva natural sin valor arqueológico, en la cueva vasca de Isuntza I, y obtuvieron unos parámetros sobre temperatura, humedad, tipos de luz y de roca, entre otros valores, que han quedado a disposición de la comunidad científica y podrán emplearse como referencia en futuros estudios.

“Hasta que no existió un dominio del fuego móvil, actividades como el arte no se pudieron desarrollar en las cuevas”, explica la primera autora del estudio Mª Ángeles Medina-Alcaide

Los autores hicieron los experimentos en la cueva con cinco antorchas realizadas con técnicas similares a las del paleolítico y fabricadas con resinas de hiedra, enebro, roble, abedul y pino, dos lámparas de piedra con grasa animal (principalmente médula ósea de vaca y ciervo) y una pequeña hoguera hecha con madera de roble y enebro.

Los ensayos permitieron descubrir que cada sistema de iluminación tiene distintas características, lo que condiciona sus usos en distintos contextos.

“Vimos que las antorchas de madera hechas con ramas de árbol secas, atadas con una liana y combinadas con distintos combustibles -resinas de árbol-, proyectaban mucha luz de manera constante, una luz dinámica, viva y rojiza que además era fácil de transportar y no deslumbraba pero que, sin embargo, generaba mucho humo”, detalla el investigador.

Representación del rango de iluminación (lux) de los tres sistemas analizados. A. Antorcha de madera. B. Lámpara de grasa portátil. C. Hoguera con leña. (Mediciones realizadas en ArcScene ™ por ArcGis ® basadas en los datos de los experimentos).

- La luz de las antorchas duró unos 41 minutos de media (con la antorcha de vida más corta ardiendo 21 minutos y la más larga 61 minutos), y aunque funcionaban de manera irregular, eran relativamente fáciles de encender nuevamente mediante oxigenación (moviéndola rápidamente de lado a lado).

- Las lámparas hechas con piedras horadadas y rellenadas con resinas y grasas animales permitían iluminar durante mucho más tiempo, y aunque la intensidad de la luz era “similar a una vela, débil y tenue”, podían dar luz hasta tres metros alrededor (o más si se agregaban mechas más grandes o múltiples) durante más de una hora sin generar apenas humo.

- La hoguera, sin embargo, generó grandes cantidades de humo y no duró más de media hora por lo que los autores creen que estos fuegos sirvieron más para iluminar las realizaciones artísticas que para ayudar a hacerlas. De hecho, en Atxurra se encontraron los restos de hasta tres fuegos en una repisa de la roca, situada junto a unos grabados, explica Garate.

La combinación de información cualitativa y cuantitativa les permitió contar con todo un catálogo de datos. “La antorchas, en concreto, han sido muy poco investigadas con anterioridad y nos han ofrecido datos muy interesantes como es la posibilidad de reavivarlas una vez que se extinguen por primera vez”, apunta la investigadora. La configuración de los diferentes palos, diseñada a partir de los restos prehistóricos, permitía que circulara el aire entre ellos con la posibilidad de encenderla fácilmente.

Fotografía del experimento 6 con lámparas de piedra. Observe el arco de luz semicircular. A. Experimento 6 antes de encenderlo. B. Experimento 6 después de funcionar durante 1 minuto. C. Experimento 6 después de funcionar durante 43 minutos.

Especialmente relevantes fueron los parámetros físicos de la luz como la duración, la luminosidad o el radio de acción. Con ellos, y la información cualitativa, modelizaron cómo iluminaron los prehistóricos visitantes la cueva de Atxurra, también en el País Vasco y que cuenta con pinturas paleolíticas.

“La zona que analizamos es una galería con una estancia alta. Ahí se encuentra una repisa elevada en la que se han hallado restos de tres fuegos estáticos y antorchas”, cuenta la investigadora.

Llegar hasta ahí les costaba a los antiguos humanos casi 40 minutos. Una antorcha duraba poco más de una hora encendida, por lo que necesitarían al menos dos para entrar y salir de la cueva, y cada una requería un kilogramo de leña y 75 gramos de combustible alternativo. La intensa pero cambiante luz de las antorchas habría sido complementada con la tenue pero estable y duradera luz de lámparas.

