La piel de los corderos ayuda a resolver el puzle de los Manuscritos del Mar Muerto

Uno de los fragmentos encontrados en la cueva n.º 4 de Qumrán. ISRAEL ANTIQUITIES AUTHORITY

Descubiertos en los años 40 y 50, los Manuscritos del Mar Muerto fueron uno de los mayores hallazgos arqueológicos del siglo pasado. Entre estos casi 1.000 pergaminos están los textos bíblicos más antiguos encontrados hasta la fecha. Pero buena parte de los rollos están hechos pedazos. Historiadores, teólogos, lingüistas y paleógrafos llevan desde entonces intentando ordenarlos y juntarlos. Ahora, el análisis genético de la piel animal en la que están escritos puede ayudar a resolver parte del puzle.

Los manuscritos son también llamados los Rollos de Qumrán, por el lugar del desierto de Judea, en las costas mar Muerto (Cisjordania), donde están las cuevas donde fueron hallados. Escritos en hebreo y arameo son parte de los libros sagrados del judaísmo y la base del Antiguo Testamento de los cristianos. Hay decenas de copias de los distintos libros, pero la mayoría están muy fragmentados. Muy pocos, como es el caso del Libro de Isaías, cuentan con una copia completa. Para complicarlo aún más, buena parte de ellos no fueron recuperados por arqueólogos, sino por beduinos y aficionados que vendieron los pergaminos a anticuarios. Así que, de muchos de ellos, ni siquiera se sabe de qué cueva salieron.

Una de las cuevas de Qumran donde se encontraron los fragmentos del Rollo del Mar Muerto. Crédito: Autoridad de Antigüedades de Israel. Fotógrafo Shai Halevi.

Ahora investigadores israelíes, con la colaboración de colegas suecos, estadounidenses y una española, han ideado una nueva herramienta para intentar ordenar los más de 20.000 fragmentos de la colección. Al análisis teológico, lingüístico, estilístico (distintivo de cada escriba) o químico han añadido el genético. Si el estudio del ADN antiguo ha permitido conocer mejor la evolución de las distintas especies humanas, ¿por qué no usarlo para saber de qué animal salieron las pieles de los pergaminos?

“Como muchos de los fragmentos son pequeños [apenas unos centímetros], no es fácil ordenarlos para unirlos”, dice en un correo el experto en ADN antiguo de la Universidad de Uppsala (Suecia) y coautor del estudio Mattias Jakobsson (izquierda). “Así que si, por ejemplo, encontramos dos fragmentos que proceden de un mismo animal (de su piel), sabremos que ambos deben estar cerca uno del otro dentro del puzle de fragmentos. Y al revés, es poco probable que dos trozos que vengan de animales distintos estuvieran cerca entre sí”, añade Jakobssen, a cuyo laboratorio llegaron desde Israel algunas de las muestras de los manuscritos.

Los resultados del trabajo, publicados en la revista científica Cell, muestran que casi todos los fragmentos son de pergaminos hechos con piel de cordero. El dato, aunque nuevo, no es muy revelador. Desde antiguo, los pergaminos se han hecho en su mayoría con la piel de los corderos, a la que le arrancaban la epidermis y el tejido subcutáneo (hipodermis) con cal, para acabar poniendo y estirando la dermis en un caballete. Más de 2.000 años después (hay fragmentos del siglo III a. C.) aún se puede leer su material genético.

Parte de los investigadores analiza uno de los fragmentos de los manuscritos. BEATRIZ RIESTRA / ISRAEL ANTIQUITIES AUTHORITY.

El ADN permite diferenciar entre unos corderos y otros. Así, los autores del estudio han podido determinar que algunos fragmentos que se creían pertenecer al mismo rollo, probablemente no estén relacionados. Al revés, también han podido conectar otros fragmentos de los que se cuestionaba su vinculación. El análisis genético indica también que dos de los fragmentos estudiados están escritos en piel de vaca. En los tiempos de Jesucristo, en el desierto de Judea no se podían criar vacas, así que los autores del estudio creen que estos textos son de un pergamino que venía de fuera.
(A) Mapa del desierto de Judea. Se muestran las ubicaciones donde se descubrieron los Rollos del Mar Muerto, así como cuatro de los fragmentos analizados en este estudio. (B) Se muestran las ubicaciones sugeridas de los diferentes fragmentos atribuidos a dichos manuscritos. Los tres fragmentos analizados en el estudio, 5, 8 y 9, están marcados. Las imágenes son cortesía de la Biblioteca Digital de Rollos del Mar Muerto Leon Levy. Autoridad de Antigüedades de Israel. Fotos: Shai Halevi.

