Carles Lalueza-Fox, Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universitat Pompeu Fabra)
Han transcurrido apenas siete años y disponemos de datos a escala genómica de más de 1100 individuos, 899 de ellos pertenecientes a la prehistoria europea. Algunos continentes, como Oceanía, con 5, África, con 11, o Sudamérica, con 17 individuos, están todavía muy poco representados, pero es cuestión de tiempo que acabe habiendo miles de paleogenomas humanos de los últimos 50.000 años. ¿Qué ha ocurrido para explicar este fenómeno de crecimiento exponencial y que representará su conocimiento para la forma de entender el origen y la evolución de nuestra especie?
En primer lugar, las tecnologías de secuenciación de segunda generación, desarrolladas a partir de 2005, se han abaratado y esto ha permitido acceder a muestras más recientes que, a priori, eran menos interesantes que por ejemplo los neandertales, pero también mucho más abundantes en el registro arqueológico.
En segundo lugar, un investigador norteamericano de la universidad de Harvard, David Reich, tuvo la visión de convertir la parte experimental de los análisis en una cadena de montaje (igual que hizo Ford en la industria del automóvil). Dos laboratorios en paralelo, un equipo de técnicos especializados y la robotización del proceso generan ahora centenares de individuos con datos paleogenómicos cada mes. Tan sólo en sus tres últimos trabajos sobre la prehistoria de Europa, depositados en la base de datos pública BiorXiv, hay más de 600 nuevos individuos genotipados, desde el mesolítico hasta la edad del bronce.
Y, en fin, han pasado solo tres años desde que la revista Nature publicó el primer genoma mesolítico de Europa, el del hombre de La Braña, en León. Esto nos da una idea del progreso exponencial que ha experimentado el campo científico del ADN antiguo.
Foto: Posible fisonomía del Hombre de Arintero (Braña 1)
Este enorme caudal de información permite ahora estudiar las migraciones del pasado y contrastar la información genética con la arqueológica, y responder a una cuestión fundamental, en cada período, de si se mueven las personas o las ideas.
Se han detectado tres grandes componentes ancestrales en Europa, que se han superpuesto como las capas de un pastel para conformar las poblaciones actuales en proporciones ligeramente distintas: los cazadores-recolectores mesolíticos, los primeros agricultores que llegan del Oriente Próximo y los nómadas de las estepas que invaden el este de Europa en el neolítico final.
Ahora sabemos que no existen poblaciones actuales que sean relictos de uno u otro substrato. Simplemente, las poblaciones del sur de Europa tienen menos proporción de las estepas, y las del oeste y norte de Europa una mayor proporción del sustrato mesolítico. La población que conserva un componente mayor del sustrato neolítico es, curiosamente, la de Cerdeña; sin duda propiciado por su insularidad.
Estas grandes migraciones explican también cambios culturales, especialmente los referidos a las lenguas. La mayor parte de los lenguajes hablados en Europa proceden de la diversificación de la familia indoeuropea y había hasta el momento dos hipótesis sobre su origen: o bien había ocurrido en paralelo con la expansión de la agricultura o bien posteriormente, con la llegada de los nómadas de las estepas.
El dramático cambio genético detectado en este último proceso (en algunos casos se estima que hay una substitución de casi el 90 % de la población original) tiene que corresponderse sin duda con un cambio cultural. Así, la paleogenómica parece apoyar el segundo modelo. Por lo tanto, la única lengua pre-indoeuropea original que todavía subsiste en Europa, el euskera que se habla en el País Vasco, no sería un relicto mesolítico, sino algo mucho más reciente. De hecho, los vascos se caracterizan por tener una proporción menor del componente ancestral de las estepas que el resto de poblaciones ibéricas, y dicho sustrato no llega a la región hasta hace 2000-2400 años antes de Cristo.
En el futuro próximo los análisis paleogenómicos se aproximarán todavía más al presente, y estudiaran los genomas que van desde el mundo romano hasta la actualidad. En este proceso será posible conectar fragmentos cromosómicos concretos de la antigüedad a individuos actuales, y establecer de esta forma una compleja red de ancestralidad que nos unirá a todos entre nosotros y con el pasado.
