Descubren uno de los petroglifos más interesantes de la Ribeira Sacra en Sober (Lugo)

«É indiscutible que se trata dun petróglifo e eu diría que é un dos máis interesantes da Ribeira Sacra». La frase es del arqueólogo Iván Álvarez Merayo, que esta semana visitó el paraje de Sober (Lugo) en el que un vecino encontró hace unos días una piedra con grabados de la que no existía constancia oficial alguna. La asociación Colado do Vento comunicará el hallazgo a Patrimonio para que este nuevo petroglifo sea catalogado oficialmente.
La roca se encuentra cerca de Pacios, un lugar situado en la parroquia de Bolmente, en un paraje conocido por los vecinos como A Paxota. Estaba parcialmente tapada por maleza y fue un particular que paseaba por esa zona la semana pasada el que al acercarse reparó en que en la superficie de la roca se apreciaban marcas geométricas.


La roca mide seis metros y medio de largo por algo más de tres metros de ancho. Se acuerdo con la descripción que hace Iván Álvarez Merayo, toda su superficie está cubierta con alrededor de una docena de círculos concéntricos. También se aprecia en una zona más limitada lo que parece una composición formada por algunos de esos círculos y por semicírculos también concéntricos, característicos de lo que los expertos llaman tipología atlántica. La roca tiene excavadas además más de cien pequeñas cavidades circulares, de las denominadas coviñas.


Fuente: lavozdegalicia.es |16 de noviembre de 2017 Fotos: Twiter.

La voz de los primeros pobladores: un estudio busca acotar el origen de los aborígenes canarios

Grupo de investigadores. FELIPE DE LA CRUZ.

Hace 2.000 años, después de la caída de Cartago, gentes del norte de África llegaron a Lanzarote y Fuerteventura para quedarse. La mayoría no sabía escribir. Solo los poderosos eran letrados y usaban dos alfabetos. Del líbico-bereber hay evidencias escritas en piedra por todo el Archipiélago canario. Del líbico-canario sólo se han hallado líneas escritas en peñas y barrancos de Lanzarote y Fuerteventura: nombres de clanes, dioses y topónimos.

Es difícil distinguir el rayón a simple vista. Hay que esperar a que la inclinación del sol sea la adecuada o usar lentes de precisión. Eugenio Rijo descubrió inscripciones rupestres en los años 40 del pasado siglo en Zonzamas. Juan Brito las calcó y las reprodujo en unos dibujos que vistieron las paredes del antiguo museo arqueológico del Castillo de San Gabriel en los años 70.

Pero no fue hasta 1983 cuando por primera vez se planteó que esas líneas grabadas en piedra eran letras que formaban palabras. Una tarde, caminando por el barranco de El Mojón, un grupo de profesores y científicos, entre los que se encontraban los arqueólogos José de León y Mª Antonia Perera, las identificaron. Semanas después buscaron y encontraron los mismos caracteres geométricos y angulosos en el barranco del Cavadero (Fuerteventura). Se dieron cuenta de que tenían delante “un alfabeto que hasta entonces no se había registrado en ninguna publicación científica”.
Desde entonces desarrollaron dos líneas de trabajo. Por una parte estudiaron el contacto que mantuvieron las poblaciones libias y latinas en el norte de África, para saber más sobre el proceso de romanización de los libios y, al mismo tiempo, analizaron la lengua líbica y los alfabetos vigentes antes de la expansión del Imperio Romano.

¿Quiénes hicieron estas inscripciones en la roca? ¿Cuándo y por qué? Hoy sabemos que fueron libios, gente originaria del norte de África, que antes de llegar a Lanzarote, “mantuvieron una estrecha relación con las gentes latinas que conquistaron su territorio”, explica Mª Antonia Perera, profesora del Departamento de Ciencias Históricas de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote.

Las letras del líbico-canario son caracteres basados en el latín, que los primeros pobladores de las islas orientales adaptaron para poder escribir las palabras de su lengua libia. Escribían para estructurar espacios y organizar el territorio, igual que cuando diseñamos la distribución de una casa. “Una de las primeras cosas que hacen los pobladores de la Isla al llegar es ordenar el paisaje”. “La mayoría de las palabras son nombres de personas, dioses o topónimos”. Actualmente, los investigadores están traduciendo las líneas de alfabeto que tienen localizadas. También creen que se debieron escribir en arena, madera y cerámica, materiales que, al contrario que la piedra, no han sobrevivido al paso del tiempo.

