La feroz conquista vikinga de los reinos anglosajones a finales del siglo IX. La fosa común de Repton

Dicen que todo comenzó como una venganza. Los hermanos Ragnarsson (Halfdan, Ubbe e Ivar el Deshuesado) asaltaron Inglaterra para vengar la muerte de su padre, el legendario rey vikingo Ragnar Lodbrok, a manos de Aella de Northumbria, quien lo lanzó a un foso llenó de serpientes en el año 865. Según las sagas nórdicas, Ragnar, a punto de perecer, pronosticó el sanguinario ataque que se avecinaba. “La ira de mis jóvenes hijos crecerá al escuchar cómo murió su padre”, afirma el poema Krákumal (la canción de muerte de Ragnar Lodbrok). El rey de Suecia y Dinamarca había llegado a Gran Bretaña tras saquear París (845), Rouen (850) y otras pequeñas ciudades de la costa francesa.

Foto: En la fosa común había al menos 264 personas, un 20% de las cuales eran mujeres (University of Bristol).

Los hermanos Ragnarsson comandaban miles de soldados -algunos investigadores dicen que eran poco más de 1.000, otros consideran que eran muchos más- que habían llegado en centenares de naves. Desembarcaron en EstAnglia (zona de Norwich e Ipswich) y un año después, en el 866, ya habían conquistado Northumbria. Los pueblos locales empezaron a conocer a aquella horda vikinga como el Gran Ejército Pagano, que siguió desplazándose por territorio británico (reforzado por el Gran Ejército de Verano, que llegó en el 871 desde Escandinavia comandado por Bagsecg) y devastó Mercia, otro de los reinos anglosajones, en el 874.

Foto: El Gran Ejército Pagano devastó los reinos anglosajones en el siglo IX (University of Bristol / Wikipedia).

El frío invierno del año 873 los vikingos lo pasaron en Repton (Derbyshire) y los arqueólogos de la Universidad de Bristol acaban de encontrar evidencias claras que confirman las historias escritas en las crónicas de la época, según señalan en un estudio publicado en la revista Antiquity (Aquí) . Inicialmente se pensó que los restos hallados en una gran tumba eran habían sido recogidos durante varios siglos, aunque los últimos análisis detallan que las todos los huesos son de finales del siglo IX.


La excavación arqueológica de este lugar se hizo durante los años 70 y 80, cuando se encontraron varias sepulturas y un depósito con alrededor de 300 personas debajo de un montículo en el jardín de la vicaría del pueblo. Entre los huesos había armas y artefactos vikingos, incluyendo un hacha, varios cuchillos y cinco centavos de plata que datan del período 872-875. Los expertos coinciden en que en ese área había un edificio anglosajón, quizás un mausoleo, que fue derrumbado por los soldados de los hermanos Ragnarsson antes de convertir la zona en una cámara funeraria. Una habitación estaba atestada de restos mezclados de al menos 264 personas, de las cuales alrededor del 20% eran mujeres.


Foto: Uno de los cráneos encontrados en las tumbas vikingas (University of Bristol).

Muchos de los huesos de los hombres, que en su mayoría se situaban entre los 18 y 45 años de edad, mostraban señales de daños violentos. “Las fechas previas de los análisis de radiocarbono habían sido afectadas por algo llamado efecto de depósito marino, que es lo que hizo que los restos parecieran demasiado viejos”, explica el arqueólogo Cat Jarman.


”Cuando comemos pescado u otros alimentos marinos incorporamos carbono a nuestros huesos, que es mucho más antiguo que el de los alimentos terrestres. Esto confunde los análisis del material óseo arqueológico y hay que corregirlo estimando la cantidad de marisco que cada individuo comió“, añade. La suerte para los investigadores fue descubrir una tumba doble, una de las pocas con armas vikingas encontradas en Inglaterra. La fecharon entre los años 873 y 886. Uno de sus dos ocupantes masculinos era un hombre mayor que llevaba un colgante con el martillo de Thor, una espada y otros artefactos.


“Tenía numerosas heridas fatales, incluido un gran corte en el fémur izquierdo, que probablemente le provocaron la muerte. Curiosamente, habían puesto un colmillo de jabalí entre sus piernas, que quizás reemplazaba su pene o testículos (que habría perdido durante una batalla) en el otro mundo”, explica.