Parece claro que esta información se ofrecerá a los arqueólogos como un servicio más, parecido a los que ofrecen las compañías de datación por radiocarbono. Será una herramienta mucho más potente para interpretar la historia de nuestra especie que la simple localización temporal de una muestra, pero una herramienta que requerirá de una visión multidisciplinar del pasado que integre a genetistas, arqueólogos y antropólogos, como nunca antes se ha hecho.
Fuente: efedocanalisis.com | 5 de octubre de 2017
Disputa por una batalla. En verdad la frase puede resultar redundante, pero así es como se percibe desde que por primera vez se planteara 2002, el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, iniciara el proyecto para comprobar arqueológicamente la existencia del escenario en los lugares tradicionales.
Tras un primer estudio se descartaron y el ámbito de estudio se extendió a toda la provincia de Jaén y de forma particular al entorno de las ciudades íberas que no habían sido romanizadas, como le ocurrió a Baecula. Tras dos años de investigación se concluyó que el escenario de la decisiva batalla de la Segunda Guerra Púnica entre romanos y cartagineses que se libró en 208 a.C., puedo ser en el Cerro de las Albahacas de Santo Tomé, y Baecula el oppidum de los Turruñuelos.
Y si romanos y cartagineses disputaban el control político y económico del Mediterráneo, en pleno siglo XXI, dos municipios; Santo Tomé y Bailén, pugnan por defender que tal batalla sucedió en su término municipal.
Bailén ha presentado alegaciones durante la exposición pública del proyecto del futuro centro de interpretación de la batalla de Baecula en Santo Tomé, cuyas obras está previsto que comiencen el próximo mes de noviembre.
El ayuntamiento bailenense vuelve a afirmar que la localización de la batalla de la segunda guerra Púnica entre el ejército cartaginés y romano, se libró en su territorio y pide al ayuntamiento de Santo Tomé que modifique el nombre del centro de interpretación. Se basan para ello en unas catas arqueológicas que se están realizando mediante un convenio con la Universidad de Granada que están sacando a la luz numerosos restos procedentes de una batalla, y no da credibilidad al profesor y director del CAAI, Arturo Ruiz, que es a su vez director del proyecto del centro de interpretación.
En la batalla lucharon Asdrúbal Barca, hermano de Aníbal, que había quedado al frente de las tropas cartagineses en la Península Ibérica y Publio Cornelio Escipión “Africano” que estuvo al frente de las tropas romanas y que venía de tomar Qart Hadasht (Cartagena) en el 209 a. C. a. Eran 30.000 los soldados que tenía el ejército púnico y 40.000 los que tenía el romano, según Polibio y Tito Livio. / MJBayona
El alcalde bailenense, Luis Mariano Camacho, dice no querer problemas con el pueblo de Santo Tomé “pero si entendemos que cambiar la historia por la sola interpretación de un profesor de la Universidad de Jaén, me parece un poco osado” ya que mantiene que hay prestigiosos arqueólogos e historiadores que sostienen que la batalla no solo fue en Bailén sino en sus alrededores “puesto que no ha aparecido ninguna prueba epigráfica ni aquí ni allí”. Añadiendo que si esta prueba definitiva apareciera habría que cambiarlo todo de nuevo. Defiende igualmente que las declinaciones del nombre de Bailén como Baicol se asemejan mucho más al de Baecula “la declinación ha podido cambiar hasta nuestros días”. Justifica además que hay arqueólogos e historiadores que ven imposible el desarrollo de la batalla en "Santo Tome, porque no reúne las condiciones por las dimensiones que tiene el Cerro de las Albahacas y la gran cantidad de soldados que había en estos ejércitos”. Concluye “no se puede cambiar la historia por la hipótesis de un profesor y nos sobran las razones para presentar este recurso y estudiaremos todas las posibilidades y el nombre de Baecula este donde realmente se dio”. Consideran en definitiva que se les ha quitado una batalla sin las pruebas suficientes para ello.