“Diferenciar entre distintos fragmentos de pergamino puede cambiar el contexto en el que son leídos y tratados”, comenta el investigador de la Universidad de Tel Aviv (Israel) y coautor del estudio Moran Neuhof (derecha). “Por ejemplo, según el análisis, algunos de los rollos que se creía venían de Qumrán probablemente tuvieran su origen en otro lugar. Además, se pensaba que determinados fragmentos de [el libro] de Jeremías eran del mismo rollo, pero nuestros resultados muestran que no y que la secta de Qumrán incluyó varias copias diferentes del mismo libro bíblico”, añade.

Aunque los investigadores solo han podido estudiar apenas 30 fragmentos de los miles que hay, extender el análisis genético al resto de los Manuscritos del Mar Muerto podría ayudar a responder muchas de las preguntas que plantean estos rollos.

Una fundamental la apunta Noam Mizrahi (izquierda), del departamento de estudios bíblicos de la Universidad de Tel Aviv: “El judaísmo contemporáneo se caracteriza por una uniformidad textual de la Biblia hebrea, lo que quiere decir que cada copia (ya sea escrita a mano o impresa) de cualquier libro bíblico, en cualquier parte del mundo, es virtualmente idéntica casi letra por letra".

"Sin embargo, en Qumrán, en las mismas cuevas, unas junto a otras, encontramos textos divergentes del mismo libro", añade. Una diversidad que, como recuerda su colega Neuhof, “es algo que no sería aceptado hoy en día, donde tanto las versiones cristianas como judías de la Biblia están fijadas en una versión canónica”.

Fuentes: elpais.com | sinc.es |phys.org | 2 de junio de 2020

Sale a la luz una estela del 'Dios de la Luna' en Betsaida, al norte de Israel

Estela del dios de la luna del siglo XI-X a. C. encontrada en e-Tell / Betsaida. Crédito: Hanan Shafir

En el año 920 a. C., más o menos, los habitantes de una ciudad fortificada en los Altos del Golán podían evidentemente verlo venir: una fuerza atacante amenazaba con superar sus murallas y vencerlos. Temblando de terror, presumiblemente, parece que desmantelaron cuidadosamente los iconos de su sagrado 'Lugar Alto' para que los invasores no les dieran el tratamiento habitual de los conquistadores y destrozaran desdeñosamente las imágenes sagradas.

Casi 3.000 años más tarde, los arqueólogos que excavaban el sitio que los árabes locales llamaron e-Tell, y que el equipo llama en la actualidad Betsaida, encontraron una rara estela del poderoso 'Dios de la Luna', de Mesopotamia, el cual yacía sobre su cara, ocultando su imagen potencialmente provocativa.

De hecho, lo que hicieron en la temporada de excavaciones de verano de 2019 en el yacimiento de e-Tell, a orillas del río Jordán, y un par de kilómetros al norte del Mar de Galilea, fue dar la vuelta a la 'modesta piedra de basalto' que había sido descubierta hacía unos años pero que se dejó intacta. La misma había servido principalmente para que los voluntarios de la excavación se sentaran y comieran paletas de helados en el abrasador calor del verano. La piedra, de unos 70 centímetros de alto por unos 45 centímetros de ancho y unos 15 centímetros de grosor, era una de las muchas que descansaban en la esquina de una antigua torre de fortificación, y, cuando la voltearon, vieron que tenía grabada una imagen –adorada en todo el Levante y Mesopotamia durante la Edad del Hierro– como el 'Dios de la Luna'.

“Bajo un asedio, los habitantes pudieron haber puesto a propósito la estela en su lugar de descanso final, a fin de protegerla, y allí permanecíó intacta. El hecho es que, además, nunca se rompió. Los invasores no la vieron como algo simbólico”, declara a Haaretz el profesor Rami Arav (izquierda), de la Universidad de Nebraska, Omaha, y director de la excavación en Betsaida.

¿Qué hay en un nombre bíblico?