Pero quizá una de las conclusiones más llamativas del estudio es que los sistemas de iluminación del Paleolítico proporcionaban una visión mesópica, es decir, una luz muy cálida que limita la visión de los colores y los restringe a la gama de los rojos.

Ilustración de Arturo Asensio para la exposición "La mirada al Paleolítico", 2012-2013.

“Lo curioso es ese condicionante que hasta ahora ignorábamos. Las pinturas del Paleolítico son bicromáticas y utilizan distintos colores. Tienen muchas gamas y tonos de rojo, pero también amarillos y marrones, es decir, que pese a tener una visión restringida de los colores, recurrieron a muchos de ellos para pintar”, subraya Garate.

Para los autores, los experimentos evidencian que la iluminación en el Paleolítico requería una amplia planificación de su uso en los espacios, lo que pone de relieve la importancia de estudiar la iluminación para desentrañar las actividades de nuestros antepasados en las cuevas.

“La iluminación artificial fue un recurso físico crucial para expandir comportamientos sociales y económicos complejos en los grupos paleolíticos, especialmente para las primeras exploraciones paleoespeleológicas y para el inicio del arte en cuevas”, concluye Ángeles Medina.

Fuentes: elcomercio.com | lavanguardia.com | 16 de junio de 2021

"No tiene precedentes": descubren bajo el lago Hurón objetos de obsidiana de 9.000 años que viajaron 4.000 Km

Fotomicrografías de las dos escamas de obsidiana en un campo oscuro para resaltar la modificación de las escamas. La escala está en milímetros.

Dos piedras de cristal volcánico halladas en el fondo del lago Hurón, en el noreste de EE.UU., fueron transportadas hasta ese lugar desde un yacimiento muy lejano, situado a 4.000 kilómetros, en el centro del actual estado de Oregón, informa la antropóloga Ashley Lemke en un comunicado de la Universidad de Texas en Arlington divulgado este pasado martes.

Se trata de dos lascas de aproximadamente un centímetro de ancho, ambas de forma triangular y con señales de haber sido procesadas. Fueron encontradas en una muestra de sedimentos extraída en la parte central del lecho del Hurón, a 32 metros de profundidad.

El análisis por radiocarbono de las capas correspondientes de los sedimentos dio una datación de alrededor de hace 9.000 años. Esta cifra la corrobora el hecho de que entre hace 10.000 y 8.000 años el área no estaba sumergida, sino que era un pantano de tipo subártico.

Las áreas sombreadas en verde representan la superficie costera y terrestre moderna; las áreas marrones representan la tierra seca durante la montaña baja del lago Stanley, y el azul representa la ubicación de los lagos hace aproximadamente 10.000 años AP. Los rectángulos rojos representan las áreas donde se han realizado investigaciones arqueológicas. Se indica la ubicación de los hallazgos de obsidiana, muestra DA-1.

Para determinar el origen de las piedras, que en su composición química llevan marcas únicas de su lugar de procedencia, los científicos las sometieron a un análisis con fluorescencia de rayos X y, de manera complementaria, a uno de activación de neuronas. Ambos indicaron que las lascas proceden del yacimiento de Wagontire, situado a unos 4.000 kilómetros al oeste del lugar del hallazgo.

"Se trata de piezas muy pequeñas que tienen grandes historias que contar. La obsidiana del lejano oeste de EE.UU. rara vez se encuentra en el este", resalta Lemke (izquierda).

"No tiene precedentes"

En la prehistoria, la obsidiana —muy valorada por sus características únicas para la producción de pequeñas láminas cortantes— se transportaba a distancias considerables, a veces incluso de más de 1.000 kilómetros. Pero el recorrido de las lascas de Hurón es "extraordinaro", afirman Lemke y sus colegas en un estudio publicado en mayo en la revista PLOS One.

"Teniendo en cuenta este patrón establecido de distribución espacial y cronológica, el descubrimiento no tiene precedentes. Estos especímenes representan el hallazgo confirmado más antiguo y más al este de obsidiana occidental en los Estados Unidos continentales", señalan los autores.