En el recurso presentado en las alegaciones durante la exposición pública del proyecto piden al ayuntamiento de Santo Tomé que modifique el nombre del centro de interpretación por el de Albahacas. Esta actitud es considerada por el alcalde de Santo Tomé como “una pataleta de algunos dirigentes o algún iluminado del ayuntamiento de Bailén que aun mantienen que la batalla fue allí, no sé si por polemizar o porque realmente han encontrado algo que lo confirme”. Comenta que tras hablar con Arturo Ruiz este le ha dicho que no hay problema alguno “que sigamos adelante y si tienen algún problema pueden dirigirse a la Universidad de Jaén donde están todos los estudios, pruebas y elementos hallados en el campo de batalla”. Insiste igualmente en que "el proyecto está en marcha no lo vamos a parar y queremos que el centro esté funcionando lo antes posible por lo que ellos supondrá para nuestro municipio”. El primer edil expone otro aval internacional como es la prestigiosa revista National Geographic, “que recogió hace tiempo un estudio detallado de lo que fue la batalla de Baecula y el lugar donde tuvo lugar, y aquí los expertos internacionales no podían estar condicionados por nada ni nadie”. “Estos expertos visitaron la zona, realizaron sus estudios y conclusiones y las publicaron dando fe que esta batalla tuvo lugar en el Cerro de las Albahacas”, argumenta.
Tal es la trascendencia que, sin ir más lejos recuerda que el próximo viernes tendrán la visita de varios colegios de Úbeda, que junto al arqueólogo Juan Pedro Vellón, realizaran una visita guiada a lo que fueron los asentamientos de los campamentos.
El inicio de las obras podría retrasarse unos quince días, pero la obra ya está adjudicada, con una partida de 80.000 euros para la primera fase. Los terrenos donde se levantará el museo han supuesto una inversión de 30 mil euros al consistorio de Santo Tomé y aseguran que llevaran a cabo la construcción de este ilusionante proyecto para el municipio, que lleva cinco años esperando comenzar a ejecutarse.
El centro de interpretación tendrá un diseño moderno donde los visitantes podrán ver desde las replicas de los numerosos restos arqueológicos hallados como una recreación de la batalla con sonido e imagen envolventes.
Fuente: cadenaser.com | 18 de octubre de 2017
El anfiteatro del siglo I antes de Cristo que emerge del subsuelo de Porcuna es aún mayor que el de Mérida. Su dimensión ha asombrado al equipo de arqueólogos que lleva a cabo las catas para determinar la importancia del hallazgo. Que es mucha, según asegura el alcalde del municipio, Miguel Moreno, quien resalta tanto la magnitud del coso como su buen estado de conservación. El regidor añade que las características del coliseo demuestran que la antigua Obulco, sobre la que se alza el actual municipio, fue de una de las principales ciudades de la Hispania romana.
Descubierto casualmente hace 2 años mientras se realizaban unas obras municipales en una calle de la población, el consistorio pidió permiso a la Junta de Andalucía para iniciar los trabajos de prospección. Apenas unos meses después de iniciados los trabajos, los arqueólogos admiten que supera sus expectativas. Lo demuestra el surgimiento de una fachada de 50 metros de largo y 6 de alto. Por esta razón, el Ayuntamiento elaborará un proyecto que permita sacar a la luz la totalidad del anfiteatro. Su elevado coste, cifrado en 3 millones de euros por el consistorio, fuerza al alcalde a solicitar ayuda económica para tal fin al Gobierno central y a la Junta de Andalucía.
Foto: detalle de los restos encontrados.
El objetivo del Ayuntamiento es convertir a Porcuna en uno de los principales enclaves del turismo cultural andaluz. Además del anfiteatro, el municipio cuenta con impresionantes ruinas de la ciudad romana y con piezas únicas, como la cisterna de La Calderona, cuyo tamaño (600 metros cuadrados) avala la existencia de termas en la antigua ciudad de Obulco, que fue una de las de mayor extensión de cuantas fundó Roma en el territorio que ocupa hoy Andalucía.
Foto: interior de la cisterna romana de La Calderona.
Obulco, aliada de Roma, acuñó moneda propia en su ceca hasta que bajo el mandato de Julio César se centralizó la emisión en la capital del imperio, lo que evidencia que fue una de las principales ciudades romanas de la Península Ibérica, según aseguran historiadores, que destacan a protección que le dio el emperador. El trato de favor se derivó del apoyo de Obulco a César en la guerra que mantuvo con Pompeyo. Finalizada la contienda, el general le concedió el derecho latino, un estatus que le permitía estar bajo su protección. Con él florece urbanísticamente la ciudad, en la que se construyen enormes casas y se construyen calzadas, cuyos restos son perceptibles aún en el sector San Benito.
