VIN MARIANI, PAPA LEÓN XIII Y COCAÍNA

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Vin Mariani, la bebida compuesta de cocaína que adoraban el Papa León XIII, Thomas Edison y Verne

Se comercializaban hacia principios de siglo XX al menos 69 bebidas con cocaína, entre ellas la Coca-Cola, por considerar que este narcótico tenía efectos terapéuticos

La cocaína fue en sus orígenes una sustancia a la que se le atribuía una infinidad de propiedades terapéuticas. Cuando en 1860 fue aislada por el químico Albert Nieman de Göttingen, una corte interminable de farmacéuticos, curanderos y vendehumos se lanzó a proclamar los beneficios de la cocaína. Uno de ellos fue Angelo Mariani, que en 1863 creó una bebida que contenía, sobre todo, vino y extractos de hoja de coca. No podía imaginar su inventor que la Vin Mariani iba a causar furor entre algunos de los intelectuales, científicos y líderes más importantes de finales del siglo XIX.

Moneda con el retrato de Angelo Marian

El extravagante químico de Córcega Ange-François Mariani desarrolló esta bebida tónica, realizada con vino de Burdeos y extracto de hojas de coca (luego simplemente con cocaína), inspirado a su vez por el «elixir de coca Lorini». La mezcla que contenía la bebida producía un efecto estimulador del sistema nervioso central similar al de la cocaína sola, pero que además se veía potenciado por un tercer compuesto llamado etilencoca, producto de la reacción entre un metabolito de la cocaína y el etanol. Su creador sostenía que prevenía la malaria, la gripe y «otras enfermedades devastadoras», y que, gracias al alcohol, se neutralizaban los efectos más agresivos de la cocaína.

«Puede alargar la vida humana cien veces»
El Vin Mariani gozó de un éxito casi instantáneo desde que se puso a la venta, especialmente entre los intelectuales, que agracedían sus propiedades analgésicas, estimulantes y antidepresivas. Se tiene constancia de que fue consumido por personajes de la talla de Julio Verne, Conan Doyle, William McKinley, Émile Zola, Ulises S. Grant P., el zar Alejandro II, Louis Blériot, José Martí, Paul Verlaine, Sigmund Freud, Thomas Edison, los hermanos Lumière, la Reina Victoria y, lo que resulta más insólito, por el Papa León XIII.

Placa de bronce de Angelo Mariani en su laboratorio

El Pontífice recordado por ser uno de los más longevos, viviendo hasta los 93 años, se reveló uno de los principales valedores de una bebida que podía contener en cada vaso de 35 a 70 miligramos de cocaína, el equivalente a una «raya» actual. Además de prestar su imagen para la etiqueta y varios carteles promocionales, León XIII concedió una medalla de oro al inventor, en reconocimiento a la capacidad de esa bebida para «apoyar el ascético retiro de Su Santidad».

En este sentido, el presidente de EE.UU. Ulises S. Grant bebía –por recomendación del escritor Mark Twain– una cucharadita de vino de coca con leche cada mañana para mantener a raya el cáncer de garganta que padeció en sus últimos años de vida. Pues, según Julio Verne, esa bebida «puede alargar la vida humana cien veces».

La cocaína curaba, según un artículo del «New York Times», la fiebre del heno, el catarro, el dolor de muelas y los mareos

Mariani elaboró otros muchos elixires, pastillas e infusiones que empleaban la coca como ingrediente principal, como el té de coca y la Pasta de dientes a la coca. De hecho, cultivaba la planta en su propio huerto, instaló un «Santuario de Mama Coca» en París, coleccionaba artefactos incas relacionados con su consumo y amasó una fortuna a su costa. Y no era él único, ni mucho menos, que creía en las utilidades terapéuticas de la cocaína. Como explica José A. García-Rodríguez y Carmen López Sánchez en «Medios de comunicación, publicidad y adicciones», el 2 de septiembre de 1885 el «New York Times» se hizo eco de las propiedades supuestamente beneficiosas de la cocaína, que curaban, según el artículo, la fiebre del heno, el catarro, el dolor de muelas y los mareos.

El mundo se da cuenta de los peligros

Siguiendo la estela de la bebida de Mariani, se comercializaban hacia principios de siglo XX al menos 69 bebidas con cocaína, entre ellas la Coca-Cola. Un boticario de Georgia, J.S. Pemberton la distribuía para tratar los dolores de cabeza, la histeria, la melancolía y con fines tónicos. Su fórmula no dejaba lugar a la duda sobre la presencia de esta droga: hojas de coca, nueces africanas de cola y una pequeña cantidad de cocaína, todo ello en forma de jarabe carbónico azucarado.

Su nombre tampoco dejaba interrogante alguna sobre cuál era su fuente de inspiración. En 1885 se registró con el nombre de «French Wine of Coca Ideal Tonic» y se acotó su mercado a intelectuales y artistas, de la misma forma que había hecho Mariani con su vino.

Se cree que es el primer cupón de Coca-Cola, en 1888, para ayudar a promover la bebida

Pemberton vendió la patente a A. Grigs Candler, fundador de Coca Cola Company, que se vio obligado a suprimir la dosis de alcohol con la llegada de la Ley Seca al Estado de Georgia, añadiendo nuez de cola, esenciales de agrios y agua gasificada. En 1909, asimismo, tuvo que sustituir cocaína por cafeína debido a la corriente crítica contra este euforizante. Los testimonio de adictos y las familias perjudicadas empezaron a calar en la opinión pública y en los sectores más conservadores, que desecharon esta sustancia como propia de «negros adictos y de unas pocas mujeres» .

El Vin Mariani se prohibió en 1914, poco antes de la muerte de su inventor, cuando se iban conociendo con más detalle los graves efectos adictivos y perjudiciales de la cocaína. Sigmund Freud, que solía presentar la nariz roja y húmeda en otro tiempo, dejó de tomarla en 1896, a la edad de 40, al experimentar taquicardias y ver mermada su capacidad intelectual. Hasta pocos años antes se había dedicado a recetarla a diestro y siniestro para «convertir los días malos en buenos, y los buenos en mejores».

Fuente: ABC

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