Mapa de los Estados Unidos con la ubicación de la fuente de obsidiana de Wagontire (triángulo) en el centro de Oregón y el lugar (cuadrado) del hallazgo de obsidiana DA-1 en el lago Huron. La distancia en línea recta entre estos puntos es de más de 4.000 km.

El contexto en el que fueron descubiertos los objetos no muestra evidencia de un uso ritual o especial y sugiere que se utilizaban para la caza. En cuanto a cómo llegaron al noreste estadounidense, los arqueólogos opinan que pasaron por muchas manos, pero actualmente no se puede determinar si eso fue resultado de una casualidad o de un intercambio relativamente regular.

"Aunque los hallazgos reflejan probablemente la existencia de una extensa red de contactos a lo largo de paisajes recientemente descongelados a finales del Pleistoceno, es imposible saber si los pueblos del lago Hurón sabían realmente de dónde procedía la exótica piedra. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que no hay ningún proceso natural plausible que pueda explicar la presencia de lascas de obsidiana en este lugar", escriben los científicos.

Fuente: actualidad.rt.com | 19 de junio de 2021

Un granjero descubre una estela de piedra arenisca de hace 2.600 años del faraón egipcio Apries

Crédito de la imagen: Ministerio de Antigüedades de Egipto

Un agricultor que vive cerca de Ismailia, en Egipto, ha descubierto una estela de arenisca de hace 2.600 años erigida por el faraón Apries, el cual gobernó desde aproximadamente el 589 a. C. hasta el 570 a. C., ha informado el Ministerio de Antigüedades de Egipto.

El granjero encontró esta antigua losa de arenisca mientras preparaba su tierra para el cultivo, a unos 100 kilómetros al noreste de El Cairo. Luego se comunicó con la Policía de Turismo y Antigüedades y dio cuenta de su descubrimiento, según el comunicado del ministerio. La estela mide 91 230 centímetros de largo, 41 cm de ancho y 45 cm de grosor.

En la parte superior de la estela hay una talla de un disco solar alado (un disco que a veces se asociaba con el dios sol Ra) con un cartucho del faraón Apries y 15 líneas de escritura jeroglífica debajo de eso, dice el comunicado. Apries, también conocido como Wahibre Haaibre, reinó durante la XXVI dinastía (688 a. C. a –525 a. C.), una época en la que Egipto era independiente y su capital se encontraba a menudo en Sais, en el norte de Egipto.

Se están realizando esfuerzos para traducir la estela. Mostafa Waziri, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, dijo que la estela parece estar relacionada con una campaña militar que Apries emprendió al este de Egipto.

El historiador griego antiguo Herodoto (vivió ca. 484-425 a.C.) afirmó que Apries luchó en una guerra que perdió contra los fenicios y en la tuvo muchas bajas de soldados lo que provocó una guerra civil en Egipto que finalmente llevó a Apries a ser asesinado y reemplazado como faraón por un hombre llamado Amasis II. No está claro si esta estela arrojará nueva luz sobre estos hechos.

Fuente: livescience.com | 18 de junio de 2021

Un estudio arroja luz sobre la historia de la población del noreste de Asia

Distribución geográfica y temporal y estructura de la población de las poblaciones recientemente muestreadas y publicadas en el norte de Asia oriental. Crédito: Mao et al., 2021

Un estudio dirigido por grupos de investigación de la profesora Qiaomei Fu (izquierda), del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados (IVPP) de la Academia de Ciencias de China, y el profesor Hucai Zhang (derecha), de la Universidad de Yunnan, cubre el mayor periodo temporal de la dinámica de la población en el este de Asia hasta ahora, y ofrece una imagen más clara de la profunda historia de la población del norte de Asia oriental.

El estudio fue publicado en la revista Cell el pasado 27 de mayo.

El noreste de Asia se encuentra dentro de un rango de latitud similar al de Europa central y meridional, donde los movimientos y el tamaño de la población humana fueron influenciados por las fluctuaciones climáticas de la Edad de Hielo. ¿Estas fluctuaciones climáticas tuvieron un impacto en la historia de la población del norte de Asia oriental?