En Porcuna no es sólo patente la huella de Roma, sino también la de la civilización ibera. Las piezas escultóricas más importantes del futuro museo ibero se descubrieron en la zona de Cerrillo Blanco, en el término municipal de la población, cuyo alcalde demandará judicialmente a la Junta de Andalucía para que le sean devueltas, toda vez que, según asegura, fueron sacadas irregularmente de los lugares en que fueron halladas. Miguel Moreno alude en concreto al toro de Porcuna y al guerrero de doble armadura, cuyo retorno pretende para que sean expuestas en el centro museístico que acometerá en breve el ayuntamiento.
Fuente: ABC.es | 18 de octubre de 2017
De izquierda a derecha, los arquitectos municipales Esther Trilla y Manuel Marcos, y los arqueólogos Santiago Martínez y Víctor Cabañero. / ANTONIO DE TORRE
La cronología sigue en cuestión. Datar la construcción del Acueducto de Segovia aún es una cuestión controvertida, aunque los arqueólogos tratan de poner luz sobre los estratos del terreno que acogió la cimentación de la monumental obra hidráulica, a partir de los restos cerámicos y otros materiales encontrados en la excavación de 1998. Si ya el año pasado los folletos que edita el área municipal de Turismo cambiaron para situar la construcción en el siglo II, después del año 112, en la primera ponencia de las segundas Jornadas dedicadas por el Ayuntamiento al Acueducto los arqueólogos Santiago Martínez Caballero, director del Museo de Segovia, y Víctor Cabañero, doctor de la UVA, dejaron clara una conclusión, que las arcadas centrales de la plaza del Azoguejo fueron edificadas después de ese año 112, al final del gobierno del emperador Trajano, pero «con mucha mayor probabilidad» es posible que las obras empezaran tras el 117, ya en tiempos del otro emperador hispano, Adriano.
Las hipótesis están servidas, y harán falta otros estudios para tener un mayor nivel de certeza. Pero los dos arqueólogos concluyeron que datarlo en la época de Adriano sería lo más acertado.
Las II Jornadas Acueducto de Segovia, que tienen el título de ‘Una ciudad por y para un monumento’, comenzaron este lunes (pasado) en el Aula de San Quirce con las dos primeras ponencias, precedidas de la presentación del libro que recoge las de 2016 y una introducción de la alcaldesa, Clara Luquero. El objetivo, dijo, es «sensibilizar y ahondar en el respeto y la conservación desde el conocimiento».
Recordó la alcaldesa que, en esta tesitura, el Ayuntamiento trabaja en la actualidad en la elaboración de la ordenanza que regule el uso del entorno y en ampliar la zona peatonal de la plaza de Artillería, para alejar el tráfico y hacer posible que los turistas puedan admirarlo sin la cercanía de los coches. «Se trata de dar pasos con modestia, con lo que tenemos», porque «el Ayuntamiento no puede abordar ahora un proyecto de envergadura», pero «tenemos la responsabilidad de conservarlo», añadió, porque «el Acueducto nos identifica y está en nuestra mirada cotidiana».
Cronología
Santiago Martínez Caballero y Víctor Cabañero han profundizado en esta línea de investigación en los últimos doce meses, desde que presentaran su hipótesis en el congreso sobre ciudades romanas que acogió Segovia el año pasado, aunque iniciaron sus estudios en 2013 a partir de los materiales que se custodian en el Museo de Segovia procedentes de las excavaciones de 1998 y ya presentaron unas conclusiones preliminares en 2014, en el Congreso Internacional de Arqueología Clásica de Mérida, donde expusieron que la probabilidad más alta sobre la fecha de construcción del Acueducto la situaría al final del gobierno de Trajano o a partir del 117, ya con Adriano. También en Mérida se presentó la conclusión de que «el debate sobre la lectura de la cartela del sotabanco no es un tema zanjado».
Para ambos arqueólogos, las líneas de investigación emprendidas hasta ahora relacionadas con la técnica constructiva de la obra hidráulica o con el contenido de la cartela no estaban demasiado claras, y sus conclusiones no han sido admitidas de forma unánime por toda la comunidad científica. Ni siquiera la interpretación que consideran solvente, la del epigrafista austriaco Geza Alföldy, que situaría la edificación a finales del siglo I.