Otros cuatro personas, de entre ocho y 18 años, fueron enterradas juntas en una única tumba con una mandíbula de oveja a sus pies. Junto a ellos aparecieron grandes piedras, que podrían haber funcionado como marcador. Su sepultura se ubicaba cerca de la entrada de la fosa común. Al menos dos de los menores tienen signos de lesiones traumáticas. Los arqueólogos de la Universidad de Bristol sugieren que este espacio podría haber sido una tumba ritual, una hipótesis que parecen confirmar los relatos de sacrificios para acompañar a los vikingos en el otro mundo. “La fecha de los huesos de los esqueletos de Repton son importantes porque sabemos muy poco acerca de los primeros incursores vikingos”, apunta Jarman.



Fuente: David Ruiz Marull | La Vanguardia, 6 de febrero de 2018

Arqueólogos se lanzan a la búsqueda del 'Árbol de la Vida' en Chichén Itzá

Pirámide de Kukulkán o también llamada El Castillo en la zona arqueológica de Chichen Itzá en Yucatán, México, que formó parte de la cultura Maya.

Este mes, un grupo de arqueólogos en México comenzará a excavar un túnel secreto que se cree podría llevar a la parte subterránea de una pirámide construida por los antiguos mayas.
El túnel fue sellado hace siglos por los mayas, pero los arqueólogos planean despejarlo para poder llegar a un cenote escondido: una caverna submarina que era fundamental para la espiritualidad maya.

Los cenotes son sumideros llenos de agua y representan la única fuente de agua dulce en el estado mexicano de Yucatán. Sin ellos, la civilización Maya no habría podido sobrevivir. Y, además de mantener la vida física, estas cavernas profundas eran una parte clave de la cosmología de los mayas.
Tan importantes resultaban estos sitios para sus creencias que allí practicaron sacrificios humanos: arrojaban cuerpos a sus profundidades con la esperanza de ganarse el favor de su voluble dios de la lluvia, Chac.

“Para los mayas, los cenotes eran la entrada al inframundo”, explicó Guillermo de Anda (izquierda), un arqueólogo subacuático que lidera el equipo del proyecto Gran Acuífero Maya.

“La (cultura) maya concebía que el cosmos tenía tres capas básicas: cielos, tierra y mundo subterráneo”, continúo. “El inframundo era muy importante: se consideraba el origen de la vida y si los mayas no mantenían un buen equilibrio entre esta capa del universo y la suya propia, eso podía significar sequía, hambre o enfermedad”, añadió.
“Así que sabían que tenían que mantener la paz con sus deidades del inframundo y esta es la razón por la que a veces hacían ofrendas”, indicó de Anda.
Cenote secreto

Antes de que los españoles llegaran a México en el siglo XVI, los mayas eran una de las civilizaciones más grandes del mundo. La ciudad de Chichen Itzá, en el estado de Yucatán y de la que ahora sólo quedan sus ruinas, es uno de sus logros más impresionantes. Extendida a lo largo de 10,36 kilómetros cuadrados, fue construida entre los siglos V y VI, pero quedó fue abandonada en su mayoría cuando ocurrió la conquista española.

Imponiéndose sobre las ruinas, hay una pirámide de cuatro lados conocida como El Castillo, un templo para su dios serpiente de plumas Kukulcán, una de las principales deidades en el antiguo México. La estructura tiene 24 metros y fue construida bajo estrictos principios geométricos. Cada lado está de cara a una de las direcciones cardinales de la brújula y tiene 91 escaleras. Combinados con escalón en la plataforma superior, hay un total de 365 escalones: el número de días en el año solar.

Chichén Itzá tiene cuatro cenotes visibles, pero hace dos años, el científico mexicano René Chávez Segura determinó que existe otra cueva submarina escondida debajo de El Castillo, un lugar que nunca ha sido visto por los arqueólogos.

Ahora, el equipo de De Anda –que el mes pasado descubrió el sitio arqueológico bajo el agua más grande del mundo– está a punto de entrar al cenote escondido.

En noviembre pasado, su grupo exploró dos corredores subterráneos que empezaban en una pirámide más pequeña de Chichén Itzá, conocida como el Osario. Los arqueólogos esperaban que los pasillos llegaran debajo de El Castillo, pero descubrieron que los mayas los habían sellado intencionalmente con montones de piedras.

“Los mayas bloquearon las cosas mucho”, señaló de Anda. “Una cueva que es importante, la sellaron para siempre”, insistió.

Para siempre, o hasta que llega un grupo de arqueólogos decididos.

Buceadores del proyecto Gran Acuífero Maya.

“¿El centro del mundo?”

El equipo está regresando a los túneles con el objetivo de despejarlos lo suficiente para poder encontrar una entrada que lleve al cenote bajo El Castillo. De Anda, un investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, cree que la excavación tardará cerca de tres meses en completarse.