Las historias descubiertas por el estudio del ADN antiguo en el este de Asia permanecen relativamente poco exploradas. La dinámica de la población entre hace 40.000 y 9.500 años sigue siendo un misterio.

Para responder a las preguntas relacionadas con la historia profunda de la población del este de Asia, los investigadores obtuvieron datos del genotipo de todo el genoma de 25 humanos antiguos que van desde hace 33.000 a 3.400 años en la llanura de Songnen (provincia de Heilongjiang, noreste de China) en la región de Amur. Este período cubre el Último Máximo Glacial (LGM), el cual es crucial para comprender lo que sucedió en el norte de Asia oriental antes, durante y después del mismo.

Foto: Restos del esqueleto del hombre de Tianyuan.

Descubrieron que la muestra más antigua (AR33K, hace ~ 33.000 años) comparte la mayor afinidad genética con el hombre de Tianyuan (~ 40.000 años atrás cerca de Beijing, que representa el genoma más antiguo encontrado en el este de Asia hasta ahora), en comparación con todos los demás individuos antiguos y modernos cuyos estudios han sido publicados. Esto probablemente indica que la ascendencia Tianyuan / AR33K estaba muy extendida antes del Último Máximo Glacial en el norte de Asia oriental, tanto geográfica como temporalmente (hace entre 33.000 y 40.000 años). Además, tanto AR33K como Tianyuan son basales para todos los asiáticos orientales.

El estudio también revela que el segundo especímen fósil más antiguo (AR19K, ~ 19.000 años) pertenece a un individuo que vivió hacia el final del Último Máximo Glacial en el norte de Asia oriental. Esto demuestra que la separación genética entre el norte y el sur en el este de Asia se produjo ya 19.000 años atrás, es decir, 10.000 años antes de lo que se había descubierto anteriormente.

Descripción general de la dinámica de la población en el noreste de Asia antes y después del Último Máximo Glacial. Crédito: Mao et al., 2021.

El fósil AR19K también posee una ascendencia genética distinta de la de los humanos modernos que ocuparon esta región antes Último Máximo Glacial (por ejemplo, el hombre de Tianyuan y AR33K), lo que indica un posible cambio de población.

Los análisis de muestras más jóvenes después del Último Máximo Glacial demuestran que la continuidad genética reportada entre los habitantes modernos de la región de Amur y la población de la Cueva del Diablo (alrededor de 8.000 años) probablemente comenzó tan pronto como hace 14.000 años, es decir, 6.000 años antes de lo propuesto anteriormente.

Foto: Vista de la situación de la cueva denominada Puerta del Diablo.

"Las poblaciones de la región de Amur podrían haber estado a la vanguardia de las interacciones con las antiguas poblaciones relacionadas con el norte de Eurasia (ANE) las cuales probablemente contribuyeron a los antiguos paleo-siberianos", dijo la profesor Quiaomei Fu. Se informa que los antiguos paleo-siberianos son los parientes más cercanos de las poblaciones nativas americanas fuera de las Américas.

Además de dilucidar la dinámica de la población, estos análisis proporcionan la primera evidencia de ADN antiguo para reducir el tiempo de aparición de una variante específica de Asia (EDAR V370A), que se asocia con rasgos antropogénicos como tallos de pelo más gruesos, más glándulas sudoríparas e incisivos en forma de pala.

"Es probable que esta variante genética se eleve a una alta frecuencia después del Último Máximo Glacial. Nuestras observaciones directas de ADN antiguo probablemente apoyan la hipótesis de que la selección de EDAR V370A aumentó la vitamina D en la leche materna en un ambiente con bajos rayos UV", dijo la profesora asociada Xiaowei Mao, autora también del estudio.

Fuente: phys.org | 27 de mayo de 2021

Los misteriosos asiáticos orientales desaparecieron durante la edad de hielo. Este grupo los reemplazó

La mandíbula del hombre de Tianyuan, que vivió hace 40.000 años en lo que hoy es Beijing, China. Crédito de la imagen: Shaoguang Zhang / Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados.