Para su estudio, Martínez y Cabañero (derecha) han utilizado «datos materiales tangibles» a partir del registro arqueológico y una estratigrafía «muy clara» para presentar sus hipótesis, con «argumentos sometidos a muchas variaciones», que llevan a «reconsiderar» el contenido de la cartela y la datación de los arcos de la zona monumental. Pero siempre con la premisa de que «la cronología del Acueducto es un tema espinoso».
Santiago Martínez expuso que el primer relato «mítico» sobre la datación es de mediados del siglo XIII, lo relaciona con Hércules y se mantiene hasta 1637 con Diego de Colmenares. Después, a partir del siglo XVI ya aparece, aunque sin demasiado rigor, la atribución al emperador Trajano, que se mantiene hasta el siglo XX. A partir de 1960, análisis más científicos estudiaron la similitud de la técnica constructiva (por los sillares de acabado almohadillado) con la del Aqua Claudia, el acueducto de Roma construido por Claudio, y ya con más rigor, el estudio de la cartela desde 1968 por varios autores ha aportado atribuciones a Nerva, Domiciano o Trajano. Entre 1992 y 1997, el epigrafista Geza Alföldy planteó la hipótesis, basándose en la interpretación de los huecos del sotabanco que alojaron las letras de la cartela, que el Acueducto fue «restituido» o restaurado en el año 98 por Trajano, con lo que sería incluso anterior, y aunque es la «hipótesis más solvente», la epigrafía española ha considerado que la lectura «no es segura».
El estudio de los ponentes está basado en los restos de cerámica, del sestercio de la época de Trajano y el sillar encontrados en las excavaciones de 1998 de las bases de las pilas 115 a 117. Su conclusión es que las cerámicas más avanzadas, del siglo II, serían contemporáneas de la construcción, «con mayor probabilidad durante el gobierno de Adriano» porque Segovia era entonces una ciudad de importancia regional que permitía la construcción de edificios y obras públicas, que podría haber captado «la atención imperial» y, por tanto, la financiación por el emperador, pues Adriano financió muchos acueductos en todo el imperio.
La ciudad romana
El estudio de los dos arqueólogos también induce a reconsiderar las líneas de investigación no ya sobre el Acueducto, sino también sobre la ciudad romana. Víctor Cabañero declaró al respecto que sería bueno investigar «sobre la ciudad y sobre el siglo II también, porque queda siempre un poco al margen; el siglo I es el del esplendor, en el que todas las ciudades al sur del Duero adquieren la municipalidad romana, y sería bueno estudiar el siglo II porque puede aportar cuestiones importantes».
Los datos conocidos, con el estudio de los restos del foro –que estaría en el entorno de la actual plaza de Guevara, la plaza de la Rubia, la iglesia de la Trinidad y la plaza del Potro– y otras construcciones como las termas en el subsuelo cercano a la iglesia de San Martín, permiten indicar que cuando se construye el Acueducto la ciudad tiene ya una monumentalidad y la obra de ingeniería es el final del proceso de entrada de agua.
Siempre se ha dicho que habría que excavar más en Segovia para conocer mejor su pasado romano. Pero no es fácil. Martínez Caballero señaló que «en cualquier sitio donde se haga una intervención arqueológica es susceptible que aparezcan restos». Porque la ciudad romana tendría unas 40 hectáreas y estaría en funcionamiento desde el siglo I antes de Cristo «y la culminación de lo que es un paisaje típicamente romano, de lo que es su municipalización, es la construcción de su grandioso Acueducto en el siglo II». Y si fue edificado a partir del 117, hasta dentro de cien años no se podrá celebrar el bimilenario.