Hay cenotes conocidos al norte, este, sur y oeste de El Castillo. Lo que, según de Anda, revela que el patrón de asentamiento está directamente relacionado con la geografía natural sagrada.
De hecho, él cree que el cenote bajo El Castillo podría representar una quinta dirección: el "axis mundi" o centro del mundo, que los mayas describieron como un enorme árbol, conocido como El Árbol de la Vida. Y, también, podría dar más pistas sobre las creencias mayas.
“Un mensaje a los dioses del agua”

De Anda explicó que todavía queda mucho por aprender sobre el papel del sacrificio humano en la vida maya.

En el pasado, este investigador analizó los huesos de los sacrificios humanos encontrados en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá y descubrió que alrededor del 80% de las víctimas eran niños de entre los 3 y 11 años.

“A veces es difícil entender por qué sacrificaron niños, pero debemos detenernos y pensar en el estado de salud de esos niños”, sostuvo. “Ellos representaban un estrato muy bajo de la sociedad, tal vez niños robados de otras comunidades para el sacrificio”, añadió.

De Anda dijo que el análisis de los cráneos, los huesos y los dientes de los niños revelaron que tenían mal estado de salud, mostrando signos de anemia y desnutrición.
“Existe la posibilidad de que ya estuvieran muertos cuando los depositaron en el cenote, y tal vez los honraron poniéndolos allí, o tal vez estaban tratando de enviar su espíritu para mandarles un mensaje a los dioses del agua”, continuó.

Pero también admitió que “para llegar a la verdad todavía tenemos que investigar mucho”.



Fuente: cnnespanol.cnn.com | 6 de febrero de 2018

Descubren en Sierra Boyera (Córdoba) uno de los molinos ibéricos más antiguos de la provincia

Pieza hallada en el embalse - CÓRDOBA

Los trabajos de excavación arqueológica desarrollados por investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO) en el asentamiento íbero del pantano de Sierra Boyera, ubicado en Belmez, han permitido destapar uno de los molinos giratorios de esta época más antiguos de la provincia.
Este hallazgo, según ha informado la UCO, es fruto de los trabajos que se realizan desde el pasado mes de diciembre en dicho poblado, conocido como oppidum íbero, y en el marco del proyecto Ager Mellariensis, dirigido por los profesores Antonio Monterroso y Alberto Redondo.

En el análisis de este yacimiento se combinan por primera vez técnicas de documentación 3D terrestres y subacuáticas en aguas continentales de la provincia, fruto de una iniciativa conjunta del proyecto Alto Guadiato Arqueológico y el Proyecto Roatán, de buceo científico.

Según ha detallado la directora de la excavación arqueológica en curso, Araceli Cristo Ropero, en el yacimiento belmezano se han documentado las tres partes que componen el molino. Por un lado, se ha recuperado perfectamente la base o peana, donde estaba asentado el molino. Esta pieza circular soportaba el peso del molino y tiene un diámetro de 50 centímetros.

Por otro lado, se conserva la pieza superior o activa, denominada catillus, que es la que daba movilidad al molino. Dicha estructura conserva las muescas donde se insertaba el enmangue o mango que sostenía la viga transversal y que era la responsable de hacer girar el molino al ser impulsada por personas o animales. Finalmente, se ha descubierto la pieza inferior o pasiva, llamada meta, que es fija y conserva igualmente el orificio donde se insertaba el eje.

Los investigadores han extraído muestras para poder analizar qué se pudo moler en este molino, si se trataría de alimentos y de qué tipo, así como si se usó para moler minerales. La pieza alcanza en su conjunto los 80 centímetros de altura, con un diámetro de más de 50 centímetros.
Por motivos de seguridad y conservación, se ha procedido al traslado provisional del hallazgo al Museo Histórico de Belmez y del Territorio Minero, que ha colaborado en las tareas de conservación.

Fuente: diariodecordoba.com | 7 de febrero de 2018

Excavaciones en Olduvai, donde el 'Homo erectus' inventó una nueva tecnología

Excavaciones en el yacimiento tanzano TK de la Garganta de Olduvai. FOTO: CENIEH

La garganta de Olduvai es un referente en evolución humana. Fueron Mary y Louis Leakey quienes con sus descubrimientos de restos de homininos, herramientas arqueológicas y abundantes restos de fauna, posicionaron al continente africano como la cuna de la humanidad, paradigma que aún persiste hoy día.

En este contexto se está desarrollando una campaña arqueológica en el Lecho II de la secuencia estratigráfica de Olduvai, con unos depósitos datados alrededor de 1,5 millones de años. En este proyecto colaboran la University College London (UCL) con el Dr. Ignacio de la Torre y la profesora Renata Peters; la Indiana University, con el profesor Jackson Njau; el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) con el Dr. Alfonso Benito, y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) con el Dr. Rafael Mora. Geología y Prehistoria son dos disciplinas que continuamente se complementan y convergen cuando se trata de interpretar los restos y las actividades llevadas a cabo por los homininos hace 1,5 millones de años.