Los antepasados ​​de los asiáticos orientales de hoy se mudaron a la región hace unos 19.000 años y, al hacerlo, reemplazaron a las misteriosas personas que vivían allí antes que ellos, encuentra un nuevo estudio.

Los investigadores aprendieron sobre estas misteriosas personas comparando la genética del "hombre de Tianyuan", un individuo de hace 40.000 años encontrado en la cueva de Tianyuan, en Beijing, con ADN de restos humanos antiguos pertenecientes a 25 individuos de la región de Amur, que incluye partes del este China y Rusia.

El equipo descubrió que la ascendencia del hombre de Tianyuan probablemente se extendió desde hace 40.000 a 33.000 años en todo el este de Asi, pero luego, desapareció y surgió una nueva población hace unos 19.000 años, justo cuando acontece el Último Máximo Glacial (LGM), es decir, cuando las capas de hielo, que tuvieron su máxima extensión desde hace unos 26.500 a 19.000 años, estaban retirándose, dijo el autor principal del estudio, Qiaomei Fu, paleogenetista del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de Ciencias en Beijing.

En 2003, otro grupo de investigación encontró los restos del hombre de Tianyuan, y, hasta el día de hoy, el ADN de este individuo es el genoma humano más antiguo conocido en el este de Asia. Gracias al hombre de Tianyuan y otros hallazgos arqueológicos, los investigadores saben que los humanos modernos vivieron en el norte de Asia oriental hace 40.000 años. Esta región incluye la meseta de Mongolia, el norte de China, Japón, la península de Corea y las regiones montañosas del Lejano Oriente ruso. Estudios recientes han arrojado luz sobre la dinámica de la población del este de Asia desde hace unos 9.000 años hasta épocas históricas recientes, pero se sabe menos sobre lo que sucedió entre 40.000 y 9.000 años atrás, dijo Fu.

Vista oblicua anterolateral de la mandíbula del hombre de Tianyuan 1 (parte inferior izquierda), vista medial del cuerpo y rama derechos (parte superior izquierda) y vista oclusal de la dentición y los alvéolos (parte superior derecha). Las vistas no están a la misma escala.

Para investigar este periodo de tiempo, Fu y sus colegas compararon el ADN del hombre de Tianyuan con los restos de antiguas personas que vivieron en la región de Amur, que incluye la llanura de Songnen en el noreste de China, hace entre 33.000 y 3.400 años.

Este período temporal cubre el hecho de que los glaciares que cubrían vastas franjas del planeta comenzaban a retroceder, "lo cual es crucial para comprender qué sucedió con los asiáticos del norte antes, durante y después del LGM", dijo Fu a WordsSideKick.com en un correo electrónico. Después de todo, el norte de Asia oriental se ubica en latitudes similares a las de Europa central y meridional. "En Europa, los movimientos y el tamaño de la población humana se vieron influenciados por las fluctuaciones climáticas de la Edad del Hielo", dicen los investigadores en el estudio. "Estas oscilaciones climáticas pueden haber tenido un efecto similar en la historia de la población de las regiones de alta y alta altitud en Asia".

El análisis de ADN aantiguo reveló que la persona más vieja estudiada, una mujer del Pleistoceno conocida como AR33K, que vivió hace unos 33.000 años en la región de Amur (AR significa Amur y 33K significa 33.000), tenía la mayor similitud genética con el hombre de Tianyuan. en comparación con todos los demás individuos antiguos y modernos del este de Asia, afirma Fu.

Otra mujer anciana, cuyo ADN se describió en un estudio anterior, vivió hace unos 34.000 años en el valle de Salkhit, en el noreste de Mongolia. Esta mujer fue encontrada a unos 1.159 kilómetros de AR33K y a unos 1.114 km de la cueva de Tianyuan. Un estudio de 2020 en la revista Science encontró que la mujer de Salkhit compartía el 75% de su genética con el hombre de Tianyuan y el 25% con otro antiguo grupo de Asia oriental que vivió a lo largo del río Yana en el norte de Siberia. Dado que tanto AR33K como el hombre de Tianyuan comparten alrededor del 75% de su ADN con la mujer de Salkhit, es posible que estas personas fueran parte de grupos relacionados que viajaron por el este de Asia durante al menos 7.000 años, dijo Fu a la revista Science.