Fuente: nortedecastilla.es | 17 de octubre de 2017
El reino ptolemaico fue fundado por Ptolomeo, a la muerte de Alejandro Magno, y desapareció con la muerte de Cleopatra - FOTOLIA
Los gases de los volcanes cambiaron el monzón y esto alteró los ciclos del Nilo, activando problemas sociales y económicos que desestabilizaron al reino ptolemaico
A la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a. C., el mundo que había creado quedó fundamentalmente dividido en cuatro grandes reinos dirigidos por sus sucesores: Seleuco, Ptolomeo, Casandro y Lisímaco. Uno de ellos, el reino ptolemaico, llevó el esplendor helenístico a Egipto. Bajo el mandato de una nueva dinastía, Egipto vivió el nacimiento de una Alejandría en la que se levantó el Gran Faro y la Gran Biblioteca. En aquella época se talló la piedra de Rosetta y aparecieron sabios como Euclídes y Arquímedes, que trabajaron en las matemáticas y en sofisticados ingenios tecnológicos. Pero la historia de este reino acabó en el 30 antes de Cristo. Entonces, tras la muerte de la última reina de la dinastía, Cleopatra y la derrota en la batalla naval de Actium, el reino se convirtió en una provincia del Imperio Romano.
Un grupo de científicos e historiadores de la Universidad de Yale, dirigidos por Joseph Manning (izquierda), han publicado un artículo en la revista Nature Communications en el que consideran haber dado con una de las claves que provocó el derrumbe de la dinastía ptolemaica: el clima. Han concluido que un cambio climático provocado por erupciones volcánicas acabó con las inundaciones de verano del río Nilo, que esto tuvo un impacto muy negativo en la producción agrícola y que por ello el clima se convirtió en el germen de muchas décadas de inestabilidad social en el reino ptolemaico. Esto se tradujo en el levantamiento de varias revueltas y cambió el curso de al menos una guerra.
«Hemos encontrado una asociación significativa entre las erupciones y las hasta ahora poco entendidas revueltas del Egipto ptolemaico, así como las fechas en las que se puso fin a una guerra contra el Imperio Seleúcida», han escrito los autores en el artículo.
Esta investigación se ha centrado en vincular los efectos del clima en las sociedades humanas, como parte de un programa de investigación conocido como PAGES, de «Past Global Changes» (cambios globales del pasado). «Esto es lo bueno de de los registros climáticos. Por primera vez puedes ver una sociedad cambiando, no una descripción estática descrita en un puñado de textos», ha dicho Manning en un comunicado de la Universidad de Yale.
El Nilo, el corazón del reino
Las causas parecen remontarse, según los autores, a un fallo en el «corazón» del reino: el río Nilo. Con sus 6.825 kilómetros, era un auténtico sistema circulatorio del que dependían miles de agricultores y campesinos. Sus latidos estaban marcados por el monzón, ocurrido río arriba, que generaba un aumento del nivel del río entre agosto y septiembre y que se retiraba en octubre, permitiendo la siembra en unas aguas fértiles. «Cuando las corrientes del Nilo eran buenas, el valle era uno de los lugares más productivos de el mundo Antiguo», explicó Francis Ludlow (derecha), otro de los coautores. «Pero el río era famoso por su tendencia a ser muy cambiante». Así que, cuando el comportamiento del río no era tan propicio, llegaba la escasez de grano y todos los problemas económicos y sociales asociados.
Las erupciones volcánicas se caracterizan por liberar a la atmósfera grandes cantidades de azufre gaseoso que tiene la capacidad de hacer «rebotar» la radiación del Sol en la atmósfera y, por tanto, actuar como un agente de enfriamiento global. Esto podría haber alterado el funcionamiento del monzón en torno a la zona de convergencia intertropical (ITCZ), una faja de la atmósfera fundamental para el monzón, y haber disminuido las precipitaciones de las que dependía el caudal del Nilo. Pero, ¿cuántas erupciones ocurrieron por aquella época? ¿Pudieron alterar realmente el funcionamiento del río?
Foto: Nilómetro.
Para averiguarlo, Manning y Ludlow diseñaron simulaciones de ordenador para emplear datos recogidos del río desde el año 622 después de Cristo, en un importante registro de los niveles del río llamado «Nilómetro Islámico». Así descubrieron que los malos años del Nilo estaban en correspondencia con un evento de erupciones volcánicas recientemente descubierto. Esta relación sugirió que cuando había erupciones, el Nilo no pasaba sus importantes ciclos de inundaciones.