Renata Springer en el yacimiento del Roque de Jama-La Centinela, donde ella e Irma Mora, han descubierto tres nuevos paneles líbico-berebres / Irma Mora.

El poblamiento: a partir del año VI de nuestra era

Si se descifran todas estas palabras, sabremos más sobre la vida que desarrolló la tribu aborigen maxie (majos) en Lanzarote y Fuerteventura. Hasta ahora, los investigadores tienen claro que tuvieron un estrecho contacto con la población romana, tanto como para aprender a usar las ligaduras del latín para ahorrarse trazos en la escritura. “Si unimos este dato a las revueltas y deportaciones que se han documentado, podremos determinar una fecha de poblamiento”, dice Perera. La hipótesis que manejan es que fue a partir del año VI de nuestra era, después de la caída de Cartago a manos del Imperio Romano.

Queda por delante un trabajo de dos años, que consistirá en estudiar minuciosamente todas las líneas escritas en la roca de Lanzarote desde diferentes ópticas. “Comprender el paisaje resulta una premisa fundamental para el análisis arqueológico de una cultura pretérita”, dice el equipo investigador. El estudio arqueológico no se concentrará solo en los grabados rupestres, también estudiará el espacio donde se han hallado, porque la escritura líbico-canaria es un “acto social”, un código comunicativo traído del norte de África.

Línea líbico-canaria en Teseguite. DIARIO DE LANZAROTE

El pasado mes de octubre, un equipo científico multidisciplinar, formado por arqueólogos, antropólogos, historiadores, astrónomos, lingüistas y epigrafistas procedentes de las universidades de Agadir, Las Palmas de Gran Canaria, La Laguna, Oxford y Bruselas, del Instituto Astrofísico de Canarias, el Cabildo de Gran Canaria y el Museo Arqueológico de Tenerife, se reunieron en Lanzarote para abordar la escritura líbico-canaria.

El equipo está formado por Antonio Tejera, catedrático de Arqueología de la Universidad de la Laguna; el arqueoastrónomo Juan Antonio Belmonte, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias; las epigrafistas María José Estarán y Noemí Moncunill; el hispanista y lingüista Ahmed Sabir; el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife y especialista en el poblamiento humano de Canarias, José Juan Jiménez; el arqueólogo José de León, inspector de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria; los doctores Manuel Ramírez y Gregorio Rodríguez, del Instituto Universitario de Análisis y Aplicaciones Textuales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la arqueóloga Mª Antonia Perera.

Es la primera vez que se emprende una investigación de esta magnitud de este poco conocido alfabeto y se hace gracias a la iniciativa de la Escuela Universitaria de Turismo (EUTL), que en octubre organizó unas Jornadas de Investigación sobre Inscripciones Rupestres de Lanzarote, en colaboración con el Cabildo de Lanzarote. Los científicos se reunieron para poner datos en común, ofrecer algunas charlas a los alumnos de la Escuela y hacer salidas de campo.

En dos años, deben concluir el estudio, financiado por el Gobierno de Canarias y los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, y conseguir que una de las estaciones rupestres de Lanzarote se habilite para la visita pública.

“El patrimonio histórico y cultural no ha sido considerado como un referente clave en la oferta de productos turísticos”, dicen en la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote. Este centro quiere vincular la investigación científica del patrimonio histórico con su puesta en valor a través de la creación de rutas que pasen a formar parte de la red de museos de la Isla.

Fuente: diariodelanzarote.com | 18 de noviembre de 2017

Madrid estaba ocupada por una sabana casi desértica hace 14 millones de años

Una sabana muy árida se extendía por el centro de la Península Ibérica, donde se enclava Madrid, durante el Mioceno medio, hace 14 millones de años, según un examen de restos de fósiles de mamíferos.

Los resultados del estudio, realizado por la Universidad Complutense de Madrid y publicado en PLOS ONE, son producto de más de quince años de trabajo de campo y estudios paleontológicos previos de los restos de vertebrados fósiles encontrados en el sitio paleontológico de Somosaguas (Madrid), que permitieron a los paleontólogos inferir el tipo de ambiente que existió en el Mioceno medio en la parte central de la Península Ibérica.