Sin embargo, a diferencia de la mujer de Salkhit, AR33K no tiene más ascendencia relacionada con gente del río Yana que el hombre de Tianyuan, escribieron los investigadores en el nuevo estudio. "Esto probablemente indica que la ascendencia Tianyuan / AR33K estaba muy extendida antes del Ultimo Máximo Glacial en el norte de Asia oriental, tanto geográficamente, desde el norte de China hasta Mongolia y la región de Amur, como temporalmente, desde hace 40.000 a 33.000 años", ralata Fu a WordsSideKick.com en el correo electrónico.

Para explicar la genética de la mujer de Salkhit, quizás las personas con ascendencia relacionada con Tianyuan se emparejaron con personas de ascendencia relacionada con la región de Yana en Mongolia, pero se mantuvieron aisladas de las personas antiguas en la región de Amur antes del Último Máximo Glacial, escriben los investigadores en el estudio.

De arriba a abajo: vistas lateral y posterior del fémur derecho y vista posterior de la tibia derecha del hombre de Tianyuan 1. La escala está en centímetros y milímetros.

La "nueva persona" más antigua

Otro individuo destacado del estudio, AR19K, que vivió en la región de Amur hace unos 19.000 años hacia el final del Último Máximo Glacial, llamó la atención de los investigadores. La ascendencia genética de AR19K es distinta del hombre de Tianyuan y de AR33K, "lo que indica un posible cambio de población", advierte Fu. En otras palabras, mientras AR33K y el hombre de Tianyuan transmitieron algunos genes a los asiáticos orientales modernos (Fu los llamó "basales para todos los asiáticos orientales"), las poblaciones de las que provenían desaparecieron en algún momento durante el Último Máximo Glacial.

"De hecho, AR19K es el primer humanp del norte de Asia oriental identificado hasta ahora", lo que significa que este individuo es un ancestro de los antiguos asiáticos del norte de Asia. La identificación de este antepasado del norte de Asia oriental "indica que la separación genética norte-sur en el este de Asia es tan temprana como hace 19.000 años, 10.000 años antes de lo que se había descubierto hasta ahora", precisa Fu.

Sin embargo, algunas áreas de Asia oriental tuvieron vínculos genéticos notables con el pasado, según revelaron las muestras más jóvenes. Por ejemplo, los investigadores pensaban anteriormente que las poblaciones modernas en la región de Amur tenían una continuidad genética de unos 8.000 años con los recolectores y agricultores neolíticos que vivieron en la cueva del Diablo, en el lejano Oriente de Rusia y la región de Amur. "Pero los nuevos análisis mostraron que esta continuidad se remonta a 14.000 años, o 6.000 años antes de lo propuesto anteriormente", dijo Fu.

Cabello, sudor y dientes

El estudio también redujo la ventana de tiempo en que surgió una variante genética específica en Asia, conocida como EDAR V370A. Esta variante está asociada con rasgos como tallos de cabello más gruesos, mayor número de glándulas sudoríparas e incisivos en forma de pala, dijo Fu.

"Demostramos que es probable que esta variante genética se eleve a una frecuencia alta después del Último Máximo Glacial", dice Fu. "Nuestras observaciones directas usando ADN antiguo probablemente apoyan la hipótesis de que la selección de EDAR V370A aumentó la vitamida D en la leche materna en un ambiente de baja radiación luz ultravioleta".

En general, los resultados sugieren que el Último Máximo Glacial tuvo un profundo impacto en los pueblos antiguos que vivieron en el este de Asia. "Este estudio de ADN antiguo... nos ofrece una imagen más clara de la profunda historia de la población del norte de Asia oriental", concluye Fu.