Al profundizar más, y al analizar papiros y documentos, incluyendo la piedra Rosetta, descubrieron que las erupciones volcánicas precedieron a los momentos de inestabilidad económica y social. En concreto, se produjeron antes de la salida del rey Ptolomeo III de Siria e Irak en su guerra contra el Imperio Seleúcida, y antes de la revuelta de Tebas, un alzamiento de 20 años en el que los egipcios se opusieron al reinado de los griegos. «Es altamente improbable que las erupciones y estos eventos se solaparan por causalidad», ha dicho Ludlow.
De esta forma, el clima pudo tener un peso enorme en la historia de esta porción del mundo. Por ejemplo, cuando la dinastía apenas tenía unas décadas, en torno al año 245 antes de Cristo, el rey Ptolomeo III Eurgetes (algo así como «Benefactor»), estaba enfrascado en una campaña contra el enemigo del Este: el Imperio Seleúcida. Logró una serie de victorias, pero de repente volvió a casa. «Esto cambió todo en la historia de Próximo Oriente». Quizás las consecuencias de las erupciones influyeron en esta decisión.
El río Nilo a su paso por Asuán, Egipto-WIKIPEDIA
Sin embargo, los autores han alertado de la necesidad de huir del determinismo y del reduccionismo. El clima pudo ser un factor adicional o quizás un detonante, pero una sola causa no puede explicar casi nunca un acontecimiento histórico y social: «Las erupciones volcánicas indujeron un cambio en el Nilo que a su vez actuó como un detonante para las revueltas en el Egipto ptolemaico y una limitación para la guerra, pero había un trasfondo de otros factores (...) Por ejemplo, tensiones étnicas entre egipcios y las élites griegas, el crecimiento democráfico y la presión fiscal, el coste de movilizar un ejército o el aumento de la demanda de trigo».
En todo caso, creen que esta investigación tiene implicaciones útiles para el presente. «El siglo XXI no ha sufrido erupciones volcánicas explosivas capaces de alterar los patrones del monzón. Pero eso podría cambiar en cualquier momento», ha dicho Ludlow. «Es necesario tener en cuenta esto a la hora de gestionar las valiosas aguas del Nilo Azul y que comparten Etiopía, Sudán y Egipto». Si el preciado líquido elemento escasea y provoca importantes pérdidas agrícolas, podría generar tensiones sociales que pongan a prueba la estabilidad política de esta región, según estos autores. Parece ser que hay precedentes en la historia.
Fuente: ABC.es | 17 de octubre de 2017
Restos hallados en la cista 3 realizada en la fase inicial del descubrimiento. Fotografía depositada en el Patrimonio Cultural de Andorra (Llovera and Colomer, 1989).
La Feixa del Moro (Andorra), otra vez. Probablemente, el yacimiento más rentable de nuestra prehistoria. Como mínimo, del Neolítico medio, pongamos que entre el 4500 y el 3900 antes de Cristo. Seguro que lo recuerdan, porque hemos hablado otras veces: el servicio de Patrimonio, con Xavier Llovera al frente, lo excavó entre 1983 y 1985, y los resultados fueron espectaculares, con tres enterramientos. Cistas, por decirlo técnicamente, dos de los cuales, intactos, con los restos de dos adultos y un bebé, que conservaban el ajuar funerario y, de regalo, un conjunto de estructuras domésticas adyacentes. Todo ello lo convirtió en un yacimiento excepcional que los últimos años no ha dejado de hablar. Y tanto como debe hablar, todavía.
En el Congreso de historia de los Pirineos, en junio en el Centro de Congresos, el equipo que lidera el arqueólogo Gerard Remolinos presentó una primera batería de conclusiones en el que ajustaba un poco más la datación de los enterramientos -una horquilla que va del 3975 al 3711, que ya es precisar y poniendo sexo, edad e incluso estatura a los tres inquilinos: dos mujeres adultas, y no un hombre y una mujer, como se había propuesto inicialmente: la que apareció sola tenía entre 20 y 23 años, y hacía entre 163 y 167 centímetros; la otra mujer, y eso seguro que también lo recuerdan, hacía entre 150 y 156 centímetros, tenía entre 15 y 17 años y, atención, apareció con los restos de un bebé, de quien no sabemos nada más: ni el edad aproximada, ni si era niño o niña. Ni siquiera si era el hijo, o tal vez el hermano.