Este sitio fósil está ubicado en el Campus Somosaguas de la UCM, una característica particular, ya que hasta ahora se han descubierto sólo dos enclaves paleontológicos en campus universitarios de todo el mundo (el otro se encuentra en Estados Unidos). El tamaño corporal de cada especie está muy influenciado por las condiciones ambientales del hábitat donde vive cada especie. Por ejemplo, los elefantes que habitan en lugares húmedos (como los de las junglas de Asia) son más pequeños que los elefantes que viven en lugares secos (como los que habitan en las sabanas africanas).

"De acuerdo con esta premisa, la distribución de tamaños dentro de una comunidad de mamíferos puede ofrecernos información valiosa sobre su contexto climático", explica Iris Menéndez, investigadora del Departamento de Paleontología de la UCM y del Instituto de Geociencias (UCM y CSIC).

En este estudio, los paleontólogos han podido inferir que el centro de la Península Ibérica fue testigo de un clima tropical muy árido con una alta estacionalidad de las precipitaciones. Después de un breve período húmedo, la estación seca anual podría durar hasta 10 meses.

"Estos resultados confirman las inferencias previas sobre el ambiente de sabana de Somosaguas en el Mioceno, pero ubicando este hábitat en su versión más seca, estimada dentro de los límites entre la sabana y el desierto", dice Menéndez.

Este estudio compiló la información de parámetros climáticos para más de 60 localidades actuales de África y Asia, incluida la información del tamaño corporal de las especies de mamíferos que habitan estas localidades.

"Para este propósito, hicimos una recopilación de información sobre listas de fauna de mamíferos, sus tamaños corporales y parámetros climáticos para estas localidades, como temperaturas y precipitaciones. Sobre la base de estos datos, desarrollamos modelos estadísticos adecuados para la inferencia de diferentes parámetros climáticos en el pasado", dice la investigadora de la UCM.
"Incluimos la información sobre las 26 especies de mamíferos encontradas en el sitio de Somosaguas, lo que nos permitió inferir el entorno en comparación con los conjuntos existentes", agrega.

Fuente: antena3.com | 17 de noviembre de 2017

El enigma en los tesoros de la tumba del faraón Tutankamón

Los científicos revelan objetos con imágenes de animales de combate y cabras que corresponden al arte de Mesopotamia y la antigua Siria

Los tesoros de oro repujado de la tumba del faraón Tutankamón revelan nuevos secretos para la humanidad, al encontrarse en los objetos aplicaciones con imágenes de animales de combate y cabras en el árbol de la vida, que corresponden a la influencia del arte de Mesopotamia y de la antigua Siria en la Edad del Bronce.

Investigadores del proyecto germano-egipcio lograron examinar las piezas por primera vez y comentan que las aplicaciones de oro repujadas son similares a las imágenes temáticas que resultan similares a una tumba en la ciudad real siria de Qatna.

Es importante mencionar que los objetos analizados tienen origen en el famoso hallazgo realizado por el arqueólogo inglés Howard Carter en 1922, y solamente se habían mantenido almacenado en el Museo Egipcio de El Cairo y que ahora dan un mayor conocimiento de la época del faraón.

Transporte de cajas con los objetos de la tumba de Tutankamón a través de una vía férrea desmontable ideada por el fabricante francés Decauville. Fotografía de Harry Burton (1879-1940) perteneciente al Griffith Institute de la Universidad de Oxford.Foto: Griffith Institute, University of Oxford.


Los tesoreros de Tutankamón comenzaron a ser exhibidos a partir del 15 de noviembre en El Cairo, en donde se muestra el trabajo realizado por los arqueólogos mediante un largo proceso de restauración.

Asimismo, los científicos realizaron dibujos de cada tesoro e hicieron una investigación exhaustiva sobre ellos hasta lograr una interesante reconstrucción que llevó a obtener importantes conocimientos de la época que vivió el faraón y la cultura que en ese tiempo prevaleció.
Un diverso equipo de conservadores, egiptólogos y especialistas en arqueología del Cercano Oriente se unieron en este proyecto y comenzaron a trabajar en los tesoros de oro repujado que lo acompañan en su tumba, en donde cada objeto fue fotografiado y embalado.