Actualmente, el yacimiento en el que se están realizando las excavaciones arqueológicas, cofinanciadas por la Fundación Palarq, es conocido como Frida Leakey Korongo (FLK). Allí se han hallado acumulaciones de restos óseos de fauna y líticos, que realizarían representantes de la especie Homo erectus, si bien en este lugar en concreto no se han documentado, ¡de momento!, restos humanos.

Su cultura es la achelense, donde confluyen unos conocimientos tecnológicos que van a dar lugar tanto a lascas de gran como de pequeño tamaño, con apenas algunos objetos retocados (afilados). Los yunques o soportes sobre los que apoya la materia prima para modificarla y obtener herramientas líticas es otro elemento característico. Junto a estos objetos líticos aparecen carcasas de grandes mamíferos como elefantes o hipopótamos. Los huesos están modificados, presentan fracturas claramente antrópicas o señales creadas por los filos de los objetos líticos al descarnar las masas musculares que formaban parte de su dieta cotidiana.

El trabajo de campo se ha realizado en las últimas semanas y finaliza el 8 de febrero, pero trabajando de sol a sol. El sol y la lluvia son precisamente los elementos que han acompañado diariamente al equipo, dificultando los trabajos de excavación. A pesar de ello, han persistido en su objetivo, recuperando cada uno de los objetos arqueológicos en un espacio tridimensional, con el fin fundamental de relacionar los hallazgos arqueológicos con las capas geológicas donde se encuentran.

Las excavaciones arqueológicas son el método básico que sirve a los investigadores para proponer los modelos de comportamiento de estos homininos. Sin ellas, difícilmente se podría conocer cómo vivían nuestros ancestros, ni las estrategias que desarrollaban para tener éxito a nivel evolutivo. Gracias a la campaña actual se podrán realizar estudios más especializados para analizar detenidamente cada uno de los objetos recuperados. Esta información abocará en una interpretación de la vida de nuestros ancestros hace 1,5 millones de años cuando inventaron una nueva tecnología, la achelense.

Fuente: dicyt.com | 5 de febrero de 2018

Arqueólogos podrían haber encontrado el campamento de los arquitectos de Stonehenge

Hoyos encontrados. Wessex Archaeology

Un equipo de arqueólogos han descubierto un antiguo campamento, conocido como un recinto de terraplenes, donde los arquitectos de Stonehenge pudieron haberse reunido en el remoto pasado.

El sitio se ubica en las cercanías del monumento en Larkhill, y según los investigadores habría sido un lugar de reunión o un centro de comercio.

Los investigadores lograron encontrar en el sitio, un conjunto de mensajes muy similares al diseño de Stonehenge, lo que ha hecho que sugieran que podría haber sido una especie de modelo.

El sitio está ubicado cerca del monumento en Larkhill y se cree que fue un lugar de reunión o centro de comercio. Los investigadores encontraron una serie de mensajes que se asemejan mucho al diseño de Stonehenge, lo que los llevó a sugerir que podría haber sido una especie de modelo.

El arqueólogo de Wessex, Si Cleggett (izquierda), cree que el recinto fue construido entre los años 3.750 y 3.650 a.C.

"El recinto de Larkhill se construyó durante la última Edad de Piedra, un período de transición cuando nuestros antepasados ​​gradualmente se alejaron de un estilo de vida de cazadores-recolectores y abrazaron un nuevo modo de vida agrícola", dijo Cleggett a The Guardian.

"Mi opinión es que existe una buena posibilidad de que las personas que se encontraron en el recinto de la calzada podrían haber sido los arquitectos del paisaje de Stonehenge tal como lo entendemos".

La versión más antigua de Stonehenge, que consiste en una zanja circular con postes de madera, fue construida hace unos 5.000 años. La estructura de piedra única que conocemos hoy fue erigida más tarde, hace unos 4.500 años.

Una exposición en el sitio ofrece una nueva visión de los constructores de Stonehenge, la cual muestra investigaciones que sugieren que se trajeron animales de lugares tan lejanos como el norte de Escocia para alimentar a los constructores y celebrar fastuosas fiestas en el solsticio de invierno.

El enclave de Larkhill también reveló una secuencia de cambios socioculturales en los enterramientos y sistemas de creencias funerarios cuando tuvo lugar otra transición: el final de la Edad de Piedra y el comienzo de laCultura del Vaso Campaniforme y la Edad del Bronce.