Para sacar el tema del camino: hay otros contendientes por el emplazamiento de la “verdadera” Betsaida, el pueblo pesquero judío donde las escrituras dicen que nacieron los discípulos de Jesús, Pedro, Andrés y Felipe. Uno es el cercano sitio de el-Araj, que actualmente está bajo el agua debido a las fuertes lluvias de este invierno que hinchan el Mar de Galilea. El comité de adjudicación de nombres que opera bajo los auspicios de la Oficina del Primer Ministro aceptó a e-Tell como “la verdadera Betsaida” hace alrededor de un cuarto de siglo, señala Arav, y así aparece en los mapas.

"Lo que nos lleva por el momento a cómo los sitios arqueológicos se identifican con nombres de la Biblia y en general. Antes del advenimiento de la arqueología, y específicamente los arqueólogos bíblicos, los montículos no tenían nombres", explica Arav. "A menudo no tenemos ni idea de cómo se llamaba una ciudad antigua, y e-Tell es simplemente 'montículo artificial' en árabe, que así es como lo llamaban los locales. Por ejemplo, la identificación de la ciudad bíblica de Gath pasó de ser un gran Tell llamado 'Tel Erani' en el sur de Israel a ser llamado 'a-Safi', con base a la acumulación de evidencias arqueológicas y a su comparación con la descripción de las fuentes".

En cualquier caso, Arav ha estado identificando e-Tell como Betsaida desde 1987, señalando que en su encarnación durante la temprana era romana, cuando los discípulos de Jesús supuestamente vivían, la evidencia arqueológica muestra que el asentamiento era judío. En cuanto al argumento de que el-Araj se identifica con Betsaida, incluso debido a la iglesia bizantina encontrada allí (que los excavadores creen que es la Iglesia de los Apóstoles, erigida en el sitio de la aldea de los discípulos), Arav señala que la identificación de ese lugar en el mundo antiguo se basaba en la fe, no en pruebas científicas.

Por ejemplo, la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén fue erigida en un lugar identificado por la madre del emperador Constantino, Helena, como el sitio de la crucifixión y el entierro de Jesús, alrededor del año 326 d. C., es decir, cientos de años después del suceso y con base en la tradición local, y no más.

La torre fuerte de la puerta de Betsaida, siglo XI-VIII a. C. Crédito: Hanan Shafir

La evolución del Dios de la Luna

El asentamiento de e-Tell se remonta a miles de años. En el siglo XI a. C. se había convertido en la capital del reino pagano de Geshur, el cual coexistía con los reinos de Israel y Judá al sur. La ciudad fue poderosamente fortificada, particularmente en los siglos VIII y IX a. C., con torres cada 20 metros y una gran puerta de la ciudad, dice Arav.

“Se convirtió en una fortaleza. La ciudad estaba rodeada por una doble muralla, una exterior y otra interior, hecha de piedra pesada. La interior era más gruesa y alta”, dice, un modelo defensivo encontrado en toda Babilonia y Asiria. “La gente construía así porque querían enviar el mensaje psicológico de que, si tomas la primera línea, la muralla exterior de la ciudad, entonces llegas al verdadero obstáculo, la segunda muralla”. El muro interior de e-Tell tenía 6 metros de espesor, y donde las torres se elevaban se ensanchaba a 8 o 9 metros. "La estela del 'Dios de la Luna' recién encontrada y el 'Lugar Alto' estaban situados en la esquina de lo que probablemente era la torre sureste del patio 'entre las dos puertas'” (2 Samuel 18:24), dicen Arav y su estudiante de posgrado Ann Haverkost (izquierda), directora de campo de la excavación en e-Tell / Betsaida.

De hecho, es la segunda estela del 'Dios de la Luna' que se ha encontrado en e-Tell, y proviene de una capa que data de los siglos XI y X a. C., hace más de 3.000 años. La primera efigie de este tipo (derecha) que encontraron los arqueólogos databa del siglo IX-VIII a. C. La recién descubierta es también la sexta y más antigua estela que se ha hallado con la imagen del 'Dios de la Luna': tres se descubrieron bastante cerca, en el sur de Siria, y otra salió a la luz en Gaziantep, en el sur de Turquía.