Fuente: livescience.com | 12 de junio de 2021

Descubren que un 'balancín climático' africano impulsó la evolución humana

Hoy en día, una marisma salina, la cuenca Chew Bahir en el sur de Etiopía alguna vez tuvo un extenso paleo-lago durante las fases húmedas. La perforación profunda de la superficie de la playa actual produjo un registro sedimentario de aproximadamente 620.000 años que proporciona información sobre los intensos cambios del hidroclima altamente variable del este de África. © Annett Jungiger, Universidad de Tübingen.

Si bien está ampliamente aceptado que el cambio climático impulsó la evolución de nuestra especie en África, el carácter exacto de ese cambio climático y sus impactos no se comprenden bien.

Los ciclos glacial-interglaciares tienen un fuerte impacto en los patrones de cambio climático en muchas partes del mundo, y también se asumió que regularon los cambios ambientales en África durante el período crítico de la evolución humana durante el último ~ 1 millón de años. Se cree que los cambios en el ecosistema impulsados ​​por estos ciclos glaciares estimularon la evolución y la dispersión de los primeros humanos.

Un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) desafía este punto de vista. La Dra. Stefanie Kaboth-Bahr (izquierda), de la Universidad de Postdam, y un grupo internacional de colaboradores multidisciplinarios identificaron patrones climáticos antiguos similares al fenómeno de 'El Niño' como los impulsores de los principales cambios climáticos en África. Esto permitió al grupo reevaluar el marco climático existente de la evolución humana.

Caminando con la lluvia

La Dra. Kaboth-Bahr y sus colegas integraron 11 archivos climáticos de toda África que cubren los últimos 620.000 años para generar una imagen espacial completa de cuándo y dónde prevalecieron las condiciones húmedas o secas en ese continente. Les sorprendió encontrar una "oscilación climática" de este a oeste distinta, muy similar al patrón producido por el fenómeno meteorológico de 'El Niño', el cual hoy influye profundamente en la distribución de las precipitaciones en África.

Los autores infieren que los efectos del Océano Pacífico tropical en la llamada "Circulación Walker" —un cinturón de células de convección a lo largo del ecuador que impactan la lluvia y la aridez en los trópicos— fueron el principal impulsor de este vaivén climático. Los datos muestran claramente que las regiones húmedas y secas oscilaron, cambiando entre el este y el oeste del continente africano en escalas de tiempo de aproximadamente 100.000 años, con cada uno de los cambios climáticos acompañados de importantes cambios en la flora y la fauna de mamíferos.

"Nos sorprendió encontrar un 'vaivén' climático de este a oeste, muy similar al patrón producido por los fenómenos meteorológicos de El Niño, que hoy influyen profundamente en la distribución de las precipitaciones en África", afirma Kaboth-Bahr.

"Esta alternancia entre períodos secos y húmedos parece haber gobernado la dispersión y evolución de la vegetación y de los mamíferos en África oriental y occidental", señala Kaboth-Bahr. Se trata de los tiempos de la aparición de varias especies de humanos, entre ella la del Homo sapiens. Los cambios climáticos habrían influido en ese proceso, opina la investigadora:"Es probable que el mosaico ambiental resultante haya sido un componente crítico de la evolución humana y también de la demografía temprana", agrega. En particular, sugiere que las fluctuaciones en el medioambiente podrían ser uno de los factores detrás de “los patrones de estasis, cambio y extinción” en la historia de nuestros antepasados.

“Esto no significa que las personas se sintieran indefensas frente a los cambios climáticos, pero el cambio de hábitats disponibles ciertamente habría afectado los patrones de demografía y, en última instancia, los intercambios genéticos que sustentan la evolución humana”, reitera Kaboth-Bahr.

"Vemos muchas especies de mamíferos panafricanos cuyas distribuciones coinciden con los patrones que identificamos y cuya historia evolutiva parece articularse con las oscilaciones húmedo-seco entre África oriental y occidental", agrega la Dra. Eleanor Scerri (izquierda), una de las coautoras y arqueóloga evolucionista en el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Alemania. "Estos animales conservan las señales de los entornos en los que evolucionaron los humanos, y parece probable que nuestros antepasados ​​se hayan subdividido de manera similar en África, ya que estuvieron sujetos a las mismas presiones ambientales".