Fueron muchos años de trabajo detallado que los conservadores Christian Eckmann y Katja Broschat del Römisch-Germanischen Zentralmuseum Mainz realizaron el minucioso trabajo de ensamblar los fragmentos de cada tesoro hasta producir 100 aplicaciones casi completas de oro repujado.

La conclusiones de los accesorios decorativos y en los tesoros son sorprendentes. Se logró distinguir motivos egipcios conocidos de Oriente Medio, pero se añade que ahora se han visualizado imágenes de animales de combate y cabras en el árbol de la vida, las cuales son ajenas al arte egipcio y deben haber llegado a Egipto desde el Levante.


En la ciudad real siria de Qatna, un equipo de arqueólogos descubrió la tumba prístina de un rey en el año 2002, y se remonta a la época de alrededor de 1340 a.C., por lo que es sorprendente debido a que es un poco más antigua que la tumba de Tutankamón en Egipto.

El profesor dice que los análisis químicos han sido valiosos para la investigación y han esclarecido que hay oculto en cada objeto valioso que fue depositado en la tumba del faraón.


Los resultados mostraron que el relieve en las aplicaciones de oro de cada artículo tiene motivos egipcios, y otras, con motivos extranjeros, estaban hechas de oro con diferentes composiciones.
Lo anterior lleva a la hipótesis de que las piezas fueron importadas o que varios talleres locales fueron los responsables de producir objetos en varios estilos, y que se usaron los modelos en las regiones antiguas del Cercano Oriente.

Fuente: debate.com.mx |National Geographic | 18 de noviembre de 2017

Así ahorraban madera en el Paleolítico

Los seres humanos del Paleolítico paliaban las duras condiciones de esta etapa aprovechando los recursos disponibles al máximo, como la grasa del hueso de un animal para aumentar la durabilidad de los fuegos y así economizar el desgaste de madera, según una investigación en la que participa la Universidad Complutense de Madrid.

Los huesos analizados, cuyos resultados recoge Archaeological and Anthropological Science, datan del Gravetiense, una fase del Paleolítico Superior de hace aproximadamente 25.000 años y se localizan en el yacimiento de Coímbre (Asturias), cercano a los Picos de Europa.
Aunque no se tratan de los restos óseos más antiguos utilizados como combustible, “son la primera evidencia de su uso de para este fin en el Gravetiense Cantábrico”, apunta José Yravedra (izquierda), investigador del departamento de Prehistoria de la UCM y autor del estudio.

Durante el Paleolítico, los huesos animales se utilizaron para fabricar herramientas, representaciones artísticas y, como es este caso, como combustible, aprovechando la ventaja de su durabilidad y convirtiéndolo en sustitutivo de la madera, que por entonces escaseaba en el entorno.

Huesos a conciencia

El científico de la UCM explica que la peculiaridad de este descubrimiento es que, mientras en otros emplazamientos como la cueva de El Esquilleu (Cantabria), donde el mismo equipo descubrió que los neandertales echaban al fuego el esqueleto completo del animal sin preferencias específicas, en el caso de Coímbre los restos hallados contienen más grasa y parecen haber sido elegidos a conciencia, aprovechando aquellos que aumentarían más la durabilidad del fuego.

Entre los restos óseos identificados en la cueva se encuentran elementos axiales –costillas o vértebras– y las epífisis (extremos) de los huesos largos de animales grandes tipo uro-bisonte.

“Estos huesos, al tener tejido esponjoso, son ricos almacenes de grasas y, por tanto, son mejores combustibles que los que no lo tienen”, explica Yravedra.

Para llevar a cabo este trabajo, relata el investigador, en primer lugar se estudió el material faunístico del yacimiento y después el estado de carbonización y calcinación de los huesos hallados.

“Mediante diferentes experimentos vimos la viabilidad del hueso como posible combustible complementario de la madera, de modo que fuegos sin hueso asociado duraban una cantidad de tiempo determinado, y si incorporábamos hueso, se duplicaba su durabilidad, aunque no su temperatura”, añade.

Además de la UCM, en este estudio han participado la UNED, la Universidad del País Vasco, el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Fuente: SINC | 17 de noviembre de 2017