Su imagen es relativamente rudimentaria. “Esta nueva estela nos da una idea de cómo evolucionó la imagen del 'Dios de la Luna' durante la Edad del Hierro”, dice Arav. El nuevo icono tiene lo que podría traducirse como cuernos de toro o una Luna creciente y está sentado sobre un pedestal con cuatro barras curvadas hacia abajo, lo que también evidenció la primera estela del 'Dios de la Luna' encontrada en e-Tell en 1997. Pero la estela más tardía, del siglo IX-VIII a. C., tiene una cabeza de toro, una espada y cuatro esferas, que la más antigua del siglo X al XI a. C. no tiene. ¿Qué podría presagiar la supuesta simplificación de la imagen? “Pregúntele a un psiquiatra”, dice Arav por teléfono.

Foto: El 'Lugar Alto' de culto en el lado derecho de la entrada a la puerta este de la ciudad de Geshur. Los tres escalones conducen a un lavabo y a una estela del 'Dios de la Luna' con cabeza de toro y una espada.

Si su imagen se transformó tanto, ¿cómo sabemos que ambas estelas muestran al 'Dios de la Luna'? En realidad, la primera encontrada en e-Tell había sido identificada en 1997, por Osnat Misch-Brandl, como el dios Hadad, el dios asirio de la lluvia y el trueno. Sin embargo, al año siguiente, los profesores Monika Bernett y Othmar Keel sugirieron que era el 'Dios de la Luna de Harán'. Luego, en 2001, la profesora Tallay Ornan sugirió que la estela representaba a ambos, uniendo a los dos dioses. Arav y Haverkost postulan que la estela recién encontrada con una media Luna tallada, pero sin cabeza de toro, apoya esta última afirmación, y que la imagen es el 'Dios de la Luna'.
También las barras curvas más bajas de la nueva estela no llegan al suelo, y Arav y Haverkost lo explican: "lo habrían hecho si hubieran representado las piernas de un toro".

El momento en el equipo de excavación saca a la luz la estela más antigua del 'Dios de la Luna', siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir

Mitos de la Creación que compiten entre sí

Si bien es raro encontrar la imagen del 'Dios de la Luna' en estelas, sí era común en otros medios. Aparentemente se originó en Mesopotamia durante la Edad del Bronce, cuando la gente empezó a hacerse las viejas preguntas: “¿Cuál fue nuestra génesis? ¿Cómo se creó el mundo?” Los antiguos egipcios lo sabían: al principio estaba el Sol, y Ra siempre estaba allí. "Y he aquí que los mesopotámicos o bien querían distinguirse política y culturalmente, o bien pensaban que tal noción era ridícula, dado que al principio, obviamente, todo era oscuridad", explica Arav. "¿Y cuál es el elemento más grande en el cielo cuando la noche cae y la oscuridad vuelve? La Luna. Así de claro, la Luna era el ímpetu detrás de la Creación".

Más tarde, los judíos adoptarían el principio mesopotámico: “En el origen Dios creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1:1-2). “Apuesto a que no pagaron regalías a los mesopotámicos por ello”, bromea Arav. Los judíos, sin embargo, dejaron fuera un elemento crucial de la creencia mesopotámica: que el 'Dios de la Luna' no lo hizo solo, pues la creación fue el esfuerzo de un grupo, de un panteón de dioses, donde cada uno (dios o diosa) era responsable de un aspecto diferente.

Desde el final de la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro, el culto al 'Dios de la Luna' llegaría a abarcar el Levante y el Mediterráneo, y parece haberse hecho especialmente poderoso en el siglo VI a. C., cuando Nabucodonosor II construyó imponentes templos a este dios en Babilonia y Harán, al sur de Turquía. De hecho, Harán sirvió como centro de culto desde finales de la Edad del Bronce, donde parece que se mezclaron el dios mesopotámico Sin y un 'Dios de la Luna' levantino de nombre desconocido, explican Arav y Haverkost.

“Un culto al 'Dios de la Luna' también existió en Hazor durante la Edad del Bronce tardía, y es posible que los arameos de la Edad del Hierro mantuvieran un culto en la región de Betsaida después de que Hazor fuera destruida”, dice Arav.

La plaza de la puerta anterior de la ciudad: el 'Lugar Alto' se ve a la izquierda. siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir.