Localización del yacimiento en Andorra
Pues precisamente eso, cuál era el parentesco de estos tres protolauredians, es el objetivo del Grupo de Genética Forense y de Genética de Poblaciones de la Universidad Complutense de Madrid, que las próximas semanas analizará muestras óseas de nuestros tres difuntos de hoy para extraer el ADN y determinar si son la primera familia andorrana de quien tenemos noticia. Quién lo sabe. Las muestras serán extraídas (y enviadas) por el mismo Remolinos, que tanto levanta un dolmen prehistórico -el de Bescaran- como excava en Soldeu detrás del sargento Peacock, o corta con una miniradial un fragmento de fémur neolítico: esto es lo que hace exactamente aquí arriba, y el fémur pertenece a la mujer sola.
A los investigadores de la Complutense, dice, les interesa exclusivamente el parentesco que podrían tener (o no) estos tres individuos, y la ocurrencia forma parte de un estudio impulsado en 2010 por el Centro Superior de Investigaciones Científicas español (CSIC) que pretende radiografiar de forma exhaustiva las necrópolis del neolítico medio del nordeste de la península Ibérica. Incluidas nuestras humildes valles, que participan gracias a los yacimientos de la Feixa del Moro y de Segudet: ya saben, donde en 2001 apareció el primer andorrano. O andorrana, para ser exactos, que vivió y murió entre 4300 y el 4050 antes de Cristo. Así es como meses atrás, ya partir del análisis de los isótopos estables -sea esto lo que sea- de las dos mujeres, se pudo reconstruir de forma aproximada la paleodieta de aquellas dos lauredianas. Fuerza aburrida, la verdad, a base de carne de herbívoros -ovejas, cabra, cabirol- y cereales -trigo, básicamente-, con una aparente ausencia de peces: no ya de mar, lo que ya nos podíamos esperar, sino también de río. Ni una triste tortilla.
Extracción de un diente de los restos de una de las mujeres enterradas en el yacimiento de la Feixa del Moro. (Foto: Regirarocs).
La monografía sobre el yacimiento, en diciembre
Con el ADN, dice Remolinos, se podrían determinar otros detalles interesantes, como el color de los ojos, de la piel y del cabello, incluso qué patologías sufrieron. Pero todo esto tendrá que esperar. Al CSIC, volvemos a decirlo, le interesa exclusivamente si las tres fallecidas son abuela, madre e hija. Y es esto lo que investigarán. Una oportunidad única -dice Remolinos, que heredó de Llovera el liderazgo en la investigación de la Feixa del moro- porque el análisis de ADN, que para muestras actuales puede subir a 1.000 euros, se dispara cuando trabajamos con muestras prehistóricas. Por si acaso, les ha pedido de preservar el ADN que se pueda extraer para una hipotética análisis ulterior que permita determinar todos estos extremos, de modo que no tengan que preparar más muestras óseas, que son por definición destructivas.
En este caso le han pedido dos muestras por individuo. De unos 300 miligramos de peso cada una. Preferentemente, de huesos densos y cuanto menos esponjosos, mejor, donde se ve que hay más probabilidades de que se haya conservado el ADN: fémur, tibia y húmero, para hacernos una idea. O dientes, siempre que no sea carcomidas ni tengan fisuras ... ni sean de leche. Por eso del bebé se ha tenido que enviar una clavícula y una costilla. Que acabarán destruidos sin ninguna garantía de que puedan extraer el ADN. Pero esto, dice Remolinos, sólo se sabe hasta que se intenta. Los resultados, en fin, en dos meses. Y luego, a esperar la monografía que bajo el título Las valles andorranos al neolítico medio: un cruce de caminos se publicará antes de fin de año y que pretende poner los estudios sobre este periodo histórico, incorporando las últimas hipótesis y las últimas excavaciones.
Todo ello, a partir de la convicción de que, lejos de ser un rincón marginal, durante este momento de esplendor que fue el Neolítico en Andorra -lo que hace seis milenios era Andorra, claro- participó activamente en las dinámicas de circulación de personas y de intercambio comercial. Por eso, de los ajuares de la Feixa del Moro, se recuperaron herramientas de sílex provenientes de la Provenza, hachas pulidas de origen alpino y, naturalmente, cuentas de collar hechas de variscita, la piedra verde que se extraía de las célebres minas prehistóricas de Gavà.
Fuente: bondiad.ad | 10 de septiembre de 2017