Ecotonos: las regiones de transición entre diferentes zonas ecológicas

El trabajo de los científicos sugiere que el patrón de lluvia en forma de "balancín", que alterna entre África oriental y occidental, probablemente tuvo el efecto de crear regiones ecotonales de importancia crítica, las zonas de amortiguamiento entre diferentes zonas ecológicas, como pastizales y bosques.

Los ecotonos proporcionaron entornos ambientales diversos, ricos en recursos y estables que se cree que fueron importantes para los primeros humanos modernos, y, ciertamente, parecen haber sido importantes para otras comunidades de fauna.

El Ngorongoro en el borde del Serengeti en Tanzania es el hogar de una abundante vida silvestre. El cambio climático, sin embargo, conduce a una dramática escasez de agua, cambios en la vegetación, pérdida de biodiversidad y enfermedades recurrentes que amenazan el frágil ecosistema. © Prof. Martin Trauth, Universidad de Potsdam.

Para los científicos, esto sugiere que las regiones del interior de África pueden haber sido de importancia crítica para fomentar la continuidad de la población a largo plazo. "Vemos las firmas arqueológicas de los primeros miembros de nuestra especie en toda África", dice el Dr. Scerri, "pero las innovaciones van y vienen y a menudo se reinventan, lo que sugiere que nuestra profunda historia de población vio un patrón constante de dientes de sierra de el crecimiento y el colapso de la población local".

Las regiones ecológicas pueden proporcionar áreas para la continuidad de la población a más largo plazo, lo que garantiza que la población humana más grande continúe, incluso si determinadas poblaciones locales se extinguen con frecuencia.

Reevaluar estos patrones de cambio y extinción a través de un nuevo marco climático arrojará nuevos conocimientos sobre el profundo pasado humano. Esto no significa que las personas se sintieran indefensas frente a los cambios climáticos, pero la disponibilidad de hábitats cambiantes ciertamente habría afectado los patrones demográficos y, en última instancia, los intercambios genéticos que sustentan la evolución humana.

Fuentes: Max Planck Institute | panoramahenares.com | scitechdaily.com | actualidad.rt.com | 31 de mayo de 2021

Un hombre entrega en Mérida una placa epigráfica funeraria que se encontró en el campo

Detalle de la placa epigráfica funeraria entregada en Mérida - Consorcio de la Ciudad Monumental.

Un hombre ha entregado al Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida una placa epigráfica funeraria de mármol que, según señaló, se encontró de forma casual en el campo. Este hallazgo se suma a los recientes descubrimientos de un 'pugio' (puñal) de hierro y distintas herramientas vinculadas a labores agrícolas que fueron desenterradas en diversas intervenciones arqueológicas realizadas por profesionales de dicho organismo.

Resto de la inscripción epigráfica hallada / Consorcio Ciudad Monumental Mérida.

Un "pugio" y diversos restos de época romana / Consorcio Ciudad Monumental Mérida.

El puñal fue localizado en una incineración y las herramientas en otro enterramiento, esta vez de inhumación, que debía de pertenecer a un agricultor.

Desde el Consorcio destacan en una nota que estos descubrimientos permiten «conocer a los antiguos moradores de la excelsa Augusta Emerita» y agradecen a Francisco Javier Fernández Gómez su compromiso con el patrimonio de la ciudad por la entrega de la placa epigráfica, que no se conserva en su totalidad.

Monedas recuperadas por los agentes de la Policía Nacional.

Su gesto se produce tan solo una semana después de que la Policía Nacional depositara en el Museo Arqueológico Provincial de Cáceres un tesorillo de hasta 495 monedas del siglo III-IV d.C. de cultura romana que al parecer había sido expoliado recientemente.

Los agentes también recuperaron varias piezas prehistóricas y la figura de un águila que, según señalaron en un comunicado, era «identificativa de las legiones romanas». Varios expertos han mostrado sus serias dudas sobre la autenticidad de este emblema que ahora estudia el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz.

Fuente: abc.es| 11 de junio de 2021