Toda la región, desde Harán, en Turquía, hasta el Israel actual, estaba dominada por la cultura aramea, que llegaría a incluir características de los cananeos del Levante y los luvianos de Turquía. “Compartían la misma cultura y religión”, aduce Arav. Y parece que en la capital del Reino de Geshur, hace unos 3.000 años, la gente -de lo que se conocía como e-Tell en ese momento- colocó una estela al 'Dios de la Luna' y dos estelas sin adornos que serían enterradas con ella.

"La adoración del 'Dios de la Luna' continuó bajo la dinastía caldea de Babilonia al menos hasta el siglo VI a. C.", dicen Arav y Haverkost, añadiendo: “Curiosamente, un antiguo sitio en el extremo opuesto del Mar de Galilea se conoce como Beth Yerakh, que significa el ‘templo del Dios de la Luna’. Otro nombre para Beth Yerakh era Sinaberis, quizás Sin-baris que significa la fortaleza de Sin, el 'Dios de la Luna'”.

Pero todas las cosas llegan a su fin, y aproximadamente en el 920 a. C., atacantes desconocidos destruyeron la ciudad, y la estela del siglo XI al X a. C. fue enterrada. ¿Quién podría haber atacado? “No lo sabemos. Tenemos contendientes, pero los conquistadores en 920 a. C. no dejaron atrás una tarjeta de visita”, responde Arav.

La ciudad fue reconstruida aproximadamente 75 años más tarde, aparentemente por la misma gente, pues la religión no cambió, como lo evidencia la estela del 'Dios de la Luna' del siglo IX-VIII a. C., explica Arav. Y esa encarnación de la ciudad llegaría a su fin con la conquista de Galilea por el rey asirio Tiglat-Pileser III en el 732 a. C., pero volverá a resurgir cuando Alejandro Magno de Macedonia conquiste la región unos cuatrocientos años más tarde.

Caería y se levantaría una y otra vez. La temporada de 2019 de las “excavaciones de Betsaida” en e-Tell, llevadas a cabo bajo el patrocinio del Colegio de la Unión Hebrea en Jerusalem, descubrió ruinas de todos estos períodos y más: la ciudad fortificada de la Edad del Hierro, el próspero asentamiento helenístico, la comunidad judía en los períodos asmoneo y herodiano, la ocupación romana y también asentamientos de los períodos mameluco y otomano. Y ahí termina su historia.

Fuentes: israelnoticias.com | haaretz.com | 3 de junio de 2020

Hallan tumbas de época romana en el solar del Colegio de Abogados de Lorca (Murcia)

Excavación arqueológica en el solar de la calle Selgas. / LV

Las obras de ampliación de la sede del Colegio de Abogados en un solar situado entre la calle Selgas y la plaza del Caño, en pleno casco histórico de la ciudad, han permitido que salgan a la luz tumbas de época tardorromana para sorpresa de los arqueólogos. Ahora estudiarán si se trata de una necrópolis que podría extenderse hasta la zona de La Ramblilla, revelan en declaraciones a LA VERDAD las directoras de los trabajos, María Haber y Teresa Fernández.

Las excavaciones se iniciaron a principios del pasado mes de marzo en el solar en el que solo se mantenían en pie la fachada y algunos restos de una vivienda de mitad del siglo XVIII o principios del XIX. La estructura se apoyaba sobre una casa anterior de la que los investigadores encontraron dos habitaciones, una de ellas con un espacio de ladrillos quemados y una gran cantidad de carbones, por lo que deducen que «tal vez sería el horno de la pastelería del siglo XVIII que está documentada en los archivos», relata Fernández.

Los archivos también ofrecen información de que los restos hallados en la superficie correspondían a una quincallería de la cual se conserva incluso el inventario. «Su estudio será una de las tareas que los arqueólogos acometeremos con el apoyo de los archiveros de Lorca, que ya se han encargado de localizar la información que se conserva de este lugar», añade.

Edificio en el que se desarrollan los trabajos de ampliación del Colegio de Abogados. / JAIME INSA / AGM

Barrio alfarero

Al bajar de los niveles más superficiales los investigadores llegaron a un estrato con abundante cerámica islámica y esto, junto a otros indicios, «nos indica que este lugar formaba parte del conocido como barrio alfarero, que en época medieval ocupó esta zona de la ciudad». No se han encontrado estructuras pero sí una cantidad de material en la zona sur del solar que «asociamos a un vertedero» ya que los restos aparecidos están destrozados.
Cuando pensaban que habían llegado al final de la excavación, «cuál fue nuestra sorpresa que al ir delimitando unas agrupaciones de piedras que asomaban como muretes, vimos que se trataba de encachados de tumbas». Éstas se hallaban excavadas en el nivel de la arcilla y observaron que todas tenían una misma orientación. Adultos y niños están enterrados boca arriba, hay más de uno por tumba y carecen de ajuar.
Fernández afirma que no es el único solar en el que han aparecido tumbas de este tipo, lo que les lleva a pensar que podría tratarse de parte de la necrópolis tardorromana que se extiende hasta la zona de La Ramblilla. Estos extremos se podrán confirmar con el estudio y la investigación que ahora comienza.
Además del estudio de la cerámica encontrada se realizará un estudio antropológico de los restos humanos para determinar el sexo, la edad, las enfermedades que pudieron sufrir y conocer algo más de cómo fue su vida.

Tres plantas y ático

El Colegio de Abogados tiene previsto inaugurar en los primeros meses de 2021 la ampliación de su sede, que dispondrá de una superficie de 500 metros cuadrados en tres plantas y ático, confirmó a LA VERDAD el decano, Ángel García Aragón. Estará comunicada con el edificio que fue inaugurado en 2008 y que se ha quedado pequeño para acoger los actos de la institución. Dispondrá de un salón de actos con capacidad para 200 personas y de más oficinas para que los abogados atiendan con más intimidad a sus clientes del turno de oficio. Una de las principales novedades que incorporará será la apertura de una cafetería a la que se podrá acceder por la plaza del Caño, frente a los juzgados.

Fuente: laverdad.es | 1 de junio de 2020

Tui (Pontevedra) descubre un legado prehistórico de arte rupestre con trece petroglifos

Foto: Óscar Vázquez

Tui (Pontevedra), el municipio que contó con el primer parque natural de Galicia, tendrá también desde este año un parque rupestre. «Es extraordinario porque neste espazo pódense ver exemplos de toda a arte rupestre galega», explica el arqueólogo Benito Vilas. Está al frente del equipo de la cooperativa Árbore Arqueoloxía que esta semana ha sacado a la luz trece petroglifos en la parroquia de Randufe. Trabajan en las zonas de Alto do Coello, Fontiñas y Rozacús, donde estaban documentadas ya ocho piedras grabadas en los años ochenta pero que nadie había conseguido ver.

La singularidad de este proyecto, fruto de la colaboración entre la comunidad de montes, el Concello de Tui y la Diputación de Pontevedra, es que no es habitual encontrar ejemplos de todas las épocas en un mismo recinto. «Temos pedras dende a Prehistoria á Idade e Bronce e o Medievo. Son gravados feitos dende hai 6.000 anos e en distintos momentos, polo que temos figuras xeométricas, naturalistas e medievais», destaca Benito Vilas (izquierda). Esta particularidad será especialmente interesante para el proyecto, que pretende poner en valor este legado, facilitando su conocimiento y haciéndolo accesible a todos. De hecho, debería haber comenzado en marzo con una visita de escolares del municipio para que vieran la zona antes de comenzar los trabajos para entender después la intervención pero el estado de alarma obligó a parar la limpieza del espacio la misma semana que arrancó.

El presidente de la comunidad de montes, Ángel Ramón Martínez, quiso destacar el respaldo de los dos ediles que se han sucedido en el cargo desde que los comuneros comenzaron a gestar el proyecto hasta que cedieron los 2.000 metros cuadrados al Concello para poder hacerlo realidad, y que son Eduardo Freiría y Laureano Alonso.

Foto: Óscar Vázquez

Para Ramón Martínez, es un hito ya que, tras ocho años en el cargo, han conseguido sacar adelante la puesta en valor de este enclave. Él es uno de los niños y jóvenes que, en los años setenta disfrutaba del tobogán más antiguo del municipio, sin saber siquiera el valor de la piedra sobre la se abalanzaban. Por eso se llama rozacús, y aún son visibles las marcas de los troncos. «Moitos pantalóns rompín aí. Subíamonos no tronco dun piñeiro e escorregábamos con el pola pedra mentras pastaban as vacas», recuerda emocionado.

Fuente:lavozdegalicia.es | 30 de mayo de 2020

La forma de hacer fuego que hubo en la Canarias prehispánica

Momias en el Museo Arqueológico de Tenerife

El arqueólogo José Juan Jiménez buscaba la respuesta a ambas preguntas y la halló entre los objetos depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife: piezas longitudinales de madera con huellas circulares de pequeño tamaño que muestran evidencias de frotación y combustión. Se trata de un centro perfecto para visitar en familia tras el periodo de cierre del turismo de las islas por el coronavirus.

El conservador del Arqueológico explica que habitualmente las investigaciones sobre los primeros habitantes no se han ocupado mucho de "este asunto, que es cotidiano pero muy importante y necesario para la supervivencia de cualquier sociedad". Los investigadores han dilucidado fehacientemente cómo se trabajaba la madera, la piedra o el hueso, pero ¿cómo hacían para encender el hogar, guisar los alimentos, cocer la cerámica o iluminarse en la oscuridad? se preguntaba José Juan Jiménez (izquierda).

Las incógnitas sobre el fuego y su potencial logístico y energético le llevan a combinar una propuesta divulgativa basada en cruzar los datos de la arqueología y los provenientes de la etnohistoria: los objetos arqueológicos y los testimonios escritos aportados por los primeros cronistas e historiadores de Canarias. Su propuesta también trata de explicar e interpretar los objetos arqueológicos depositados en los museos, los cuales confirman que los primeros pobladores de Tenerife lograban sacar fuego mediante un proceso de frotación practicado con un palo alargado que situaban sobre una base de madera.

Según las fuentes etnohistóricas, los guanches "sacaban fuego con dos palitos, uno recio y con punta y el otro de madera floja en el cual hacían un hoyuelo y con el otro en ambas manos abiertas lo torcían muy aprisa y hacía primero humo hasta que prendía el fuego". Los hallazgos depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife muestran una pieza de madera de 75'5 centímetros de largo por 9'4 de ancho procedente de los Asientos de Pedro Méndez, en La Orotava, que presenta una acanaladura longitudinal labrada acompañada de otra cilíndrica con señales de haber estado quemada en uno de sus extremos, debido a un antiguo proceso de fricción.

Útil para hacer fuego. Museo Arqueológico de Tenerife.

Una segunda pieza de madera de 17'5 centímetros de largo por 5'5 de ancho proveniente de la Cueva del Salitre en Montaña Rajada (La Orotava) ofrece evidencias de haber estado expuesta reiteradamente a episodios puntuales de combustión. Esta pieza posee una huella circuliforme en el centro promovida por la frotación de otro instrumento cilíndrico de madera. Además hay un fragmento de madera quemada de 22'5 centímetros de largo por 5 de ancho procedente de Igueste de San Andrés (Santa Cruz de Tenerife) en cuya superficie aparecen también los típicos hoyuelos circulares para obtener fuego.

La primera de estas piezas, relata José Juan Jiménez, fue llamada en su momento 'El mechero' porque uno de sus extremos quemados daban muestra de que se habría utilizado para hacer fuego, aunque todavía se desconocía con exactitud el método empleado. Según el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, el proceso se iniciaría con la colocación de fragmentos de hierba seca junto al hoyuelo situado en la superficie de la pieza de madera y frotando un palito cilíndrico entre las manos sobre aquél.

Luego, añadían más hierba seca hasta que comenzaba a percibirse un poco de humo y luego unas brazas tenues. Entonces se soplaba cuidadosamente para avivarlas hasta que prendía una llama que, con cuidado, promovía un fuego vivo incrementado con fragmentos secos de arbustos y trozos de madera.

"Es un sistema universal de lograr el fuego que nos vincula a la humanidad en su producción energética primigenia", señala el arqueólogo. La escasez de piezas que hayan podido ser utilizadas por los antiguos habitantes para producir fuego puede deberse a que se confeccionaban con materiales perecederos y a que -quizás- cuando fueron descubiertas no se les concedió importancia debido a la sencillez de su aspecto. En otras ocasiones desaparecieron porque, tras su uso también se echaban al hogar y se convertían en cenizas, dado que se utilizaban fragmentos de maderas isleñas que podían recolectarse con facilidad, como palo blanco, barbuzano y escobón.

Fuente: eleconomista.es | 1 de junio de 2020